El amor de mi vida || Rock Lee
Recuerdo el día en el que te vi por primera vez, estabas entrenando tan duro. Siempre lo has hecho.
Recuerdo haber visto lagrimas caer de tus ojos, me pregunté muchas veces si aquello fue real o una mala jugada de mi mente.
Recuerdo aquel día donde volví a verte, vestías aquel traje verde con pesas anaranjadas. Increíblemente te veías realmente bien.
Recuerdo que en ese tiempo yo estaba en la academia, las constantes burlas de mis compañeros por mi debilidad en taijutsu me desanimaba.
Aún recuerdo vívidamente la primera vez que cruzamos palabra, fue en la terraza de aquel hospital. Justo después de los exámenes chunnin, ambos terminamos en el hospital.
—Hola.—murmuraste al notar que estaba parada a tu lado viendo el atardecer.
—Lee-kun—salude de vuelta y me volteaste a ver asombrado.
Me preguntaste cómo es que sabia tu nombre, yo solo pude responder que eras el chico más fuerte que conocía.
Cuando tus huesos sanaron gracias a la cirugía que Tsunade-sama te realizó fue la primera vez que me viste llorar. Te veías tan preocupado por mí aún cuando tú fuiste el que recibió aquella operación que no pude evitar lanzarme a abrazarte.
—¡Serás el mejor ninja de todos Lee-kun!—te dije entre sollozos.
Cuando me viste tus ojos brillaban y sonreías abiertamente para mí, una sonrisa exclusivamente para mí.
Nunca supe exactamente en qué momento comencé a enamorarme de ti, solo puedo recordar todas aquellas veces en las que te acercabas a mí con una sonrisa a saludar, todas las tardes entrenando taijutsu cuando decidiste enseñarme, aquellos días donde me hacías sentarme por horas en tu espalda mientras hacías lagartijas y, eventualmente, la primera vez que nos besamos.
—Lee-kun... Yo...—mis labios murmuraban cosas inentendibles, acababas de preguntarme qué era lo que deseaba como regalo de cumpleaños número 15.
—¿Qué pasa Aiko-chan?—preguntaste preocupado.
—¡Por favor se mi primer beso!—grite cerrando fuertemente los ojos y apretando los puños.
Tu rostro sonrojado bajo la luz de la luna, cuando me llevabas de vuelta a casa, fue lo más bonito que pude haber visto. Tú habías cumplido 16 y ese día era mi cumpleaños número 15.
—E-está bien.—dijiste tímido y de un movimiento rápido pero suave uniste nuestros labios en un tierno e inexperto vaivén.
Aquel fue mi primer beso. Tu primer beso. Nuestro primer beso.
Después de aquello, unas semanas después me pediste ser tu novia. Aún lamento haberte hecho caer al lago, aquella gripe fue insoportable.
El tiempo pasó volando, la destruccion a la aldea ocurrió y aún puedo ver claramente tu rostro contraído de lágrimas cuando me viste siendo tratada por Sakura, me habían herido pero no lo suficiente para acabar conmigo. Cuando te sonreí, asegurándote que estaba bien, me besaste y prometiste protegerme siempre.
La guerra llego y perdimos a Neji, cuando entrenábamos de niños por las tardes él siempre estuvo presente. Fue muy mandón y frío con nosotros pero después comenzó a cambiar en un ser más cálido y ,aunque seguía siendo serio, comenzó a mostrarnos cariño. Tu llanto sosteniendo su inerte cuerpo aún me persigue, al igual que el de Tenten.
Ellos se amaban, ¿lo sabías?
Neji me había prometido pedirle ser su pareja oficialmente después de que todo acabara. Sin embargo todo resultó peor.
Cuando pienso en esto siento lo rápido que pasa el tiempo, parece que apenas ayer estaba observando por primera vez a aquel determinado niño esforzándose por ser el mejor ninja de todos solo con taijutsu.
El día que me pediste matrimonio fue una sorpresa extremadamente linda, nunca espere que lo hicieras en el momento en que me viste recién levantada al despertar.
El día de nuestra boda, Gai-sensei lloraba a mares y animaba la llama de la juventud que acababa de nacer en nosotros en aquella ceremonia. Tenten nos miraba con amor y melancólica a la vez, ella me había ayudado a elegir aquel tradicional vestido pensando en Neji, el estampado de girasoles y ramo de las mismas flores que utilice en la boda fue para sentirlo cerca de nosotros.
Recuerdo muy bien el día en el que descubriste que seriamos padres por primera vez, tu rostro era serio y estabas muy callado, en realidad no sabía que estaba pasando contigo en ese momento, pero cuando sacaste de detrás de ti aquella prueba y ambos comenzamos a llorar abrazándonos con tanto amor, super que todo estaría bien.
Cuando lo perdimos, justo al mismo tiempo que los demás chicos también habían comenzado a tener descendencia fue uno de los momentos más tristes de mi vida entera. También de la tuya por lo que note al ver tu rostro.
Por eso decidimos no intentarlo, el dolor que nos causó fue terrible.
Aunque mi pequeño, nuestro pequeño milagro, se hizo presente en aquel invierno, aún recuerdo lo emocionados que estábamos cuando pateaba, cuando nos enteramos de que era un niño y cuando lo vimos por primera vez.
Siempre dije que eras duro e invencible como una roca, haciendo alusión a tu nombre, así que en cuanto lo viste decidiste que él era fuerte como el metal.
—¡Mamá deja ese viejo libro y ven a jugar conmigo!—los gritos del pequeño Metal me sacaron una risa.
—¿Dónde está papá, mi amor?—pregunto atrayéndolo hacia mi haciéndolo sentar en mi regazo
—Aquí estoy, Aiko-chan.—escucho la voz de mi amado esposo detrás de mí.
Tal vez no fuimos una historia convencional, o tal vez fuimos muy cliché, sin embargo no me arrepiento de nada de lo que pasó.
Porque ahora sé que desde aquel momento, en donde aquel chico que entrenaba tan duro capto mi atención sería y es el amor de mi vida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro