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72 [Orba]

Naruto y Hinata se acababan de ir del laboratorio de Tsunade, mientras que la Sannin se retiró a su dormitorio...

Ahora, solamente se encontraban Shion y Aneko en aquel lugar, las luces estaban apagadas...

La única luz encendida era la que mantenía iluminado el tanque de Aneko, quien simplemente flotaba en aquel líquido, con su cabello blanco ondeando y dejando escapar una que otra burbuja de aire por la boca.

...

En el plano mental...

Se podía ver un lugar sumamente oscuro y negro, donde había una figura flotando con calma... Era Aneko, quien simplemente tenía una mirada relajada mientras miraba a la nada.

Ella tenía el cabello blanco que llegaba hasta sus rodillas, la piel pálida, ojos rojos, una camiseta negra y pantalones negros, sin embargo, sus colmillos, garras o siquiera sus cicatrices, ninguna estaba presente.

La albina solo suspiró antes de hablar para sí misma.

-Así que... Estoy aquí otra vez...-

Ella se volteó, solo para ver decenas, por no decir que miles de personas a sus espaldas, todas en fila...

Podía ver a su padre... A su madre... Pero ella simplemente se mantuvo inexpresiva al verlos, pues no es que los recordara con mucho afecto. Luego su mirada se posó sobre otra persona...

Era un niño, el cual tenía los ojos azules, cabello castaño y era algo delgado, pero tenía claros rastros de cicatrices y facciones deformadas como colmillos y garras... Producto del proceso de los asesinos.

Aneko suspiró antes de acercarse.

-Te ves exactamente como aquel horrible día... Aún me lamento haber sido yo quien acabara contigo al final... Pero... De una u otra forma, ahora eres parte de mí... Supongo que es porque comí de tu carne en aquel momento... Qué cruel ironía...- Dijo ella mientras abrazaba al niño, el cual simplemente permanecía como una estatua, pues no estaba vivo, solo era una representación.

Aneko finalmente solo unió la frente con la de su hermano antes de voltear a mirar en otra dirección.

Allí podía ver toda clase de criaturas...

Podía ver enormes e imponentes osos, lobos, jabalíes, incluso animales raros como tigres, orangutanes, calamares, gorilas, serpientes colosales del bosque de los asesinos, arañas gigantes, salamandras de tamaño descomunal, alguno que otro humano o niños sometidos a lo mismo que ella... Era una fila muy extensa.

-Sí... A ustedes también los devoré o comí de su carne, también son parte de mí-

La asesina caminó con calma mientras miraba a todas las personas que había allí en fila, lo que era su árbol genealógico...

Para crear a una persona, necesitas 2... Un padre y una madre... Para crear a los 2, necesitas otras 4 personas, 2 para crear a cada una respectivamente... Y así, el ciclo se hace más y más grande... Llevándonos a eones de evolución humana.

Desde endogamia, dando origen a seres de baja diversidad genética, pasando a mamíferos salvajes cuadrúpedos... Y así, viajamos hasta la forma de vida más simple de todas...

Los humanos, a pesar de ser tan frágiles, cada uno de nuestros cuerpos, contiene una larga historia... Un legado que ha llegado y evolucionado para llegar a lo que es ahora...

Aneko observó todo en silencio, ya que no solo estaba su árbol genealógico hasta el ser más primitivo, también estaba el de sus víctimas. Era interesante ver cómo cada oso, lobo, pulpo, o en general cualquiera de aquellas criaturas tenía a sus espaldas un largo linaje hasta llegar a seres primitivos, todos parte de ella ahora.

-No soy científica... Admito que a veces soy muy poco atenta... Por lo que no sé lo que hay detrás de todo esto o por qué siquiera tengo estas capacidades... Pero, soy lo suficientemente lista para saber... Que hace muchos años que dejé de ser humana por completo... Mi fuerza y habilidades, vienen de todos ustedes...- Aneko se miró a sí misma.

Ella miró lo que eran sus manos, tan comunes como lo eran cuando era niña... Sin cicatrices o garras.

Ella suspiró mientras palpaba...

-Yo... Solo soy un cúmulo de cosas con la mente de una mocosa que vio un infierno, no soy una persona, hace tiempo que genuinamente soy una abominación... Mis ancestros, las cosas que he comido... Este cuerpo los asimila... Cambia en consecuencia... Cada que como materia orgánica... Siento como mi vitalidad, la de cada célula de mi cuerpo aumenta, mis células directamente absorben lo que como...- Dijo en voz alta mientras caminaba por aquellas criaturas.

La mujer tenía un semblante serio mientras navegaba...

-Mi sexto sentido... Es capaz de comprender peligros aunque nunca los haya visto o sentido... Porque probablemente alguno de todos ustedes lo experimentó... Mis habilidades físicas, van más allá de lo que un humano es capaz incluso con mucho entrenamiento... Eso es gracias a todos ustedes... Supongo que tengo algo de sus recuerdos en mi carne, literalmente ustedes son parte de mí. Creo que esto es lo que llaman memoria genética avanzada, o algo así había en los recuerdos de esos científicos... Eso lo sé...- Pensó la albina, antes de finalmente detenerse...

Ella miró al frente con un rostro serio.

-Entonces, si todo eso es verdad, es lógico que tú estés aquí... Demonio...- Dijo ella mientras miraba una silueta que tenía en frente...

Era una especie de cúmulo de energía de color naranja, tenía la forma de una silueta humana masculina, el lugar donde debían estar sus ojos brillaba con intensidad, pero aquella cosa solo era energía...

-Esa parte tuya que comí, también se volvió parte de mí... aunque el resto de tu cuerpo desapareció luego de destruir la espada... Supongo que absorbí y convertí en mía esa energía al momento de comerla, ¿no? Bueno... Eso pienso, no sé si digo algo inteligente o estúpido, no sé mucho, tengo algunas memorias de los doctores que ataqué cuando era niña... pero, no soy tan lista como ellos y solo tengo algunos recuerdos- Comentó la albina hablándole a la silueta.

Ella levitó en la nada alrededor de aquella silueta por un momento mientras se mantenía pensativa.

-Los últimos días, he estado teniendo recuerdos invasivos... Debe ser cosa de tus genes, chakra o lo que seas... ¿No?...- Pensó ella colocándose frente a la silueta.

Hubo un largo silencio... La realidad es que ella estaba sola allí, todo lo que veía en aquel sitio, no era más que una representación abstracta de lo que su cuerpo era.

Aun así, ella se detuvo quedando de frente a la silueta...

-Sabes... Eras alguien de verdad muy fuerte... Sinceramente es la vez que me he sentido más al borde de la muerte que nunca... Creo que me hubieras derrotado si simplemente no te hubieras acercado a mí cuando me diste por muerta- Comentó ella como si intentara entablar una conversación.

Obviamente no había respuesta, pero Aneko simplemente miró a la nada.

-Bien, no sé cuánto me tarde en despertar... Aún puedo oír, oler y sentir lo que pasa ahí afuera... Pero, mi capacidad de moverme es limitada, según la anciana que nos cuida, estoy evolucionando... Dice que podría tardar... Entonces, supongo que estaré aburrida aquí mientras- Comentó ella con un tono de aburrimiento.

Sus palabras simplemente se perdían en aquel vacío infinito y oscuro, mientras ella volvió a mirar a la silueta.

-Orba... ¿Verdad?... Algo así escuché que te llamaba aquel tipo que te hablaba por la mente antes de morir...- Ella se dio algunas vueltas a su alrededor -¿Sabes?... En ocasiones, cuando como otras criaturas... Tiendo a escuchar algunos recuerdos que no son míos... O sentir cosas que ellos sintieron... Por eso soy tan empática... Y me he dado cuenta de algo, ¿sabes?-

Ella miró con una sonrisa desinteresada a la figura, como si esperara una respuesta pero solo terminó por reír.

-Todas las criaturas conscientes, incluso las más aterradoras, o aquellos humanos crueles... Todos, en algún punto hemos sido seres inocentes y blandos... Aunque nuestro entorno se encarga de hacernos duros... Yo... Solía ser una humana débil y enfermiza, incapaz de hacer nada... Ahora soy...- Ella cambió su mirada a una frívola mientras se veía las manos... Por un momento, viendo aquellas garras afiladas, manos ásperas y llenas de cicatrices.

Hubo un silencio...

Aneko ya lo sabía... Sabía que solo era...

Una poderosa acumulación de genética humana con genes despiertos hasta su límite, cada gen recesivo en su linaje estaba desbloqueado, tenía todas las facultades de sus ancestros... Y una pequeña parte de la fuerza de cada uno acumulada en su pequeño cuerpo, el cual estaba diseñado para ejercerla.

Por otra parte, también era una gran bóveda de acumulación de masa y genética de otros seres que había tenido el infortunio de enfrentar, las cuales sus células inteligentes habían absorbido y aprovechado para auto-mejorarse con los años...

En otras palabras, Aneko era una unidad viva de almacenamiento genético de todo tipo de especie... Así que mientras se mantuviera comiendo otras criaturas con regularidad... Su cuerpo podía mejorar y aumentar su longevidad hasta límites insospechados...

Este era el resultado de más de 30 años de sufrimiento, entrenamiento y asimilación celular...

En este punto, ser humana solo era una base sobre la cual se había construido lo demás.

Ella era... ¿Qué? ¿Una humana? ¿Un oso? ¿Un tigre? ¿Un qué?... Solo un poco de todo con la apariencia de su ser completamente corrompida en una criatura más cercana a ser un demonio o aberración que una humana.

Era un poco deprimente, aunque ella nunca lo mostrara, ni siquiera era algo que tuviera con quién hablar. Lo más parecido a ella que había visto eran los demás asesinos...

Recordaba con algo de cariño a los 7 pecados capitales... Incluso al capitán Isao, esto a pesar de ser de séptima generación y un viejo desgraciado... O a sus demás compañeros que, bien o mal, trataban de entenderla... Recordaba a Kenzo, quien solía ser amable con ella, en aquella misión en dúo a Iwa... En verdad los recordaba con algo de afecto, pero ninguno de ellos la comprendía realmente, solo sintió que encajaba.

La única que siquiera había rozado el territorio en el que ella se encontraba ahora era Hinata Hyuga, quien había logrado despertar genes ancestrales. Esto fue visto por ella contra el Raikage y escuchado vagamente del exterior, venido de las palabras de la mujer que la cuidaba y supervisaba, o de la propia Hinata y Naruto que habían hablado de eso, aunque por lo visto ninguno de ellos sabía que Aneko estaba escuchando...

Pero, incluso Hinata aún estaba muy lejos de ser una abominación grotesca como ella.

Aneko era única en su especie, o eso creía... En este punto, ni siquiera era capaz de ser afectada por las hormonas humanas; era incapaz de sentirse atraída sexualmente por otro ser o tener atracción.

Y la realidad es que tenía muchos más cromosomas que cualquier humano, por lo que, aunque ella nunca pudo ser esterilizada como sus hermanos asesinos, simplemente no era compatible con ninguna especie.

En resumen... Ella misma sabía que no era más que un arma viviente, condenada a no encajar con los demás, tener una familia, escasas posibilidades de tener amigos, o siquiera pensar en una vida que no fuese pelear.

A veces, en sus sueños... O en sus momentos para divagar en sus pensamientos, ella se preguntaba... "Si los conflictos se acabaran... ¿Qué se supone que pase conmigo después?"

Era difícil pensar en ello.

Aneko finalmente levantó la vista dejando de ver sus manos y solo sonrió mirando a Orba.

-Me pregunto... ¿Qué fue lo que te llevó a ser lo que fuiste?... Últimamente he tenido algunos recuerdos tuyos y visiones... Incluso me pareció ver... Una serpiente blanca, aunque no se sentia como algo tuyo, mas bien mio fue confuso... Pero, supongo que ahora tengo algo de tiempo para ver mejor... ¿Siempre fuiste así? ¿fuiste un niño? ¿tambien te maltrataban?- Preguntó ella mientras colocaba su mano dentro de la energía.

Aneko solo observó al demonio mientras nuevamente sentía un ligero dolor de cabeza...

Visiones empezaron a llegar a ella...

Recuerdos aleatorios, ella se agarró la cabeza mientras intentaba concentrarse...

Las imágenes cada vez eran más, y más fuertes...

Finalmente, un fuerte destello de luz naranja iluminó todo...

**************************************

Hace tres mil años, el mundo ninja era un lugar muy diferente al que conocemos hoy. Era una época de oscuridad y conflicto, donde la supervivencia dependía de la fuerza bruta y la astucia, y del don del chakra, esa misteriosa energía que fluye a través de todos los seres vivos.

Era un periodo de transición... Hace menos de mil años, el Rikudo Sennin, al igual que sus hijos, había desaparecido, y habían surgido poderosas criaturas míticas, conocidas como las bestias con cola, tituladas por muchos como demonios...

La humanidad, una vez guiada por el Rikudo, quien pretendía unir a las personas con el chakra, ahora estaba dispersa y en conflicto.

En esos tiempos primitivos, los clanes ninja no eran las organizaciones estructuradas y disciplinadas que vemos en la actualidad. Eran más bien tribus guerreras, lideradas por individuos poderosos que se ganaban el respeto y el temor de sus seguidores a través de la fuerza y la habilidad en combate. Estas tribus vivían en un estado constante de guerra, luchando entre sí por territorio, recursos y poder.

El conocimiento del chakra como arma estaba en sus etapas iniciales. Las técnicas ninja eran rudimentarias y poco prácticas; aquellos que podían controlarlas eran vistos tanto como protectores como amenazas.

El mundo en sí era un lugar salvaje y hostil. Grandes extensiones de tierra inexplorada, llenas de peligros naturales e incluso bestias legendarias, rondaban a lo largo del continente. La naturaleza indómita dominaba el paisaje, con densos bosques, montañas imponentes y ríos caudalosos que servían tanto de barreras naturales como de recursos valiosos.

Aquellas tribus guerreras, así como simples civiles, vivían en pequeñas aldeas esparcidas de forma irregular por el paisaje. Lo más probable es que si caminabas lo suficiente fuera de tu pueblito, encontraras masacres de peleas por ahí regadas, cadáveres de ejércitos sin vida por doquier.

Pero, quedarte en tu pueblito no garantizaba del todo tu seguridad. Bien podía llegar un grupo de saqueadores a masacrar a los habitantes, o tal vez fuera destruido por alguna bestia mítica con cola, por animales salvajes, etc.

La violencia y la guerra eran la norma. Las batallas eran brutales y sin cuartel, y los líderes tribales no dudaban en usar cualquier ventaja que pudieran encontrar; no existía algo como el honor.

Este mundo brutal y arcaico no es más que los cimientos de lo que un día serían las grandes aldeas ninja. Pero en su esencia, la humanidad seguía siendo la misma: un conjunto de individuos luchando por sobrevivir, dominar y, en muchos casos, destruirse unos a otros.

...

En aquella época, en una noche fría y muy oscura, bajo una fuerte tormenta eléctrica, cargada de fuertes vientos y lluvia torrencial... Un meteorito cayó de los cielos, con una estela de color morado, estrellándose contra una montaña de lo que actualmente se conoce como el País de los Osos, conocido hoy en día por ser la ubicación de la Aldea de las Estrellas.

La montaña tembló violentamente, desatando una explosión que destruyó gran parte de ella y, alrededor de la zona del impacto, un misterioso y ardiente fuego empezó a quemar los alrededores, aún con la lluvia sin verse afectado.

La tormenta pareció intensificarse aún más, con fuertes vientos formando tornados cargados de neblina y rayos.

En la montaña, que ahora era un gran cráter en un terreno elevado, se podía ver el epicentro... Un brillo de color morado... Un orbe metálico.

Muchas aldeas a la redonda podían observar aquella montaña destrozada y en llamas en medio de la poderosa tormenta, pero decidieron mantenerse alejados por el momento.

Entonces... Un nuevo estallido fue liberado, y 5 rayos de luz salieron del orbe, perdiéndose en el cielo y alejándose en el horizonte, todos en direcciones diferentes. Cada uno de ellos tenía un color: verde, naranja, morado, azul y café.

El destello naranja voló cientos de kilómetros, atravesando el vasto continente, hasta que finalmente llegó a lo que ahora se conoce como el País del Fuego.

En este país, se podía ver una pequeña aldea en medio de las montañas... Su infraestructura era algo sencilla: simples cabañas, alrededor de unas 20, con algunos cultivos, corrales para animales, una bodega grande y otras cosas...

-¡¿Qué es eso?!- exclamó uno de los vigilantes, quien se dedicaba a la guardia nocturna.

-¡¿Una estrella fugaz?!- exclamó su compañero, mientras ambos miraban aquel fenómeno. Pero lo que más les asustaba era que aquel rayo de energía estaba cayendo en dirección a la aldea.

-¡ESTÁ CAYENDO!- antes de que alguno pudiera dar la alarma, aquella luz se estrelló contra una cabaña, produciendo un fuerte estruendo.

De inmediato, toda la aldea fue despertada.

Todos los aldeanos se levantaron tomando sus armas.

-¡ESTAMOS BAJO ATAQUE!- exclamó uno de los guardias de antes.

-¡Todo el mundo! ¡Prepárense!-

En poco tiempo, todos los habitantes de la aldea estaban listos para pelear...

-¡Esa cosa cayó en la bodega de armas!-

La gente rodeó el lugar, el cual se había prendido en llamas. Pero lo que más llamaba la atención era el sonido que provenía del interior... Se escuchaba que algo se movía...

La gente se horrorizó cuando ocho ojos de color naranja brillaron desde adentro, seguidos por unas patas acorazadas...

A la vista de todos, había una criatura monstruosa: una araña gigante, cuyo cuerpo emanaba un aura completamente naranja, parecida al fuego.

La criatura se quedó en silencio observando a los humanos, sin hacer ningún movimiento, parecía calmada... Sin embargo, los aldeanos estaban a la defensiva.

-¡Maten esa cosa!- exclamó uno de ellos, desencadenando una ola de ataques.

Algunos tomaron sus arcos y flechas, empezando a disparar proyectiles cargados de chakra; otros lanzaron rocas. Los más habilidosos hicieron complicadas poses de mano antes de disparar ráfagas de agua.

Al instante, la criatura soltó un gruñido desgarrador y empezó a moverse de forma violenta, intentando huir de la escena, con varios proyectiles clavados en su cuerpo y sangrando por varias partes... Incluso perdió una de sus patas.

Sin embargo, todas aquellas heridas empezaban a cerrarse al instante, y su pata creció nuevamente mientras la criatura se alejaba a gran velocidad, dirigiéndose al bosque, el cual empezó a incendiarse.

La gente empezó a seguir a la criatura que, a pesar de su tamaño y forma, demostraba ser más rápida que cualquiera de ellos...

Un poderoso incendio cubrió el bosque, a lo que muchos de aquellos hombres empezaron a retroceder.

-¿Qué era esa cosa?- preguntó uno de ellos mientras observaba el incendio.

Nadie sabía qué responder al respecto. Las técnicas de chakra elemental en aquel entonces no eran tan avanzadas en la mayoría de clanes para pensar en apagarlo...

Pasó una noche, en la que el fuego ardió...

A la mañana siguiente, no era más que un bosque completamente reducido a cenizas. Los árboles que quedaban en pie eran negros y carentes de vida, completamente carbonizados.

Algunos de los soldados entraron con cautela, 16 hombres con sus armas en mano, buscando cualquier rastro de la temible bestia...

Sus pasos resonaron en las ramas y el crujiente suelo...

Hasta que todos escucharon un sonido peculiar...

-¡UAAA! ¡UUAAA! ¡waaah! ¡Waaah!-

Eran sonidos de llanto, venían de alguna zona de aquel bosque muerto. Todos caminaron hasta llegar a la fuente, encontrando una imagen confusa...

En medio de un gran árbol muerto y sus raíces, se podía ver un bebé llorando. Eran llantos de miedo y desconcierto, su cabello era de un rubio intenso como el fuego, sus raíces negras como el carbón. Su cuerpo desnudo estaba cubierto de cenizas, y a un lado suyo, había una espada clavada en la tierra.

-¿Un bebé?...-

Los hombres se acercaron con cuidado, notando que la criatura emanaba un aura anaranjada, lo que les ponía la piel de gallina.

-¡Esto claramente es una criatura demoníaca! Es imposible que haya un bebé en un lugar así, el aura que emana es idéntica al de la criatura de anoche!- exclamó uno de los hombres mientras empuñaba su espada.

Sin embargo, uno de ellos hizo una seña para que se detuvieran.

-Alto... Sé cuidadoso... Probablemente este demonio ha tomado una forma inofensiva para intentar engañarnos...-

Los hombres se debatían entre ellos qué hacer. El bebé no paraba de llorar, mostrándose asustado, mientras que ellos no sabían qué decisión tomar.

-Yo digo que acabemos con esto, miren los ojos de ese niño... Claramente son los de aquel monstruo y esa aura que desprende... Es desagradable, una criatura repugnante- impuso uno de ellos mientras que otro se llevó la mano al mentón.

-¿Y esa espada? Se parece a una de las antiguas que había guardada en la armería de donde salió la criatura... Pero se ve como nueva... Era una reliquia que obtuvimos como trofeo durante una cruzada...- señaló el hombre, a lo que los demás miraron la misteriosa arma, que también emanaba aquella energía.

-¡Agh, yo no pienso esperar a que ustedes se decidan! ¡Esto ya me hartó, llevamos horas discutiendo por esto!- exclamó un hombre de complexión robusta y avanzada edad, el mayor del grupo.

Él, sin pensarlo dos veces, tomó su confiable espada y se acercó hasta el bebé, quien permanecía llorando.

-¡ESPERA!- gritaron muchos de ellos, intentando lanzarse a detenerlo, pero el hombre fue más rápido.

Una apuñalada rápida atravesó de lado a lado el vientre de la criatura, la cual empezó a llorar con más fuerza, esta vez de dolor...

El hombre, con una sonrisa, retiró su espada mientras sus compañeros veían esto completamente en shock...

Pero la sonrisa del hombre se borró cuando vio cómo aquella herida se cerró como si nada...

-Imposible...-

El hombre, ahora más aterrado que decidido, apretó su espada con fuerza antes de arremeter violentamente contra la criatura, apuñalándola y provocándole fuertes lesiones en el cuello, pecho, brazos e incluso la cabeza...

Hasta que sus compañeros finalmente lo tomaron por la espalda y lo separaron de la criatura, mientras algunos más sostenían su brazo.

-¡ESA COSA! ¡NO TENGO DUDAS! ¡NO ES HUMANA!- exclamó el hombre...

Todos solo vieron con horror cómo, a pesar de que el bebé lloraba mostrando mucho dolor y estaba cubierto de sangre, sus heridas se cerraban sin ningún problema.

-¿Qué está pasando aquí?- preguntó una voz nueva, que veía la escena mientras llegaba.

Todos se voltearon para ver a un hombre que usaba un kimono blanco, sandalias y una armadura japonesa simple, y una capa blanca. Tenía el cabello de color negro azabache, piel pálida... Tenía varias cicatrices y una expresión penetrante.

-¡AKILA-SAMA!- exclamaron los hombres antes de separarse y formarse en línea frente a él, pues era el líder del clan y en general de la pequeña aldea.

-Hace dos horas entraron al bosque. Detecté que no se han movido, entonces vine a ver qué pasaba.- comentó el hombre mientras se acercaba y se fijaba en el llanto. -¿Qué es ese sonido?-

Los hombres le dieron paso a su líder, quien se vio intrigado ante la escena. El bebé seguía llorando, mientras los demás empezaban a divagar.

-J-jefe... Esta es la criatura de anoche... Emana la misma aura y... Y... Claramente eso no es un bebé-

-¡Cierto, mi señor! ¡Debemos buscar la forma de erradicar a esta bestia!-

-¡Es un monstruo! ¡Lo apuñalé con mi espada muchas veces y está intacto!-

El líder del clan solo guardó silencio mientras se agachaba para ver de cerca a la criatura.

-Tontos. ¿Acaso no se han dado cuenta?- cuestionó Akira, devolviendo la mirada a sus seguidores.

-¿Eh? ¿D-de qué?...-

El hombre simplemente se quitó su capa antes de envolver a la criatura con ella y levantarla del suelo.

-La criatura de anoche no atacó a nadie, simplemente huyó cuando todos empezaron a herirla- empezó a explicar el hombre ahora con el bebé en sus brazos, mientras los demás empezaban a meditar sus palabras. -Ahora, nuevamente, acaban de lastimarla y provocarle daño... Los veo a todos ustedes sanos y salvos a pesar de ello-

Los hombres volvieron a quedar en silencio, notando que lo que decía era verdad.

-Me parece obvio lo que sucede aquí... Ustedes le tienen miedo a lo desconocido, en vez de intentar comprenderlo. ¿Saben qué es lo que yo veo?- cuestionó el hombre mientras le daba una mirada al bebé, quien gracias a la manta improvisada y al sentir calor ya se había calmado un poco.

Todos intentaron adivinar, pero nadie dijo nada, no tenían una respuesta...

-Veo potencial. Esta criatura no es más que un bebé, un ser inmortal que esconde un poder misterioso... De ahora en adelante, será parte de la tribu. Cuando crezca, podría ser nuestra arma más poderosa. Lo entrenaremos y aprovecharemos sus habilidades al máximo- declaró el líder, a lo que los demás se miraron entre sí, imaginando las posibilidades...

Un ser inmortal de gran poder, entrenado... Con talento excepcional y liberando un poder capaz de destruir bosques enteros... Era una visión un poco aterradora si estabas del otro lado...

Pero estando de su lado... Sonaba como que serían invencibles.

-Dejaré que mi esposa lo críe. Cuando crezca y sea consciente, yo mismo empezaré su entrenamiento... Puede ser tan duro como yo quiera, después de todo... Es inmortal- dijo el jefe mientras empezaba a caminar con el bebé en brazos de vuelta a la aldea. -Y traigan esa espada, si tiene que ver con él, entonces la quiero-

-¡Sí, señor!- dijo uno de ellos antes de acercarse al arma y tomarla con calma. Sin embargo... -¡AAAGH!-

El hombre separó su mano rápidamente de la empuñadura, al sentir como su mano se había quemado, tenía quemaduras de segundo grado tan solo por sostenerla un momento.

-¡Esa espada está ardiendo!-

Uno de ellos le dio una fuerte palmada en la espalda.

-Eres un inútil, ¿qué esperabas? La espada estuvo en medio del incendio- esta vez, era el hombre que había apuñalado al infante.

El hombre tomó algunas prendas de su ropa y envolvió la empuñadura, luego tiró con mucha fuerza. Aunque se sentía muy caliente la tela, no se estaba quemando... Pero...

-¡Agh!- exclamó enojado. -¡Esta cosa es muy pesada! Debió atorarse, ayúdenme a tirar-

De esta forma, cuatro de ellos hicieron lo mismo, tomaron prendas de su ropa para tocar la espada con seguridad. Tres la tomaron del filo y uno de la empuñadura, empezando a tirar hacia arriba.

Los cuatro forcejearon con todas sus fuerzas, incluso sus caras se pusieron rojas. La espada apenas se tambaleó...

-Maldita porquería... ¿Cómo una espada se puede atascar tanto en un terreno como este?-

Lo siguiente que intentaron fue usar cuerdas, las cuales amarraron a la empuñadura. Entre todos los 16, empezaron a tirar...

Tras algunos minutos de esfuerzo, el arma finalmente cedió, saliendo del suelo y quedando acostada en el piso.

-¡Finalmente!- exclamó uno de ellos antes de intentar tomarla de la empuñadura con un trapo. Sin embargo...

"crack"

El hombre, muy confiado, intentó levantarla, pero lo único que logró fue que su espalda tronara. Ahí fue cuando todos se dieron cuenta del verdadero problema... Esa arma era demasiado pesada para ser levantada por una sola persona, sin mencionar el calor capaz de quemar tu mano... Lo cual nunca dejó de pasar aunque los días y meses transcurrieron...

La espada fue nombrada como maldita y abandonada en aquel lugar. Sin embargo, su hoja nunca se oxidó ni cambió a pesar de los años...

Por otro lado, el bebé fue adoptado por la familia del líder de la aldea, quienes lo bautizaron y le dieron el nombre de "Orba," que en su antigua lengua muerta significaba "Demonio."

El niño creció al mismo ritmo que un humano común, pero era temido por toda la aldea, que lo llamaba el niño demonio. Incluso su madre adoptiva tenía la tendencia de temerle e incluso odiarlo en secreto, ya que nunca había sido capaz de dar a luz a un hijo propio, y ahora, el destino le había dado un monstruo. Era una broma cruel... pero su esposo la obligaba a alimentarlo y criarlo, aunque no fuera con afecto.

Cuando cumplió la edad de 4 años, empezó su entrenamiento, donde no tenían piedad con él.

Akila demostró que realmente no tenía ningún tipo de aprecio por el niño, aun si no le tenia miedo como los demas, no era mas que un bastardo para el; simplemente le interesaba su poder, siendo este interés la única razón por la que siquiera podía quedarse allí o recibir comida.

Aún así, solo recibió comida hasta los 4 años. Desde entonces, no solo era entrenado, sino también obligado a trabajar.

El cuerpo del demonio sufría frecuentemente lesiones graves debido a que lo hacían cargar demasiado peso, como bultos de comida o baldes de agua; incluso le caían pesadas rocas cuando ayudaba en la construcción.

En el entrenamiento, recibía golpes muy fuertes de parte de sus entrenadores; incluso en ocasiones lo amputaban con armas reales.

A veces caía de alturas mortales cuando lo obligaban a trepar montañas...

A veces, simplemente caminaba en medio de la aldea, solo para recibir golpes de rocas o que le tirasen tierra. Al final del día, nadie lo quería y nadie lo iba a defender, incluso su familia adoptiva solo lo veía como un esclavo y potencial arma.

Su comida consistía en los cultivos que se encontraban en malas condiciones, carne de baja calidad, o incluso había días en los que no comía. Al final del día, era un niño inmortal; ni siquiera el hambre lo mataba, no necesitaba cuidados especiales, ¿verdad?

Había días en los que su regeneración era más débil o incluso nula debido a que su chakra se agotaba y caía inconsciente por las fuertes heridas o por sentir que iba a morir. Pero, al final, una fuerza misteriosa lo mantenía vivo incluso desangrado o con el cuerpo destruido. Bastaban algunas horas de reposo para que tuviera energía nuevamente y pudiera reconstruirse a su estado original.

No importaba cuán fuerte o terrible fuera su estado; incluso si su cuerpo era reducido a puré, él siempre volvía a levantarse.

Así... llegamos 10 años después...

Podemos ver a un joven Orba, quien, a pesar de su dura infancia, mantiene un cuerpo fuerte y atlético. Se encontraba en lo alto de un tejado, su vestimenta solo era un pantalon negro viejo y arapiento, un chaleco delgado y estaba descalzo, el estaba observando en silencio las montañas del horizonte en medio de un atardecer.

-Me pregunto... ¿qué habrá allá afuera?- pensó para sí mismo.

Sin embargo, aquellos pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió una fuerte punzada en la espalda...

-¡Jaja! ¡Le di! ¿Lo vieron?- se trataba de un niño de su misma edad, con cabello castaño y piel ligeramente morena, acompañado de tres amigos.

Orba, con algo de paciencia, se llevó la mano a la espalda y extrajo un cuchillo, mientras su carne volvía a cerrarse.

-¿Pueden ya dejar de molestarme?- preguntó molesto antes de dejar caer el arma.

-¿Por qué deberíamos? Es simplemente divertido ver cómo te levantas una y otra vez-

Orba solo tuvo un pensamiento intenso en aquel momento...

-¿Ustedes podrían?-

Sin embargo, aquel pensamiento fue reprimido al instante, y simplemente se levantó para mirarlos.

-¡TODOS USTEDES VAN A RESPETARME ALGÚN DÍA! ¡SERÉ EL PRÓXIMO LÍDER DE ESTA ALDEA! ¡ESO YA LO VERÁN!- sin más, el demonio se retiró en un borrón de velocidad mientras los chicos simplemente se burlaban de él.

-Sí, claro... Solo él cree que eso es posible, un monstruo siendo nuestro líder... jejeje...-

Orba solo empezó a caminar por la aldea...

-¡Ah! ¡No podrás contra Kain el Magnífico!- escuchó voces.

-¡Jajaja! ¡Qué divertido! ¡Sí, ya es un dios guerrero!

El demonio se volteó solo para ver cómo unos niños jugaban con espadas de madera. Parecían divertirse; todos ellos sonreían y la pasaban bien...

-¿Divertido? ¿Podría jugar?- se preguntó mientras observaba aquello, pero ya sabía que era mala idea preguntar.

Tras algunos segundos de observar, los niños se voltearon en su dirección para mirarlo.

-¿Qué miras, monstruo? ¡Vete a la mierda!- dijo el mayor antes de tirarle su espada de madera, la cual golpeó en la cara al demonio, haciendo que este retrocediera un poco con un moretón que sanó al instante.

-¡Sí! ¡Deja de mirarnos!- exclamó otro antes de hacer lo mismo. Pero una vez sin sus espadas en mano, empezaron a tirar piedras.

-Tsk...- finalmente, Orba salió corriendo con la mirada gacha.

Finalmente se había alejado...

-No les he hecho nada malo... ¿Por qué todos son tan crueles?- Pensó para sí mientras se dejaba caer de rodillas al suelo. -N-no importa... Así ha sido siempre... No debe ser nada...-

Intentó dibujar una sonrisa en su cara, pero lo único que resultó fue una mueca confusa, mientras algunas lágrimas caían al suelo.

-Mami... ¿Por qué el niño está triste?- Escuchó una voz. Miró por el rabillo del ojo y notó que era una niña de como máximo 4 años, acompañada de su madre.

Orba la miró por un momento, notando que aquella chiquilla tenía una mirada llena de lástima. Era la primera vez que veía algo así... Había inocencia en sus ojos...

El demonio admiró aquella mirada durante algunos segundos, aunque ella parecía algo asustada también, probablemente por ver sus ojos demoníacos. Aunque estaban llenos de lágrimas, seguían viéndose de un naranja demoniaco que brillaba, con esclerótica negra.

Sin embargo, aquellos breves segundos fueron interrumpidos cuando la madre tapó los ojos de la niña y la hizo a un lado.

-¡No mires a los ojos a ese monstruo!- Dicho esto, la mujer tomó una roca y la arrojó a la frente del demonio.

Orba solo sintió una vez más aquella sensación fría bajando por su frente... Era su sangre, que descendía lentamente mientras su frente ardía de dolor. Pero rápidamente, fue reemplazado por una sensación de calor que cerró la herida.

-¡Aléjate, demonio! ¡Vete!- Exclamó la mujer sin dejar de tapar los ojos de su hija, mientras se preparaba para arrojar otra roca. Pero el demonio, sin esperar más, solo huyó.

Corrió mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, atravesando el pueblo y sintiendo las miradas de odio de aquellos que lo veían pasar.

Habían sido 10 años de miseria. Desde que tenía memoria, las cosas siempre habían sido así. Todos los días, desde los 4, 6 años, cada día era masacrado vivo... Si no era el entrenamiento o el trabajo, eran los aldeanos y los demás niños.

La única razón por la que hoy no estaba trabajando o entrenando como un maldito esclavo, era porque al día siguiente sería el festival de su pueblo. La aldea haría un banquete, y Akila, junto a sus mejores hombres, habían salido a cazar.

Pero... Si era tan malo, ¿por qué nunca salió de aquel horrible lugar? ¿Por qué no se defendía? ¿Por qué seguía obedeciendo?

Simple: tenía miedo y sentía que no tenía opción. Orba no sabía lo que había más allá de las montañas, ni mejor nada que fuera capaz de matarlo... Alguna vez, a sus 8 años, intentó alejarse de la aldea, pero tan pronto como alcanzó cierta distancia, empezó a sentirse débil.

Llegó un punto en que cada paso era más pesado; se sentía hambriento, sediento, e incluso aquellas heridas pequeñas que recibía por caminar descalzo entre las rocas ya no sanaban...

Finalmente, quedó tendido en el suelo, parecía un muerto, totalmente inconsciente. Pero, por más horas que pasaron, nunca llegó a morir.

Pasaron al menos 4 días.

Los insectos y cuervos lo atacaron, devoraron su carne de forma frenética. Él aún podía sentirlo; incluso sus huesos se habían vuelto muy blandos y también fueron devorados.

Los animales que por lo general se tomaban su tiempo para devorar los cadáveres, en aquella ocasión comieron hasta más no poder, devorándolo en muy poco tiempo.

Pero, algo dentro de las aves, una fuerza misteriosa las hizo volar de vuelta a la aldea, más específicamente a las cercanías del bosque donde fue encontrado cuando era un bebé...

Allí, los cuervos estallaron, y en una escena grotesca, Orba sintió cómo su cuerpo volvía a reconstruirse hasta volver a su estado original. Quedando tirado cerca del bosque, completamente desnudo y agotado, tuvieron que pasar algunas horas hasta que volvió a sentir algo de fuerza para levantarse.

Aquella situación fue un trauma para él, razón por la que nunca más quiso volver a intentarlo, sin mencionar que recibió una paliza por desaparecer.

Por otra parte, no se sentía capaz de lastimar a los demás, porque él sabía lo que se sentía. Tenía pensamientos intensivos al respecto, como... "¿Qué podría perder? No pueden matarme" "Se lo merecen..." Pero eran rápidamente suprimidos...

En el fondo, sabía que su mundo estaba reducido a aquella aldea. Para él, no existían más personas más allá... Aunque pudiera matarlos a todos con los suficientes intentos debido a su inmortalidad... ¿Qué haría entonces? ¿Quedarse solo el resto de la eternidad encerrado en aquel lugar muerto?

En su mente, la única salvación a aquella situación era ser aceptado y respetado. Por ello, veía al líder del clan como la persona que más admiraba. Aunque claramente lo despreciaba como el resto de las personas, era el único que lo veía útil y no una peste.

Tal vez era algo retorcido... ya que aquel hombre solo lo veía útil como un esclavo inmortal, que podría ser su mejor arma contra invasores. Pues ya sabía que no podía alejarlo demasiado de la aldea o se debilitaba.

Pero, aún así, por esta razón, Orba buscaba algo de consuelo en aquello... Era lo más cercano al aprecio que tenía en su vida. Además, aquel hombre era respetado y admirado por todo el pueblito; lo que él decía era ley... Incluso una vez, detuvo a los abusadores para que dejaran de golpearlo.

Por ello, era lo que Orba quería ser cuando creciera, el siguiente líder de la aldea. Admirado y respetado, querido por todos, nadie podría lastimarlo si era así... Por eso, entrenaba duro y obedecía todo lo que él le decía.

Sin embargo, solo era un sueño completamente vacío... Nunca sería aceptado y mucho menos respetado, solo era el esclavo inmortal de la aldea.

El niño simplemente huyó otra vez, corriendo hasta las cercanías del bosque, donde se sentó en posición fetal junto a un árbol.

-¿Qué tengo que hacer?... ¿Qué?... Esos estúpidos...- Pensó para sí mismo apretando sus puños.

Sin embargo, al apretar sus puños, se podía observar cómo desprendía un aura flameante de color naranja, a lo que él se quedó mirando.

-Siempre que estoy cerca del bosque... Me siento más fuerte... Y pasa esto... ¿Hay algo en este bosque?...- Se preguntó antes de levantarse.

Aquel lugar era algo misterioso... Había escuchado rumores de que cuando lo encontraron, estaba en aquel lugar, totalmente destruido y reducido a cenizas.

Pero, a pesar de que el bosque se había quemado, la vegetación había vuelto a crecer demasiado rápido, probablemente gracias a las cenizas usadas como abono.

Él siempre tenía prohibido adentrarse... No sabía las razones, pero siempre había tenido miedo de no obedecer. Aún así, esta vez había algo que lo llamaba desde el interior.

¿La ira? ¿La frustración? ¿Tristeza?... No sabía, pero sentía cómo aquella aura emanaba de su cuerpo y resonaba con algo adentro.

El joven demonio tenía miedo de entrar... Pero, si no lo hacía ese día, cuando la vigilancia sobre él bajaba, cuando no estaba ocupado siendo golpeado o molido por el trabajo y el entrenamiento... Entonces no lo haría nunca.

En este punto, el sol se estaba ocultando...

Orba se quedó inmóvil pensando, ¿qué debería hacer?

Pero finalmente, la curiosidad pudo más que su miedo. Después de todo, ¿qué podría salir mal? Era inmortal, después de todo...

Sin más, se adentró en el bosque.

Mientras más profundo llegaba, se sentía más fuerte. Sus energías eran mayores, sentía un calor agradable abrazando su ser, una sensación familiar y muy reconfortante... Le recordaba a aquel día que fue devorado por los cuervos, que terminó en aquella zona.

Tras caminar un poco, llegó hasta un claro, pero era diferente al resto del bosque. La vegetación estaba muerta y completamente seca en un radio de unos 5 metros.

Se acercó al centro, logrando ver algo tirado en el suelo, algo metálico y brillante. Los ojos del demonio en este punto estaban llenos de energía.

Acercó su mano, mientras su cuerpo cada vez más se cubría de energía más y más intensa... Finalmente, tomó lo que parecía una empuñadura, y de un solo movimiento la levantó apuntando hacia el cielo.

-¡ESTA SENSACIÓN! ¡JAJA! ¡ES ASOMBROSA!- Exclamó ahora con su cuerpo cubierto en llamas, las cuales no parecían siquiera quemarlo.

En toda su vida, por alguna razón, la única cosa que nunca lo lastimaba, aunque lo atacasen con ello... era el fuego. De hecho, resultaba acogedor.

Orba sintió un poder indescriptible tan pronto su mano tocó el arma.

La hierba seca a su alrededor empezó a arder, mientras una cantidad absurda de chakra y poder fluían a través de él. Era demasiado... Jamás había sentido tanto.

-¡AAAGH!- Exclamó de euforia mientras un torbellino de fuego se formaba a su alrededor. La espada apuntaba a los cielos.

Entonces, lo peor ocurrió: una gigantesca llama de color azul brillante, prácticamente blanca, fue disparada a los cielos, mientras el bosque entero fue carbonizado al instante.

El fenómeno era algo aterrador, ya que el cielo nocturno se iluminó como si un sol en miniatura ardiera. El fenómeno fue instantáneamente visto a la distancia, desde las montañas más lejanas. La luminosidad incluso fue vista en otros países.

Orba no lo sabía ahora, pero aquella luz había sido un faro enorme... Vista a la lejanía por sus semejantes, siendo probablemente una luz para los perdidos demonios en las lejanías.

Finalmente, el poder se estabilizó. Orba se sentó, sintiendo esa calidez con una sonrisa.

Se quedó allí, en medio de aquel bosque incendiado... Minutos... Horas... Ni él mismo sabía cuánto tiempo. La paz y felicidad que sentía eran indescriptibles.

Pero fue interrumpido...

-¡AHH! ¡AAAGH!- Un montón de gritos perturbó su momento. Eran gritos de terror en dirección al pueblo. Mucha gente estaba gritando de pánico... ¿Era por el fuego?

Orba no lo pensó dos veces y con su espada en mano, corrió de vuelta allí. Se sentía tan fuerte y ligero que llegó en segundos hasta la entrada del bosque... entonces vio lo peor.

Un ejército de bandidos estaba invadiendo el lugar. Orba podía ver cómo decenas de hombres armados a caballo atacaban a los civiles, dejándolos gravemente heridos o incluso muertos.

Los guerreros de la tribu se lanzaron a atacarlos. Era una lucha feroz, donde había demasiados bandidos.

Aunque los humanos de su aldea usaban algunas técnicas de chakra, la realidad es que los bandidos tenían un mejor repertorio.

Orba pudo ver cómo derribaban las cabañas, tiraban a los niños, tomaban a las mujeres y las aprisionaban, mientras luchaban con cualquier hombre que se les opusiera.

¿Por qué ahora? ¿Cómo habían encontrado la aldea?... Fácil... En realidad, decenas de tribus nómadas que viajaban cerca pudieron ver aquel pilar de fuego, por lo que fueron a parar aquí...

Eran los primeros humanos que Orba veía del exterior... Y estaban destruyendo lo que veía como su hogar...

Al instante, la ira tomó su cuerpo y empuñó su espada, desapareciendo en un borrón de velocidad.

En ese momento, toda noción de culpa, remordimiento o piedad desaparecieron ante el poder...

Muchos de los bandidos cayeron decapitados al instante... El demonio, por primera vez, había asesinado. Después de todo, para eso había sido criado.

El ejército de bandidos restantes, alrededor de 40 hombres, lo miraron con horror, mientras el fuego lo recubría y sus ojos brillaban con fuerza.

Los aldeanos también miraron esa escena con pánico...

Inmediatamente, los soldados enemigos se lanzaron a atacar ferozmente al demonio, pero este, guiado por su ira y ciego de poder, empezó a aniquilarlos, usando solamente su fuerza, agilidad y destreza con aquella arma.

Cuando se dio cuenta... Ya había cortado por la mitad y descuartizado hasta al último de ellos, en una frenesí asesina.

Cuando todo terminó, él estaba allí en pie, cubierto en sangre de sus enemigos y sobre una pila de cadáveres, mientras los aldeanos lo miraban con horror.

Orba finalmente se calmó, dejando que el aura de fuego desapareciera... Al voltear, pudo ver cómo aquellas personas que siempre lo maltrataron estaban aterradas, no solo por él... Las casas estaban destruidas, había varias bajas civiles a causa del ataque.

Dejó caer su espada al suelo, la cual se clavó en la tierra...

Miró con horror el campo de batalla... Era la primera vez que veía tanta sangre que no fuera suya.

Algo en especial llamó su atención...

Había una mujer llorando... Era... Aquella mujer que lo golpeó varias horas antes... Estaba acurrucada, sosteniendo algo en sus brazos.

Cuando Orba se fijó mejor, solo pudo ver que era el cadáver de aquella niña de ojos inocentes...

El demonio se miró las manos, totalmente cubiertas de sangre... Luego miró a los aldeanos muertos y a los enemigos...

-¿Por qué no se regeneran?... ¡Por qué no se vuelven a levantar!? ¡LEVANTENSE!- Fue todo lo que el demonio pudo pensar mientras su respiración se volvía pesada y su corazón se aceleraba.

-¡Monstruo!- Exclamó una de las personas antes de tomar una piedra y lanzársela a la cara, causándole una herida que se cerró al instante.

Orba estaba tan paralizado que ni siquiera le dio importancia...

-¿QUÉ PASÓ AQUÍ!? ¿QUIÉN HIZO ESTO!?- Exclamó una voz conocida para todos... Akila.

Orba se volteó a verlo, con los ojos llenos de lágrimas.

El líder de la aldea estaba fuera para cazar... Se suponía que regresaría a la madrugada siguiente, pero el pilar de fuego que iluminó el cielo lo hizo entrar en alerta.

El hombre miró con horror y enojo lo que le había pasado a su aldea... Estaba llena de cadáveres, enemigos y de su gente, mientras había cabañas destruidas, algunas incluso en llamas...

Orba se levantó temblorosamente mientras veía a su padre adoptivo... El demonio se acercó, aún con la cara llena de lágrimas.

Por primera vez, el demonio sintió la necesidad de correr hasta el hombre y abrazarlo... Era un acto instintivo de alguna parte de su ser, buscaba consuelo en medio de este episodio tan oscuro en su joven e inocente vida.

-Y-yo... Lo siento! ¡Traté de protegerlos pero no pude! ¡Yo!...- Antes de que pudiera siquiera continuar, recibió un fuerte un rodillazo en el estómago, seguido de un puñetazo que lo mandó varios metros atrás, esto por parte de Akila.

-¡MALDITO MOCOSO! ¡FUISTE TÚ EL QUE PROVOCÓ ESE PILAR DE LUZ!? ¡TODO ESTO ES TU CULPA!- Exclamó molesto el hombre mientras sacaba su espada.

-Y-yo no...- Antes de que dijera algo, solo sintió cómo la espada de aquella persona que admiraba atravesó su cuello, impidiéndole hablar. -Me repugnas, tu voz es asquerosa.

-¡ES UN MONSTRUO! ¡POR FAVOR, ENCIÉRRENLO! ¡MATENLO! ¡LO QUE SEA!- Exclamaron varias personas.

Orba se quedó en silencio mientras su nariz sangraba por el golpe de Akila...

Podía escuchar todo tipo de comentarios... Lo odiaban, le deseaban la muerte, incluso había quienes lo tachaban de asesino de sus hijos, familiares y amigos.

-Maldito niño demonio... Me equivoqué al querer adoptarte, te di un hogar, te permiti formar parte de la aldea, te protegi, entrene y cuide, ¿¡Asi es como me lo agradeces!? no eres más que una basura inútil, un monstruo... Debí haberte tirado al río cuando te conocí- Declaró Akila con frialdad.

Aquellas palabras penetraron a Orba más que cualquier cuchillo...

Ese fue el instante de su vida en el que se dio cuenta de que nunca sería aceptado... Sin importar qué, sería un marginado. Se dio cuenta de que su sueño de ser el líder de aquella aldea en el futuro solo era una tontería, jamás lo iban a aceptar como tal.

Él se quedó de rodillas mientras las lágrimas bajaban por su rostro...

Podía sentir las miradas de odio, las cuales fueron reemplazadas unos segundos después por dolor. Estaba siendo golpeado por las piedras.

-¡MONSTRUO!

-¡ASESINO!

-¡MUERE YA, DEMONIO!

-¡NO DEBISTE EXISTIR!

-¡ERES BASURA!

-¡ABOMINACIÓN!

Cada palabra era acompañada por un insulto mientras sentía la mirada de odio de Akila, quien mantenía su espada atravesando su cuello.

Orba llevó su mano hasta el filo de la espada...

Akila solo se sorprendió al ver cómo el metal se fundía, mientras Orba era recubierto por un aura naranja muy fuerte.

-Y-ya... Y-ya... ¡YA BASTA!- Exclamó él, dejando escapar todo su dolor...

Al instante, su aura de fuego estalló; una poderosa llamarada fue liberada, consumiendo todo a su paso. El fuego se extendió cubriendo varios kilómetros a la redonda; el pueblo entero fue consumido por las llamas.

Orba finalmente abrió sus ojos... Solo para ver cómo Akila estaba en frente, totalmente carbonizado... Era irreconocible.

Al mirar en todas direcciones, solo se encontró con una imagen desoladora, todos estaban muertos, no eran más que restos carbonizados.

El demonio se colocó en pie, estaba asustado... Con algo de miedo solo tocó a Akila, quien simplemente se desmoronó en cenizas.

-Y-yo... ¿Qué hice?- Se preguntó a sí mismo, muy adolorido... Ese día, había matado a más de 100 personas. Finalmente iba a dejar de ser golpeado... Pero, ¿a qué costo? Ahora estaba solo.

Él simplemente caminó hasta donde estaba su espada, la cual tomó en brazos, y luego caminó hasta donde estaba su árbol favorito; simplemente se sentó allí, en silencio... Observando el desastre que había provocado, después de todo, si era un monstruo.

Así... Pasaron horas, días, incluso semanas... Finalmente, un mes y medio, donde él simplemente se quedó ahí.

De vez en cuando, venía alguna tribu de nómadas o ladrones, guiados por la luz que vieron aquella noche... A veces, simplemente se iban tan pronto no veían nada.

Otras veces, se daban cuenta de que Orba estaba ahí; algunos le preguntaban cosas... Pero él no contestaba, intentaban llevárselo, pero el fuego que irradiaba los alejaba, finalmente se iban al notar que no llegarían a nada con el demonio.

Una sola vez, vino una tribu dispuesta a atacarlo, pensando en robarle su espada... Bastó un meneo de su arma para destruirlos a todos.

Así, simplemente pasaron los días y las noches, donde el demonio no se movió de ahí, tenía miedo de salir del área... Le podría pasar lo que le pasó la otra ocasión con los cuervos, y después de la atrocidad que había experimentado con los humanos, no sabía siquiera si quería buscar más.

¿Qué tal si eran como aquellos que atacaron la aldea? Unos malditos asesinos sin corazón... O qué tal si eran como los que lo criaron? Unos desgraciados a fin de cuentas... Pero también estaba la duda... ¿Y si había alguno como aquella niña de ojos inocentes?...

Al final, Orba se quedó allí 6 semanas y 5 días...

Hasta que escuchó nuevamente unos pasos acercándose...

Él levantó la mirada aburrido... Notando que... Era solo una persona... ¿Una niña? ¿De su edad?

Al mirarla bien, tenía una túnica negra, cabello azabache, la piel completamente blanca con puntas moradas... Lo que más llamaba su atención. Eran sus ojos, los cuales tenían un brillo morado.

-T-tú... ¿Quién eres?- Preguntó Orba, hablando por primera vez en todo este tiempo.

-...- La niña tenía una expresión algo neutral, no contestó, solo lo miró un momento.

Ambos se miraron a los ojos... Hasta que finalmente ella fue quien rompió el silencio con una sonrisa.

-Mi nombre es Azami... ¿Quién eres tú?... ¿Tampoco eres humano, cierto?- Aquella respuesta tomó un poco por sorpresa al demonio, pero tocó una fibra sensible... Algo dentro de él, se había encendido después de todos estos días de lloro.

¿Había más como él?... No estaba solo.

-M-mi nombre es Orba, encantado... No... Por lo que sé, soy un demonio...- Contestó él, a lo que Azami solo sonrió antes de sentarse a su lado.

-Yo también lo soy... Si te soy honesta, creo que estoy feliz de encontrarte...- Comentó ella a lo que Orba la miró con intriga.

-Porque?...-

-Llevo vagando por ahí hace 4 meses... He estado sin rumbo todo este tiempo, he pasado por varias aldeas humanas, pero ninguna que me gustara... Creí que estaba sola... Pero, hace aproximadamente un mes y poco más, vi un pilar de luz y vine en esta dirección... ¿Fuiste tú?- Preguntó ella.

-Sí... Fue un accidente... Cuando encontré esta espada...- Él levantó el arma, a lo que ella sonrió.

-También tengo una... Aunque es más pequeña- Ella extrajo una daga de sus ropas.

Ambas armas brillaban... Una de un naranja flamígero, la otra morada con una estela eléctrica.

-Somos iguales...- Dijo Orba.

-Je... Sí, me alegra eso, por lo visto tampoco conocías a nadie de nuestro tipo- Declaró ella antes de levantarse.

-¿Qué harás ahora?- Preguntó Orba.

-Qué más será? Deberíamos irnos de aquí, mira lo grande que es este mundo... Deben haber más como nosotros allí afuera... Me gustaría que vinieras conmigo, noto que eres un chico agradable, creo que eres lindo- Contestó ella con una sonrisa extendiéndole la mano.

Orba sintió como sus ojos se aguaron por aquellas palabras... Era la primera vez que le daban un halago.

-No... No puedo... Cuando me alejo de este sitio, mi cuerpo se debilita y en algún punto me hago demasiado débil para continuar...- Explicó él, a lo que Azami le devolvió una mirada confusa.

-¿A ti también te pasa eso?... Vaya... Entonces lo que yo pensaba era cierto, parece que no podemos alejarnos demasiado de estas armas- Comentó ella mirando su daga -Una vez... Me alejé demasiado de ella... Me pasó lo que dices... Recuerdo que fui un cadáver por días hasta que los carroñeros me devoraron... Luego desperté como nueva cerca del palacio donde me criaron...-

-¿Eh?... ¿Dices que no es la aldea lo que me mantiene atado?...-

-No, debe ser esa espada... Simplemente tráela contigo, y no pasará nada-

-N-no lo sé...-

-Vamos, inténtalo!- Dijo ella extendiendo su mano amablemente -Yo estaré ahí para ti, estoy segura de que no nos pasará nada mientras estemos juntos-

Orba la miró por un momento, antes de finalmente sonreír genuinamente, así tomó su mano y fue ayudado a levantar.

De inmediato, Azami, sin soltar su mano, empezó a correr, llevándoselo. La chica era muy rápida, más de lo que Orba era incluso con todo su entrenamiento.

El demonio solo veía cómo aquella aldea reducida a cenizas cada vez estaba más y más lejos, mientras él no se sentía débil, de hecho, se sentía bien...

Finalmente, junto a Azami llegaron bastante más lejos de lo que él había llegado aquella vez que lo intentó solo.

Finalmente, se detuvieron en lo alto de una pequeña colina llena de pasto.

-Mira, Orba... Esto es lo que hay más allá de ese lugar horrible...- Dijo la demonio con una sonrisa mientras señalaba el horizonte...

Orba solo miró en silencio... Un enorme paisaje, iluminado por la luz del sol... Podía ver algunas aldeas más en las lejanías, pueblos más grandes con edificios más complejos, ríos, bosques de árboles que no conocía...

Era libre.

-Vamos, Orba, debemos buscar a más como nosotros- Comentó Azami con una sonrisa a lo que Orba le devolvió la mirada.

Ahora, podía verla mejor... Esto gracias a que estaban lejos de aquella atmósfera oscura, ahora eran iluminados por la luz del sol, era una niña bastante atractiva.

-Qué linda eres...- Dejó escapar él.

-Ja, lo sé- Sin más, ella lo tomó de la mano y empezaron a caminar más despacio -Deberíamos conseguirte algo de ropa, solo llevas un pantalón chamuscado jajaja... No me quejo por esos músculos de machote que tienes, pero deberías estar más cómodo-

-Jaja... Sí-

Así, ambos demonios empezaron a caminar por el mundo... En búsqueda de más como ellos, aún siendo nada más que unos niños.

Pero... El destino es cruel, la gente cambia con el tiempo, 3000 años cambian a cualquiera, en especial, cuando han visto los horrores de la humanidad...

**************************************

Aneko solo dejó escapar un suspiro en la vida real, mientras observaba la perspectiva del demonio en silencio...

Fin Capítulo 72

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