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70 [Reunión importante]

En Konoha, en el complejo Hyuga.

Hinata y Neji se encontraban en lo alto de un tejado, observando el complejo, a lo que la mujer parecía pensativa.

Neji la miró fijamente antes de cuestionar...

-¿Y cómo planeas verlos? ¿Vas a mostrar tu cara? ¿Vas a decirles la verdad a ellos también? -preguntó el Hyuga a lo que Hinata pensó un poco antes de negar con la cabeza.

-Me mostraré tal y como soy... Pero no puedo decirles la verdad... No quiero que mi mamá sufra al pensar en lo que soy... Sé que tanto papá como mamá estarían horrorizados si saben lo que me ocurrió para ser una asesina... Sé que ellos tienen la suficiente voz para quejarse a Kumo... Es mejor que no lo sepan -contestó ella mostrando algo de dolor en su voz.

-Supongo que tienes razón... Además, tu madre está muy delicada de salud, ahora mismo está en cama, precisamente por sus emociones... Saber algo tan traumático podría ponerla peor -Neji se veía serio con sus palabras, también preocupado.

-Tienes razón... Lo mejor será tomarlos a los dos desprevenidos mientras nadie de la rama secundaria los ve, es mejor que no haya testigos de mi presencia aquí... -contestó ella.

-Hiashi-sama suele visitar a tu madre en cama y estar con ella un buen rato, pero uno que otro sirviente pasa a dejar medicinas... Además de que luego de un rato se les une mi padre.

-Ya veo... Bien, entonces, necesito que me hagas el favor de distraer a la rama secundaria, principalmente a tu padre, yo me haré cargo de la sirvienta.

Neji le devolvió una mirada acusadora mientras levantaba una ceja.

-Oye, no, no le voy a hacer daño... -declaró ella devolviendo la mirada de forma sarcástica.

Algunos minutos después...

Hinata entró de un salto a uno de los pasillos del complejo, rápidamente se trepó al techo, empezando a desplazarse cuidadosamente sin hacer ningún ruido.

-¿Mmm?... -Ella vio pasar a su tío Hizashi, quien pasó debajo de ella sin notarla.

Hinata pasó derecho, mientras a sus espaldas escuchaba una conversación.

-Padre, ¿tienes un minuto? -Era la voz de Neji.

-¿Eh? Claro, hijo mío, ¿qué pasa?

-¿Podrías ayudarme a entrenar un momento? Necesito comprobar mis habilidades.

La asesina escuchó cómo los pasos de ambos se alejaban, mientras ella activaba su Byakugan.

-Veamos...

Tras algunos segundos, se percató de la habitación donde estaba su madre, recostada en un tatami, con un trapo húmedo en la frente... Su padre estaba caminando en esa dirección por otro pasillo, y la sirvienta estaba caminando con una bandeja llena de medicamentos y bebidas.

-Bien... -Ella se empezó a mover sigilosamente, cada movimiento era impecable, sin hacer ningún sonido en su desplazamiento.

Finalmente, la Hyuga entró con gran velocidad al interior de la habitación de su madre y se colocó en una esquina del techo.

-Mi padre y la sirvienta llegarán pronto... Ella dejará las medicinas, y él se quedará... Entonces me quedaré y sellaré las puertas y ventanas... -pensó ella mientras miraba con cautela a su madre, quien solo descansaba.

-H-Hinata... -murmuró la mujer, a lo que la Hyuga abrió sus ojos sorprendida.

-¿Me vio? No... Está delirando... -analizó ella antes de suspirar en silencio y observar con nostalgia a su madre-. Mamá... En verdad estás sufriendo por mi culpa...

La asesina se quedó en completo silencio hasta que escuchó la puerta deslizarse.

Entró Hiashi, quien de forma lenta caminó hasta colocarse a un lado de su mujer, seguido de arrodillarse.

-Hanna... ¿Cómo te sientes? -preguntó el hombre; su voz se notaba algo quebrada en comparación con cómo la recordaba la asesina.

-Papá...

La madre Hyuga abrió sus ojos débilmente mientras acercaba su mano a la de su esposo y la sostuvo, ambos sintiendo la suavidad del otro.

-Hiashi... Otra vez soñé con nuestra hija... Ella... Volvía a Konoha... Y... -Antes de que ella continuara, la puerta volvió a deslizarse.

-Hiashi-sama, es hora de la medicina -dijo la sirvienta.

-¿Eh? -Hinata sintió cómo su sexto sentido se alertaba, su cuerpo tuvo un escalofrío mientras fijaba su mirada en la mujer. -Algo anda mal...

La sirvienta tenía una apariencia amable; esta caminó hasta colocarse junto a Hanna y su padre, tomando una taza de té caliente que traía en la bandeja, luego añadió medicina en polvo.

-Tengo que agradecerte, Hokima, has estado cuidando de mi esposa los últimos tres años... Pero parece que la depresión cada día le hace más daño... -comentó Hiashi.

-Lo lamento mucho, Hiashi-sama... Debe ser muy duro... Tu familia está... Quiero decir...

-Sí... Mi hija es una criminal buscada... Y mi esposa cada día está más débil y frágil... Realmente es lamentable... -contestó él, dejando ver su vulnerabilidad, a lo que Hinata agachó la cabeza.

-Hiashi-sama, sé que está muy preocupado, pero... Debe pensar en usted mismo y en el clan, es nuestro líder... Yo cuidaré de tu esposa... Debería pensar en rehacer la rama principal... Lo siento si sueno fría al respecto... Es solo que... -dijo ella, a lo que Hiashi solo sonrió con tristeza.

-Lo sé... Tarde o temprano eso tiene que pasar... Pero, no hay mujer como Hanna... Y realmente extraño a Hinata... -contestó él.

-Papá... Jamás te había visto siendo tan vulnerable... -pensó Hinata.

-Sé que lo harás bien, Hiashi-sama... Usted es un gran hombre... No merece todo lo que le ha pasado... -contestó la sirvienta mientras meneaba una cuchara para revolver bien el té.

-Gracias... Eres una mujer muy amable, Hokima...

-Este olor... Es prácticamente imperceptible para los humanos normales... Pero lo conozco muy bien... ¿Cianuro? Calculo 1.5 mg empobrecido... -analizó la asesina mientras su mirada se fijaba en la sirvienta. Sin darse cuenta, sus colmillos se habían alargado mientras apretaba la mandíbula.

La asesina pudo notar cómo la sirvienta finalmente dejaba de mezclar el té y lo levantaba.

-Por favor, Hanna-sama... Es hora de su medicina...

En ese instante, el tiempo pareció detenerse; todo era cubierto por una estela de rayos, mientras que Hinata empezaba a moverse con normalidad. Cada paso que daba dejaba grietas en el suelo.

Ella llevó su mano hasta su bolsillo, extrayendo algunos sellos. Con su velocidad, rápidamente los colocó en las cuatro paredes, el piso y el techo. Todo eso había ocurrido en menos de un segundo.

La velocidad empezó a volver a la normalidad...

Entonces, se escuchó un fuerte estruendo.

La taza de té cayó al suelo, rompiéndose y derramando la bebida en el suelo, mientras que Hiashi apenas reaccionó colocándose en alerta.

Por otro lado, Hinata había agarrado a la sirvienta por el cuello y la arrastró hasta la pared, donde la estrelló y empezó a presionarla.

-¡MALDITA! ¿ACASO ESTABAS PRETENDIENDO ENVENENAR A MI MADRE? -exclamó Hinata mientras apretaba el cuello de la Hyuga, quien estaba a centímetros del suelo, sintiendo su respiración interrumpida mientras sangraba por la boca.

-¿Hinata? -exclamó Hiashi sorprendido-. ¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡¿Qué significa esto?! ¡Suéltala ahora!

Hinata le devolvió una mirada frívola a su padre, a lo que este pudo notar una intención asesina... Pero no era para él.

-¡Padre! ¡Esta mujer ha estado envenenando a mi madre frente a tus narices! -exclamó Hinata antes de levantar a la sirvienta y tirarla contra el piso.

-¡M-monstruo! Tu los intentaste matar hace 3 años! eres una criminal! -exclamó ella con la voz rota, mientras miraba a los ojos a la Hyuga. Paso seguido, intentó correr hasta la puerta de la habitación, pero esta no se abría.

-Sellé las entradas y puse sellos para bloquear el sonido; nada de lo que pase aquí se escuchará afuera o viceversa -declaró Hinata mientras Hiashi y la sirvienta la miraban atónitos. Ella caminó hasta donde se encontraba su madre...

Cada paso de la Hyuga resonaba en la habitación, eran pesados y cargados de una fuerte sed de sangre.

Finalmente, Hinata se agachó hasta la bebida derramada en el suelo y la tocó con su dedo antes de lamerlo.

-Cianuro de potasio empobrecido... Inodoro e insípido para la mayoría de los humanos -dijo Hinata dedicándole una mirada asesina a la sirvienta.

-¿Qué significa esto? ¿Es verdad lo que dice? -exclamó Hiashi observando a la sirvienta.

-¡N-no! ¡Lo juro! ¡N-no lo hice yo! ¡No es lo que parece! -exclamó aterrada mientras empezaba a golpear la puerta, intentando romperla, pero estaba reforzada por el sello.

Hinata apuntó su índice a ella, a lo que un proyectil salió disparado a gran velocidad, clavándose en su cuello. Finalmente, la sirvienta cayó inconsciente al suelo, tenía una aguja de color blanco muy fina atravesando de lado a lado la nuca.

-¡La mataste! -exclamó Hiashi horrorizado, dando un paso atrás.

-No, solo la dejé en estado de muerte temporal, me encargaré de interrogarla luego -contestó la asesina, a lo que su padre se vio impactado por la frialdad-Disparé una astilla de hueso... No traje armas, así que fue lo mejor que se me ocurrió...

Finalmente, Hinata pudo notar cómo la mirada frágil de su madre se posaba sobre ella...

-Hija mía... ¿En verdad... eres tú?... ¿No es una alucinación?...

Hiashi estaba completamente paralizado... Pero de repente, la mirada frívola, el aura asesina y toda la atmósfera desaparecieron de golpe, siendo reemplazadas por una sonrisa cálida de parte de Hinata.

-Sí, mamá, soy yo...

Hanna tuvo un brillo en sus ojos mientras frágilmente llevaba sus manos hasta el rostro de Hinata, empezando a palparlo.

-Has crecido mucho, mi niña... Viniste a verme...

Hiashi se acercó con cautela mientras mantenía la vista sobre su hija, de una forma algo valiente y a la vez temblorosa solo dijo:

-Hinata... No entiendo lo que está pasando, exijo una explicación...

-¿Papá?... -Hinata levantó la mirada para verlo, solo para encontrarse con un par de ojos aguados y temblorosos, una mirada claramente melancólica.

Hiashi no pudo más, finalmente se dejó caer de rodillas mientras empezaba a soltar un llanto. Al mismo tiempo, Hinata pudo notar cómo su madre también estaba llorando.

-H-Hinata... Han pasado tres años desde que te fuiste... Lo último que supe de ti fue por la muerte del Hokage... Por favor, Hinata... Por favor... Dime qué es lo que está pasando... Quiero pensar que todo lo que he visto y oído de ti es mentira. ¡Por favor, explícame! -exclamó Hiashi, a lo que la asesina agachó la mirada.

Ella admiró en silencio la habitación... De repente era un lugar lleno de melancolía, nostalgia y dolor... Le llamaba la atención ver a la sirvienta tirada en el suelo con sus ojos perdidos... La taza de té rota en el suelo, su madre mirándola mientras la tomaba de la mano y con la otra palpaba su mejilla.

Todo mientras aquel hombre siempre estoico, serio e inexpresivo que era su padre, estaba arrodillado frente a ella, claramente roto por dentro y llorando...

Hinata permaneció en silencio mientras de forma involuntaria, una lágrima rodaba por su mejilla, cayendo en la mano de su madre.

-Papá... Mamá... En verdad, lo siento... En verdad, he sido una hija terrible... Es la primera vez que los visito en tres años, y es de esta forma... -se lamentó ella en voz alta mientras pasaba su mano por el cabello de su madre.

-Hinata... Puede que ahora no me encuentre bien... Pero quiero que sepas que no te culpo de nada... Sé que no fuiste tú la de la transmisión... Sé que no harías eso... -dijo la Hyuga mostrando una sonrisa débil.

Hiashi levantó la mirada observando a su hija antes de solo decir...

-Yo no sé qué pensar al respecto...

Hinata dejó que las lágrimas fluyeran antes de finalmente decidir hablar.

-No les puedo decir todo... Es peligroso para ustedes... Pero quiero que sepan que los amo... Daría mi vida por ustedes si fuera necesario... Igual que la hubiera dado si hubiera podido por el Hokage... Ni yo ni Naruto hicimos esas cosas... Pero sí personas peligrosas y poderosas que están detrás de nosotros. Es todo lo que puedo decirles... Por favor... Perdónenme por no ser capaz de decir más...

Ante aquellas palabras, Hiashi se acercó, se agacho y le dio un abrazo...

-Eres nuestra hija... Creeremos en ti, aunque nadie más lo haga... -contestó el hombre, a lo que Hinata no pudo evitar devolver el abrazo.

La interacción duró unos cuantos segundos más, hasta que Hinata finalmente se separó y les dedicó una mirada cálida a sus padres.

-En serio... Gracias... Les prometo, que pronto todo este conflicto acabará... Y volveremos a estar juntos...

Hanna sonrió antes de pasar su mano por el cabello negro de su hija.

-Qué suave... En verdad, espero con ansias que ese día llegue...

Hinata se inclinó para besar la frente de su madre.

-De momento... Lo mejor será llevarte con Tsunade-sama a la aldea médica... Detectó que esa arpía te estuvo envenenando con dosis periódicas... Tu salud se verá degradada... Quiero que sanes... Por favor -declaró la asesina, a lo que Hiashi se volteó molesto, mirando a la sirvienta inconsciente.

-Maldita... Ahora entiendo... Todo este tiempo estuvo planeando deshacerse de Hanna para intentar tomar su lugar... Hanna cada día empeoraba... No pensé que fuera esto lo que ocurría... -el hombre estaba molesto consigo mismo, todo esto lo había tomado por sorpresa.

Desde la visita de su hija, la traición de la sirvienta y su esposa siendo envenenada... Todo había pasado de repente... Pero... Ahora, a pesar de todo... Sentía una profunda tranquilidad gracias a Hinata...

Hinata besó la frente de su madre antes de dejarla reposando en su tatami, y ella se puso en pie para mirar a su padre.

-Mamá estará bien... No sé cuánto cianuro haya consumido... Pero, sus síntomas señalan una intoxicación no muy avanzada... Estamos a tiempo para evitar que los síntomas empeoren -dijo Hinata mientras cargaba a la sirvienta sobre el hombro-. Te la encargo, padre, llévala a la aldea médica, no confío en los médicos de aquí, sospecho que son parte de este complot... Quisiera hacerlo yo misma, pero ambos sabemos que no puedo... Me encargaré de esta mujer, veré quién está detrás de todo esto...

Hiashi no sabía cómo sentirse al respecto... Hanna, a pesar de su estado, podía ver toda la escena y entender... Pero tampoco sabía qué sentir al respecto... ¿Qué haría ahora con la sirvienta? Aún si ellos querían y se aferraban a creer en su hija, realmente se sentían confundidos por sus acciones...

Tampoco podían entender su conocimiento del cianuro, o cómo es que siquiera podía olerlo o saborearlo, siendo que es un químico sin esas propiedades...

Hinata sabía muy bien que sus padres tendrían preguntas... Confusiones... Pero, no podía decirles la verdad... Aún así, desde el fondo, apreciaba con alegría ver cómo ellos decidían tratar de comprenderla.

Hinata se volteó dándoles la espalda a ambos.

-En serio... Siento todo lo que pasó estos tres años... En verdad, recuerdo aquel día de los exámenes Chunin... Siento haberme comportado como un monstruo... Tal vez, eso es lo que soy ahora... Si hay algo que me duele de recordar ese día, aparte de las muertes de personas importantes... Fue haber atentado contra ustedes... No quería... -dijo ella, mostrando vulnerabilidad en su voz.

Tanto Hiashi como Hanna estaban sorprendidos por ver aquella fragilidad, la cual su hija había dejado de mostrar desde hace muchos años... Tan solo una niña...

-Lamentablemente... Van a oír cosas malas de mí... Van a escuchar noticias que me dejen ver mal... Quisiera explicarles lo que ocurre... Pero no puedo... Sé que incluso, tal vez quieran defenderme... Pero, por favor, no lo hagan... No merezco tanto... Sé que dudarán... Y tienen derecho a hacerlo... Por favor, si les preguntan... Solo eviten defenderme... Prefiero cargar la culpa a que ustedes carguen mis pecados... -Dicho esto, Hinata devolvió una mirada, con una sonrisa cargada de lágrimas-. Siempre los voy a querer... Vendré pronto a ver cómo sigue mi mamá...

Finalmente, Hinata desapareció en un destello blanco, mientras los sellos desaparecían.

-Hinata... -pensaron ambos padres con dolor y nostalgia...

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En la aldea médica.

-Demonios, Naruto... Que aparecieran así casi me causa un infarto... -Declaró Tsunade, quien estaba aplicando ninjutsu médico al brazo de Shion, quien había caído inconsciente.

-Lo siento, abuela... Fue una emergencia... Tuve que escapar de una batalla muy feroz... Si es que se puede llamar batalla, me estaban dando una paliza -contestó el Jinchuriki de brazos cruzados.

Él se miró a sí mismo, apenas tenía uno que otro moretón los cuales estaban sanando rápidamente, pero realmente sus peores heridas habían desaparecido totalmente gracias a Shion... Esto lo seguía impactando.

-Por cierto, abuela... ¿Qué pasó con Aneko? -Preguntó el rubio señalando a la asesina, quien estaba fuera de su cápsula, ahora estaba en el interior de una tina de aquel fluido verde.

-Es complicado de explicar... Pero, en resumen, en medio de sus mutaciones contaminó mi cápsula y el fluido médico, la tuve que sacar y revisar, luego la puse ahí... -Contestó la Sannin. -Por cierto... En un momento pareció despertar y murmuró tu nombre... Dijo que tuvieras cuidado-

Naruto se llevó una mano al mentón.

-Qué extraño... -

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Mientras tanto, en algún lugar lejano, en una isla cercana al país del agua...

Se pudo ver cómo una figura volaba a gran velocidad, apenas dejando un borrón de velocidad a su paso, para finalmente aterrizar, dejando grietas en el suelo...

-Llegas tarde, Hank -dijo un hombre muy alto con armadura, piel morena y un enorme mazo en su hombro; se trataba del Jinete de la Roca, Kishan.

-Estaba ocupado -contestó el Jinete del Aire sin darle demasiada importancia y pasando frente a él, empezando a adentrarse en la cueva.

Kishan solo suspiró antes de empezar a caminar detrás de su compañero, ambos caminando por la cueva en silencio; el único sonido eran sus pasos en la tierra y la imponente armadura del Jinete de la Roca haciendo uno que otro sonido metálico.

Ambos demonios detuvieron su andar cuando llegaron al centro de la cueva, donde se podía ver un orbe demoníaco en el centro de un altar, liberando un brillo morado acompañado de una presencia muy violenta.

Por otro lado, había dos mujeres allí. Una era Azami, Jinete del Rayo, quien vestía un atuendo negro ninja con chaqueta negra de cremallera; sus ojos brillaban en un intenso color morado, su cabello era negro azabache con puntas moradas atado en una cola de caballo, su piel blanca, y tenía una mirada neutral.

Por otro lado, estaba Romura, quien tenía un cabello castaño rojizo, ojos azules que desprendían un aura del mismo color, gafas transparentes, usaba una bata roja larga, camisa negra de botones, unos shorts negros, medias negras hasta sus rodillas y botas de cuero, con una mirada relajada.

-Te estábamos esperando -dijo la voz demoníaca en el centro de la cueva, mientras los dos demonios masculinos se colocaron a un lado del altar.

Los cuatro estaban en posición, formando un cuadrado alrededor del orbe, mientras que una esfera de agua llena de polvo metálico flotó, colocándose en el otro extremo, formando así un pentágono.

-Es la primera vez en 500 años que nos volvemos a reunir todos en persona -comentó Hank con desinterés-. Espero que sea importante.

-Hank-Dono, te pido que moderes esa forma de hablarle a Kaydõ-sama -contestó Kishan, a lo que Hank ni siquiera le dirigió la mirada.

-No te hablaba a ti.

-Silencio ustedes dos... Los he reunido aquí para hablar de este asunto sin precedentes -declaró Kaydō mientras los cuatro demonios se quedaron en silencio.

La atmósfera era bastante oscura y cargada de tensión mientras los jinetes simplemente se arrodillaban ante el orbe.

-Como todos ustedes ya saben, hemos perdido a uno de sus compañeros Jinete, Orba Jinete del fuego, la causa... Una humana excepcional; en consecuencia, hemos tenido grandes pérdidas a lo largo del país del fuego y alrededores -resumió el demonio mientras los demás permanecían en silencio.

La esfera levitó en el aire mientras proyectaba la imagen mental de la batalla a los jinetes. Se podía ver la feroz lucha entre el demonio del fuego y Aneko.

Tanto Romura como Kishan se mostraron sorprendidos por las imágenes. La magnitud de la pelea y hasta dónde habían llegado las cosas era simplemente impresionante.

Por otro lado, Hank, al igual que Azami, se mantuvo inexpresivo. Simplemente se limitaron a observar.

-Sabía que esa humana era fuerte, pero no pensé que llevaría la lucha hasta ese nivel...- Comentó Kishan, pero luego hizo un gesto en otra dirección -Admito que si yo hubiera ido como pedí en primer lugar, tal vez habría corrido la misma suerte que Orba-

-Es interesante que una humana llegue a esos límites... En mis 3000 años de vida, jamás pensé ver un humano con características únicas como ella. Claramente se trata de un organismo extremófilo con una capacidad adaptativa suprema -comentó Romura mientras se acomodaba los lentes.

-Ese idiota de Lucius... Claramente fue una pésima idea volver a soltar a esa mocosa para ponerla en los 7 pecados capitales -agregó Azami -Esa niña, siendo una niña, pudo sobrevivir a varias luchas con el tercer Raikage, y por lo visto en esta pelea, incluso adquirió la capacidad de generar electricidad como respuesta a eso-

Hank, por su lado, simplemente se quedó callado, mientras Kaydō continuó.

-Claramente, tenemos una enemiga muy peligrosa suelta por ahí... Lo más probable, teniendo en cuenta su naturaleza, es que se haya hecho más fuerte aún luego de pelear con Orba.

El demonio luego se fijó en Hank antes de seguir.

-Y recientemente, más específicamente hace algunos minutos, el Jinete del viento Hank, ha descubierto otra amenaza igua o peor-

Sin más, el demonio empezó a proyectar la imagen de Shion, mostrando cómo era capaz de lastimar al Jinete del Viento con solo tocarlo, además de haber curado a Naruto en segundos, y bloquear el ataque de Hank por un momento con un campo de fuerza.

-Esa mujer...- Comentaron los tres jinetes sorprendidos.

-Sí, es tal como lo ven. Tiene la capacidad de rechazar la energía demoníaca. Es peligrosa -finalmente habló Hank, mostrando su muñeca, donde se podían ver heridas por quemaduras en forma de dedos, y la palma de su mano tenia quemaduras leves. Dichas heridas apenas estaban en proceso de sanar.

Romura, muy sorprendida, se acercó tomando el brazo de Hank y empezando a mirarlo de cerca con una mirada muy asombrada.

-¿Fue capaz de herirte de esta forma solo con tocar? ¡Jamás había visto algo así! Estás tardando en sanar -ella empezó a palpar las heridas haciendo preciso -¿Te duele cuando hago esto? ¿Hace cuánto te hizo esto?

Hank solo se mantuvo inexpresivo antes de tirar de su brazo para alejarlo de ella.

-No es nada, ya está sanando. Claramente lo hago lentamente, a pesar de que mi chakra está a tope, pero parece que los poderes de esa mujer tienen un efecto directo sobre nosotros. Esta herida fue provocada hace al menos 30 minutos, sospecho que mi regeneracion por estas heridas esta limitada a la de un humano-contestó el Jinete del Viento.

-Ciertamente es extraño, claramente es una amenaza... Debiste acabar con ellos antes de que escaparan -comentó Kishan. -Ahora, por tu ineptitud, el zorro sabe que existes. ¡Y sabe de los demonios!

-Ironico que tú seas quien me reproche eso-declaró Hank mirando al demonio de la Roca -Además, es un criminal. Nadie va a creer sus palabras, que de paso tiene información incompleta-

-Qué curioso... Hemos vivido 3000 años... Pero, solo en este último año, nos hemos empezado a topar con cosas como estas... Siento que hay una conexión detrás de todo esto... Me sigue inquietando la lluvia que hubo luego de la muerte del Hokage, y según estos recuerdos de Hank, estuvieron conectados a una explosión en el país de los demonios... dónde luego aparece esta mujer misteriosa irradiando energía similar al sitio de la explosión y pudiendo hacer daño a Hank -analizó Azami.

-Suma el hecho de que tanto la asesina como el zorro se supone murieron en la explosión de la hermandad... Pero, los dos siguen vivos... Al parecer, ella huyó antes de la explosión, y él probablemente escapó con su compañera Hyuga usando el Hiraishin -agregó Romura.

-Estuve pensando fuertemente en eso -contestó Kaydō-. Demasiadas anomalias seguidas en muy poco tiempo... Tengo la sensación de que tiene que ver con ese zorro... Es el único que ha tenido contacto con esa asesina extremófila, la mujer del país de los demonios y con Obito Uchiha... Además, de forma indirecta, estos últimos 3 años han estado interfiriendo junto a su compañera en nuestros asuntos.

Hank solo suspiró, llamando la atención de los demás -Esto solo refuerza lo que te dije, debimos haber tomado acciones contra ellos hace tiempo. Tres años... Y solo tomamos un montón de acciones indirectas. Ahora son más fuertes que antes y han estado provocando problemas mas serios. Cualquiera de nosotros pudo haberlos matado si tan solo lo hubieras permitido.

Ante aquel reproche, los jinetes se quedaron en silencio al igual que el demonio supremo, quien se tomó un momento antes de contestar.

-Sabes muy bien que no me gusta que ustedes peleen, es arriesgado, podrían descubrir su existencia y no solo eso, en caso de que sean derrotados, mira lo que ocurrió con Orba -contestó el demonio de forma amenazante, a lo cual Hank solo le dio la espalda encogiéndose de hombros.

-Nadie sabe quiénes somos, en caso de que nos vean, no serían más que noticias vagas y poco informadas. Por no decir que sonaría a mitomanía. En segundo lugar, lo de Orba fue claramente imprudencia. Él no era el jinete correcto para esa tarea. De haber ido yo, esa mocosa estaría en el quinto infierno -contestó el demonio del viento para luego darse la vuelta-. Además, él se confió. Claramente habría ganado la pelea si no la hubiera dado por muerta. Ella ya no tenía energía para sanar, y Orba soportó su golpe más poderoso, su derrota fue solo un descuido torpe en medio de una prematura victoria.

Ante aquellas palabras, Kishan se acercó a su compañero colocándose frente a él, ambos mirándose a los ojos. El Jinete de la Roca era notablemente más imponente y grande que su compañero, quien solo permaneció relajado mientras se miraban.

-Hablas de descuidos, criticas a Orba y te atreves a cuestionar a Kaydõ-sama... Te estás comportando como un estúpido -declaró el moreno, a lo que Hank solo lo señaló con el dedo.

-No, lo que ocurre es que me importa que nuestro movimiento tome las decisiones más aptas para lograr nuestros objetivos. Todos debemos reconocer nuestros errores para ser capaces de tomar decisiones inteligentes -contestó el Jinete del Viento, mostrándose algo retador-. En este caso, el error es haber esperado tanto tiempo para hacer algo con ese maldito zorro y su compañera. Son un estorbo y debimos acabar con ellos hace mucho. Incluso cuando fui a por el zorro, Kaydõ-sama me pidió no hacerlo.

Azami se cruzó de brazos antes de mirar a Hank.

-Concuerdo con Hank. La última vez que nos tardamos en actuar y en tomar medidas directas, el idiota de Hashirama capturó a los bijū y los repartió a las 5 grandes naciones, dando inicio a una guerra, desigualdad de poder y de paso dejando armas demasiado poderosas a los débiles humanos... Eso nos lleva al ahora, Madara Uchiha vivo y Akatsuki capturando esas armas y siendo una amenaza para todo el mundo incluidos nosotros.

Romura miró hacia una esquina antes de contestar

-Ciertamente... Akatsuki contaba con un usuario del Rinnegan, y por lo que sabemos, ya tiene algunas de las bestias con cola. Si logra obtenerlas todas... Madara Uchiha, el Rinnegan y las bestias... Es una amenaza muy grande, incluso para nosotros 4 juntos. Me temo que tienes razón en que nos tardamos demasiado en actuar.

-Tsk...- El Jinete de la Roca dejó caer su martillo al suelo antes de cruzarse de brazos.

Hank miró a Kaydō, quien permanecía en silencio.

-Kaydō-sama, entiendo su punto de vista y por qué estamos tan restringidos, pero al igual que hice con Hashirama, cuando me arte de los atentados indirectos... Fui y lo elimine yo mismo antes de que se volviera más peligroso, eso es justo lo que debemos hacer ahora... Debemos ser capaces de saber cuándo tomar medidas drásticas. Ya es un poco tarde... Pero, estamos a tiempo para evitar que ese zorro y su compañera se conviertan en una amenaza peor, y más ahora que tienen a la mujer demoníaca, por no decir que tambien debemos encontrar a Madara y darle fin.

Ante aquellas palabras, el demonio superior solo guardó silencio, fijándose en sus jinetes, por lo que finalmente decidió contestar.

-Bien, puede que tengan razón. En ese caso, daré permiso para que se encarguen de esos dos y de Madara. Luego veremos qué hacer en caso de la mocosa que mató a Orba -declaró el demonio, a lo cual los jinetes asintieron. -Conociendo cómo eres Hank, imagino que ya tienes algo planeado para encontrarlos y acabar con ellos.

Ante aquellas palabras, los otros tres jinetes fijaron su mirada en el del viento, quien solo se cruzó de brazos antes de asentir.

-Sí, tengo un plan. Puesto que no podemos encontrarlos, ni siquiera con mi habilidad sensor, debido a que no sabemos su posible ubicación y que posiblemente ocultan su chakra... Entonces, usaremos al Hachibi como carnada -explicó Hank antes de señalar a Azami-. Como jinete del rayo, tienes acceso a información en Kumo sobre dónde se esconde... Ahora, lo único que debemos hacer es que esa información llegue a nuestros enemigos. Solo debemos hacer que llegue de manera indirecta, y caerán como moscas, les tenderemos una emboscada.

Azami se llevó la mano al mentón.

-Tienes razón... Además, el lugar donde se esconde el Hachibi es un sitio perfecto para nosotros pelear sin contención. Está en una isla móvil en un sector alejado del océano.

Romura sonrió, dejando ver cierta alegría -¡Oh! El océano! ese es mi terreno, debería ser yo quien se encargue.

-Ni hablar, iré yo mismo -contestó Hank, sin embargo, fue interrumpido.

-No, tú no irás Hank, irá Romura acompañada por Azami-ordenó Kaydō, a lo cual el jinete solo lo miró en silencio-. Romura en un terreno acuático, sobre todo el océano, es mucho más peligrosa y eficiente que tú, y Azami será un buen soporte.

-... -Hank finalmente suspiró antes de darse la vuelta-. Como sea, solo encarguense de hacerlo bien

-Entonces, está decidido, ¡es mi turno de pelear! -dijo Romura mientras abrazaba de medio lado a Azami, quien solo gruñó, mirando en otra dirección, claramente incomoda.

-Por cierto, Kaydō-sama... ¿Solo para esto nos hiciste venir en persona? -preguntó Hank, a lo cual los demás jinetes se vieron confundidos-. Todo lo que hemos hablado, pudimos haberlo hecho mentalmente... Supongo que hay otra razón por la que nos llamó.

Esto último fue dicho mientras señalaba la burbuja de agua donde flotaban los restos de Orba.

-Tienes razón, mi razón principal para llamarlos fue esto -dijo mientras hacía que la burbuja se posara en medio de todos.

-¿Crees poder revivir a Orba? -preguntó Kishan algo confundido, mientras que el resto de los jinetes esperaban la respuesta de su líder...

-Imposible, lo único que queda aquí es su esencia, recuerdos y poder demoníaco, pero su alma ya no existe. A diferencia de los humanos, cuando ustedes mueren, su alma desaparece -declaró el demonio superior-. Aunque reconstruyéramos la espada, no volverá a la vida, solo sera una espada cargada de energia demoniaca sin consiencia alguna

-Entonces, ¿para qué?... -trató de preguntar Romura, pero el demonio primordial solo la interrumpió.

-Quiero que coloquen sus cuerpos armas demoniacas en el suelo... Orba está muerto, pero su poder aún permanece en este polvo, por lo tanto, haré que ustedes obtengan cada uno una parte del poder de Orba -ante aquella instrucción, los jinetes se arrodillaron.

Azami llevó su mano hasta su pecho, del cual se abrió un especie de portal pequeño, del cual salió una daga de color negro, la cual colocó en el suelo.

Romura, por su parte, sacó de su manga lo que parecía la empuñadura de un látigo, sin embargo, no tenía soga, solo era una empuñadura metálica de color azul oscuro, la cual colocó en el suelo.

Kishan simplemente colocó su mazo en frente, haciendo que el suelo temblara ligeramente.

Por su parte, Hank sacó su abanico, pero simplemente lo sostuvo en su mano sin dejarlo en el suelo.

-Colócalo en el suelo, para recibir un cuarto del poder de Orba -ordenó Kaydō, a lo que el Jinete se negó con la cabeza antes de guardar el abanico de vuelta.

-No, gracias, estoy bien con mi propio poder. No hay nada que Orba pudiera hacer que yo no -dijo mostrándose frívolo.

-Eres un maldito arrogante -comentó Kishan claramente molesto.

-Soy realista, soy consciente de mis capacidades, ese poder no me suma casi nada. Tú, por otro lado, un tercio del poder de Orba... Claramente eso triplicaría tu poder actual, mejor tomalo-contestó de forma sarcástica a lo que el Jinete de la roca apretó su puño.

Romura miró en silencio al igual que Azami, ambas permaneciendo en silencio.

-¿ME ESTÁS LLAMANDO DÉBIL? -exclamó Kishan, sin embargo, la discusión fue interrumpida, esto con Hank cayendo al suelo, siendo cubierto por una energia morada, el estaba sintiendo un fuerte dolor, apenas gruñia mientras se esforzaba por no caer retorciendose al suelo o gritar, tan solo agonizaba en silencion mientras era incapaz de mover cualquier musculo.

Basta!... Si no quieres recibirlo, es tu problema, pero no provoques a tus compañeros, no deberías comportarte de una forma tan arrogante! esta es precisamente la razon por la que no te envio a ti a la mision! -dijo Kaydō antes de soltar al Jinete quien respiro pesado, Hank se levanto y simplemente guardando silencio.

Finalmente, los tres jinetes simplemente se quedaron arrodillados, mientras los restos de Orba flotaban en la burbuja...

-Kai... -murmuró el líder, haciendo que los fragmentos de polvo salieran disparados, en tres partes iguales, cayendo sobre las armas de los tres jinetes, en poco tiempo, estas se fusionaron, las armas obtuvieron un leve brillo naranja por un momento.

-Estos son... -murmuró Azami mientras tenía visiones... Podía ver varios recuerdos, además de que sentía una energía cálida recorriendo su cuerpo. -Orba... -

-Asombroso... -comentó Romura mientras hacía un sello manual y se analizaba a sí misma-. Por lo visto, ahora somos capaces de recuperar nuestro chakra al hacer un jutsu... Tal y como lo hacía Orba...

-Puedo sentir que mis poderes son superiores... -comentó Kishan mientras se miraba las manos, que irradiaban leves flamas.

Los tres estaban sintiendo una mezcla entre poder, recuerdos y habilidades obtenidas, mientras que Hank permaneció en silencio con un rostro inexpresivo.

-Como sea, supongo que esto culmina la reunión... ¿No? -preguntó el demonio de viento.

Kaydō simplemente contestó -Ya pueden retirarse... Estaré al tanto de su misión... NO ME FALLEN!

Sin más, Hank empezó a caminar hacia la salida, llegando en poco tiempo a la entrada de la cueva. Se disponía a irse volando, sin embargo... Alguien lo interrumpió.

-Estás molesto, ¿verdad? Por la muerte de Orba -se trataba de Romura, quien estaba algunos metros detrás de él.

-No me molestes ahora, Romura -contestó de forma estoica.

-Lo estás... La forma en que atacaste al zorro y todo el destrozo que hiciste, no es propio de ti, puedo ver que estas muy enojado... Además, has estado muy altanero con Kaydõ-sama -dijo el Jinete del agua, a lo que Hank solo se quedó en silencio.

El jinete decidió no contestar y seguir caminando.

-No quisiste recibir el poder, solo para que nosotros tuviéramos más poder, ¿verdad? supongo que pensaste que nosotros lo necesitabamos mas, me equivoco?-preguntó ella con seriedad, a lo que Hank solo le devolvió una mirada fría.

-Te pedí que no me molestes. -Sin más, Hank mientras miraba al cielo.

Sin embargo, se detuvo un momento antes de mirar a Romura.

-Mejor preocúpate por regresar con vida de la isla del hachibi, tengo cosas mejores que hacer que pensar en ustedes, montón de inútiles -sin más, él despegó, dejando un cráter en el suelo, y desapareciendo en los cielos.

Romura solo suspiró antes de acomodar sus lentes.

-Ay Hank... Eres un mentiroso...

Fin Capítulo 70

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