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60 [Heridas del presente]

Habían pasado algunas horas...

La lluvia persistía, hasta el punto de causar inundaciones en todo el continente. Sin embargo, después de más de 3 horas, finalmente cesó. A pesar de esto, el clima continuaba siendo sombrío, sin un solo rayo de sol; el cielo permanecía oscuro.

Era como un presagio de que pronto las cosas empeorarían...

Mientras tanto, en la aldea médica...

Se veía un laboratorio médico bastante grande y avanzado, equipado con todo tipo de aparatos eléctricos, muebles y estanterías repletas de muestras y herramientas, además de dos camillas médicas.

Este era el laboratorio de Tsunade, que utilizaba para estudios de medicina y biología, además de servirle como quirófano para pruebas forenses. Era su espacio privado, conocido solo por unos pocos de sus aprendices.

En ese momento, Tsunade estaba aplicando suturas al cuerpo de Naruto y desinfectando algunas de sus heridas mientras el Jinchuriki, con el torso desnudo, estaba sentado en una camilla.

En la otra camilla, Hinata vestía una bata de hospital, su cuerpo estaba vendado y llevaba una mascarilla de oxígeno.

—Tienes mucho que explicar, Naruto...— declaró Tsunade muy seria mientras aplicaba desinfectante en una quemadura de segundo grado que el Jinchuriki tenía en su espalda.

Ella había accedido a curar sus heridas, ya que notó grandes inconsistencias en la transmisión y en cómo habían llegado...

Era evidente que tanto Naruto como Hinata traían heridas de días atrás. Parecía que Hinata había estado en una pelea no hace mucho que la había dejado en ese estado, y Naruto recién había salido de otra.

¿Cómo podrían ser ellos los de la transmisión? Además, Hinata probablemente llevaba horas inconsciente; no podían ser clones o algo así.

Por otro lado, Tsunade siempre sospechó que algo no estaba bien con la forma en que habían huido de Konoha. Jiraiya siempre le dijo que confiara en Naruto... Por ello, decidió ayudar, a cambio de una explicación.

—Lo sé, créeme que es difícil... Es mucho lo que tengo que explicar... Pero en resumen, he venido a pedirte que nos ayudes, y no me refiero solo a las heridas— respondió el Jinchuriki mientras apretaba los dientes, sintiendo cómo la sannin aplicaba un líquido sobre su quemadura que ardía, luego comenzó a aplicar ninjutsu médico.

—Tenemos tiempo. ¿A qué te refieres específicamente con ayuda?—

Naruto suspiró antes de mirar a Hinata, luego se miró a sí mismo... Había tomado una decisión.

—Abuela, necesito que guardes un secreto... Verás, no soy de este mundo— declaró Naruto, provocando que Tsunade abriera los ojos con incredulidad.

El rubio le había contado la verdad a Tsunade, desde el viaje en el tiempo hasta por qué habían desertado de Konoha, los Ocultos e incluso la relación con Obito.

En este punto, Naruto tenía pocas personas en quien confiar... Pero Tsunade, sin duda, era una de ellas. En su otra vida, ella fue una de las últimas supervivientes ninja, con una participación clave en las dos guerras que vivió Naruto.

Y ahora, sabía que los Ocultos no estaban entre las personas con Kekkei Genkai o lazos sanguíneos.

La única razón por la que Naruto no había decidido pedirle ayuda antes, ni a ella ni a Jiraiya, era porque sabía que ellos ya habían pasado por mucho, desde perder a sus seres queridos hasta luchar en dos guerras... Además, estaban tratando de sanar y no quería involucrarlos en esto...

Pero, dada la situación actual, no tenía más opción... Pedirles ayuda era necesario.

Así, pasaron los minutos, donde Naruto le relataba toda su historia a Tsunade, quien se veía sorprendida, pero poco a poco lo asimilaba...

—Ya veo... Entonces, ¿esos que hicieron la transmisión...eran los Ocultos?— preguntó Tsunade mientras escaneaba el cuerpo de Hinata con su ninjutsu.

—Así es... Se hicieron pasar por nosotros... Y algo me dice que no es la primera vez—respondió Naruto, la gravedad de la situación evidente en su voz.

Tsunade se quedó en silencio un momento antes de preguntar.

—¿Qué harás ahora? ¿Por qué decidiste decirme la verdad?—

Ante aquella pregunta, Naruto solo suspiró.

—Necesito terminar mi misión... Debo detenerlos, detener a Madara... Todo se está yendo de las manos; en este punto, tengo que buscar aliados confiables... Actualmente, eres una de esas pocas personas en las que puedo arriesgarme a confiar. No necesito que peleen, necesito estrategia y sabiduría para el siguiente paso a dar—declaró él, a lo que Tsunade asintió con la cabeza.

—¿Tienes a alguien más en mente?—

—Solo tengo a otros cuatro en mente; iré por ellos... Mientras, cuida de Hinata, sus heridas la dejarán fuera de combate un tiempo, tal vez le lleve más de una semana...—

—Lo sé... Tal parece que tiene una habilidad de hibernación; ella suspende la mayoría de su cuerpo para enfocar su energía en recuperarse...— comentó Tsunade, a lo que Naruto levantó una ceja, esperando una explicación. —Puedo acelerar ese proceso, dándole más energía y curando más rápido, pero me sorprende... Es como si estuviera muerta, pero solo está en un largo sueño...—

—Ya veo... Por favor, cuida de ella... Iré a por la ayuda— Dicho esto, Naruto se colocó en pie y desapareció en un destello.

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Mientras tanto, en un lugar lejano, en el país del rayo...

Natsu aterrizó desde una gran altura, llevando a Ryomi levitando a su lado. La había transportado, y la gemela parecía mareada y tambaleante.

—Uh... Hermana, ¿teníamos que venir de esa forma? Casi me vomito, la altura y velocidad a la que viajas es una locura...— declaró ella, tapándose la boca con una mano.

—Lo siento, Ryomi, era necesario apurarnos, alguien me espera— declaró Natsu, ayudando a su hermana a no perder el equilibrio.

—¿Eh?... ¿Después de todo sí tienes algún amigo?— preguntó Ryomi de forma sarcástica, a lo que Natsu solo suspiró.

—Solo es una promesa—

Las dos gemelas se encontraban frente a un gran lago, junto a una cueva, hacia la cual Natsu empezó a acercarse...

—Eh?...— Ryomi miró con atención como una mujer rubia salía de aquella cueva, vestida con un traje de ninja, el cabello suelto y una expresión calmada.

—Has regresado, Natsu...— comentó ella, a lo cual la pelirroja solo asintió con la cabeza antes de contestar.

—Así es, Yugito— contestó la asesina, a lo que Yugito dirigió su mirada a Ryomi.

—Ella es...— antes de que terminara la pregunta, Natsu simplemente la interrumpió.

—Sí, es mi hermana, se llama Ryomi. De ahora en adelante viajará con nosotros— dijo Natsu, a lo que Yugito colocó una mirada confundida. —La misión fue un éxito, el Raikage está muerto y la rescaté a ella, por otro lado, la Hyuga está por ahí, con su zorro—

Yugito suspiró aliviada al saber que el Raikage estaba muerto, por lo que finalmente contestó:

—Creo que puedo decir que me alegra oír que el Raikage está muerto... Aún así, dudo que yo pueda regresar a Kumo, sigo siendo una fugitiva por sus mentiras...— dijo ella, mirando al suelo. —Por otro lado, es un placer conocerte, Ryomi, mi nombre es Yugito Nii—

Dicho esto, la ninja le ofreció su mano a Ryomi, quien algo tímida la estrechó.

—El gusto es mío... Me alegra ver que mi hermana tenga amigas— dijo Ryomi con una sonrisa, a lo que Yugito simplemente sonrió al ver su personalidad.

—Ryomi...— dijo Natsu casi gruñendo.

—Ay, ya, no seas tan seria, no es malo tener amigos...— contestó Ryomi, a lo que la asesina solo suspiró resignada.

—Como sea... Lo mejor será irnos de aquí, debemos buscar un lugar adecuado para vivir, vengan las dos— declaró ella.

—¿Eh?... ¿Estás pensando en vivir en alguna civilización?— preguntó Yugito, confundida a lo que Natsu levantó una ceja.

—Así es, nos iremos del país, iremos a uno pequeño y sin activos militares, lo mejor será en un pueblo campesino de bajo perfil, así evitaremos seguir siendo perseguidos, hasta que nos olviden— explicó Natsu, a lo cual Yugito dio un paso atrás.

—Espera... ¿Estás pensando en huir de la batalla? ¿No ves que hay un conflicto que podría desencadenar una cuarta guerra? ¿Qué hay de todo lo que dijo la Shinigami, los Ocultistas esos y Akatsuki?— exclamó la Jinchuriki a lo que Natsu solo se encogió de hombros.

—Esos son problemas de ninjas, yo soy una asesina retirada, y tú una ninja fugitiva que su país ya no quiere... Mi hermana no es una guerrera. Si explota la guerra, pretendo estar lo más lejos posible del conflicto, mi prioridad es protegerlas a ustedes dos, lo que le pase al país no es mi problema— declaró Natsu, señalando luego el estómago de Yugito. —Además, tienes un sello de supresión, no puedes usar ni a tu bestia ni tu chakra, estás totalmente inutilizada—

Ryomi se quedó en silencio, escuchando las palabras frívolas de su hermana, mientras que Yugito apretó la mandíbula.

—Pero aquí están las personas que amo. No puedo irme y abandonarlos. Tengo que pelear, con o sin mi chakra, les debo la vida— contestó la Jinchuriki, a lo que Natsu suspiró.

—La única persona que quiero... está aquí, y quiero que esté lejos de toda esta mierda, este país, este mundo, este sistema corrupto de militares, solo me dieron desgracia... Supongo que entenderás que no me importan— declaró la pelirroja a lo que Yugito solo agachó la mirada.

—Sí... puedo entenderte... No tienes una obligación con nadie aquí realmente...—

Natsu asintió con la cabeza antes de continuar.

—A ti prometí protegerte, mientras estuvieras conmigo, y es una promesa que pretendo mantener— declaró la pelirroja, a lo que Yugito levantó la mirada viéndola a los ojos, de los cuales solo uno mostraba signos de vida. —Pero, si tu decisión es quedarte aquí a ver el mundo hundirse... No pretendo detenerte, no hay nada más que yo pueda hacer por ti—

—Supongo...— contestó Yugito, agachando la cabeza.

—Ten en cuenta que el sello que te pusieron te impide hacer cualquier cosa con chakra, y es de muy alto nivel, probablemente diseñado específicamente para ti, como te dijo Hinata. Muy pocos podrían deshacer ese sello, no me incluyo, tengo conocimiento nulo en ello. ¿Conoces a alguien?— preguntó Natsu, a lo que Yugito negó con la cabeza. —Lo único positivo es que con ese sello, ningún sensor sería capaz de detectar tu chakra ni el de tu Biju... Si vienes con nosotras, probablemente no te vuelvas a meter en problemas, y aunque los hubiera, estaré ahí para solucionarlo—

Ambas se quedaron en silencio un momento, a lo que finalmente Natsu declaró.

—Si te quedas a intentar pelear, ten por seguro que te atraparán tarde o temprano, dependerás únicamente de tus aptitudes físicas, y lamento decirlo... No eres demasiado sobresaliente en ello en la escala de los ninjas capaces de usar ninjutsu. Probablemente baste con uno o dos chunin para detenerte, y siendo optimistas, un jounin de bajo rango— declaró Natsu, a lo que Yugito apretó los puños, pero sabía que tenía razón.

Con su habilidad física, taijutsu, shurikenjutsu y experiencia en batalla, probablemente estaba muy por encima de cualquier genin o chunin, incluso a la par de algunos jounin, pero de poco le serviría si sus enemigos venían en equipos o hacían uso de genjutsu o ninjutsu. Estaba en una gran desventaja, ¿qué podía hacer ella por cuenta propia y más cuando estaba sola?

Ryomi se quedó en silencio, sabiendo que su opinión era nula en esta situación.

—En este momento... soy una inútil, no tengo quién libere el sello...— declaró Yugito. —Solo veo una decisión sabia... Iré con ustedes... Pero, quiero que me hagas un favor.—

Natsu se mostró confundida ante aquellas palabras.

—Iré con ustedes, y me mantendré fuera del peligro... Pero no será permanente, tengo que volver tarde o temprano, más preparada, y probablemente este sello no se vaya... Por eso, quiero que me hagas el favor y me entrenes. Llevaré mi físico y habilidades natas al extremo para ser más fuerte— declaró Yugito, mirando a los ojos nuevamente a la asesina, quien solo estaba en shock.

Yugito dio un paso al frente antes de señalarse a sí misma, mientras que Natsu se quedó con los ojos totalmente abiertos y en shock.

—Tal vez tienes razón, como ninja o jinchuriki estoy frenada en este momento, pero tú puedes ayudarme a ser una asesina, llevar mis capacidades físicas hasta lo más alto. Estoy dispuesta a convertirme en eso, si es lo que se necesita para salvar a mi pueblo y al mundo—declaró Yugito.

Natsu se quedó en silencio, mientras apretaba su puño...

—Eh?— Yugito notó la expresión de la asesina, lo que la confundía.

—Hermana... ¿Estás bien?...— preguntó Ryomi algo preocupada, la expresión de su hermana era nueva, además de que parecía estar respirando ligeramente pesado.

—Tú...— murmuró Natsu, su tono lleno de un pesar mezclado con frustración. —Estúpida...—

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—¿Y qué quieres que haga? No es mi problema realmente, ahora tengo asuntos más importantes— respondió la pelirroja de forma cortante, mientras la joven negaba con la cabeza, claramente no satisfecha con la respuesta.

—No, no es eso... Quiero que me enseñes, por favor, déjame ser tu alumna. ¡Quiero ser una asesina!— exclamó la joven con un fervor que sorprendió a Natsu.

A pesar de que la situación le resultaba extraña y algo precipitada, Natsu no pudo evitar sentir cierta curiosidad. Sabía que era debido a la psicología ingenua de la joven.

—Niña, ¿acaso crees que puedes convertirte en ninja o asesina de la noche a la mañana? Además, ¿por qué querrías algo así? Si es para ayudar a esa aldea, entonces eres una estúpida. Todos te desprecian excepto la anciana. No tiene sentido querer protegerlos; ni siquiera se lo merecen— cuestionó Natsu, su tono duro pero cargado de una amarga verdad.

—Quiero levantar el nombre de mi padre una vez más, redimir su honor... Desde que tengo seis años, esa ha sido mi meta. Y tienes razón sobre el pueblo; realmente, a excepción de Kokaru-sama, no me importan. No tengo el deseo de salvarlos, solo de demostrarles que mi padre era un gran hombre— declaró la joven, su mirada ardiente y decidida mientras Natsu simplemente masticaba un pedazo de carne de oso.

—Imposible. Simplemente no puedes ser mi alumna— respondió Natsu con tranquilidad, causando que Seiko abriera sus ojos de par en par ante la respuesta tan despreocupada.

—Mi nombre es Seiko Kashimare! Y aunque no sé mucho, sé decir gracias a las personas que cuidan de mí— replicó la chica, desafiante y llena de una determinación inquebrantable.

Natsu se detuvo un momento, sorprendida por la audacia de la joven.
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Volviendo al presente, Natsu finalmente miró a los ojos a Yugito antes de fruncir el ceño, su mano se deslizó suavemente por la vaina de su espada mientras reflexionaba sobre las palabras de Seiko.

—Eres una estúpida— declaró apretando la empuñadura de su espada. —Esta sensación... ¿otra vez? ¿Por qué luchar por otros? Maldita... Lo malo es que no me gusta cometer el mismo error más de una vez...—

Yugito agachó la cabeza antes de suspirar.

—Lo siento... Sí, fue estúpido... No debí...— Pero antes de que pudiera continuar, Natsu le colocó la mano en el hombro y apretó con fuerza.

—Más te vale seguir siendo así de estúpida, porque el entrenamiento no será fácil. Haré que pases un infierno; te dolerán los músculos, los huesos, e incluso querrás no haber nacido. Pero al final, serás una guerrera poderosa aún sin el uso de chakra. Aprenderás el sigilo en su máximo esplendor, camuflaje, desarrollo de armas, mecánica, manejo de espada, espionaje táctico, anatomía, química, biología... Y todo lo necesario para explotar al máximo tu potencial como ser humano— declaró Natsu, apuntando su dedo al pecho de Yugito, quien estaba asombrada por lo que oía.

—Hermana... ¿A qué se debe ese cambio de aura?...— pensó Ryomi al ver el cambio de actitud de Natsu.

Finalmente, Natsu se separó y miró a los ojos a la confundida Yugito.

—Desde ahora, me llamarás Sensei, y te unirás a este conflicto solo cuando yo diga que estás lista. ¿Entendido?— contestó la asesina, a lo cual Yugito rápidamente hizo una venia.

—¡Hai! ¡Sensei!—

Natsu se giró y miró a su hermana.

—De momento, será mejor que nos vayamos de este país. Bien o mal, las tres somos conocidas por los altos mandos de este lugar, y Yugito está siendo buscada internacionalmente...— explicó la pelirroja, preparándose para la partida.

—Creo que ya tengo un país perfecto en mente... Iremos al país del río, ubicado entre el país del fuego y del viento— anunció Natsu mientras empezaba a levitar.

En ese momento, tanto Yugito como Ryomi sintieron cómo el aire a su alrededor se hacía más denso y empezaba a levantarlas.

—Ay no... Te juro que voy a vomitar— murmuró Ryomi, viendo cómo empezaba a levitar al igual que su hermana, aún sin acostumbrarse a esa sensación de vuelo a gran altura y velocidad.

Estaban envueltas por una esfera invisible de viento que las protegía de la fricción y evitaba que se sofocaran por falta de oxígeno, pues para ellas era como si el viento a su alrededor estuviera relativamente estático, como si no se estuvieran moviendo en absoluto.

Así, las tres salieron disparadas por los aires a enormes velocidades, surcando los cielos hacia su nuevo destino.

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Mientras tanto, en Konoha...

Era el día siguiente a la muerte del Hokage, y los aldeanos y pobladores de Konoha se encontraban de luto, aún sintiendo la pérdida, incluso mientras el resto del mundo seguía lamentando dicho deceso.

Pero, este mundo no espera a nadie... La vida sigue, con o sin el Hokage.

En ese momento, se podía ver a Sasuke en lo alto de la torre Hokage observando su aldea en silencio.

La aldea mostraba serios daños por el ataque de Pain, aunque no eran tan graves como podrían haber sido. También se podía observar cómo los pisos estaban llenos de barro y charcos, incluso algunos aldeanos luchaban para sacar agua de sus casas, esto debido a la misteriosa lluvia que había azotado el continente por horas el día anterior.

De repente, Sasuke escuchó algunos pasos detrás de él. Al voltearse, vio que se trataba de Karin.

—Sasuke... ¿Cómo te sientes?— preguntó ella. La pelirroja estaba vestida con un traje negro, esto por su luto.

—Supongo... que no estoy bien...— contestó Sasuke, mostrando cierto desinterés en su rostro y dejando notar el dolor en su voz.

Karin simplemente se acercó a él y le dio un abrazo.

—Ay, Sasuke... En serio lo siento mucho. Fue mi culpa, si tan solo hubiera rastreado más rápido a...— Sin embargo, antes de que ella pudiera terminar de hablar, Sasuke le tapó la boca suavemente, señalando que se callara.

—Oi lo que pasó... Karin, yo tampoco pude llegar rápido a Konoha, por estar peleando con mi hermano. No pude salvarlo... o pelear a su lado cuando lo necesitaba. Tú, junto con Ino, sí lo hicieron.— Declaró el Uchiha, forzando una sonrisa.

Karin agachó la cabeza, sintiéndose aún peor... Aunque había ayudado a Obito, sentía que no había hecho suficiente.

—Pero no tiene sentido que te culpes de esto, ni yo puedo culparme a mí mismo. Eso no es lo que querría Obito-sensei... Culparnos y llorar sobre su tumba en vez de seguir adelante... Eso no fue lo que él nos enseñó— agregó Sasuke, mirando fijamente a la pelirroja quien esta vez devolvió una mirada en shock, sintiendo el peso de las palabras. —Karin, no fue tu culpa... Y probablemente, sin tu ayuda, el resultado habría sido peor. Tú no pusiste a nuestro maestro a pelear contra ese tipo, no te culpes por eso.—

Karin finalmente agachó la cabeza con tristeza, y luego afirmó.

—Tienes razón, Sasuke... Je... Debemos seguir adelante y proteger aquello que él dejó a costa de su vida, debemos proteger su legado...— Contestó la pelirroja, a lo que Sasuke asintió con una sonrisa débil pero sincera.

—Así es... Aún así, también tenemos una tarea urgente...— Agregó Sasuke, y la curiosidad se pintó en el rostro de Karin.

—¿A qué te refieres?—

—Es muy simple, Karin... Debemos llevar justicia a aquellos que mataron a nuestro maestro y que siguen ahí afuera... Son un riesgo para todas las aldeas, para todos los inocentes... Naruto y Hinata... Ellos son peligrosos... Debemos detenerlos...— Respondió Sasuke con seriedad, a lo que Karin bajó la cabeza, sin responder.

Aunque había visto lo que Naruto y Hinata habían hecho, había algo que no la dejaba odiarlos o querer ir en contra de ellos. Fueron sus primeros amigos.

En aquel examen chunin, habían sido ellos quienes la habían rescatado... Naruto le dio su techo, le presentó sus amigos, incluso a Obito... Ella había visto cómo sacrificaron sus vidas en la invasión de Orochimaru para proteger la aldea...

La transmisión era clara en mostrar que eran ellos quienes orquestaban la pelea contra Pain, incluso podía sentir sus chakras, y eran idénticos, aunque tenían una energía malvada... Incluso demoniaca, que la perturbaba.

Karin no podía simplemente odiarlos ni ir contra ellos fácilmente...

—Sasuke... sobre eso...— intentó hablar Karin.

—¿Qué?— preguntó Sasuke, pero Karin solo se quedó en silencio.

—Nada... Tienes razón...—

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Mientras tanto, en otro lugar...

Kakashi y Jiraiya se encontraban en el balcón de una vivienda, observando en silencio las calles.

—Aún no puedo creer que Naruto hiciera esto, orquestar un ataque a Konoha y causar la muerte de Obito... Debe haber una explicación...— comentó Jiraiya, más para sí mismo mientras Kakashi mantenía su silencio habitual.

—El mundo cada vez va peor...— fue lo único que Kakashi se limitó a decir, sosteniendo un periódico en la mano. El encabezado decía: "El deceso del cuarto Raikage y la caída de la hermandad terrorista a manos de peligrosos fugitivos de Konoha".

—Han muerto cuatro de los cinco Kages... Supuestamente a manos de ellos...— comentó Jiraiya, llevándose una mano a la cara. —No sé qué suponer al respecto...—

—Honestamente, no sé dónde terminará todo esto...— Contestó Kakashi, pero antes de que pudiera continuar, un ANBU apareció ante ellos.

—Jiraiya-sama, Kakashi Hatake, su presencia es solicitada en el templo del daimyo— declaró el hombre, a lo cual Jiraiya solo suspiró.

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Un par de horas después...

En una gran sala decorada con símbolos del país del fuego y una bandera con el emblema nacional, se reunían varias figuras prominentes. Danzo, acompañado de un ANBU personal; Jiraiya, Kakashi, Inoichi Yamanaka, Shikaku Nara y Asuma Sarutobi, todos sentados en silencio, mirándose unos a otros en un ambiente cargado.

La silla donde debía estar el Daimyo estaba vacía hasta que se abrió la puerta y un hombre de unos 50 años, vestido con un kimono fino y un sombrero en forma de abanico, entró en la sala.

—Buenas tardes, lamento hacerlos esperar, caballeros— dijo el hombre, quien tenía dos guardaespaldas siguiéndolo. Todos se levantaron e hicieron una reverencia desde sus lugares.

—Cordial saludo, Daimyo-sama— dijeron al unísono mientras el Daimyo avanzaba hacia su trono al frente de la mesa, y los demás se sentaban nuevamente.

—Puedo ver que ya han llegado todos, es un placer tenerlos aquí reunidos—declaró el Daimyo, mientras todos guardaban silencio. —Todos ustedes ya saben a qué los he citado, ¿verdad?

Danzo se apresuró a responder de manera formal:

—Supongo que se debe a los acontecimientos recientes y la necesidad de elegir un nuevo Hokage—dijo Danzo, a lo que el Daimyo asintió.

—Efectivamente, es primordial elegir al nuevo protector de la aldea, aquel que encabezará las fuerzas militares de nuestro país, especialmente con esos terroristas sueltos—explicó el Daimyo. —¿Algún candidato que proponer?

Hubo un breve silencio antes de que Inoichi decidiera hablar.

—Si me lo permite, Daimyo-sama, sugiero a Kakashi Hatake como el nuevo Hokage. Fue la última voluntad del anterior Hokage y mi hija tiene pruebas de ello—declaró Inoichi.

Danzo frunció el ceño ante la sugerencia, pero antes de que pudiera objetar, Shikaku tomó la palabra.

—Concuerdo. Además, debo mencionar que hace una semana, Obito dejó una carta en la oficina de inteligencia de Konoha, escrita y firmada de su puño y letra, donde indica que en caso de su muerte, Kakashi debería sucederle como Hokage—explicó Shikaku mientras sacaba el documento de su chaleco.

—Maldito Obito... ¿Realmente anticipaste tu muerte desde hace una semana?—pensó Danzo en silencio, observando el desarrollo de la conversación.

Kakashi, por su parte, se levantó:

—Obito expresó claramente su decisión de que yo fuera su sucesor. Por lo tanto, estoy dispuesto a cumplir con su voluntad—afirmó Kakashi, mientras el Daimyo lo miraba atentamente antes de sonreír.

—Como compañero de Kakashi y antiguo integrante de la defensa del Daimyo, puedo asegurar que Kakashi Hatake es un excelente candidato—agregó Asuma.

—Me alegra oír que Obito tuvo planes para esta situación. Sin duda, fue un Hokage competente—declaró el Daimyo, reconociendo la previsión del anterior líder.

Danzo sabía que tenía que actuar rápido si quería cambiar el curso de la discusión.

—Danzo-dono, ¿tiene alguna propuesta o comentario al respecto?—preguntó el Daimyo, sorprendiendo a todos.

—Debe intentarlo... Debo...—pensó Danzo, preparándose para usar su Sharingan oculto. Sin embargo, antes de que pudiera actuar, uno de los guardaespaldas del Daimyo se movió con una velocidad extrema, tomando a Danzo por detrás y presionando su rostro contra la mesa.

El guardaespaldas de Danzo intentó reaccionar, pero el protector del Daimyo usó su mano libre para lanzarle un senbon que le atravesó el cuello, inmovilizándolo de inmediato.

—¡Agh! ¿Qué significa esto?—exclamó Danzo, mientras los demás quedaban en shock por la repentina acción.

Antes de que alguien pudiera reaccionar, el guardaespaldas colocó un sello en la cabeza de Danzo.

—Maldición... Han sellado el Kotoamatsukami...—pensó Danzo, sorprendido y furioso.

—Daimyo-sama, ¿pero qué...?—intentó preguntar Jiraiya, pero el Daimyo chasqueó los dedos.

En ese momento, el otro guardaespaldas saltó hacia Inoichi, Asuma y Shikaku, incapacitándolos con un golpe rápido en la nuca.

—¡Es una trampa!—exclamó Kakashi, mientras él y Jiraiya se preparaban para luchar, pero fueron detenidos por la voz autoritaria del Daimyo.

—¡Suficiente!— Todos escucharon la voz del Daimyo, que levantó una mano pidiendo silencio.

—¿¡Qué demonios está pasando aquí!?—reclamó Danzo, aún con la cabeza presionada contra la mesa.

—Lo siento, esos cuatro estaban estorbando. Necesito hablar con ustedes—declaró el Daimyo mientras se disipaba una nube de humo que lo rodeaba.

Sorprendentemente, la figura que había estado hablando no era el Daimyo, sino Naruto, quien se había disfrazado para infiltrarse en la reunión. Se despojó de las ropas del Daimyo, revelando una camiseta negra y pantalones de ANBU debajo.

—¿Qué demonios?— exclamó Danzo, tratando de liberarse, mientras los guardias que se habían transformado de clones de Naruto vigilaban.

—Naruto, ¿qué crees que estás haciendo?— preguntó Jiraiya, claramente molesto y confundido por la situación.

—Naruto, ¿qué pretendes con todo esto?— interrogo Kakashi, igualmente alerta.

Naruto levantó las manos en un gesto de paz, asegurándoles que no había venido a pelear.

—Alto, no he venido a luchar. Solo quiero hablar— explicó Naruto, intentando calmar los ánimos.

—No puedo confiar en ti, Naruto, no después de lo que hiciste...— dijo Jiraiya, refiriéndose a los eventos recientes que involucraban a Naruto y Hinata.

—Kakashi, convéncelo de que se calme. No estoy aquí para causar problemas. Necesito negociar, especialmente contigo— insistió Naruto, guiñando un ojo a Kakashi para indicar que tenía un plan.

Kakashi, entendiendo las intenciones de Naruto, intentó mediar.

—Jiraiya-sama, por favor, démosle una oportunidad de hablar. No creo que sea una amenaza en este momento— sugirió Kakashi, tratando de aliviar la situación.

—¿Qué está pasando aquí? Kakashi, ¿estás involucrado con él?— Danzo acusó, aún presionado contra la mesa.

—También necesito hablar contigo, Danzo... Y créeme que no me alegra tener que recurrir a ti después de todo lo que ha pasado— dijo Naruto con un tono de resignación.

—Creo que ustedes dos tienen mucho que explicar— declaró Jiraiya, cruzando los brazos y mirando fijamente a Naruto.

Naruto dio un paso adelante, preparándose para revelar información crucial.

—Escuchen... Lo que voy a decirles ahora puede sonar increíble... Pero necesito su ayuda— afirmó con seriedad, captando la atención de todos en la sala.

Fin Capitulo 60

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