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59 [El borde del abismo]

Han pasado algunas horas desde la muerte del Hokage, tras el enfrentamiento entre Madara y Naruto...

El continente entero seguía cubierto por una lluvia incansable que no mostraba signos de amainar pronto.

En Konoha, en un lugar subterráneo, se encontraba el cuartel de la organización Raíz.

En la oficina de Danzo, el anciano reflexionaba intensamente después de haber presenciado la batalla.

—Quién lo diría... Al final, ese maldito de Obito resultó ser un buen Hokage, digno de confianza. Lástima que me di cuenta justo en el momento de su muerte. Probablemente, Tobirama-sensei habría respetado mucho a Obito de haberlo conocido— pensaba Danzo antes de inclinar la cabeza y suspirar. —Ahora, Konoha está vulnerable... Los enemigos son demasiado peligrosos... Debo actuar, ahora yo tengo que ser el Hokage.—

El anciano se levantó y comenzó a caminar por la base de su organización, meditando en silencio sobre lo que había visto.

—Pensar que un Uchiha tan joven pudo hacer más que yo, o que mis antiguos compañeros... Nos hemos cubierto de vergüenza—, pensaba para sí mismo mientras apoyaba su bastón en el suelo y caminaba. —Hiruzen ha muerto... Murió en vano... Hamura y Koharu eran traidores y murieron por mi mano... Ahora soy el único que queda... ¿Cómo moriré yo?... ¿También seré un fracaso?—

El anciano solo apretó los dientes, consciente de que, a pesar de sus esfuerzos, no había logrado avances significativos durante todos aquellos años trabajando desde las sombras, cometiendo errores guiados por el miedo y la desesperación de encontrar a alguien en quien pudiera confiar para elevar a Konoha.

—Aún así... Esta batalla ha revelado algo después de tanto tiempo... Si había alguien valioso en todo esto, era aquel en quien nunca confié y siempre vi como mi enemigo... Pero Obito no murió en vano... Dejó a alguien que lo siguiera, a un sucesor... Sasuke Uchiha, Kakashi Hatake... Estoy seguro de eso, debo acercarme, estudiarlos...— pensó el anciano mientras apretaba la empuñadura de su bastón.

Danzo, después de tantos años en la oscuridad, finalmente había visto un atisbo de luz en medio del desastre que era su vida, y sabía que debía arriesgarse, al menos una vez.

En este punto, aquellos enemigos invisibles a los que tanto temía se habían vuelto muy fuertes como para ser negligentes; por una vez, tenía que dar un paso al frente.

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En otro lugar del país del fuego...

Se podía ver cómo Sasuke caminaba en silencio por el bosque, completamente callado mientras la lluvia caía sobre él.

El joven Uchiha avanzaba, sus ojos aún estaban cubiertos de sangre mientras ofrecía una mirada vacía al frente.

—No lo puedo creer... Obito-sensei... ¿Por qué tenía que ser usted?... ¿Por qué tenía que morir?... ¿Qué haré sin usted?...— pensaba Sasuke sin dejar de caminar, cada paso más pesado que el anterior.

Finalmente, algo más le hizo apretar los puños, mientras sus ojos se tornaban en aquel nuevo Mangekyou Sharingan, lleno de ira y dolor. Había algo que le hacía maldecirse a sí mismo una y otra vez.

—¡MALDITA SEA! ¡NARUTO! ¡HINATA! ¡POR QUÉ TENÍAN QUE LLEGAR A ESTO! ¡YO AÚN CREÍA EN USTEDES! ¡FUI UN IDIOTA!— gritó Sasuke antes de que su puño se envolviera en llamas y lanzara un potente golpe contra un árbol, el cual inmediatamente se prendió en llamas y fue destrozado, haciendo un sonido estruendoso mientras la lluvia caía sobre él.

Luego de algunos segundos, el fuego se apagó por completo y Sasuke aún permanecía con los puños cerrados, apretando tan duro que habían empezado a sangrar.

—Voy a traer justicia... Ustedes son una amenaza para todos los que quiero... Yo... yo... ¡LOS ODIO!— exclamó nuevamente, agachándose en el suelo mientras lanzaba varios puñetazos a la tierra, uno tras otro mientras sus lágrimas se mezclaban con la lluvia. —Lo... los odio... Se llevaron a mi mejor amigo... Mi mentor... Mi padre...—

Finalmente, el Uchiha se derrumbó en el suelo mientras dejaba escapar sus sollozos, recordando los buenos tiempos con aquel hombre, sus chistes, sus consejos, sus entrenamientos; Obito siempre estuvo ahí, desde el día que Sasuke despertó en el hospital luego de la masacre Uchiha.

—Ni siquiera... pude decirle adiós...— pensó Sasuke, profundamente desconsolado mientras se ponía de rodillas en el suelo.

En ese momento, se pudo escuchar cómo alguien se acercaba... Tras algunos arbustos, se pudo ver cómo Sakura había llegado, esto con Gai-sensei cargado en su espalda.

—¡Sasuke! ¿Qué fue lo que pasó?— se acercó ella rápidamente, a lo que Sasuke solo se mantuvo con la cabeza agachada.

—O-Obito-sensei... Él...— Ante aquellas palabras, Sakura dejó caer a Gai-sensei al suelo, a lo que este solo soltó un gruñido.

La pelirrosa, sin esperar a que el Uchiha dijera algo más, lo silenció con un fuerte abrazo.

—Sé lo que ocurrió... También lo vimos... Lo siento mucho, Sasuke...— contestó ella, a lo que el Uchiha se aferró a ella con todas sus fuerzas y partió en llanto.

Gai solo se quedó en silencio mientras dejaba escapar un suspiro, esto mientras observaba el cielo lluvioso.

—Obito... Al final, te fuiste dejando un legado... Fuiste el mejor de nosotros... Lamento que murieras tan joven, amigo mío...— pensó el Jounin queriendo ocultar sus lágrimas en medio de la lluvia.

El cejudo había perdido mucho últimamente, a una de sus alumnas, sintiéndose como un pésimo maestro... Y ahora, a uno de sus amigos más cercanos y respetados.

Incluso él se sentía patético en una situación como esta, pero al mismo tiempo, podía sentirse orgulloso de haber estado tan cerca de gente tan heroica... Cuando era joven, había perdido a su padre contra los espadachines de la niebla, su padre se había sacrificado por él y sus amigos... Tenten se había sacrificado para salvar a Neji... Y Obito, por proteger a todo Konoha... Sin duda, estaba adolorido, pero orgulloso de los tres...

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En otro lugar, una cueva alejada de la civilización.

Se podía ver cómo la falsa Madara había aparecido en un parpadeo.

—Zetsu, ¿los has traído?— preguntó ella en voz alta mientras empezaba a caminar hacia una gran masa blanca.

—Así es, mi señora... Los he traído, no fue difícil— declaró Zetsu, quien emergió del suelo con su planta carnívora.

La criatura dejó salir otra planta carnívora más, la cual escupió dos cuerpos, todos cubiertos por un líquido viscoso verde.

Uno era Konan, quien solo estaba inconsciente, el otro era el cadáver quemado de Nagato.

—Lamentablemente no pudimos recuperar los cuerpos de Pain, el Hokage los destruyó demasiado, algunos incluso fueron reducidos a cenizas— declaró el Zetsu negro a lo que la mujer simplemente se encogió de hombros.

—No importa, todos esos cuerpos eran inútiles de cualquier forma, no eran especiales— contestó ella mientras mostraba cómo ahora tenía una nueva mano, la cual reemplazaba la perdida contra Naruto; esta nueva era completamente blanca.

La falsa Madara caminó lentamente, hasta que se agachó a ver el cuerpo sin vida de Nagato.

—Es una pena... Por lo visto todos los Akatsuki han muerto, ¿no es así?— preguntó ella, a lo que Zetsu negó con la cabeza.

—No, señora, aún queda Itachi... Pero, perdimos su rastro luego de la transmisión de la pelea del Hokage, su pelea con Sasuke quedó inconclusa, y al final ambos se separaron— contestó Zetsu a lo que Madara solo gruñó.

—Ya veo... Entonces ese estorbo sigue con vida, dudo que esté de nuestro lado luego de aquella transmisión, probablemente quiera tomar represalias por el ataque de Pain a Konoha, después de todo, va contra nuestro acuerdo...— analizó ella mientras usaba una pequeña linterna sobre el cuerpo de Nagato. —Tiene quemaduras muy profundas, toda la carne fue afectada, incluso los huesos...—

—¿Crees que pueda ser regenerado? ¿El Rinnegan?— preguntó Zetsu, a lo que Madara negó con la cabeza.

—Ese Obito, usó toda la fuerza que le quedaba, su intención real era dejar solo cenizas, pero no pudo mantener los portales, por eso perdió el brazo. Aún así, logró destruir el Rinnegan casi por completo y deteriorar el cuerpo de Nagato en su mayoría, la mayoría está carbonizado, hay muy pocos tejidos e incluso células muertas que restaurar, no puedo regenerar eso— contestó Madara mientras miraba de cerca las cuencas del cadáver.

Tras algunos segundos observando, Zetsu finalmente preguntó.

—Esto es muy malo... El Rinnegan era vital en los planes, el Rinnegan de Madara-sama es invaluable..., ¿qué harás sin él ahora?— Ante aquella pregunta, la mujer solo rió.

—Je... ¿En serio crees que esto va a detenerme en algo? Sabes quién soy, y de lo que soy capaz, no soy una Uchiha cualquiera... Esto solo me retrasará un poco, pero no me detiene en lo absoluto, Obito solo ha logrado conseguir tiempo, el error fue de Naruto, por dejarme recuperar el cadáver— burló ella antes de tomar el cadáver por el cuello. —El Rinnegan no deja de ser un órgano, en este caso, no puedo hacer que se regenere, pero puedo reconstruirlo mientras quede algo de él, claro si es que tengo el material correcto para ello, después de todo, tampoco es un órgano cualquiera—

La mujer levantó el cuerpo de Nagato mientras empezaba a caminar, Zetsu empezó a seguirla, tras un buen rato, ambos llegaron hasta lo que parecía un laboratorio subterráneo, donde había cápsulas de vidrio llenas de un líquido negro translúcido; en el interior, se podían ver personas, las cuales parecían dormir en el interior, completamente cubiertas de aquel líquido.

Entre aquellas personas, se podía ver a Kisame, Kakuzu, Deidara, Sasori, Minato, Kushina, Hiruzen, y otros. El laboratorio era enorme, con más de 30 cápsulas allí, llenas de aquel líquido y con alguien en el interior.

Madara solo caminó hasta una cápsula vacía, donde arrojó a Nagato como si fuera un muñeco de trapo.

—Esto tardará algunos meses, reconstruir un dojutsu tan poderoso y con características tan específicas no será tarea fácil, pero no es imposible, tengo lo necesario, aunque no importa... Todo lo demás, va de acuerdo al plan. Naruto, ahora debe estar buscando quién es el traidor, tanto, que no podrá confiar en nadie y no podrá hacer nada contra mí, yo seré la que haga el siguiente movimiento— declaró ella con una sonrisa en el rostro.

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Mientras... En algún lugar lejano, en un bosque desconocido en medio del país del fuego y del agua...

Durante la pelea entre Obito y Pain, Naruto se había encargado de teletransportar a los asesinos a una de las guaridas que tenían junto a Hinata, dejando a la mayoría de estos en un bosque poco habitado, pues eran demasiados para caber en el interior de la estructura, por lo tanto tenía que elegir un sitio seguro y amplio.

Por otro lado, había llevado a Hinata junto a Ryomi y Natsu a otra guarida.

El Jinchuriki había llevado a la Hyuga para dejarla en cama, encargando su cuidado a Ryomi, aunque en este caso, había llevado a Natsu ya que pretendía hablar con ella, sabiendo que no haría nada raro frente a Ryomi y que no le convenía separarlas, además, no podía dejar a Ryomi junto a los asesinos, aún no podía confiar del todo en ellos realmente.

Tras ello, Naruto se marchó tan rápido como pudo al punto más cercano a la pelea entre Obito y Pain.

Ahora, la pelea había terminado...

—Al final, el Hokage murió... Esto debe ser un desastre— comentó Natsu, quien estaba recostada en una de las paredes de la habitación.

La habitación era algo oscura, pues era subterránea, se podía apreciar una pequeña lámpara a combustible, un closet, dos mesitas y una cama, en la cual estaba la inconsciente Hinata Hyuga.

La ojiperla estaba acostada, totalmente inconsciente, vestida solo su pantalón y su dorso para arriba están cubierta de vendas, esto ya que tenia heridas serias por todos lados, desde quemaduras, moretones, órganos colapsados, un brazo que era prácticamente hueso recubierto de carne expuesta, y sobre todo, fatiga; el cuerpo estaba muy agotado, se había llevado al límite, ahora tras aquel evento, había entrado en estado de reposo total luego de su gran pelea.

Tras el retiro de Naruto, Natsu se apresuró a tratar las heridas de la Hyuga, dejándola como se mencionó anteriormente.

—¿Crees que despierte?— preguntó Ryomi, a lo cual Natsu solo suspiró.

—Despertará, lo sé porque se parece a mí, y he sobrevivido a cosas peores— declaró la pelirroja. —Pero no me preguntes cuándo, en una ocasión yo tardé tres años en despertar luego de mi peor herida—

—¿En ella perdiste el brazo?— preguntó su hermana algo curiosa y prácticamente a modo de impulso, realmente ni lo había meditado antes de preguntar, a lo que su hermana solo sonrió brevemente ante tal pregunta.

—Esas preguntas no se hacen, hermana... Pero sí, fue en esa, quedé ciega de un ojo, tuve mis órganos internos por fuera de mi cuerpo y algunos destruidos, perdí la movilidad de una pierna completa... Y sí, mi brazo— contestó la pelirroja como si nada.

—Eso... Es algo impactante, ¿sabes?— comentó la gemela, a lo cual Natsu solo se encogió de hombros.

—Así es la vida—

—¿Quién te hizo eso?— preguntó Ryomi, sabiendo que su hermana era muy fuerte, la había visto enfrentarse incluso estando gravemente herida a ninjas de alto rango y asesinos muy fuertes.

Natsu se quedó en silencio un momento antes de simplemente señalar a Hinata con el pulgar de su mano.

—¿¡E-ella fue la que te dejó así!?— exclamó Ryomi sorprendida, a lo que Natsu solo se limitó a asentir con la cabeza.

—No entiendo! ¿¡Cuándo!? ¿¡Por qué!?... Más importante, ¿cómo es que después de eso, ustedes dos son amigas!?— preguntó Ryomi a lo que Natsu solo suspiró antes de negar con la cabeza.

—No somos amigas— contestó ella abruptamente. —No te confundas, hermana mía...—

La pelirroja meditó un momento antes de empezar a explicar.

—Nuestra relación no es más que una alianza basada en el respeto, se podría decir que somos socias, y hasta ahí, teníamos un objetivo en común, lo cual nos llevó a confiar un momento en la otra— contestó Natsu, luego señaló a Hinata. —Además... En aquella pelea donde me dejó así, ninguna ganó realmente, es verdad que yo fui destrozada... Pero ella no salió mejor de ahí, ese día, perdió muchas cosas, puede que no perdiera órganos o extremidades, pero perdió más de lo que yo entendía—

Natsu tomó un momento antes de terminar.

—Y tampoco somos enemigas, y ambas sabemos que no podemos guardarle rencor a la otra, al final del día, las dos perdimos mucho en aquel día, y solo fuimos enemigas por las circunstancias— declaró ella, para luego pasar su mano por la empuñadura de su espada. —Como sea, no necesito amigas, me basta con que no intente matarme—

Dicho esto, la hermana se quedó un momento en silencio antes de preguntar.

—Entonces, ¿por qué trataste sus heridas? Naruto no te lo pidió...—

—Solo es una cortesía, me hizo el favor de matar al raikage, además ahora tú y yo estamos reunidas gracias a esa alianza, es solo un pequeño agradecimiento, tampoco es como que la quiera muerta— contestó Natsu sin darle mucha importancia, a lo que Ryomi solo rió para sí misma. —¿Qué es tan gracioso?—

—Nada... Solo que, me alegra ver que aún tienes corazón, en el fondo le tienes aprecio... Has cambiado, pero aún te puedo reconocer— dijo Ryomi algo sonriente, a lo que Natsu solo dejó escapar una pequeña risa.

—No hago esto por algún sentimiento hacia ella, simplemente tengo honor con mis aliados. Además, debes estar loca para pensar que realmente sentiría algo amistoso por quien de cinco veces que nos hemos visto las caras, cuatro han sido para pelear— contestó ella.

Ryomi suspiró antes de finalmente decidirse a preguntar algo más, tras borrar su sonrisa.

—Hermana... ¿Qué fue lo que te hicieron exactamente los asesinos luego de que me lanzaras al precipicio?— preguntó ella, mientras pasaba sus dedos por la muñeca de aquella mano en la que tenía una cicatriz causada por la liana en ese lejano día.

—Créeme que no quieres saber... Además, ya no importa, no tenemos por qué volver a involucrarnos en estos asuntos, lo que pase con los asuntos ninja nunca fueron mi problema— contestó la asesina, a lo cual Ryomi solo hizo un gesto de confusión.

—¿A qué te refieres?— preguntó.

—No tengo razones para seguir peleando contra nadie, la alianza terminó, ella obtuvo lo que quería, yo también... Sé que ella aún pretende luchar por más, pero no es de mi incumbencia. Es hora de que tomemos caminos separados— contestó Natsu, luego le dedicó una sonrisa a su hermana. —No tengo una razón para seguir viviendo esta vida que no elegí...—

—Kyomi...— murmuró Ryomi al ver aquella sonrisa, la cual era genuina, no esperaba ver una sonrisa tan pura en el rostro de su hermana, que tenía un aspecto intimidante... Era como ver de nuevo a aquella niña que se había sacrificado años atrás.

—Mis días como asesina han terminado, es hora de volver a casa, Ryomi-chan— contestó la pelirroja extendiendo su única mano a su hermana sin dejar aquella sonrisa.

Ryomi hizo una gran sonrisa antes de lanzarse a abrazar a su hermana.

—¡Ay hermana! Eso me haría muy feliz! ¡Tenemos que recuperar el tiempo perdido! ¡Tal vez podamos reconstruir la granja de nuestros padres!— exclamó Ryomi abrazándola con todas sus fuerzas.

Sin embargo... Ambas fueron sacadas de su pequeña burbuja de fantasía, la realidad había vuelto...

En eso, sin previo aviso, un destello anaranjado se hizo presente en medio de la habitación, se trataba de Naruto, quien se veía algo golpeado y herido, su ropa estaba muy maltratada, pero ahora eso parecía importarle poco, su mirada era algo inquietante, parecía tener una mezcla de emociones y pensamientos encontrados.

—¡R-regresaste Naruto!— exclamó Ryomi con alegría para luego acercarse a él, esto para mirarlo de cerca. —¿¡Qué fue lo que pasó!?

Naruto solo levantó la mirada para ver a la pelirroja.

—No es nada, Ryomi, cosas de ninjas... Gracias por preguntar— contestó él de forma suave, claramente con dolor en su voz.

El Jinchuriki escaneó la habitación con la mirada, primero fijó su mirada en la pelirroja, la cual lo miraba con incredulidad y preocupación, luego miró a Natsu, quien tenía una expresión neutra, seguido de eso miró a Hinata, quien permanecía inconsciente.

Ryomi dio un paso al frente antes de tomar la mano del rubio.

—P-podría tratar tus heridas y...— Antes de que ella terminara de hablar, Naruto solo le hizo una seña de que se detuviera y separó sus manos.

—En verdad te lo agradezco, Ryomi, pero no será necesario, eres muy noble...— contestó él para luego mirar a Natsu, al instante el ambiente cambió. —Tú, lo mejor será que te retires; agradecería que te mantengas al margen, no es buen momento para que tú y yo crucemos palabra. Hinata pudo haberte perdonado e incluso aliarse contigo... Pero, yo no soy Hinata—

Naruto sabía del pasado de la asesina, y por qué había hecho lo que había hecho, e incluso estaba empeñado en reunirla con Ryomi, más que nada para ayudar a la pueblerina, estando dispuestos a dejar de lado su enemistad, pero eso no significa que confiaría en ella.

El ambiente entre ambos era tenso... A lo cual Natsu solo suspiró antes de mirar a su hermana.

—Ryomi, supongo que hemos terminado aquí, nos vamos— declaró Natsu sin dejar de enfocarse en el rubio.

Ryomi hizo un gesto algo asustadizo al escuchar aquello.

—¿Eh? Pero...—

—Te lo dije antes, no pienso seguir con esta payasada de asesinos... No tenemos nada más que hacer aquí, será mejor dejarlos en lo suyo— declaró la ojiverde, a lo cual Ryomi decidió asentir con la cabeza.

—Me alegra saber que dejarás eso, espero que no sean solo palabras— contestó Naruto a lo cual Natsu solo se encogió de hombros.

—Mantente al margen, ¿quieres?— contestó ella para luego mirar a Hinata. —Supongo que nuestra alianza llegó a su fin, cuando ella despierte, dile que no busque a Yugito, estará bajo mi protección, no tiene que seguir en esta payasada de ninjas después de lo que le pasó, no si no quiere—

Naruto se sorprendió al escuchar eso, luego se dirigió a ella y la tomó por el hombro.

—Espera, Natsu... No puedo dejar que eso pase, necesitamos a Yugito, es por un bien mayor, por favor, déjala con nosotros— contestó Naruto a lo cual ella solo le devolvió una mirada afilada, la actuación de Naruto le resultaba molesta.

Era como si con cada acción y cada palabra la estuviera juzgando, ni siquiera intentaba negociar, esto de pedirle a Yugito ya se sentía, no como si la necesitara... Sino como si quisiera alejarla de ella.

Esto solo ponía el ambiente más tenso, a lo cual Naruto bajó la mano de su hombro.

—Mira, tus asuntos no son de mi interés, prometí protegerla y eso haré, al menos hasta que toda esta tontería acabe o ella decida que quiere meterse... No sé la voy a entregar a un par de locos que viajaron en el tiempo y están inestables mentalmente. Si va a terminar igual que el Hokage, no voy a permitir que se involucre con ustedes— contestó ella con seriedad.

Ante aquella respuesta, Naruto solo pudo sentir como el corazón se le aceleraba, sus venas se hincharon, su puño y mandíbula se apretaron.

Natsu solo pudo sentir como su sexto sentido le alertaba, de la nada el ambiente de la habitación se había puesto mortal.

—¡TÚ DEBES SER LA ESPÍA DE MADARA! ¡NO TENDRÍAS POR QUÉ SABER NADA DE ESO!— exclamó Naruto antes de hacer un ataque instantáneo, lanzando un puñetazo al rostro de la asesina.

Inmediatamente Natsu colocó su antebrazo en medio, mientras aumentaba la densidad del aire para amortiguar.

Un fuerte estruendo se escuchó, el techo de la guarida ahora tenía un enorme agujero, Natsu salió volando por los aires, mientras Naruto iba por detrás, esto en medio de quella lluvia que azotaba al continente.

—Ahora me dirás ¿¡desde cuándo estuviste espiando!? ¿¡De dónde sacaste esa información!?— exclamó Naruto antes de alcanzar a la pelirroja, quien apenas había logrado salir en una pieza de aquel puñetazo.

—Mierda, que golpe tan potente, a pesar de que lo amortigüé, siento hormigueo en mi brazo.— Pensó la pelirroja antes de apuntar su mano en dirección al rubio. —¿¡AHORA QUÉ BICHO TE PICÓ!?—

Naruto sin detener su ataque lanzó una patada al abdomen, pero Natsu rápidamente usó su viento para propulsarse y esquivar.

—¡MADARA! ¡SABE NUESTRO SECRETO! ¡ME DIJO QUE HAY UN ESPÍA ENTRE NOSOTROS! ¡TÚ SABES ALGO QUE NO DEBERÍAS!— exclamó Naruto antes de que ambos aterrizaran a suelo.

—Te refieres a esa estupidez de su renacimiento!?— contestó ella mientras desenfundaba su espada. —¡Idiota! ¡No saques conclusiones sin pensar!—

Naruto rápidamente creó un Rasengan, mientras que Natsu apretó la dentadura.

—¡Oh, vamos! Admito que toqué un nervio mencionando lo que pasó con el Hokage, pero deja de portarte como un imbécil! ¡Si fue la propia Hyuga quien me lo dijo! Eso fue antes de ir a rescatar tu estúpido trasero!— Ante aquellas palabras Naruto retrocedió dudando de su ataque.

—¿cómo que ella te lo dijo?... ¿¡Por qué siquiera ella confiaría un secreto tan grande a una aliada temporal!?—

El no iba a confiar tan fácil, estaba dispuesto a acabar con ella ahí mismo.

—Eso fue lo que pasó, y para tu información, Yugito estaba ahí, ella también escuchó la historia. Hinata decidió decirnos esa historia para ganarse nuestra confianza!— Contestó Natsu mientras acercaba su mano hasta su espada.

—Aunque eso sea cierto... ¿Qué me asegura que no fuiste tú quien se lo dijo a Madara? Estuve más de una semana encerrado, pudiste haberte reunido o mandar mensajes. ¡Eres la única persona que lo supo y pudo decírselo!— Declaró Naruto potenciando su Rasengan.

—¡¿Cuál es tu problema!?— Preguntó Natsu, ahora desenfundando la espada.

Naruto desapareció en un borrón, apareciendo justo frente a la pelirroja, ambos lanzándose un ataque el uno al otro, chocando la espada afilada con el poder del viento y aquel Rasengan.

Una potente explosión se desató y ambos Uzumaki salieron disparados en direcciones opuestas.

—Mierda...— Pensó Natsu mirándose la mano, la tenía lastimada, estaba derramando sangre, por otro lado, su espada había salido volando por los aires hasta clavarse al suelo.

Mientras que Naruto estaba a metros de ella, intacto y pareciendo listo para continuar.

—Estás cometiendo un error! No gano nada con pelear contra ti!— Declaró la pelirroja mientras Naruto se quedaba en silencio mirándola fijamente desde la lluvia.

—Dime, ¿dónde está Madara? ¿Alguien más sabe el secreto?— Cuestionó el Jinchuriki con frialdad.

—¡NO SÉ NADA DE ESO! ¿Qué mierda se supone que ganó con Madara? ¡La única cosa que quería, ya la tengo y fue por la alianza con la Hyuga! ¡Si sigues así, vas a cometer un grave error!— Contestó ella, a lo que Naruto no cambió su mirada.

Antes de que alguno dijera algo más... El conflicto fue frenado por Ryomi, quien corrió tan rápido como pudo, saliendo de la cueva y tratando de llegar allí con la rapidez que su débil cuerpo le permitía.

—¡Alto! ¡Alto! ¡Naruto! ¿¡Por qué haces esto!?— Cuestionó la chica antes de finalmente colocarse en medio de ambos.

—Ryomi...— Pensaron los dos en silencio.

Naruto meditó un momento... Podía ver a la joven pelirroja... Era más bajita que su hermana, frágil, con un aura inocente, estaba allí mirándolos con aquellos ojos azules, estaba mojándose mientras respiraba pesado.

A pesar de que estaba lloviendo, su mirada lo decía todo... Estaba dolida, podía distinguir sus lágrimas aún con la lluvia.

En eso, Natsu rápidamente corrió hasta su hermana, sin más, se quitó su gabardina de cuero, la cual se encontraba algo estropeada y se la puso mientras usaba sus poderes para desviar las gotas de agua.

—P-por favor... Dejen de pelear ustedes dos...— Dijo ella aferrándose a la gabardina de su hermana, y mirando lo heridos que se encontraban ambos.

Naruto reflexionó un momento en silencio antes de finalmente suspirar y darles la espalda.

—Puedes quedarte con Yugito por ahora. Pero si me entero que a ella le pasó algo...—

—Sí, entendí— Interrumpió Natsu antes de empezar a caminar, estiró su mano en dirección a la espada y la atrajo para volver a guardarla. —Vámonos Ryomi, antes de que cambie de opinión.—

Las dos pelirrojas se retiraron en medio de la lluvia, mientras que Naruto solo suspiró, tratando de tomar tanto aire como le fuera posible.

—Nada de esto tiene sentido... Y admito que no actué de la mejor manera, fui impulsivo... Debo estar muy estresado...— Dijo para sí mismo el Jinchuriki mientras caminaba de regreso a la guarida.

Una vez llegó, pudo ver cómo esta se encontraba destruida, esto debido al enorme agujero que había hecho Natsu.

Sin decir ni una palabra ni mostrar emoción alguna, bajó hasta llegar a la guarida subterránea, donde podía ver cómo el agua de la lluvia se había filtrado, las lámparas de combustible estaban apagadas, probablemente por las corrientes de viento que se desataron en la pelea.

Finalmente, los ojos del rubio se posaron sobre Hinata, quien permanecía inconsciente e inmutable.

—Ellas debieron atender sus heridas...— pensó al ver que tenía vendajes y se encontraba en ropa interior. —Conociendo a Hinata, esas heridas tardarán al menos unas dos semanas en sanar completamente... Con las circunstancias actuales, no podemos darnos el lujo de esperar tanto tiempo, y sin saber cuánto...—

El Jinchuriki respiró pesadamente antes de acercarse a ella y levantarla en sus brazos, suavemente le dio un beso en la frente y luego desaparecieron en un destello naranja.

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En un sitio lejano...

Se podía ver una gran aldea, con casas de blanco, azotada también por la lluvia continental. Había gente de varias naciones caminando por las calles, algunos con uniformes médicos. Las personas parecían calladas, hablaban entre ellas, otras estaban con rostros impactados... La atmósfera en general era bastante deprimente, las personas parecían seguir con su vida, pero en realidad estaban pensando en la pelea que acababan de observar.

El Hokage estaba muerto... Todos ellos lo habían visto.

En el medio de aquella aldea, se podía ver una gran torre blanca...

En lo alto, en su interior había una oficina...

—¡MALDICIÓN!— gritó una voz femenina antes de lanzar una botella, la cual se estrelló contra una pared, derramando líquido morado en todas direcciones y trozos de cerámica.

En el suelo de aquella oficina, se podían ver papeles desordenados y tirados por todas partes, muebles tirados, incluso las paredes se veían algo maltratadas.

La mujer lloró en silencio mientras se volvía a sentar en la silla de su oficina.

—¿Por qué?... ¿Por qué?... ¿Por qué incluso ahora la gente buena tiene que morir?...— se preguntó Tsunade entre lágrimas.

La anciana aún llorando miró una foto que tenía en un cuadro, en ella se podía ver la imagen de Minato y Kushina junto a Jiraiya y ella.

La mujer permaneció un momento más llorando mientras la miraba.

—Kushina... ¿Qué pensarías de tu hijo ahora?... Debí ayudar a criarlo... Lo siento, Minato... Todo esto es por mi culpa... Ahora tu alumno está... está...— se maldijo ella mientras se mordía el labio.

Literalmente acababa de ver cómo Obito se enfrentaba a muerte contra Pain, todo mientras Naruto y Hinata daban un mensaje de odio al mundo.

Sin embargo, antes de que ella pudiera seguir pensando, un destello naranja apareció frente a ella...

Tsunade sintió como el corazón se le aceleraba, mientras una figura apareció repentinamente frente a ella en medio de su oficina.

—¡Abuela! Tenemos que hablar...— dijo Naruto mientras cargaba a Hinata en sus brazos.

Tsunade se levantó en una mezcla de emociones, furiosa, triste, melancólica, confundida...

Pero, todo esto desapareció cuando Naruto le dio una mirada a los ojos...

—Abuela... Te necesito...— dijo Naruto a lo que Tsunade sin decir nada solo asintió con la cabeza, preparándose para lo que venía a continuación.

Fin Capítulo 59.

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