Capítulo I: El Sello
Antes de empezar pido disculpas por cualquier error ortográfico
●Personajes hablando: —Hola—
●Personajes pensando: — (Hola) —
Pánico.
●Voces de personajes en la mente de otros: "Está lloviendo"
En la oficina del Hokage el ambiente era tenso. Habían pasado casi 24 horas desde el ataque del Kyuubi, el sol se estaba escondiendo en el horizonte dándole un tinte naranja a la ciudad parcialmente destruida.
Hiruzen fumaba un poco para calmar esa sensación que tenía en la boca del estómago, esa angustia que gobernaba sobre él. Miró hacia la ventana de su oficina y vió ahí a su alumno de cabello blanco.
Jiraiya estaba en silencio, con una mirada seria poco habitual en su rostro, pero que detrás escondía una profunda tristeza. El aire parecía poder cortarse con un cuchillo.
—Ese mocoso —susurró Jiraiya rompiendo el silencio entre ambos—. Siempre tuvo ideas locas. Crear un jutsu, recrear una técnica de un Hokage; pero enfrentarse cara a cara con el Kyuubi...—dijo el peliblanco—. ¿Cuándo es el entierro? —preguntó Jiraiya.
Hiruzen no respondió de inmediato —Mañana por la mañana. Aún se están buscando a algunos desaparecidos, para mañana estarán todos los preparativos —dijo Hiruzen con un suspiro.
Jiraiya ni siquiera se molestó en asentir, simplemente miró fuera de la torre hacia el sol.
—¿Y Naruto? —preguntó Jiraiya con una voz temblorosa y se quebró en el segundo que salió de su boca. Jiraiya se giró a ver a su sensei con sus ojos llenos de miedo.
—Él está bien, el sellado fue un éxito aparente aunque deberías comprobarlo tú mismo, está en el hospital norte protegido por un Anbu —dijo Hiruzen con una sonrisa hacia su alumno.
Jiraiya se relajó visiblemente, y parecía estar por salir por la ventana pero Hiruzen lo detuvo.
—Jiraiya...—El sannin miró al viejo—. Ya estoy viejo y ambos lo sabemos, no puedo seguir siendo Hokage...quiero que seas el quinto Hokage —dijo con una voz cansada y en un tono serio.
Jiraiya lo miró y se volvió a sentar —Yo no puedo hacerlo sensei; no soy el indicado, quizá sea un Sannin pero no soy quien para estar detrás de una silla todo el día, además, ambos sabemos que no hay nadie que tenga las habilidades para manejar mi red de espías —dijo Jiraiya haciendo suspirar al viejo—. Sin embargo, pensaré en algo, te lo prometo —dijo e hizo una seña de despedida; se dejó caer por la ventana y en medio del aire despareció en un sunshin.
Hiruzen se levantó de su silla y caminó hacia fuera de la oficina, pasó por el escritorio vacío de su recepcionista. La torre Hokage estaba normalmente concurrida pero ahora parecía desierta...como su pueblo.
Asuma Sarutobi estaba en casa hermano mayor, en el complejo Sarutobi. Toda la familia estaba reunida, desde unas horas antes del ataque que no veían ni a Hiruzen ni a Biwako, todos empezaron a preocuparse.
El joven chunnin estaba frustrado, su padre no aparecía...ni siquiera en esta situación. Ikaru Sarutobi, el hermano mayor de Asuma miraba a su hermano, se acercó a él y lo abrazó por sorpresa.
—Ya llegará, comamos algo, debemos tener fuerzas en caso de emergencia —dijo mientras Asuma, a regañadientes, aceptaba.
Hiruzen entró en una de tantas salas de reuniones de la torre Hokage, Homura y Koharu habían convocado una reunión con los jefes de clanes y los comerciantes más importantes de la aldea, Hiruzen entendía la reunión, pero literalmente estuvo casi 2 horas escuchándolos discutir sobre temas en los que él no necesitó decir una sola palabra.
La reunión terminó y llamó a Danzô a su oficina.
Hiruzen miró con severidad a su viejo compañero de equipo recordando el informe de Zorro.
"Hokage-Sama, lo llevé con Ibiki, y según él, antes de que siquiera pudiese hablar un sello en su garganta y en su cerebro se activaron y lo mataron al instante. Él no pudo haberlo activado así que sí o sí fue activado a la distancia; sin embargo, la autopsia no reveló ningún sello ni rastro de él, solo sabemos que había un sello por los leves rastros de chakra invasivo en esos lugares, y porque quedaron marcas en la piel que podemos asumir que eran de los sellos"
Luego Ibiki confirmó la historia de Zorro y eso dejó a Hiruzen con realmente pocas opciones; no tenía pruebas de nada, ni siquiera tenía al sujeto vivo, tampoco tenía un dibujo del sello, no tenía nada. Solo tenía un presentimiento…
—¿Para qué me has llamado, Hiruzen? —preguntó Danzô con tranquilidad.
Hiruzen tomó una calada de su pipa, buscando, irónicamente, oxigenar su mente y poder pensar bien sus palabras.
—Ayer, cuando encontré los cuerpos de Minato y Kushina sucedió algo.
Danzô se mostró curioso así que Hiruzen continuó.
—Un sujeto nos estaba espiando —Hiruzen sacó algo debajo de túnica, eran los restos de la máscara del Anbu que Zorro había roto—. Casualmente la máscara se parece mucho a la que una vez usaron tus Anbus —Danzô no reaccionó visiblemente al menos por unos momentos
Danzô miró con molestia a Hiruzen —Si solo vienes a hacerme perder mi tiempo, entonces me iré —dijo Danzô—. ¿Qué clase de acusación es esta? ¿Insinúas que yo lo mandé? —dijo Danzô levantando la voz reaccionando a la defensiva cosa rara en él.
Hiruzen, sin estar de buen humor le dió una mirada peligrosa al viejo lisiado —Relájate Danzô —dijo en un tono firme—. Vengo solo a decirte que espero no hayas dejado ningún cabo suelto, sería raro de tu parte, ¿no? —dijo en un tono algo burlesco. Danzô solo lo miró con molestia.
—Puedes irte.
Danzô caminó hasta la salida mientras la mirada de Hiruzen lo seguía. El viejo miró por la ventana y vió la luna resplandece en el cielo señalando la noche. El anciano se levantó de su silla y empezó a salir de la torre Hokage.
Hiruzen se sentó al lado de su esposa, la miró pero rápidamente desvió la mirada, verla así le dolía, prefería simplemente tomar su mano mientras miraba por la ventana. Lo ayudaba a relajarse, se sentía abrumado, apretó un poco la mano de su esposa y depositó un suave beso mientras silenciosas lágrimas cayeron por su rostro...por fin, permitiéndose soltar todo lo que tenía acumulado.
Hiruzen sacó las llaves de su casa de uno de sus bolsillos. La noche había caído, Jiraiya le había regalado algo de comida que había traído, aparentemente era típica en el país del Agua.
Abrió la puerta y todo estaba apagado en la sala de la gran mansión, siguió caminando hasta llegar a la cocina donde estaba encendida una de las luces. Ahí, en la mesa de la cocina, estaba sentado Asuma jugando con un palillo entre sus labios.
Hiruzen miró a su hijo menor y se congeló, claramente sabía que tendría que darle la noticia a Asuma y a Ikaru, pero aún no sabía cómo, su mirada chocó con la de su hijo que rompió el silencio.
—Al fin te dignas a venir —dijo Asuma—. El Kyuubi ataca la Aldea y no es hasta el día siguiente que tú apareces...mientras nos tienes a todos preocupados —Asuma se levantó—. Lo mismo para ti mamá —dijo mirando detrás de Hiruzen pero para su sorpresa no había nadie—. ¿Y mamá?.
Hiruzen aparentemente ignoró a Asuma y se sentó en la mesa; abrió la comida que le dió Jiraiya y la sirvió para él y Asuma.
—No tengo hambre —dijo el chico.
—(Yo tampoco).
Hiruzen miró a su hijo, y por un segundo le costó tragar la comida, su hijo estaba esperando una explicación a su pregunta.
—Asuma...—Hiruzen dijo por fin—. Siéntate —dijo con calma, lo cual, hizo hervir a Asuma.
—¿Qué me siente, dices? — dijo Asuma claramente molesto cosa que Hiruzen notó — ¡¿Que me siente?! ¡¿Desapareces en el momento que más te necesito a ti y a mamá y me dices que me siente como si nada hubiera pasado?! ¡¿El maldito Kyuubi atacó el pueblo y tu ni siquiera me preguntas si tuve miedo?! ¡¿Ni siquiera nos buscaste ni bien terminó el ataque?! ¡¿Maldita sea ni siquiera una puta carta con una maldita nave o un maldito mensaje con un Anbu?! ¡Nada! — Asuma estalló en ira gritando dejando pasmado a Hiruzen. — ¡¿Y ahora llegas como si nada y pretendes actuar normal?! ¡Nunca has estado para mi y por un momento pensé que te preocuparías por mi! ¡Llevo toda la maldita noche esperando aquí en la cocina! — estalló Asuma en toda su ira contenida hacia Hiruzen.
El silencio siguiente fue...sepulcral...no hay otra forma de describirlo. Hiruzen se quedó sentado y se detuvo de comer mientras Asuma esperaba una reacción del viejo, la cual, no llegó, pasaron minutos hasta que Asuma habló.
— ¿Sabes que? Olvídalo— dijo el joven — ¿Dónde está mamá? — dijo con una voz llena de ira.
—En el hospital— dijo simplemente el viejo dejando en otro silencio la sala.
Ninguno notó que desde las escaleras Ikaru observaba en shock la escena.
— ¿Qué dijiste?.
—Está en el hospital norte de la Aldea...está luchando por su vida— dijo Hiruzen en un tono bajo.
Ikaru intervino temiendo la reacción de su hermano.
— ¿Que tan grave es, papá? — Asuma se giró a ver a su hermano con sorpresa, Hiruzen apretó un poco la comida entre sus manos.
Cuando Hiruzen no respondió el mensaje llegó fuerte y claro hacia los 2 niños.
Asuma no pudo más y se sentó en el sofá de la sala con las manos en su boca, la sola idea de su madre...al borde de la muerte lo hizo temer de verdad algo en su vida, ni siquiera en misiones de Shinobi había tenido tanto miedo.
Ikaru no estaba mejor, se acercó a la mesa junto a su padre y sin decir nada tomó un trozo de comida de la bolsa.
Asuma se levantó y corrió a su cuarto, siendo visto por los 2 mayores.
—Tengo que ejercer nuevamente como Hokage— dijo Hiruzen informando a su hijo. Hiruzen había esperado por fin empezar a pasar tiempo con su familia, con todo el asunto de la guerra siempre estuvo ocupado al ser el Hokage, cuando le pasó el manto a Minato siguió teniendo sus responsabilidades como líder de clan, ya que su hijo mayor aún no era Jounin y no podía asumir ser el líder de Clan, había sido doblemente agotador ser Hokage y líder de clan a la vez pero se las había arreglado. Entre reunión y reunión de líderes de clanes y las misiones de sus hijos no había podido pasar tiempo con ninguno, 6 meses después de pasar el manto Ikaru fue ascendido de Tokubetsu Jounin a Jounin y pudo relevar sus responsabilidades y en esos 3 meses apenas había podido hacer cosas con sus hijos debido a lo mismo, misiones. Pero su idea del retiro se había ido al traste.
— ¿Nadie más puede tomar el cargo? — preguntó Ikaru con sorpresa.
—Jiraiya declinó, no hay ningún Jounin que se acerque al nivel del Hokage ni que tengan mi confianza para ser el Hokage, y no dejaré que Danzô tome el sombrero— dijo el viejo con pesadez —Jiraiya dijo que pensaría en algo pero no me hago ilusiones.
Ikaru apretó un poco los dientes, sabía que su padre sentía que encontrar al Hokage perfecto era su deber luego de que Tobirama le diese a él mismo el mando, encontró a Minato y ahora estaba muerto.
Ikaru se reclinó en su silla e Hiruzen sacó un papel de su bolsillo.
—Es el número de habitación, dale este papel al Anbu y entrarás —Ikaru tardó en entender pero cuando lo hizo asintió—. Ve con Asuma... él necesitará tu apoyo —dijo el viejo.
—¿Por qué no vas tú? —Ikaru habló.
—No te hagas el tonto conmigo, tengo asuntos que atender, presupuestos de la Aldea que equilibrar, y un montón de cosas que solo de nombrarlas me da jaqueca —dijo Hiruzen—. Además —el viejo miró por donde se fue Asuma—; es obvio que ya no me quiere cerca —dijo Hiruzen bebiendo un poco de agua.
El viejo se levantó y se quitó la capa blanca que llevaba puesta dejando ver su ropa casual y empezó a subir las escaleras.
—Nos vemos mañana, necesito dormir…
Luego de salir de la oficina de Hiruzen, Jiraiya se dirigió directamente a ver a su ahijado, no se dejó ver por nadie y al llegar al lugar entró a la sala, ya no había nadie ahí, a esa hora ya no dejaban ver a los niños, por protocolo de seguridad más que todo, pero aún quedaba alguien, er aún Anbu, cabello plateado y máscara de perro, Jiraiya lo reconoció al instante y se aclaró la garganta.
El Anbu, completamente tenso se giró y lanzó un Kunai hacia la dirección de Jiraiya, quienquiera que pudiera ponerse tan cerca de él no era normal, esa era la línea de pensamiento del Anbu.
Jiraiya simplemente detuvo el Kunai pasando su dedo por el anillo de la base. El Anbu lo reconoció y se arrodilló en una pierna.
—Jiraiya-Sama —dijo bajando un poco la cabeza.
Jiraiya interrumpió al Anbu antes de que siguiera — Levantate chico, las formalidades se van por la ventana —dijo Jiraiya, sabía que Kakashi no se quitaría la máscara por el código Anbu, pero al menos podría actuar como sí mismo.
Kakashi asintió y Jiraiya le indicó que se sentara.
—Descansa, Sensei te ha tenido aquí todo el tiempo, repone tus energías —dijo Jiraiya con seriedad y preocupación por el alumno de Minato.
Kakashi un poco dudoso aceptó y se recostó en la silla.
Jiraiya miró hacia los bebés, y su mirada se vió atraída rápidamente por un cabello rubio muy familiar, era un poco más opaco que el de Minato, pero aún así se asemejaba.
Se interesó inmediatamente por las marcas de bigotes del niño, Jiraiya se preguntó si era de nacimiento o si tendría que ver con el Kyuubi. Sacó una llave que le robó a la enfermera en secreto y entró con los bebés.
—Jiraiya-Sama —lo llamó Kakashi—. ¿Qué va a hacer? —inquirió el Anbu.
Jiraiya no respondió simplemente hizo una invocación. Inmediatamente apareció un sapo que parecía estar enrollado en un pergamino.
—Gerotora —llamó Jiraiya—. Cuando hablé con Minato y Kushina al momento de crear el sello me dijeron que te darían la llave si había que usarlo —Gerotora notando la seriedad solo asintió—. ¿De casualidad también te dejó una copia en papel del sello? —habló Jiraiya y Gerotora solo asintió—. Dame la copia —Kakashi se relajó al escuchar eso, solo revisaría el sello.
Gerotora hizo lo indicado y de su boca salió un pergamino que Jiraiya tomó, irónicamente el pergamino estaba totalmente limpio.
Jiraiya caminó hasta ese chico rubio, aplicó chakra en su dedo y tocó el estómago del niño, la cantidad fue tan minúscula que fue casi imperceptible para el niño quien solo río un poco aún dormido. Al instante se dibujó un sello en el estómago del chico.
Jiraiya sacó una lupa y manteniendo el chakra en el niño quien ya ni lo sentía empezó a comparar ambos, que en principio se veían iguales.
Jiraiya siguió por unos 20 minutos examinando exhaustivamente el sello hasta que sus ojos se agrandaron y se formó un vacío en su estómago.
—Hay algo diferente —dijo Jiraiya con miedo—. Minato pensó que este escenario podría darse...pero, él pensó en sellar un poco más de la mitad del Kyuubi —dijo Jiraiya haciendo que Kakashi y Gerotora tuvieran una idea de lo que pasaba—. El Kanji que indica la capacidad del sello se sobrepasó, por ende, el sello actualmente tiene un poco más de lo que debería sostener —dijo Jiraiya haciendo que Kakashi rápidamente preguntara.
—¿Algún riesgo de que se libere el Kyuubi? —dijo con un temor inmenso en su voz.
—No, el poder de la parca suprime hasta cierto punto el del Kyuubi, hasta donde estaba previsto, la parte del chakra del Kyuubi que sobrepasa la capacidad del sello influye en Naruto sin escapar de él —dijo Jiraiya—. Aquí tengo una idea de que puede ser, es la teoría simplemente, según me enseñaron Minato y Kushina podría interferir en cosas como sus sentidos, es decir, acceder a ellos, incluso podría estar escuchándome ahora mismo la bestia —dijo Jiraiya mirando los ojos ahora abiertos de Naruto—; sin embargo, como dije, no puede ni escapar y mucho menos tomar el control, según esto —dijo señalando el sello en el papel—. En teoría si la capacidad del sello se sobrepasa el chakra de Naruto pasará a contenerlo, pero se pasa más de lo que el chakra de Naruto puede retenerlo de una manera que no lo afecte, por eso solo puede acceder a cosas como los sentidos pero sin controlarlos —explicó Jiraiya en profundidad calmando levemente a Kakashi aunque no del todo—. Mañana le informaré al viejo —concluyó Jiraiya mirando al niño cuyos ojos parecían clavarse en su alma, le recordó al cabello rojo de Kushina—. (Es la combinación de ambos) — pensó Jiraiya con pesar y tristeza que rápidamente desapareció reemplazada por seriedad.
—Jiraiya-Sama —Kakashi lo llamó—. ¿Cuánto tenía pensado sellar Minato-Sensei? —preguntó Kakashi olvidándose por un momento del protocolo.
—Ummm, no sabia decirlo, no hay una forma de decir cuanto chakra tiene el Kyuubi así que no puedo dar un porcentaje acertado, el sello no me dice textualmente cuanto tiene sellado, solo me dice si se sobrepasó o no, según Minato sería un poco más de la mitad, cosa que no se como calculó, quizá algo que no puedo leer del sello, después de todo no soy un maestro —Jiraiya notó que estaba divagando así que tosió y habló de nuevo—. De cualquier forma, digamos que un 65% y terminó sellando el 70% —dijo un poco pensativo.
Jiraiya le entregó las cosas a Gerotora y lo despidió, caminó y se sentó al lado de Kakashi, sacó de un pergamino gigante una botella de sake que le quedaba ¼ de la bebida, Jiraiya le ofreció a Kakashi sabiendo que se negaría, cosa que pasó. Así que si se encogió de hombros y se sirvió un poco en un vaso pequeño.
—Por el bienestar de su hijo Minato...Kushina —dijo el Sannin en voz alta alzando la copa hacia Naruto solamente separados por el vidrio y unos metros de distancia.
—Hoy en la mañana fue el funeral, cariño— Hiruzen le habló a la inconsciente Biwako mientras sostenía su mano. La luz anaranjada del atardecer entraba por la ventana golpeando el rostro de la mujer, como si incluso el clima quisiera despertarla. —Fue triste, incluso Jiraiya estuvo ahí— susurró con pesar —Aunque se fue rápido, simplemente dejó una botella de sake en la lápida de Minato y se fue— el anciano soltó la mano de su esposa y caminó hasta la ventana, cambió las flores y el agua del florero mientras bajaba un poco la persiana.
Miró por la ventana hacia el Monte de los Hokages, más específicamente a la de Minato y luego a la de Tobirama. Suspiró pensando si algún día podría disfrutar de su retiro.
Hiruzen miró la hora y supo que no podía seguir más tiempo ahí —Parece que mis 5 minutos se terminaron—suspiró con pesar el viejo. Hiruzen se movió para besar la frente de su esposa para luego salir de la habitación.
Hiruzen vió como Jiraiya salía por la ventana, la información de que el sello de Naruto no era perfecto hizo que le entrara una angustia enorme en su cuerpo, mientras veía a su alumno irse notó que la noche ya había caído y la luna alumbrada a Konoha.
Alguien tocó la puerta e Hiruzen indicó que pasarán
—Te ves cansado— le dijo Danzô entrando sorprendiendo a Hiruzen de verlo ahí, sin embargo, asintió.
—Realmente desearía poder simplemente quedarme el resto de mi vida en un lugar alejado de todo con mi familia— dijo Hiruzen a lo que Danzô respondió.
—Somos ninjas, que aún sigamos vivos es un regalo— dijo Danzô mirando con su único ojo a Hiruzen.
—O una condena.
Ambos se quedaron en silencio, Danzô movió su mano hasta debajo de su túnica y sacó una botella de licor que hizo que Hiruzen abriera mucho los ojos.
— ¿Quieres tomar un trago conmigo? — preguntó el viejo liciado. —Era el favorito de Sensei.
Hiruzen señaló el pequeño sofá en su oficina y ambos caminaron hacia ahí.
Había pasado casi 1 hora, habían estado bebiendo un poco mientras charlaban con naturalidad, ambos decidieron que era buen momento para dejar de lado sus diferencias, ninguno estaba ebrio aún.
—Entonces...— dijo Danzô moviendo su vaso de lado a lado. — ¿Minato selló el Kyuubi en su hijo?.
FIN DEL CAPÍTULO.
Palabras: 3387.
Espero les haya encantado,
déjenme sus estrellitas acá abajo y sus comentarios para mejorar mis fallos y síganme para estar al tanto de mis actualizaciones.
Un saludo y
hasta la próxima 👋🏽
—Echo-Sempai.♤
11/12/2020
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