🎶 . |  Canción del capítulo en multimedia; ' They Never Know ' by EXO.  

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Sting por fin había podido conciliar el sueño en aquel mundo tan lleno de intrigas y tan peculiar, tétrico y sin igual.

Para el todo era sumamente complicado, y eso que es el tipo de chico que puede pensar con claridad y deducir sin problemas; pero ahora todo lo sobrepasaba.

Sus ojos se abrían en sus sueños, estaba en un lugar repleto de verde y flores que brillaban en distintos colores.

Se levantaba lentamente, mientras observaba a su madre sentada en el césped, se encontraba pintando aquellas famosas cartas de tarot.

Estaba acompañada por Cana y aquel de nombre Zeref, los tres lucían felices al estar unidos.

― ¿Para qué quieres aprender a leer el tarot, Cana?

―Me gustaría saber más sobre el pasado...

―¿No es acaso el medio para saber sobre el futuro? ―Cuestionaba Zeref tratando de arrancar una rosa, pero se pinchaba el dedo con las espinas y se rendía.

Mavis reía levantándose. Se acercó y besó el dedo de Zeref quitando la sangre.

―El tarot es la gran maravilla que justamente te cuenta sobre tú pasado, describe el presente, y predice el futuro. ―Expresó Mavis mientras retiraba la rosa sin lastimarse, se la entregaba a Zeref sonriendo.

―Por eso hay que respetarlo, porque hasta puede darte sentencias en lugar de predicciones...

― ¿Y sí uno desea cambiar algo? ― Preguntó Cana mientras arqueaba una ceja.

―El pasado no se puede cambiar, el futuro tampoco. Porque el destino es algo que aunque quieras mover y evitar, termina dándose tal como debe ser...

―No entendí muy bien. ―Admitió Zeref suspirando.

―Tomemos como ejemplo a la rosa que arranqué para Zeref. El pasado de esa rosa fue ser un pimpollo, que luego floreció. Su presente fue estar ahí plantada, Zeref iba a arrancarla pero al pincharse eso no sucedió...

―Allí, se podría decir que su futuro fue cambiado. Pero como habrán visto, yo igual terminé quitando esa rosa para dársela a Zeref...

―Y aunque se volviera al momento en que yo iba a quitarla y sucediera algo, de igual forma sería arrancada, porque las rosas son las flores que más se regalan. Además de que no ser arrancada no evitaría que se tenga que marchitar ―esa explicación si pudo comprenderla Zeref, al igual que Cana.

―En síntesis, el destino nos domina, aunque queramos pensar que nosotros lo gobernamos mediante nuestras acciones...

―Entonces, ¿nuestras acciones vendrían a ser servidoras del destino, no? ―Preguntó Zeref.

― ¡Exactamente, Zeref! ―El rostro de Dragneel se sonrojó. ― Nuestras acciones son como pequeñas piezas del rompecabezas, que van uniéndose de a poco, permitiendo al destino que se arme tal como gusta.

―Es un poco injusto —dice Cana—, por más que quieras evitar algo no podrás...

Escuchar esas palabras fueron dolor puro para Sting, quien automáticamente volvía a darse cuenta de que su hermana estaba fallecida. Suspiró y siguió escuchando.

―He allí la gracia del saber el futuro, quizá no puedas evitarlo, pero puedes desviarlo ―exclamó Mavis mientras lanzaba sus cartas de tarot recién terminadas―, no voy a negar que somos dueños del destino tanto como somos esclavos del mismo.

―Depende de cada uno moverse con delicadeza, tratando de que las cartas te adviertan y te sirvan para esquivar algún que otro obstáculo. Claro que las personas normales no tienen esa posibilidad, van tropezando siempre con la misma piedra y cometiendo errores tan similares, que poco a poco destruyen su propia vida.

  ―Es como si los humanos normales, quienes no ven la magia o no creen en el destino, se mueven a lo tonto. Esperando a que algún Dios les de las respuestas o los lleve a la paz; son ingenuos, van caminando directo a un pozo inevitable, pero son tiernos ―ríe sonrojada―, creen que en el amor el destino sí es bueno, pobres.  

― Es una forma muy interesante de ver cosas tan simples, hay mucha ironía en algunas cosas, pero bueno... ―Dice Zeref admirando a Mavis, quien ríe.

―Que ironía que ahora me quieras tanto. ―Musita Mavis sorprendiéndolo, Cana suspira.

― Mavis, ¿tú no te desviarás en tú futuro?

―En lo absoluto. Tengo que encontrar los príncipes que menciona el libro de Acnologia... ―Sting arquea sus cejas, recuerda aquello perfectamente.

Se trataba de una vieja historia que Mavis les contaba antes de dormir a Lucy y él; trataba sobre una reina muerta que iba reuniendo príncipes para proteger el mundo desde otro que estaba cargado de locura, y donde el sufrimiento era diversión. Acnologia era el seudónimo de quien lo escribió.

―Vamos, tienes que explicar algo más, mamá... ―Susurraba Sting acercándose, pero de repente pisó una rama y se hizo escuchar.

Los ojos de Mavis se abrieron como si fuesen dos platos, miraba fijamente a Sting.

― ¿Qué miras, Mavis?

―Hay alguien enfrente, ¿no lo ven? —Ambos niegan.

Sting retrocede lentamente, pero Mavis corre a donde él.

―Uno de los príncipes...―Musita levantando su mano hacia el rostro de él, Sting traga saliva.

―¿Vienes del futuro?―Esa pregunta hace que Sting comience a despertar.

Frente a él todo se desvanece, y sus ojos se abren observando su mundo una vez más.

―Eso no fue un sueño normal... ―Dijo mientras llevaba su mano derecha a su frente, dando masaje a su ceño.

―No, cuando sueñas viajas al pasado. ―Exclamó una voz que lo hizo saltar rápidamente, provenía de Rogue. Lo estaba mirando desde arriba.

― ¡¿Qué demonios haces aquí!? ―Grita mientras lo empuja con todas sus fuerzas.

―Venía a despertarte, no es bueno que duermas. Tienes habilidades que no se pulen del todo, Sting. ―Explicó Cheney mientras suspiraba, parecía preocupado.

―No tienes porque preocupa...

―¿Sabes lo impresionante que sería, que por no pulirlas termines en el limbo? ―La mirada de Rogue si que mostraba locura, su sonrisa como siempre deslumbraba de euforia.

Sting tragó saliva. ―¿Estás seguro que tú arcano no es el loco?

―Ya te dije que soy algo similar ―Rogue se levantó y le tendió la mano―, somos muy opuestos. ¿No crees?

―Diría que somos demasiado opuestos, pero no viene al caso...

―Solo quería decirlo. Suena bien decir ''somos muy opuestos'' ―Rogue meneaba su cabeza― ¡O algo mejor!

―¿Decir qué somos apuestos? ―El joven rió y lo levantó de un sopetón.

―Tan opuestos que deberíamos de ser uno. ―Esas palabras inesperadas tan típicas de Rogue cada vez erizaban más la piel de Sting.

Una persona miraba escondido tras un árbol, mientras observaba sus brazos, llenos de cicatrices.

―A mí nada me ata al mundo humano, ¿para que iría? ―Se preguntaba mientras comenzaba a cortarse donde había marcas.

La sangre caía poco a poco, mientras él relamía sus labios y toleraba el dolor; su piel estaba tan dañada que ya no se podía descifrar si se cortaba hace mucho o poco tiempo.

  ― Ellos nunca saben, yo realmente crucé la línea primero... 

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