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📅DOMINGO 10 DE ABRIL DE 2022

📅 AL DÍA SIGUIENTE

Carlos salió del coche y se subió a su asiento, llevando sus brazos al cielo. Había ganado su segundo premio de la temporada. De salir décimo a ponerse el primero, y en sólo un par de vueltas. El público gritaba enfervorecido por su hazaña y aún más los tiffosi, fieles seguidores de Ferrari. De un salto, aterrizó en el asfalto. Se quitó el casco dándolo a alguno de su equipo. La buscó con la mirada. Le había dicho que quería que estuviera allí cuando se bajara de su puto coche, y la castaña cumplió su promesa.

Se dirigió con paso firme sin hacer caso omiso a quienes los felicitaban. Solo tenía ojos para ella. En cuanto llegó a su lado, la agarró de las caderas y alzándola del suelo, la besó apasionadamente para deleite de los paparazzi. Se recreó en su boca menos de lo que hubiera querido y aspiró su aroma afrutado.

- Eres el mejor –le dijo ella muy contenta por su victoria- estoy muy orgullosa de ti.

Orgullo. Una palabra que hacía tanto tiempo que no escuchaba, que el hacerlo en sus labios, le produjo una enorme satisfacción. La dejo en el suelo y después de darle un corto beso en los labios, continuó con el protocolo del campeón. Ir a realizar las entrevistas pertinentes, fotos con los patrocinadores y en unos minutos, recibiría su trofeo.

- Ayer cuando acabó la qualy, estaba hecho una mierda y pensé que mataría a alguien, y míralo, el cabrón ha ganado –Charles pasó uno de sus brazos por el hombro de Karisa viendo ambos como Carlos subía al pódium- ¿tienes idea de que le ha motivado tanto?

Karisa rio y le dio un pequeño codazo a Charles intentando esconder su sonrojo. Recuerdos de lo que hicieran la tarde anterior, le produjeron un sofoco, pues, la chica no olvidaba como las manos de Carlos habían estado por todo su cuerpo y como ella lo había cabalgado cual experta amazona.

- Te estás poniendo colorada Karisa –le advirtió Charles con diversión. Se imaginaba lo que había pasado entre ellos pues el rostro de su compañero estaba más relajado esta mañana y no mostraba signos de tensión como otras tantas veces.  

- Es por los nervios de la carrera –le contestó ella medio riéndose.

El monegasco la miró alzando una de sus cejas encontrándose con la mirada divertida de ella. Le gustaba verla así. Aún recordaba la noche que se conocieron. Como ella casi ni hablaba y no digamos lo de sonreír, algo que ahora hacía cada vez más a menudo.

Miraron como Carlos levantaba su trofeo. Sus brazos al aire, buscando tanto a su amigo como a Karisa. Los señaló con sus dedos y luego se llevó la mano al corazón emocionado.

- Perdona, ¿eres la novia de Carlos Sainz? –un grupo de chicas se acercó dónde estaba Karisa, bastante curiosas por conocerla. 

- Sí, soy yo -respondió ella con orgullo a la rubia que preguntaba. Ya no le importaba admitir que lo era, y de paso, alejar a las tías que le iban detrás. 

- Pues que sepas que me lo he follado. 

📅 MÁS TARDE

Karisa estaba sentada en el césped, frente al lago que había cerca del circuito de Albert Park. Soplaba algo de brisa y ésta le revolvía el pelo hasta casi pegárselo a la cara. Puso sus manos en la hierba y miró hacia el cielo entrecerrando sus ojos por culpa de los rayos de sol. Suspiró y se maldijo por no haber sido capaz de contestarle a la chica. Sus palabras fueron tan inesperadas e iban con tan mala intención, que Charles tiró de ella para sacarla de allí y que la cosa no pasara a mayores.

Después de lo vivido ayer con Carlos, lo de esa rubia lo había estropeado todo, hasta el punto que le dijo al monegasco que quería estar un rato a solas. Bueno, no tan a solas pues Karolo estaba a unos metros de ella vigilándola.

- Te has ido antes de que terminara –la voz de Carlos removió todo su cuerpo y la hizo temblar ligeramente.

Ni siquiera se movió, pues no era capaz de mirarlo a los ojos. Así que él, acabó sentándose a su lado admirando el paisaje que había frente a si. Carlos le apartó el pelo de la cara y uno de sus dedos se posó en su barbilla girándola poco a poco hasta que lo mirara. Sus grisáceos ojos estaban apagados de nuevo, sabiendo la causa de la pérdida de ese brillo.

- Charles te lo ha contado, ¿verdad? –le preguntó ella más como una afirmación que otra cosa.

- Lo hizo sí –le respondió Carlos mordiendo su lengua- te encontrarás muchas tías que digan que se han acostado conmigo.

- Oh, genial –contestó ella haciendo un aspaviento con su mano- seguro que de esas "muchas" hay "algunas" con las que si lo has hecho.

- ¿Y? –le contestó él con un tono algo prepotente en su voz. Que Karisa le reclamara algo le divertía, pero, a la vez, le molestaba. No estaba acostumbrado a que nadie le pidiera explicaciones sobre su vida, y menos una mujer. 

- Nada, nada. No es nada –los ojos de Karisa parecían refulgir con una mezcla de rabia y frustración, y la actitud de Carlos no ayudaba nada a dejar de sentirse así.

- Que yo sepa no tengo que darte explicaciones de a quién me he follado -le recriminó él con un tono de voz bastante frío. 

Karisa pegó un respingo aún sentada en el césped. Apretó sus puños y lo miró mordiendo su lengua, pues si no lo hacía, iba a decirle algunas cosas de las que luego se arrepentiría.

- ¡Claro que no, Carlos! No tienes porqué contarme nada. Realmente me da igual. Como si te quieres ir ahora mismo a buscar a la rubia.

La chica se impulsó con sus manos poniéndose en pie dispuesta a volver al circuito y buscar a Charles o a Pierre para que la llevaran al hotel.

- No te da igual, porque si te diera no estarías así –Carlos también se puso en pie y empezó a caminar detrás de ella. En cuanto habló, Karisa se dio la vuelta encarándolo pues no le iba a tolerar ciertas palabras.

- ¿Y cómo estoy? -el viento le estaba alborotando el pelo, algo que la llevó a apartárselo de un airado manotazo. 

- Celosa -le respondió con determinación, algo que la enfadó más si cabe. 

- Oh, por dios. Se ve que todo lo que me pasa es por celos.

Karisa siguió caminando con pasos cada vez más furiosos. Carlos la agarró del brazo tirando de ella para tenerla más cerca de su pecho. Ella intentó resistirse poniendo sus manos en su estómago, pero él era más fuerte y casi no tuvo que hacer ningún esfuerzo para tenerla pegada a él.

- Me encanta que tengas celos chiquita –Carlos acercó su boca a su oído y besó el lóbulo de su oreja muy lentamente. Un pequeño escalofrío recorrió la nuca de Karisa teniendo que reprimir un jadeo a causa de lo que la lengua del madrileño le provocaba.

- No estoy celosa, sólo es que me jode que hayas estado con otras antes que conmigo.

La confesión de Karisa dejó a Carlos descolocado. Dejó de besarla y contempló como sus ojos grisáceos lo miraban con ternura. Sin un atisbo de maldad en ellos. Solo pureza, dulzura y todo lo que él pudo desear alguna vez. Todo en ella. Karisa se acercó a él y puso sus manos a ambos lados de su cuello. Una sonrisa algo traviesa, y si, un poco avergonzada, se instaló en su rostro.

- Carlos.

- Dime.

- Estoy deseando que hagamos el amor otra vez.

Sus palabras lo atravesaron como un cuchillo. O peor, como si fueran una bala. Amor. Ella hablaba de amor. Una palabra que le daba un miedo atroz y que si, odiaba porque nunca la había sentido ni quería sentirla. El miedo y la puta realidad de lo que él era, fueron los que le golpearon con crudeza. Ella no podía enamorarse de él. Ni él de ella. El amor no tenía cabida alguna en su vida. Eso era algo que había asumido hacía tiempo y que no cambiaría por más que Karisa fuera la única mujer que hubiera dejado entrar en su vida. Porque tenía que protegerla. Y lo primero que debía preservar, era su corazón.

- Será mejor que nos vayamos –le dijo él separándola de su pecho, algo que confundió a Karisa más si cabe.

- Carlos –Karisa observó como le expresión de su rostro había cambiado y ahora era otra más fría.

- En un rato hay una fiesta para el campeón de la carrera. No quiero llegar tarde.

Carlos le puso una mano en su espalda y le dio un pequeño empujón para que avanzara delante de él. Ella así lo hizo y ésta vez sin mediar palabra. Sentía que algo había dicho o hecho que le había provocado ese estado. Y lo que más odiaba Karisa, era no saber que era.

Caminaron en silencio hacia el circuito donde un coche los esperaba. En cuanto se montaron, cada uno desvió su mirada hacia otro lado. Karisa no podía aguantar más así y le habló mientras él conducía.

- ¿Qué ha sido Carlos? ¿Qué te he dicho para que estés tan enojado? -le preguntó bastante confundida pues aún no entendía la reacción de Carlos. 

- Déjalo Karisa –murmuró entre dientes el madrileño instándola para que se callara. No quería empezar una discusión de la que sabía que él ganaría, pues tenía las palabras justas para hacerlo, y si, para dañarla por el camino. 

- Vale, lo dejaré.

Ella cruzó sus brazos y siguió sin hablarle el resto del camino. Deseaba llorar. Refugiarse entre las sábanas de su habitación y desahogarse hasta quedarse sin lágrimas. Odiaba tanto que él la rechazara. Se sentía tan indigna de él cuando pasaba esto.

Llegaron al hotel con rapidez y en menos de lo que pensaban estaban en el pasillo que los llevaba a sus respectivas habitaciones, una al lado de la otra y solo separadas por una pequeña puerta.

- Me duele la cabeza –le dijo Karisa a Carlos en la misma entrada de su habitación- que te lo pases bien en la fiesta.

- Lo haré.

Solo dos palabras y él desapareció dentro de su cuarto sin ni siquiera mirarla. La pequeña Karisa entró en el suyo y corrió hacia la cama para arrojarse en ella y llorar con desconsuelo.

Y lo peor de todo, es que Carlos la estaba escuchando detrás de esa pequeña puerta. Y si, se sintió como una mierda por ser el culpable de que ella llorara. Pero era mejor romperle el corazón a que un día estuviera muerta.

📅 MÁS TARDE

- Te pegaría por ser tan gilipollas –Charles arremetió de nuevo contra Carlos. Su compañero le  había contado lo que había pasado con Karisa y el monegasco lo miraba ahora bastante resentido. 

- La estoy protegiendo –enfatizó cada una de sus palabras para que, al decirlas en voz alta, él mismo acabara convenciéndose de que lo que hacía era correcto.

- De ti mismo, por supuesto. Me alegro que por fin tengas las cosas claras con ella –le dijo Charles dándole una palmada en el hombro.

- Gracias, Charles, me alegro de que me entiendas.

- ¡Pues claro amigo! No te la mereces ni un solo puto segundo. Es demasiado para ti. Y seguro que por ahí hay miles de tíos que le bajarían la luna, porque es lo mínimo que se merece.

El monegasco lo miró con dureza intentando que sus palabras hicieran mella en él y que se diera cuenta de la estupidez tan grande que estaba haciendo con la chica.

- Charles –le advirtió Carlos con un suspiro de fastidio. Él era la única persona a la que le consentía que le hablara así.

- Los cojones, Carlos. Dices que no quieres que ella se haga ilusiones contigo y que espere algo que tú no puedes darle, cuando ni siquiera ella te lo ha dicho. No quieres involucrarla más en tu mundo, cuando ella viene de ese puto mundo donde tú la sacaste. A ti lo que te pasa es que tienes miedo de querer a alguien y de que te quieran. Y a veces hay que arriesgarse. Y esa chica vale correr el riesgo.

Charles apuró su copa y dejó a Carlos solo en la barra del local donde se celebraba la fiesta en honor al campeón de la carrera. Divisó a Pierre bailando en la pista junto a Lando y Daniel y fui hasta allí para sumergirse en sus desenfrenados bailes.

Mientras, Carlos, procesaba cada una de las palabras que su amigo le dijera, pensando si tal vez, no tendría razón y estuviera cometiendo un error con Karisa.

Aunque su vida misma era un error y el pensar en arrastrar a otra persona a esa mísera vida hacía que se le revolviera el estómago. Más si era ella. 

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