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ℙℝÓ𝕃𝕆𝔾𝕆

La mafia rusa, Bratvá o mafia roja son nombres usados a menudo para designar una gama de organizaciones del crimen organizado, originarios de la ex Unión Soviética. Son activos en la mayoría de los sectores de la sociedad rusa.​ Los criminales rusos son también activos internacionalmente en el comercio ilegal de petróleo, tráfico de personas, narcotráfico, tráfico de armas...

El líder de la Bratvá, tiene una posición privilegiada en la vida oculta del país. Todos saben que existe, pero ninguno quiere decir quien es. Se rodea de los mejores. Leales. Morirían por su jefe. En esa posición de poder, él no está solo. A su lado, tiene varios Vor, o jefes afines a él que se han ganado a pulso su título.

Una vez que trabajas para ellos, es difícil que dejes de hacerlo. Tu deuda será para siempre, a no ser que la pagues con tu vida.

Será Carlos Sainz, piloto de Fórmula Uno, el que deberá pagar esa deuda sino quiere perder a su padre. Dejará de ser ese ángel, para convertirse en el peor de los demonios.

Será ella, la que le haga plantearse hasta donde está su límite. La que le hará decidir si arrasa con todo o acaban con él.

Malas decisiones.

Codicia

Poder

Dinero

Sexo

Nunca puedes escapar de la Bratvá. Siempre habrá algo más aunque tú no lo quieras.

Y ese algo más, es ella.

La tentación está ahí, al alcance de tu mano.

¿Querrás salvarla?

¿Querrás ser el héroe?

O por el contrario, ¿te dejarás llevar por tus pasiones y sucumbirás a su lujuria?

NARDIÁN

Donde la palabra Jamás, está prohibida.

📅 Navidad de 2021

📍 En algún lugar al este de Europa...

Los sollozos de las tres mujeres le estaban taladrando la cabeza. Por más que le había ordenado que se callaran, ninguna de ellas parecía querer hacerlo. Llorar y lamentarse. Llorar y suplicar. Así durante una odiosa media hora. Y ya estaba cansado. Con su mano libre se masajeó la sien emitiendo un suspiro fastidiado. Estaba deseando volver a la puta mansión . Tomarse una pastilla, largarse lo antes posible de allí y pasar el resto de las fiestas planeando sus próximos proyectos. Movió su pistola y al hacerlo, las mujeres gritaron asustadas. Temían que en cualquier momento el arma se disparara sobre ellas.

- ¡Por favor! ¡Se lo ruego Vor! ¡Apiádese de nosotros!

Intentaba aparentar indiferencia y que los ruegos no le afectaran. Ser esa persona fría. Ese demonio sin alma que todos sabían que era. Pero lo cierto es, que todo esto, le sobrepasaba. Odiaba ser el ángel ejecutor. Aquel que cuando te visita es porque sabes que jamás volverás a ver la luz del sol. Unos decían que era un ángel y otros que un demonio.

Pero ambos venían del mismísimo infierno.

Él no quería ser esto. Tenía sus manos manchadas de sangre. Su corazón era oscuro. Le tenían miedo. Temor. Se había ganado el respeto y admiración de sus enemigos. Aunque él sentía que seguía viviendo una vida que no era la suya. La que tuvo que elegir. La que le hicieron hacerlo. O era eso o pagar eternamente su deuda.

¿Era más fuerte? Claro que lo era.

E inmune al fracaso.

Al dolor.

Al amor.

A todo lo que implicara exponer su maldito corazón.

Miro a la familia que imploraba misericordia delante de él. Nunca tomaba decisiones precipitadas y ellos merecían el castigo.

- ¡Despídete de tu familia Anatoli! -sus palabras iban dirigidas al padre de familia, el cual, emitió un grito ahogado para verse rodeado a los pocos segundos por los brazos de las mujeres de su casa.

Esto debería haberlo conmovido y quizás, darle el perdón que tanto había suplicado. Pero ese cabrón había engañado a la Bratvá para lucrarse él mismo a escondidas de la organización. Pero, las calles tienen ojos y oídos en todas partes y pronto su líder se enteró del pequeño negocio clandestino del hasta ahora humilde panadero.

- ¡Por favor! ¡Os lo ruego! Tened piedad de mi esposa y mis hijas. Ellas no han hecho nada -su cuerpo se dobló hasta casi rozar los zapatos del Vor. Sus manos rodearon sus tobillos y él, en un rápido movimiento se deshizo de ese agarre asqueado. Odiaba que rogaran. Era lo último que hacían. Lo primero, negar los hechos. Todos mentían hasta el momento de su muerte.

- Tranquilo. Que ellas no morirán hoy. Tiene que haber alguien que se encargue de tu entierro

Hizo un gesto imperceptible con su cabeza a uno de los hombres que le acompañaba, este, se situó detrás del panadero. Apuntó con su arma a su cabeza y ésta fue atravesada por un tiro limpio y certero. Anatoli había pagado por sus pecados.

Las mujeres gritaron y lloraron siendo conscientes de lo que acababa de suceder. El cabeza de familia había muerto. La Bratvá siempre cumplía sus amenazas.

El Vor, un tipo castaño de pelo casi oscuro, se dio la vuelta dirigiendo sus pasos hacia su vehículo. La cabeza le dolía cada vez más y después de esto, necesitaba un buen trago de Ron que le ayudara a mitigar ese dolor.

- ¡Eres un monstruo! ¡Un puto asesino! ¡Arderás en el infierno!

- De allí es de donde vengo, niñata -le respondió sin apenas inmutarse

- ¡Hijo de puta!

El grito de la hija pequeña enrabietada por el asesinato de su padre, le hizo girarse y encararla. Lo miraba con desprecio y asqueada de sus actos. Él soltó una carcajada consiguiendo que su furia sobre él aumentara aún más. Las palabras que le destinaban hacía tiempo que no le afectaban.

- Tú y tu hermana tenéis tanta culpa como tu padre. No creas que no sabemos que vendías pastillas a tus compañeros de Instituto -las palabras amenazantes salieron de su boca consiguiendo que la adolescente empezara a temblar de miedo- ten cuidado con lo que haces niña, o la próxima vez, no habrá quien os llore a ninguna

Guardó su pistola en la cinturilla de sus pantalones y con un gesto de sus manos, le indicó a sus hombres que abandonaran el lugar.

La deuda ya estaba saldada. La muerte era el precio. No se puede morder la mano que te da de comer. Y más si esos dedos son de la Bratvá.

Y en otro lugar... a ella esos dedos le apretaban las muñecas impidiéndole salir de la habitación. Una mano fue levantada y estrellada contra sus mejillas. Se mordió los labios intentando no llorar. Era una experta en hacerlo. Muchos años de experiencia. De vejaciones. Solo por ser quien era. Y todo por culpa de las altas expectativas de su familia.

- ¡Gracias al cielo que por fin hoy voy a perder de vista tu puta cara! ¡Vístete! No te lo diré más veces Karisa

La regordeta morena la soltó de un tirón haciéndola trastabillar. Encima de la austera cama había un vestido amarillo de los que llevaban las furcias que se paseaban por el sótano de la mansión. Unas botas rojas tenían que complementar su vestimenta. Se tragó las lágrimas y empezó a quitarse la poca ropa que llevaba, bajo la mirada lasciva de la mujer. Llevaba meses aguantando sus insinuaciones. Como la miraba y la tocaba a cada ocasión. Y aunque sabía que no podían dañar a la muñequita, a la obesa mujer le encantaba ponerla nerviosa y aprovecharse de su miedo.

Y eso era algo con lo que ella tenía que vivir cada día de su vida.

El miedo a no despertar a la mañana siguiente.

- Esta noche se te acabaron los putos privilegios. Los pocos que tienes se terminan ahora. Ahora si vas a saber de verdad lo que es el infierno.

Quería que sus palabras no la hirieran, pero, por más que intentaba disimular, no era así. Tenía miedo. Aunque bueno, nunca dejaba de tenerlo. Era lo que marcaba su vida desde que la llevaron a este oscuro lugar de perversión. Se puso el vestido y se sentó en la cama poniéndose las botas. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y le castañearon los dientes. Su destino estaba sellado al parecer. Su puto destino. El que estaba marcado desde el momento que nació.

- No tengo todo el día -le gritó una vez más la oronda mujer. Le hubiera encantado aprovecharse de la chica una vez más y tal vez lograr lo que tanto ansiaba desde que le asignaron su cuidado.

La chica se puso en pie con toda la dignidad que pudo, aunque esta era bien poca. Se miró de refilón en el espejo de la habitación consiguiendo que se le revolvieran las tripas. Casi no reconocía a la imagen que le devolvía el reflejo. La habían maquillado en exceso y ahora si que parecía una ramera. Tocaron a la puerta y todo su cuerpo se puso en tensión. Era la hora.

Dos hombres aparecieron en la habitación para escoltarla abajo. Donde estaba el infierno. Pasó al lado de su carcelera y ralentizó sus pasos para poder dirigirle unas últimas palabras con todo el odio que guardaba por ella.

- Algún día, tendrás tu merecido. Eres asquerosa. Y ojalá alguien te saque las tripas y te desangres como la cerda que eres

Tiraron de ella para sacarla de allí, pues hoy ella era la atracción principal.

Porque ella se había convertido en un problema.

Y los problemas, hay que atajarlos de raíz.

⚠️ Esta historia contiene contenido adulto. En ella encontrarás escenas +18 de sexo explícitas, comportamientos violentos y lenguaje adulto (vulgar pero que muy vulgar).

⚠️ Es una historia de ficción que no pretende ensalzar ni normalizar ciertos comportamientos que suceden en ella, por favor, separad la realidad de la ficción.

⚠️ Se trata de una intensa historia romántica cuyos personajes viven al límite y algunos no le temen a nada.

⚠️ Esta historia será bastante fuerte en cuanto a contenido y lenguaje, pero os prometo que no os vais a aburrir.

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