Capítulo 66 (Parte 1)
Un año después...
Los planes del jodido destino:
1 Octubre
9:30 am
Se supone que el destino lo tiene todo planeado, pero los años de experiencia que llevo compartiendo con él me han enseñado que no es más que una simple mentira ideada por aquellos con temor a la incertidumbre del futuro. Comienzo a creer que el destino en realidad está más perdido que todos nosotros, y que se divierte mostrándonos caminos confuzos para que nos perdamos junto a él. Probablemente se está riendo de nosotros en este momento.
¿Lo escuchas? Somos su show de chistes, una comedia escrita a medias. Quisiera odiarlo, pero en su lugar también me reiría...e incluso más fuerte de lo que se ríe él.
El destino es tan jodido que separa a corazones que se aman con locura, pero es tan enredado que el que esas dos almas se vuelvan a encontrar siempre será una posibilidad. Después de todo, da tantas vueltas que te puedes marear, y tantos saltos que te puedes confundir...Y hablando de saltos, a ella solo le quedaba una piedra por saltar.
Aterrizó justo frente a la puerta de esa casa y celebró su logro con un pequeño aplauso. A Cloe siempre le costó saltar todas las piedras de caminerias como esa sin tropezar, asi que era algo digno de admirar. Aunque ese no fue su logro más grande del día. No. La mayor hazaña que había realizado en un año fue pisar Los Angeles esa misma mañana luego de tantos meses alejada de ese lugar.
Un año atrás, Cloe tomó la decisión más dura de su vida: dejó ir al hombre que amaba para poder amarse a sí misma. Supo que alejarse de Gabe seria complicado, que les dolería encontrarse en las calles e intentar ignorar todo lo que sentían sería imposible, así que ella empacó los pedazos de su corazón roto y volvió a Detroit. Ahí, se propuso recuperar a la Cloe que había perdido entre espejos y lágrimas ¿La consiguió? Pues, creo que la sonrisa que estaba en su rostro en ese instante es un gesto que dice más que mil palabras.
Cloe no solo se recuperó a sí misma, sino que usó los pedazos de su corazón roto para construir una mejor versión de sí.
Fue un año en el que aprovechó para ayudar a Margaret con el programa y sus margaritas, para ayudar a su prima en la floristeria, para conocer a sus nuevos sobrinos y sobrina, y para alimentar a un pez dorado que tomó el lugar de otro que murió de tanto ser extrañado...Pero a este tampoco le puso nombre; fue un detalle que simplemente olvidó.
Y ahora, trescientos sesenta y cinco días después, regresaba al lugar que tantos recuerdos le traía. Sintió orgullo por mantenerse firme a pesar de las memorias tristes que la invadían, esas perdidas que todavía dolían pero comenzaban a cicatrizar. Aun seguía fresco en su subconsciente el recuerdo de una chica fea que, sin quererlo realmente, se convirtió en su cómplice en algún momento...Y no puedo mentirte, quizá la extrañaría toda su vida. Pero estaba bien, aprendió a vivir con ello.
La nueva Cloe no solo era alegre, risueña, excentrica y completamente loca, sino que también era lo suficientemente fuerte como para cargar con los pesos de sus tristezas y alegrías al mismo tiempo. Finalmente, sentía que su vida retomaba el equilibrio que alguna vez perdió...
Pero no te mentiré, todavía sentía curiosidad sobre los giros que el destino tenía preparado para ella.
Una brisa fresca alborotó a los mechones rebeldes que caían de su moño desordenado y ella ni siquiera consideró en peinarlos. Emocionada, tocó la puerta de la casa y esperó ansiosa a que alguien la abriera. Sus hoyuelos a duras penas si cabían en sus mejillas y te puedo asegurar que casi escaparon de su cara en el instante en el que vió ese par de ojos azules pálidos que la recibieron en la entrada.
—¡Descorazonada mía! —exclamó ella, feliz de ver de nuevo a su mejor amiga. Alzó los brazos y amenazó con lanzarse hacia ella en un abrazo, pero Lilian se hechó hacia atrás al instante. Sostuvo con más fuerza al bebé en sus brazos y miró a Cloe ligeramente alarmada.
—¡Sh, Clo! Vas a asustarlo —dijo, meciendo al niño de ojos azules luego de que este se inquietara por ese grito repentino —. Él se alarma por sonidos fuertes así que, si llega a llorar, serás tú quien lo calme.
—Ah, yo también te extrañe, Lilian. Me hizo tanta falta tu dulzura que creí que moriría sin tu presencia.
Lilian soltó una pequeña carcajada ante ese obvio sarcasmo. Meció un poco más al niño de tan solo dos meses y dejó un beso en su mejilla regordeta antes de fijar toda su atención en su amiga. A pesar de la ausencia de Cloe en L.A, la última vez que ambas se vieron fue un mes después en el nacimiento de ese bebé de ojos curiosos. Aun así, seguía siendo mucho tiempo en el que las dos margaritas se hicieron mucha falta la una a la otra.
—Me da tanto gusto verte otra vez, Clo —le dijo Lilian, esbozando una sonrisa amplia y demasiado alegre —. ¡Hasta que por fin nos visitas!
—No podía faltar al cumpleaños de mi sobrina consentida —aseguró la castaña que, tras sonreirle a su amiga, esbozó una mueca divertida hacia el bebé —. Y me moría de ganas de volver a ver a este angelito ¡Hola, mi Drew! ¿Extrañaste a tu tía Clo?
—Que le hables a mi hijo como si fuera un cachorrito no hará que te entienda mejor, Clo.
—Oh, cállate. Él y yo nos entendemos ¿Cierto, D?
Lejos de comprender, el niño solo balbuceó en los brazos de su madre y observó a su tía con los ojos bien abiertos. El segundo hijo de Lilian y Derek compartía la misma mirada clara de su madre y hermana, solo que él parecía estar atento a todo y a todos a su alrededor incluso con su corta edad. Heredó los mismos labios cortos de su padre, el color de su cabello, y los pequeños lunares en varias partes de su cuello. Pero, sin duda, lo más adorable de él eran sus mejillas redondas y sus balbuceos inentendibles, o al menos esas eran las debilidades de su mamá.
Cloe sonrió enternecida ante la imagen de su sobrino en los brazos de Lilian. A diferencia de su primera vez, el segundo embarazo de Lili resultó mucho menos traumático y más alegre. Tanto ella como Derek, descubrieron gracias a su hija mayor que adoraban ser padres. Era una tarea complicada, en la que debieron aprender sobre la marcha, pero les encantaba tener esa responsabilidad en sus manos. Así que la llegada repentina de Drew solo añadió más alegría a esa pequeña familia.
—¿Vamos a entrar, o te quedarás mirándome así de raro en la entrada por más tiempo? —cuestionó Lilian, trayendo a Cloe de vuelta a la realidad.
—Descorazonada, sabes que no sería yo si no tuviera mi rareza de accesorio—señaló Cloe —. ¡Pero tienes razón! ¡Entremos! Ya quiero ver a la cosa más linda que tiene este universo.
Quitándole a Drew de los brazos a Lilian, Cloe se adentró en la casa cargando a su sobrino. Era la primera vez que entraba al nuevo hogar de los Osbone, pues se habían mudado hace meses tan solo. La casa resultaba mucho más amplia que su apartamento, pero no por eso menos bella. Habían cuadros coloridos en varios rincones, y notó un par de pegatinas en el techo que seguro se multiplicarían con el tiempo. Sabía que ellos dos no sabían vivir sin tener esas estrellas a su alcance.
Esperó a que Lili cerrara la puerta de la entrada y luego la siguió por el corredor hasta la cocina. El olor a dulce emocionó cada célula de su cuerpo en cuestión de segundos, y las decoraciones sencillas aumentaron el tamaño de su sonrisa. Ni siquiera se detuvo a pensar que, hace exactamente un año, esa tarta de chocolate en la amplia mesa le habría causado temor. En ese instante, solo sintió el fuerte deseo de probar un vocado de aquel delicioso ponqué cubierto de una variedad incalculable de chispas coloridas.
—¿Ya te enamoraste del pastel? —cuestionó Lilian con diversión al tiempo en el que Clo dejaba la bolsa de regalo sobre la mesa. Drew seguía en sus brazos, observando los mechones sueltos de su cabello con atención.
—¿Qué quieres que te diga? Es amor, Lilian.
Y se obligó a ignorar el escalofrío que sintió al pronunciar esa palabra. Esas simples cuatro letras le traían muchos recuerdos de vuelta, y no precisamente agradables.
—Oh, hola Clo —la voz de la hermana menor de Derek hizo presencia en la habitación. Silene le sonrió distraida y se acercó hasta Lilian—. Lilian, ¿me prestas un perfume que no apeste a lavanda? Siento que me estoy ahogando en una primavera saturada. Comenzaré a estornudar por tu culpa.
—Es el único perfume que tengo —dijo Lilian, quien fingió estar arreglando algo en la mesa para no tener que mirarla a los ojos —. Lo siento, princesa.
—Pues, huele terrible.
—Pues, a mi me gusta, y da la casualidad de que a tu hermano tambien.
—Claramente, mi hermano tiene gustos cuestionables; en perfumes y en otras cosas...
—Quizá ¿Es eso un defecto que tienen ustedes los Osbone?
Silene entrecerró sus ojos café hacía su cuñada y se cruzó de brazos tras resoplar con molestia. Lilian levantó la mirada y le sonrió con paciencia, esa que le permitía aguantar a la adolescente y sus interminables indirectas.
A medida en que la princesa Osbone crecía, no solo se volvía más y más bella, sino que también más orgullosa y pretenciosa. A duras penas si aguantaba a Lili; la esposa de su hermano era la única que nunca cedía ante sus caprichos, asi que siempre se había vuelto una pesadilla para ambas tener que juntarse.
Sin querer admitir que su cuñada la había callado, Silene levantó el mentón y se fue de la cocina caminando completamente erguida. Lilian susiró en el momento en el que perdió a la adolescente de vista y, al estar sola con su amiga, se permitió soltar una mueca con los labios.
—Parece que comienza a creer que es una princesa real, no una simple niña que ya es afortunada de tener lo que tiene —le explicó a Cloe —. Silene quiere una corona real, pero es claro que nunca la tendrá y creo que soy yo quien está pagando las consecuencias de sus sueños frustrados.
—¿Le has contado a Derek sobre sus peleas? —cuestionó la castaña, a lo que Lilian negó con la cabeza. Se acercó hasta Drew y limpió con su babero un pequeño rastro de saliva en el labio del bebé, producto de tanto balbucear.
—No quiero molestarlo con niñerías, porque eso son. No me importa lidiar con la adolescencia de su hermana, así dejaré que él aguante la de nuestra hija en unos años. Eso sí que será divertido de ver.
—Uh, eres cruel. Por eso te amo tanto —Lilian soltó una carcajada ante el comentario de Cloe —. Y hablando de la cumpleañera, ¿dónde está?
—Seguro con...
Pero, antes de que ella pudiera terminar, una risa dulce e infantil acompañada de una más gruesa se escuchó desde las amplias puertas francesas que daban al patio. Cloe dejó a Drew en los brazos de Lilian y siguió ese sonido, hasta que encontró a los responsables de todo ese alegre escándalo.
Mientras que Drew compartía la mayoría de sus rasgos físicos con su padre, Linda Osbone los compartía con su madre. Tenía los mismos labios finos, la misma nariz chica y recta, la misma mirada, y el mismo tono de piel claro que tenia Lilian. Con tan solo un año de edad, era una niñita risueña a la que se le achicaban los ojos cuando reía. Sabía unas pocas palabras, pero las decía siempre que podía y con todo el entusiasmo que cabía en su pequeño cuerpesito.
Es más, todos los que conocían a la pequeña Lid—apodo con el que se referían a la bebé— aseguraban que, dentro de unos años, seria imposible callarla, tal y como era imposible callar a su papá.
Cloe la encontró riendo, escapando con torpeza de Derek. Él la perseguía con cuidado, pues ella aún daba pasos en falso, pero ambos parecían estar pasándola de maravilla con ese juego. Los vió seguir de esa manera por unos minutos, hasta que su papá la atrapó y la alzó en sus brazos, logrando que su risa aumentara y que sus ojos se achicaran aún más. Solo entonces, Derek se dio cuenta de que tenía la mirada de su mejor amiga sobre él.
Él sonrio de esa forma en la que sus ojos se achicaban tal y como los de su hija. Las ondas de su cabello estaban alborotadas, y las de Lid habrían estado igual de no ser por el lazo que ataba su corto cabello chocolate. Este hacia juego con ese vestido azul que resaltaba su ternura e inocencia.
Lid Osbone era preciosa, nadie en su familia se cansaba de notarlo...
—Bueno, bueno, pero mira lo que trajo el viento —dijo Derek, sin disimular su alegría por ver a su mejor amiga.
—La verdad, me trajo un avión —respondió ella, caminando hasta su encuentro —. No fue el viento, nerd.
—En teoría si fue el...
—¡Tiii! —al ver que no le estaban prestando atención, Lid llamó a su tía y extendió sus brazos hasta ella —. ¡Upa! ¡Upa!
Cloe le sonrió a su sobrina y la atajó en sus brazos cuando ella prácticamente se lanzó a su encuentro. A duras penas si notó el instante en el que Lilian se acercó hasta ellos con Drew entre sus brazos, pues se enfocó en las palabras que salían de la boca de Lid. La niña hacía sonidos y se reía de si misma, luego hablaba y fruncía sus labios cuando le costaba decir algo. Ella era un espectáculo, un muy bonito espectáculo.
—¡Cielos! Has aprendido mucho desde la última vez que te vi —dijo Cloe, besando la mejilla de su sobrina. Ella le devolvió el beso e hizo un sonido con su boca que le causó gracia —. ¡Feliz cumpleaños, cosita linda! ¡Te amo, sobrinita bonita!
—¡Te amo, te amo! —repitió la niña, feliz de ver una sonrisa tan amplia como la de su tía. Luego, volteó hacia sus padres y les dijo dos palabras que los derretían —. ¡Te amo!
— ¡Oh! ¡Y yo te amo a ti, mi niña! —exclamó Derek, practicamente babeando ante la ternura por su hija. Luego, suspiró —. Ah, duele tanto saber que está creciendo...
—Está cumpliendo un año, nerd —dijo Cloe con diversión —. No está por ir a la universidad, asi que no hagas de esto un drama.
—Déjalo, él es un caso perdido —habló Lilian.
—¿Yo? Espera, espera ¿Acaso fui yo el que lloró esta mañana?
—Sí, si fuiste tú. Deja de fingir que fui yo cuando tu montaste un espectáculo y practicamente le rogaste a los niños que dejaran de crecer.
—¡Y al parecer no me escuchan! Es decir, solo mira a Drew.
—Tiene dos meses, nerd.
—Ya, pero creció mucho —él volteó y observó a su hijo, quien miraba todo a su alrededor —. ¿Está interesante el mundo, campeón? —claro que el bebé no entendió y solo balbuceó en el momento en el que su padre lo cargó —. Ellos dos hacen que el tiempo pase más rápido...
Claro que el tiempo no existe, ¿recuerdas? Es solo un invento para explicar nuestra existencia, para sentirnos seguros y tener el control. Así que, en teoría, todo el tiempo que Cloe pasó alejada de ese lugar, no existió...
O capaz solo estoy sacando conclusiones sin sentido, no lo sé.
Tanto Lilian, como Cloe, negaron con diversión ante la mueca de dolor que esbozó Derek. Su esposa lo observó con especial cariño y dejó un beso en su mejilla, cambiando la mueca por una sonrisa. La castaña sintió una alegría instantánea al verlos de esa forma, pues era la forma exacta en la que merecían estar. Así, felices, sin dramas, ni inseguridades, eran la descorazonada y el nerd que ella tanto quería ¿El año pasado? Eso solo fue una excepción.
El año pasado fue una excepción en muchos sentidos...
Apartó esa idea de su mente y, tras dejar un beso en la mejilla de su sobrina, la dejó en el suelo para que ella pudiera caminar con libertad. Mientras Lid daba vueltas alrededor de sus padres y su tía, Cloe captó la sonrisa de su nerd favorito. No tuvo que adivinar que comenzaría a hablar en ese instante.
—No sabes lo felices que estamos porque estes de regreso, friki —le dijo Derek, rodeando a Lilian por la cintura.
—Exagerados, no es como si me hubiera ido de sus vidas —dijo ella, sonriendo levemente —. Tan solo me alejé de L.A, nada más.
—No te sigas mintiendo a ti misma —señaló Lilian —. Los Angeles nunca fue el problema. No escapaste de un lugar, Clo, escapaste de una persona...
Cloe suspiró y se rodeó a sí misma en una especie de abrazo personal. Era cierto, y supo que si Lilian se lo recordaba era porque su amiga la estaba preparando para algo. Observó los ojos pálidos de Lili, quien le dedicó una sonrisa ladeada que habló por sí sola. Al entender el mensaje que le estaba enviando, Clo dejó de abrazarse y soltó un resoplido.
—Ya basta, descorazonada —le dijo —. Deja de verme así y di lo que llevo intentando ignorar desde que llegué.
—Gabe vendrá hoy —soltó su amiga —. Lo siento, Clo, pero ya no pueden seguir evitándose.
— No lo llamaría evitar, es solo que casualmente no coincidimos en un año...
—Friki, los dos han hecho lo posible por no verse por meses —señaló Derek, meciendo a Drew en sus brazos —. ¿O fue una casualidad el que no asistieras al bautizo de Tyler luego de saber que Gabe era el padrino?
—Bueno...
—Y él no fue a conocerlo el día en el que nació solo porque sabía que estabas ahí, ¿eso también fue una casualidad? —continuó Lili —. Lo mismo ocurrió con Drew y, cuando él salió con Silvana...
—¿Salió con Silvana? —cuestionó Cloe, sorprendida.
—Un par de veces, hace varios meses ya, pero le dijo que no conseguía olvidarte y que no era justo seguir con ella cuando solo pensaba en tí, o algo así. En resumen, quedaron como amigos y él salió con ella por despecho.
—Que es lo mismo que hiciste tu con Cameron —le recordó Derek —. ¿Cuánto duró eso? ¿Cómo un día y medio?
—Una noche y media, amor.
—¿Ves? Patético, friki, muy patético.
—Bueno, bueno, ya basta —los detuvo Cloe —. Entendí su punto, es obvio los dos hemos hecho lo imposible por olvidarnos.
Intentaron arrancar las páginas de su pasado, de su historia de amor, pero olvidaron que el pasado no se debe pasar por alto. Las letras del ayer siguen formando parte de este largo cuento llamado vida y, aunque no es sano estancarse en ese capítulo, tampoco lo es olvidarlo. Quizá cometieron ese diminuto error, e intentaron arrancar de sus corazones un sentimiento que es difícil de borrar.
— Si quieres mi sincera opinión, creo que hicieron bien al alejarse por un tiempo —continuó Derek, dedicandole una sonrisa comprensiva —. Digo, han hecho cosas patéticas al intentar olvidarse, pero cosas buenas surgieron de esta distancia. Tú, por ejemplo, estás mucho más sonriente y feliz. Lo necesitabas.
—Estoy de acuerdo con Derek, tú cambiaste para bien, lo que me enorgullece muchísimo—dijo Lilian —. Y él...¡Cielos, Clo! No tienes idea de lo mucho que ha cambiado Gabe.
—¿Si? —cuestionó ella, intentando no sonar demasiado interesada.
—Parece otro hombre, uno completamente distinto. Es más amable, y mucho menos egoísta. Tienes que ver lo atento que se ha vuelto. Es decir, no es perfecto, pero es un cambio abismal.
—Adora a Lid —señaló Derek —, y ella lo adora a él. No puede escuchar el nombre de Gabe sin...
—¡Gabe! ¡Gabe!
Entonces, la niña empezó a saltar y a aplaudir con emoción. Cloe sonrió al ver a su sobrina ¿Así de grande era el cambio en Gabe? ¿Ya no era el narciso que había dejado atrás? Y si...¿Y si se había curado y ahora era todo lo que sus ojos, un año atrás, intentaron esconder...?
— ¿Ves? Tiene como una especie de obsesión por él —rio Derek —. Una por la que no puedo sentir celos porque él hace a mi niña reír, y eso me basta.
—Lo que queremos decir es...—habló Lilian, tomando las manos de Cloe para apoyarla —. Los dos han cambiado mucho, así no te puedo asegurar que te sentirás igual al verlo porque él no es el mismo Gabe que dejaste, pero ya es hora de afrontarlo.
—Lo sé, y lo haré, chicos —aseguró ella, sonriendo con confianza —. Ya paso mucho tiempo, ya no duele su recuerdo. Es decir, da nostalgia y eso...Pero muchas cosas de ese año me generan ese sentimiento y sigo avanzando. Podré ver a Gabe de nuevo sin que se vuelva incómodo, ya verán.
Y se convenció de que así sería. No mintió al decir que el dolor se había ido, tan solo quedaba el recuerdo de este. Se recordó a sí misma que era más fuerte que nunca, que el amor no la lastimaría de nuevo y, que si entregaba su corazón una vez más, estaba segura de que no se perdería a sí misma en el proceso. Tardó tanto en encontrarse y sufrió tanto al perderse que aprendió la lección de su mayor error.
Ahora estaba segura de que amar no le impediría amarse a sí misma.
Pero, a pesar de todo ese discurso mental que se dió a sí misma, no pudo evitar tensarse al escuchar el timbre de la casa. Silene contestó con un grito que ella abriría y, al cabo de unos segundos, se escucharon unas voces que Cloe reconoció sin problema. Es más, una de ellas alteró a sus nervios y puso a prueba su firmeza. Su corazón se detuvo, pero no por estar enamorado. Simplemente, fue una reacción al pasado.
—¡¿Y dónde está la hermosa cumpleañera de hoy?! —escuchó. Era la misma voz gruesa, profunda, pero cálida y hasta atractiva que recordaba.
Sin duda, era él.
—¡Gabe! —Y Lid lo confirmó en el instante en el que dejó a sus padres y a su tía para caminar con rapidez hacia al rubio que apareció en el patio.
Cloe no se volteó, al menos no en ese instante.
—¡Ah, pero miren que bella! ¿Buscas enamorar a Tyler? Mira que él todavía esta muy pequeño para esas cosas, señorita.
—Gabe, si sigues diciendo que mi hijo se enamorará de Lid, Derek me matará —Cloe escuchó otra voz a sus espaldas. Sonrió al reconocer a Donovan, su voz se escuchó igual de alegre a pesar de todo lo que el tiempo le había cobrado —, y me gustaría seguir con vida por mucho más tiempo.
—¡Ay, que hermosa está! —ahora, la voz de Dalia se sumó a las otras voces —. ¡Y mirate caminar, Lid! Oh, estás tan grande, preciosa...
—¿Grande? ¡Grandísima! —continuó Gabe. La alegría parecía desbordar de su voz —. Ven acá, cumpleañera. Deja que te de un gran abrazo de oso.
En ese momento, Cloe volteó y sus ojos azules se encontraron con una de las escenas más tiernas que alguna vez presenció. Lid reía sin parar mientras que un par de brazos músculosos, pero ya no tan amorfos, la alzaban en el aire y la hacían girar. Junto a su risa, retumbaba una mucho más gruesa y profunda que provenía del hombre rubio que la sostenía. Sus ojos verde oliva reflejaban una alegría para nada egoísta, y su sonrisa tenía el nombre de esa pequeña en ella. Estuvo a punto de no reconocerlo, de no ser porque su voz era la misma.
Mientras él reía con su sobrina y seguía sin notar la presencia de la castaña, Cloe posó su mirada sobre la familia que llegó junto a él. Dali se veía radiante, con su amplia sonrisa como su mayor accesorio. Su cabello pelirrojo creció unos cuantos centímetros desde la última vez que la vió, a diferencia del cabello rubio de su novio...que desapareció por completo.
La batalla que estaba luchando Donovan contra el cáncer no era fácil, y eso lo sabían todos sus familiares y amigos. Lo que al principio pareció ser un tumor en su pierna, resultó ser un osteosarcoma que lo empujó a someterse a innumerables sesiones de quimioterapia. Cada hebra de su cabello dorado, que tanto se esforzó en mantener durante los años en los que se consideró curado y sano, desapareció. Eso sí, su sonrisa seguía intacta.
Don no sería Don sin su positivismo y, aunque a veces le fallaba, tenía el apoyo de su novia que lo acompañaba en cada paso que daba. Además, tenía un mejor amigo que aprendió poco a poco a comportarse como tal. No se sentía solo, y tenía esperanza de curarse para vivir una vida larga y próspera, en la que pudiera ver a su hijo crecer.
Tyler Cooper era una de las principales razones por las que su padre mantenía su sonrisa intacta. Con tan solo unos meses menos que Lid, el pequeño pelirrojo era mucho más callado que ella y solía usar su chupete casi todo el tiempo. En ese momento estaba en los brazos de su madre, y observaba con atención a su tío y a Lid reír sin parar.
—Hey, la estás acaparando —reclamó Dalia —. Déjame abrazar a mi sobrina, Gabe.
— Hoy no quiero compartirla —se quejó él, dejando de darle vueltas —. Es más, voy a...
Entonces, solo entonces, los ojos verdes de Gabe notaron los de Cloe. Ella no dijo nada, se quedó tensa en su lugar y sintió que el mundo de pronto dejaba de avanzar. Ahí, se permitió detallar mejor las diferencias entre ese chico y el chico al que dejó en un hospital doce meses atrás. Su cabello rubio estaba tan solo un poco más largo, y traía una barba bien arreglada que le quedaba de maravilla a su rostro ligeramente bronceado. Sus músculos seguían siendo grandes, pero nada como los que ella recordaba. Gabe no se veía como un tanque de guerra, solo lucía como un hombre normal que de vez en cuando hacía pesas.
No traía esa ropa que mostraba sus músculos en exceso, solo tenía una simple camisa de mangas cortas y unos bermudas sencillos. Sus ojos...Eso sí que confundió a Cloe. Eran del mismo tono que tanto recordó ella en sueños (porque sí, durante los primeros meses lejos, ella soñó con su mirada) pero sentía que había algo diferente. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había cambiado en el mosaico de los ojos de Gabe era que ya no era un mosaico, pues él ya no tenía que esconder su personalidad real del mundo. No se veía obligado a tener un escudo, ni a llevar una mirada seria y amenazante.
Finalmente, él consiguió ser todo lo que sus ojos escondieron, así que dejó de esconderse.
—Vaya, vaya, pero si es una de las mujeres más hermosas de este mundo —entonces, Cloe notó a Adam Blake salir hasta el patio junto a Silene. El chico, que ahora tenía el cabello más largo y de un rubio oscuro, le sonrió —. Cloe Nicols, es un privilegio tenerte de nuevo por aquí.
—¡Cloe! —Dalia la abrazó con entusiasmo —. Mira, Ty, es la tía Clo. Saluda, nene.
El niño hizo un gesto con la mano como saludo y volvió a apoyarse en el hombro de su madre. Cloe le sonrió de lado y dejó un beso en su mejilla llena de pecas.
—Hola a ti, mi pelirrojo favorito—le dijo con cariño —. Y hola a todos. Supongo que debería decir algo como ¡volví!, pero creo que ya lo notaron así que mejor me ahorro las molestias.
Y, luego de esa pequeña interrupción, las miradas de los dos protagonistas de la que alguna vez fue la peor historia de amor jamás narrada volvieron a juntarse. Cloe sintió su corazón acelerarse y se dió cuenta de que aun había algo encerrado en el color verde oliva que la miraba con fijeza que le atraía ¿Pero él sentiría lo mismo? ¿Acaso también sentía una anomalía en su ritmo cardiaco?
El resto comenzó a darse cuenta de aquella conexión de miradas, e incluso Lid en los brazos de Gabe se sintió incómoda en ese momento. Se sacudió y su tío la dejó en el suelo, ella no tardó en correr a su madre. El contacto visual seguía, lo que generó una sonrisa burlona en los labios de Adam. Observó a Silene, quien le devolvió el gesto.
Ah, por cierto, ese dúo se convirtió en una amistad peligrosa ese último año...
—Oye, Gabe —habló la princesa Osbone, llamando la atención del rubio —. ¿Sabes que Cloe está soltera? Uf, sí, super soltera desde hace...Digamos que desde hace mucho tiempo, lo cual es una locura considerando lo bella que ella es ¿No lo crees?
—Yo...Em...—Cloe se sonrojó al instante ante la verdad de esas palabras.
—Y Cloe, ¿sabes que Gabe está solo? —mencionó Adam —. Pero extremadamente solo. En serio, es patético. Si hicieran una película de la vida de Gabe se llamaría: "el idiota solitario".
—Excelente título. Es más, podrían ver la película juntos. Ya saben, como estan solos...
—Ahh, dos solitarios que se hacen compañía. Que bonito, que bonito.
Gabe puso sus ojos en blanco ante los comentarios de ambos adolescentes, pero luego soltó una carcajada que descolocó a Cloe unos segundos.
—Bueno, muchas gracias por aclarar nuestras situaciones sentimentales, chicos —dijo con diversión. Luego, volvió a fijar su mirada en Cloe y le sonrió —. Hola, Clo. Me alegra verte de nuevo.
—Hola, nar...Digo, Gabe. A mi también me alegra verte. Em...Estás diferente.
—Lo sé, y tú tambien.
—Lo sé...
A ella le vino a la mente ese último día en el hospital, cuando él le dijo que debían tomar caminos separados y que solo el destino decidiría si juntarlos o no una ves más ¿Qué planes tenía el jodido destino para ellos? ¿Por qué estaba tan ansiosa por saber lo que vendría luego?
—¿Soy el único que puede saborear la tensión en esta situación? —cuestionó Adam, interrumpiendo el silencio que, sin querer, se había generado.
—Dejé el regalo de Lid en mi auto —anunció Gabe, dando unos pasos hacia atrás sin dejar de observar a Cloe —. Bestia, ¿me ayudas a buscarlo?
—¿Y no puedes tú solo? —cuestionó Adam, pero Gabe le lanzó una mirada que él rápidamente entendió —. ¡Oh! ¡No vamos a buscar el regalo!
—Cielos, me vengaré de ti algún día, Adam.
—Mientras tanto, yo estoy disfrutando esto —rio el adolescente mientras se acercaba a Gabe —. Vamos a "buscar ese regalo".
—Aja —él rodó los ojos y, antes de irse, dudó un par de veces antes de llamar a la dueña de un par de ojos profundos —. Cloe...
—¿Sí?
—Te ves bien.
—Gracias...Tú también te ves bien.
—Gracias.
Y eso fue todo lo que se dijeron antes de que Gabe tomara a Adam por el hombro y le diera un empujón amistoso fuera del patio. Ambos desaparecieron y, solo entonces, Cloe se permitió soltar lo que tenía atorado en su garganta.
—Mierda, mierda, mierda —dijo con rapidez, logrando que sus amigos soltaran una carcajada ante su reacción.
—¿Qué ocurre, friki? —preguntó Derek —. ¿No que podrías hacer de esto algo no tan incómodo?
—Nerd, ¿acaso no has aprendido nada sobre mi? ¡Las cosas rara vez me salen como quiero!
—Calma, pudo ser peor —aseguró Dalia —. Sin duda, estuvo mejor que su primer encuentro. Al menos, esta vez no le mentiste por desesperación.
—No me incomodó el verlo de nuevo, sino todo lo contrario. Es...Es raro ¡Mierda! ¡Es que él está tan cambiado!
—Estoy segura de que él debe opinar lo mismo sobre ti —dijo Lilian.
Cloe llevó una mano hasta su dije de margarita sin saber exactamente qué sentía ¿Tenía miedo? ¿Estaba ansiosa? ¿Incómoda? No lo sabía, tan solo estaba segura de que los latidos de su corazón cambiaron su ritmo debido a él. No era el mismo Gabe, no estaba ni cerca, pero...Pero logró reconocer la parte del narciso que alguna vez la enamoró.
—¿Saben? Yo también puedo saborear la tensión de esta situación —señaló Cloe.
—¿Y a qué sabe, Clo? —cuestionó Donovan.
Ella lo pensó unos segundos. Era extraño, pues no reaccionó de ninguna de las formas que esperó al verlo. No entró en pánico, ni sintió estar completamente perdida por él. Tan solo le agradó la imagen nueva de quien alguna vez amó, pero le resultó raro hablarle a pesar de que las ganas de hacerlo le sobraban. Gabe se transformó en un extraño con cara conocida, una historia que leyó un millón de veces pero no completa. Entonces, supo el sabor que tenía esa situación.
—Pues, me sabe a chocolate amargo...
Ese era el sabor que tenía el plan que el jodido destino había preparado para ellos dos: un reencuentro sabor chocolate amargo...¡¿Y eso qué rayos significaba?!
Si escuchas una risa, no creas que fue el destino. Solo soy yo, riéndome de ellos y de su confusa situación porque me rehúso a llorar por nosotros dos.
Les debo la segunda parte de este cap...La subiré esta semana❤ Esta parte es sumamente larga porque buee, tenía que presentarles a unas personitas (Lid, Drew y Ty 🤩🤩). Además, la princesa Osbone tenía que aparecer sí o sí, luego verán porque 😁
Entonces...¿Cómo ven a Cloe y a Gabe luego de este reencuentro sabor chocolate amargo? Solo quedan tres caps para el final y no sé si emocionarme o llorar JAJAJA
Bueno, los dejo. Chaíto, los amooo❤
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