Capítulo 64
Linda
1 de Octubre
8:30 pm
Aquella noche de tormenta, en la que los truenos reinaban fuera de ese hospital, Gabe hizo lo posible por no mirar a la castaña que caminaba de un lado a otro en la sala de espera. Le resultaba una tortura tenerla ahí y no poder decirle lo que pensaba, lo que sentía y todo lo que la bitácora en su bolsillo le hizo entender, pero sabía que no era el momento para hablar con ella. Primero debía esperar a que se calmara, pues parecía ser la más ansiosa en ese lugar.
Así que, para no verla, se concentró en las flores amarillas que sobrevivían a la lluvia desde la ventana.
—¿Podrías dejar de moverte, Clo? —dijo Sanne, entregándole unos cafés a Don y a Aviv. Llevaban horas esperando a tener noticias de Derek, o de Lilian. Todos estaban cansados, asi que ella se encargó de buscar esas bebidas para aguantar el rato que les quedaba de espera —. Pegaré tu trasero a una silla si sigues. Nos pones a todos nerviosos.
—Es que están tardando demasiado —habló la castaña, moviendo sus manos con nerviosisimo —. Cuando Cristal nació, no esperamos tanto tiempo.
—Eso es porque con Eve fue cesárea, con Lili no. Además, estas cosas toman su tiempo.
—Ya, ¿pero más de cinco horas? Es decir, Dali ya se durmió luego de tanta espera.
Las miradas de ambas fueron hacia la pelirroja, quien usaba las piernas de su prometido como almohada y el resto de las sillas como cama. Respiraba lento, con tranquilidad, como si esa fuera la primera siesta sin pesadillas que tomaba en días. Donovan les dedicó una leve sonrisa, intentando calmarlas.
—Dali está agotada, se habría quedado dormida incluso con cinco minutos de espera —les explicó —. Sanne tiene razón, Clo. Estas cosas se toman su tiempo, así que tú debes calmarte.
—¿Por qué no te sientas junto a mi, ex? —cuestionó Aviv —. Ven, charlemos para pasar el rato. Seguro que tendremos noticias sobre ellos pronto.
Entonces, Cloe cometió el error que había estado evitando desde que llegó a esa sala de espera. Intentó observar a Aviv, pero sus ojos perdieron el rumbo y terminaron sobre los de Gabe. Su corazón se detuvo unos segundos y luego comenzó a latir con rapidez. A ella también le dolía estar tan cerca de él y al mismo tiempo sentirse más lejos que nunca.
La incomodidad no tardó en aparecer. Esos dos, que antes se miraban con amor, ahora se veían tensos ante un simple contacto visual. Ambos se sonrojaron y esa fue la señal que necesitaron para alejar sus miradas. Cloe necesitaba enfocarse en el nerviosismo que sentía por su mejor amiga, solo así sobreviviría tanto tiempo junto al narciso que tanto amaba pero que tanto la destruía.
—Lo siento, ex —le dijo a Aviv —. Pero no podré quedarme quieta hasta saber algo de Lili, o de Derek.
—Debieron bautizarte como Cloe terca Nicols —dijo Sanne, sentándose junto a Aviv. Loto no perdió el tiempo y la buscó para recibir cariños que, sin duda, recibió —. Como sea, verás que esos nervios son inútiles. Dentró de poco aparecerá Derek y nos dirá que nuestra Lili está bien; seguro agotada, pero bien.
Cloe no le hizo caso a Sanne, solo continuó caminando de un lado a otro por la sala de espera con su mirada baja para evitar a toda costa ese par de ojos verdes. Por otro lado, Gabe volvió a fijarse en las flores amarillas. Esas que yo siempre quise que existieran en las ventanas de nuestro hospital...
Escucharon un trueno, luego otro. Poco tiempo después, las hermanas Stewart aparecieron en la sala luego de horas intentando hacer llamadas.
—Por fin logré comunicarme con mis padres y mi abuelo —anunció Silvana, sentándose junto a Sanne.
—Y yo con la madre de Derek. Dijo que le avisaría a Caroline y que ambas tomarían el próximo vuelo disponible a L.A —dijo Samara —. Claro que primero deben aguardar a que esta horrible tormenta pare.
—Ni que lo digas. La señal está hecha un asco por la lluvia. Bueno, todo está hecho un asco en la ciudad gracias a esta tormenta que parece haber salido de la nada.
—Vaya noche escogió la bebé Osbone para nacer, ¿eh? —Sanne esbozó una sonrisa —. Escuchen, no interesa si el mundo se está cayendo allá a fuera, o si hay tantos rayos y truenos que el cielo parece estar en guerra. Hoy haremos de esta una noche bonita, de esas que no hemos tenido en varios días, porque esa bebita se merece el mejor comienzo posible.
—Estoy de acuerdo con Sanne —dijo Gabe —. Puede que los padres de Lili y Derek no esten aquí, pero estamos nosotros. Hay que darle a esa bebé una bienvenida llena de sonrisas, ¿les parece?
Los presentes no pudieron evitar observarlo con sorpresa.
—¿Quién eres y qué le hiciste a Gabe? —cuestionó Samara, atónita —. ¿Por qué de repente parece que eres tierno y sensible como...como un peluchito?
Gabe soltó una pequeña carcajada y se despegó de la ventana para poder acercarse más a ellos. Intentó, pero no pudo evitar ver a Cloe, quien mantuvo su mirada en el suelo. Sintió el peso de Jace en el amplio bolsillo de su abrigo, y a su pecho acelerarse al ritmo de lo que sentía por la castaña que no podía dejar de ver. Sabía qué debía hacer, aunque a ambos les iba a doler.
—No sé si peluchito es la palabra que usaría para describirme, Sam —dijo él, aunque no miró a la rubia. Tan solo tenía ojos para Cloe —, pero sé que alguien me dijo una vez que soy todo lo que mis ojos quieren esconder. No la entendí en el momento, pero hoy lo hago...Y supongo que cualquiera se cansa de vivir a escondidas; hasta yo.
Ahí, Cloe volvió a levantar la mirada para encontrarse con esos mosaicos que intentaban gritarle algo ¿Pero qué? ¿Qué intentaban decirle? Tampoco sabía si quería averiguarlo. Cualquier palabra proveniente de Gabe le parecía peligrosa en ese momento.
Gabe en sí era peligro, pero era tantas otras cosas tambien...
—Bien, esto es muy incómodo —soltó Sam, dándose cuenta que estaban en medio de una situación bastante tensa —. Como sea, no sé que mosca le picó a Gabe, pero concuerdo con darle una bienvenida digna a nuestra sobrinita. Solo hay que esperar.
—O quizá no —dijo Don, señalando hacia uno de los pasillos que conectaban con la sala —. Ahí está Derek.
Todos voltearon hacia el lugar al que apuntó Donovan, lo que hizo que Cloe y Gabe cortaran ese contacto visual que los asfixió por largos segundos. Don despertó a Dalia con delicadeza y, aunque a la pelirroja le costó ubicarse al principio, reaccionó cuando vió a Derek caminando hacia ellos por el pasillo.
Para ser sincero, él no traía la clase de rostro que al resto le habría gustado ver. Su cabello estaba despeinado, se le veía cansado, lo cuál habría sido de esperarse luego de tantas horas en ese lugar. Lo que no le gustó a ninguno fue que no traía una sonrisa en sus labios, así que de inmediato llegaron a la conclusión de que algo había salido mal. Para cuando llegó a la sala de espera, Sanne, Dalia y Cloe se acercaron a él con más prisa que el resto. Las tres tenían los corazones en la garganta, nudos en sus estómagos, preocupaciones a flor de piel...
Sentían que todo estaba mal.
—¿Nerd? —cuestionó Cloe, buscando la mirada de su amigo tras esas gafas de gran aumento —. ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara?
—¿La bebé esta bien? —preguntó Dalia, angustiada —. ¿Está Lili bien?
—¡Por amor al cielo, Derek! —exclamó Sanne, ya desesperada —. ¡Habla de una buena vez!
—Chicas, debo decirles algo...
Esas palabras alarmaron a todos, incluso a Gabe. Don y Aviv se pusieron de pie también, y las hermanas Stewart esperaban angustiadas lo que venía después de esa oración. Entonces, Derek esbozó una sonrisa genuina, alegre y llena de vida. Eso solo los descolocó aún más.
—Les debo decir que sé repartir extremadamente bien mis genes, porque esa es la bebé más hermosa que verán en sus vidas.
—¡¿Quieres que te mate, imbécil?! —Cloe lo tomó por el cuello de su camisa e hizo el intento de sacudirlo, pero Derek era más fuerte que ella —. ¡Me asustaste, estúpido! ¡Con eso no se juega! ¡Creí que algo malo había pasado...!
—Todo está bien, friki —le dijo él, riendo —. Todo está más que bien ahora.
Y por su cara lo supo. Esa sonrisa le hizo entender que, por primera vez desde que ella se sintió perdida, todo estaba bien. Entonces, sonrió también y se lanzó al cuello de su mejor amigo para abrazarlo con fuerza. No es que la tristeza de esa última semana se hubiera esfumado para ellos, sino que se negaban a ignorar las alegrías a pesar de los grises recuerdos.
—Eres papá...—le dijo en medio del abrazo —. ¡Oh, por Dios! ¡Eres papá, Derek Osbone!
—Sí, Cloe, lo soy —le dijo, apretándola con fuerza —. Por más loco que suene, lo soy.
Y sí que sonaba como una locura, pero era la clase de locura que a ella le gustaba escuchar.
—¡Eh! ¡No lo acapares, Cloe! —se quejó Sanne, quien comenzó a sentir lágrimas de alegría nublar su vista. Clo soltó a Derek y él abrió sus brazos para recibir a la morena y a Dalia —. Te amamos tanto, Osbone. Felicidades, Lili y tú se merecen esto y más.
—¡Ah! ¡Estoy tan feliz! —gritó Dali, emocionada. Soltó a Derek del abrazo y dejó un beso en su mejilla. Luego, como era de esperarse, comenzó a llorar —. No puedo creer que esto este pasando...Ustedes...Los dos...¡Ay, estoy tan contenta que olvide como hablar!
Donovan la atajó en sus brazos cuando ella se lanzó hacia él para poder seguir llorando. El rubio soltó una carcajada ante el estado de su novia y felicitó a Derek con una simple palabra, pues Dali lo encerró en ese abrazo y se volvió inútil al instante. Las hermanas Stewart se lanzaron al mismo tiempo hacia su cuñado, logrando que él perdiera un poco la estabilidad con ese abrazo. Luego, Aviv y Gabe lo felicitaron. Este último dijo algo que todos habían pensado, pero entre la alegría olvidaron preguntar.
—¿Cuándo podremos ver a Lili y a la bebé? —cuestionó el narciso.
—En unos minutos, ahora Lili está descansando —le explicó Derek, sin poder dejar de sonreír —. De hecho, debería ir con ella. Ustedes coman algo y los llamaré cuando puedan venir. Llevan mucho tiempo esperando, deben estar hambrientos.
—¡¿Hambrientos?! ¡Lo que queremos es verlas! —exclamó Silvana, demasiado alegre —. Tú ve con ella, Derek. Nosotros esperaremos aquí hasta que nos llames.
Él asintió con la cabeza. Estuvo a punto de irse, pero Cloe lo detuvo.
—¿Saben qué es una verdadera locura? —preguntó la castaña.
—¿Qué, friki?
—Que gracias a mí no huiste a Australia. Por eso estás aquí hoy.
Derek ladeó la cabeza sin entender. Luego, logró recordar como Cloe lo obligó a hablar con Lilian cuando eran más jovenes y le impidió huir de sus sentimientos. Soltó una carcajada y dejó un beso en la frente de su mejor amiga.
—¿Quién lo diría? Al parecer si tienes potencial de casamentera, Clo —le dijo —. Ahora, si me disculpas, debo ir con mi esposa y mi hija.
—Dale un fuerte abrazo a la descorazonada de mi parte.
—Lo haré, friki.
Él les dedicó una última sonrisa antes de marcharse justo por donde había llegado. Cloe no pudo apartar su mirada de él hasta que lo perdió de vista. Sentía que su corazón no cabia en su pecho, pues se estaba inflando con la alegría que le había hecho falta durante meses.
Entrelazó uno de sus brazos con el de Dalia, y otro con el de Sanne. Recordó entonces que su historia estaba hecha por todos esos lazos que había formado con personas maravillosas. Las margaritas, Derek, las gemelas, Don, Aviv, Adam...y se seguirían añadiendo más y más lazos a lo que parecía ser una telaraña de vidas tejida de buenos recuerdos. El amor que les tenía fortalecía el amor que sentía hacia sí misma. Gracias a todos ellos, ella amaba.
Había perdido mucho, sí...Pero todavía le quedaba demasiado; a todos les quedaba demasiado.
Así que volteó a ver a Gabe, esperando que su mirada estuviera sobre ella. Lo encontró, solo que esos ojos verde oliva estaban perdidos en la ventana, justo en esas flores amarillas...
🌼
9:00 pm
—Me voy a deshidratar si sigo llorando así...
—Pues, no llores más, Dali.
—¡¿Cómo me puedes pedir eso, Lilian?! ¡Si esto es lo más bonito que he visto en mi vida! ¡Merece cada una de mis lágrimas!
Y sí, se pueden derramar lágrimas por presenciar algo que simplemente es demasiado bonito para ser real. Esas son lágrimas dulces, hechas de alegría y emoción. Caen en las mejillas como agua que caería de un manantial, y refrescan el alma como el rocío de la mañana a las flores que se mantienen de pie incluso después de grandes tormentas.
Lili soltó una pequeña carcajada ante la reacción de su amiga. Ninguno de ellos había entrado del todo a la habitación, solo observaban desde la puerta esa imagen que te aseguro que no solo logró conmover a Dalia. Tal y como supusieron, Lilian se veía cansada. Su cabello caía de lado sobre uno de sus hombros, y sus ojos achicados demostraban una clara fatiga. No obstante, tenía una sonrisa digna de retrato. Después de tanto llorar esperando ese momento, solo le quedaron ganas de ser feliz.
En sus brazos, estaba la pequeña razón por la cual todos se habían quedado en la entrada, la razón por la cual Dalia lloraba, lo más bonito que habían visto en días. Derek, quien estaba sentado junto a Lilian en la camilla, los animó a entrar con un simple gesto con su mano. Lo hicieron, y de cerca todo se vió incluso más bonito.
Envuelta en una manta blanca, una pequeña bebé de mejillas sonrojadas parecía estar teniendo su primer sueño en el mundo real. Sus labios pequeños estaban entreabiertos, y su diminuta nariz compartía el rubor de sus mejillas. Su cabecita estaba decorada por algunas hebras de cabello color chocolate oscuro, claro que no se veían del todo por el gorro de algodón que los cubrían. Los brazos de su madre parecían estar protegiéndola del mundo exterior, y ella estaba aceptando esa protección con gusto aunque no podía entenderla aún.
Se veía tan hermosa y vulnerable, tan inocente y distante a la vida real. Ese fue el inicio de la pequeña Osbone en este lugar al que todos llamamos "jodida realidad", pero ella había llegado para hacer de todo un poco más bonito. Ella era la hermosura dentro de la tormenta; todos lo somos en algún momento.
—Bien, ahora yo siento que voy a llorar —admitió Sanne, llevando una mano hasta su pecho —. Lili, tienes una hija...
—Es preciosa, ¿verdad? —dijo Lilian, acariciando con uno de sus dedos las mejillas de la bebé. Debía admitir que le costaba dejar de mirarla, se había enamorado por segunda vez gracias a esa pequeña —. Tan pequeña, mi bebita...Cuesta creer que nosotros hicimos esto, Derek.
—Siempre supe que haciamos un gran equipo, bonita —le respondió su esposo, quien tambien tenía dificultades para apartar la mirada de la bebé —, pero he de admitir que esta vez nos lucimos.
—Dios, yo también siento lágrimas —dijo Cloe, quien observó a sus amigos con sus ojos cristalizados—. ¿Quién lo diría?
—¿Qué cosa? —cuestionó Lilian.
—Que después de todo lo que hemos pasado, terminaríamos soltando lágrimas de alegría en lugar de dolor ¡Esto si que es darle una gran patada en el trasero a la vida!
Y todavía les quedaban demasiadas lágrimas por soltar, porque es de humanos llorar hasta sentir que te quedas sin agua en tu sistema. Es de humanos estar triste, pero también es de humanos encontrar la felicidad. La clave está en hacer que cada lágrima valga la pena y no tener miedo a llorar una vez más incluso cuando sientes que te quedas sin fuerza.
Con el corazón en la garganta, Samara le preguntó a su hermana menor si podía cargar a su sobrina. Nadie hubiera podido adivinar el pasado de esas hermanas al ver el instante en el que Lilian le entregó con delicadeza a la bebé. Silvana no tardó en acercarse hasta ella y, luego de que la niña se moviera tan solo un poco en los brazos de Sam, las sonrisas de las hermanas Stewart hicieron acto de presencia. Se veían mucho más bonitas que en cualquier revista para la que alguna vez posaron, y mucho más hermosas de lo que mostraban los retratos. Todo eso sin intentarlo.
Pronto, el resto se acercó a ellas e hicieron justo lo que había dicho Gabe: le dieron a esa niña una bienvenida llena de sonrisas. La bebé abrió sus ojos y los cerró un par de veces. Fue entonces cuando descubrieron que tenía la mirada pálida de Lilian, pero se veía única e inocente en esa pequeña carita. Incluso Gabe sintió ternura al verla bostezar.
Se había cansado de esconder que él también podía sentir todo eso que, por error, creemos que es debilidad.
—Hola, enana —le dijo Sam a la bebé en sus brazos —. Nosotros somos tu familia...
—Tu loca familia formada por gente que entró por casualidad a la vida de tus padres —la siguió Cloe, observando a la bebé por sobre el hombro de Sam —. ¡Pero somos geniales! Ya verás como nos tomas cariño.
—No es como si tuviera opción —dijo Donovan, también observando a la bebé. El tamaño de su sonrisa aumentó al instante —. La vamos a querer y a consentir tanto que le será imposible no amarnos.
—Ya la queremos mucho —continuó Sil, con la voz entrecortada —. Eres tan afortunada, bebé. Con solo nacer ya tienes a un montón de personas que te aman.
—¡Y las que faltan! —exclamó Dalia —. Nosotros somos solo una pequeña parte de esta loca familia. Somos los que tuvieron la suerte de estar a tu lado desde el primer día.
—Y lo estaremos siempre —aseguró Sanne, acariciando con su pulgar la mejilla de la bebé —. Bienvenida a la vida, Lydia Osbone.
Y se sintieron tan unidos como lo habían hecho hace meses, cuando se reunían en un restaurante a charlar en lugar de comer. Los unía la tristeza y la alegría, la tormenta y la calma luego de ella. Eran un caos incompleto al que siempre le faltarían algunas pieza, pero aún así se veía hermoso.
—Lamento arruinar este bonito momento —dijo Derek, llamando la atención de todos —. Pero ella no se llama Lydia.
—¿Qué? —cuestionó Aviv, aunque lo pensaron todos —. Creí que ese era el nombre que habían elegido...
—Lo era, pero cambiamos de opinión a último momento —explicó Lilian —. Derek y yo nos dimos cuenta de que queremos enseñarle a nuestra hija a amarse con la intensidad con la que la amaremos nosotros. Queremos que sea fuerte, que no le tenga miedo a la vida, o a lo cruel que esta puede llegar a ser.
》Sé por experiencia que es fácil caer, que cuando todo va mal lo más sencillo es odiar todo lo que no te gusta de ti. Quisimos darle un nombre con el que nunca olvide que es hermosa, y que debe ser fuerte. Ella siempre nos tendrá a su lado, pero cuando no podamos apoyarla como queramos, su nombre le recordará que la mayor fortaleza se encuentra en el amor que sienta hacia sí misma.
—Tambien es un nombre que nos recuerda que somos afortunados de tenerla —continuó Derek, tomando la mano de Lilian —. Hay veces que la gente se va sin aviso y no entendemos las razones. El nombre de nuestra hija es solo una forma de decirle que ella nunca se sentirá sola, que no necesitará irse como lo han hecho otros...
—Chicos —dijo Cloe, mirándolos a ambos —. ¿Nos van a decir el nombre, o seguirán jugando a las adivinansas con nosotros? Es muy bonito lo que dicen, pero aunque sea den una pista o comenzaré a llamarla frijól.
—Yo creo saber a qué nombre se refieren...—habló Gabe.
Gabe observó a la pareja, esperando que ellos confirmaran su sospecha con una simple mirada. Claro que él no sabía interpretar mensajes tan complejos como ese, así que se quedó con la duda. Sonrió en el momento en el que Lilian le dedicó una pequeña sonrisa, pero aún no lo tenía claro. Quizá solo estaba sacando conclusiones apresuradas.
—Su nombre es Linda, Linda Osbone.
Bastó que Derek lo dijera para darse cuenta de que había adivinado, le pusieron el nombre de la persona que todos en esa habitación extrañaban con locura. La sonrisa de Gabe aumentó y observó a la bebé sintiendo un pequeño pinchazo en su pecho. Bonito nombre pensó, creo que nunca había sonado tan bonito como hasta ahora.
—¡Par de idiotas, ahora si que estoy llorando! —soltó Dalia, derramando más lágrimas. Señaló a Derek y a Lilian con un dedo amenazador —. Los amo, los amo demasiado, pero son muy crueles. Hacen que mi corazón se ablande más de lo que ya lo está...
—A mi me parece un nombre hermoso —dijo Aviv, con una sonrisa ladeada en sus labios. Había cierto dolor en ese gesto, pero hizo su mayor esfuerzo por demostrar alegría.
—Es perfecto —aseguró Gabe —. A ella le habría encantado ver su nombre convertirse en algo más que una horrorosa ironía...
—Bienvenida al mundo, Linda Osbone —dijo Cloe, observando a la bebé —. Lo vas a amar, ya verás.
Todo era bonito, precioso, hasta que los presentes ahí no pudieron evitar recordar a aquel adefecio de cicatrices y quemaduras en su rostro. Ahí, la nostalgia volvió a apoderarse de sus corazones y no supieron como actuar. El sabor agridulce de una bienvenida en medio de una perdida le causó naúseas a más de uno. Si tan solo hubiesen podido entender las razones de Linda para marcharse, rendirse, suicidarse, quizá el dolor no habría sido tan fuerte en ese momento.
Quizá no se habrían sentido tan culpables por no haber notado que algo no andaba bien...
Entonces, Gabe recordó a la bitácora en su bolsillo. Jace se hizo pesado en su abrigo, así que introdujo su mano ahí para buscarlo. Sus robustos dedos coincidieron con la carátula desgastada de aquello que, para el momento, era más que un simple libro. Cometió el error de juntar su mirada con la de Cloe, de perderse en ese azul profundo. Tomó aire, y sacó a Jace a la luz.
—Deben saber algo sobre Linda —dijo él, sin apartar la mirada de Cloe —. La otra Linda, quiero decir...
—¿Ese es Jace? —cuestionó Cloe, viendo a su bitácora en la mano del narciso.
—Lo siento, sé que prometí no leerlo más e iba a cumplir mi promesa, lo juro. Solo vi unas hojas dobladas, asi que pensé en arreglarlas para devolverte a Jace porque...te extrañaba, quería volver a verte —Gabe tragó saliva al admitir eso y no se perdió el rubor que nació poco después en las mejillas de Cloe. Ella bajó la mirada al instante y supo entonces cuanto había arruinado todo; ella estaba luchando por eliminar cada pizca de afecto que sentía por él —. Todavía te extraño, pero Jace no me ayudó a recuperarte, o a sentirte más cerca. Él...hizo otra cosa.
—¿Qué?
—Ve la página que está a la mitad —dijo él, acercandose para entregarle a Jace.
—Gabe...
—Tienes que verla, Cloe.
Cloe tomó su bitácora con cierta inseguridad. La desesperación en la mirada de Gabe era evidente, ¿por qué tanto empeño en leer un simple libro de cubierta gastada? Un libro al que él se refirió por él, como una persona ¿Pero qué estaba pasando en la mente de ese narciso?
Todavía se le veía fuerte, con la barbilla en alto, intentando verse superior y menos débil. No obstante, sus palabras delataban que estaba intentando ser ese Gabe detrás del narcisismo; el que se escondió tantas veces en el mosaico de su mirada. No era fácil, cambiar nunca lo es, pero Cloe notó que él en verdad trataba de hacerlo. Estaba dando el primer paso a un camino en donde la fuerza no se refugia en los músculos...¿Pero por qué? ¿Acaso Jace tendría la respuesta?
Sin poder soportar la mirada suplicante de Gabe mucho más, ella abrió la bitácora justo a la mitad. Frunció el entrecejo al instante, algo estaba distinto en su bitácora.
—¿Qué ocurre, friki? —cuestionó Derek, al ver esa expresión en la castaña.
—Esta no es mi letra —dijo ella. Observó la caligrafía mucho más ordenada y estética que la de ella. Se le hacía conocida, ¿pero de dónde? Tardó unos segundos en recordar y, para cuando lo hizo, solo pudo levantar la mirada hacia Gabe. Lo observó con sorpresa, con demasiada sorpresa —. Es la letra de...
—Linda —completó Gabe.
Y entonces todos sintieron la misma sorpresa que estaba invadiendo a Cloe en ese momento. Sanne se acercó hasta ella y observó la página por sobre el hombro de su amiga. Sin duda, reconocía esa letra. Verla fue como presenciar la aparición de un fantasma justo frente a sus ojos...Un fantasma lleno de cicatrices y quemaduras en el rostro.
—¿Qué es esto? —cuestionó la morena, con la voz entrecortada —. La fecha dice que lo escribió el día que...
—¿Es una despedida? —cuestionó Aviv, sin permitir que Sanne terminara esa oración —. ¿Qué es? ¿Qué dice? ¿Dejó un adiós en la bitácora de Cloe y luego se...?
—Es más que una despedida —fue el turno de Gabe de impedir que esa palabra se pronunciara. Sus ojos seguían fijos en los de Cloe, ella parecía estar buscando las respuestas que necesitaba en su verde mirada. Por ella, daría lo que sea, pero para desgracia de ambos, él no tenía lo que ella buscaba. Se acercó un poco hasta ella, y luego suspiró —. Deben leerlo.
Cloe observó a Jace en sus manos. Ahora, su bitácora se veía mucho más valiosa que antes. Eso sí, le causaba un dolor que nunca imaginó sentir en su pecho. Las imagenes de Linda, el baño y esa perdida tan inesperada le dolieron. Le entregó el libro a Gabe como si este quemara en sus dedos. Luego, soltó un puchero involuntario y observó al narciso.
—No soy lo suficientemente fuerte para leerlo...—confesó —. Hazlo tú.
Gabe tragó saliva al instante y sostuvo la bitácora contra su pecho. Él estaba atravesando un momento muy confuso en su vida, pero si de algo estaba seguro era que él siempre sería débil por el puchero de Cloe Nicols...
...Así que el narciso comenzó a leer las últimas palabras de un espanto.
Ah...¡Pero que bien se siente volver!
Quiero que sepan que sobreviví a química, física y matemática, así que ahora podré dedicarme a llegar al final de esta historia (AL FIN) ¿Tienen alguna teoría sobre el final, o sobre lo que dirá en Jace? Háganmelo saber ❤
Pd: ¿Qué tal la hija de Derek y Lilian? Sé que le hará justicia a un nombre tan importante.
Pd2: Estaba pensando en hacer adelantos y Q&A's en instagram...¿Les gustaría, o sería demasiado?
Chaíto, los amo❤
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