Capítulo 63 (Parte 2)
Bajo un cielo deprimente (Parte 2)
1 de Octubre
2:30 pm
El campus de la universidad era enorme, pero ellos no recorrieron ni una cuarta parte de este. Terminaron por sentarse en uno de los bancos en la caminería, resguardados de la lluvia que comenzaba a reclamar su presencia con un par de gotas. Cloe dió un mordisco a su manzana, Derek la imitó.
La tristeza es tan poderosa que consiguó robarle las palabras a dos de las personas más parlanchinas del planeta. Desde ahora, ruego que no te pase lo mismo a ti.
—Asi que...—Derek decidió romper el silencio por más que le resultaba costoso —. ¿Has hablado con Gabe?
Cloe suspiró y dió otro mordisco a su manzana. Pensó en su narciso mientras se fijaba en las personas corriendo en el campus para refugiarse de la tormenta. Los creyó a todos estúpidos por huir de algo tan simple como un poco de lluvia, existían tormentas peores que esa. Por ejemplo, un corazón roto y una pérdida que jamás superaría. No había sombrilla para protegerse de tormentas como esas, lo había descubierto tarde. No le dió tiempo de escapar y terminó empapada en ese dolor.
Y sentía que todo ese dolor le impedía ser ella misma.
No había hablado con Gabe desde el día en el que encontraron a Linda. Ni siquiera lo vió en su funeral, él fue el único que no asistió. En el momento, quiso juzgarlo por ser tan egoísta como para no ir al funeral de su amiga. No obstante, no pudo. De todos los presentes, Cloe fue la única que logró deducir la razón de la ausencia del narciso: Él estaba destrozado.
Por primera vez en la vida, Gabe estaba tan roto y débil que ni siquiera se molestaba en esconderlo. No usaba su fuerza, no fingía ser perfecto, pues se había quedado sin ganas de intentar. Había perdido lo único en su vida que tenía sentido, la única persona que logró que él apartase su vista de un espejo. Cloe lo comprendió, todavía lo comprendía. Lo más doloroso de todo era que eso solo podía significar que aún estaba enamorada del hombre detrás del narcisismo.
Todavía amaba a ese Gabe sensible que aparecía solo en ocasiones.
No te puedo explicar lo mucho que ella necesitaba un abrazo de su narciso porque ella tampoco sabía explicarlo. Tan solo te diré que, durante esa semana, ella se abrazó a sí misma con fuerza un millón de veces, imaginando que sus brazos eran los de él. Lloró por Linda deseando tener un hombro fuerte en el cuál apoyarse, y lloró por él al pensar en que estaba desmoronandose solo ¿Por qué no lo llamaba? Porque sabía que eso solo iba a empeorar las cosas. Ellos se destruían entre sí, no lo contrario.
—No quiero hablar de él —le dijo a su mejor amigo.
—Supongo que eso significa que la ruptura es oficial —habló Derek —. Lo siento, friki.
—Eso es lo que menos importa ahora.
—El corazón de mi mejor amiga siempre será mi prioridad, Cloe. Hay mil cosas que te lastiman ahora y cada una de ellas es importante para mí, sin importar cuan graves sean.
El aire comenzaba a oler a pasto mojado, el campus ya estaba vacio. Cloe no quiso responder al comentario de Derek, él no quiso mencionar algo más. Tras unos segundos de silencio, ella mordió su manzana una vez más y habló al terminar de tragar.
—¿Cómo está Lili? —cuestionó ella. Él soltó una mueca.
—Triste —admitió —. Sus cuadros tienen la misma gama de colores fríos que solían tener hace años.
—Al menos tiene ánimos para pintar...
—Sí, el estar triste no le ha impedido mantenerse de pie. Ahora, ella es la fuerte entre los dos.
Cloe giró su cabeza hasta poder observar el perfil de su amigo. Él observaba la lluvia como si esta fuese lo único en el universo, como si cada gota conservara un pequeño mundo en su interior y él quisiera descifrar a todos y cada uno de ellos. O quizá, solo era una mirada vacía y perdida, pero cuesta imaginar a los ojos café de Derek Osbone expresando algo tan sencillo como eso.
Cloe tomó aire y decidió hacer una pregunta peligrosa, pero necesaria:
—¿Y tú? —cuestinó —. ¿Cómo estás tú, nerd?
Él soltó una carcajada sin una pizca de gracia. Derek era visto por muchos como un pilar, un hombre fuerte que sobrevivía a los golpes que le daba la vida sin problema solo para proteger a los que amaba, cuando la verdad era que sí era débil; era tan débil como todos.
Él volteó su mirada hasta encontrarse con la de su mejor amiga. Ella sintió que algo en su pecho se encogía al ver ese par de ojos café llenos de agua...Debió haberle preguntado cómo estaba mucho antes.
—Estoy mal, friki —le confesó lo obvio —. La extraño, duele. Era más que mi alumna, era mi amiga. Yo...Creí que podía ayudarla...
Él tuvo que tragar saliva con fuerza para evitar quedarse sin voz a la mitad de su confesión. Cerró los ojos al pensar en eso que lo había estado atormentando durante la semana. Ni siquiera lo pensó dos veces antes de decirselo a Cloe, con ella se permitió soltar todo lo que lo estaba destrozando.
—No he dormido bien en toda la semana —admitió y volvió a los ojos de su mejor amiga —. ¿Sabes por qué?
—¿Por qué? —cuestinó ella, sabiendo que esa era la pregunta que él necesitaba.
—Porque ahora estoy aterrado.
Se escuchó un trueno a lo lejos, la tormenta parecía estar preparándose para dar un debút inolvidable de relámpagos en el cielo de Los Angeles. Claro que ninguno de los dos le prestó atención a eso ¿Y es que no sabes que una persona atormentada es incapaz de notar una tormenta?
—¿Recuerdas que Lili solía tener miedo de lo que podría pasarle a nuestra hija en este mundo? ¿Que pensaba que la podrían lastimar así como la lastimaron a ella hace cinco años?—cuestionó él, y ella asintió —. Le daba miedo no poder protegerla de la sociedad a la que se va a enfrentar, de los estándares con los que deberá luchar, de personas con las que se va a encontrar...
—Todavía le da miedo —aseguró Cloe —. Solo que aprendió a controlarlo. Eso te debería enorgullecer, nerd.
—Me enorgullezco de ella, creéme. Quien me decepciona ahora soy yo.
—¿Por qué?
—Porque ahora tengo el mismo miedo que ella.
Otro trueno, más lluvia ¿Pero qué importaba todo eso? Había cosas más importantes sucediendo en ese momento...
—Cuando conocí a Linda, ella me recordó tanto a ustedes cuatro. Las margaritas que tanto amo...—él sonrió de lado. Incluso su sonrisa se veía débil —. Creí que la historia se repetiría, que ella conseguría el final feliz que ustedes consiguieron. Pensé que podría protegerla de la sociedad, de todos esos prejuicios que la arrastraban a esconderse. Debí protegerla de ella, no del mundo que la rodeaba.
—Linda fue tu intento de cambiar el mundo —dijo ella, recordando una conversación que había tenido con él antes —. En ella pusiste toda la fé que tenías y ahora sientes que no hiciste suficiente.
Él asintió, y una lágrima cayó sin permiso por su mejilla. Ni siquiera se molestó en limpiarla.
—No solo siento que no hice suficiente, friki. Ahora siento que hay un montón de cosas que se escapan de mis manos, situaciones que no puedo resolver, personas a las que no podré salvar. Hay tantas cosas que no había visto y recién ahora estoy notando. Me asusta.
》Seré padre dentro de poco y antes estaba emocionado, pero ahora no sé si pueda con esto. Sé que me esforzaré por mostrarle el lado hermoso de la vida a mi hija, ¿pero si ella no es capaz de soportar el lado malo? ¿Y si no logro enseñarle a ser fuerte? ¿Qué será de ella cuando las cosas se tornen feas y yo no esté a su lado para guiarla? Podría pasarle lo mismo que a Linda. Podría rendirse...
—¿Crees que Linda se rindió, o que se quedó sin opciones? —cuestionó Cloe. Llevaba haciendose esa pregunta durante días.
—Tenía opciones, Cloe. Nos tenía a nosotros pero decidió no vernos. No la juzgo, jamás podría hacerlo, pero su vida estaba llena de caminos alternativos y tomó el único que la llevó hacia un acantilado.
—Yo siento que no tuvo opción...
—¿Por qué?
—Linda no nos haría tanto daño a menos de que fuera necesario. Ella era muchas cosas, pero no era egoísta.
Derek lo pensó unos segundos. Quizá su amiga tenía razón, quizá Linda se había quedado sin opciones y por eso rompió aquel condenado espejo. Observó con detenimiento a Cloe y sus ojos se llenaron de más lágrimas.
—¿Y si mi hija se queda sin opciones algún día? ¿Y si no estoy ahí para salvarla, friki?
La castaña tragó saliva, no sabía que responder. Decidió imitar a su amigo e intentar encontrarle sentido a cada mundo dentro de las gotas de agua. Para ese momento, caían con tanta rapidez que Cloe perdió la cuenta de cuántos mundos se habían estrellado contra el pasto del campus. Entendía el miedo de Derek, podía sentir lo genuino que era para él por el tono que había usado para contarselo. Derek estaba muerto del miedo y, ¿te digo algo? Ella también.
La Cloe que había llegado hacía meses a L.A con una bitácora vacía entre sus brazos creyó que el mundo estaba en sus manos, y que podría moldearlo hasta hacerlo hermoso. Ahora se daba cuenta de lo equivocada que estuvo. El mundo no estaba en sus manos, no cabia en ellas. Creyó que podría con el peso de un planeta entero, cuando ni siquiera podía contar los mundos falsos dentro de las gotas de lluvia.
Ahí entendió que lo había hecho todo mal.
—No es tu deber salvarla, nerd —le dijo a su amigo —. Así como tampoco fue tu deber salvar a Linda. No se trata de mostrarles el lado bueno del mundo a las personas, o señalar el lado malo para que aprendan a diferenciarlo del bueno, todo este tiempo se trató de mostrarles que no hay lados, es la vida y ya. A veces es linda, a veces horrorosa, pero sigue siendo la vida. No hay nada que podamos hacer.
》Y, aunque le enseñes eso a tu hija, seguirá siendo elección de ella escucharte o no. Linda eligió el camino que la guió hasta el acantilado porque nunca tuvo opción. Ella no veía a la vida como un todo, sino como lados. Siempre se enfocó en el malo, en el feo. Deseó encontrar el lado bonito en un espejo, o eso supongo, y...
—No lo encontró porque no hay lados —completó Derek —. La vida se basa en momentos, ella solo decidió ver los malos en lugar de enfocarse en todos.
Cloe asintió con la cabeza y soltó un suspiro. Tomó la mano de su amigo y apoyó la cabeza en su hombro. Ambos habían cometido un grave error ese año, lástima que recién lo notaban.
—Nuestro error fue creer que podíamos cambiar el mundo cuando hay más mundos de los que nos imaginamos, nerd. Hay un mundo en mí, en tí, en Linda, en Gabe...No había notado lo personal que puede ser el mundo hasta ahora, pues cada persona es un mundo en sí. Somos mundos viviendo la vida de distintas formas, es muy loco pensar que tú y yo intentamos hacer un cambio en mundos que no nos pertenecían.
—Creímos que hacíamos lo correcto.
—Pues, está mal. No somos los héroes en este cuento, somos los que no podemos hacer nada. Intentamos cambiar al mundo, pero no nos dimos cuenta que nuestro deber no era ese. Solo una persona puede cambiar su propio mundo, verlo diferente. Nosotros no debimos creer que podríamos cambiar algo tan...íntimo.
La palabra mundo jamás se había escuchado tan propia para ambos hasta ese momento. Se escuchó como una propiedad, no como un todo, y ahí entendieron que jamás estuvieron cerca de cambiarlo; o al menos no como creyeron que lo harían.
Cloe comprendió entonces que se acercó a Gabe en primer lugar por simple egoísmo. Quería cambiar el mundo, su mundo. Lo buscó para convencerse a sí misma de que se había curado, de que podía seguir adelante, y de que era capaz de sanar a otras personas. Se aferró al brazo de su mejor amigo cuando comprendió que sus intentos por mejorar al mundo solo habían sido una forma de salvarse a sí misma.
Su error fue intentar mejorar el mundo de otros antes que el suyo.
— ¿Quieres enseñarle algo valioso a tu hija? —continuó Cloe, enfocandose en el miedo de su amigo —. Demuéstrale que, dentro de ella, hay un mundo de posibilidades que irán floreciendo con el tiempo; la vida las hará florecer. Dile que su mundo se llenará de sonrisas y de llantos porque así es la vida, y acompañala en esos momentos. Se su guía cuando se sienta perdida y enseñale a amar como sabes hacerlo. Además, pídele que se ame con la fuerza con la que la amaremos nosotros.
》Pero no la salves, nerd. Llega el punto en el que todos debemos escoger qué hacer con el mundo que tenemos en nuestro interior, y si lo odiamos no hay más opción que tomar un camino de final horrible. Creo que serás un papá maravilloso, y que tu hija se enamorará de la vida que le des, pero ella es quien decidirá. Tú solo amala, a veces solo eso basta.
Derek pasó su brazo por sobre los hombros de Cloe y la abrazó, ella le devolvió el gesto. Ella tuvo razón al decir que no eran los héroes de esa historia. De hecho, no eran los héroes de ninguna historia y ya. En la vida real no hay de esos, tampoco hay villanos. La realidad no tiene super hombres con capas o con superpoderes, solo tiene humanos.
Millones de mundos hechos para vivir de distintas maneras.
Entonces, Cloe comprendió la belleza de vivir. Se dió cuenta de que, por más que miles de flores reclamaban ser las más hermosas en un prado con un jardinero cruel, ninguna de ellas tenía la razón. Cada mundo tenía un significado distinto, cada persona podía sacar su propia interpretación. A algunos les gustarían las margaritas, a otros los tulipanes, a otros las rosas...y a ella siempre le gustaría un narciso. Esa era la flor que encajaba en su mundo.
—Extrañaba hablar contigo, friki —admitió su mejor amigo —. Me hacían falta tus locuras con sentido.
—Y a mí tus abrazos sanadores —aseguró ella, aferrandose más a él —. Derek...
—¿Sí?
—De verdad creo que serás un gran padre.
—Y yo creo que serás una gran tía.
—Lo seré. Seré su tía casamentera, la que le conseguirá su primer novio a los diez años.
—¿Quieres que te mate, no es así?
Cloe soltó la primera risa real desde hacía días, y lo hizo en los brazos de su mejor amigo. Aún estaban tristes, al igual que el cielo, pero al menos ahora estaban juntos; eso siempre será mejor que estar solos.
El sonido de la tormenta se vió interrumpido por el tono de llamada proveniente del teléfono de Derek. La soltó y, mientras él sacaba el aparato del bolsillo de su pantalon, ella se dedicó a aspirar el aroma a lluvia. Hacía frío, pero a ella no le importó. Continuó observando las gotas caer, los rayos relampaguear y a los truenos sonar. De hecho, no se veía tan mal...
—¿Hola, Sil? —habló Derek, con el teléfono en su oreja —. ¿Qué ocurre?
Cloe observó como el semblante de Derek iba cambiando de a poco. Primero lo notó confundido, luego sorprendido y, por último, entusiasmado. Pensó en preguntar, pero él no la dejó. Se levantó del bancó de golpe y la tomó por la muñeca, haciendo que se levantase también. Lo próximo que supo Clo fue que él la arrastraba con toda prisa por la caminería techada del campús.
—¡¿Me quieres explicar qué demonios está pasando?! —gritó ella, intentando seguirle el paso a Derek. Debía hablar fuerte para que su voz se escuchara sobre la tormenta —. ¡¿A dónde vamos?!
—¡Al hospital! —respondió él —. ¡Muévete más rápido, friki! No puedo arrastrarte cual saco se papas hasta allá.
—¿Para qué vamos al hospital? ¡¿Acaso no ves esta lluvia?! ¡Parece que el cielo se está cayendo!
—¡Esta tormenta no podría importarme menos! —él se detuvo en seco, lo que hizo que ella también se detuviera. Quedaron frente a frente, mirada a mirada. Entonces, Derek le contó la razón de su rapidez —. Parte de mi mundo está por nacer, así que mueve tu trasero o te cargaré hasta el hospital. No pienso llegar tarde a esto, friki.
Cloe tardó menos de dos segundos en entenderlo, pero le tomó al menos unos cinco más para procesarlo. Cuando lo hizo, brincó ante la emoción y tomó a Derek por la muñeca. Ahora era ella quien lo arrastraba a él por la camineria.
—¡Muévete, nerd! ¡Serás papá!
Y, honestamente, no hubo lugar para el miedo en ese momento. Quizá fue el apuro, o los truenos capaces de callar hasta al más minimo temor, pero algo permitió que esas dos personas que resguardaban mundos enteros dentro de sus almas se movieran hasta llegar al hospital.
Es curioso como funciona la vida, ¿no lo crees? En un momento estás triste y al otro ni siquiera sabes qué sentir. Supongo que por eso es un todo tan grande, por eso no hay lados. Se trata de un todo sin sentido, pero que tiene su encanto.
🌼
3:30 pm
Casi puedo escucharte decir que me odias por hacerte esto. Te imagino diciendo: Eres un idiota, Jay; me diste una historia para llorar cuando dices que odias verme así. Sé que se ve contradictorio, amor. Te di personajes hermosos para luego destrozarlos y lo lamento, pero esta historia se cuenta sola.
Y te confiezo que cada palabra te está preparando para el adiós más doloroso de tu vida. La realidad siempre dolerá más que la ficción, por eso quiero que llores ahora. Así, serás fuerte cuando no me encuentres en mi habitación. Tú podrás comenzar de nuevo.
Gabe entró a la casa de la playa completamente empapado, la lluvia lo había alcanzado. Sintió un escalofrío al aspirar el denso aire con hedor a humedad propio de esa residencia. Lo curioso fue que sus fosas nazales no habían notado ese aroma hasta ese momento ¿Qué otras miles de cosas había dado por sentado esos últimos meses?
Odiaba suspirar, lo hacía sentir débil. No obstante, no podía evitar hacerlo. Pensaba en Linda y sus pulmones desafiaban a sus deseos, logrando que soltara aire en nombre de el espanto que lo convirtió en alguien sin fuerza alguna. Ella lo había cambiado.
Caminó por la casa hasta llegar a la sala, todo seguía igual que hacía una semana. Sanne lo había llamado, le había pedido el favor de recoger unas cosas ya que ni ella, ni Cloe, se atrevían a regresar. Las entendía, a él lo estaba matando estar en ese lugar. Sentía a Linda por todos lados, incluso en el hedor a humedad. Y pensar que estuvo ahí en el momento en el que todo sucedió...
Pudo haberla detenido.
Sin pensarlo, se acercó a los retratos adheridos en la pared. Aquella bolsa de papel en el rostro de esa chica le parecía un estorbo. Quería verla, a sus ojos miel que siempre parecían gritar lo que pensaba su conciencia. Quería ver su sonrisa, sus cicatrices. Necesitaba sentir que ella aún estaba a su lado.
Encontró una última foto en un pequeño portarretrato apoyado en una repisa. Te puedo jurar que se sintió que se quedó sin aliento al verla, pues encontró ese par de ojos miel que deseaba tener frente a frente. Tomó la fotografía con toda la delicadeza que le permitían sus músculos, y se dejó caer en el sillón al sentir que sus rodillas le fallaban. Era ella, ella con sus cicatrices incluidas.
Fue la primera vez que Gabe consideró que esas cicatrices en realidad no eran feas. Cada quemadura del incendio que la volvió un adefecio se convirtió en una marca hermosa para el narciso. Lástima que solo podría verlas en una foto.
Acarició el borde del retrato, lágrimas comenzaron a salir. También odiaba llorar, pero descubrió que odiaba aún más no hacerlo. Sentía que se lo debía a ella, que ahora él debía soltar lágrimas en su nombre. Además, aliviaban el dolor. Quizá se confundió toda la vida y llorar no era un acto de debilidad, sino de fortaleza.
Aunque no se sentía fuerte en ese momento.
Ella se veía feliz en la foto. Su sonrisa era tan amplia que se mezclaba con sus cicatrices, y sus ojos brillaban tanto que parecían estrellas ¿Cuándo fue la última vez que la vió así en vida? Gabe se sintió como un idiota al darse cuenta de que nunca le prestó la suficiente atención. No supo cómo ser un mejor amigo.
—Lo siento tanto, espanto —le dijo a la fotografía, como si esta pudiese escucharlo —. Merecías a alguien mejor, a alguien que supiera escucharte. No sé porqué la vida te dió a un fenómeno como amigo...Ni siquiera pude notar que estabas mal.
Lágrimas caían de ese par de ojos verde oliva, truenos sonaban desde el exterior de la casa. Había una tormenta en L.A, pero no me refiero a la que anunciaron en el noticiero del clima esa mañana...
—Todavía no entiendo porqué lo hiciste —él continuó hablando y llorando —. ¿No se supone que el egoísta entre los dos soy yo? ¿Por qué nos dejaste a todos con el corazón roto, espanto? ¿Por qué?
Pero, por supuesto, la fotografía no contestó.
—¿Algún día podré comprender tus razones?
De nuevo, silencio.
—Joder, debo estar loco. Le hablo a una fotografía y espero una respuesta —soltó, elevando su mirada al techo con desesperación —. Estoy tan desesperado por hablar contigo que me estoy volviendo loco, Linda. Necesito a mi mejor amiga, necesito decirte cuanto te amo...o amé.
Bajó la mirada hacía la fotografía una vez más. Siempre le dijo a ella que era una necesitada de la amistad. En ese momento, se dió cuenta se que él también lo era. La necesitaba con urgencia, pero no podía tenerla.
Continuó observando la fotografía. Al costado de Linda, una sonriente Sanne observaba la cámara. Sus ojos se veían alegres, relajados; muy diferentes a como se veían en la actualidad. Al otro lado, Gabe encontró un par de ojos azules profundos que lo lastimaron aún más. Ella sacaba la lengua con diversión mientras abrazaba a Linda. Esa era la Cloe que lo enamoró, no la sombra que se había apoderado de ella hacía poco.
Verla en esa fotografía le recordó lo mucho que la extrañaba, lo mucho que deseaba un abrazo de ella, y que no se habían hablado en días. Dejó el portarretrato en la mesa, pues no aguantó el hecho de que había perdido no solo a una persona, sino a dos.
Y a ambas las amaba.
Se levantó del sillón, empujado por sus pensamientos. Una parte de él quería aislarse, dejar de sentir. La otra parte solo quería seguir sintiendo hasta encontrarle una razón lógica a las acciones de Linda. No se reconocía a él mismo y no sabía si estaba bien o mal.
Sin saber cómo, o porqué, llegó a la cocina. El olor a café se mezclaba con el olor a humedad. De hecho, no olía tan mal. Ese aroma le recordó todas las charlas que había tenido con ella, todas las veces que le pidió consejos en estando sentados en esa mesa. Siempre hablaron sobre él, nunca sobre ella...
—¡Pero que idiota eres, Gabe! —se reclamó a sí mismo.
Se sentía tan mal, tan impotente, que le dió un fuerte golpe a la mesa solo porque no sabía qué hacer. Se apoyó en ella y continuó llorando, hasta que algo en el suelo llamó su atención. Reconocía esa coverura gastada, sabía que ese libro en el piso era más que una simple bitácora. Se agachó para poder tomar a Jace entre sus gruesas manos, lo habían olvidado en ese lugar.
Se sentó en una de las sillas en la mesa sin dejar de observar la bitácora. Recordó a Cloe decir que si leía a Jace sin su consentimiento, moriría. Sonrió al pensar en las locuras de Clo, solo ella vería a un libro como si este fuera una persona. No quería romper su promesa, te juro que no tenía intensiones de matar a Jace. Sin embargo, llamó su atención que un par de hojas a la mitad estaban dobladas. Si planeaba devolverle la bitácora a su dueña, iba a hacerlo con esta completamente intacta. Así que abrió el libro en esas páginas decidido a no leer nada, solo a arreglarlas...
Pero se detuvo al darse cuenta de que la letra en esas páginas particulares no le pertenecía a Cloe. Era la de Linda.
Su primer instinto fue soltar la bitácora, no esperó encontrar esa letra en particular ahí. Luego, se dió cuenta de que esas podían ser las últimas palabras de su mejor amiga ¿Y si les había dejado una carta de despedida? ¿Algún consejo para seguir adelante? No tenía sentido que hubiese dejado eso en Jace, pero Gabe estaba tan desesperado por conversar con ella, sentirla cerca, que no resistió a la tentación. Tomó la bitácora y la abrió justo en esas páginas.
Necesitó tomar aire antes de comenzar a leer...
Las letras se fueron haciendo más y más borrosas a medida que leía, efecto de las lágrimas en sus ojos. Cada oración se escuchaba tan...como ella. La sintió a su lado, tal y como la quería en ese momento. Continuó llorando, leyendo, extrañando. Gabe se derrumbó frente a Jace y no, la bitácora no estaba muriendo. Esas páginas fueron hechas para que alguien las encontrara. Eran una despedida y Jace se encargó de entregarla.
Llegó a un puntó en el que sentía tanto que no supo como continuar leyendo. Tomó un respiro, limpió sus lágrimas, y continuó descifrando cada palabra. Sentía que tenía el corazón en la garganta, pero al menos lo sentía latir. Entonces, llegó a un punto en el que dejó de llorar, pues solo pudo sentir impresión al entenderlo todo. Una punzada en su pecho le dió a entender que ella seguía presente en su vida a pesar de no estar a su lado. Esas últimas palabras lograron que apreciara aún más a su mejor amiga.
—Incluso estando muerta das los mejores consejos, espanto —habló solo, de nuevo —. Lo haré, te prometo que lo haré. Ahora entiendo todo. Resulta que no soy tan cabeza hueca como creíste...
Una sonrisa involuntaria apareció en sus labios. No se sentía fuerte, tampoco débil; se sentía como se había sentido siempre que estuvo con Linda. Era un Gabe común y corriente, sensible y lleno de problemas. Acarició las páginas del libró y lloró un poco más. Ahora que sabía tanto, debía hacer algo al respecto. Debía dejar que Jace le diera esa despedida al resto, porque Linda no solo había dejado un adiós para él.
Ella amó con tanta fuerza que su despedida estaba dedicada para muchos.
Mientras pensaba en qué hacer, el teléfono en el bolsillo de su abrigo comenzó a sonar. Lo tomó y contestó la llamada al ver que era Don. Ahora que había leído ese adiós, deseaba decirle tantas cosas a él.
—¡Don! —exclamó con el teléfono en su oído y la voz quebrada —. Cielos, amigo, no sabes cuanto lamento todo. He sido un idiota todos estos años. Has estado a mi lado incluso cuando yo te quería lejos, y luego Dalia llegó a hacer lo mismo. Ustedes son amigos excepcionales, los mejores, y mi narcisismo nunca me ha permitido decírselos.
》Ahora lo veo, veo cuanto los necesito ¡Y eso no es ser débil! Necesitar no es de débiles...¿Verdad? ¡Ya ni sé lo que digo! Solo sé que extrañar a Linda es lo más doloroso que me ha pasado en la vida, y no quiero extrañarlos a ustedes. Gracias por estar con este idiota cuando nadie más quiso, prometo que a partir se ahora lo voy a apreciar.
Gabe obtuvo silencio luego de eso. Luego, una pequeña carcajada salió al otro lado del teléfono. Fue una risa alegre, típica de Don. Eso hizo que el narciso sonriera.
—Bien, no sé a qué se debe todo esto, pero me alegra escucharte decir eso al fin —habló Donovan —. Siempre supe que te darías cuenta, solo te tardaste. Ahora bien, no me des las gracias por ser tu amigo. Estoy a tu lado porque quiero, no porque me siento obligado a hacerlo.
—Eres un buen amigo, Don —le dijo, sorbiendo su nariz.
—Tú aprenderás a serlo, lo sé. Pero ahora necesito que muevas tu trasero hasta el hospital.
—Qué carajos...¡¿Qué pasó?! ¡¿Estás bien?!
—Yo estoy de maravilla, o al menos de maravilla a pesar del cáncer. Es por Lilian que estamos en el hospital.
—¿Qué le pasó?
—Saca cuentas, Gabe...
Él frunció el entrecejo, confundido. Tardó unos segundos en hacer lo que pedía su amigo y sacó cuentas, específicamente de los meses en los que Lilian había cargado con una enorme barriga.
—¡Oh, mierda! —exclamó, haciendo reír a Donovan.
—Sí, esa también fue mi reacción —le confesó.
—¡Voy para allá!
Colgó la llamada y tomó a Jace. Pusó a la bitácora en uno de los bolsillos de su abrigo y se fue sin importarle la lluvia, los truenos, o los rayos. Se sentía diferente, ni fuerte, ni débil. Era como si su mundo se estuviese preparando para cambiar para siempre, y todo por un adiós encerrado en las páginas de una bitácora con nombre...
Ok, fue tan feo escribir a estos personajes de esta forma. Odio verlos tan tristes 😭😭 Pero creo que el final del capítulo nos regalará un poquitín de alegría en el próximo cap, ¿no lo creen?
Quizá se pregunten qué estaba escrito en Jace y porque hizo que Gabe cambiara de esa forma. Pues, lo sabrán pronto, pero les prometo que Linda tendrá el adiós que merece❤
Chaíto, los amooo❤
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