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Capítulo 62

Corazones y espejos rotos
28 de septiembre.

6:50 pm

Le costó reaccionar. Por primera vez en años, no supo como actuar. Su corazón latía con lentitud, estaba tan lastimado que no pudo aumentar el ritmo de su palpitar ¿Así se sentía tener un corazón roto? ¿Era así de doloroso? De haberlo sabido, jamás se hubiese dejado enamorar.

Observó los ojos profundos de Cloe, que se ahogaban en lágrimas. Supo entonces que no, no era así de doloroso. Tener un corazón roto dolía mucho más de lo que él podía sentir. Lo veía en la mirada de ella, en las gotas de agua que bajaban por sus mejillas sonrojadas. Él le había roto el corazón en mil pedazos y ahora ella le estaba devolviendo el favor.

—Dime que estás bromeando —rogó él, notando que su voz estaba quebradiza. Sintió un nudo en su garganta y humedad en sus ojos ¿Acaso lloraría? —. Cloe, por favor, dime que esto no es verdad.

—Quisiera que fuera mentira —dijo ella con sinceridad —. Pero me estás destruyendo, narciso. Nos debemos alejar.

Le sonaba absurdo, imposible ¿Cómo que él la estaba destruyendo? ¡Era al revés! Ella estaba terminando con su relación, ella estaba rompiéndole el corazón, ella lo convirtió en alguien débil para luego destrozarlo. Cloe era la culpable, pero no podía dejar de amarla. Estaba loco por amar a alguien que le hacía daño...

Pero no era el único loco ahí.

Más adolorido que nunca, golpeó con fuerza la mesa cerca de ellos. Jace cayó al suelo, pero a ninguno le importó. Gabe siguió golpeando la madera de la mesa con sus enormes puños, intentando recordar que seguía siendo fuerte a pesar de que sentía lo contrario. Cloe lo observó con su vista borrosa por las lágrimas. Quería detenerlo, abrazarlo y calmarlo, pero supo que no podría. Él siempre intentaría verse fuerte, y esa era la razón por la que tanto daño se hacían.

—¿Por qué? —cuestionó él, dejándo de golpear la mesa para observarla. Se le veía molesto, pero sobretodo lastimado. A Cloe la estaba matando verlo así —. ¡¿Por qué me haces esto, Cloe?!

—Narciso...

—¡No me llames así! ¡No quiero escucharte llamándome así!

Él pasó una mano por su cabello, frustrado ¿Por qué le dolía tanto? Cerró los ojos con fuerza para evitar soltar lágrimas y tomó aire en un intento de calmarse. "Enfócate en tí, Gabe" se dijo a sí mismo, "ella no importa ¿Qué más da si está terminando contigo?"

Pero si le importaba. Se dió cuenta de que no podía pensar en sí mismo sin pensar en Cloe pues era parte importante de su corazón. La ironía aquí es que ella lo estaba haciendo pedazos en ese momento ¿Cómo iba a sobrevivir ante tanto dolor?

—¿Por qué eres tan egoísta como para lastimarme de esta manera? —cuestionó él, sin abrir sus ojos.

—¿Egoísta yo?

Él abrió los ojos en ese momento y la encontró limpiando sus propias lágrimas. Observó como ella se enderezaba para encararlo, le dolió verla tan aflijida.

—¿Cómo te atreves a llamarme así? ¿Acaso no has aprendido nada luego de tantos años de ver tu reflejo? Yo no soy la egoísta—dijo Cloe.

—Rompes mi corazón sin razón —señaló él —. Eso es egoísmo, Cloe.

—Egoísmo es creer que el tuyo es el único corazón roto aquí, Gabe.

Ella llevó una mano hasta su dije de flor y lo apretó con fuerza. Quería mantenerse firme, pero le temblaban tanto las rodillas que sentía que pronto se caería al suelo. Era tan difícil verlo a los ojos, y al mismo tiempo era imposible no verlo. Ese par de mosaicos nunca se vieron tan repletos de sentimientos. Había ira, tristeza y dolor mezclados en el color verde de su mirada, y todo eso difuminado por una cortina se lágrimas reacias a abandonar la comodidad de los lagrimales.

De alguna forma, ella logró mantenerse de pie a pesar de tener que encarar esa mirada. Sin duda, lo que más le dolió fue escuchar que estaba rompiendo su corazón, ¿pero qué podía hacer? El de ella también lo estaba, así que se puede decir que ambos cometieron ese error. Ellos fueron perfectos para quebrar al otro.

Así como un espejo roto...

De verlos, no entenderías de dónde salieron esas personas. Creerías que estás en una pesadilla, pues ellos sobrepasaban los límites de la realidad. Él, con unos músculos tan grandes que hacían ver a todo su cuerpo como un tanque de guerra inestable y ella, con sus delgadas piernas sobresaliendo de una falda que detestaba. Quizá lo más irreal en ellos era la forma en la que sus miradas se entrecruzaban. Se decían tanto y a la vez nada.

Eran dolorosos a la vista de cualquiera.

—Aún no me has dicho el porqué —dijo Gabe, apretando sus puños con fuerza —. ¿Por qué acabar con esto si iba tan bien?

—¿Bien? —cuestionó ella ¿De verdad creía que todo eso estaba bien? —. Por amor al cielo, Gabe ¿Cómo puedes creer que esto está bien?

—Lo estaba, hasta ahora ¡Lo estás arruinando!

—¿Yo? ¡Lo arruinamos los dos!

La voz de Cloe se escuchaba agotada, toda ella lo estaba. Terminó por bajar su mirada y abrazarse a sí misma. Pensó en todo lo lindo que vivió junto a su narciso, y se dió cuenta de que tenía más recuerdos malos que agradables. Gabe era alguien con mucho potencial para amar, pero ella no fue la indicada para mostrárselo.

—Necesito que me mires, Gabe —dijo ella, volviendo a subir la vista.

—Eso estoy haciendo.

—¡Mírame bien, narciso! No solo me des un vistazo. Mírame aunque sea con la cuarta parte de atención que le prestas a tu reflejo y te darás cuenta de todo lo que está mal. No hay más moños desordenados en mi cabello, mis labios siempre están bañados en labial por ti, mis brazos y piernas se sienten más débiles que nunca, y cambie mi forma de vestir. Todo porque me obsesioné por obtener todo tu amor; toda la atención que te das a tí mismo  la quería para mí...

—Pero son cambios buenos, ¿no?

—¡No! Yo odio ser así, pero lo hice por ti. Caí en esto por mi culpa, pero hay otro culpable de que siga cayendo y ese eres tú; nunca te diste cuenta de lo que ocurría. Nos hacemos daño, Gabe. Yo a tí y tú a mí. Gracias a esta relación, ya no me reconozco frente a un espejo ¡Se me han quitado las ganas de sonreír! Me perdí...estoy tan perdida.

》Mi mayor miedo siempre fue volver a perderme y aquí estoy, sin saber a dónde se fue la Cloe que tanto me costó conseguir.

Se acercó hasta él y, vacilando, tomó su mano. Resultaba una dolorosa ironía el hecho de que había llegado hasta él para cambiar el mundo, pero terminó sumergida en el mundo de Gabe. Ahora que estaba en él, se daba cuenta de lo peligroso que había sido ¿Se arrepentía? Quisiera decirte que sí, pero la verdad es que no.

Tan solo le habría gustado un mejor final que ese.

—Te amo, narciso —le confesó, bastante cerca —. Pero esta no es la Cloe que te enamoró, es una copia de ella que fue hecha para encajar contigo.  Y tú, Gabe, no eres el hombre por el que late mi corazón. Amo tu capacidad de amar, pero el resto de ti me destruye. No somos los que debimos ser en esta relación.

》Capaz debiste ser el amor de mi vida; capaz lo eres y solo no tuvimos suerte. Pero hoy me toca elegir y, aunque amo una parte hermosa de ti, me elijo a mi mil veces. Me amo, y no es egoísmo. Hay una gran diferencia: Yo me amo y amo a los demás, tú...Solo puedes amarte a ti.

Pero la amaba a ella, ¿no?

—Me dueles, Gabe —admitió ella, dejando escapar más lágrimas.

—Y tú a mí, Cloe —para sorpresa de ella, Gabe admitió debilidad.

—No podemos seguir en algo que nos duele. Este es el final.

—No quiero...

—Pero yo sí. Necesito encontrarme y tú solo me detienes. Lo siento, Gabe, pero a partir de hoy ya no puedo ser tu novia.

Y los pedazos de su corazón siguieron quebrándose, como si no hubiese forma en la que estos pudieran volver a rearmarse. Observó como ella separaba sus manos con lentitud y sintió de inmediato que la extrañaba ¿Cómo le decía que la quería tener cerca para toda la eternidad? ¿Cómo le pedía disculpas por lastimarla de esa manera? ¿Cómo le decía que la amaba y que quería luchar por ella?

—Será mejor que te vayas ahora —sugirió ella, limpiando sus lágrimas.

—Cloe...

Pero ninguna otra palabra pudo salir de su boca. Esto porque uno, no pudo pensar en otra palabra lógica y dos, un ruido alarmante llegó a sus oídos en ese instante y los interrumpió. Fue un grito ronco, y luego un golpe seco. Tardaron segundos en darse cuenta de que ese sónido provino del baño. Sin dirigirse palabra alguna, fueron hasta allá.

Justo cuando llegaron a la puerta, Sanne salió de su habitación. Los miró confundida y fue hacia ellos.

—¿Qué fue ese ruido? —cuestionó ella, frunciendo el entrecejo.

—No lo sé, pero vino del baño —habló Cloe —. Y si tu estás aquí, entonces es Linda quien está adentro.

—¡¿Espanto?! —dijo Gabe, tocando la puerta —. ¡¿Está todo bien?!

No hubo respuesta.

Cloe tomó la manilla e intentó abrir la puerta, pero estaba trancada. La llamó de nuevo, lo mismo hizo Sanne, pero no recibieron ni una sola palabra de vuelta.

—Quizá se está duchando y no nos escucha —sugirió Cloe, tratando de restarle importancia a eso. Quizá se estaban preocupando por nada.

—¿Entonces, por qué gritó? —preguntó Gabe.

—Capaz se le resbaló el jabón —respondió la castaña, encogiendose de hombros —. Yo que sé.

—Pues, si escucho la regadera —dijo Sanne, adhiriendo su oído a la puerta.

—No solo la escuchas —señaló Gabe, apuntando al suelo con su dedo.

Había agua transpasandose por la puerta...y no era agua precisamente cristalina.

Los tres se miraron y, en cuestión de segundos, comenzaron a golpear la puerta y a llamar a Linda con desesperación. Algo no estaba bien y no solo era un presentimiento, habían pruebas de que todo estaba mal ¿Qué más señales necesitaban que esa agua roja?

—¡Linda! —la llamó Cloe —. ¡¿Pero qué mierda está sucediendo ahí dentro?!

—¡Gabe! ¡Derriba la puerta! —exigió Sanne —. ¡Usa esa fuerza para algo!

Sin pensarlo dos veces, el narciso usó todo su peso y fuerza para derribar la puerta. No necesitó mucho esfuerzo para romper la cerradura, aunque de inmediato deseó no haberlo hecho. Deseó nunca haber visto lo que vió, y lo mismo puedo decir de Cloe y Sanne, quienes ahogaron al mismo tiempo un grito desgarrado en sus gargantas.

—No...No puede ser...

Solo eso salió de la garganta del naciso, quien sintió como su corazón se pulverizaba ante el panorama frente a él. Había agua por todos lados, y el espejo roto estaba en el suelo, con sus pedazos regados por todos lados. El líquido en sus pies no era agua solamente, había sangre ¿Y de donde venía? De unas muñecas completamente rotas, que estaban adheridos a unos brazos horrorosos que, al igual que el resto de ese feo cuerpo, yacía acostado en la ducha de la que aún salía agua.

Sintió naúseas, por un momento ni siquiera reconoció a su mejor amiga. Luego, vió sus ojos miel inyectados en sangre y sus cicatrices espantosas. Ahí cayó en la cruel realidad.

Esa era Linda.

🌼

7:40 pm

Te lo dije una vez, el olor a hospital es horrible. Pero, sin duda, es mejor que el olor a sangre.

Ahora ellos tres lo sabían.

Luego de ver lo que vieron, tardarón menos de diez minutos en llamar a emergencias. Todo se sentía borroso para ellos, pero recordaban a una ambulancia que los había llevado junto a Linda al hospital. Recordaban a una enfermera que los guió hasta la sala de espera, pero estaban tan aturdidos que ni siquiera podían recordar sus palabras, o cómo llegaron ahí. Recordaban haber llamado al resto de su familia formada de amigos, pero no sentían que habían vivido todo eso.

Todo parecía ser tan irreal que todavía no lo habían asimilado.

—¡Ahí están! —la voz de una de las hermanas Stewart se escuchó no muy lejos. Para cuando los tres amigos voltearon, se encontraron con todas las personas que Linda amaba.

Amó.

—Oh, Dios —Dalia corrió hacia Cloe y la envolvió en sus brazos. Lo mismo hizo Lilian con Sanne, quien se derrumbó en lágrimas al instante —. Dios, no puedo creer que esto esté pasando.

Nadie podía creerlo. Ni ella, ni Lilian, ni Derek, ni Don, ni las hermanas Stewart. Ni siquiera lo creían los tres que habían lo visto con sus propios ojos. Estaban en shock, aterrados a aceptar que lo que estaba ocurriendo era real ¿Y si todos estaban soñando y era una pesadilla? ¿Y si el agua nunca tuvo sangre y fue solo idea de ellos?

Pero los sollozos de Sanne indicaban otra cosa. Lilian la apretó fuerte contra su cuerpo y le permitió a su amiga soltar todas las lágrimas que tenía. Ella también lloró, lloró mucho, pero se abstuvo de sollozar para poder permitirselo a la morena.

—Jamás olvidaré lo que vi, Lilian —dijo, aferrandose a ella —. No puedo, no podré. Cierro los ojos y lo veo...Es...Es ella...

—Se cortó con los pedazos de un espejo roto —dijo Cloe, llorando con calma pero sin pausa. Se soltó de Dalia y encaró al resto —. Literalmente, la mató un espejo ¡¿Qué tan horrible tuvo que sentirse para llegar a eso?!

Ninguno quiso responder.

—No está muerta —dijo Derek, tratando de convencerse de eso —. No puede estarlo. Si la trajeron a un hospital, la pueden reanimar ¡Ella no puede morir así como así! ¡No pudo hacerse esto!

Sonaba irreal, imposible, incluso para los tres testigos de la escena. Cloe observó toda la debilidad encerrada en los ojos café de su amigo; parecía un remolino encerrado en una mirada. Ni siquiera pudo descifrar qué estaba sintiendo Derek. No había nombre para el sentimiento que todos experimentaban en ese momento.

¿Tristeza? ¿Nostalgía? ¿Dolor? ¿Culpa? ¿Incredulidad? Era una mezcla de todo.

Supo que Derek estaba intentando creer la misma mentira que el resto de ellos. Todos se estaban sumergiendo en una realidad falsa, en la que se negaban a admitir lo ocurrido. Alguien debía hacerlos entrar en razón, de lo contrario sentirían más dolor.

Observó a Sanne, quien seguía sollozando en los brazos de Lilian. Ella no podría hacerlo.

Observó a Gabe, quien estaba apoyado en la pared. Estaba sorprendentemente pálido y con su mirada fija en el suelo. Él tampoco podría.

Con sus únicas dos opciones agotadas, tragó saliva y respiró hondo. Ella debía ser la fuerte ahí...

—Nerd —Cloe se acercó hasta él e intentó mantenerle la mirada. Sabía que le iba a doler —. Sanne, Gabe y yo encontramos a Linda desangrandose en el baño. No fue un accidente, aunque quisiera decir que lo fue. Había sangre y agua por doquier, además de cientos de cristales rotos de los cuales dos estaban clavados en sus muñecas.

》Respiraba en la ambulancia, los tres creímos que podría recuperarse...pero creer a veces no es suficiente. De repente, dejó de respirar. Duele, duele muchísimo, pero si no lo digo ahora nos dolerá a todos mucho más en unos días: Linda murió. Ella se...se suicido.

Gabe cerró los ojos con fuerza, como si esas palabras hubiesen sido un golpe capaz de lastimar su alma. Jamás se había sentido de esa forma, en la que estaba tan confundido, triste y asustado que no podía pensar con claridad. En su mente nadaban imágenes de lo que había visto en el baño y, acompañandolas, una pregunta que lastimaba aún más a su corazón ¿Por qué?

Las palabras de Cloe no solo golpearon a Gabe. Derek observó a su mejor amiga, sus ojos azules completamente empapados e hinchados, y sintió que no quería creerle. Clo era una mentirosa por naturaleza, por eso fingió tan bien ser casamentera, pero a él nunca pudo mentirle. Deseó que esa fuese la primera vez.

—No mientas, friki ¡No mientas sobre esto! —exigió —. ¡No pudo morir! ¡No pudo quitarse la vida!

Silvana y Samara comenzaron a llorar al instante. Luego, fue el turno de Dalia, quien abrazó con fuerza a un Don con lágrimas contenidas. Derek los observó a todos y, entonces, sintió que podía ser real.

Se sintió tan real que sus piernas comenzaron a temblar. Se dejó caer en una de las incómodas sillas y apoyó sus manos sobre sus rodillas, intentando que estas tuvieran más estabilidad. Su mirada se fijó en el suelo y, pronto, sintió que sus pulmones perdían coordinación al buscar aire. Su visión se tornó borrosa por el agua en sus ojos. No quería creer que la alumna a la  que le tuvo tanta fe se había ido para siempre.

—¿Derek? —Lilian soltó a Sanne, quien se refugió en los brazos de Samara. Luego, caminó hasta su esposo y se sentó a su lado. Ella también lloraba, también sentía dolor, y pudo comprender la tristeza que vió en esos expresivos ojos café una vez ella tomó su rostro y lo obligó a verla.

—Ella no merecía esto...—le dijo a Lili, con un hilo de voz —. No lo merecía.

—No, ella merecía el mundo entero...Solo que no lo quiso.

Lilian abrazó a Derek con fuerza y ambos se permitieron llorar. Habían tantas lágrimas que me resulta imposible sacar un promedio entre todo ese grupo de amigos lastimados, pero sé que fueron muchas. Demasiada tristeza por la perdida de alguien que creyó que no valía nada, pero resultó tener demasiado valor.

Y, a diferencia de lo que ella creyó en vida, ninguno de ellos pudo recordarla como alguien fea. En ese momento, no pudieron pensar en sus cicatrices. Pensaron en cuanto extrañarían sus sonrisas, su inteligencia, su compañía...Si Linda hubiese sobrevivido a los rasguños del espejo, se habría dado cuenta de la cantidad de personas que la amaban incluso con su horrible fachada.

Pero no fue así.

—Chicos...—Samara llamó la atención de todos. Sorbió su nariz antes de hablar y parpadeó un par de veces para evitar seguir llorando. Luego, habló —. ¿Quién le dirá esto a Aviv?

—¡Dios, Avi! —exclamó Sanne, soltando más lágrimas —. Esto lo destrozará...

—Linda era el amor de su vida —señaló Silvana, soltando una mueca —. Esta noticia no solo lo destrozará, le romperá el corazón.

—Se lo diré yo.

Todos voltearon a ver a Gabe en ese momento. Hasta entonces, no había dicho absolutamente nada. Su voz se escuchaba diferente, menos gruesa...Diría que hasta quebrada. Notaron que habían lágrimas en sus mejillas, y dolor en sus ojos verde oliva. Por primera vez, no se esforzó por verse fuerte. Él le demostró a todos lo mucho que lo había afectado el ver a su mejor amiga perder la vida de esa manera.

Cada pedazo roto del corazón de Cloe sintió aún más dolor al verlo de esa forma.

—Amigo, no tienes que hacerlo tú —habló Don, intentando entender lo duro que debía ser ese momento para su amigo —. Cualquiera de nosotros puede llamarlo, pero si no te sientes listo...

—¡No! ¡Lo voy a hacer yo! Es lo menos que puedo hacer —exigió él, despegándose de la pared —. Era mi mejor amiga, Don. La única que intentó entenderme ¡Y ahora no está!

Le faltaba el aliento, le sobraban las lágrimas...Era la primera vez que él soltaba lágrimas por alguien, que sus sentimientos tenían tatuados un nombre que no era el suyo.

—Estabamos en la misma casa, a menos de diez metros cuando todo sucedio —tragó saliva con fuerza —, y no lo noté hasta que fue muy tarde. La dejé morir.

—No es tu culpa —dijo Samara, en un vago intento de calmarlo —. No fue tu culpa, ni la de Cloe, ni la de Sanne...

—¡Si lo fue! ¡Fue mi culpa! Yo pude...

Recordó todas las veces que Linda le había pedido hablar y él la ignoró, todas esas conversaciones en las que él desvió el tema solo para hablar de él y su relación con Cloe. Buscó en su memoria recuerdos recientes de ella, y le dolió darse cuenta de que las últimas imágenes de su amiga eran las más horrorosas. Los meses previos a ese, ella había vuelto a usar su capucha, a tener ojeras bajo sus ojos tristes y a sonreír menos, y él ni cuenta se había dado.

Ella le dijo una vez que, tarde o temprano, se cansaría de aguantar este mundo...Y él, por andar pensando en su reflejo, no lo entendió.

Te juro que pudo escuchar como cada fragmento de su corazón lastimado se volvía pedazos. Cada barrera, cada pizca de narcisismo, se derrumbó hasta dejar solo dolor. Estaba mareado, mareado por la culpa y la tristeza. Se sintió tan débil...pero se negaba a sentirse fuerte en ese momento. Por primera vez, sentía que merecía esa debilidad.

Cloe recordaba lo que le había dicho antes de todo lo ocurrido, todo eso de que se debían alejar. Todavía lo creía, pero verlo de esa forma la hizo romper su palabra por un momento. Se acercó hasta él al ver que su respiración se agitaba y tomó su rostro que tenía la misma cantidas de lágrimas que el de ella. También se sentía culpable de todo eso, pero verlo a él tan débil hizo que ignorara sus sentimientos por un momento.

—¿Gabe...? —cuestionó ella, permitiendo que la mirada perdida de Gabe se fijara en la de ella.

Había tanto dolor en ambos...

—Pude notarlo antes, Cloe —dijo él, tomándola a ella por sus muñecas. Continuó llorando —. Debí notar lo triste que estaba, debí dejar que se desahogara conmigo ¡Al menos debí permitirle llorar junto a mí! Ella me mandó señales, me advirtió de esto, y yo fui tan egoísta que no quise entenderlas.

—No es tu culpa...

—¡Lo es! ¡¿No lo ves?! ¡Ella intentó decirmelo y no la deje porque...!

Miró a Cloe. En ese momento, se dió cuenta de la parte fea se ser un narciso.

—No la deje porque estaba pensando en mí...Y en tí.

Si se hubiese ahorrado todas esas conversaciones sobre Cloe con las que había bombardeado a su mejor amiga durante meses, entonces ella habría encontrado el momento para decirle lo que pasaba por su mente ¡Él la habría detenido!

Pero era demasiado tarde para redimirse. Gabe ya no tendría más oportunidades para arreglar las cosas con su amiga; ya no le podría pedir perdón.

El corazón de Cloe se detuvo ante la confesión del narciso, jamás lo había visto tan arrepentido. Sin pensarlo dos veces, lo envolvió en un abrazo. No se quejó cuando sintió un par de fuertes brazos rodearla por la cintura con demasiada fuerza, ni por los sollozos que escuchó muy cerca de su oído. Lo dejó derrumbarse porque sabía que incluso los tanques de guerra tenían debilidades.

—Yo la amé, Cloe —confesó él, entre lágrimas —. Es mi amiga, yo la amo.

—Lo sé...

Los espejos y los corazones se quiebran de la misma forma: en pedazos que se pueden romper infinitamente. Gabe entendió en ese momento que su corazón no era de hierro, era tan débil como los del resto de las personas. Su egoísmo no era una armadura efectiva, su narcisismo era un arma que apuntaba hacia su propia cabeza. Y Linda...

Ella fue a la primera persona que amó más que a su propio reflejo y ahora nunca se lo diría.

Este capítulo es horrible, quizá el más horrible que he escrito hasta ahora, así que les doy todo el permiso de odiarme y criticarme por hacerle esto a Linda 💔

Pero hay una razón...

Ahora bien, quiero hablar de un tema en partícular: suicidio. Al igual que los otros temas que suelo tocar en mis libros, no lo fomento. Si bien puedo entender que a veces se ve como la única salida, quiero decirles a todas esas personas que lo han pensado que, si voltean, hay miles de otras puertas y ventanas que pueden usar para salir de sus problemas y no necesitan atentar contra sus vidas. Hay más salidas, creanme.

Claro que yo no soy nadie para cambiar su forma de pensar, tampoco pude hacerlo con Linda. A todos aquellos que alguna vez lo intentaron, les digo que me alegra saber que encontraron la fuerza para buscar otra salida. A todos los que lo hicieron y ya no están, les digo que los comprendo, que no los juzgo, pero me habría gustado que buscaran otra solución.

Y al resto leyendo esto les pido que perdonen a Linda, que la tomen como ejemplo por su enorme corazón e inteligencia pero que no imiten su última acción. Mi intención no es que alguno salga lástimado así que, por favor, no intenten lo que ella intentó.

Todos la extrañaremos mucho y, si los hace sentir mejor, yo también me odio un poquito luego de este cap 💔

Con esto listo, me despido hasta el siguiente capítulo. Los amo aunque me odien...Chaítoo❤

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