Capítulo 60
Intervención para dos
27 de septiembre
5:00 pm
Sentirte tan mal que todo tu cuerpo pesa, guardar tanta tristeza que te duele el corazón. Tener tantas ganas de llorar que no puedes pensar en otra cosa a parte de eso. Suena imposible caer tan bajo, pero de hecho se puede.
Se le llama tocar fondo y, en ese momento, era claro que alguien lo había tocado.
Cloe suspiró. Tenía su mejilla adherida a la mesa de la cocina y se sentía tan pesada que dudaba poder levantarse de nuevo. Podía escuchar la conversación que tenían Lilian y Sanne mientras cocinaban, pero a penas si les estaba prestando atención. Solo podía pensar en Gabe y en el espejo roto del baño. Ese jodido espejo ¡Lo odiaba! Le recordaba que no solo estaba destruyendo su físico, sino que también estaba hiriendo su corazón ¡Todo por él!
Pero no sabía como detener los sentimientos que tenía hacia un narciso...
—Sanne, tenemos que comprar un espejo nuevo —dijo, arrastrando sus palabras. Parecía estar ebria en tristeza.
La morena volteó a observarla y le dedicó una sonrisa ladeada. Colocó un vaso frente a ella y se sentó en la silla a su lado.
—Lo sé, no he tenido tiempo —confesó Sanne —. Le diré a Linda que se encargue de eso. Ahora, mejor bebe esto. Te hará sentir mejor.
—¿Qué es? —preguntó, levantando su cabeza con curiosidad.
—Leche achocolatada.
Cloe frunció el entrecejo al instante y apartó el vaso. Ella amaba la leche achocolatada, pero la reacción involuntaria de su cuerpo fue contar las calorías en ella y rechazarla. Eso estaba mal, lo sabía, pero la perfección se había incrustado en ella como una horrible espina de la que no se podía librar.
—Puaj, no quiero —soltó, disgustada. Luego, miró a Lilian —. ¿Qué cocinas?
—Macarrones con queso y milanesa de pollo —le respondió Lilian, sin dejar a un lado su labor en la cocina.
Eso hizo que Cloe frunciera el entrecejo aún más. Uno de esos era su platillo favorito...Comenzaba a entender porqué sus dos amigas la habían llamado con tanta urgencia, pero mejor no sacaba conclusiones aún. Prefería esperar a la llegada de Dalia para eso.
Así que cambió de tema.
—Amiga, siento que explotarás en cualquier momento —le dijo a Lilian, observando su enorme barriga —. ¿No deberías estar sentada, o algo? En serio, me pone nerviosa verte así.
—Calma, estoy embarazada pero no soy de vidrio. Puedo cocinar sin problema —río Lilian. Últimamente, se le veía más feliz —. Aunque si debería sentarme un rato, estoy agotada. Me canso demasiado rápido.
—Yo me encargo, entonces —soltó Sanne, intercambiando de lugar con su amiga —. ¿Impaciente por la llegada de la bebé, Lili?
—Como no tienen idea. De verdad que no veo la hora de tenerla en mis brazos.
—¡Wow! —exclamó Cloe —. ¿Quién diría que la misma Lilian Bennet que tanto lloró hace unos meses estaría entusiasmada por ser mamá?
—Si, bueno, esa Lilian Bennet no tenía idea de lo terrible que puede resultar el tercer trimestre. Dormir es incómodo, mi vejiga no aguanta ni un litro de agua y sentarme es una hazaña. Así que sí, muero por dejar de estar embarazada.
Sanne y Cloe soltaron una pequeña carcajada, por supuesto que la Lilian que conocían y amaban no terminaría esa conversación diciendo algo dulce. Por suerte, también eran amigas de Derek y este les había dicho que su entusiasmo iba más allá de dejar de estar embarazada. Además, ellas también la conocían lo suficientemente bien como para saber que esa sonrisa que tenía últimamente era la sonrisa de una Lili ilusionada.
Lo que a principios de año empezó como un desastre, parecía que terminaría bastante bien. Sin embargo, así como hay gente feliz, también hay gente triste. Por cada sonrisa en el mundo, existe una lágrima. Así que se podría decir que la alegría es proporcional a la tristeza aquí, en donde todos existimos.
Un par de toques en la puerta fueron suficientes para que Lilian se pusiera de pie y caminara hacia la entrada. Mientras, Cloe observó la leche achocolatada con anhelo y cierto asco. Quería tomar unos cuantos sorbos, sentir el dulce sabor del chocolate bajar por su garganta, pero todo se arruinaba al pensar en su reflejo.
Un reflejo que no era perfecto y nunca lo sería si ingería chocolate.
Elevó su mirada una vez que escuchó los pasos que llegaron hasta la cocina. Volteó y se encontró con la sonrisa triste de Dalia. Se veía pálida, cansada, muy poco cómo ella. Había dormido solo unos pocos minutos los últimos días, además de estar sufriendo mareos constantes que la llevaron más de una vez a vomitar. Claro que eso no le importaba demasiado, tenía en mente otra cosa mucho más preocupante.
—Hola, chicas —dijo la pelirroja, esbozando una sonrisa muy débil.
—Hola —Cloe le devolvió la sonrisa y la siguió con la mirada hasta que se sentó frente a ella. Ahí, la observó bostezar —. Te ves cansada, Dali.
—Mhm, no he dormido bien, pero eso no es importante —aseguró Dalia, volteando a ver a Sanne —. Eso huele delicioso ¿Qué preparas?
—Oh, macarrones con queso —dijo la morena, sonriendo.
—Y milanesa de pollo —completó Lilian, colocandose al lado de Sanne.
Dalia levantó una de sus cejas y volteó a observar a Cloe. La castaña la imitó en su gesto y entre las dos tardaron muy poco tiempo en averiguar qué ocurría.
—¿Macarrones? —cuestinó la pelirroja —. Es tu plato favorito, Clo.
—Y milanesa el tuyo, Dali —notó Cloe.
—Lo que significa que...
—Que estas dos planearon una intervención para dos —soltó Cloe, rodando sus ojos —. Perfecto.
—Pero que par de amigas tan inteligentes tenemos —aplaudió Sanne —. ¿No lo crees, Lili?
—Inteligentes serían si lo hubiesen notado antes —soltó Lilian, volteando los ojos —. Estábamos siendo muy obvias, Sanne.
No era la primera vez que hacían eso que llamaban "intervención" para elevar los ánimos de alguna de ellas, tampoco sería la última, pero aún apreciaban la ironía de utilizar comida para buscar felicidad luego de un pasado en dónde los alimentos fueron sus enemigos mortales. No eran los platillos favoritos de cada una lo que las hacía sonreír, sino el hecho de poder desahogarse con total libertad y luego poder saborear algo sin sentirse culpables de ello. Claro que para llegar a ese punto primero había que dejar ir las preocupaciones, y eso es difícil.
Lilian dejó un plato frente a Dalia con milanesa en él. Sanne, por otro lado, dejó otro plato frente a Cloe con macarrones. Luego, las dos se sentaron en las sillas vacías. Por separado, eran chicas que consiguieron reconstruirse luego de hacerse pedazos. Mujeres que plantaron un jardín en sus corazones aunque en algún momento hubo sequía, y ahora veían crecer retoños de fortaleza en donde antes habían debilidades.
Sí, tenían momentos en los que sus pedazos temblaban y parecía que se quebrarían. A veces, sentían que cada flor que habían logrado plantar se marchitaría ¿Pero cómo no iban a caer? Eran humanas, ya eso era una debilidad en sí.
Por separado eran todo eso, pero juntas eran una obra de arte formada por pedazos que encajaban de una forma tan peculiar que ni siquiera ellas la lograban entender. Lo que unió a Dalia, Sanne, Lilian y Cloe fue lo mismo que estaba destruyendo a dos de ellas en ese momento. Es irónico pensar que la crueldad del mundo puede causar cosas tan buenas como esa amistad.
—Sé muy bien que Sanne y yo no hemos estado tan presentes como nos habría gustado los últimos días —comenzó Lilian, rompiendo el silencio —, pero no somos ciegas. Una vez le dije a Gabe que nuestra amistad no se basa en las palabras, sino en los gestos. No le mentí. Puede que ninguna de las dos lo haya dicho en voz alta, pero a nosotras nos basta con ver sus caras para saber que algo pasa.
—Les hace falta lo que las hace ustedes —continuó Sanne —. No sonríen, suspiran a cada rato y siento que, en lugar de salir a delante como las chicas luchadoras que amo, se están estancando en una tristeza que...me recuerda a las Clo y Dali de antes.
—Algo les duele y, aunque ambas nos hacemos una idea de qué puede ser, queremos que nos lo digan. No se preocupen por verse débiles frente a nosotras. Tanto mi hombro, como el de Sanne, están aquí para recibir todas esas lágrimas que sé que retienen. Lo mejor de todo es que estos hombros son lo suficientemente fuertes el día de hoy como para aguantar un mar de tristeza si es necesario, y es gracias a ustedes. Así como nos ayudaron en el pasado, las dos estamos dispuestas a ayudarlas a ustedes ahora.
—Somos un ramo de margaritas, ¿lo olvidan? —preguntó Sanne, soltando una pequeña sonrisa —. Estamos juntas en esto. Lo estuvimos en un principio y lo estaremos hasta el final.
Cloe y Dalia suspiraron en sincronia, señal de que sus almas se estaban desinflando al mismo tiempo aunque por diferentes razones. El color verde esmeralda de los ojos de Dali se encontró con el azul profundo de Clo, incluso estando lástimadas sentían preocupación la una por la otra. Ambas estaban agotadas de resguardar tanto dolor por sí solas. Estaban desesperadas por recibir apoyo, un hombro en el cual llorar ¿El problema? No es tan fácil decir en voz alta lo que nos atormenta.
Las dos agradecían enormemente tener a un par de amigas como ellas, que ofrecían sus oídos para escuchar las razones de sus tristezas. Sin embargo, dudaban poder hablar. Era necesario, ¡pero tan complicado! Luego de unos minutos de silencio, Cloe liberó su labio inferior, que hasta entonces lo había estado mordiendo, y decidió decir algo.
—Habla tú primero Dali. Yo...creo que lo necesitas más.
Dalia intentó ahogar un suspiro al llevar un trozo de comida a su boca, pero no funcionó. Sus ojos terminaron por cristalizarse y la poca fuerza que tenía comenzaba a fallarle. Sanne lo notó, así que llevó su mano hasta la de ella y le dió un apretón. Esa fue una forma sencilla de decirle: puedes quebrarte, nosotras estamos aquí para armarte se nuevo.
Así, Dalia encontró la valentía para hablar.
—Es difícil...—les confesó. Sentía que las palabras quemaban en su garganta.
—Lo notamos —habló Lilian, esbozando una sonrisa pequeña —. Se trata de Don, ¿no es así?
—Se trata de tantas cosas, Lili.
—Entonces, dilas —la animó Sanne —. Suéltalo todo.
—Aquí tenemos tiempo de sobra para escucharte —completó Cloe, ignorando su tristeza para fijarse en Dalia.
Dalia llevó una mano hasta su dije de margarita y comenzó a jugar con él de forma nerviosa. Intentó organizar sus ideas ¿Qué diría primero y qué diría después? Tomó aire, cerró los ojos por unos segundos, y decidió que no lo pensaría.
Pensar tanto era la razón de todas sus preocupaciones actuales, lo cual era extraño puesto que le dolía el corazón, no la mente ¿Será que nuestro cerebro funciona como una pistola que apunta directamente a nuestro pecho? Y cuando dispara, no hay aviso previo. Nos damos cuenta cuando hay un agujero en nosotros y un dolor del que no nos podemos librar.
Esas son las consecuencias de pensar demasiado, pero Dalia le quitó las balas a esa arma letal por un instante y decidió hablar sin razonar. Igual le dolería, pero quizá no recibiría más disparos.
—Bien, aquí voy —tomó un largo respiro para prepararse a sí misma y devolvió la mirada a sus amigas —. Existe la enorme posibilidad de que este embarazada.
—¡¿Qué?! —exclamó Sanne. Sin duda, estaba esperando otra confesión.
—Todo cuadra, la verdad —continuó la pelirroja —. Tengo antojos absurdos, mareos matutinos, naúseas y he vomitado tanto que siento que mi estómago se está vengando de mí por lo que le hice cuando fui adolescente. Sin mencionar que he sacado cuentas y sí, tiene lógica. Es decir, no he menstruado en tres meses y no me detuve a pensar en eso hasta hace poco.
—¿Tres meses? —Lilian la miró con sorpresa al tiempo en el que Dalia asintió con la cabeza —. Mierda, Dali ¿Donovan sabe esto?
—Él fue quien me lo advirtió lo de los antojos hace poco. Donny lo ha sospechado mucho antes de que yo siquiera me hiciera la idea.
—Sí, Gabe me contó sobre eso —recordó Cloe —. Claro que creí que Don estaba exagerando.
Y también creyó que Dalia solo estaba más gorda por no contar todas las calorías que traía un yogurt, pero no dijo eso en voz alta.
—Donny rara vez exagera —dijo Dalia, apoyando sus codos en la mesa. Luego, escondió su rostro en sus manos —. Se trata de algo demasiado probable, chicas. Solo habría que confirmarlo con...no lo sé, alguna prueba de embarazo.
—¿Y por qué no lo has hecho? —cuestionó Lilian.
—Iba a hacerlo, se los juro...
—¿Y qué pasó? —fue el turno de Sanne para hablar.
—Ingresaron a Donny en un hospital y todo se volvió un caos ¿Lo olvidan?
—Ya, pero puedes confirmarlo ahora —habló Cloe —. Es tan sencillo como ir a una farmacia, comprar una prueba y darle la buena noticia a Donovan.
—No...
—¿Por qué no?
Dalia mordió la parte interna de su mejilla con fuerza. Dejó de apoyarse en la mesa para abrazarse a sí misma y le permitió a un par de lágrimas escapar de sus ojos. Si todo fuera "sencillo", como había dicho Cloe, entonces ella no se sentiría tan perdida.
—Porque...—tragó saliva antes de hablar —. Nos dieron los resultados de los exámenes de Donny.
—¿Y qué decían? —preguntó Lilian.
—Él...tiene un sarcoma con probabilidades altas de metástasis.
—Dalia, habla en español —soltó Sanne, poniendo sus ojos en blanco.
—Cáncer —dijo Cloe, quien entendía mejor esos términos médicos —. Donovan tiene cáncer.
Dalia se abrazó aun más fuerte y asintió con la cabeza. Escucharlo de ellas hizo que se quebrara y de sus ojos salieron más y más lágrimas. No sollozó, solo lloró en silencio. Mientras tanto, las otras tres presentes se quedaron sin habla ante lo que habían escuchado. Donovan era su amigo, les dolía saber que estaba enfermo. Pero también era el amor de la vida de su amiga...Ni siquiera podían imaginar todo lo que ella debía estar sintiendo.
A Lilian dejó de importarle lo difícil que era pararse con su enorme barriga, lo hizo para abrazar a Dalia. La rodeó por sus hombros y le permitió seguir llorando. Todas ahí sabían que las lágrimas que se derraman para otras personas suelen ser las más amargas.
—Yo lo amo, no es como si esto me fuera a alejar de él —continuó Dalia —. Por el contrario, pienso que debemos estar unidos ahora más que nunca. Quiero creer que todo va a estar bien, que él va a ser uno de los muchos que sobrevive al cáncer. Pero hay otra parte de mí que dice que él ya pasó por esto una vez ¿Cuáles son las probabilidades de que vuelva a salir de esto completamente ileso?
》Me está matando, no tienen ni idea. Intento mantenerme fuerte y sonriente frente a él pero necesito derrumbarme, llorar, tener miedo ¡Porque lo tengo! Puedo vivir sin Donovan, aprendí a ser independiente. El problema es que no quiero vivir sin él y si el cáncer me lo quita...¡Joder! ¡Pero que mundo tan cruel!
Hizo lo que dijo que necesitaba hacer: se derrumbó, lloró, y sintió miedo porque sabía que frente a ellas podía hacerlo. El abrazo de Lilian se intensificó en el instante en el que sintió que ella comenzaba a temblar. Era tan duro hablar de lo que le dolía, pero se sentía tan bien que decidió soltar todo lo que faltaba.
—No es el momento indicado para que llegue un bebé a nuestras vidas —completó —. Por eso no me he hecho la prueba. Siento que, a partir de ahora, mi vida con Donny pende de un hilo. Es como si...como si ahora nuestra historia tuviera un 50% de probabilidades de tener un final feliz y el otro 50% se trata de un final que me destrozará ¿Cómo podré pensar en un hijo cuando tendré miedo todos los días de perder a su papá?
—Primero que nada, Dali, el cáncer no es sinónimo de muerte —le aclaró Lilian —. Hay mucha gente que sobrevive ¡Solo mira a Adam! Si él pudo, sé que Donovan podrá. Él y tú forman una pareja de luchadores, están hechos para aguantar cada obstáculo que les pone la vida. Sé que les dolerá muchas veces, pero también sé que pueden con esto y más.
Tras decir eso, soltó a Dalia y se colocó frente a ella. Se sentó en la esquina de la mesa y tomó las manos de su amiga. La miró con una comprensión que hizo que Dali se sintiera segura por primera vez en muchos días.
—Segundo —continuó Lilian —, no digas que es un mal momento para que ustedes se conviertan en padres. Ni siquiera lo pienses. De lo contrario, te pasará lo mismo que a mí me pasó y no quiero ver a mi amiga arruinando un momento que debería ser feliz por estar llena de inseguridades.
》Tu amas a Don, ¿cierto?
—Con todo mi corazón —respondió Dalia.
—Entonces vas a amar a ese niño con locura, ya verás. No te enfoques en el momento, Dali. Enfócate en el hecho de que tu vida va a cambiar para siempre por una simple personita. Sé que da un poco de miedo, que se ve como un reto muy grande, pero también es maravilloso. Quizá es la parte bonita que tu vida y la de Don necesitan ahora. Solo imagina la sonrisa de Donovan si llega a enterarse de que esto es más que una simple sospecha.
—Estaría muy ilusionado —Dalia sonrió al imaginarlo.
—¡Por supuesto que sí! —exclamó Sanne, poniéndose de pie para colocarse junto a Lilian —. Don tiene toda la pinta de que será un padre increíble ¡Y tú serás una mamá maravillosa! Lili tiene razón, quizá este es el momento perfecto para que llegue ese bebé. Puede ser la esperanza que necesitan para mantenerse fuertes ante los obstáculos que vendrán.
—E imagina que bello sería un bebé pelirrojo pero con el parecido de Don —acotó Cloe, añadiéndole su toque poco serio a la conversación —. Uf, sería la imágen perfecta para un comercial de pañales.
Dalia soltó una pequeña carcajada al tiempo en el que limpió sus lágrimas. Aun tenía miedo, y seguía sin parecerle un buen momento para tener un hijo, pero sus amigas calmaron un poco todos esos nervios y le abrieron puertas a nuevas perspectivas. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba esa intervención hasta ese momento.
—Gracias, se los agradezco tanto —dijo ella, sintiéndose más afortunada que nunca por tener amigas como ellas.
—¡Gracias a ti! Si en realidad llegas a estar embarazada, nos darás a las tres otro sobrino al cual amar —soltó Sanne, sonriendo —. ¡Y amo ser tía!
—Ah, yo también —suspiró Cloe, con una sonrisa más pequeña en sus labios —. Sobre todo por la parte en la que podemos devolverlos cuando lloran, o cuando se hacen encima. Ustedes tendrán la parte difícil, nosotras la parte linda.
—Gracias, Cloe. Eso nos llena de ánimos a ambas —dijo Lilian, rodando sus ojos.
—Siempre a la órden, descorazonada mía.
—Eh, no creas que tú te libras se todo esto —señaló Dalia, mirando directamente a la castaña —. Esta intervención está hecha para dos, así que come tus macarrones y cuéntanos qué te ocurre ¿Por qué parece que estamos perdiendo a la chica demente que amamos?
Cloe suspiró y llevó sus ojos al plato de macarrones. El queso derretido se veía tentador sobre aquellos pedazos dorados de pasta. Olía delicioso, de seguro sabía mucho mejor. Sabía que podía comerlo, pero sentía un escalofrío al pensar que eso la alejaría de su narciso. Mientras más calorías tenía un plato, más alejaría a su reflejo de ser atractivo a los ojos de Gabe. Comenzaba a darle miedo el nunca poder ganarle al espejo en esa absurda competencia que ella había inventado.
Llevó su mano hasta su dije de margarita y lo apretó con fuerza ¿Qué estaba mal? Pues, que ese plato de macarrones estuviera intacto.
—¿Cloe? —cuestionó Sanne al ver cómo ella se perdía en sus propios pensamientos.
—Primero que nada, me quiero disculpar contigo, Dalia —comenzó —. He sido una terrible amiga los últimos días y siento que por mi culpa nos hemos distanciado. Lo lamento, lo que menos quiero es perderte.
—Oh, Clo —Dalia sonrió de lado y estiró su mano hasta tomar la de ella —. Nunca me vas a perder, soy como un chicle molesto que se va a quedar en tu zapato para siempre, ¿okey? Si con esto te refieres a que hemos estado distantes desde la consulta con la doctora Wallace, no te preocupes. Ya me había dado cuenta que tú no estabas del todo bien. Supuse que explotaste y te desquitaste conmigo. Fue inesperado, pero lo entiendo.
—Defendí a Gabe antes que a tí. Supongo que me dió miedo admitir que le estaba dando parte de mí a alguien que se está lastimando a sí mismo.
Y ese miedo era comprensible. Si le das tu corazón a alguien que hiere el suyo sin siquiera notarlo, entonces ten por seguro que lo romperá. Cloe lo estaba descubriendo, y vaya que era doloroso.
—¿Y ahora qué crees? —preguntó Sanne —. ¿Piensas que Gabe si se está lastimando?
—Pienso que hay alguien que está saliendo lastimado en esta relación —Cloe suspiró —, pero ese alguien no es Gabe.
Ella bajó la mirada hasta los macarrones con queso. Luego, vió el vaso con la leche achocolatada. Alejó ambas cosas de ella, se sentía fatal con tan solo tener esas cosas cerca. Necesitaba un consejo, que alguien le dijera qué debía hacer a partir de ese momento porque ella...estaba perdida.
—Ser novia de un narciso no es fácil —ella hizo una mueca con los labios —. Quiero a Gabe porque sé que puede ser más de lo que muestra ahora. Yo confío en él. Sin embargo, quererlo significa tener que competir con sus obsesiones. Compartó su tiempo con sus sesiones de pesas, compito con su reflejo por su atención ¡Y eso me vuelve loca!
》Pasé de estar ilusionada a estar desesperada porque me note. Me he puesto más bonita, me he arreglado más, incluso soy menos infantil ¡Pero él sigue prefiriendo a un espejo antes que a mí! ¿Pueden creer que nunca me ha dicho que soy hermosa? Creo que tampoco lo he escuchado decir que me quiere. He buscado la forma se ser la novia que él desea, pero el nivel de perfección que él busca es imposible para mí.
—¿Te das cuenta de que eso que describes no es una relación, verdad? —señaló Sanne —. No estás hablando de una pareja, estás hablando de un par de personas que están tan desesperadas por encajar la una con la otra que están cambiando su personalidad.
—Una persona —la corrigió Dalia —. Solo una persona está cambiando y me duele saber que eres tú, Clo.
Cambiar no es malo, pero modificar una personalidad para encajar con otra es como intentar forzar una pieza de rompecabezas a encajar con una que no corresponde. Cloe sabía que encajaba a la perfección con el Gabe que se escondía detrás de los mosaicos de sus ojos. El problema es que no encajaba con el narciso vigoréxico. Intentaba con fuerzas adaptarse a ambas versiones, y eso la estaba dañando.
Comenzaba a creer que Gabe y su narciso eran dos personas completamente distintas.
—He estado intentando competir con el reflejo de Gabe —confesó —, y ahora casi ni reconozco el mío.
—Eso está muy, muy mal —soltó Lilian, frunciendo el entrecejo —. No mereces estar con alguien que te haga sentir que luchas por obtener su atención ¡Menos si compites con un espejo! Es absurdo. Me hace pensar que casi prefiero al idiota de Cameron antes que a él.
—Ya no es idiota...
—Sabes a qué me refiero, Clo. Aprecio a Gabe, todas aquí lo hacemos, pero a ti te amamos y sabemos que vales más que un pedazo de cristal. Él tiene que aprender a verlo.
—Estoy muy de acuerdo con Lili —la apoyó Sanne —. Gabe tiene que abrir los ojos. Alguien tiene que sacudir a ese grandulón hasta que sus neuronas reaccionen y puedan notar a la increíble mujer que tiene frente a él. De lo contrario, esta relación siempre será unilateral y muy tóxica.
—¿Tóxica? ¿Te parece que mi relación con Gabe es tóxica?
—Tan tóxica como veneno para ratas —soltó Dalia, rodando sus ojos —. Lo siento, tenía que decirlo. Parece que no notas cómo te controla a veces, y él claramente no te hace sentir feliz, o especial.
—¿Lo dices porque estás molesta con él?
—No. Lo digo porque conozco el valor que tiene mi mejor amiga, y él todavía no lo valora.
Cloe mordió su labio en el instante en el que sintió que este comenzaba a temblar. Apretó con más fuerza su dije ¿Cómo se pondrían sus amigas cuando confezara la más dura verdad? Pues, lo tendría que averiguar...
—He dejado de comer —dijo en voz baja, mirando los macarrones aun intactos.
—¿Ah? —habló Dalia, sin entender lo que había dicho.
—No estoy comiendo, chicas —confesó, con la voz entrecortada —. No sé que me está pasando, pero cada vez que me acercan un plato entro en pánico. Cuento las calorías de forma inconsciente y me digo que jamás lograré obtener el amor de Gabe si ingiero eso.
》Sé que está mal, pero no puedo evitarlo. Estoy perdiendo el control sobre mí, lo que me queda es muy poco. Me siento perdida ¡Esta no soy yo! Pero cada vez que intento buscarme no me encuentro. No sé qué hacer. Por primera vez en años, no tengo ni idea de qué hacer conmigo.
No pudo aguantar más, comenzó a soltar lágrimas mientras temblaba. Decirlo en voz alta lo hizo más real: Cloe no se conocía, era una extraña para sí misma. Cerró los ojos con miedo de abrirlos y descubrir que sus mejores amigas la mirasen como una desconocida. Tenía tanto miedo de lo que vendría a partir de ese momento ¡Es que no sabía que hacer!
¿Cómo buscas a alguien que se perdió sin darse cuenta? ¿Cómo te encuentras a tí mismo entre tantas capas de una misma personalidad?
Sintió un apretón en su mano, la que estaba sobre la mesa. Todo su cuerpo le pidió que no lo hiciera, pero terminó por abrir los ojos y se encontró con la mirada verde de Dalia cristalizada. Volteó a ver a Sanne, luego a Lilian. No la vieron como a una extraña, solo la acompañaron en su tristeza. Entendieron lo perdida que estaba Cloe, y querían encontrarla.
—Tienes que terminar con él —fue lo que dijo Dalia, logrando que Cloe soltara su mano y la mirase con impresión.
—¿Q...Qué? —preguntó ella. Eso la tomó por sorpresa —. ¿Quieres que termine con Gabe?
—Cloe, mira lo que te ha hecho —dijo la pelirroja, dejando escapar una lágrima —. Sé que no fue intencional, él no es tan cruel, pero lo hizo. Él te arrastró a esto.
—Queremos a Gabe, pero a ti te amamos —habló Sanne —. Si tengo que escoger entre tú y él, te eligiría a tí un millón de veces. Si te hace daño, déjalo ir.
—Le rompería el corazón.
—Rómpeselo —soltó Lilian —. Sé que sonó cruel, pero creo que es la única solución. Clo, si tienes que escoger entre tu corazón y el de él, escoge el tuyo. No estás siendo mala, solo te estás protegiendo. Tú vales mucho como para que te hagan esto.
Un nudo se instaló en la garganta de Cloe al instante ¿Dejarlo ir? Pero sentía demasiado por él. Nunca había tenido suerte en el amor, siempre había huido de él. Ahora que lo encontraba, ¿debía dejarlo? Era injusto y doloroso ¿Por qué su historia no podía tener un final feliz?
Si tan solo hubiese sabido que se hacía esa pregunta a la mitad de la historia, jamás la habría formulado...
—Tengo otro problema —confesó —. Un problema que hace que dejarlo sea casi imposible.
—¿Cuál? —cuestionó Lilian.
—Lo amo.
Tragó saliva, sentía que su voz se extinguía poco a poco pero quería seguir hablando.
—Lo amo con todo mi loco ser ¿Entienden lo difícil que es?
—Si —Sanne suspiró por ella —. Pero tienes que hacerte esta pregunta, Clo ¿A quién amas más? ¿A Gabe, o a tí misma?
Su corazón se sintió pesado en ese momento. Se dió cuenta de que no estaba muy clara de cual podría ser la respuesta a esa pregunta. Su mente daba vueltas sin querer llegar a ninguna conclusión. Quizá no sabía la respuesta porque le dolería encontrarla. Dalia atrajo su atención con un leve carraspeo y le dedicó una sonrisa. Le hizo entender con una mirada que no había prisa para eso.
Solo Cloe sabría cuando estaría lista para encontrar esa respuesta.
—Tú solo piénsalo, ¿sí? —le dijo Dali, a lo que ella asintió —. Bien, ahora todas de pie.
—¿Para...? —preguntó Sanne.
—Vayamos por una tarta de chocolate para Clo y, de paso, entremos a una farmacia para...para comprar una prueba de embarazo. Matemos dos pájaros de un tiro y luego hagamos una pijamada como en los viejos tiempos ¿Les parece?
—Es un excelente plan —aseguró Lilian, colocándose de pie.
—No sé si pueda con la tarta de chocolate...—admitió Cloe.
—Tú tranquila. Nosotras haremos que olvides las calorías —le dijo Sanne, guiñandole un ojo —. Además, no olvides que el chocolate siempre será el verdadero amor de tu vida.
Logró sacarle una sonrisa verdadera a Cloe. A pesar de estar hecha pedazos por dentro, agradeció tener a personas como ellas a su lado. Se levantó de la mesa, dispuesta a seguir ese plan que sonaba perfecto. Justo en ese momento, la puerta de la casa se abrió y Linda apareció luciendo casi tan perdida como Clo.
Se asustó un poco al encontrarlas. Últimamente, se asustaba por casi todo. Al recobrar el aliento, comenzó a darles las gracias a todas ellas y a pedir perdón. Dijo que lo sentía, que las quería, pero debía decir adiós. Antes de que alguna pudiese preguntar qué ocurría, Linda corrió hasta su cuarto y se encerró en él. Una vez solas, las margaritas se miraron entre ellas con confusión.
—Eso fue raro —soltó Dalia.
—Ella está rara —aclaró Sanne —. Capaz es porque terminó con Aviv.
—¡¿Qué?! —exclamaron las otras tres, al unísono.
—¿No lo sabían? Él me llamó ayer y me lo contó. Parece que ella le escribió un mensaje en el que decía que lo sentía pero que no podían seguir juntos. Le habló sobre tener planes que no lo incluían y que lo que menos quería era romper su corazón.
—¿Planes? —cuestionó Cloe —. ¿Qué planes?
—No se lo dijo, pero si su plan era no romper su corazón le salió mal. Él está tan triste...Pero dice que vendrá pronto a solucionarlo. No se quiere rendir con ella.
—Me parece bien. Los dos merecen ser felices —dijo Lilian —. ¿Vamos por esa tarta, entonces?
Las cuatro salieron de la casa dispuestas a recobrar las sonrisas de Cloe y Dalia. No obstante, no podían negar que una duda se había quedado en sus subconscientes luego de ver a una chica fea tan perdida:
¿Qué planes tenía Linda Riddle y por qué estos no incluían a Aviv?
Así que...Hoy no me tocaba actualizar esta historia pero lo hice porque el colegio me tiene loca y no sé si podré seguir actualizando tan seguido 😫😫 En fin, espero poder terminar esta historia pronto y que a ustedes les guste este cap.
¿Quieren que Cloe y Gabe terminen? Háganmelo saber ❤
Chaíto, los amoo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro