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Capítulo 55

La promesa
16 de agosto

1:45 pm

Para Cloe, ver a Cameron de nuevo fue como tomar una máquina del tiempo y terminar cinco o seis años en el pasado. Recordó todas las ilusiones que él le regaló, así como todas las desiluciones que le dejó. Gracias a él, sintió el dolor de su primer corazón roto, y esa clase de sufrimiento esta entre los que marcan permanentemente a una persona.

Él no se veía muy diferente al Cameron de la secundaria. Seguia teniendo ese apuesto rostro que hizo que muchas chicas, incluyendola a ella, cayeran rendidas a sus pies en algún momento. Sin embargo, en el presente, a Cloe le fue imposible sentir atracción por ese hombre. Su corazón le pertenecía a otra persona y ese encuentro no iba a despertar sentimientos por Cam, estos habían muerto hacía años. Simplemente se podía resumir como un extraño momento, en el que ambos estaban demasiado incómodos por encarar de forma tan abrupta sus pasados.

-Eh...-él llevó una mano hasta su cabello y pasó sus dedos por las hebras doradas con nerviosismo. Cloe recordó que él solía hacer eso de desviar la mirada y tocar su cabello cuando estaba incómodo; ese gesto se mantenía igual -. ¿Te molesta si te acompaño?

-No, no es molestia-dijo ella, impresionada ante esa petición -. Eh...toma asiento, no hay problema.

Él le dedicó una sonrisa pequeña y se sentó en la silla libre, justo frente a ella. En el fondo, Cloe estaba orgullosa por poder aguantar su compañía de esa forma. Hace unos años, se habría derrumbado frente a él como una casa de naipes inestable. Pero ahora ella era tan distinta a la Clo que alguna vez sintió algo por él que no le afectó tenerlo cerca. Es decir, era incómodo, pero soportable.

- Te ves...-Cameron rompió el incómodo silencio con esas simples palabras. Una sonrisa se apoderó del chico, como si estuviera genuinamente feliz de decir lo que iba a decir -. Te ves muy diferente. Mucho mejor que la Cloe que recuerdo...

-Pues, gracias -ella le devolvió la sonrisa -. Costó mucho conseguir esta versión de mí.

-Claro, después de todo lo que Rachelle y yo te hicimos imagino lo difícil que fue -dijo él, soltando un suspiro -. No sabes cuanto lo siento, Cloe. Chelle y yo eramos unos niños inmaduros que querían sentirse importantes, pero terminamos haciéndote daño. Estoy muy avergonzado de mi versión más jóven.

Cloe se sorprendió al escuchar esas palabras. Jamás, ni siquiera en las muchas pesadillas en las que imaginó reencontrarse con su ex, pensó que él podría llegar a pedir perdón por algo que había pasado hace años. Buscó en su mirada algún rastro de mentira pero solo encontró un par de ojos pardos que se veían genuinamente arrepentidos. La disculpa era sincera, lo que hizo que ella aumentara el tamaño de su sonrisa.

-No hay cuidado, eso fue hace mucho tiempo -dijo Cloe. Habían partes de su pasado en la secundaria que todavía la atormentaban, pero estaba dispuesta a perdonar -. Y bien, hace años que no nos vemos ¿Qué es de la vida de Cameron Jones ahora?

-Pues...-él llevó una mano hasta su nuca y luego soltó una pequeña carcajada -. Es muy distinta a la vida que planeó el Cam que conociste.

-Asi que no conseguiste una beca por deportes, ni te volviste un jugador de fútbol americano profesional -supuso ella. Él negó con la cabeza.

-Aunque obtuve la beca deportiva, la rechacé y terminé estudiando administración en Filadelfia.

-¿Y por qué la rechazaste? ¡Era tu sueño!

-Porque creí que mi hija necesitaría a un padre con un trabajo estable, y sabes que es muy dificil mantenerse en el mundo del deporte.

-Espera, espera, detente ahí...¡¿Tienes una hija?!

¿Había escuchado bien? ¿Cameron Jones era padre de una niña? No podía imaginar al adolescente irresponsable cambiando pañales, o aguantando llantos a la mitad de la madrugada. El chico que conoció habría alargado el proceso de formar una familia por lo menos hasta sus treinta y tantos años, pero Cam era mucho más jóven que eso. Con veintitres años, ya había alguien que lo llamaba "papá".

Aunque le resultó casi imposible imaginar al antiguo Cameron con una responsabilidad como esa, cambió de opinión al verlo sonreír. Reconocía esa sonrisa bastante bien pues la había visto en Calvin, el padre de su sobrina, y la veía cada vez más seguido en los labios de su nerd favorito. Esa era la clase de sonrisas que solo alguien completamente perdido por una nenita podía tener. Asi que sí, terminó por creerle sobre ser papá.

Lo observó buscar su teléfono celular en el bolsillo de su pantalón y luego deslizar la pantalla hasta encontrar lo que buscaba. Acto seguido, él le entregó el aparato en el que se observaba una foto de una pequeña niña rubia de cabellos ondulados, pómulos redondos y sonrojados, y ojos pardos como los de su padre. La pequeña abrazaba a una mujer igual de rubia que ella y ambas tenían la misma sonrisa. Cloe supuso que esa debía ser su madre, aunque se le hizo demasiado conocida.

-Su nombre es Malory -le contó Cameron, con orgullo desbordando su voz. Estaba muy enamorado de su pequeña hija -. Hace cinco años, casi seis, esa linda rubia se volvió el centro de mi universo.

-¡Es Rachelle! -soltó Cloe, señalando la fotografía -. Es decir, la mujer a la que Malory abraza ¡Es Chelle! Y además, se parecen mucho ¿Acaso es...?

-Sí, Rachelle es la madre de mi hija.

-Y si tiene casi seis años significa que...

-Que Chelle y yo no fuimos los adolescentes más responsables del mundo -completó él, dándole la razón a las sospechas de Cloe.

-Oh, mierda...

Ella recordaba a Rachelle como la amiga más falsa que alguna vez tuvo. Llegó a agarrarle cariño, pero ella destrozó su confianza al decirle que en realidad nunca la quiso. Además, se besó justo frente a sus ojos con Cameron, que entonces era su novio. Ella le había hecho demasiado daño, pero también le enseñó que existían personas crueles en el mundo y debía apreciar a aquellas que no lo eran. Gracias a la maldad de Rachelle, apreciaba tanto a las margaritas.

Ellas jamás le harían el daño que le hizo esa rubia en el pasado.

Sin embargo, la Rachelle de la foto se veía diferente a la cruel adolescente que conoció. Su cabello estaba más corto y su sonrisa era mucho más auténtica. Por la forma en la que abrazaba a su hija, le pareció tierna. La Chelle de la escuela jamás se habría permitido mostrar ternura.

-¿Y ustedes dos siguen juntos? -preguntó Cloe. Debía admitir que tenía curiosidad.

-No, nos separamos hace años -le explicó él -. Somos demasiado distintos y nuestras diferencias terminaron por arruinar la relación cuando Malory era solo una bebé. Quedamos como amigos, muy buenos amigos. Además, nuestra hija nos une asi que seguimos relacionados aunque ya no estamos juntos.

-No sé que decir...-admitió ella, devolviendole el celular a Cameron -. Jamás los imagine como padres.

-Ni nosotros, pero pusimos de nuestra parte cuando nos enteramos que tendriamos a Malory. Rachelle es una madre increíble, muy dulce y comprensiva. Yo intento ser el mejor padre que puedo. De hecho, vine a L.A por una propuesta de trabajo. Lo que sea para darle a mi ángel la vida que se merece.

La imagen de Cameron observando con cariño la fotografía de su hija llenó de ternura a Cloe. Quizá él era físicamente identico a su versión más joven, pero en el interior había cambiado mucho. Él levantó sus ojos pardos y suspiró al encontrarse con la mirada azul de Cloe. Una de las razones por las que había cambiado tanto era porque se arrepentía...se arrepentía de tantas cosas.

Había intentado convertirse en un mejor hombre por su hija pero, al igual que a Cloe, el pasado lo atormentaba. Recordaba el engaño en el que había envuelto a esa chica hacía años y la culpa lo consumía. Tenía la sensación de que nunca se liberaría de los fantasmas que dejó su más grande error. Ellos lo perseguirían por mucho tiempo, quizá toda una vida, y no había forma de espantarlos.

Él ya no tenía remedio pero, al observar a esa chica castaña de pómulos para nada esqueléticos, consideró que todavía había algo que podía hacer. Había notado el par de pequeñas bolsas bajo sus ojos azules desde el instante en el que la vio, y la sonrisa de la chica se negaba a mostrar alegría debido a toda la tristeza que retenía en su cuerpo. Cameron sabía que no podría espantar a los fantasmas de su pasado, pero si podía ayudar a Cloe a lidiar con los que ella cargaba.

E incluso, si tenía suerte, podría llegar a serle útil para espantar a los fantasmas que comenzaban a formarse en su presente.

-¿Sabes cuál es mi más grande miedo hoy en día? -le preguntó Cameron, guardando su celular en el mismo bolsillo del que lo sacó.

-¿Cuál? -cuestionó ella, frunciendo el entrecejo ante esa pregunta.

-Que mi hija se cruce en algún momento con un hombre tan cruel como lo fui yo en la secundaria -respondió él -. Tengo miedo de que alguien entre en su vida con el propósito de engañarla, o que le rompan el corazón de la forma en la que yo rompí el tuyo.

》Me aterra que alguien le haga tanto daño que le cause heridas permanentes -suspiró y luego la observó con tristeza -. Lo que me lleva a preguntarte... ¿Yo causé daños permanentes en ti?

Todos estamos aunque sea un poco dañados. Existen personas con muchas heridas, otras con pocas, pero todos tenemos uno que otro golpe. Todos conocemos la sensación de tener un corte que no termina de cicatrizar, y es desesperante pensar que no existe forma de sanar ¿A eso se referia él con daños permanentes? ¿Son esas tercas heridas que tardan años en curar?

Pues, si era así, Cloe debía admitir que tenía muchas. Habían heridas que recién comenzaban a cicatrizar y sí, algunas tenían el nombre de Cameron. Mordió su labio inferior con cierta verguenza. Podía entender la preocupación de ese padre, nadie querría a una hija tan lastimada como Clo.

-Okey, okey, te voy a ser extremadamente sincera y espero que eso no te haga sentir mal -dijo ella, tomando una gran bocanada de aire para hablar -. Sí, me heriste. Las acciones que tomaron tú y Rachelle me llevaron a hacer cosas en el pasado que...Que casi acaban conmigo ¡Pero no fue solamente su culpa! También fue mía.

-¿Tuya? Cloe, nunca tendrás la culpa de todo el daño que Chelle y yo te causamos -dijo Cameron, arrepentido.

-Pero cargo la culpa de haberles creído. Me hice débil a mí misma porque en aquel entonces no tuve el coraje de mirarme al espejo y decir: yo puedo ser más que sus palabras.

Y quizá ella también arrastraría esa culpa toda la vida porque, al recordar a la vieja Cloe, pensaba que ella pudo haber hecho más de lo que hizo en aquel momento. Su anorexia duró demasiado y fue por su culpa, no la de Cam, ni la de Rachelle. No obstante, terminó por sonreír. Se arrepentía de haber tardado tantos años en lograr mirarse a un espejo sin verguenza, pero al menos lo había hecho.

Ella se mejoró y demostró que si podía ser más que las palabras de un par de rosas.

-Esa herida no fue permanente, si te lo preguntas -le aclaró a Cam -. Cicatrizó hace años y hoy soy la Cloe que ves, una muy distinta a la flacucha que le tenia temor al chocolate.

-Y te ves fantástica -le aseguró él, con una sonrisa.

-Gracias. Ahora, en cuanto a mi corazón roto...

Ella soltó una mueca y bajó la mirada. De eso si que estaba muy avergonzada.

-No creas que no te superé, porque si lo hice -aclaró ella, devolviendo la mirada a los ojos pardos de Cam -. Salí con chicos increíbles después de que terminaste conmigo. Es más, ahora tengo un novio al que adoro y me ha demostrado que el cariño real es muy distinto a lo que alguna vez fingiste sentir por mi.

-Pues, me alegro por ti -dijo él, con honestidad -. Mereces a alguien que te quiera.

-Él me quiere. Lo dice poco, lo demuestra de a ratos, pero pone de su parte para que me sienta feliz a su lado. Es más de lo que hiciste tú -soltó Cloe -. Ahora bien, el verdadero problema es que...mhm...si dejaste una herida muy profunda en mí que ahora me está dificultando las cosas.

-¿En qué sentido?

-Cameron, fuiste el único chico al que le he dicho "te amo".

El primero y el último, lo cual resultaba muy doloroso para ella. Desde el instante en el que Cam le rompió el corazón, ella había armado una barrera alrededor de sus sentimientos. Por eso el amor le daba tanto miedo, porque era algo tan fuerte que terminaria por romper su escudo.

-¿El último? -preguntó Cameron, sorprendido.

-Sí -ella suspiró y bajó la mirada hasta su café. Seguro ya estaba frío -. No he sido capaz de decir que amo a otro hombre porque me da miedo. Contigo aprendí que esas dos palabras son la llave a un sentimiento demasiado serio y no he sido lo suficientemente valiente como para volver a pronunciarlas.

》Y está mal, muy mal, porque ahora estoy saliendo con un hombre que en verdad merece ser amado. Quiero entregarme por completo a esta relación pero me da miedo volver a salir tan lástimada como la última vez ¡Son esas dos jodidas palabras, Cam! No sabes las ganas que tengo de decirlas, pero temo que todo cambie cuando lo haga.

-Ya veo -él le dedicó una sonrisa triste -. Te da miedo darle mucho de ti a alguien y que luego lo destruya, ¿no?

-Sí, más o menos así. Pero sé que Gabe no me lastimará...Al menos eso quiero creer. Él merece que lo amen, y yo en serio quiero amarlo, pero no he sido lo suficientemente fuerte como para decírselo.

Cloe apoyó su cabeza en sus manos y su codos sobre la mesa, aturdida ante sus confesiones. Al verla de esa forma, Cameron se dió cuenta de que el daño que le había hecho todavía la perseguía. Con un leve toque en su brazo derecho, devolvió su atención hacía él. Extendió su mano para que ella la tomara y, solo cuando sus dedos se entrelazaron, le dedicó una sonrisa tan comprensiva que logró hacerla sentir mejor por unos bellos instantes.

Era momento de remendar su error.

-Te daré un consejo que he estado reservando para el día en el que le rompan el corazón a mi hija por primera vez -le confesó y, tras aclarar su garganta, retomó la charla -: Sé que te duele ahora y probablemente te duela por mucho tiempo. Sé que piensas que volver a entregarle tu corazón a alguien es una locura, y te da miedo que vuelvan a hacer contigo lo que ya hicieron una vez. Sé que ahora te sientes débil y sin fuerzas para volver a amar, pero lo que tu no sabes es que el amor es la fuerza más poderosa que existe y tarde o temprano lo volverás a buscar porque nadie quiere ser débil por siempre.

》Si algo he aprendido de la vida, es que amar te hace fuerte. Incluso cuando te sientes débil por otra persona, ganas fortaleza por mantenerse a su lado. Cloe, sé que eres de las personas más fuertes que he conocido, y sé que tarde o temprano amarás porque eso es lo que hace la gente fuerte. Puede que ahora tu corazón está hecho pedazos, o que tengas una barrera que protege tus sentimientos, pero todavía tienes oportunidad de amar. Y alguien te amará con la misma intensidad, ya verás. Solo no tengas miedo de decir esas palabras porque te aseguro que el amor no es temor, sino todo lo contrario.

Ella se vió obligada a tomar una larga respiración en ese momento, pues las palabras de Cameron traspasaron su piel hasta golpear su alma. Amar es fuerza, no debilidad, lo que la llevó a pensar en Gabe. Pensar en su narciso la llevó a pensar en que si quería encontrar esa fuerza, solo debía dejar que él tumbara esa barrera que rodeaba su corazón.

Y para eso debía de dejar el miedo a un lado, pues amar no es temor.

-Tu hija tiene mucha suerte de tenerte -le dijo a Cameron -. Eres excelente dando consejos, y apuesto a que la ayudarán mucho el día que un imbécil decida romperle el corazón.

-Eso espero -respondió él, y le dió un leve apretón en su mano -. Aunque todavía queda mucho tiempo para eso.

-Claro, solo tiene seis años. El verdadero problema empieza con la pubertad.

-Ugh, no me hables de eso. Quiero fingir que ella no crecerá más.

Cloe soltó una pequeña risa tras soltar la mano de Cameron. Luego, lo observó con gratitud. En verdad la había ayudado a aclarar su mente. Ahora sabía que no quería ser débil por siempre y que terminaría por admitir sus sentimientos tarde o temprano.

-Una cosa más, Cloe -dijo él, mucho antes de que ella pudiera pedirle perdón -. Recuerda ser selectiva a la hora de entregarle tu corazón a alguien. Ya estuviste con un idiota que quiso cambiar lo que eras, no cometas ese error dos veces.

-Gabe no es un idiota -aseguró ella -. Es un poco difícil, pero no es un idiota.

-Bueno, yo solo espero que el tal Gabe sepa apreciar lo que yo no pude -dijo él, encogiendose de hombros -. Solo promete que protegerás a la versión de Cloe que encontraste, y al mismo tiempo permitirás que alguien la ame.

-Te lo prometo, Cam.

-No. Debes prometertelo a tí misma.

Cloe dejó escapar una pequeña sonrisa, y pronto la acompañó una sonrisa de Cam. Esa promesa solo sería válida si esa margarita se comprometía consigo misma. Debía encontrar la fortaleza que le proporcionaría el amor sin perder la que ella había conseguido por su cuenta.

Debía amarse a sí misma y amar a otro con la misma fuerza.

-Me lo prometo.

Sonrió aún más, dándo a entender que estaba emocionada por intentarlo. Proteger la versión de ella misma que había conseguido sonaba sencillo. Se trataba de mantenerse fiel a sí misma, ya ¡Bastante simple!...¿Pero qué ocurre cuando comienzas a olvidar quien eres?

🌼

7:00 pm

La mirada verde oliva de Gabe se posó sobre aquel desconocido con desconfianza y enojo. No le agradó ver a su novia entrar a la casa de playa junto con ese hombre y esperaba las respuestas a unas preguntas que ni siquiera había formulado ¿Quién era él? ¿Qué hacía con ella? ¿Y qué diablos era esa sensación en su pecho que no se iba?

Yo tengo la respuesta para la última pregunta y te la daré a ti: Celos, esa sensación eran celos.

Ah, sí, aquella sensación en la que tu pecho simula estar en llamas y el calor de una furia inexplicable se apodera de todo tu cuerpo al mismo tiempo...¿Puedes creer que Gabe nunca lo había sentido antes? Claro que jamás hubo alguien que le importase tanto como le importaba Cloe. Era la primera vez que tenía a una persona en su vida capaz de despertar ese fuego en su pecho, ese calor fúrico, esas dudas en su mente...

Y las dudas eran la peor parte, pues estába dudando de sí mismo. ¿Y si no fuiste suficiente para ella?, pensó. Eso lo aterrorizó ¿Desde cuándo no estaba seguro de él mismo?

-Eh, Clo -la voz de Adam llamó a la castaña, quien estaba concentrada buscando algo en su bolso. Mientras tanto, todos los presentes tenían la mirada sobre Cameron, quien no podía estar más incómodo.

-¿Sí? -preguntó ella, continuando la búsqueda en su bolso -. ¿Dónde diablos dejé a Jace? Puedo jurar que lo tenía conmigo.

-Puedes enfocarte en tu bitácora luego -le dijo el chico -, pero si no dices quien es tu acompañante ahora, creo que Gabe terminará de explotar.

Solo entonces, Cloe levantó la mirada y encontró varios pares de ojos sobre Cam. Lilian, Derek, Dalia, Don y Linda estaban en la sala de estar, todos observando al recién llegado con confusión. Por otro lado, Gabe estaba más cerca de la entrada y, si las miradas mataran, Cameron habría muerto por como lo estaba observando ese narciso. En cuanto a Adam, él se colocó en el medio de los recién llegados y el músculoso hombre celoso, divertido ante la escena.

-O mejor déjalo explotar -sugirió Adam -, seria algo muy interesante de ver.

Cameron buscó la mirada de Cloe con desesperación y le rogó en silencio que lo sacara de aquella incómoda situación. Había aceptado cuando ella la invitó a una cena en su casa junto con unos amigos. Después de todo, él era nuevo en la ciudad y no tenía mucho que hacer. Claro que no imaginó encontrarse en ese escenario, donde un hombre grande y corpulento parecía estar preparándose para golpearlo en la cara.

Cloe le sonrió a su ex novio y luego le sonrió a su novio actual. Su narciso no se molestó en dedicarle una mirada dulce, él seguía demandando las respuestas a esas preguntas, así que ella se las dió.

-Chicos, él es Cameron Jones -ella lo guió hasta la sala de estar. Adam y Gabe los siguieron, el último sin quitar aquella mirada amenazante de su rostro -. Dali, Lilian, Derek, seguro lo recuerdan. Él fue mi...

-Tu ex -recordó Dalia, rompiendo por completo la ley del hielo que le había aplicado para observarla con sorpresa. Soltó el plato con yogurt y lo dejó en la mesa para café. Luego, se levantó y encaró a Cameron -. ¡Tú fuiste el idiota que besó a la mejor amiga de mi mejor amiga en su baile de graduación!

-Yo...ehh...-Cameron volvió a buscar a Cloe a forma de auxilio. No obstante, ella volvió a concentrarse en encontrar a Jace.

-¡Yo también me acuerdo de ti! -señaló Lilian, molesta ante los recuerdos que ese rubio le traía -. ¡Y de esa rubia a la que besaste!

-Hola, chicas. También me acuerdo de ustedes...-soltó él, con nerviosismo -. ¿Tú eres que le rompió la nariz a Rachelle y tú la que le lanzó un tacón en el estómago, cierto?

-Créeme que es el mejor uso que le he dado a unos zapatos de tacón hasta ahora -dijo Lilian, cruzando sus brazos sobre su estómago hinchado.

-Clo, ¿qué hace él aquí? -preguntó Derek, disgustado ante la presencia del tóxico ex de su mejor amiga.

-Lo mismo me pregunto yo -soltó Gabe, más molesto que nunca.

-¿Saben? Comienzo a hacerme la misma pregunta -dijo Cameron, volteando hacía Cloe más incómodo que nunca -. Cloe...

Cloe dejó su búsqueda una vez más para encontrarse con un montón de miradas sobre ella. Soltó su bolso y le sonrió a sus amigos. Luego, colocó una mano sobre el hombro de Cameron en forma de apoyo. Claro que eso no sirvió de mucho. Con ese simple toque, solo logró que Gabe lo mirase con más furia aún.

-Calma, este Cam es muy distinto al adolescente que recuerdan -aseguró Cloe -. Nos encontramos hoy en Palms y pasamos toda la tarde hablando. Se disculpó por todo lo que hizo en el pasado y decidí perdonarlo. Fue hace mucho tiempo, ya no tiene importancia. Luego, lo invité a cenar. Es su primera noche en L.A y lo consideré un lindo detalle.

-Entonces, ¿pasaste toda la tarde "charlando" con tu ex? -preguntó Gabe, ahora mirando con furia a su novia.

-Pues, sí -dijo ella, con indiferencia -. ¿Algún problema?

-Uh, esto se pone bueno -soltó Adam, sentándose en el sillón cual espectador de una película -. Es una lástima que Sam, Sil y Sanne se lo pierdan ¡Yo estoy que hago palomitas y todo!

Nadie le prestó atención al adolescente pues estaban muy concentrados viendo como Cloe le mantenía la mirada a su narciso. Ella parecía no comprender porqué él la observaba con tanta furia en sus ojos, mientras que él estaba experimentando por primera vez la sensación ácida en la boca que dejan los celos. Clo ladeó la cabeza y se acercó a su novio, tuvo que ponerse de puntillas para encararlo.

-¿Por qué esa mirada, narciso? -preguntó ella, alzándo una ceja.

-Cloe, quizá debes considerar que tu novio no se siente del todo cómodo con que pasaras toda una tarde con tu ex novio -le explicó Don, ya que ninguno de los dos parecía entenderlo -, y también puede parecerle un poco extraño que lo invitaras a cenar.

-Aguarden, ¡¿él es su novio?! -preguntó Cameron, señalando a Gabe con toda su enorme músculatura. Él resto de los presentes asintió, logrando que él tragase saliva -. Perfecto, ahora si que temo por mi vida.

-No te preocupes, nosotros contaremos tu historia -le aseguró Adam -: "Hombre muere a manos del novio de su ex novia luego de haber 'charlado' toda una tarde con ella. Paz a sus restos".

El chico levantó un pulgar hacia ese extraño en forma de apoyo, pero claro que no funcionó. En segundo plano, Gabe continuaba observando a Cloe con enojo. Fue entonces que ella entendió que él estaba experimentando un ataque de celos. Enternecida, saltó hasta quedar a menos de un centímetro de distancia de su narciso. Apretó sus mejillas con dulzura y le sonrió con emoción.

-¡Estás celoso! -exclamó, emocionada.

-Y, por lo visto, hay que hacer una fiesta por eso -soltó Derek, demostrando la confusión que todos sintieron al ver esa reacción.

-Cloe, por supuesto que estoy celoso -admitió él, para sorpresa de los presentes -. Es decir, ¡es tu ex! Y acabas de decirme que pasaste toda una tarde con él...¿Cómo esperabas que reaccionara?

-Ay, mi narciso...-ella acarició su mejilla con dulzura -. ¡Es tan tierno que tengas celos!

-No me digas tierno...

-¡Pero lo eres! Sobretodo porque no hay razón para esos celos. Después de todo, hablo con Aviv casi a diario y tu no te molestas. Recuerda que él también es mi ex.

-Pero con Aviv es diferente. Ya sé que él esta loco por Linda ¡Jamás intentaría algo contigo! Pero no sé absolutamente nada de este sujeto ni de lo que podría o no sentir hacia ti.

-Créeme que nada de lo que podría o no pensar es importante -aseguró ella, matando la distancia al entrelazar sus brazos en el cuello de su narciso -, porque yo ya estoy loquita por alguien más...

Cloe acercó sus labios a los de Gabe y lo besó con una lentitud con sabor a amor. Como si esa simple acción fuera agua capaz de extinguir fuego, sus celos se apagaron y se concentró en ella. Solo en ella ¿Cómo pudo creer que no sería suficiente para esa chica? ¡No había nadie mejor para Clo que él! Y no había nadie mejor para él que ella...

Con ese pensamiento rondando su mente, siguió el ritmo de sus labios y llevó sus manos hasta la cadera de ella para acercarla más a él. No logró decifrar el sabor a amor en ese beso, a penas si notó el labial sabor a fresa, pero supo que le estaba dando partes de él a esa chica que no podría recuperar más nunca. Aún así, no la alejó. Continuó besandola con esmero y pasión.

Tanto que incluso olvidaron que no estaban solos...

-Ahora siento naúseas -soltó Aviv, fingiendo una mueca de asco mientras ellos dos se besaban.

-Yo también -dijo Dalia, soltando una mueca de asco genuina.

-Y yo creo que no podría estar más incómodo -aseguró Cameron, alejandose un poco de los dos tortolos que no se separaban -. ¿Son siempre así?

-No tienes idea -le dijo Linda, rodando sus ojos. Buscó la forma de cubrir su rostro aún más con la capucha de su abrigo debido a la presencia de su extraño. Aunque, en ese momento, lo que más le importaba era cubrir sus muñecas, así que también se aseguró de mantenerlas tapadas -. ¿Creen que si nos vamos lo noten?

-Creo que el mundo podría caerse y ellos seguirían ahí -dijo Derek, poniéndose de pie. Ayudo a Lilian a levantarse del sillón también y, ni siquiera después de eso el beso entre el narciso y la margarita terminó-. Vamos a cenar. Que se queden con las sobras por melosos.

Todos, incluido Cameron, decidieron hacerle caso a Derek. Pronto, solo quedaron Cloe y Gabe en la sala de estar, concentrados el uno en el otro. Se separaron para respirar y así, él observó la hermosa sonrisa que Cloe tenía en sus labios.

-Estas demente -le dijo él -. Solo una loca se pondría contenta por descubrir que su novio es celoso.

-Mi amor, a mi me emociona todo lo que tu puedes llegar a sentir por mi -aseguró ella -. Sé que te cuesta mostrar tus sentimientos, asi que no puedes culparme por emocionarme cuando logras expresar algo.

-¿Me llamaste tu amor?

-Sí, lo hice -dijo ella, separandose de él. Luego, notó que había algo diferente a su al rededor -. ¿A dónde se fueron todos?

Gabe ni siquiera se molestó en notar que ninguno de sus amigos seguía en la sala de estar, él solo se concentró en la palabra amor. Eso lo descolocó, ¿ella lo amaba, o era un simple apodo? ¿Y qué si ella llegaba amarlo? ¿Qué tendria de malo? Fue entonces que notó el sabor artificial del labial de fresa en sus labios, la Cloe de la que se enamoró no usaba labial...

A pesar de que la palabra amor llenó a su corazón de miles de sentimientos indescriptibles, supo que algo andaba mal. Los labios de Cloe sabían a fresa...

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