Capítulo 54
Los llamo demonios
16 de agosto
1:00 pm
Los demonios de Linda jamás habían sido tan crueles con ella. Le gritaban a diario, recordándole que nunca se ajustaría a un mundo tan cruel como ese. Señalaban sus imperfecciones, desde su horrible rostro hasta su asquerosa personalidad. Y tu dirás: "solo eran voces irreales en su cabeza, podía simplemente ignorarlas". Pero la cosa con los demonios es que son tan crueles que parecen reales.
Y no se puede escapar de esa realidad.
Gracias a ellos, Linda había pasado unos días en los que solo conoció un estado de ánimo: tristeza. Ya ni siquiera disfrutaba del todo su trabajo en el Centro de Investigación, o de las clases de física. Todo, absolutamente todo, la irritaba y, aún así, fingía estar feliz. Sonreía y ponía sonrisas falsas con el propósito de evitar preguntas por parte de sus amigos. Sus demonios la estaban entrenando para esconder sus verdaderos sentimientos. Algo estaban tramando, pero ella no permitiría que el resto lo supiera.
Ese secreto entre sus demonios y ella la estaba enloqueciendo. El odio hacia sí misma aumentaba con cada segundo y solo quería estar sola para poder leer libros que la hacían llorar. Sin duda, necesitaba soltar lágrimas por un buen poema, o una triste novela. No obstante, no se negó cuando Gabe la llamó y le pidió charlar. Le sirvió una taza de café a su amigo pensando en que él debía irse pronto ¡No lo quería cerca! Pero no lo iba a echar...
Su amistad era demasiado importante para ella.
—Y bien —le dijo ella, sentándose en la silla frente a él. Estaban en la cocina de la vieja casa de playa. Entre ellos, solo se interponía una mesa —, ¿qué es lo que te preocupa, fenómeno?
—¿Cómo sabes que algo me preocupa? —cuestionó él, alzando una ceja.
—Te conozco —dijo ella, encogiendose de hombros —. Además, nuestras conversaciones suelen ser sobre ti y, cuando no estás presumiendo lo increíblemente fuerte que eres, te limitas a pedirme un consejo. Considerando que te ves casi tan triste como yo, vienes por el consejo ¿No?
Gabe tragó saliva y bajó la mirada hasta su café. Sin duda, Linda había acertado con respecto a la razón de su visita. Más que un consejo, necesitaba que alguien fuera sincero con él sobre un tema que llevaba atormentandolo durante días ¿Quién mejor que un adefecio como ella para ayudarlo? Después de todo, los feos eran buenos escuchando y dando consejos.
Sin mencionar que sabían ser tan sinceros como un espejo.
Gabe sacó una pequeña libreta y un lápiz del bolsillo de sus bermudas. Acto seguido, abrió la libreta en una hoja en específico y colocó el lápiz sobre la superficie de esta. A Linda le resultó extraña esa imagen, era como ver a un gorila grande y brusco preparándose para escribir. Intentó ignorar ese pensamiento y se concentró en el narciso, a quien le tembló ligeramente la voz cuando comenzó a hablar.
—Necesito que respondas estas preguntas con total sinceridad —dijo él, enfocando sus ojos en los de Linda —. Por favor, espanto. Es de vital importancia que lo hagas.
—Esta bien —le dijo ella, comenzando a preocuparse por su mejor amigo —. Te prometo que así será.
Gabe suspiró y devolvió su mirada a la libreta, donde su horrenda y descuidada letra formaba una lista de preguntas que lo estaban torturando desde que se le ocurrió investigar sobre los trastornos que supuestamente tenía.
—¿Te parezco una persona muy prepotente? —preguntó él, logrando que Linda frunciera el entrecejo —. Recuerda la sinceridad.
—Pues, considerando que siempre andas presumiendo de que tu fuerza te hace superior, sí. Si me pareces prepotente —dijo ella, tomando un sorbo de su propia taza de café —. Además, prepotente es sinónimo de dominante y, a veces, sueles ser así con Cloe.
—Okay...—él soltó un largo suspiro al tiempo en el que encerraba esa pregunta en la libreta —. ¿Te parece que exagero mis talentos...o mis logros?
—Mhm, si. Es decir, ¿recuerdas esa vez que fuimos a surfear? Solo decías que eras el mejor surfeando, que nadie te superaba y blah, blah, blah. Fenómeno, no niego que eres bueno y que tienes talento, pero exageras ¡Hay muchos mejores que tú! Como ese, hay miles ejemplos más, pero solo ese llega a mi mente ahora.
Gabe volvió a suspirar tras encerrar esa pregunta en la libreta. Linda cada vez estaba más confundida ¿Por qué él hacía preguntas con respuestas tan obvias?
— ¿Crees que me apodero de las conversaciones? —continuó con la siguiente pregunta —. Me refiero a que si crees que siempre estoy hablando de mi.
—¡Oh, claro que si! —exclamó ella, logrando que él encerrara otra pregunta—. Y cuando no es de ti, es de algo que te incumbe. Te aburres cuando no se habla de ti, así que cambias el tema o te vas.
—¿Y que opinas sobre mi sensibilidad? ¿Te parece que me cuesta entender los sentimientos de otros?
—Gabe, ese es tu mayor defecto. A ti se te hace imposible comprender sentimientos que no son tuyos...
Eso último ella lo sabía muy bien. Es decir, si su amigo se tomara el tiempo de interpretar los gestos de otros e intentara comprender sentimientos ajenos, entonces esa conversación habría sido muy diferente. Si a Gabe no le gustara tanto hablar sobre si mismo, si no fuera tan prepotente y exagerado, entonces él habría notado que su amiga se estaba rompiendo en pedazos. Sin embargo, él no se molestó en descifrar el triste rostro de Linda.
Solo se enfocó en sentir miedo porque todas esas respuestas eran señal de algo horrible.
—¿Y por qué estás preguntas? —cuestionó Linda, ignorando el envolvente sentimiento de tristeza que se apoderaba de ella para concentrarse en su amigo —. ¿Qué ocurre, fenómeno?
Él suspiró y dejó la pequeña libreta en la mesa. Estaba siendo tan debil que se daba asco a sí mismo ¿Pero cómo ignoraba a esa voz en su cabeza que le decía que él estaba mal?
—Desde que esas dos doctoras de las que te conté dijeron que tengo un trastorno de personalidad narcisista, no he podido dejar de pensar en eso —admitió él, avergonzado de mostrarse tan vulnerable —. Me puse a investigar y conseguí todo lo que implica tener esa "trastorno mental". Tus respuestas solo confirmaron que mi perfil encaja con los sintomas.
—¿Me estás diciendo que crees que estás enfermo? —preguntó ella, sorprendida —. Pero si tu...Tu siempre niegas estar mal. Creí que esta no sería la excepción y dirías que no hay ningún error en ti.
—Es que una parte de mi cree eso —le aseguró él —. Cielos, Linda. Tengo como este raro instinto que me lleva a enfocarme solo en mi. Es como si me empujara a ser más fuerte para no salir lastimado, o a ser el mejor porque creo merecerlo. Y, en el fondo, sé que lo soy.
》¡Sé que soy fuerte! Sé que soy perfecto y que no hay alguien que me supere. Me miro al espejo y lo sé: no hay alguien mejor que yo. Sin embargo, luego de ese día...
—¿Tienes dudas sobre tu perfección? —preguntó ella, quitandole las palabras de la boca.
—Jamás había tenido tantas dudas sobre mi mismo.
—Bienvenido a mi vida, fenómeno.
Una vida en la que solo había espacio para dudar de sí misma, de sus decisiones y de su físico. Una vida en la que se condenó a ver un espejo con odio y a siempre encontrar la peor versión de su reflejo. Ella estaba acostumbrada a esa clase de existencia, en la que dudaba porque seguía respirando si le dolía tanto.
Gabe soltó una mueca ante el comentario de su amiga. Sin duda, él no merecía tener la misma vida que un fenómeno como Linda. Siempre fue superior a ella y a la fealdad de ese espanto ¡Merecía una vida mejor que esa! ¿Cuándo cayó tan bajo?
¿En qué momento cayó en el nivel en el que se encontraba Linda?
Tomó un largo sorbo de su café, Linda hizo lo mismo, y ambos terminaron por bajar sus tazas al mismo tiempo ¿Sabes? Ninguno de los dos estaba en lo correcto con respecto a esa opinion. Te puedo asegurar que sus vidas no eran iguales, pues sus sufrimientos eran totalmente distintos. Mientras que ella sufria por un montón de errores que había aceptado, él sufría por dos que no quería admitir.
Gabe tenía miedo de aceptar su vigorexia y trastorno narcisista porque lo hacían menos perfecto, mientras que Linda ya había olvidado lo qué era el miedo; a ella se le estaba olvidando como sentir en general.
—Lo que estoy sintiendo no es lindo —soltó Gabe, quien todavía sentía demasiado por él mismo —. Me digo que soy perfecto, que todo esta bien, pero luego escucho a una...es como una voz en mi cabeza que...¡Que no me quiere dejar en paz!
》Es como si jugara conmigo. Es por esa voz que te hice todas estas preguntas, ella me dijo que quizá si estoy enfermo y que tu eras la única que me respondería con sinceridad. Sueno como un loco, ¿verdad? Debes creerme un demente por hablar de voces que no existen...
—No, no te creo un demente.
Él levantó la vista para observar a Linda, quien le dedicó una sonrisa triste. Ella lo entendió de la forma en la que tu me entendiste cuando te hable de mis demonios. Tomó su mano de la forma en la que tu tomaste la mía, pero él jamás podría mirarla de la forma en la que yo te miré a ti ese día.
—A esas voces, yo las llamo demonios —le dijo ella, sin apartar sus ojos de los de él —. Y no estás loco por escucharlos, solo estás...muy triste.
—No estoy triste —aseguró él, mirándola con confusión.
—Si algo he aprendido de los demonios es que aparecen cuando estás muy triste, o muy solo, o muy confundido.
—Quizá estoy confundido; no mucho, claro. Pero triste...
—La cosa con los demonios es que no sabes que tan triste estás hasta que los escuchas.
Linda estaba sumergida en una tristeza tan densa que sentía que pronto se ahogaría. Sin embargo, no estaba desesperada por evitarlo. Se sentía tan vacía que no podía reaccionar, tan deprimida que se olvidó de disimular sonrisas. Intentó recordar que habían razones por las cuales debía ser feliz. Tenía a sus amigos, a Aviv, a Gabe, y un trabajo que amaba. Su vida recién comenzaba a tener valor, ¿por qué no se conformaba con eso?
Es que los demonios le impedían verlo. La cegaron y la convencieron de que todo eso era pasajero. Todos esos colores llenos de alegría se caerían más temprano que tarde, y dejarían al descubierto un feo y desgastado lienzo.
—¿Y los demonios se van? —preguntó Gabe, sin querer notar toda la tristeza que desbordaba de la voz de su amiga.
—Mhm, depende ¿Tus demonios te han dicho antes lo horrible que eres?
—No...
—¿Y te han hecho sentir que tu vida no vale nada?
—No, no han hecho eso.
—Entonces, tus demonios se iran pronto.
—Bien por mi.
—Si. Bien por ti.
Gabe soltó la mano de su amiga y se removió incómodo en su silla. Esa conversación estaba resultando demasiado extraña. Había ido ahí por un poco de sinceridad, pero terminó obteniendo demasiada. La verdad, no le importaba saber sobre esos demonios. Si eran tan malos, lo mejor era ignorarlos. Además, Linda le había dicho que se irían pronto, así que dio por muerto el tema de las voces en su cabeza.
Menos mal, porque eso comenzaba a ponerse aterrador...
Con los demonios fuera del camino, o al menos del de Gabe, él volvió al único tema de conversación importante. Aquel instinto que lo empujaba a centrarse en sí mismo lo llevó a desviar la conversación hasta el centro de su mundo. Es decir, él mismo.
—Se sincera, Linda —él volvió a rogar por su sinceridad —. ¿Crees que soy menos perfecto?
—La perfección tiene muchos significados, fenómeno —respondió ella, bordeando su taza de café con sus dedos —. Se más específico.
—Me refiero a que si estos trastornos me hacen ver más débil —explicó él —. ¿Crees que el ser narcicista y muy fuerte arruinan la belleza que he intentado buscar por años?
—Si algo he aprendido de la belleza es que quienes la buscan, no la encuentran. Así que siento decirte que arruinaste tu búsqueda cuando te miraste en el espejo en primer lugar.
—Bah, no te pongas reflexiva. Menos si tus reflexiones son mentiras como esa —soltó él —. Claro que he encontrado belleza ¡La he visto cuando me veo al espejo! El hecho de que tu no puedas verla en tu reflejo no la vuelve inexistente.
—Oye, si no te vas a tomar bien lo que digo entonces mejor no vengas a buscar consejos conmigo.
—Quizá no debí hacerlo hoy. Tienes un humor de porquería ¿No podías fingir que estabas bien para prestarme atención aunque fuera por unos minutos? ¿Acaso te costaba tanto, Linda?
—No lo sé ¿Cuánto te cuesta a ti, narciso?
Era la primera vez que Linda lo llamaba así y no fenómeno, así que no fue difícil para Gabe captar la indirecta. Mientras Cloe lo llamaba de esa forma para demostrar cariño y para recordarle todos sus nuevos comienzos, Linda lo había hecho de forma despectiva. Lo llamó narciso porque él era como una clase de flor que reclamaba ser la mejor sin antes ver a los otros miles de retoños creciendo a su alrededor.
Le dió a entender que en serio no quería hablar y que no estaba dispuesta a darle un mejor consejo. En realidad, lo quería lejos. No estaba molesta con él por no haber notado el desastre que sus demonios estaban causando en ella. Sabía que Gabe tenía ese defecto, no lo iba a juzgar. Él tampoco pudo molestarse con ella; no sabía enojarse con Linda. Sin embargo, entendió que ella no se enfocaría en él ese día, así que decidió marcharse.
Con su taza de café aún medio vacía, se levantó de la mesa decidido a irse. Linda analizó cada uno de sus movimientos y lo siguió con la mirada hasta la puerta de la casa. Sabía que él no se despediría, nunca lo hacía. No obstante, no lo quería dejar ir sin antes dejar clara una cosa.
—Fenómeno —ella lo llamó, deteniendo su salida. Juntó su mirada miel con la de él, esperando que la perdonara —. Lamento no haberte dado un buen consejo, pero hoy pediste sinceridad...Y la verdad más cierta ahora es que me quedé sin ganas de charlar.
—Será para la próxima —dijo él, encogiéndose de hombros. Estaba decidido a irse, hasta que recordó que debía decirle algo a Linda —. Sabes, Cloe cree que no estoy enfermo.
—¿Ah, si? —cuestionó ella, sorprendida por el hecho de que Cloe dudara de algo tan obvio.
—Si, ella me apoyó incluso cuando Don y Dal le creyeron a las doctoras —una sonrisa casi boba nació de sus labios al pensar en su novia —. Si ella cree que estoy bien, entonces debo estarlo.
—¿Vas a poner esa decisión tan propia en las manos de una persona que no eres tú?
—No es cualquier persona, ¡es Cloe! Ella solo quiere lo mejor para mi. Si estuviera enfermo, ella me cuidaría. Sin embargo, ella afirma que no lo estoy ¡Así que debo estar bien!
—Me asusta que razones a partir de opiniones ajenas. No es algo que sueles hacer.
—Tienes razón, no es algo que haría yo. Pero Cloe es la excepción; ella siempre lo será...
Y, sin decir ni una sola palabra más, el narciso salió de la casa completamente seguro de que podía confiar en la opinión de la chica que tanto quería. Quizá se equivocó al creer que podía llegar a ser débil por culpa de Cloe, ella le estaba demostrando que esa relación tan perfecta podía añadir fuerza a su vida. Y para complementar aquella fortaleza que le daba su novia, decidió ir a hacer más pesas. Sería tan fuerte que ni siquiera dos trastornos lograrían tumbarlo.
Así, sus demonios se callaron.
Sin embargo, los de Linda no hacían más que hablar. Suspiró en el instante en el que Gabe se fue, finalmente estaba sola...aunque nunca estaba completamente sola gracias a esas voces que la envolvían en tristeza.
Se levantó de la mesa pensando en lo extraño que era ver a su fenómeno basarse en la opinión de alguien más. Aplaudía el hecho de que comenzaba a entender que él no siempre sería el centro de atención, pero le preocupaba que usara el apoyo de Cloe como excusa para seguir alimentando su narcisismo. Después de todo, la castaña era una humana débil y enamorada. Si ella continuaba sediendo ante la ceguera de su corazón, entonces Gabe seguiría confiando en ese instinto que lo empujaba a amar nada más que a su reflejo.
Sintió miedo por los dos, quizá se estaban sumergiendo en aguas de alto riesgo ¿Se ahogarían entre tantos sentimientos? Comenzó a dudar sobre esa relación, quizá ellos dos no estaban hechos el uno para el otro...
¿Y tú que vas a saber sobre eso? Le preguntaron sus demonios. Tu solo dices que sabes amar, pero mientes. Si no sientes amor cuando ves tu rostro en el espejo, entonces jamás podrás querer a alguien más.
Era aterrador saber que las voces de su tristeza la estaban manejando con tanta facilidad. Es más, se sorprendió a sí misma cuando terminó en el baño, justo frente al espejo en el que aparecía su lastimado reflejo. Sus ojos siempre supieron decir lo que su conciencia sentía, y en ese momento su conciencia era el títere de la depresión que la envolvía. Se veía cansada, esas bolsas bajo sus ojos solo la hacían ver más fea de lo que en realidad era. Soltó un suspiro que, por alguna razón, le dolió. Era como si su alma adolorida estuviera buscando aire en vano.
Intentó concentrarse en Gabe, en todo lo que esa relación con Cloe significaba. Trató con todas sus fuerzas de pensar en lo tóxica que podía ser la unión entre una margarita y un narciso solo para no darle el lujo a sus demonios de seguir molestando. No obstante, ella había perdido el control de su propia mente hacía ya un tiempo. Aunque su mejor amigo se mantuvo presente en sus pensamientos, aquel espantoso reflejo fue su centro de atención incluso cuando no quería serlo.
—¿Cómo un espejo puede hacer tanto daño? —se preguntó a sí misma, abrazandose con desesperación. Cerró los ojos para evitar verse e, incluso con sus párpados hacia abajo, soltó un par de lágrimas.
No hace tanto daño como debería, aseguró la voz en su interior. Solo imagina lo que podría hacer estando en pedazos. Piensa todo el daño que pueden hacer unos pequeños trozos de cristal muy afilados ¡¿No es fascínante?!
No, no lo era. Logró entender lo que sus demonios querían, lo que hizo que sus ojos se abrieran de golpe para encarar su reflejo de nuevo. Siempre supo que tarde o temprano dejaría de aguantar, que se cansaría se ese mundo. Sin embargo, nunca consideró hacer lo que sus demonios le proponían. Una especie de frío se apoderó de su cuerpo, lo que logró que cada pequeña fibra en ella se estremeciera. Era una idea aterradora, dolorosa, extremista...
Pero como ella no sentía nada, consideró probarla para comprobar que seguía viva y no atrapada en una cápsula sin sentimientos llamada cuerpo.
Con Gabe y Cloe en su cabeza, pues se negaba a pensar solamente en sí misma por miedo a deprimirse aún más, estuvo al borde de hacerle caso a sus demonios y romper el cristal. No obstante, el sónido de su celular en el bolsillo de su jean la paró en seco. Su puño quedó justo frente al puño de su reflejo, se paralizó antes de poder quebrar el espejo...
Saliendo del transe en el que había entrado, buscó el aparato en su bolsillo y vió la pantalla. Suspiró al encontrar el nombre de Aviv en ella ¿Acaso nadie comprendía que solo quería estar sola? Consideró el no responder, pero sabía que eso lo preocuparía si no lo hacía. Al final, sus demonios le dieron la única opción lógica a ese problema:
¡Es hora de volver a fingir!
Así que ella contestó el teléfono y se aseguró de fingir la sonrisa más amplia que jamás había esbozado. Observó aquella curvatura en su reflejo; aquel reflejo que estaría hecho pedazos tan pronto como culminara esa llamada...
🌼
Querido Jace:
¿Crees que nuestro narciso esté tan enfermo como dijeron Ume y Maggie? Porque yo me niego a creerlo, pero tengo la sensación de que me equivoco...
🌼
1:30 pm
Cloe miró con tristeza a su querida bitácora. Las notas que escribía en Jace eran cada vez más cortas y más tristes; sentía que él no merecía eso. Había tomado ese libro para llenarlo del proceso de curación de un narciso, pero parecía que cada palabra empujaba a Jace hacía un final mucho más deprimente del que esperaron sus hojas.
Ella cerró la tapa de su bitácora y la bordeó con delicadeza. Había decidido ir a Palms sola, sentía que necesitaba esa soledad. Claro que esos últimos días no había estado muy acompañada que se diga. Dalia no le hablaba, Sanne estaba muy ocupada en su trabajo y Lilian estaba enfocada en disfrutar los últimos meses de su embarazo ya que desaprovechó los primeros. Don se había sumado a su novia en la ley del hielo que le habían aplicado, las hermanas Stewart estaban ocupadas por sesiones de fotos y Derek estaba sobrecargado de deberes. Así, su compañía se resumió a Jace y a Gabe, aunque el último solo le prestaba atención cuando no hacía pesas.
Entonces, se podía decir que su única compañía era un libro desgastado lleno de notas cortas y deprimentes. Suena triste, pero la verdad siempre viene acompañada con un toque gris de tristeza.
—Aquí tiene su café, señorita —el mesero Tim se acercó a su mesa y entregó lo único que ella había ordenado —. ¿Desea algo más?
—No, estoy bien así —respondió ella, esbozando una leve sonrisa —. Gracias.
Tim era un mesero de mediana edad, de ojos sinceros y unas cuantas arrugas nacientes en las esquinas de sus ojos. Con toda la bondad que poseía, decidió dedicarle una sonrisa amistosa a Cloe. Le pareció que ella la necesitaba, se veía demasiado triste. La castaña le devolvió el gesto al hombre como pudo. Luego, él se marchó y a Clo no le quedaron ganas se sonreír.
Bordeó la taza de café con sus dedos, conciente de que probablemente no la llevaría a sus labios. Últimamente, no tenía apetito. Se había concentrado tanto en volver su reflejo atractivo solo para que Gabe dejara de ver el suyo propio que no se había dado cuenta de que la idea de buscar belleza la estaba desviando de la vida que había creado ¿Dónde estaban las sonrisas de Cloe Nicols? ¿Dónde estaba su actitud loca y divertida? ¿Dónde estaban sus camisetas de friki?
Se estaba perdiendo y ni cuenta se estaba dando.
Sentía que algo estaba mal pero no sabía exactamente qué ¿Podría ser la salud de su narciso, o la ley del hielo que le había aplicado Dalia? ¿Estaba mal el apoyar a Gabe, o simplemente se sentía así de terrible porque él la tenía confundida? Y sí, estaba muy confundida. Sus sentimientos habían crecido tanto que estaba segura de que sentía más que un simple "te quiero" por esos ojos que escondían más que fuerza bruta. Quizá eso era lo que estaba mal: que lo amaba y no tenía la fuerza para decírselo.
No consideró que lo que en verdad podía estar muy mal era que su mente le había dicho que un café contiene cien calorías. Esa voz en su interior le recordó que su reflejo jamás sería atractivo para Gabe si ingería eso, así que lo apartó al igual que había apartado muchas otras comidas.
Tú si notas lo que está mal aquí, ¿no es así?
Ella suspiró y volvió a abrir su bitácora solo para intentar llenarla de notas menos deprimentes. Sin embargo, todo lo que venía a su mente era que ella jamás sería lo suficientemente fuerte como para entregarle la palabra "amor" a un hombre. El pasado le había enseñado que esa palabra era peligrosa. Tanta seriedad en cuatro letras se prestaba a que la lastimaran.
¿Acaso su narciso la lastimaría si se atrevía a decirla?
—¿Cloe? —alguien la distrajo se sus pensamientos y la devolvió al mundo real. Aquella voz másculina se le hacía conocida, ¿pero de por qué? —. ¿Cloe Nicols? ¿Eres tú?
Ella levantó la mirada y se paralizó al encontrar al dueño de esa voz gruesa que había pronunciado su nombre. No había visto ese par de ojos pardos ni ese cabello dorado bien arreglado desde la secundaria. Sintió que su corazón se paralizó al instante ¿Por qué el pasado insistía en volver a ella de esa forma?
—¿Cameron Jones? —preguntó ella, igual de incrédula que el chico —, ¿eres tú?
Y sí, si lo era. Aquel hombre que le dedicó una sonrisa ladeada en el momento fue el mismo chico que le enseñó que usar la palabra "amor" se presta a que te lastimen. Fue la primera persona en lastimarla, el primer sujeto en ilusionarla y su primer novio ¡Y ahora se lo encontraba en Los Angeles! ¡Pero que locura!
Aunque la verdadera locura en esta historia es la forma en la que los pasados se cuelan en el presente sin permiso alguno, y Cloe estaría a punto de descubrir eso...
Y como estabamos hablando de demonios, no pude resistirme a traer a Cameron de vuelta ¿¿¿Alguien se acuerda de este ser??? Apuesto a que sí...
En fin, este es un momento crítico para muchos personajes y les debo recordar que lo que sea que hagan no se debe imitar. Ya notaron lo jodido (perdón, pero no hay otra palabra) que está Gabe, las malas decisiones que está tomando Cloe y supongo que también notaron que Linda tiene una grave depresión. Ninguno de estos tres personajes está pensando con claridad, asi que por favor, NO LOS TOMEN DE EJEMPLO.
Gracias y chaíto, los quiero muchisimooo ❤❤
Pd: en verdad quiero saber qué opinan del capítulo y de que Cam vuelva, ¿quieren dejarme su opinión, porfi?😅💕
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