Capítulo 51
Dolor de corazón
9 de agosto
8:30 am
Querido Jace:
Me duele tanto, Jace. Me duele el corazón como no tienes idea.
Me duele tanto que me aterra. Estoy sintiendo los mismos golpes en el pecho que sentí la última vez que...que...que le dije la palabra con "a" a un chico ¡Y me asusta!
Es un sentimiento tan serio e intimidante que me llena de dudas, me enloquece ¡Dios! ¡Como me gustaría que no doliera tanto!
🌼
—¿Comprometidos? —preguntó Sanne, alzando una ceja en dirección a Dalia.
La pelirroja tenía una sonrisa que, de estar retratada en una pintura, seria la imágen perfecta de la felicidad. Desde el instante en el que llegó a la galería de arte de su amiga, comenzó a narrar con euforia y rapidez cada detalle de la noche anterior. Aún no se creía del todo las palabras que le dijo el hombre que amaba, se sentía como un sueño del que no queria despertar. Claro que sus amigas no entendieron del todo aquel suceso. Entre tantos suspiros y risas ilusionadas, no lograron captar el hilo de la historia.
—¡Si! —exclamó la pelirroja —. ¡Donny y yo nos casaremos!
—Asi que sí te pidió matrimonio —dijo Lilian, guardando un envace de pintura azul en uno de los muebles. Dado que estaban en la parte de la galería que servía como el taller de la joven artista, no había nadie más que ellas en esa habitación.
—Si...pero no.
—No entiendo, Dali —habló Sanne, ladeando su cabeza para mostrar confusión.
—A ver, estamos comprometidos porque sabemos que nos vamos a casar algún día. Sin embargo, no es como si me hubiera dicho: ¡Empecemos con los preparativos de la boda! ¡Serás la señora Cooper antes de que puedas procesarlo! No, no. Tenemos toda una vida para decir "acepto" y esta promesa es señal de que él espera vivir mucho junto a mí.
Emocionada, tocó el sujetapapeles vuelto anillo y le dio vueltas en su dedo anular con delicadeza. Mordió su labio inferior con el fin de contener un grito de alegría. No le daba vergüenza gritar frente a sus amigas, pero sabía que si dejaba escapar toda la euforia que resguardaba su corazón terminaría por desgarrar su garganta. Estaba enamorada, locamente enamorada, y el saber que tendría tiempo de sobra para seguir sintiendo esa hermosa sensación era un motivo para agradecerle a la vida por haber enlazado su historia con la de Donovan.
Esperaba que, juntos, lograrían hacer de sus vidas un bonito cuento en el que la dulzura y el positivismo serían los narradores.
Lilian buscó la mirada de Sanne, quien le devolvió la misma confusión que tenía la portadora de esos ojos azules pálidos. Entonces, ¿estaban comprometidos pero él no le había pedido matrimonio? ¿Y planeaban casarse aunque no se iban a casar? Las dos amigas no podían comprender del todo aquella locura. Quizá la pareja estaba pasando mucho tiempo con Cloe y ella les estaba contagiando la demencia...Y, por lo que veían, era bueno.
Al presenciar la alegría en los ojos esmeralda de su amiga, a ninguna de las dos les importó lo loca que sonaba esa promesa. No al mismo tiempo, se fijaron en ese anillo improvisado y terminaron por sonreír.
—Pues, vaya manera de transformar a un simple sujetapapeles en algo romántico —dijo Lilian, sin extinguir su sonrisa —. Estamos muy felices por ti, Dali. Si ese pedazo de alambre significa una vida llena de alegría y de sonrisas como la que tienes ahora, entonces cárgalo con orgullo porque te lo mereces.
》Cuando conocí a esa chica pelirroja obesa, dependiente y ansiosa, tuve la intuición de que tendría un futuro digno del tamaño de su enorme corazón. Hoy, estoy viendo como esa chica lo consigue y...¡Joder! Estoy tan feliz por ti.
—¡Santo Cristo de las hormonas! Deja que Derek te embarace más seguido porque te pones tan tierna y sentimental que da gusto escucharte, amiga —soltó Sanne con diversión, ganándose una mirada asesina por parte de Lilian —. Pero es cierto lo que dices. Dalia, no podría estar más agradecida con Donovan por ser parte de tu felicidad. Te mereces estar enamorada de un gran hombre y él lo es. Debes de estar...Eh, ¿Dali? ¿Estás bien?
Dalia sorbió su nariz y limpió sus lágrimas antes de abrazar a sus amigas con toda su fuerza.
—¡Las amo! Las amo tanto...—continuó llorando de la alegría en sus hombros —. Es tan lindo lo que me dicen, me hacen tan feliz. No puedo evitar llorar...
—Okey...—soltó Lilian, sorprendida ante tanto llanto —. Nosotras también te amamos, pero estas son muchas lágrimas, incluso para ti...
Ignorandola, Dalia solo lloró con más fuerza.
—Solo déjala —se rindió Sanne —. Se le pasará.
La pelirroja continuó soltando lágrimas emocionales sin control. Ni a Sanne, ni a Lilian les importó ofrecer sus hombros para socorrer tanto llanto; estaban acostumbradas al sentimentalismo de su amiga. Lógicamente, la propuesta de Donovan la tenía más ilusionada y feliz de lo usual. Lili fundió su mirada con la gris de su amiga, en los labios de ambas nacieron sonrisas. Si eran lágrimas de alegría, entonces Dalia merecía cada una de ellas.
En medio de esa escena tan emocional, la puerta del taller se abrió dejando pasar a una Cloe decaída. Con Jace bajo su brazo, su cabello suelto y desordenado y una mirada baja, se adentró en el taller y llamó la atención de sus tres amigas. Ni siquiera al ver las sonrisas entusiasmadas en los rostros de las tres margaritas pudo ignorar lo mal que se sentía. Se apoyó en una de las mesas tras saludar sin mucha emoción, y soltó el suspiro más largo que sus pulmones le pudieron permitir.
Su corazón dolía, y dolía con una intensidad que la asustaba. La actitud narcisista Gabe la estaba lastimando y eso solo podía indicar una cosa...Pero ella no se sentía con la suficiente fuerza para admitirlo todavía. Solo pensar sobre ese tema requería una seriedad que Cloe no tenía, y la arrastraba a un pasado al que no quería regresar.
—Uy, esa carita —Sanne dejó de sonreír al verla y le dedicó una mueca triste a su amiga —. ¿Quién tuvo la osadía de robar tu sonrisa?
Cloe hizo el intento de sonreír solo para no preocupar de más a sus amigas. La verdad, nadie se había robado su sonrisa. Por más de que quería hacerlo, no podía culpar a Gabe por lo que había hecho esa mañana. En lugar de comportarse como su novia, actuó como la especialista preparada para señalar sus defectos. Sí, lo había hecho por preocupación, pero ella debía entender que ahora cumplía dos papeles en la vida de Gabe y no podía mezclarlos.
Era su novia y su nutricionista, pero no podía actuar como las dos cosas al mismo tiempo.
Así que él no era el ladrón de su sonrisa. Para ella, Gabe no tenía la culpa de nada. Su sonrisa se había ido solita, y había tomado un rumbo desconocido hasta perderse en una duda con forma de laberinto ¿Por qué le dolía tanto? ¿Por qué su corazón latía tan rápido? Eran tantos pasillos confusos, tantas formas de perderse antes de encontrar la respuesta, que sabía que tardaría un tiempo en recuperar su sonrisa.
Sabía que, al salir del laberinto, el "querer" que estaba sintiendo por su narciso se quedaría corto para sus sentimietos. Así que quizá ella se había perdido a propósito, quizá no quería admitir que era fácil encontrar la salida entre tantos pasillos y justo por eso había extraviado a su sonrisa. Sus dudas estaban reforzadas por un miedo; y ese miedo era el verdadero ladrón de sus hoyuelos.
—Estoy bien —mintió para calmar a sus amigas, pero recibió tres miradas dudosas como respuestas—. No me miren así, se los suplico. Al menos simulen que me creyeron. Las amo, pero ahora no necesito que me digan que me veo mal. Esto es algo que debo solucionar solita ¿Bien?
Dalia, Sanne y Lilian cruzaron miradas. La castaña exageró aún más su sonrisa fingida, al punto en el que sus hoyuelos parecían estar sufriendo. Eso provocó que Lili rodara los ojos al tiempo en el que se apoyaba en una de las mesas.
—Eres pésima fingiendo sonrisas, Clo —soltó ella, cruzándo sus brazos sobre su barriga hinchada —. Esta bien, pero recuerda que tendrás nuestro apoyo cuando lo necesites ¿Si?
—Si, si, ¿cómo podría olvidarlo? —preguntó Cloe, soltando una risa nerviosa. Luego, comenzó a cambiar las pinturas de lugar, ansiosa—. Y bien, ¿en qué te ayudo Lili?
—De hecho, ya acabamos aquí —Sanne se acercó a ella y le quitó la pintura de las manos. Le sonrió con amabilidad y colocó los óleos donde iban —. ¿Segura no podemos hacer algo por ti?
Cloe frunció sus labios y lo pensó ¿Qué podían hacer ellas tres para ayudarla a salir de esa duda en forma de laberinto? Dio vueltas por el taller, observó unas pinturas en proceso como si de verdad les prestara atención. Pensó y pensó, hasta que se rindió. Solo ella podría salir de su propio laberinto y curar su dolor de corazón.
—Solo actuén normal —pidió ella —. Ignoren el hecho de que me vieron decaída al entrar y tengamos una linda mañana entre margaritas. Hoy necesito a mis amigas más que nunca.
—Oh, en ese caso...—Dalia sonrió con entusiasmo y entrelazó su brazo con el de pa castaña. Tanta alegría en la pelirroja le provocó a Cloe una sonrisa real —. ¡Tengo que contarte algo super, hiper, mega importante!
—¡Bien! —soltó ella, intentando con todas sus fuerzas ignorar a Gabe. Luego, se fijó en algo extraño en la mano de su amiga —. Dali, ¿por qué hay un sujetapapeles en tu dedo?
—¡Justo eso es lo que quiero contarte! Pero vamos, te lo contaré en el camino.
—¿Y a dónde vamos? —preguntó Sanne, alzando una ceja.
—A la heladería. Clo pidió una linda mañana entre margaritas, ¡y la tendremos! Además, me entraron ganas de tomar un yogurt helado.
—¿No es muy temprano?—le preguntó Cloe —. Además, tu odias el yogurt en todas sus formas y presentaciones.
—Al parecer, ya no. Supongo que los gustos cambian y, ¡joder! En serio quiero uno de esos helados de yogurt que venden en la heladería de aquí cerca, no importa si es temprano.
Lili soltó una pequeña carcajada ante la desesperación de la pelirroja por su yogurt de helado. Tomó su bolso, lo colocó en su hombro y caminó hacia sus amigas.
—Esta bien, vayamos por ese helado y a buscar tu sonrisa, Clo —dijo ella —. Pero te advierto que Dalia está más llorona de lo normal, así que no digas nada que pueda afectarla o nos ahogaremos en sus lágrimas.
—Y Lilian está hormonal y tierna; es un verdadero espectáculo —soltó Sanne con diversión, entrelazando su brazo con el libre de Cloe —. Ya verás como recuperaremos esa sonrisa que tanto nos gusta en menos de lo que te imaginas.
—Sabía que podía contar con ustedes.
Sus amigas sonrieron y no tardaron en sacarla de ese lugar para darle esa mañana de distracciones que necesitaba. Cloe podía contar con las margaritas siempre que lo necesitaba, lo sabía. Sin embargo, estaba clara de que ni siquiera ellas lograrían sacarla de esa duda que rondaba en su cabeza y palpitaba en su corazón.
¡Ugh! ¡Si tan solo ese latir fuese algo más sencillo! Conocía la seriedad que implicaban sentimientos como ese, lo vulnerable que podía quedar si excedía el número de palpitaciones que separan a un "querer" de la palabra con "a". Los recuerdos del pasado llegaron a ella con la brusquedad de un invierno cruel y helado. En cuestión de segundos, revivió en su mente lo mucho que la habían lástimado.
Y dolía. Dolía demasiado.
—Tu helado lo quieres de chocolate, ¿cierto, Clo? —le preguntó Dalia, sacándola de sus pensamientos. Ya se encontraban en la heladeria, aunque Cloe ni siquiera había notado el instante en el que habían entrado. Fue la sonrisa de su pelirroja amiga lo que la devolvió a la vida real.
Y ver la sonrisa de Dalia le recordó que no había sonrisa más bonita que la de Gabe, o al menos eso pensaba ella. Los sentimientos de miedo se mezclaron con todo el cariño que sentía y que crecía con rápidez. Le aterraba sentir más, pero no podía evitar querer ser el centro de atención de ese narciso.
Ella quería ser querida con la misma intensidad con la que sentía ¡Pero esa intensidad aumentaba a cada segundo! No quería seguir sintiendo, pero tampoco quería dejar de hacerlo. Le daba miedo enfrentar algo más serio que un "te quiero" por miedo a repetir errores del pasado, pero su presente indicaba que se haría cada vez más ilusiones con la hermosa sonrisa de Gabe ¡Nada de lo que pasaba por su mente en ese momento tenía sentido!
Así que llegó a una simple conclusión:
—La verdad, no tengo apetito —le respondió a Dalia.
—¿En serio? —preguntó Sanne, sorprendida —. Digo, sé que es un tanto temprano para un helado, pero tu jamás rechazas un helado de chocolate.
—Es tu favorito, Clo. Tu amas todo lo que tiene chocolate —le recordó Lilian —. ¿Segura que no quieres?
— Sí, sí, muy segura —soltó ella —. Coman ustedes, yo no tengo apetito de dulce a esta hora.
Sonrió, y la única razón por la que sus amigas no notaron lo falsa que era su sonrisa fue porque la indecisión de Dalia por el sabor de su yogurt de helado las divirtió hasta un punto en eo que estallaron en carcajadas. Al final, la pelirroja fue la única que terminó con un helado en sus manos; uno con tres sabores diferentes.
El dolor de corazón es un mal tan grande que quita el apetito. Créeme, eso lo sé yo. A veces, me duele tanto que no como por horas, días, semanas, meses...
...Años...
🌼
9:00 am
Gabe tenía muchos defectos de los que no estaba del todo conciente. Era egocentrico, brusco, desconsiderado, y la lista seguía. Linda había aprendido a convivir y aceptar las cosas malas en la personalidad de su amigo. Sin embargo, había un defecto al que ella jamás se acostumbraría: El narciso era un terrible conductor.
Y empeoraba cuando estaba enojado.
—Es que no lo entiendo, de verdad que no —soltó él, con sus manos tomando el volante del auto con fuerza. Daba curvas bruscas, aceleraba cuando debía frenar, frenaba cuando debía acelerar, y eso estaba poniendo muy nerviosa a Linda —. Es decir, ¿por qué se tiene que entrometer? ¡¿Por qué no dejó las putas pildoras en su lugar?! ¡No eran su asunto!
—Fenómeno, eres su novio. Todo lo que tiene que ver contigo es su asunto —le dijo Linda, tensa y temblando desde el asiento del copiloto. Una curva cercana llamó su atención, sus sentidos de alerta se activaron —. ¡Gabe, cuidado!
Sin mostrar ni un solo signo de preocupación o miedo, Gabe giró el volante con brusquedad logrando dar con la curva justo a tiempo. Linda se aferró a su asiento, tenía el corazón en la garganta por el susto. Sus demonios le habían susurrado por años distintas formas en las que podría morir, pero jamás creyó añadir a esa lista un accidente de auto. Su mejor amigo le causaría un infarto si seguia conduciendo de esa forma.
—¡¿Planeas matarnos, estúpido?! —le gritó, aún alterada —. ¡Ten más cuidado!
—Entiendo eso de que ahora que soy su novio quiere interesarse más por mi, ¿pero por qué se preocupa por un asunto que a mi no me molesta? —continuó él, ignorando que Linda estaba al borde de un colapso nervioso —. Es decir, si se va a preocupar, al menos que sea por cosas que a mi me preocupan también. Esas pildoras no me hacen daño, nunca lo han hecho ¡Si a mi no me molesta, a ella tampoco debería molestarle! ¡¿Por qué le importa tanto?!
—No funciona así, fenómeno —habló Linda, con su nerviosa mirada fija en el camino. Estaba casi segura de que estaban excediendo el límite de velocidad pero no quería decir nada. No quería molestar aún más a Gabe.
—¿Y cómo funciona?
—Pues ella te quiere, y mucho. Cuando quieres a alguien no solo te preocupa lo que le preocupa a esa persona, sino que te preocupa todo eso que la persona se niega a ver ¿Entiendes?
Gabe apartó la mirada del camino para mirar a su amiga con confusión. Linda suspiró. A veces, su mejor amigo le recordaba a un niñito al que había que explicarle las cosas con manzanas.
—Por ejemplo, ahora —continuó ella, sabía que él solo comprendía con ejemplos —: te quiero, así que me preocupa que no estes viendo el camino aunque no te das cuenta de ello.
Él notó que sus palabras eran ciertas y volteó justo a tiempo para frenar ante un semáforo en rojo. El cuerpo de Linda se despegó del asiento por la brusquedad del frenazo, el sinturón de seguridad fue lo único que la detuvo de salir disparada del auto.
—¡Joder, recuerdame no volver a pedirte que me lleves al trabajo! —se quejó, logrando que Gabe rodara los ojos.
—Entonces a Cloe le preocupan cosas que a mi no me preocupan —reflexionó Gabe —, cosas que ella cree que me hacen daño pero yo no ¿Y todo eso porque me quiere?
—Exacto, fenómeno. Es lo que pasa cuando comienzas a entregarle parte de ti a alguien: temes que se lastime porque sabes que esa parte que le diste se lastimará también.
—Suena un poco egoísta; "te quiero sano porque saldré lastimado si te haces daño". No sé, no suena como Cloe. Suena más como algo que diría yo.
—Es que el amor es una mezcla de egoísmo con sensibilidad. Es un sentimiento muy loco, fenómeno. Junta dos cosas que deberían ser opuestas...¡Así como Cloe y tú! Son opuestos pero se aman, ¿ya entiendes?
La luz del semáforo pasó de estar roja a verde, pero Gabe no se movió. Incluso cuando otros autos comenzaron a sonar su bocina para reclamarle, él no pisó el acelerador. Una palabra que había salido de la boca de Linda continuaba resonando en el interior de su cráneo. Ella nunca debió pronunciarla.
—Amar es una palabra muy fuerte, Linda —soltó él —. Muy fuerte, incluso para mí.
—¿Acaso no es lo que sientes por ella? —preguntó ella, alzando una ceja en dirección al conductor.
—No. Sabes bien que yo solo me amo a mi mismo.
—Pues, creo que amor es lo que Cloe está comenzando a sentir por ti...
Manos sudorosas, nudo en la garganta, dolor en le corazón...Gabe jamás había sufrido esos sintomas, hasta ese momento ¿Acaso se estaba enfermando? Sacudió su cabeza y puso el auto en marcha. Podía aguantar el sudor en sus manos y la incomodidad en su garganta, pero ese dolor en el pecho resultaba una verdadera molestia.
—¿Ella te dijo que me amaba? —le preguntó a su amiga.
—No —respondió —, pero cuando te mira se nota que lo que siente por ti está creciendo.
—Pero que estúpidez, espánto ¡Una mirada no significa nada!
—Significa mucho más de lo que crees, Gabe.
—¿Qué? ¿Ahora que amas a Aviv te sientes experta en el asunto?
—No seas idiota, Aviv no es el único que me ha enseñado a amar. También te amo a ti y eso me vuelve una veterana en el "asunto" ¡Creeme que amarte es súper complicado!
Gabe frunció el entrecejo y contuvo las ganas de frenar de golpe. Volteó a ver a su espantosa mejor amiga y se encontró con una sonrisa nerviosa. De nuevo, le dolió el corazón ¡¿Pero qué le estaba ocurriendo?!
—¿Dijiste que me amas? —le preguntó, sorprendido.
—Si, te amo —soltó ella, encogiendose de hombros —. ¡Pero solo como amigo!
—Eso lo sé, no soy tu tipo. A ti te gustan la clase de chicos que saben que Gabriel García Marquez no es un actor de telenovelas y que tienen problemas se visión, para no decir problemas de gusto.
—Diría algo para defenderme pero solo puedo pensar en que, ¡mires el puto camino! ¡Nos vas a matar, Gabe!
Él soltó una carcajada mientras devolvía su mirada hacia la carretera. Ya estaban cerca del centro de investigaciones en el que Linda comenzaría a trabajar ese mismo día. En cuestión de segundos, él terminó por estacionar el auto frente a la entrada y se fijó en los ojos miel de aquel espánto lleno de cicatrices.
Jamás se había fijado con detenimiento en le rostro de Linda, solo le bastó la primera impresión para deducir que era fea. Sin embargo, esa vez decidió observarla bien. Tenía al rededor de tres cicatrices grandes en la cara; una larga en su frente, una que atravesaba su labio y otra que pasaba por su barbilla hasta su garganta. Sus pómulos estaban repletos de marcas de quemaduras, que se extendían en su costado derecho hasta llegar a su frente. Sí, esas marcas la hacían ver como una especie de monstruo desfigurado.
Sin embargo, como la estaba detallando con cuidado, se dió cuenta de que la capa de cicatrices y quemaduras escondía un tono de piel bronceado bastante bonito, y que sus labios en realidad no eran tan horrorosos. Sí, eran pequeños, pero al menos no eran deformes. Y sus ojos miel eran preciosos, jamás había notado lo expresivos que eran hasta ese momento. Podía sentir que el alma de Linda estaba encerrada en ese color claro y era un alma muy hermosa.
Su amiga no era tan fea después de todo.
—Escucha —le dijo ella, llamándo su atención —, sé que lo que siento por ti tú no lo sientes con la misma intensidad. Te amo, eres mi mejor amigo, pero tu solo te amas a ti mismo ¡Y eso esta bien para mi! ¡Puedo vivir así!
》Estoy acostumbrada a amar sin que me amen, es lo que hago conmigo misma todos los días. Sin embargo, Cloe está rodeada de amor. La aman sus amigas y pues, mi novio llegó a amarla y él no se toma ese sentimiento a la ligera. Estoy segura de que ella va a querer que tu la ames de vuelta y me preocupa que no quieras hacerlo.
—A mi no me preocupa —mintió él —. Ella sabe de quien se enamoró. Yo no amo a nadie...
—Solo a tu reflejo —suspiró Linda —. Quizá Clo se enamoró de quien podrías llegar a ser y no de ti...Le va a doler.
—¿Qué? ¿Qué le dolerá?
—Darse cuenta de que está comenzando a amar una posibilidad y no a alguien real.
Linda amaba a Gabe a pesar de sus defectos. No le importaba el narcisismo, sabía que eso era parte de su mejor amigo. No obstante, Cloe sentía cosas por él porque estaba convencida de que había la posibilidad de que su narciso fuese alguien más que un simple egoísta. Ella veía la ternura que él se negaba a mostrar en público, quizá se estaba enamorando de un Gabe que nunca terminaría de aparecer.
El dolor en el corazón de Gabe se intensificó, no quería lastimar a Cloe. Sin embargo, al ver la hora en el reloj de mano de Linda, recordó que iba tarde para sus flexiones matutinas y olvidó todo para concentrarse en dejar a su amiga y llegar lo más temprano posible al gimnasio. Su prioridad no era el amor, era sentirse fuerte.
—Bien, aquí te dejo —soltó él, ignorando el resto de la conversación —. Debo irme, quiero llegar temprano al gimnasio.
—Bien —su amiga suspiró al abrir la puerta —. Conduce con cuidado...o con un casco.
—¿Se supone que debo reírme por eso?
—No, se supone que en verdad debes ir a buscar un casco. Eres un peligro al volante.
—Exagerada...
—No lo soy —ella sonrió al bajarse, pero se detuvo antes para observarlo —. Gabe...
—¿Si?
—No le hagas daño a Cloe. Si ella llega amarte, apreciala, porque creeme cuando te digo que es un trabajo difícil.
Sin decir más, cerró la puerta del auto y se adentró en el centro de investigación. Me gustaría decir que las palabras de Linda cambiaron un poco la perspectiva de Gabe sobre el amor, pero no fue así. Él solo le dió un vistaso a su reflejo en el retrovisor y puso en marcha su auto en dirección al gimnasio. Olvidó el enojo que le había provocado Cloe esa mañana, el hecho de que Linda le había dicho que lo amaba y ese dolor de pecho extraño para concentrarse en un único propósito:
Volverse más fuerte.
Como Linda es el eslabón débil de esta historia, te puedo asegurar que ella volteó a ver como su amigo se marchaba dando curvas bruscas en su auto. Suspiró, comenzaba a creer que él nunca cambiaría. Quizá él no estaba hecho para amar, solo estaba programado para amarae a sí mismo. Asi como ella estaba hecha para amar a otros, pero no encontraba la forma de quererse a sí misma.
¿Y cómo lo iba a hacer si todo el mundo la miraba como si fuera un monstruo? Notó las miradas sobre ella en el instante en el que se bajó del auto. Miedo, asco, repulsión, todo eso dirigido hacia su rostro. Tragó saliva y, al instante, comenzó a sentir un dolor en su pecho, justo en el corazón.
Ese dolor no solo lo causan sentimientos como el amor, ¿sabes? Muchas veces nacen por razones incluso más fuertes y te arrastran a hacer cosas que no quieres. Es tan intenso que solo ansías detenerlo, ¿pero cómo?
A veces, esa clase de dolor te quita más que el apetito...
4K en Narciso y un segundo lugar en un concurso!!! No podría estar más agradecida❤❤❤ Los amo, los amo, los amooooooo❤❤
Me encanta la serie "Primavera Eterna" (que es la serie que incluye a Margarita, Narciso y de Un alguien para un nadie) y estoy disfrutando muchísimo escribir sobre estos personajes. Sin embargo, no es el único proyecto que tengo. Publiqué un nuevo libro llamado "Efímero" y me encantaría verlos por ahí. Los amo por darle la oportunidad a mis historias, espero de todo corazón que esa también les guste😘😘
Se les quiere, chaito❤❤
Pd: ¿Qué opinan de la relación de Cloe y Gabe? ¿Es lo que esperaban?
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