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Capítulo 48

Despedidas y guerras
7 de Agosto

7:00pm

No era un buen momento para que Aviv se fuera.

Sin duda, no lo era.

No obstante, al chico lo habían llamado de la disquera en la que trabajaba y debia hacer un viaje urgente a Londres. Luego, debía pasar por Detroit para conocer a su segundo sobrino y haría una última parada en Chicago antes de regresar a Los Angeles. Todo eso le llevaría un buen tiempo, no sabía exactamente cuando regresaría a California.

—No quiero que te vayas —soltó Linda con tristeza. Se aferró a él, en un intento de mantenerlo a su lado.

Ella lo necesitaba más que nunca. Seguía sin dar respuesta a la propuesta de Derek y eso la tenía nerviosa. No sabía muy bien como aplicar el consejo que le había dado Gabe, no tenía el suficiente egoísmo como para ignorar los pensamientos de los demás y enfocarse solo en los suyos. Vivía ansiosa, con sus demonios gritando más que nunca, y Aviv se había convertido en su escape más necesario.

Tardes en la casa de ella tomando café y leyendo, noches en el apartamento de él disfrutando de alguna película, mañanas en las que despertaban juntos...Él le estaba dando un lado bonito a una vida horrorosa y ahora se debía marchar. Quizá no sería para siempre, pero para Linda tan solo un día era demasiado. Después de todo, recuerda que el tiempo no existe y que los minutos son inventos que usamos para limitar los segundos que respiramos.

Y para ella, cada segundo que pasaría respirando sola sería eterno.

Aviv sonrió con cierta tristeza y la apretó aún más contra su pecho. Sus maletas ya estaban preparadas, Loto ya estaba listo para marcharse, todo en su apartamento estaba arreglado, solo faltaba irse al aeropuerto pero aún no encontraba la forma correcta de despedirse de la mujer que amaba.

—Solo será por un tiempo, amor —le aseguró él. Para ser sincero, a Aviv le emocionaba cada detalle de ese viaje. Todo, menos dejarla —. ¿O de verdad crees que aguantaré muchos días sin poder burlarme al escucharte llorar por poesía?

—Si, creo que podrás —soltó ella —. La que no podrá aguantar muchos días sin abrazarte seré yo.

Aviv soltó un suspiro, no hay nada más feo que escuchar a alguien que quieres sentir tanto dolor. Se separó un poco del abrazo y tanteó con sus manos hasta tomar el rostro de Linda con dulzura. A veces, ella sentía que él podía verla. Era imposible, pero cuando esos ojos miel nublados por la ceguera se colocaban a la misma altura que su mirada, ella en verdad sentía que Avi podía observarla.

—Escúchame —le dijo él con voz tenue —, no quiero que dependas de esta relación. No quiero que dependas de algo, en realidad. Se la Linda fuerte e independiente que sé que puedes llegar a ser.

—Pero siento que te necesito —dijo ella, bajando la mirada.

—No es asi, Linda. Cuando me vaya, tú seguirás viviendo y respirando igual que siempre. Por favor, no te vuelvas dependiente de una relación. Eso solo te hará daño y odiaría verte sufrir.

Aviv era lo único en orden en su vida, al menos en ese momento ¿Cómo no sentir que lo necesitaba incluso para respirar? Sin embargo, lo entendía. Ella también temia que su relación se estuviese transformando en el centro de sus vidas. Terminó por suspirar y volvió a abrazarlo. Ella lo amaba tanto que tenia miedo de que él centrase su universo en alguien tan horrible como ella.

—Está bien —habló ella —, pero quiero que tú tampoco dependas de esto. Te amo, no me gustaría verte centrar tu vida en mi.

—No hay problema —aseguró él —. Tú eres parte importante de mi vida, una de las más importantes, pero sé que depender de ti solo sería una carga para los dos.

Ella lo entendía, pero entender no es lo mismo que poder hacerlo. Linda era dependiente por naturaleza. Dependía de sus demonios, de su tristeza, de sus amigos, de su novio...No sabía cómo vivir sola. Sin embargo, pretendía darle a entender a Aviv lo contrario solo para no preocuparlo. Agradecía que él fuese capaz de vivir sin ella, de poder marcharse a un viaje de trabajo sin sentir que su mundo se desmoronaría al no tener su compañía, de respirar sin necesitar del oxigeno que respiraba otro...

Después de todo, ella era demasiado inestable. Si Aviv dependía de ella, su vida sería una completa miseria.

—El que no dependa de ti no significa que no te extrañaré —él dejó un beso en la frente de la chica y le sonrió con tristeza —. Te echaré de menos...y creo que Loto también ¿Cierto, amigo?

El labrador soltó un ladrido y movió su cola al darse cuenta de que la atención de los presentes recaía en él. Linda sonrió y se soltó de Aviv solo para agacharse y acariciar al perro. Le había tomado cariño al fiel compañero de Avi, incluso llegó a considerar el hecho de tener una mascota propia gracias a él. Dejó que el can la llenara de besos, lo que la hizo reír. Su novio sonrió ante la melodía de esas carcajadas.

—Volverémos pronto —aseguró él —. Tú solo espéranos.

—Eso haré —ella se puso de pie y mató la distancia entre ellos —. Te amo, Avi.

Ella no lo dejó responder, fundió sus labios en un beso con sabor a desesperación y necesidad. Era su despedida, su adiós y, aunque el tiempo separados no sería eterno, ella decidió que su despedida debía ser tan apasionada como si ese fuese un final. Quizá él podía de opinión en el viaje y la dejaría por alguien menos horrorsa ¿Quién sabe? Quizá lo único bueno en el mundo de Linda se echaría a perder.

Se aferró aún más a sus labios, entrelazó aún más sus dedos en el cabello del chico, hizo todo lo posible por mantener ese presente vivo. Intentó ahogarse en lo único que tenía sentido en su vida llena de fealdad, en lo más bonito que tenía...

Y luego, el momento se acabó.

Aviv se marchó y ella se quedó sola. Bueno, sola no; sus demonios e inseguridades siempre serían su fiel compañía.

🌼

10:30 pm

Cloe no sabía que sentir en ese momento, o quizá si sabía pero se negaba a sentirlo. Gabe cerró la puerta de su apartamento tras ella y caminó con normalidad hacia el refrigerador, sin saber todo lo que estaba pasando por la mente de la castaña. Recién regresaban de la cita más incómoda que había vivido la margarita. Fue muy diferente a todas esas salidas que ella y su narciso habían compartido. No hubo muchas risas, ni coqueteo, ni nada de lo que hubo en las otras veces que él la invitó a cenar. Ella solo lo escuchó hablar sobre sí mismo por horas. Intentó cambiar el tema de conversación varias veces, pero él desvió la atención de nuevo a su vida.

El tema favorito de Gabe.

No la malentiendas, a ella le gustaba escucharlo; pero esa noche todo se sintió extraño. Él se comportó distante, más engreído de lo usual, y ni siquiera se tomó el tiempo de tener algún gesto lindo con Cloe. Ella sabía que a él no le era fácil mostrar mucho afecto, o fijarse en alguien a parte de sí mismo, pero en sus otras citas al menos llegó a hacer el intento. Esa noche ni se esforzó

¿Qué estaba ocurriendo en la mente del narciso?

—¿Tienes algo de tomar por ahí? —le preguntó ella al notar que él no le iba a ofrecer ni una soda —. Tengo la garganta seca.

—Mhm, tengo agua, soda, y cerveza —habló, revisando el refrigerador —, pero no te daré cerveza. Me aterra la forma en la que te afecta el alcohol.

—La última vez que me embriague me puse coqueta contigo —recordó ella, con una sonrisa juguetona —. Quizá deberías reconsiderar tu decisión...

—Ni lo sueñes, loquita. Mejor te sirvo un vaso de agua.

Después de cenar, decidieron ir al apartamento de Gabe para continuar charlando. La verdad, Cloe esperaba poder darle un giro a esa espantosa cita. Miró a su alrededor mientras él buscaba el vaso de agua. El hogar del chico era un apartamento lo suficientemente amplio para un hombre solterl. No había separaciones entre la sala, su dormitorio y la cocina, y todo se encontraba ligeramente desorganizado. Habían dos puertas a parte de la salida, supuso que una daba al baño y otra al armario. Era lo más lógico.

A pesar del aspecto desordenado, a ella le gustó. Sonrió de lado al reconocer el aroma que envolvía el lugar era el mismo que solía portar Gabe. A ella le encantaba, comenzaba a convertirse en su droga personal ¡Oh, hablando de vicios! Recorriendo el cuarto con la mirada, Cloe encontró un gran espejo que estaba justo en la pared frente a la cama. Lo imaginó a él, levantándose cada mañana para ver ese cristal ¿Lo primero que veía Gabe al despertar era su reflejo?

Se sintió mal, aunque ya sabía de antemano que lo más importante en la vida de Gabe era su jodido reflejo. Comenzaba a preguntarse si debía competir con un pedazo de cristal por la atención de el narciso.

—Aqui tienes —él le ofreció el vaso de agua y ella lo tomó.

—Gracias —le sonrió con ternura. Lo tomó todo de un sorbo, no había nada más interesante que hacer.

Gabe le hizo una seña una vez ella dejó el vaso en la isla y la animó a caminar hasta el sofá. Ella obedesió, ambos se sentaron el mueble y dejaron que el silencio los envolviera. Cloe no lograba descifrar lo que le ocurría a Gabe esa noche, ¿por qué de repente estaba tan distante? Lo descubrió viéndola un par de veces, descifró que él tenia ganas de decirle algo ¿Qué? Parecía que ella no lo descubriría esa noche.

La verdad era que Gabe había notado lo incómoda que había sido la noche para ella pero decidió ignorarla. Sí, sí, ignorarla era mejor. Hablar de sí mismo era la única solución para no sentirse débil. Sentía una punzada en su corazón cada vez que volteaba la mirada y no veía una amplia sonrisa en esos labios que tanto le gustaban. Sin embargo, sabia que no podía darse el lujo de caer tanto por ella. Cloe comenzaba a tornarse en parte importante de su vida.

Incluso comenzaba a ser más importante que ese reflejo que veía todas las mañanas y eso no lo podía permitir.

—Entonces...—Cloe intentó avivar la conversación —. ¿Aquí vives?

—No, Cloe. Te traje al apartamento de un desconocido porque es exactamente la forma en la que cualquiera desearía terminar una cita —Gabe soltó una carcajada y atrajo a Cloe hasta a él. Podía permitirse ser cariñoso, pero debía tener cuidado—. A veces dices cosas sin sentido, loquita.

—Bueno, perdón —soltó ella, acurrucándose en sus brazos —. Sé que digo cosas locas pero a ti te gustan, ¿no?

—¿Crees que estarías aquí si no? —le preguntó él, sacándole la primera sonrisa sincera de la noche.

—Ahí está el narciso que tanto me gusta —ella dejó un beso en la mejilla del chico, quien frunció el entrecejo al escuchar eso.

—¿Qué? ¿Acaso no estaba antes?

—No...Estabas distante, pero volvió el Gabe que me tiene más loca de lo normal.

Ella se acercó más a él y, poco a poco, fue acercando sus labios hasta el rostro de Gabe. Hizo un lento recorrido por su mejilla, cubriendola toda de besos. Intentaba demostrarle todo el cariño que sentía, lo mucho que le gustaba, sin saber que él tenía la cabeza en otro lado.

Gabe tragó saliva, no tuvo el suficiente autocontrol para alejar a Cloe, asi que la dejó continuar mientras él entraba silenciosamente en pánico. Esa chica era capaz de descifrarlo con pocos gestos ¿Y si ella veía todo lo que a él no le gustaba de sí mismo? Todas esas fallas que llevaba acumulando por meses, esas debilidades...¿Cuándo se permitió a sí mismo volverse tan débil? ¡¿Cuándo?!

Debía ser el mismo Gabe de antes, aquel que no dependía de la sonrisa de una chica ¿Pero que hacía para volver en el tiempo hasta aquel otro hombre? ¿Y si...Y si terminaba con Cloe? Después de todo, ella era su mayor debilidad...No, no, no, no podía dejarla ¡Ella le gustaba demasiado!

Dejarla sería dejar un pedazo de su felicidad y, alguien tan egoista, no se podía permitir lastimarse a sí mismo de esa manera.

Quizá solo bastaría con reforzar otras partes de sí mismo. No necesitaba alejarla, tan solo debía recordar para qué quiso una novia en primer lugar: para demostrar que era perfecto. Entonces, debía volver a recobrar su fuerza, tanto física como emocional. Sí, volvería a ser ese Gabe impenetrable y todo eso sin alejar a la chica que lo volvía loco.

Cloe seguía regalándole besos. Unos lentos, unos fugaces, pero todos con la misma intención ¿Un espejo era su competencia? Pues, iba a dar todo de sí para ganar. Quería a Gabe, entonces lucharía por ser la razón de sus sonrisas; no cedería ante a un absurdo reflejo. El camino de besos se hizo mucho más lento y apasionado cuando ella llegó hasta el cuello del chico. Quizá su plan era enloquecerlo porque después volvió a subir con la misma lentitud, esta vez con un destino programado: la boca de Gabe.

Si de algo estaba seguro Gabe era que ella lo hacía muy, muy feliz...Ahora, solo debía equilibrar esa felicidad con su fuerza. Antes de que Cloe lograra su cometido, se levantó del sillón y tomó un par de pesas pequeñas que estaban en el suelo. La castaña abrió los ojos y se dió cuenta de que sus labios se habían quedado sin un narciso que besar. Lo obsevó, extrañada ¿Esas pesas le robaron su oportunidad de besarlo?

—Ehh...—sin saber muy bien qué decir, ladeó la cabeza tal y cómo siempre hacía al estar confundida. A él le encantaba ese gesto —. ¿Esto es en serio?

—¿Qué? —preguntó él, no veía algo extraño en su comportamiento.

—Me tienes aquí, la chica que supuestamente te gusta está en tu apartamento, ¿y decides hacer pesas? —cuestionó ella, un tanto molesta. Se levantó del sillón e intentó encararlo. Claro que se veía poco intimidante frente a él —. ¡¿No te podías esperar?!

—Oye, cálmate. Solo serán una o dos series de levantamientos —le aseguró él.

—Me tienes que estar jodiendo —ella lo siguió hasta que ambos quedaron frente al espejo. A él le gustaba ver su reflejo mientras se ejercitaba —. Se supone que estoy aquí para estar contigo ¡¿De verdad te vas a quedar frente al espejo, haciendo ejercicio?!

—Loquita, puedo hacer ejercicio mientras estoy contigo —él ni siquiera se molestó en ver el reflejo de Cloe. De haberlo hecho, la habría visto roja por la furia. Sentía que le estaban jugando una especie de broma pesada.

—¡Eres un imbe...!

Pero no terminó de insultarlo, no pudo. No cuando observó mejor el reflejo de la cama tras ello, y luego se volteó para verificar que el objeto era real y no solo parte de su imaginación. Caminó hacia la cama y tomó el oso de peluche con sus dos manos ¿Cómo no lo había visto antes?

—Hey —soltó ella —, conservaste a Jeff.

—Te dije que lo haría —respondió él sin detener su ejercicio —, ¿o no?

—Sí, pero no creí que lo harías. Es decir, tú odias esta clase de detalles...

—Pero ese me lo diste tú. Tenía que conservarlo.

Entonces, el rubor en el rostro de Cloe dejó de ser por furia para convertirse en la clase de sonrojo que solo alguien tan enamorada como ella podía tener. Sus mejillas estaban sonrojadas, y su nariz respingona, y su frente normalmente pálida ¡Toda ella se vio afectada por unas simples palabras! Observó al oso de peluche y luego a Gabe...Bueno, al reflejo de Gabe. Quizá se había equivocado y él no había dejado de intentarlo.

El que conservara a Jeff luego de su primera cita era una prueba de que a Gabe si le importaba esa relación, y el que lo pusiera justo donde lo vería al despertar fue suficiente para que ella perdonara la terrible cita que habían tenido. Ella estaba cayendo por ese chico tierno que se escondía detrás de la coraza fuerte y ruda. Estaba conciente de que no siempre lo vería, que él intentaría esconder ese lado que la estaba enamorando, pero quería vivir esos momentos en los que su narciso pensaba en alguien más a parte de su reflejo.

Ella dejó al oso de peluche en la cama y caminó hasta Gabe. Se interpuso entre él y el espejo, haciendo que él detuviera su ejercicio. Colocó sus manos sobre las pesas para evitar que él continuara y solo entonces le sonrió. Fue una sonrisa tierna, llena de gratitud, en la que un par de hoyuelos hicieron un gran debút.

Esa sonrisa fue lo único necesario para sacudir el mundo de Gabe y, cuando ella logró ese beso que antes había fracasado, volvió a caer en ese laberinto de debilidad en el que comenzaba a perderse gracias a ella. Sintió como esos labios que le encantaban jugaban con los suyos y supo que no podría luchar con la tentasión, ella era demasiado.

Joder, Gabe, se fuerte. No puedes caer tan fácil, no puedes dejar que ella se vuelva tan necesaria, no puedes...

E intentó convencerse de eso, te lo juro que lo intentó, pero luego pasó esto:

—Te quiero, narciso.

Ese pequeño susurro de Cloe, que dijo sobre los labios de ese hombre que se sentía frágil a su lado, fue la sentencia de que Gabe no se reencontraría con su versión fuerte e impenetrable ese día. Soltó las pesas, ni siquiera se molestó en notar el sonido de seco de cuando golpearon el suelo, y llevó sus manos hasta las caderas de Cloe para atraerla aún más a su cuerpo.

La besó con toda la debilidad que sentía, que era demasiada. Ella entrelazó sus dedos en su cabello rubio y no le permitió escapar. Sin duda, lo quería enloquecer. Cloe sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral en el momento en el que su espalda chocó con el espejo, la intensidad del beso fue tanta que la empujó hasta él. Eso no los detuvo, continuaron causando tormentas en el interior del otro.

Ahora era Gabe quien dejaba besos en el cuello de Cloe. Ella hacía que se encontrara con su versión más antigua; aquel Gabe que se ilusionaba y que era fácil de lastimar. Odiaba a ese él, y odiaba el poder que le había dado a la chica para traerlo de vuelta ¿Pero qué podía hacer? ¡No iba a detenerla! No después de que ella había dicho que lo quería...

El camino de besos que había trazado terminó al llegar a la mandíbula de ella. Entonces, decidió parar todo ese sin sentido de emociones para verla a los ojos. Ese color que similaba al mar se veía más oscuro de lo normal, ella estaba sedienta por más. Sus labios estaban hinchados y entreabiertos, sus mejillas sonrojadas de la forma más linda posible ¿Cómo podía mantenerse fuerte ante esa imágen?

Entonces, encontró su propio reflejo tras ella. Sus ojos verdes también estaban oscurecidos, también estaba sonrojado y sus labios también estaban hinchados. Ella había hecho eso. Era tan frágil que le había dado a Cloe control sobre él.

Eso no podía ser.

— ¿Gabe?—ella atrajo a esos ojos verdes de vuelta a su mirada tomándolo de la barbilla.

—Cloe —respondió él, estando todavía muy cerca. Luego, suspiró —. No entiendo lo que me haces, loquita.

—¿Y si mejor no intentas entenderlo? No lo pienses tanto, narciso. Solo...déjate llevar.

Dejarse llevar era para débiles. A un hombre fuerte no se lo lleva la corriente, él es la corriente...O al menos eso debía intentar ser.

Asi que se prometió algo: solo se dejaría llevar esa vez, pero luego debía buscar la forma de ser el fuerte en toda esa situación. Dejó que ella lo besara de nuevo, con la misma intensidad, y esa cita terminó con un Gabe perdido entre las paredes de un laberinto de fragilidad; ese laberinto tenía nombre: Cloe Nicols, y esa noche le ganó a ese pedazo de cristal que encerraba el egocentrismo de el narciso.

Ganó una primera batalla en contra del reflejo que Gabe tanto quería ¿Pero sería capaz de ganar la guerra contra los espejos y obtener el cariño de Gabe?


¿Alguna opinión sobre estas dos lindas parejitas?...😏

Creo que nos estamos acercando al final de la historia (y digo creo porque me conozco y sé que, a veces, cuando digo que faltan 10 caps me faltan como 50 por escribir 😅) ¿Qué creen que pasará? 😊😊

Chaíto, se les quiere❤

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