Capítulo 45 (parte 1)
Cuando dos caos se juntan...
20 de Junio
6:30 pm
Odias llorar pero lo haces seguido ¿Por qué? ¿Es que te duele saber que estás muriendo...o te duele saber que el que muere soy yo? Cariño, nuestras historias por separado ya eran un caos, ¿por qué decidimos empeorarlo al unirnos, al besarnos? ¿Por qué nos contagiamos de la peor enfermedad?
Estamos enfermos de amor y, aunque sé que mañana cambiaré de opinión, hoy quiero la cura.
No quiero pensar en tus lágrimas, me harán sentir mal. Prefiero pensar en las lágrimas de alegría que hubo en la seremonia de bodas de un par de enfermos enamorados como nosotros. Muchos ojos se cristalizaron, muchos corazoncitos blandos se estrujaron ante la felicidad, y todos ellos fueron la alegría que tú y yo nunca conoceremos en este odioso hospital.
Inmediatamente después de que Lilian y Derek hicieron el juramento más fuerte de sus vidas, la celebración se movió a la azotea del edificio. El lugar se veía amplio, repleto de decoraciones y de invitados que iban y venían, charlaban y reían. Habían tantos arreglos florales como luces y, aún así el ambiente tenía un suave aroma a brisa marina y coco. El día que estaba presenciando esa fiesta en honor al peor de los males (el amor), le regaló a los presentes el atardecer más fresco y colorido que habían presenciado. Pronto, la noche les daría cobijo bajo estrellas que no eran pegatinas y sería tan bonito tú y yo tendríamos que esperar a nuestra siguiente vida para poder ser testigos de algo así.
Asi son las cosas, cariño. A algunos nos toca vivir la peor parte del amor.
Volviéndo a las lágrimas de alegría, habían cesado. No obstante, eso no quitó miradas orgullosas y sonrisas alegres de los invitados. Una en particular, veía a sus dos mejores amigos de lejos, recordando lo hermoso que fue ver crecer aquel cariño que ahora se representaba con un par de anillos y un "acepto" que los unió aún más que antes.
— No sabía que la madre de Lilian vendría...—Cloe confesó ante sus amigos, eso sin apartar la mirada de Derek y Lili, quienes charlaban a lo lejos con la familia de la novia. Estaban más sonrientes que nunca.
—Oh, si —habló Sil en ese momento —, Lili nos pidió incluirla en la lista. Al parecer, Caroline esta libre de alcohol y ella quiere perdonarla. Invitarla a su boda fue el primer paso.
—Mi hermana va lento con este cambio, pero está segura de que quiere superar su pasado —sonrió Sam, mirando con orgullo a su hermana menor —. Derek la apoya, creo que él es la razón por la que ella intenta con tanta fuerza, ¿saben?
— Te equivocas —le dijo Dalia, entrelazada al brazo de Don. Ella si que había llorado mares en la seremonia —. Lili lo está intentando por ella, lucha por sí misma. Derek le da fuerza, igual que lo hacemos nosotros, pero no es su razón para luchar.
— Ella aprendió que, si por alguien debe ganar guerras, es por sí misma. —aseguró Sanne, sonriendo —. Estoy muy orgullosa de eso.
—Yo estoy orgullosa de todas —habló Cloe —. No creí que llegaríamos a este punto en el que somos lo suficientemente fuertes como para pelear nuestras batallas y vencerlas. Quisiera poder viajar en el tiempo y decirle a esas cuatro margaritas que lo van a lograr. Lo logramos, chicas.
Orgullo, eso era lo que las cuatro margaritas sentían en ese momento por ellas mismas. Estaban felices porque sus sonrisas finalmente eran sinceras, su alegría era tan fuerte como la tristeza que alguna vez las unió; incluso más.
No eran las únicas orgullosas ahí, creo que cada persona en esa azotea sentía una felicidad indescriptible. Eve volvió a sorber su nariz y dejó escapar unas cuantas lágrimas más, lo que provocó un puchero en su pequeña hija. Cristal se aferró al cuello de su papá y miró con ojos tristes a su mamá.
—Papi —dijo con voz temblorosa —, ¿mami está tiste?
—No, no, bebé —Calvin la calmó con una sonrisa —. Es solo que tu mami es una llorona, igual que tu tía Dali.
—¡Oye! —la pelirroja golpeó a su hermano en el hombro —, solo lloré en un momento de la seremonia...
—Si, el momento que empezó cuando Lilian entró y terminó cuando la boda acabó —señaló Don, ganándose una mirada asecina por parte de su novia. Él soltó una carcajada y dejó un beso corto en su mejilla —. Te amo.
—Estos dos nos van a venir sacando de quicio, Dali —dijo Eve, señalando a su esposo y al novio de su cuñada. Los dos hombres rieron cuando Dalia asintió con la cabeza de forma exagerada. Eve, por su parte, sonrió de lado y cargó a su hijita, que limpió el resto de las lágrimas que caían en el rostro de su mamá —. Joyita, no tienes que preocuparte por mami, ¿si? Estas lágrimas valen la pena porque son para personas muy valiosas.
—¿Para títi Lili y tito Derek? —preguntó la niña, ladeando su cabeza.
— Para ellos, para títi Clo-clo, para títi Dali, títi Sanne, tito Dann, Maggie, tito Don, Avi, para tu papi...para todos, mi amor.
— ¡Ay, muchas peisonas! —exclamó Cris —. Son muchas láguimas, mami.
Eve soltó una pequeña carcajada y atrajó a Cristal hasta su pecho en un abrazo cariñoso. Esa niñita, que estaba a punto de cumplir cuatro años, no tenía idea de que su mamá era toda una luchadora, igual que sus títis. Gabe tampoco sabía la historia de esa rubia que a simple vista se veía tan dulce, pero intuyó que debía tener un pasado mucho más triste que el que mostraban las sonrisas de su presente.
El tiempo que había pasado con las margaritas le dió una lección al narciso: las sonrisas más bonitas les pertenecen a las personas que sobrevivieron al caos de un pasado horrendo. Él no tenía idea de que esa mujer, que abrazaba con dulzura a su hija, en realidad era la portadora de un blando corazón que alguna vez sufrió de abusos hasta casi romperse. Tampoco sabía que el pelirrojo a su lado pasó años preocupado por la salud de su hermana y luego, varios años más sin poder dormir pensando en las pesadillas que debía tener la mujer que amaba. Detrás de la sonrisa y esos ojos esmeralda demasiado amables, estaba el pasado de alguien que lloró mares en honor a las personas que queria.
En cuanto a Dann, él se veía tan agradable y cordial...Gabe jamás habría imáginado todo lo que ese hombre sufrió para aceptar la vida que ahora amaba. Ni en un millón de años habría podido suponer que él dudo tanto que puso en peligro el futuro de su propia familia. Lo mismo ocurría con la doctora, ella se veía tan elegante y orgullosa que no parecía tener un pasado del cuál avergonzarse; pero lo tenía. Todos ahí tenían un pasado duro y, aunque el narciso no los conocía, sabía que existían. Aprendió a interpretar las sonrisas.
Debía admitir que el presente les sentaba de maravilla a todos ellos, esas personas se veían perfectas y felices ¿Será que el pasado vuelve pedazos a la gente para que el presente las reconstruya de una forma más bonita? Desvió su mirada hacía Cloe, el presente le había hecho un favor al rearmar su sonrisa en una más hermosa.
Para cuando Gabe decidió apartar su mirada de la curva en los labios de Cloe, observó a lo lejos como Derek y Lilian se acercaban hasta ellos tomados de la mano. Silvana logró su cometido y los vistió a ambos acorde a la situación. Ella tenía un vestido blanco, suelto, y cómodo. Su longitud era perfecta para delatar un par de piernas cortas que aún mostraban señal de sus años en el gimnasio, y su forma era perfecta para lucir un embarazo que, según Eve, "le sentaba de maravilla".
En cuanto a Derek, él tenía un traje no muy diferente al resto de los hombres en la fiesta. Eso sí, capaz la sonrisa más amplia era la de él y la de Lilian le seguia. Que día tan bonito, me da hasta envidia narrarlo.
—Pero si son el señor y señora Osbone —dijo Maggie, una vez ellos dos se acercaron.
—No creí que me gustaría tanto escuchar eso —sonrió Lilian —, pero he de admitir que me encanta como suena.
—Pues, vete acostumbrando, Lili —Dann le sonrió de vuelta —. Ahora que te casaste con él, no te dejará escapar.
—Pobre de ti —soltó Calvin, con diversión.
Derek rodeó a su ahora esposa por la cintura y dejó un beso en su mejilla. Cristal soltó una amplia sonrisa al ver a sus tíos tan cariñosos, esa imágen le gustó más que la de mamá llorando. Desvió sus ojos hasta ese extraño grande y fuerte, y la alegría se esfumó. Gabe le daba demasiado miedo.
— Tití Clo-clo —la niña llamó a su tía favorita con un puchero en sus pequeños labios.
—¿Qué ocurre, Cris? —preguntó Cloe, acercándose a la niña.
—¿Te puedo decir un secreto?
—Puedes decirme lo que sea, cariño. Aunque te advierto que soy mala guardandolos.
Cristal se soltó del cuello de su madre y se acercó hasta tu tía, quien se agachó lo suficiente para que Cris pudiera susurrar en su oído. A medida en que la niña fue contando su "secreto", el ceño de Clo fue cambiando. Primero arrugó su frente, con confusión. Luego, soltó una carcajada ante alguna ocurrencia de su sobrina. Por último, sonrió y observó a Gabe.
¿Por qué lo vió a él?
Cuando la niña terminó con su secreto, Cloe la imitó y le susurró algo al oído. Fue el turno de la niña para reír, y carcajeó por un buen tiempo hasta que le permitió a su tía seguir con el "secreto". Al final, la tez clara de la pequeña pelirroja se arrugó y observó a Gabe. Luego, volvió a mirar a Cloe.
—¿Si? —preguntó la niña, incrédula.
—Te lo prometo, Cris —soltó Cloe —. ¿O crees que te miento?
—Es que es muuuyyy alto —habló la pequeña, exágerando su uso en las "u".
—Bien, no hay que ser adivino para saber que están hablando sobre mi —dijo Gabe, cruzándose de hombros —. ¿Qué le dijiste, Cloe?
Cloe le sonrió a su sobrina de una forma cómplice y, de forma inmediata, Cristal asintió con la cabeza. Todos vieron como la niña caminó hasta quedar a los pies de Gabe, y luego levantó sus brazos dándole a entender al gigante que la alzara. Él levantó una de sus cejas, pero la obedeció. La niña sintió cómo sus pies se separaron del suelo unos muchos centímetros, sonrió al pensar que así de altos se sentían los pajaritos al volar...
Al llegar a la altura de la cabeza de Gabe, rodeó su cuello y le dió uno de sus abrazos tan típicos. Él quedó desconcertado al momento, igual que el resto de los que estaban cerca. Incluso Linda, que estaba un poco más lejos de ese grupo charlando junto con Aviv y dos de los colegas de Derek, desvió su atención a ellos con sorpresa. Que raro era ver a alguien tan tosco y brusco cargando a alguien tan pequeña y delicada.
Al final, Gabe terminó por devolverle el abrazo a la niña, pues se encontró con los ojos azules de Cloe que le pidieron que le diera una oportunidad. Rodeó a Cristal con una delicadesa un tanto torpe, y la niña soltó una carcajada al darse cuenta de que ese gigante si sabía dar abrazos. Ella se soltó de su cuello y, aún sonriendo, apretujó las mejillas de Gabe de una forma divertida. Analizó su rostro con cuidado, y para eso puso la cara que solía poner al jugar con sus peluches al doctor: una seria, y sacaba su lengua para morder la punta de esta; estaba concentrada.
Cloe observó como su sobrina se divertía al descubrir un gigante y una sonrisa involuntaria se le escapó al pensar en lo mucho que había cambiado Gabe ¿El narciso de hace meses habría tenido tanto cuidado al cargar a una nenita así? ¿Antes le habría parecido igual de tierno que en ese momento?
Cuando la examinación exhaustiva de la niña acabó, ella decidió sonreírle a su gigante. Gabe le devolvió la sonrisa, consiguiendo que Cristal abriera su boca con sorpresa. Volteó de inmediato a ver a su tía Cloe, parecía que la niña hubiese hecho un hallazgo importante.
—Títi Clo-clo —soltó, haciendo que la susodicha se acercara —, ¡tenías razón!
—¿Razón en qué? —preguntó Gabe.
Y Cloe estuvo al borde de responder. Sus ojos centelleaban ante ese secreto que le confesó a su sobrina y, pronto, todos quisieron conocerlo. Casi fue así. Es más, te juro que tenía las palabras en la punta de su lengua en el momento que Silvana los interrumpió...
—¡Oh, por Dios! —soltó la rubia, sonrojada y nerviosa. Tomó los brazos de sus dos hermanas más ansiosa que nunca y comenzó a sacudirlas—, ¡Sam, Lili! ¡Sam, Lili! ¡Miren, miren!
—Miraré cuando dejes de sacudirme —le dijo Lilian, soltándose de su agarre. Lo mismo hizo Samara —. ¿Te he dicho antes lo inoportuna que eres, hermana?
—Yo me he cansado de decírselo —Samara rodó sus ojos, a veces le tenía muy poca paciencia a su gemela —. A ver, ¿qué ocurre? Espero que sea algo bueno.
—Ahí está Nicolas —Sil señaló al hombre que hablaba con Aviv y con Linda, no muy lejos de ahí. Alto, castaño, y de ojos claros, así era el nerd que tenía enamorada a Silvana —. ¡No dejen que me vea!
En su intento de huir de los ojos de su enamorado, usó a sus hermanas como escudo y se colocó tras ellas. Lilian y Samara intercambiaron miradas, habían veces que creían que Silvana no tenía remedio alguno.
—Esto tiene que ser una broma —bufó Samara —, ¿qué te cuesta buscar un par de ovarios e ir a hablar con él?
—¿Qué le digo? Voy a sonar estúpida como sea.
—Suenas estúpida ahora, sonarás más lista cuando no le tengas miedo a un chico — le dijo Lilian —. Es una persona, Sil. Puedes ir y hablarle con naturalidad.
—¿Estás loca? ¡No, no, no! ¡Mejor no dejen que me vea en toda la fiesta!
—Ah no, yo no participé en el 90% de tu crianza para que te escondas de un hombre —le dijo su gemela —. Hoy vas a demostrarle a ese Nick que eres más que una cara bonita.
— Pero...
—Lilian, ¿qué sugieres? —Sam buscó apoyo en su hermana menor.
—Mhm...yo digo que lo invites a bailar —sugirió Lili —. Eres buena en eso y él no sabe hacerlo. Además, tendrán tiempo para hablar y asi nos deshacemos de ti un rato.
—¿Qué? No, no, no...
—¡Listo! ¡A bailar se ha dicho! —exclamó Sam, tomando a su hermana del brazo —. Tú vienes conmigo, hoy vas a impresionar a tu nerd por ser la Sil que eres.
—¡Samara...!
Sil no tuvo más tiempo para quejarse, su gemela la arrastró hasta Nicolas y la lanzó hasta su mayor miedo. Con las dos rubias lejos, el resto tomó la iniciativa de las gemelas y decidió ir a bailar. Cristal soltó los brazos de Gabe y fue con sus padres, Maggie fue en busca de su esposo, Dalia y Don también decidieron ir a la pista, seguidos por Lilian y Derek. Sanne y Dann decidieron ir a buscar a Caleb y a Rubí, los hijos del último. Así, Cloe y Gabe quedaron solos.
Solos juntos, quiero decir.
—Narciso —lo llamó Cloe.
—¿Si, loca? —le respondió.
—Vamos a bailar.
Antes de que él pusiera alguna objesión, ella lo empujó a la pista de baile ¿De dónde sacó una enana la fuerza para mover a un gigante? Ni yo lo sé, pero terminó por obligarlo a rodear su pequeña cintura y colocó sus brazos detrás de su cuello. Le sonrió, sin saber lo que le estaba haciendo al pobre corazón de Gabe:
Lo estaba debilitando.
El narciso intentó sonreírle de vuelta pero su gesto no se pareció en nada al que formó los hoyuelos en el rostro de Cloe. Comenzaron a bailar, con mucha más lentitud de lo que a él le habría gustado, y entoncés recordó lo que Linda le había dicho: él debía confesar sus sentimientos esa misma noche. Tragó saliva, asustado, pero no la soltó ni dejó de bailar. Quizá, después de esa velada, ella no querría hablarle más nunca, asi que aprovechó la oportunidad y disfrutó por un momento la debilidad que sentía por ella.
Olía a...a...gaseosas y perfume. Sí, ese era el olor de Cloe; pensó en que extraño era el hecho de que le gustara. Al dar una vuelta, ella soltó una carcajada. Él se convenció de que su risa era una canción y sus hoyuelos la partitura que escondían esa melodía ¿Pero qué le estaba pasando? ¿Acaso era tan débil que solo podía pensar en cursilerías?
—Bien, tengo curiosidad —le confesó él en cierto punto de la lenta canción —, ¿qué secreteaban Cristal y tu sobre mi?
—Oh, eso —Cloe soltó una sonrisa divertida y no dejó de mecerse al compás de la música —. Ella me dijo que le dabas miedo, que eras uno de esos gigantes que deboraban niños en las historias.
—Pobre niña —habló él —, no quise asustarla. En realidad, me gustan los niños...todos, menos Adam.
—Sí, lo note —sonrió ella —. En fin, ¿quieres saber que le dije para que cambiara de opinión?
—Por favor.
—Le dije que no eras un gigante cualquiera, que no comes niños sino que los alzas en tus brazos y los hacías volar. Le dije que abrazas como un oso de peluche y que te escondes entre los humanos usando un disfraz muy convincente: el de amargado y gruñón.
—Te inventaste toda una historia —rió Gabe.
—Espera, no he terminado. Le dije que solo vería al verdadero gigante cuando sonrieras y así, podría darse cuenta de que eres único en tu especie. La rete a hacerte sonreír, así ella conocería al primer gigante amistoso del mundo y yo podría ver lo que más me sorprende de ti...
—¿Mi sonrisa?
—No, pero si el brillo que tienes en tus ojos al sonreír. El brillo que tienes ahora, por ejemplo ¿Cómo haces para ser tan rudo por fuera, y tan tierno por dentro al mismo tiempo?
Él no respondió, solo tragó saliva con dificultad al encontrar un nudo en su garganta con el nombre de Cloe escrito en él. La odiaba; la odiaba pero la queria. Odiaba quererla, quería odiarla, queria quererla, odiaba odiarla...¡Gabe estaba enloqueciendo! Todo por unos sentimientos que lograron ser más fuertes que su coraza de titáneo.
—¿Te sientes bien, Gabe? —le preguntó Cloe al verlo tan...extraño —, ¿por qué evitas mi mirada?
—Porque...
También queria odiar a Linda por obligarlo a decir lo que sentía, ¿pero cómo iba a odiar a su mejor amiga? Suspiró e intentó controlar los látidos de su corazón por miedo a que ella los escuchara por su cercanía.
—¿Quieres jugar un juego? —le preguntó él, con miedo a verse más torpe a medida que avanzaba la canción.
—Nunca podría negarme a un juego —sonrió ella —, ¿jugamos veo, veo?
—Bien, pero empiezo yo.
Tomó la iniciativa de levantar la mirada y observarla a ella. Su corazón latía, su pecho dolía, ¿y qué hacía al respecto? Jugar un juego de niños. Tiene sentido, ¿no?
—Veo, veo con mi ojo...—habló con lentitud —. A una persona.
—Uf, super descriptivo —carcajeó Cloe —, seguro esa pista me ayudará a adivinar que ves en una fiesta de doscientos invitados.
—Es una persona única.
—Mhm...¿Linda? Estoy de acuerdo, si que es única.
—No, la persona tiene el cabello castaño.
—¿Derek?
—No. La persona es mujer.
—¡Oh, Lilian! Claro, tiene sentido, todos tienen sus ojos sobre ella hoy ¡Está hermosa!
—No es Lilian, pero la persona también es hermosa.
—Narciso, eres pésimo en este juego. Describe mejor.
La canción cambió a una un poco más rápida pero ellos mantuvieron el mismo ritmo en su baile. Me pregunto si siquiera se dieron cuenta que la melodía cambio...
—Es una chica increíble, con unos ojos preciosos—describió Gabe —. Una chica que, cuando sonríe, hace sonreír a todos a su alrededor. Esta demente, pero su demencia es la mejor y me ha cambiado en tantos sentidos que en este momento...ni siquiera me reconozco.
—¿Dalia? —cuestionó Cloe, aunque algo le decía que la respuesta era incorrecta.
—¿Acaso Dalia es castaña?
—No pero...No lo sé. Creo que jamás te había oído describir a alguien así, con tanto cariño. No se me ocurre quien podría ser.
—Y yo creo que te hace falta mirarte más seguido en un espejo, Cloe —habló Gabe. No se sentía valiente, y tampoco se sentía fuerte al estar a esa distancia de ella. Tan solo hablaba sin saber que lo hacía, su corazón nunca había estado tan desnutrido —. Eres lo único interesante que ver en este lugar.
Ahí, a Cloe le faltó el aliento ¿Cómo podía seguir bailando, cuando se sentía paralizada por esa mirada verde sobre la suya? Comenzó a sentir unos látidos, ¿eran los de él, o los suyos propios? Maldijo a sus adentros cuando descubrió que provenían de su interior, y que estaban golpeando su pecho de una forma desesperada. Su cerebro le pidió a su corazón que se callara, pero su corazón era el órgano más terco dentro de Cloe ¿Cómo iba a callarlo cuando él solo quería gritar?
¿Pero gritar qué? Ni siquiera Cloe sabía lo que su corazón deseaba.
—Narciso...
No supo que decirle después de eso aunque pensó en muchas opciones; tantas opciones...
¿No crees estamos muy cerca, narciso? ¿Has notado lo bien que te sienta este ángulo, Gabe? ¿Podrías no alejarte, por favor? ¿Podemos estar más cerca todavía? ¿Podemos...?
Como si los látidos del corazón de Gabe hubiesen escuchado a los de Cloe, él se acercó y cumplió la petición silenciosa de la castaña. Estaban demasiado cerca pero no lo suficiente.
—¿Te cuento un secreto? —dijo él, robandole su aliento.
—Soy mala guardándolos...
—No importa. Eres la única que no sabe esto — acercó su boca hasta su oreja, aprovechando la cercanía para volver a analizar su aroma —: gracias a ti, a un narciso le gusta algo más bonito que un espejo.
Ella sintió como su piel se erizó cuando hubo un leve contacto entre los labios de Gabe y su mejilla ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué de repente sentía que sus piernas temblaban? Se sujetó más fuerte a su narciso, esta vez usando sus hombros como apoyo. A pesar de estar firme sobre el suelo, sentía que estaba cayendo...
Cayendo por alguien que, irónicamente, la estaba sosteniendo.
Una de las toscas manos de Gabe pasó a jugar con uno de los lacios mechones marrones del cabello de la chica y, cuando se aburrió de acariciar las sedosas hebras castañas, la misma mano encontró un cómodo lugar en la mejilla pálida de ella. Gabe era fuerte y brusco, pero ella sintió ese tacto como algo suave y delicado. Un calor inexplicable la invadió en el instante en el que se dió cuenta de que no estaban bailando. Quería correr, pero también quería quedarse en ese momento para siempre...¿qué debía hacer?
No podía pensar, no con esos mosaicos verdes brillando frente a ella. Decían tanto, y a la vez decían tan poco...Gritaban lo justo, lo necesario para mantener a Cloe hipnotizada con un color tan sincero. Eran un caos, pero ella también lo era. Podía verse reflejada en las púpilas de Gabe. Se acercó más para poder detallarse mejor en ellas, y definitivamente, era una tormenta en busca de un huracán con el cual juntarse.
Era una margarita, rogándole a un narciso por un comienzo distinto.
—¿Y...? —ella se sentía sin aire, pero logró hablar de alguna forma —, ¿Y qué sigue ahora?
— ¿Ahora? —preguntó Gabe, de nuevo. Relamió sus labios solo porque la vio a ella hacerlo primero. Estaba nervioso, por alguna razón, pero consiguió hablar —. Viene la parte en la que admitimos eso que hemos preferido ignorar hasta este instante...
No sé quien se acercó primero, o quien ignoró la música de último, pero si sé que pasó: dos caos se unieron y formaron una tormenta; una tormenta tan desastrosa que me pareció un arte digno de ser narrado.
De esa manera, los labios de Gabe terminaron sobre los de Cloe, y luego los de Cloe sobre los de Gabe. Fue el odio a quererse, el querer odiarse, el querer quererse, lo que los llevó a un baile de corazones sincronizados en el que dos bocas hacían un debút inigualable. Fue emociones retenidas, fue un beso con sabot a novedad; fue todo, menos un beso brusco o agresivo. Fue tan tierno que me cuesta creer que Gabe estuvo involucrado en él.
Cloe se aferró a la camisa de su narciso, esa que funcionaba como prisión para unos músculos deformes acostumbrados a estar tensos, y lo obligó a acercarse mucho más a ella, a aumentar el contacto entre sus labios, a sostenerla para no dejarla ir...¡¿Pero que le estaba ocurriendo?! Con ese simple beso, la margarita había perdido la habilidad de razonar. Se dejó llevar por los movimientos lentos que la boca de Gabe dejaba sobre la de ella y descubrió algo que no había notado hasta ese momento:
Era débil por él.
Mientras tanto, la coraza de Gabe se iba cayendo medida que el calor en su pecho iba aumentando. Él jamás habías estado tan vulnerable, tan entregado, tan decidido a dejar la fuerza a un lado. Todo era culpa de Cloe, de aquella demente que logró contagiarle la peor de todas las locuras. Es de lunáticos tener el corazón tan aceletado y, en definitiva, él ya había perdido la cabeza.
Te lo juro, ese instante fue el más hermoso que el ataedecer en ese cielo presenció...tan hermoso que me da miedo, ¿a ti no?
No suelo publicar una parte de un capítulo sin la otra, pero estoy tardando demasiado por cuestiones de clases y eso...asi que aqui les dejo la primera parte de este capítulo tan importante para Cloe y Gabe. Prometo hacer tiempo para poder publicar la siguiente parte tan pronto como sea posible.
OH Y LES TENGO UNA NOTICIA MUY IMPOTANTE (que me tiene super emocionada) ¡Margaritas ganó el concurso de la editorial GrupoTandT! Eso significa que...¡Margaritas será publicado en formato digital! Estoy muy, muy, feliz y por eso quiero agradecerles por todo el apoyo de siempre ❤❤ Gracias por ser lectores tan increíbles, no estaría escribiendo sin ustedes y se los agradezco un mundo 😘😘
Bueno, me debo ir a estudiar...Chaíto, los amo❤
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