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Capítulo 44

El botón infernal
20 de junio

2:00 pm

El problema de admitir sentimientos tan fuertes como querer es que luego no sabes que hacer con esa confesión ¿Te la guardas para ti, o se la gritas al mundo? ¿Te llenas de emoción, o te llenas de terror? ¿Demuéstras lo que sientes, o lo callas como el cobarde que estás destinado a ser?

Y la cuestión se encierra en una sola pregunta, tan sencilla que resulta complicada: y ahora, ¿qué hago?

Esa era la pregunta que atormentaba a Gabe en ese instante, mientras intentaba arreglar los botones de un traje que a duras penas cubría sus músculos. Ahora que estaba seguro de que Cloe le gustaba, se sentía en un limbo de sentimientos del cual no podía escapar. Pensar en ella lo llenaba de alegría, pero al verla se sentía torpe y ridículo. Escucharla lo convertía en un alguien más soñador, idealista, y hasta ilusionado; mirarla despertaba su sistema nervioso y convertía a su estómago en el receptor de un millón de cosquillas incapaces de controlar. Era una mezcla insoportable, y el narciso no encontraba cura para su mal.

¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?... No se le ocurría ninguna solución, a parte de actuar con naturalidad. Cualquiera en su estado habría entrado en pánico, pero él no era cualquiera. Gabe Bacher era lo suficientemente fuerte como para mantener la calma.

Al menos, mantener la calma por fuera. Por dentro, era un caos; pero el caos es hermoso, ¿no es así?

—Ese botón te está sacando de quicio, ¿no es así? —le preguntó Linda, con una sonrisa divertida.

—Las bodas y los trajes de gala no fueron hechos para mi—aseguró Gabe, frustrado ante ese rebelde botón en su manga —. Todo esto es demasiado elegante y delicado para alguien tan tosco como yo.

— Eso nadie lo pone en duda —sonrió Aviv —. De hecho, creo que ninguno de nosotros tres está hecho para eventos como este.

— No, pero lo hacemos por Lili y por el profesor —sonrió Linda —, así que deja que arregle ese botón, fenómeno. No quiero pasar vergüenza si me ven a tu lado.

Gabe rodó los ojos, lo que hizo reír a su mejor amiga. Ella tomó su brazo y de inmediato comenzó a arreglar ese traje, que asfixiaba lentamente un cuerpo demasiado grueso. Le quedaba ajustado y era demasiado incómodo como para sentirse bien en él. Sin duda, ese atuendo era muy distinta a las camisetas de deporte que él acostumbraba a usar.

Esa fue una de las únicas veces que Gabe vió a Linda tan arreglada. Su vestido de dama de honor no le quedaba tan mal. De alguna forma, el color azul rey logró opacar todas esas imperfecciones que su cuerpo solía mostrar en situaciones normales. Además, su cabello reseco se veía brillante e hidratado. Estaba atado en una trenza que se extendía hasta su pecho. Había maquillaje en su rostro y, aunque le quedaba bien, no cubría sus cicatrices.

Linda aún tenía ese toque de fealdad que la volvía un fenómeno, pero Gabe no pudo negar que el brillo de felicidad en los ojos avellana de su amiga era un tipo de belleza que le sentaba bien. Se dió cuenta de eso en ese momento, justo a la entrada de la recepción en el hotel donde se celebraría una ceremonia a la que no queria ir, y mientras un botón infernal se rehusaba a colaborar con la elegancia del evento.

—¡Ah, esto es imposible! —se quejó Linda, mirando con mala cara ese botón —. ¿Sabes qué, Gabe? Entra así, no creo que alguien lo note.

—Como tu digas, Linda —dijo él, sin querer seguir intentando con ese botón —, ¿se supone que la ceremonia es aquí?

— Sanne me dijo que es en el jardín trasero del hotel —le explicó Aviv al tiempo en el que Linda se entrelazaba a su brazo para subir las escaleras —, la fiesta luego será en la asotea. La seremonia empieza en una hora, pero varios amigos están en la recepción del hotel ahora y pensé en ir hasta allá.

— Yo solo quiero ver a Lili y a Derek —habló Linda —. Espero que no esten muy nerviosos...

— Oh, no lo estamos —una voz tras ellos los hizo voltear. Al final de las escaleras, Derek sonreía con Lilian a su lado —. ¿Verdad que no, bonita?

La pareja no parecía estar a punto de casarse. Es más, sus atuendos poco tenían que ver con la elegancia que las hermanas Stuart y Sanne incluyeron en el evento. Ella tenía un vestido playero ligero, que mostraba a ese vulto perfectamente circular en su estómago. Por otro lado, él estaba en bermudas y con una de sus camisas usuales ¿Acaso habían olvidado que la boda era de ellos?

— No, no lo estámos —respondió Lili, al tiempo en el que subían las escaleras —. Diría que nerviosos no es la palabra, solo estamos emocionados y ansiosos.

— ¿Ustedes no deberían estar dentro? —preguntó Gabe —. No soy experto en estas cosas, pero arreglarse para casarse debe tomar un buen tiempo.

— Deberíamos estar dentro, pero llegar a tiempo no es la especialidad de mi prometida —aclaró Derek —. Ya ves, nos hizo llegar tarde a nuestra propia boda.

— Al menos estámos aqui, ¿no es así? —habló Lili —. Y me alegra muchísimo verlos a ustedes. Están todos muy elegantes, por cierto.

—Lo están —concordó Derek —, pero te faltó un botón, Gabe.

— Ugh, ni lo menciones —Linda rodó sus ojos con molestia.

Rehusada a intentar arreglar a Gabe una vez más, Linda arrastró a Aviv dentro del hotel y el resto la siguió. La recepción del hotel era amplia y abierta, decorada de una forma tan sencilla que resultaba encantadora. El olor a coco y a playa los invadió a todos en el instante en el que entraron, y la vista a la costa resultaba el mejor panorama posible para un lugar como ese. Lo cierto era que no se trataba de un hotel muy grande, quizá tenia unos cinco pisos como mucho. No obstante, parecía un lugar perfecto para la seremonia que uniría a una pareja tan peculiar como esa.

Linda volteó en un instante a ver a su profesor y a su amiga. En sus sonrisas notó que sí, estaban emocionados. Ellos dos lograron que un adefecio como ella creyera en el amor y sentía una especie de chispa en su pecho ante la alegría que le generaba verlos a los dos tan felices. Continuó observándolos por unos segundos, su fea sonrisa se extendió cuando Derek le susurró algo en el oído a Lili que la hizo reír. "El amor se ve muy bonito" pensó, y luego se recostó del hombro de Aviv.

"Y se siente bonito tambien"

¡Títo! ¡Títo! —una pequeña niña de cabello naranja y pecas abundantes corrió con emoción hasta Derek. Él la atajó una vez ella se lanzó hasta sus brazos y la alzó en el aire entre risas. El sonido de las carcajadas de la niña fue sin duda el sonido más dulce que alguna vez escucharon los presentes.

— Pero si es mi hermosa pelirroja —sonrió Derek, abrazando a la niña —. ¿Cómo está la gema más bonita que existe?

Cristal Milestone había heredado los rasgos de su madre. Tenía la misma cara ovalada, los mismos labios rosados, la misma sonrisa sincera y los hoyuelos exactos de Eve Nicols. No obstante, con su padre compartía las abundantes pecas y los ojos color esmeralda tan típicos del lado de la familia de Calvin. Su cabello lacio que cubría sus pequeños hombros parecía naranja pero, para ser más preciso, en realidad se trataba de un pelirrojo veneciano, una mezcla del rubio natural de su madre y el rojo del cabello de su papá. La niña había heredado las mejores características de sus padres, y había desarrollado unas propias que eran simplemente encantadoras.

No había ser más risueño en el planeta que la hija de Eve y Calvin. Todo el espacio se llenaba cada vez que su dulce risa decidía abandonar su garganta. Era curiosa, vaya que lo era. Además, la chiquita era hiperactiva y juguetona. Amaba pasar tiempo con sus "títos" y "títis", forma en la que llamaba a todos los amigos de sus padres porque se rehusaba a pronunciar "tíos" y "tías" como debía. Su cálida sonrisa le hacía competencia al sol de Los Ángeles. Cristal era toda una joya, o "gema" como le decía su tío favorito.

Derek le dió la vuelta y la colocó de cabeza cual murciélago, lo cual aumentó la risa de la chiquilla. Incluso Gabe y Linda sonrieron al escuchar a la nena aunque no la conocían. Sin duda, era una niña preciosa. Así, de cabeza, Cristal notó algo diferente en su tía Lilian. Dejó de reír y abrió la boca con sorpresa. Señaló el estómago de su tía y fue incapaz de alejar sus ojitos esmeralda de ese lugar.

Títi, estás gande —aunque fue incapaz de pronunciar la "r" como debía, todos entendieron que la nena intentó decirle a su tía lo grande que estaba su estómago. Lilian río y se agachó hasta la altura en la que su sobrina estaba de cabeza.

— Y tú estás mucho más observadora y parlanchina que la última vez que te vi —dijo Lilian, besando la nariz respingona de la chiquilla —. Que lindo verte, Cris.

— Que lindo veite, títi —rió la niña, y extendió sus brazos dando a entender que quería abrazarla. Derek la enderezó y la nena no perdió el tiempo en envolver sus brazos en el cuello de Lilian.

A Cristal Milestone le encantaban los abrazos y no había alguien capaz de resistirse a uno de ellos.

— ¡Joyita! —una voz femenina se escuchó no tan lejos. Lo próximo que supieron los presentes fue que una mujer rubia se había lanzado sobre Derek hasta capturarlo en el abrazo más entusiasta que habían visto. Cris no había sacado su amor por abrazar de la nada —. Ay, mi diamante en bruto, como te extrañé.

Cristal rió, pues había quedado atrapada junto a su tío en ese efusivo abrazo. Eve besó la mejilla de su mejor amigo con cariño y luego besó la de su hija. Hizo eso unas cuantas veces, hasta que creyó que su pequeña terminaría explotando ante tantas carcajadas. Mientras eso ocurría, Dalia, Don, Sanne y unas personas que Linda y Gabe no conocían se acercaron hasta ellos. Había un pelirrojo muy parecido a Dalia, un hombre de cabello negro junto a Sanne y una mujer un tanto mayor, de cabello caoba como Aviv.

— También te extrañé, Eve —le dijo Derek, en medio del abrazo —, ¿pero qué te parece si nos dejas respirar a tu hija y a mí?

—No te ha visto en meses —habló el pelirrojo con una sonrisa divertida en su rostro—, dudo que te suelte, Jimmy Neutrón.

—¡Claro que lo voy a soltar! Lo haré solo para ver a la hermosa novia del día de hoy —soltó a Derek, tal y como había dicho. Sin embargo, quedó sorprendida al ver a Lili. No la abrazó al instante, solo se quedó dedicándole una sonrisa.

— Mami, títi Lili tiene una pansita gante —soltó Cristal desde los brazos de Derek.

—Sí, mi amor. Así es —sonrió la rubia y ahí si que envolvió a Lilian en sus brazos —. Estás tan bonita, Lili. El embarazo te sienta de maravilla.

Lilian la abrazó de vuelta y luego recibió en sus brazos al pelirrojo, al pelinegro y a la señora que las acompañaba. Linda y Gabe intercambiaron miradas llenas de confusión, no tenían ni idea de quienes eran esas personas. Por suerte, Dalia se dió cuenta y soltó una sonrisa en su dirección.

—¿Perdidos?—preguntó, aún sonriente.

—Un poco, Dal —respondió Gabe, pasando una mano por su cabello rubio.

—¡Oh, disculpen! Entre la emoción se me olvidó presentarme —dijo la rubia con una sonrisa apenada —. Soy Eve Milestone.

—¿Milestone? —preguntó Linda, mirando en dirección a Dalia.

— Asi es —Calvin se colocó junto a su esposa y la rodeó por la cintura. Luego, le sonrió a los desconocidos —. Soy Calvin, el hermano de Dalia. Eve es mi esposa y esa nenita que no para de reír nuestra hija.

Cris aplaudió al entender que hablaban sobre ella. Luego, se lanzó a los brazos de su papá, quien la abrazó al instante.

— Dann Carlton —se presentó el pelinegro, extendiendo su mano a los desconocidos —, y ella es la doctora Margaret Wallace.

—Pero llámenme Maggie —habló la mujer —. Las únicas que me siguen diciendo doctora son las margaritas, a pesar de que les he pedido que no lo hagan.

— Los viejos hábitos nunca mueren, doctora —le dijo Sanne, con una sonrisa.

—Pues, yo soy Gabe Bacher —se presentó el narciso y, al conocer el miedo que su mejor amiga sentía por los extraños, la presentó a ella también —, y ella es Linda Riddle.

Linda saludó con su mano, un tanto tímida. La mujer que se presentó como Maggie enarcó una ceja en su dirección y luego le sonrió.

—¿Linda? —preguntó —, mi hijo me ha hablado mucho sobre ti, querida. En realidad, es un gusto poder conocerte al fin.

— Yo...yo también he escuchado mucho sobre usted —ella hizo su mejor esfuerzo por hablarle a una extraña. Incluso le añadió una sonrisa, estaba logrando una gran hazaña —. Por curiosidad, ¿quién es su hijo?

—Tu novio, amor —rió Aviv, a quien se le olvidó decirle a su novia que conocería a su madre ese mismo día.

Linda abrió sus ojos como platos, haciendo que las cicatrices en su rostro enfatisaran su expresión. Bien, ahora ella sentía que entraría en un ataque de pánico. Por suerte, la doctora la tranquilizó al decirle que no tenía que temerle. Su hijo le había hablado muy bien de ella y, al ver que no se soltaban de las manos el uno del otro, supo que los sentimientos que Avi le contó por teléfono eran reales.

— Yo no soy quien debe preocuparte, Linda —aseguró la mujer —. Es más, debo agradecerte por hacer a mi hijo tan feliz. Lo tienes babeando por ti, cariño.

—Quienes sí deberían preocuparte son sus cuatro hermanas —le advirtió Dali —. Ellas si que son sobreprotectoras.

—Sobretodo Prim —concordó Sanne —. Cuídate de ella, Linda. Si como secretaria era una pesadilla, no me la quiero imaginar como cuñada.

—No sé si estan intentando animarme, pero les advierto que no está funcionando —les dijo Linda, angustiada —, ¿ellas cuatro están invitadas?

—Tranquila, amor. Les caerás bien —le aseguró Aviv, dando a entender que las cuatro estarían en la boda —. Si aceptaron a Cloe en su momento, a ti te amarán.

—¿Están hablando de mi? —una voz en la entrada los hizo voltear.

Y al ver de quien se trataba, la angustia dentro de Gabe no hizo más que aumentar.

Cloe jamás se había visto tan hermosa, o al menos eso pensó él al verla en ese vestido azul que se adhería perfectamente a las pequeñas curvas en su cuerpo. Era el mismo vestido que tenían Linda, Eve, Sanne y Dalia (todas ellas eran damas de honor), pero a Cloe le quedaba diferente, mucho mejor. Su cabello estaba suelto, no en un moño desordenado, así que cascadas de cabello castaño caían en sus hombros que comenzaban a tener un bronceado californiano en lugar de la palidez típica de Detroit.

El maquillaje que traía puesto era tan sútil que a duras penas se notaba, cosa que él agradeció. Descubrió que su corazón se movía con mayor rápidez al estudiar los rasgos de su rostro: sus ojos azules aumentaban sus latidos, sus hoyuelos movían su mundo, su sonrisa...él estaba mucho más perdido de lo que había creído.

Ella se acercó hasta ellos. Mejor dicho, saltó hasta ellos, evitando pisar las líneas en la cerámica del suelo. Sin duda, esa mujer no tenía remedio.

—Vaya, yo creí que había llegado tarde —dijo, una vez terminó de saltar —, pero resulta que ni el novio, ni la novia se han arreglado. Quizá llegue demasiado temprano...

—Llegaste bien, Clo-clo —le dijo su prima, feliz de verla —, pero todos sabemos que Lilian nunca llega a tiempo.

Lilian sonrió, ya había aprendido a vivir con ese defecto suyo. Mientras tanto, Gabe seguía con la mirada fija en Cloe. Por más que se preguntaba una y otra vez qué podía hacer, no había una respuesta lo suficientemente eficiente como para calmar lo que sentía.

¡Títi Clo-clo! —exclamó Cristal, emocionada. Había extrañado mucho a su tía.

— ¡Cris, pero que grande estás! —Cloe se acercó hasta ella y dejó besos por toda su cara, haciéndola reír de nuevo ¿Es normal que una imágen así llenara de ternura a alguien tan tosco como Gabe? Porque lo había hecho, Cloe le pareció tierna —. ¿Cómo está mi pez dorado?

—Se llama Dory —rió la niña.

—Vaya, al menos ella si le puso nombre al pobre pez —habló Gabe, llamándo la atención de la chica.

Cloe sonrió, le pareció un milagro que Gabe recordara la historia de su pez cuando a él le costaba tanto recordar cosas que no lo incluyeran a él. Ella soltó a su sobrina para poder mirarlo mejor, jamás lo había visto tan sonriente y debía admitir que le agradaba encontrar esa sonrisa. A ella le encantaba verlo sonreír.

— Jamás creí que te vería vestido de gala, narciso —habló Cloe —, pero siempre hay una primera vez para usar corbata, ¿no es así?

— A mi me costó reconocerte sin tu ropa de superhéroe —admitió el chico.

—Pero me reconociste, que es lo que importa.

— Es díficil no hacerlo, Cloe. Cuesta no notarte.

Eve frunció el entrecejo en ese momento y miró a su cuñada, quien entendió la pregunta en sus ojos azules. Le hizo una seña con la mano, luego le explicaría. De hecho, aunque hubiesen querido hacerlo en ese momento, no habrían podido. Silvana apareció en la recepción con una cara de angustía que no tenía comparación. Al ver a su hermana menor, corrió hacia ella. Samara la siguió, mucho más calmada pero fastidiada ante la actitud de su gemela.

Lidiar con una Sil ansiosa era una pesadilla.

— ¡Los estuve buscando por todos lados! —exclamó Sil, al llegar a su lado —, ¿Dónde estaban? ¡Tienen que cambiarse! ¡Y Lili, tu tienes que peinarte y maquillarte y...y...! ¡No queda nada de tiempo! ¡Pero que desastre!

—Sil...—habló Lilian, aunque no pudo continuar.

— Los invitados terminarán de llegar en cualquier momento, ¡y la novia no está lista! ¡¿Cómo celebraremos una boda así?! ¡¿Cómo?!

— La pregunta real es, ¿cómo te he aguantado por veintiséis años? ¡Merezco un premio nobel por mi paciencia! —bufó Sam.

—¡¿Paciencia?! ¡Yo soy la que merece un premio por...!

—¡Silvana, cálmate! —Lilian la sostuvo por los hombros e intentó calmarla —. A ver, hermana. Tienes que tranquilizarte, ¿si? Aún queda mucho tiempo como para que Derek y yo nos arreglemos. Asi que respira, todo va a salir bien.

Sil le hizo caso. Respiró con fuerza y exhaló el aire que había tomado. Dicha imágen le causó gracia a Cloe, quien soltó una carcajada que hizo temblar a Gabe. Comenzaba a creer que Clo era su punto más débil.

—Se supone que ella debería calmarte a ti, descorazonada —acotó Cloe —. La novia es la que suele entrar en pánico.

—¿Pánico? ¿Por qué? Me voy a casar con un hombre que me conoce mejor de lo que yo me conozco a mi misma, frente a mi familia y los mejores amigos que se puede desear —sonrió, más feliz que nunca —. Estaría nerviosa si fuera al revéz, si no amara al chico con el que voy a compartir mi vida o si mis amigos fueran horribles. Pero no es así, asi que estoy tranquila. Deberías estar igual, Sil.

— Vaya, vaya —sonrió Maggie —, esta Lilian no se parece en nada al limón agrio de hace años.

—No, y estoy muy orgulloso de eso —aseguró Derek, besando en la frente a su prometida.

Muchos estaban entrando en pánico secretamente en ese momento, pero ellos dos no.

—Muy bonito y todo, pero eso no quita mi angustia —soltó Sil, tomando la mano de su hermana menor —. Tú vienes conmigo. Vamos a arreglarte.

—Bien, pero...

Sil ni siquiera la dejó hablar, la arrastró por la recepción lejos del resto de los chicos. Samara soltó un suspiro y miró al techo, preguntándose de donde sacaba tanta paciencia para aguantar a Silvana. El resto rió al ver la frustración en Sam, asi que Cloe y Eve se ofrecieron a ayudar a arreglar a Lili para que las gemelas no terminaran matandose entre ellas. Lo próximo que supieron todos fue que las dos primas siguieron a la Sil y a Lili, mientras que Sam respiraba con tranquilidad por primera vez en toda la mañana.

Gabe no pudo dejar de observar a Cloe hasta que ella desapareció de la recepción. Sintió que el traje era aún más sofocante que antes pues, de tanto contener la respiración, aquella corbata resultaba asfixiante. Carraspeó un par de veces antes de apartar su mirada se ella. Para cuando volvió su vista al grupo, Don y Derek estaban riendo sin razón aparente y Cristal los seguía porque...bueno, a esa niña le daban risa las risas.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó él, descolocado.

—Tú —soltó Derek —. Amigo, tienes que aprender a disimular mejor lo que sientes por Cloe.

— Me sorprende que ella no lo haya notado por la forma en la que te le quedas mirando —habló Donovan —, arruinarás el suelo con tu baba si sigues así.

Gabe los miró con impresión, ¿tan obvio había sido?

—¿Como es que saben...? —preguntó.

—Hermano, ahora que te gusta una margarita deberías saber lo que implica salir con una —le dijo Don, rodeando a Dali con un brazo —. Entre Sanne, Dalia, Lilian y Cloe no hay secretos. Lo que le dices a una, lo saben todas.

—Incluso las cosas que Don y yo no queremos que sepan, ellas lo saben —contó Derek —, ¿cierto, chicas?

—Cierto —concordó Sanne —, ¿sabían que Derek le tiene miedo a las mariposas?

— ¿Ves? Eso es algo que solo mi prometida sabía, pero las margaritas se cuentan todo.

—A eso hay que sumarle que Lili no le guarda secretos a Derek, y Dali no me guarda secretos a mi, o al menos eso quiero creer—siguió Don —. Asi que cuando le dijiste a Sanne que Cloe te gusta...

—Se lo contó a las chicas y ellas a ustedes. Entendí —suspiró Gabe —, ¿se lo dijeron a Cloe?

— ¡Por supuesto que no! —exclamó Sanne —, eso le quitaría toda la emoción a esto.

Gabe no supo qué opinar al respecto. Dirigió su mirada al suelo y volvió a suspirar ¿Por qué se sentía tan mal? Quizá porque se había hecho la idea de que se había enamorado de alguien que no le correspondía. Él estaba conciente de lo poco que coinsidian sus opiniones y personalidades. Ellos dos jamás serían la pareja perfecta.

Y dolía; dolía saber que lo que sentía estaba cerca de lo imposible.

—Wow, tu cara se ve mucho más deprimente que la mía, fenómeno —habló Linda al verlo tan triste —. ¿Qué ocurre?

—Cloe, ella ocurre —él miró a su amiga con cierta frustración —. No sé que hacer, Linda. Creo que me gusta más de lo que me gustaría admitir...

—¿Cómo que no sabes qué vas a hacer? —preguntó Dalia, poniendo sus manos en forma de jarra —. Gab, ¡tienes que decirle!

Una risa seca e irónica salió de la garganta de Gabe. Fue tan gruesa y tan llena de nerviosismo que ni siquiera Cristal quiso unírsele. Se aferró al cuello de su padre y miró a Gabe con cierto miedo, fue la primera vez que a la nenita Milestone le dio terror una risa.

—Dal, no digas locuras —alegó el narciso —. ¿Cómo podría decirle esto?

— En realidad, no es una mala idea —sugirió el pelinegro, Dann —. Te sorprendería lo que consiguen algunos con solo hablar ¿Cierto, Derek?

—Me estoy casando hoy solo porque Cloe me obligó a hablar con Lilian —le informó Derek, sonriendo —. Asi que sí, te recomiendo hablarlo.

—No, no, no podría —se negó una y otra vez —. Hablar es una pésima idea. Además, ¿qué le diría? "¿Cloe me gustas?"

—Si, es exactamente lo que deberías decir —habló Calvin, meciendo a su hija para calmarla —. No es tan complicado.

—No tienen ni idea...

Linda entrecerro los ojos y analizó la actitud de su mejor amigo. Era difícil ver a Gabe nervioso, y en ese momento sus nervios estaban completamente descontrolados. Por fuera, parecía el hombre serio e insensible de siempre, pero ella lo conocía lo suficientemente bien como para caer en ese engaño.

—Tienes miedo —le dijo —, te da miedo decirle a Cloe.

— Claro que no —aseguró el narciso —, solo no quiero decirle.

—A mi no me engañas, fenómeno. Tienes miedo, se te nota.

—¿Te da miedo que Clo te rechace? —le preguntó Aviv.

—Pf, ¿cómo podría rechazarme? —dijo él, con vanidad.

—Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué no se lo quieres decir? —preguntó su mejor amiga.

—Porque...

Él sabía la respuesta pero estaba seguro de que no le gustaba. Se enfocó en los ojos miel de Linda y lamentó el instante en el que se enamoró de Cloe...a pesar de que no estaba muy claro de cuando ocurrió. Suspiró una vez más, sintiendo como el traje elegante no hacía más que asfixiar sus músculos hinchados.

— Porque Cloe y yo somos completamente opuestos —explicó —. No me da miedo ser rechazado, pero sé que algo entre ella y yo es imposible.

》Soy fuerte pero no indestructible. Confesar unos sentimientos que no tienen futuro sería lastimarme a mí mismo. No soy masoquista.

—Entonces, ¿te tragarás lo que sientes? —preguntó Sam, a lo que él asintió —. Eso suena mucho más doloroso que confesarlo, genio.

—Concuerdo con ella —dijo Margaret —. Digo, sé que este no es mi asunto pero es de mis mayores defectos ser toda una entrometida. Conozco muy bien a Cloe y sé que ella no rompería un corazón a propósito asi que nada pierdes al intentar.

—No importa lo que digan, no lo haré. Cloe no sabrá de esto nunca, ¿está bien?

Linda soltó un bufido y se cruzó de brazos. Si había algo que le molestaba de su mejor amigo eran sus intentos por hacerse el rudo cuando, en realidad, era alguien sensible. Esa armadura llena de seriedad, egoismo y negación le sentaban fatal a un chico con tanto potencial para querer. Por esa razón, la horrible chica sentía cierto enojo al ver ese intento de evación al amor por parte de su amigo. Era un sentimiento tan humano que a Gabe le daba miedo...

Y al mismo tiempo, estaba ansioso por sentirlo.

Todos se rindieron en sus intentos de convencerlo, lo que también enfureció a Linda. Sus cicatrices se mezclaron con sus líneas de expresión, aumentando su fealdad ¿Por qué él tenía que ser tan orgulloso?...¡Un momento! ¡Su orgullo! Ah, pero que forma más perfecta de hacer caer a alguien: atacando su punto más visible.

Y Linda pensó lo mismo que yo.

— Mhm, es una lástima—dijo el adefesio.

—¿Qué? —preguntó Gabe.

—Oh, pues, que resultaste todo un mentiroso, fenómeno.

—No sé de que hablas, espánto.

—Que nos mentiste a todos al decir que eres fuerte. Resultaste ser lo contrario, ¿de qué te sirven todos esos músculos si te da miedo una chica como Cloe?

—Ya te dije que no me da miedo.

—¡Pero si te da! Te da miedo salir lastimado por lo que sientes ¿Eso es ser fuerte? ¡Ja! Yo no lo creo. Alguien fuerte intentaría conquistar a la chica, pero huir de ella es ser todo un débil.

—Linda —él la miró de reojo —, comienzas a jugar con fuego.

—¿Sabes qué es patético, Gabe? —ella siguió, sin hacerle caso —. Que yo, la persona más débil del mundo, que lloro por poemas y por libros, que me escondo del mundo bajo una capucha o una bolsa de papel, tuve la fuerza para enfrentarme a esto que a ti tanto te aterra. Ahora el espánto tiene novio y tú...pues, tú solo eres un débilucho solitario.

—¿Qué está pasando? —preguntó Dalia en susurro, solo Samara la escuchó.

—No tengo idea —ella le susurró de vuelta —, pero si se pelean te juro que esta será la boda más interesante a la que he asistido.

Linda sonrió de lado, mostrando confianza ante lo que decía. Se colocó frente a Gabe y levantó el mentón para verlo a los ojos, él era mucho más alto que él. A Gabe comenzaban a molestarle todos los comentarios de la chica solo por una razón: todos le parecían extremadamente ciertos.

—Comienzas a pasarte, Linda —soltó él, entredientes.

—¿Y qué harás al respecto? ¿Golpearme? —preguntó ella, colocando sus manos en jarras —. No te atreverías. Si no tienes la fuerza para decir lo que sientes, no la tendrás para golpearme.

—Linda...

—¿Sabes qué? Quizá si necesitas a una casamentera después de todo. Eres tan débil que nunca podrías acercarte a la chica que quieres sin que te den un empujón antes.

—¡Eso es mentira! —los músculos de Gabe comenzaban a tensarse y las venas en su cuello a mostrarse.

—No lo es, está pasando ahora. El amor es más fuerte que tú, Gabe. Vaya decepción.

—¡¿Decepción?!

—Si, si, pero no te preocupes, hay muchos como tu en este mundo. No hables con Cloe, y sé otro débil más...

— ¡Hablaré con ella, joder! ¡¿Crees que soy débil?! ¡Mientes! ¡Soy más fuerte que el amor y todas esas idioteses! ¡Te lo demostraré!

— ¡Pero tiene que ser esta misma noche! —gritó Linda, de vuelta.

—¡Será está misma noche!

— ¡Bien!

— ¡Bien!

Solo entonces, en medio de la furia que todos esos gritos e insultos le habían provocado, que él entendió la jugada de Linda. Ella lo llevó hasta el límite de su peor miedo para conseguir al Gabe real entre la armadura que lo resguardaba, y ese Gabe se moría de ansías por confesarle a Cloe lo que sentía. Aquel espánto lo sacó de su zona de confort para admitir aquello que él se rehusaba a sentir. Ella sonrió en el instante en el que él entendió lo que había dicho: tendría que hablar con Cloe esa misma noche.

Ahora si que tenía miedo.

—Te detesto —le dijo él, mirándola con sus ojos verdes entrecerrados.

—Aja, odiame si quieres —dijo ella, sin dejar de sonreír —, pero lo logré. Le dirás a Cloe esta misma noche. Ahora ya sabes qué hacer.

—Fue un golpe muy bajo —admitió su profesor —, ¿está mal que me sienta orgulloso?

—¿Mal? Dios, luego de esto, quiero hacerle un altar a Linda —admitió Dalia, sorprendida —, ¡¿sabes lo difícil que es poner a Gabe en su lugar?!

—Creo que el Nobel lo mereces tú, Linda —aplaudió Samara.

Ella continuó sonriendo, lo que hizo que el enojo en el rostro de su mejor amigo se fuera suavisando. Poco a poco, se dió cuenta de que debía decirle a Cloe todo lo que sentía y no sabía cómo. Al notar esa preocupación, ella lo envolvió en un abrazo y lo tranquilizó.

—Solo dile que logró enamorar a un corazón de roca —aseguró ella, alejándose un poco del abrazo para mirarlo —. Ella entenderá y se sentirá afortunada.

— Te ves asquerosa sonriendo, ¿lo sabías? —le dijo él, analizando su sonrisa —. Hablo en serio, verte me dan ganas de vomitar.

—Entonces, no pienses en mi cuando estes hablando con Cloe — sugirió —. Evitemos accidentes, ¿te parece?

Él rió un poco y volvió a atraerla hasta su pecho ¿Quién diría qur un espánto pudiese ser tan buena amiga?

—Gracias, Linda —le dijo —. Creo que eres la única persona a la que le puedo agradecer luego de sacarme de quicio.

—Haría todo por mi amigo —respondió ella —. Tú lo dijiste: soy una necesitada de la amistad.

—¡Aw, pero que lindo abrazo! —la voz de Cloe se escuchó al otro lado de la recepción asi que todos voltearon a verla —, ¡Yo quiero unirme!

Lo próximo que ocurrió fue que la observaron correr hacia ellos hasta adheririse en ese abrazo de dos y convertirlo en uno de tres; cuatro luego de que Cristal se uniese también. Lo que no sabía la castaña era que esa noche, una verdad sorprendente saldría a la luz. Una verdad que la incluía a ella.

—¡Amo esto! —rió Cloe, soltándose del abrazo —, ¿y por qué tanto amor, si se puede saber? Es que es tan extraño ver al narciso cariñoso...extraño, ¡pero increíble!

— Tampoco es para tanto, loca —aseguró él, tratando de disimular sus nervios.

— ¡Lo es! —ella se cruzó de brazos y soltó un puchero —, a mi nunca me abrazas de esa forma.

—Oh, eso podría cambiar esta noche — carcajeó Samara.

— ¿Por qué lo dices? —Cloe ladeó su cabeza, sin comprender lo que estaba ocurriendo.

—Por nada, friki —Derek decidió cubrir a Gabe al distraer a su mejor amiga —. ¿Y qué haces aquí? Creí que estarías ayudando a Lili.

—Oh, si. Lo estaba haciendo hasta que Sil recordó que el novio también se tiene que vestir de gala, así que me ordenó a mover tu trasero hasta el provador. Debes que arreglarte y verte aunque sea un poco desente ¡Vamos, muévete!

—Voy, voy —él levantó sus manos en señal de rendición —, si que eres mandona.

—¿Prefieres que llame a Sil?

—No, no, no. Te prefiero a ti. No sé que haría sin mi friki.

Cloe soltó una carcajada y empujó a su amigo lejos del grupo en el que estaban conversando. Antes de marcharse, ella le dedicó una amplia sonrisa a Gabe sin saber lo que provocaban esos hoyuelos en él. Para él, había una fiesta de fuegos artificiales en su estómago que provocaron una sonrisa casi boba en sus labios; para ella, había un par de mosaicos verdes que eran simplemente radiantes

— No sé que te puso así, tan sonriente —le dijo ella —, pero te queda bien, narciso.

— Gracias, loca.

— Lo que si te queda mal es ese traje ¿Notaste que tienes un botón sin abrochar?

—¡Ugh, ese botón es infernal! —exclamó Linda, frustrada —. ¡Gabe, ven acá! ¡Arreglaré ese botón como sea!

Y es que ella quería que su amigo se viera lo mejor posible esa noche, donde la razón de esa sonrisa boba saldría a la luz...


Ay admito que amé traer de vuelta a mis bellos delatores y a mi querida Maggie Wallace❤ Admito que los extrañaba muchísimo, espero no haber sido la única a la que le hiciera ilusión escuchar de ellos de nuevo😊😊

Asi que...¿Alguien tiene curiosidad por saber cómo será la confesión de Gabe? 😏😏 Ya veremos como reacciona Cloe...

Nos vemos en el siguiente cap para descubrirlo. Chaíto, los amo🥰

Pd: creo que estoy enamorada de la bebé de Eve y Cal😍😍 ¡¡Es tan cuchiiiii!!

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