Capítulo 33
Cumplidos
26 de mayo
2:00 pm
Todos somos amantes de las palabras bonitas, en especial si vienen dirigidas hacia nosotros. No soy creyente de la magia, o cosas de ese estilo, pero he de admitir que un buen cumplido es suficiente como para encantar de la misma forma en la que lo haría un hechizo. Quizá la verdadera magia no se esconda detrás de un "abra kadabra"; quizá se esconde detrás de una palabra hermosa.
Cloe se quedó unos instantes admirando el perfil de su narciso. La confusión la invadió, ya no sabía qué fue lo que empujó a su corazón hasta el borde de su garganta. Al principió, creyó que ese nervioso palpitar era resultado de su terrible experiencia en el auto. Descubrió de la peor manera que Gabe no era muy buen conductor. Resultaba tosco a la hora de girar el volante y casi agresivo al tomar curvas. No obstante, al observarlo reír ante una de sus bromas, comenzó a creer que su corazón había abandonado su caja torácica por otra razón.
Por más de que a veces intentaba negarlo, Cloe Nicols era una mujer "hecha y derecha" y por lo tanto, tenia las mismas debilidades que cualquier otra mujer de su edad. La cosa con Gabe era que atarlo a la palabra "atractivo" resultaba casi contradictorio. Su físico era intimidante, tosco y deforme, por lo que su cuerpo no era motivo para considerarlo alguien guapo. No obstante, al llegar a su rostro, la historia cambiaba.
Tenía rasgos definidos. Una mandíbula marcada que siempre tenía un rastro de barba rubia que a duras penas se hacía notar. Unos labios firmes que casi siempre se mantenían en una línea recta, pero cuando se curvaban resultaban ser todo un espectáculo digno de apreciar. Un par de ojos verdes hipnotizantes, y su cabello corto de color rubio realzaba a la perfección el tono bronceado de su piel. Quizá el cuerpo de Gabe era el de un monstruo, pero su cara parecía ser la de un ángel...un ángel que sin duda no se conformó con el cielo.
El punto débil de Cloe era la risa. Resultaba extraño porque la mayoría de las chicas de su edad, incluyendo a sus amigas solteras, solían hablar únicamente del aspecto físico al referirse a atracción. Ella, por otro lado, se fijaba en la risa antes que en nada. Debía admitir que la mayoría las veces que había desarrollado algún tipo de gusto hacia algún chico se debía a que sus carcajadas le habían gustado.
Y en ese momento, Gabe le pareció bastante guapo.
Sé que debes estar pensando que este es el instante en el que te cuento el inicio de un romance inevitable. Siento decirte que las cosas no son así. Entiende que "gusto" y "cariño" no siempre es lo mismo. El encontrar belleza en alguien más no significa que automáticamente se busca entrar en una relación o algo por el estilo. No. Tan solo provoca un ligero temblar en el cuerpo y te hace pensar: "joder, ¿y desde cuándo esta persona es tan bella?". Pero se queda únicamente como una atracción pasajera, algo que no siempre pasa a mayores.
Mientras Cloe analizaba el hecho de que el narciso había dado justo en el clavo con su fetiche, un pensamiento llegó a su mente que la entristeció por pequeños segundos. Luego, ese pensamiento fue sustituido por una maravillosa idea y esperó a que él estacionara el auto para ponerla en práctica.
— Bien, loca— dijo el chico. Recientemente, le había agarrado maña a llamarla de esa forma —, ya llegamos.
— ¡Gracias a Dios! — exclamó ella —, ¡No creí que sobreviviría!
— Eres una exagerada.
— ¿Exagerada? ¡Casi chocamos tres veces! ¡¿Quién fue el demente que te dejó tener una licencia de conducir?! ¡Ese ser no tiene consideración por la seguridad pública!
Él volvió a reír, estremeciendo el corazón de Cloe una vez más. Sin duda, Gabe estaba de buen humor ese día así que ella aprovechó eso para poner en práctica su idea.
— Espera — ella lo detuvo cuando él hizo el ademán de salir del auto —, no bajes aún.
—¿Qué pasa? — preguntó él, un tanto confundido ante tal petición.
— No puedo creer que vaya a decir esto pero...— ella suspiró.
"Haces esto por el bien del proyecto" pensó "y porque este hombre en serio lo necesita". Tomó aire para poder sincerarse, esperaba que su idea sirviera de algo.
— pero...— él la animó a seguir.
— Me gusta tu risa — confesó, mirándolo directamente a los ojos. Ella se sonrojó un poco al admitirlo, pero le sonrió con amabilidad —, es muy bonita ¿Te lo había dicho antes?
— Eh...— él se removió un tanto incómodo en su asiento ¿A qué venia eso? —. me lo dijiste una vez, pero el alcohol hablaba por ti.
— Oh, bueno — su sonrisa se ladeó ligeramente —, supongo que es cierto eso de que los borrachos no mienten.
Mentiría si te dijera que Gabe estaba incómodo, pues no era así. A pesar del rubor de Cloe y el repentino cumplido, no se sintió extraño con ese cambio tan raro en la forma de actuar de su casamentera. Tan solo no podía comprender porque se sinceraba de esa manera tan directa. A pesar de llevar meses conociéndola, seguía pareciéndole todo un enigma.
— Pero hablo en serio, Gabe — ella carraspeó y continuó con la conversación —. Tienes la risa más bonita que he escuchado en mi vida. Es contagiosa y vibrante. Me agrada porque, a diferencia del resto de ti, no es intimidante y no suena para nada brusca. Creo que esa parte de ti aún no asimilado que eres como un bloque de concreto humano, por lo que sigue siendo sutil.
>> Además, y por favor te ruego que no me veas como una loca hormonal luego de esto, el hecho de que tu risa sea tan ronca la hace...sexy. Es linda, en realidad me gusta.
— Pues, gracias — una sonrisa sincera, amplia y con sabor a novedad. No estaba acostumbrado a sonreír por cumplidos —, ¿y a qué se debe esta declaración?
— Es que creí que necesitabas oír un cumplido que saliera de la boca de alguien más, no necesariamente la tuya — se encogió de hombros —. Entiendo que eres tu mas grande admirador, pero sé que a veces hace falta escuchar palabras bonitas en los labios de alguien más. Te llena un poquito, ¿no es así?
— Pues...Sí — se sorprendió a sí mismo al admitirlo —, llena un poco. Además, me divierte verte sonrojada.
— Es el calor de Los Angeles.
— Ajá, claro.
— Espero no malentiendas mi rubor, o mis palabras. Me gusta tu risa, ya te dije que me encanta, pero no estoy enamorada de ti.
— Me alegra, porque no eres mi tipo.
— Ni tu el mío. Solo eres mi tipo de risa.
Él sonrió y terminó por asentir con la cabeza. Debía admitir que aquel cumplido por parte de Cloe le había gustado. Había olvidado lo que se sentía recibir halagos por parte de otras personas. Él le decía constantemente a su reflejo lo mucho que valía, pero hacía años que nadie notaba las pequeñas cosas que a él le parecían fabulosas en sí mismo. Lo mejor de todo era que ella no lo había dicho para agrandar su ego, tan solo quiso sacarle una sonrisa. Funcionó.
De no ser un egoísta nato, él le habría devuelto el gesto diciéndole que sus hoyuelos le parecían encantadores. No obstante, es poco lo que se puede esperar de Gabe. Ambos bajaron del auto sin que algún otro cumplido fuese mencionado. Una vez fuera, fingieron que ese suceso no había pasado. Todo volvió a la normalidad...
La extraña normalidad entre un narciso y una casamentera falsa.
La razón por la que Cloe había arriesgado su vida al servirle de copiloto a Gabe era que ambos habían sido invitados a la inauguración de la galería de arte de Lilian Bennet, así que ahora se encontraban caminando hacia la entrada repleta de gente. Con todo el estrés que le generaban las otras mil y un cosas en su vida, la joven artista consideró en posponer la apertura varias veces. Por suerte, tenía un novio testarudo quien decidió tomar las riendas del asunto por ella. Se encargó de llamar a todos los colegas de Lili que conocía y, entre todos, lograron terminar incluso antes de la fecha prevista. Ahora, la galería no solo tenía obras de la famosa artista proveniente de Detroit, sino que contenía piezas de arte de otros muchos talentos.
Sin quererlo, la galería se transformó en toda una noticia mucho antes de su apertura. Lilian ya tenía cierto prestigio ligado a su nombre, pero si a eso añadías a otros nueve artistas bastante reconocidos a la primera exposición que se vería en ese lugar, entonces la inauguración se convertía en un verdadero espectáculo.
Un espectáculo que ni un solo crítico o periodista se dio el lujo de perder.
Gabe y Cloe se hicieron camino entre el tumulto de gente, los flashes, y los gritos. Parecía que estuvieran a punto de ver a una celebridad por la forma en la que varios periodistas les hacían preguntas sobre detalles que no entendían. Gabe se apresuró a abrir la puerta del lugar, dejó entrar a Cloe, y toda la prensa tras ellos quedó fuera de la galería. Se veían muy ansiosos por querer ver el interior, lastima por ellos pues existía cierta exclusividad en eventos como esos.
Quizá sí se encontrarían con una estrella, solo que ninguno de los dos asimiló que el nombre de Lilian estuviese ligado a la fama.
Una vez seguridad comprobó sus invitaciones, caminaron por un pequeño pasillo que los guió hasta la sala de exposiciones. Gabe no era de impresionarse, pero debió admitir que entre tantas paredes con pinturas expuestas se le escapó un suspiro ante la sorpresa. Las personas caminaban a lo largo de la exposición, observando cada obra con el asombro que se merecía. El lugar se veía elegante, pero sencillo. Tenía el sello de Lilian Bennet en cada esquina.
Las hermanas Stewart, Don, Dalia y Sanne se encontraban cerca de una pared blanca que en el medio tenía una obra con la firma de su amiga. La pelirroja fue la primera en notarlos y los llamó con una seña para que se acercaran. Solo en ese momento, Gabe y Cloe se dieron cuenta de que algo no estaba bien.
— Eh...¿a estas cosas se viene de gala? — preguntó Cloe una vez se integraron al grupo.
Resultó que sus amigas lucían lindos vestidos y elegantes peinados. Sanne llevaba puesto un vestido de dos piezas corto color negro que le permitía mostrar la longitud de sus estilizadas piernas, mientras que Dalia había optado por una de las prendas más elegantes que Cloe recordaba haber visto sobre ella. Era un vestido verde manzana con un escote sutil en la parte delantera, pero que dejaba casi toda su espalda al descubierto. La chica había trabajado mucho en sus curvas, ahora se esforzaba por mostrarlas de la forma correcta y lo lograba.
Las hermanas Stewart no se quedaban atrás con el look. Tenían el mismo diseño de vestido: uno caído y corto, que si bien realzaba sus cuerpos, permitía dejarle mucho a la imaginación de los curiosos que volteaban a verlas. La diferencia era que el de Samara era vinotinto, mientras que el de Silvana era de un rosa pastel. Incluso Donovan iba vestido de etiqueta. Tenía una camisa elegante que, a pesar de las mangas remangadas y esos dos botones sin abrochar, se veía decente. Sus pantalones de vestir cubrían su prótesis y su cabello largo estaba bien peinado y recogido en un moño. Todos se veían de maravilla.
Y luego estaban Cloe y Gabe: ella con una camisa del Capitán América y unos jeans rotos y él con un look de recién salido del gimnasio...porque de ahí venía.
— ¿No leyeron la parte de la invitación que decía que debíamos venir de etiqueta? — preguntó Donovan con una copa de champaña en la mano ¡Incluso había champaña! Sin duda, Gabe y Cloe parecían estar fuera de lugar.
Como un par de marcianos llegando a la tierra sin sus trajes de gala.
Intercambiaron miradas y cuando los dos respondieron que no, Dalia no pudo evitar soltar una carcajada y negar con la cabeza por diversión. Los llamó a ambos despistados, pero a ninguno de los dos les importó demasiado ¿Qué más daba si no estaban vestidos de la forma adecuada? Si estaban ahí era por Lilian...y porque a Gabe lo habían obligado a asistir. No se iban a ir por no combinar con el resto del elegante evento.
Al cabo de un rato, Cloe notó a Lilian y a Derek. Eso de estar vestidos para deslumbrar también se aplicaba en ellos. Derek lucía un traje que le sentaba de maravilla. Permitió que su barba creciera de nuevo, así que se veía maduro y elegante al mismo tiempo. La castaña notó que muchas de las mujeres presentes desviaban su mirada de los cuadros de vez en cuando para verlo a él. "Pobres ilusas" pensó "El nerd está ocupado desde hace años".
Por otro lado, Lilian tenía un vestido blanco de mangas caídas que llegaba hasta más arriba de sus rodillas. Su cabello estaba suelto y caía como una cascada sobre sus hombros descubiertos. El vestido no era ajustado, aún así, mostraba una figura que podía hacerle competencia a la de sus hermanas modelos. Lo cierto era que Lilian se veía angelical y tierna, pero sofisticada. Dado que nunca usaba zapatos altos, la diferencia de altura entre su prometido y ella se hizo notar en cuanto sus manos se enlazaron para caminar juntos hacia el grupo en el que se encontraban sus amigos.
Cloe creyó que encontraría una amplia sonrisa en su amiga...no fue así.
— Linda forma de venir de gala, chicos — señaló Derek con diversión una vez observó los trajes de Cloe y Gabe.
— ¿No lo sabes? El Capitan America es la última tendencia en elegancia, nerd — señaló Cloe, colocando una mano en su cadera. Derek negó con diversión —. Pero ya, en serio sentimos no haber leído que esto era algo formal.
Gabe no sentía nada, pero no calló a su casamentera.
— No, no, por favor no te disculpes — la detuvo Lilian, quien no había soltado la mano de Derek —, no sabes lo que me alegra verlos así. Hacen de esto un poco más...normal. Todos ustedes lo hacen, les agradezco mucho que estén aquí.
— ¿Bromeas? ¡No nos lo hubiésemos perdido por nada! — exclamó Silvana.
— Fuimos tus fans cuando hacías cuadros pequeños y los colgabas en tu habitación — señaló Dalia con una sonrisa —, y lo seguiremos siendo ahora que eres toda una estrella.
— Tienes a muchos aquí que te apoyan como no tienes idea, hermanita — le sonrió Samara —. Has creado algo maravilloso.
— Nada mal para alguien que no cree en el talento, ¿no? — señaló Sanne.
— ¡Que viva nuestra hermosa descorazonada! — exclamó Cloe.
El resto la siguió en su exclamación, cosa que logró sonrojar a Lilian pero no le quitó esa sonrisa nerviosa de sus labios. Todos ellos sabían que las últimas semanas no habían sido las mejores para ella. Se había vuelto de pocas palabras, pocas sonrisas, pocas ganas...lo único que no era poco en ella era su tristeza. No tenía ánimos ni para ser tan irónica y directa como siempre, o para pintar. Derek les había confesado a sus amigos que ella solo se recostaba y fingía dormir cuando estaban en casa. Por eso el físico puso todo su esfuerzo en terminar la galería de su novia, estaba buscando con desesperación la forma de animarla.
Pero parecía no funcionar.
— ¿Por qué esa cara de cachorrito triste, hermanita? — Silvana soltó un puchero al verla tan desanimada —, todo está resultando de maravilla.
— No sé. Solo estoy...nerviosa — soltó un fuerte respiro y dejó la mano de su prometido para jugar con su dije de margarita con nerviosismo —. Esto es más grande de lo que creí, mucho más real de lo que imaginé que sería ¡Dios, no estaba preparada para esto! Y puede que vaya bien pero siento que en cuanto baje la guardia, algo saldrá mal. Son muchas cosas en las que pensar y yo...mi cerebro no puede con tanto.
Derek soltó el suspiro que le correspondía a Lilian. Cloe lo observó con detenimiento, ¿por qué nadie le había preguntado cómo se sentía él con respecto a todo lo que estaba pasando? Es decir, él se estaba encargando de animar a Lilian, de asegurar su salud, de cuidar de su bebé y terminó por culminar los detalles para abrir la que se convertiría en la galería más prestigiosa de Los Angeles. Aún así, intentaba sonreír. Incluso cuando sabía que la vida de la persona más importante en su vida estaba en riesgo, se las arreglaba para comportarse como el Derek de siempre. Escondía el dolor, se hacía el fuerte...
¿Por qué nadie se había acercado a consolarlo aún?
— Cariño, no te estreses, ¿si? — le pidió a Lilian, aunque eso casi fue una suplica —. Recuerda lo que ocurre cuando te estresas.
— Sí, lo recuerdo bien — ella llevó su mano libre hasta su vientre de forma automática. Tragó saliva.
Fue incapaz de mirar a Derek a los ojos.
La mirada café del chico viajó directo al lugar en el que ella posó su mano, volvió a suspirar. Levantó sus ojos solo para encontrarse con los de Cloe. Si la fuerza pudiese pasarse de mirada a mirada, ella le habría dado toda la suya a su mejor amigo. No obstante, eso no se puede, así que Derek debió usar sus reservas en ese instante. Llamó la atención de Lilian y le sonrió de lado. Ese hombre no hacía ni una pizca de ejercicio, incluso le daba pereza caminar hasta el trabajo, pero se vió más fuerte que ninguno en ese momento.
— Bonita, hagamos algo — quitó su mano de su vientre y la otra de su dije para poder entrelazarlas con las suyas —: olvídate de todo durante las próximas horas. Quiero que disfrutes de hoy. La chica que aprendió a pintar sola, la que pedía lienzos en lugar de barbies para su cumpleaños, esa que pinta mariposas cada vez que se encuentra con una, está parada en medio de su más grande sueño y no la veo con una sonrisa en su rostro.
>> No te hagas esto, Lilian. No mereces renunciar a ti misma o a tu felicidad por el estrés. Lo que en realidad mereces es que esta gente note lo increíble que eres, porque lo eres en realidad. Así que olvídate por unas horas de todo. Olvídate de los críticos, de los flashes, de ese anillo en tu dedo y de lo que te ha tenido preocupada por meses. Siéntete libre de ser la Lilian que tanto amo, esa que es tanta pasión que simplemente cautiva. Hazlo, bonita. Este es tu momento, no lo desaproveches.
Los cumplidos vienen en distintas formas y variedades, y Derek era experto en usarlas todas. La razón por la que aguantaba, por la que era fuerte a pesar de querer derrumbarse, era porque él amaba a Lilian. Lo hacía con todo el corazón. Podía bajarle todas y cada una de las estrellas del techo solo para ver sonreír a la chica que le provocaba polillas en su estómago aún después de tantos años de relación. No se le acababan los cumplidos para ella, pues su vocabulario estaba lleno de palabras bonitas que antes de ser pronunciadas ya tenían dueña.
— Joder — Silvana suspiró, llevando su mano hasta su pecho —. Hermanita, te advierto que si no te comes a este hombre a besos luego de esas palabras tan hermosas, yo lo haré por ti.
Lilian sonrió de lado y le dió un ligero apretón de manos a Derek ¿Cómo era capaz de lograr tanto con solo palabras bonitas? Ni ella lo sabía, pero agradecía tenerlo en su vida.
— Y yo te advierto, Sil, que este hombre está comprometido. Mejor ve quitando esa idea de tu cabeza — su sonrisa pasó a ser un tanto juguetona, demostrando que solo bromeaba. Se puso de puntillas para poder besar la comisura del labio de Derek y luego se acercó lo suficiente a su oído para susurrar —: Te amo con locura. Gracias por esto, Osbone. Gracias por todo — besó su mejilla y luego se dirigió a sus amigos —. Iré a hablar con los periodistas. Querrán información sobre cómo va todo y supongo que es mi deber decirles que esto está resultando de maravilla. Disfruten de la exposición y, de nuevo, gracias por venir.
Le dió otro apretón de manos a Derek antes de marcharse para caminar hacia los periodistas. La cosa con la fuerza es que no es eterna, todos somos débiles en algún momento. Una vez Lilian desapareció de su vista, él pasó una mano por su cabello color chocolate y luego dejó escapar un largo suspiro. Sanne colocó una mano en su hombro y le sonrió con amabilidad. El silencio se hizo presente en ellos durante unos largos segundos, hasta que un narciso decidió decir lo que estaba pensando.
— Debo admitir que eso fue...— buscó la palabra entre su diminuto diccionario mental de cumplidos —. ¿Admirable? Sin ofender, Derek, pero te ves como la mierda en este momento y aún así te las arreglas para lucir normal frente a ella e incluso animarla. Yo no habría hecho eso, no habría podido.
— Bueno, tú eres fuerte por hacer pesas, Gabe. Yo soy fuerte por otra razón — le dijo, antes de desviar la mirada hacía el punto en el que Lilian había desaparecido —, aunque he de admitir que ser fuerte por una persona pesa más que los cien kilos que debes levantar en el gimnasio.
— ¿Se puede ser fuerte por una persona? — preguntó el narciso —. Digo, una persona a parte de ti mismo.
— Si es la indicada, sí. Se puede.
— No tenía idea.
— Aprenderás. Cloe es buena en este tema, resulta que es más fuerte de lo que parece y estoy seguro de que te enseñará a serlo en algún momento ¿Cierto, friki?
— Eso espero, nerd.
— Bien — volvió a suspirar y tomó las fuerzas para sonreír —. Si me disculpan, iré con ella. No quiero que ningún periodista se le insinúe. Mi novia está demasiado hermosa hoy y no pienso dejar que algún imbécil intente algo.
— Pero que celoso — rió Dalia.
— No tienes ni idea, pequeña Milestone. En fin, nos vemos luego.
Con esas palabras, se marchó por el mismo lugar en el que se había marchado Lilian. La fuerza cobraba sentidos distintos para Gabe y para Derek, lo que hizo que Cloe considerará un nuevo enfoque en su proyecto ¿Y si cambiaba el concepto de fortaleza en la distorsionada mente de su narciso? ¿Y si le mostraba otra forma de apreciar la belleza muy distinta a verse en el espejo? En lugar de deshacerse de su obsesión, podía hacerle entender que hay formas distintas de ser fuerte.
Formas más mucho más sanas.
Un labrador conocido se abrió paso en medio de su circulo y se sentó justo ahí. Ladró para darle a entender a su amo, que lo sostenía por una correa, que había llegado a donde le habían ordenado. Aviv se veía un tanto preocupado, además de desorientado. Algo no debía estar bien.
— ¿Chicos? — preguntó dudoso, al tiempo en el que Loto recibía cariños por parte de Sanne.
— Aquí estamos, ex— le dijo Cloe, caminando hacia él para entrelazarse a su brazo. Se veía muy preocupado, creyó que lo mejor sería sostenerlo para evitar que se sintiera perdido.
— ¿Qué ocurre, Aviv? — le preguntó Donovan con amabilidad —, ¿por qué tienes esa cara?
— Pues, estaba con Linda mirando la exposición — contó —. Bueno, ella estaba mirando, yo...ya saben, no es como si pudiera hacerlo.
— ¿Y qué pasó? — preguntó Dalia.
— ¿Dónde está Linda? — preguntó Gabe.
— Eso es lo que no sé — dijo con cierta desesperación —. De un momento a otro, estaba demasiado callada y cuando la llame no respondió. Ahora no sé dónde está.
Cloe sabía lo mucho que Aviv se desesperaba en ocasiones por su ceguera. Si bien bromeaba bastante con ella, su discapacidad a veces lo sacaba de quicio. Cuando se perdía o perdía a alguien, se sentía tan impotente que perdía el control de sí mismo. Loto era un perro guía estupendo y evitaba que eso ocurriera, pero a veces que resultaba imposible de impedirlo. Luego de la desesperación, venía la furia. Se molestaba consigo mismo por no poder ver, por depender tanto de otras personas. Su ex novia sabía que pasaría por esas dos etapas gracias a la repentina desaparición de Linda, así que no había más opción que encontrarla.
— Bien, hay que buscarla — soltó Cloe, con decisión —. Aviv, tu vienes conmigo. Él resto separase y búsquenla, no pudo haberse ido.
— Como ordenes — aseguró Donovan. Pronto, todos comenzaron a buscar a una chica que era experta en esconderse.
Incluso Gabe colaboró sin poner peros de por medio.
— Tranquilo, ex — le dijo ella con calma —. La vamos a encontrar.
— Lo sé, Cloe — él suspiró—. Solo que...
— ¿Odias estar perdido? — preguntó ella. Él asintió, tensando su mandíbula —. No te preocupes, nos pasa incluso a los que vemos.
— Pero ustedes se pueden ubicar.
— No siempre, Avi. No siempre.
🌻
2:50 pm
Aviv tuvo razón en algo: Linda no aparecía por ningún lado.
Parecía que a la chica se la hubiera tragado la tierra, o que uno de los cuadros la hubiera absorbido. No aparecía por ningún rincón de la galería. Mientras los amantes del arte, críticos y periodistas se encargaban de examinar el trabajo de Lilian y otros artistas con detenimiento, la búsqueda de Linda continuaba. A ese punto, todos se sentían igual de perdidos que Aviv, sin importar lo bien que estaban sus sentidos de la visión.
— Gabe — Cloe encontró a su narciso en medio de su tarea de búsqueda. Él se detuvo y ella arrastró a Aviv hasta su encuentro —, ¿has encontrado algo?
— ¿Te parece que lo he hecho, Cloe? — preguntó él, alzando una ceja. Luego suspiró y negó con la cabeza —. No, en realidad no aparece por ninguna parte.
Samara y Silvana no tardaron en acercarse a ellos dos. Luego, llegaron Sanne, Don y Dalia. Todos parecían tener la misma prisa, pero ninguno venía con Linda.
— Revisamos en el sanitario — contó Silvana.
— No estaba — completó Sam.
— Sanne y yo buscamos por toda el ala este de la exposición y nada — acotó Dalia —, no estaba viendo ninguna de las obras. Tampoco contesta sus llamadas.
— Y yo revisé el ala oeste — fue el turno de Don para hablar —. Lo siento, Aviv, pero tampoco tuve mucha suerte.
Aviv suspiró con preocupación ¿Cómo puedes perder a alguien así como así? Al principio creyó que solo se debía a un fallo por su falta de vista. Se intentó tranquilizar diciendo que de seguro ella se había distraído observando alguna obra y por eso no le contestó cuando la llamó. Pero ya llevaban media hora de búsqueda y nadie con sentido de visión lograba encontrarla. Su desesperación solo aumentaba.
Era un ciego orgulloso de su ceguera, pero en momentos como ese su orgullo no era tan evidente.
— ¿Y si se marchó? — preguntó Sanne —. Es decir, no está en la exposición...podría haberse marchado y ya.
— ¿Y salir con todos esos periodistas con cámaras profesionales ella sola? — preguntó Gabe para luego negar con la cabeza —. No, Linda odia las fotos. De haber salido, la habrían atosigado con flashes y preguntas. No lo aguantaría.
— Lo mismo estaba pensando — concordó Aviv —. Además, Linda no se iría sin decir algo. Ella no es así.
— Pues, solo sé que aquí no la pudieron secuestrar. Hay demasiada gente, no existe asesino con la suficiente valentía como para cometer semejante estupidez — dijo Cloe, tratando de calmar a Aviv —. Así que solo nos queda seguir buscando.
— Revisaré en la entrada, por si acaso — soltó Samara, quien empujó a su hermana con ella.
— Dalia, tu y yo veamos si encontramos algo en el área donde están sirviendo los entremeses — antes de que Sanne terminara de hablar, Dalia ya estaba corriendo hacia ese lugar. La morena la siguió a un paso más lento, pero igual de angustiado.
Don dijo que revisaría la exposición una vez más. Después de todo, con tantas personas, quizá no logró verla la primera vez. No tardó en irse.
— Avi, tu y yo vamos con el nerd — le dijo Cloe con delicadeza —, él puede hablar con los de seguridad y así la encontraremos más fácil.
— Está bien — dijo él —. Cloe, esto no me gusta en lo absoluto.
— A mí tampoco. No ahora.
¿Cómo pierdes a alguien con un rostro tan llamativo?
Cuando Cloe y Aviv se marcharon a buscar a Derek, Gabe quedó solo y se las ideó para iniciar su propia búsqueda. A diferencia del resto, él no tenía un plan trazado sobre dónde y cómo buscar. Tan solo comenzó a caminar, a ver si por suerte o obra del destino se encontraba con el feo rostro de una fenómeno como Linda. Sin saber muy bien cómo, se alejó de la exposición por un pasillo tan estrecho que a duras penas sabia. Parecía un área de servicio, pues el lugar no estaba tan bien cuidado como el resto y a medida avanzaba, se encontraba con uno que otro trapeador apoyado a las paredes amarillentas. Estuvo a punto de dar la vuelta, ¿por qué Linda estaría ahí? Pero paro en seco cuando escuchó unos sollozos tras una puerta.
Vaya, y creyó que encontrarla seria un poco más difícil.
— ¿Linda? — tocó un par de veces la puerta. Estaba desgastada, sucia y decía "cuarto de servicio" en un pequeño letrero hecho a mano, pero sin duda había alguien dentro llorando —, ¿Eres tú?
Los sollozos se detuvieron pero nadie respondió a la pregunta que Gabe formuló. El silencio se hizo presente, hasta que él puso una mano en la manilla e hizo el ademán de abrir. La persona dentro bloqueo la entrada de inmediato, y solo así logró escuchar la voz de la dueña de esos sollozos.
— No abras, fenómeno — él acertó. Linda era quien lloraba tras esa madera desgastada —. Soy yo, Gabe. Solo no abras, te lo ruego.
— Joder, Linda. Todos están preocupados por ti — le dijo con la puerta de por medio —, ¿Cómo coño hiciste para desaparecer así como así? ¿Por qué lo hiciste?
— Por la misma razón por la que no te dejo entrar — soltó, hipando ante las lágrimas —: me veo horrorosa cuando lloro, no quería que me vieran llorar...
— ¿Y por qué lloras?
Se escucharon más sollozos al otro lado de la puerta, lo que hizo que Gabe soltara un suspiro lleno de fastidio. A ese punto, consideraba a Linda su mejor amiga...incluso más que Dalia, incluso más que Donovan. Le tenía un alta estima por el simple hecho de que ella, a pesar de ser horrenda, lo escuchaba e intentaba comprender. Ella en verdad hacía un esfuerzo por entenderlo. No obstante, no podía mostrarle Linda cariño de la forma en la que lo necesitaba. No iba a intentar abrir la puerta para abrazarla, no le iba a pedir que se desahogara, ni a fingir que no le fastidiaba escucharla llorar.
Lo que no iba a hacer era dejarla. No era tan egoísta como para permitir que la única compañía de su amiga fuese una puerta de madera desgastada...al menos no en un momento difícil como ese.
— Si no quieres hablar, no lo hagas — le dijo —. Solo avísame cuando quieras salir, ¿si? Estaré sentado, apoyado a la puerta y no me gustaría caer de espaldas cuando la abras. Sería incómodo.
— Puedes irte, si quieres — le dijo ella —. No tienes que esperar por mí, Gabe.
— No me jodas, Linda. Ya me senté — y, efectivamente, ya estaba en el suelo, con la espalda apoyada a la puerta —. Ahora me da fastidio pararme, así que puedes tomarte tu tiempo.
Gabe prefirió guardarse el hecho de que el resto estaba buscándola por toda la galería y que Aviv estaba al borde de entrar en una crisis nerviosa. No creyó que ese fuera momento para apurarla. Además, imaginó el lío que debían tener montado en la exposición y le provocó cierta gracia.
Mientras tanto, Linda estaba asimilando el hecho de que ya no estaba sola. Ahora, había alguien a parte de sus demonios que la escucharía llorar. Se sentó y apoyó la espalda en la madera quebradiza de la puerta ¿En verdad le importaba llorar frente a Gabe? En realidad, estaba tan destrozada que ya no le importaba. La puerta entre ellos cubriría su fealdad ¿Así que, qué le impedía sollozar?
Recordó la razón por la que había huido hasta ese lugar, se abrazó a sí misma en un intento de protegerse ¿Pero cómo iba a protegerse si sus demonios estaban en su interior? Creyó que seria una tarde tranquila, que podría salir sin la necesidad de tener una capucha cubriéndola, que podría disfrutar del triunfo de su amiga, que saldría con su novio y que todo estaría bien...pero luego escuchó a una mujer decir que no debieron dejar entrar a alguien de su aspecto en la galería y recordó algo que había estado ignorando durante meses:
Ella no estaba hecha para ilusionarse.
No importaba que tanto lo intentara, siempre que se hacía la ilusión de ser normal, terminaba quebrada. Luego de escuchar a esa mujer, intentó mantener la calma. Trató con todas sus fuerzas quedarse junto a Aviv e ignorarla, pero pronto sintió que todos a su al rededor la observaban; todos veían sus cicatrices. Comenzó a escuchar insultos y llegó un punto en el que no supo cuales eran reales y cuales nacían en su interior. Sus ojos se volvieron líquido y corrió en busca de un refugio. Así, llegamos a este momento: un par de fenómenos separados por una puerta.
Y unas ganas de llorar pero ni una pizca de fuerzas para hacerlo.
Estaba harta. Sin importar que tanta felicidad se le añadiera a su vida, ella terminaba siempre en el mismo lugar. Su fealdad la arrastraba a la tristeza, y era algo de lo que no podía escapar. Esa era la razón por la que no pudo llorar más: recordó que las cosas siempre serian así, que ella siempre terminaría escondida en un rincón feo, siendo una horrible llorona llena de cicatrices, y cada lágrima en sus ojos se secó ¿Para qué llorar si esa siempre sería su vida? ¿Para qué buscar fuerzas cuando estaba destinada a las burlas, a las miradas que juzgan, a sufrir...?
— ¿Gabe? — preguntó al cabo de un rato —, ¿estás ahí?
— Te lo dije, no me voy a parar — escuchó. Que extraño que él siguiera ahí —. ¿Qué tal está tu lado de la puerta? Porque aquí solo tengo una pared amarillenta en frente y me estoy aburriendo.
— Aquí...aquí está mugriento y feo — confesó —. Y silencioso. Es la clase de silencio que me hace pensar demás.
— Por curiosidad, ¿en qué piensas?
Se abrazó más a sí misma. Durante mucho tiempo, sus propios pensamientos le dieron miedo. Sin embargo, en ese momento en particular, sintió que no tenía nada que temer. Si iba a ver a la vida como un camino con final, entonces debía hacerlo sin tener miedo.
— Yo no pertenezco a este mundo — soltó —. No pertenezco a este lugar, en el que respirar me cuesta. No encajo en mi cuerpo, me pesa, me incomoda, me estorba...No soy parte de mi propio reflejo, somos dos personas diferentes y, cuando me miro en el espejo y la veo a ella me doy cuenta de que tiene una mejor vida que la mía.
— Los espejos no tienen vida, Linda.
— Exacto, fenómeno.
Gabe tragó saliva ¿Qué tan fuertes podían llegar a ser los demonios de su amiga?
— Pienso en que estoy aguantando, y que lo seguiré haciendo — continuó —, pero sé que en algún momento será demasiado. No sé cuando, pero llegará un punto en el que deje de aguantar.
— ¿Y qué pasará entonces? — preguntó Gabe, con cierto temblor en su voz.
— No lo sé. Se lo he preguntado a mi reflejo, pero ella se niega a responder...
La conversación comenzaba a ponerse tensa y la voz de Linda cada vez más triste. Él se removió incómodo en el suelo, ahora si que no sabía que decir. Una parte de él quería animarla, otra solo estaba siendo el mismo Gabe de siempre que creía que prestarle atención a otras personas era mostrar debilidad. No obstante, recordó a Derek diciendo que era posible ser fuerte por otras personas y logró callar al Gabe regular. Imaginar a su amiga al otro lado de la puerta, abrazada a sí misma en un lugar mugriento y silencioso y pensó que esa era una imagen por la que valía la pena ser fuerte. Ahora, ¿cómo mostraba fortaleza por una persona?
Sin duda, era más complicado que levantar pesas.
El halagó de Cloe llegó a su mente de la nada, como un destello de recuerdo capaz de activar una idea loca en una mente tan testaruda como la de Gabe. Refunfuñó ante su propia idea y se dijo a sí mismo que era lo más estúpido que podía hacer...
Cinco minutos después, la puso en practica.
— Tus ojos son lindos — soltó Gabe.
— ¿Ah? — Linda creyó que había escuchado mal. Gabe no diría algo como eso.
— Tus ojos, en verdad me gustan— él tragó saliva —. No son un color miel muy intenso, es más como un marrón que tira hacia el naranja oscuro. Son sinceros, amables, y tienes razón en algo: no parecen de este mundo.
>> Las personas que conozco no tienen ojos como los tuyos, que no temen delatar lo que sienten con una mirada. Es como si tu conciencia viviera en ellos y a ella no le importa saludar de vez en cuando. Te expones, lo que a mí me parece estúpido pero a ti te sienta bien. Lo digo en serio, Linda. Tus ojos son hermosos.
Sintió una pequeña punzada de dolor en el pecho. No estaba acostumbrado a dar cumplidos a alguien que no fuese su propio reflejo y eso hería a su ego. Esperó que Linda reaccionara, pues solo obtuvo un largo silencio como respuesta.
— ¿Y eso por qué fue? — terminó por preguntar, muy confundida.
— Cloe me dijo que recibir cumplidos de bocas que no son la tuya te llena, aunque sea un poco. Intentaba hacerte sentir mejor — le explicó —, ¿funcionó?
— Buen intento, fenómeno — ella suspiró —, pero no. Eso no funciona conmigo.
No creo en la magia porque no existe nada más poderoso que unas palabras bonitas, y si un cumplido no funciona no existe hechizo que lo haga.
La cosa es que no se puede vivir recibiendo halagos de tu propio reflejo, que es la forma en la que vivía Gabe. Estaba tan sumido en sus propios cumplidos que alejó los del resto hasta sentirse un poco vacío. El volumen de sus propias palabras parecía llenar el espacio que dejaba, pero todo era una especie de ilusión óptica. Si solo recibes palabras bonitas de tu boca, entonces nunca podrás sentirte completo.
Por otro lado, tampoco puedes vivir recibiendo cumplidos del resto del mundo y no halagarte a ti mismo de alguna forma. Linda vivía recibiendo palabras bonitas pero, al no decírselas a sí misma, terminó por desconocer a su propio reflejo y considerarla una persona distinta. No le servían los cumplidos, rebotaban en su vacío cual eco pues no se los creía.
Y así, el cumplido se transformó en silencio.
Esa clase de silencio que hace pensar demás.
NO ME MATEN POR ESTE CAPÍTULO TAN LARGO
Llevo un tiempo ausente y me inspiré y por eso son tantas palabras...¡¡¡Perdón!!! Solo espero que les haya gustado
Chaíto, se les quiere ❤
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