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Capítulo 32 (parte 2)

¿Qué pasa? (Parte 2)
15 de mayo

6:00 pm

Sin importar que tanto se dijera a si mismo que no debía sucumbir ante su debilidad, caía en el remolino de sus frágiles sentimientos cada vez más. Y en ese momento, que veía el reflejo del atardecer en el mar pintado de colores cálidos junto con una compañía peculiar, se convenció a sí mismo que ese instante, ese sol muriendo, y esa conversación tan íntima, apagaron su fortaleza por completo.

El estar hombro a hombro junto a ella era lo que lo debilitaba de esa manera.

— Preclamsia — repitió Cloe. Saboreó el nombre y la historia que Gabe le había contado, sin despegar sus ojos azules del mar. Él se había quedado incluso después de que su sesión terminara para contarle todo lo que le había sucedido a su amiga.

— Sí — asintió Gabe, mirando el atardecer junto a ella. La arena tibia se estaba colando entre los dedos de sus pies descalzos ¿Por qué había accedido a sentarse junto a ella se esa forma? Todo por culpa de su falta de fuerza de voluntad —. Así que Lili no tiene Pregonexia, como creíste. No intentaba hacerse daño a sí misma, de hecho me dijo que no podía controlar su miedo. Es sólo eso, está asustada, pero sé que lo superará.

— Yo también lo creo — aseguró la chica, que no tenía idea de lo bien que se veía su perfil decorado con los colores de un atardecer como ese —. Sé que ella lo superará.

Cloe abrazo sus rodillas y enterró sus pies en los granos de arena fina. Una especie de vacío se instaló en su corazón al pensar en lo mal que debía estarlo pasando su mejor amiga. Pensó en los ojos café de su mejor amigo, en la tristeza que se instalaría en ellos al saber la noticia, y un puchero involuntario nació en sus labios. Era tan injusto que todo eso estuviera pasando.

Los colores del atardecer comenzaban a hacerse más tenues, pronto llegaría la noche pero ni ella, ni Gabe, tenían intenciones de irse. El caso de Lilian la puso a pensar en lo fácil que era perder algo. Con un simple parpadeo, su mundo podía cambiar. El día desaparece cuando nace la noche, la noche muere cuando aparece el día. Los colores del atardecer no serían los mismos que los del amanecer. Se pierde el día, la noche, los segundos, los colores...

La valentía, la fuerza...todo se puede perder de la nada, incluso un ser humano.

— Gracias por contarme esto, narciso — ella volteó para verlo y le sonrió —, ¿pero, por qué lo hiciste? Tú no eres de los que suelen preocuparse mucho por estas cosas.

— Bueno, es que...— él carraspeó un poco. Se fijó en sus ojos azules y tuvo que tragar saliva ¿Qué estaba pasando? —. Tú insististe mucho por saber qué le ocurría y temía que siguieras insistiendo. Después de todo, es lo que menos necesita ella en este momento.

— Y ahora que sé que tiene, dejaré de ser un dolor en el trasero que no para de preguntar — completó ella —, tiene sentido.

— Además, tú te veías muy preocupada — él se encogió de hombros —, no me pareció justo que siguieras así.

— Vaya — ella lo miró con impresión —, ¿es idea mía, o Gabe Bacher se preocupa por mí?

Él soltó una mueca al escuchar esa pregunta. Eso de sentir preocupación por personas que no eran él lo estaba matando. Era horrible sentir que no tenía el control de sus propias angustias, sino que se las estaba regalando a alguien más.

La gente es libre de tomar sus propias decisiones, de cometer sus propios errores, así que Gabe sentía que estaba malgastado su energía en mostrar preocupación por personas que tenían la libertad de alejarse de él, de lastimarlo. Al preocuparse por su ser y su reflejo, estaba seguro de que nunca se sentiría decepcionado, o abandonado porque era imposible que él se lastimara a sí mismo. Pero ahora que sentía ese vuelco en el estómago llamado nervios por otros, la cosa cambiaba.

Estaba indefenso.

— En una de tus sesiones me dijiste que la empatía no es debilidad — le explicó él —, quise probarlo.

— ¿Y qué tal? — le preguntó ella. El viento había soltado su cabello, así que ahora mechones castaños caían por sus hombros en forma de cascada.

— Mentiste — soltó él —, porque si me siento débil.

Maldijo en silencio los ojos de Cloe, odiaba que ese azul envolvente lo hiciera sentir pequeño. Apartó la mirada, no podía permitirse tanta debilidad en un día. Se dedicó a observar los granos de arena que se deslizaban por sus dedos, ¿por qué el universo le había dado a Cloe unos ojos como esos? Eran armas mortales, que querías aunque fueran tu perdición.

Así que eso hizo, volvió a verlos apesar de que conocía su letalidad.

Descubrió que Cloe despertaba una debilidad en él que...que le daba miedo. Todo se debía a que ella había sido capaz de adivinar mucho de su personalidad cuando recién se estaban conociendo, ¿qué más averiguaría a lo largo del programa? ¿Y si ella descubría cosas en Gabe que ni él mismo conocía?

— A mí me pareces un hombre mucho más fuerte ahora — le confesó ella.

— ¿En serio? — preguntó él, sin poder escapar de sus ojos.

— Sí — le sonrió —. Un hombre fuerte es aquel que combate sus debilidades ¿Sabes cuál es tu mayor debilidad, Gabe? Querer ser fuerte.

» No sé porque, pero crees que la empatía está ligada a la debilidad. En realidad, es fuerza; tu fuerza. Si combates tu miedo a ser débil, serás el hombre fuerte que tanto quieres...El hombre que yo veo en este momento.

— Esto no se siente como fuerza, Cloe — le confesó él —. Se siente como...como miedo.

Ella lo notó, esos ojos verdes cada vez eran más expresivos y sin duda estaban aterrados. Gabe se había encerrado en su narcisismo como si este fuese un caparazón capaz de protegerlo ¿De qué? No importaba en ese momento, solo importaba el grosor de su protección. A medida que sus músculos fueron creciendo, la armadura comenzó a quedarle más y más ajustada. Ahora, Cloe estaba seguro de que a él le dolería quitársela. Tendría que desarmarla pieza por pieza, hasta liberar al verdadero hombre fuerte que se escondía tras esa coraza.

Porque, a ese punto, la armadura de Gabe era más fuerte que Gabe en sí.

Ella tomó su brazo, ese grueso brazo con biceps casi amorfos, y lo rodeó. Apoyó su cabeza en el hombro del chico y no se quejó de lo duros e incómodos que eran. Guardó silencio al sentir como el cuerpo del chico se tensaba. No estaba acostumbrado a tanto afecto, eso oxidaba su armadura...Justo lo que Cloe intentaba lograr.

— Está bien, no importa que tengas miedo ahora. Es normal — aseguró ella —. Me conformo con que lo intentaras y te agradezco enormemente lo que hiciste por mi amiga.

— No hay de qué — él estaba intentando de encontrarle una lógica a la cercanía de la chica...pero parecía que en realidad no había una.

— Pero yo sí te veo como alguien fuerte. No lo olvides.

— Cloe, creo que aún no lo entiendes, pero no me importa que el resto crea que soy fuerte. Importa si yo creo que lo soy. Ese es el punto: debo ser fuerte para protegerme.

— ¿Protegerte? ¿De qué?

Él calló, pues no sabía la respuesta ¿Se estaba protegiendo de la fealdad? ¿Intentaba estar listo para defenderse de más burlas como las que recibió en su infancia? ¿Quería ser fuerte para aguantar otra decepción amorosa? O...¿O intentaba protegerse de ojos como los de Cloe?

No lo sabía, solo sabía que aún le faltaba un largo camino si quería llegar a estar satisfecho consigo mismo. Se amaba, pero no era suficiente.

Nunca es suficiente.

Cloe levantó su rostro y lo miró con delicadeza. Le entristecía el que ni él mismo supiera qué era aquello de lo que intentaba protegerse, pero no le daba lástima. Gabe era alguien tan intimidante físicamente que resultaba imposible verlo de esa forma. Así que solo estaba triste, porque sintió que el merecía más que vivir protegiéndose de algo que no está definido.

La armadura de Gabe no se hizo para protegerlo de una guerra, sino para esperar una. Por ello, estaba rígida ante la oxidación y el mal uso. Es que si esperas mucho tiempo por algo que no sabes que llegara, o que ni siquiera conoces, terminas por consumirte en la espera.

Y así, la armadura de funde y se convierte en tu cuerpo. Su cuerpo.

— ¿Quieres quedarte un rato conmigo? — le preguntó ella, la noche comenzaba su espectáculo lleno de estrellas —. Hagamos castillos de arena.

— ¿Es parte de la sesión? — preguntó él —, porque quería ir a hacer pesas.

— No, no es parte de la sesión — ella se encogió de hombros —. Solo quería pasar el tiempo contigo.

Alguien fuerte sabe obedecer sus propios pensamientos, ¿no es así? Así que, si fuera fuerte, Gabe se habría marchado del lugar al instante luego de oír a su cerebro decir: "vete, idiota. No tienes nada que hacer aquí" Pero su cuerpo se mantuvo inmóvil, la arena seguía en sus pies...

¿Qué estaba pasando?

— Bien, me quedaré — ¿Qué? —, pero no haré castillos de arena.

— ¿Y si haces solo una pequeña torre? — preguntó ella, con una sonrisa suplicante —. Por, favor.

— Solo una, y pequeña — ¿En serio?

Te lo digo, cariño, ni yo mismo sé que está pasó en ese momento. Jamás imaginé que Gabe Bacher sucumbiría con tanta facilidad a la petición de una casamentera tan demente. No creo que haya sido por debilidad, ni mucho menos.

Pero él...él si creyó que se debía a eso.

🌻

8:00 pm

— ¡Aviv Everton, deja de reírte! — Linda lo golpeó en el hombro, pero eso no impidió que él continuará riendo —, ¡Esto es triste, no se supone que te cause gracia!

— Admito que el libro es triste — dijo él, calmando sus carcajadas —, lo que me da risa es lo tierna que puedes llegar a ser llorando por un libro.

— ¡Eres un imbécil! ¡El novio de la protagonista acaba de morir y tú solo te ríes de mí! ¡Insensible!

— ¿Si sabes que esos personajes no existen, verdad?

— Fingiré que no acabas de decir eso solo porque no quiero que está relación acabe tan pronto, pero consideralo tu primer strike.

Él soltó una carcajada aún más fuerte, no podía explicar lo mucho que disfrutaba pasar el tiempo junto a ella. A pesar de que nunca establecieron ser una relación seria, se referían a ellos como novios. Todo fluía de maravilla entre ellos dos, así que ninguno tenía quejas del otro hasta el momento.

Salvo Linda, que decía que los personajes literarios eran reales en su corazón y Aviv tendría que aceptarlo.

Él intentó abrazarla y, aunque logró rodearla al principio, se desubicó al buscar su cuello y terminó por posar su mano en la mejilla llena de cicatrices de la chica. Las risas se detuvieron, y la tensión se hizo evidente al momento. Linda se sonrojó al instante, el tacto en su pómulo le provocó una especie de chispa que la recorrió desde su estómago hasta el resto de su cuerpo.

¿Por qué la gente relacionaba el amor con el corazón, cuando el primer lugar en el que se siente ese sentimiento es el estómago? El cosquilleo, la chispa, los nervios, todo se siente ahí. Un corazón se queda corto ante todo lo que siente un estómago enamorado.

Aviv creyó que ella se sentiría intimidada ante ese toque sobre sus cicatrices, así que comenzó a alejar su mano. Se llevó una sorpresa cuando ella volvió a colocarsela en su mejilla. Luego, buscó la otra mano y la guío hacia el otro pómulo, indicándole que ella le daba permiso para inspeccionar su rostro.

Le estaba dando permiso para conocerla.

Aviv pasó sus pulgares por las mejillas de Linda, siguiendo las irregularidades en ellas como caminos que lo llevaron hasta sus labios. Un suspiro se escapó de la chica cuando sintió el calor de esos dedos recorrer su boca con una delicadeza que no dejó de ser seductora ni por un segundo. Ella cerró sus ojos, le estaba permitiendo ver su fealdad. Ahora sus manos estaban en su frente y seguía encontrando más cicatrices ¿Qué pensaría de ella ahora que podría verla como el resto?

— Aquí — notó él, al llegar a su barbilla —, está cicatriz de aquí es más grande que el resto, ¿o me equivoco?

— No, no lo haces — ella tuvo que tragar saliva cuando los dedos de Avi siguieron el rumbo de la cicatriz por su cuello, hasta llegar a la parte de su pecho que no cubría el escote de la blusa. La cicatriz seguía mucho más abajo, pero él no fue más allá. Al menos no en esa oportunidad —. Es que esa cicatriz, a diferencia de las otras, no me la hice en el incendio.

— ¿Y cómo fue?

— En un bar — ella suspiró al recordar aquello —. Cuándo cumplí diecisiete salí con un chico feo, como yo, que decidió llevarme a un bar tan feo como nosotros dos. Teníamos identificaciones falsas que él había conseguido y yo estaba emocionada. Era la primera cosa prohibida que hacía en mi vida. Todo iba bien, hasta que decidí ir al baño de chicas y me siguió. Era la primera cita, recién lo conocía...Yo no quería hacer lo que él me propuso.

— ¿Lo detuviste?

Un suspiro más fuerte escapó de sus labios.

— Me dijo que ambos éramos tan feos que nunca tendríamos la oportunidad de experimentar a menos de que fuera con alguien horrendo. Insistió, hasta que me convenció. Después de todo, si soy horrorosa y tenía bastante sentido lo que él me decía. Dejé que me tocara como quería, en ese baño tan feo como nosotros dos...

» Y fue horrible...Su tacto me ardía, sin mencionar que fue grosero y brusco. Cuando terminó, que fue pronto o al menos eso quiero creer, empecé a llorar. Él se enojó y me dijo que no podía esperar mucho, que siendo tan fea eso sería lo mejor que recibiría. Estaba molesto, así que me arrojó una botella de alcohol vacía que estaba en el lavado y un vidrio me cortó hasta el pecho.

— ¿Pero qué le pasa a ese tipo? — el rostro de Aviv era una mezcla de horror con enojo. Por un lado, le quería partir la cara al responsable de eso y por otro, quería abrazar a Linda hasta borrar ese recuerdo de su mente.

Ella se encogió de hombros, y se reprochó a sí misma cuando comenzó a llorar. Se había dicho que no lloraría más por una persona, que solo lloraría por esos personajes literarios que vivían en su corazón y por versos que resultaban hermosos. Pero ahí estaba, llorando por el imbécil que le dijo que nunca recibiría amor.

Aviv volvió a colocar las manos en las mejillas de ella y limpió con delicadeza esas gotas que caían por ellas. Sus dedos se encontraban con cicatrices a menudo, y él terminaba por trazar patrones sobre ellas; como si esa fealdad mereciera ser tratada de una forma bella. Cuando sus ojos le permitieron ver entre todas las lágrimas, Linda se fijó en la mirada perdida de él. Incluso estando completamente nublada, era capaz de transmitir sentimientos muy fuertes.

— En parte, lo entiendo. Sé lo que es tener un físico asqueroso. Sientes que todas las oportunidades del mundo se cierran ante tus ojos, que todo te va a salir mal...así que comprendo la frustración del tipo — ella trazó patrones en sus brazos mientras tanto —. Pero sigue siendo un idiota.

— Muy idiota — aseguró él —, porque a mí me pareces muy bonita.

— ¿Con cicatrices y todo?

— Sobretodo con esas cicatrices.

El estómago de Aviv también soltó esa chispa, también vibraba. El libro se cayó del regazo de Linda cuando ella se acercó más a él, en busca de sus labios. Atrapó su boca en un beso que buscaba mostrar gratitud, y aclarar sentimientos. Sin soltar sus mejillas, él intensificó el beso mordiendo el labio inferior de la chica con ligereza. Aunque ese sutil intento de camuflar el deseo con calma se arruinó con rapidez, pues Linda enredó sus dedos en el cabello caoba y le hizo entender que quería más.

Después de todo, él no era un idiota. Con él si sentía que podía querer.

Sin despegar sus labios de los de Linda, él soltó una pequeña sonrisa. Ella le gustaba tanto que estaba seguro de que no podía controlarse al tenerla tan cerca. Un suspiro se le escapó a ella cuando la lengua de Aviv se hizo paso entre su boca, así que terminó por empujarlo para que cayera de espaldas en el sofá. Ella acabó sobre él, dejando un camino de besos por su barbilla.

— Linda — la voz entrecortada de Aviv la llamó —. Te...

— Sh, no lo digas aún — ella colocó su dedo sobre su boca para callarlo. Sonrió, a pesar de que él no la veía —. Vamos a disfrutarlo, ¿te parece? Soy una chica de palabras, pero quisiera demostrarte con acciones lo que siento antes de buscarle una palabra.

— Me parece bien — las manos de él viajaron a la cintura de la chica, justo debajo de su blusa.

El tacto de Aviv ardía sobre su piel, pero no de la misma forma que sucedió en ese bar. No quería alejarse, solo quería sentir más ¿Qué estaba pasando? ¿Un adefesio estaba aprendiendo a amar? Ella observó cómo él lamía sus labios antes de buscar los suyos en otro beso incluso más profundo y apasionado que el anterior. Sus dedos comenzaban a recorrer el resto de las cicatrices en su cuerpo, pero a ella no le importaba. Estaba dispuesta a mostrarse tan fea como era frente a él.

¿Era muy rápido? ¿Era lo correcto? Si algo había aprendido de sus personajes literarios es que no existe ni tiempo ni perfección en sentimientos como ese. Solo existen emociones que se acumulan en el estómago y que salen a recorrer el resto del cuerpo; solo existe el momento.

— Eh...niños, está casa tiene tres habitaciones por una razón — al escuchar la voz de Sanne, las manos de Avi dejaron de recorrer las cicatrices y las bocas tuvieron que separarse. Linda se encendió en rojo de inmediato, cerró los ojos deseando que la voz fuese algo imaginado —, tantas camas y ustedes escogen el sillón frente a las puertas francesas. Lindos, pero no inteligentes.

Linda se levantó la mirada a la velocidad de la luz, y le dedicó una sonrisa apenada a Sanne. Seguía sobre Aviv solo porque no encontraba las fuerzas para pararse, estaba aún antontada por las emociones en su estómago. Su cabello era un desastre, sus labios estaban hinchados y su blusa estaba mal puesta. Empezó a preguntarse si ese era el momento vergonzoso en un libro en el que el narrador termina el capítulo porque todo da demasiada vergüenza como para contarlo.

¿Se acabaría el capítulo de una vez?

Supo que no cuando recordó que estaba en la vida real, no dentro de un libro. Maldijo a sus adentros, debió pensar en las tres habitaciones antes.

— ¡Sanne! — tomó las fuerzas para levantarse. Intentó arreglar su blusa, pero no resultó —, nosotros...eh...estábamos...

— Cariño, no tengo tres años. Sé que estaban haciendo — la morena sonrió con diversión —, y pueden seguir sin problema. Yo solo estoy de paso, vine a buscar un pote de helado que dejé en el congelador para poder maldecir al género masculino como se debe. Así que, si me disculpan, iré por a la cocina.

Caminó como si nada hacia la cocina de la casa, mientras Linda pedía que la tierra la tragara.

— ¿Maldecir al género masculino? ¡¿Y que carajo te hice yo, Sanne?! — gritó Aviv, riendo. Extendió su mano, dándole a entender a Linda que la tomara. Eso hizo, mientras él esperaba la respuesta de la otra chica en la casa.

— ¡Tú no cuentas! — esa fue la respuesta —, ¡Hablo de los hombres que son idiotas!

— Oh — soltó a Aviv —. Si, a esos si puede maldecirlos sin problema.

Linda soltó una pequeña carcajada y dejó un beso corto en sus labios. Su estómago volvió a chispear, sin duda estaba muy enamorada. Quería continuar demostrandoselo, pero el sonido de las puertas francesas abriéndose la detuvo. Volteó para encontrarse a Cloe y a Gabe, cubiertos de arena de la cintura para abajo.

— ¿Recién se terminó la sesión? — preguntó Linda, sorprendida.

— ¿Recién se terminó el tornado? — preguntó Gabe al ver su cabello alborotado —, ¿Qué te pasó?

— Aviv, eso pasó — soltó Sanne, apareciendo con su envase de helado y una cuchara —. Estaban dando todo un espectáculo ¿No lo vieron? Prácticamente toda la playa tenía vista de ello.

— Oh, cállate — le dijo Linda, sonrojada.

Cloe soltó una carcajada y luego se sacudió toda la arena. Genial, luego tendría que limpiar eso.

— La sesión terminó hace rato — comentó Cloe —, solo estábamos pasando el rato ¡Oh! ¡E hicimos un castillo de arena!

— ¿Qué? — Linda dirigió su mirada a Gabe —, ¿Tú, un castillo de arena?

— Sí, pero es terrible. Lo destruyó al intentar colocar una torre — bufó Cloe —. Eres un tosco, narciso. En fin, iré a hacer palomitas ¿Alguien quiere?

Todos negaron, así que ella fue sola hasta la cocina para hacer sus preciadas palomitas. Gabe encontró los ojos de Linda, mirándolo con diversión. A diferencia de Cloe, no le daba miedo ser descifrado por ella. Le tenía confianza, y hasta podía decir que sus consejos le eran de mucha ayuda.

— Ni siquiera preguntes cómo acabé haciendo castillos de arena — la detuvo —, solo te diré que hoy a sido el peor día de mi vida.

— Siempre puede haber peores — ella se encogió de hombros —. ¿Qué fue lo que te paso?

— Mejor ni respondo, solo voy a tratar de olvidarlo — dijo —. Haré como si nunca hubiese vivido este día. He sido demasiado débil como para recordarlo.

Aunque sabía que lo intentaría, Gabe estaba seguro de que no podría olvidarlo del todo. Se estaba volviendo tan débil que no podía hacerle caso a las inteligentes indicaciones de su brillante cerebro, su armadura de destruía de a poco. Así que recordaría los colores de un atardecer en L.A y la profundidad de una mirada azulada por toda una vida...

Genial, justo lo que necesitaba.


En este capítulo doble pasan DEMASIADAS cosas, ¿verdad? Así que voy a comentar algunas cositas que pensé mientras escribía:

1. POBRE LILI siento que la estoy haciendo llorar todo lo que no lloró en el primer libro. En fin, me hizo sentir mal ponerla a ella y a Derek (pobrecito él también💔) en esta situación.

2. Sonará cruel, pero me encanta enloquecer a Gabe JAJAJAJ Me gusta muchísimo el personaje y siento que mientras más enloquece, más tierno me parece ¿Qué opinan?

3. Sanne me está volviendo loca, y eso que yo estoy escribiendo esto. Pero sigo amándola.

4. A pesar de que creo que Avi y Linda van un poco rápido, creo que ella se lo merece. Obvio le daré más forma a la relación, pero me gusta que por primera vez ella decida arriesgarse a pesar de sus inseguridades ¿Qué creen?

5. AMO A CLOE, PERO ES QUE LA AMO.

Bueno, eso es todo JAJAJA sentí que tenía que dejar algo luego de este cap tan lleno de cosas. Espero que les haya gustado 🤗

Chaíto, se les quiere❤

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