Capítulo 32 (parte 1)
¿Qué pasa? (Parte 1)
15 de mayo
3:00 pm
Generalmente, Gabe solía mirarse al espejo para admirarse. Solía perderse en su supuesta belleza, sus músculos y su fortaleza. No obstante, esa vez en particular, no estaba viendo su reflejo para buscar todas las hermosas características que encontraba en él. Tan solo estaba tratando de encontrar en sus ojos verdes al Gabe que conocía.
Porque hacía un par de semanas que no lo encontraba.
No le quería dar el crédito al programa de Cloe, pero sin duda estaba cambiado desde que eso había iniciado. Seguía consumiendo esteroides, y haciendo ejercicio tanto como quería, pero se sentía más débil que nunca. La compañía de su casamentera le molestaba cada vez menos, e incluso comenzaba a sonreír más ante su ridícula actitud. Sin darse cuenta, se estaba convirtiendo en alguien mucho más comprensivo y dispuesto a escuchar.
¡¿Pero qué le estaba pasando?!
Hablaba a menudo con Sanne, se llevaba de maravilla con ella a pesar de lo confusa que resultaba su actitud a veces. Su amistad con Dalia había mejorado, y con Don podía decir lo mismo. Empezó a interesarse por las cosas inentendibles que pronunciaba Derek, e incluso le ofreció ayuda a Lilian por si necesitaba manos extra moviendo cajas y cuadros en la apertura de su galería. Amenazó a Aviv con golpearlo si le hacía daño a Linda, quien se había vuelto su mejor amiga y mejor confidente.
Y, a parte de todo eso, no le gritó a Adam en toda la semana ¡¿Pero qué clase de cambio era ese?!
Sacudió su cabeza cuando pensó que sus ojos verdes se veían igual de indefensos que hacía años. Sin duda, esa compañía lo estaba volviendo débil de nuevo. Debía hacer algo al respecto, ¿pero qué? ¿Alejarse de Cloe?
No, su mente no le permitió considerar esa opción.
Quizá lo mejor era volver a hacer pesas y refugiarse en su egoísmo, esa coraza protectora que aún no se iba del todo. Debía ser fuerte, la persona más fuerte del mundo contad de no salir lastimado nunca más. Así que se convenció a sí mismo de que haría pesas y abdominales una vez que su sesión de ejercicios con Lilian terminara.
Cosa que habría terminado pronto, de no ser porque las cosas nunca salían como Gabe quería:
- G...Gabe - él escuchó la voz de Lilian tras de él.
La había dejando haciendo ejercicios sencillos con una de esas pelotas ortopedicas que rara vez usaban en el gimnasio. A pesar de que no salió de la habitación, perdió por completo la noción de que ella estaba ahí con él para fijarse solo en su reflejo, así que ese llamado lo devolvió a la realidad. Volteó para encontrarla, pero no se veía igual que la Lilian a la que estaba acostumbrado.
Estaba tirada en la colchoneta, la pelota ortopédica había rodado lejos de ella luego de que perdiera el equilibrio. Estaba pálida, y por la forma en la que sujetaba su frente él notó que le dolía. Gabe solo comprobó su teoría de que se estaba volviendo débil cuando se preocupó por ella. Corrió hasta llegar a su lado, e intentó sostenerla por la nuca para evitar que apoyara su cabeza en el suelo pero ella se quejó del dolor. Algo no andaba bien.
- ¿Lilian? - su respiración se estaba volviendo entrecortada, sus ojos comenzaban a cerrarse. Él sabía que eso no se debía al ejercicio físico, era imposible pues le había puesto algo increíblemente sencillo. Tenía que estar pasando otra cosa -, ¿puedes decirme qué tienes?
- M...me duele - ella sostuvo su cabeza, lágrimas de dolor comenzaban a salir de sus ojos mientras intentaba tomar bocanadas de aire con desesperación -. Y...y no...no respiro.
Y eso fue lo que empujó a Gabe a cargarla para correr con rapidez hacia la pequeña enfermería que Don y él instalaron para casos como ese. Verás, convertirse en entrenador personal no es tan sencillo como suena, menos si eres tan entregado a tu vocación como lo eran esos dos chicos. Ambos tomaron varios cursos en primeros auxilios, sabían lidiar con problemas médicos y qué hacer en casos de emergencia.
Apoyó a Lilian en la pequeña camilla, ella seguía intentando respirar y se sostenía la cabeza. Entre balbuceos, le dijo que estaba mareada, que sentía que se desmayaría, y lloraba por el dolor de cabeza. Se apresuró a levantar sus piernas y dejarlas apoyadas sobre una pequeña montaña de mantas. Buscó un algodón y lo sumergió en alcohol, se lo colocó cerca de la nariz para que lo oliera e intentó darle aire con una pequeña libreta. Poco a poco, Lilian comenzaba a reaccionar. La desesperación disminuía, pero se notaba que aún respiraba con dificultad.
- ¿Mejor? - preguntó Gabe, arrojando a la basura el algodón.
- Si...pero todavía me...me siento...
- ¿Asfixiada? - preguntó Gabe, ella asintió con la cabeza-, ¿Tienes top de deporte debajo de esa camisa? - ella volvió a asentir -. Ven, te ayudaré a quitártela.
Eso hizo, y volvió a apoyarla sobre la camilla justo después. Al ser su entrenador, conocía a la perfección su contextura. Llevaban cinco años trabajando juntos, así que él sabía que el cuerpo de Lilian había pasado de ser un patético palillo a uno firme, aún delgado, pero fuerte. Se detuvo por instantes en su estómago, porque notó un pequeño bulto en él que sin duda era nuevo. Pensó en Cloe, diciendo una y otra vez que su amiga estaba demasiado flaca para su estado, pero con diez semanas era natural, ¿no?
Gabe frunció el entrecejo. Quizá eso era normal, pero quedarse sin aire no. Rebuscó entre las cosas del botiquín de primeros auxilios y tomó el esfigmomanómetro (esa cosa con la que se mide la presión arterial) y se la colocó a Lilian en el brazo mientras ella se recuperaba de a poco.
- Gracias, Gabe - le dijo con voz débil -, eso fue...horrible. Me habría desmayado de no ser por tí.
- No hay de qué - le sonrió ¿Ves? ¡Estaba siendo todo un débil! Él se reprochó a sí mismo y continuó midiendo la presión de Lilian. Cuando terminó, solo pudo abrir los ojos con sorpresa -. Mierda, Lili, tu presión arterial está...
- ¿Más alta que tu ego? - preguntó ella, él frunció el ceño pero termino por asentir con la cabeza. Después de todo, su ego sí que era tan alto como esa presión -, lo sé.
- ¿Cómo que lo sabes?
Ella se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza. Cuando los abrió, habían más lágrimas en ellos. Gabe le quitó el aparato de nombre impronunsiable del hombro y tomó su mano "¡¿Por qué?!" se preguntó. "Pues, porque está débil, y triste, y se ve patética...es tu amiga, imbécil. Apoyarla no te va a matar".
Pero sí que lo ponía a él en una posición bastante débil.
Lilian apretó su mano al tiempo en el que continuaba sollozando. Llevaba un tiempo aguantando dolores de cabeza insoportables, y mareos que la descolocaban y la dejaban sin aire para respirar. Sin embargo, era la primera vez que resultaba tan fuerte, y eso solo hacía todo más real. La culpa que llevaba invadiendola por semanas la estaba consumiendo, así que decidió contarle todo a Gabe.
Aunque sabía que a él no le importabas los problemas ajenos.
- ¿Sabes qué es preclamsia? - le preguntó, fijándose en él.
- Sí, si - él cerró los ojos y frunció el ceño para pensar mejo. Estaba seguro de que había oído de eso en alguno de sus cursos de paramédico -. Eh...es...una enfermedad que contraen algunas embarazadas. Las complicaciones son pérdida de proteínas y...y...
Chasqueó sus dedos, intentando recordar. El resto no venía a su mente.
- Y presión arterial alta - completó Lilian. Gabe abrió sus ojos y la miró, ahora entendía porque su rostro lleno de tristeza y preocupación.
- Mierda, Lili - le dijo, pues es lo más comprensivo que podía ser -, ¿Pero esto te lo dijo un doctor?
- Sí, en la última visita al obstetra me dijeron que lo tenía - confesó -. Lo que significa...
- Que tu embarazo está en riesgo.
Joder.
Lilian asintió con la cabeza mientras más lágrimas corrían por sus mejillas ¿Qué se suponía que haría Gabe ahora? No sabía cómo actuar ante tanta tristeza ajena. Intentó palmear su hombro, como en las películas, pero se dió cuenta de que eso solo se veía raro. Soltó su mano, sin saber de qué otra forma podía animarla ¿Qué se le dice a alguien que puede perder a un hijo?
¿Lamento tu pérdida? ¡Ni siquiera lo había perdido! Lilian estaba atrapada en un limbo, pero Gabe en un infierno en el que no sabía cómo actuar. Estaba descolocado, se sentía indefenso, pero no había forma de escapar.
- ¿Por qué no me dijiste, Lili? - preguntó, en última instancia -, no podías hacer ejercicio así. Es sano hacer deporte en tu estado, pero cuando pasa a ser un embarazo de riesgo, todo cambia.
- Ni siquiera se lo he dicho a Derek - soltó -, ¿cómo te lo iba a decir a tí?
- ¡¿Derek no sabe esto?! - exclamó el chico. Mierda, ¿entonces él era el primero en escuchar eso? ¡¿Tendría que ser el primero en darle un consejo?! "No debí darle a oler el alcohol" pensó, pero se retractó de inmediato.
Eso era muy cruel, incluso para él.
- ¿Cómo se supone que se lo iba a decir? - preguntó Lilian, sonaba desamparada.
- Así, mira - él carraspeó un poco para darse a entender mejor -: Derek, tengo preclamsia y puede ser peligroso para el niño ¡Listo! Es mejor que ocultarselo.
- No entiendes - le dijo, evitando su mirada.
Tenía razón, no entendía. No sabía porqué no podía ser sincera y ya, o porqué le contó eso cuando ella sabía que a él no le importaba. Era confuso entender la complejidad de las mentes ajenas porque la suya era simple, o al menos eso creía él. Sus pensamientos eran directos, y solo buscaban una cosa: lo que me importaba. El resto, lo desechaba, lo eliminaba de su mente para tener más espacio y poder pensar en sí mismo.
Para él, pensar era simple. Para el resto, era todo un proceso.
Así que se maldijo a sí mismo cuándo desafío a su naturaleza y decidió intentar entender.
- Entonces, ayúdame a entender - se acomodó en una silla junto a la camilla y se preparó para prestarle atención a una historia que no lo incluía...eso era nuevo -, ¿qué pasa? ¿Por qué no se lo has dicho a Derek?
- Porque él está tan feliz e ilusionado - ella se sentó en la camilla, sentía que se ahogaría con sus propias lágrimas si no -. Cuando me habla del bebé se iluminan sus ojos, está pensando en una familia pero yo...yo no estoy viviendo eso. No quiero que me odie si se lo digo.
- ¿Odiarte? ¿Por qué lo haría? Esto no es tu culpa.
- ¡Si lo es!
Ella se abrazó a sí misma, más lágrimas caían por sus pómulos rojos. Lo más patético de su imágen, o al menos para Gabe, era que ella no lloraba por sí misma, o por el dolor que le estaba causando su presión arterial. Lloraba por la tristeza que le causaría a Derek, se estaba callando por alguien más.
- Yo causé esto - dijo Lilian, bajando su voz -, yo no me cuidé. Sigo sin asimilar todo esto porque...porque tengo miedo. No puedo vivir la alegría que vive Derek porque estoy aterrada, y no me puedo quitar el terror de la cabeza.
- ¿Miedo? ¿De qué? - él recordó la historia de Lilian. Prácticamente, era una huérfana. Padre irresponsable, madre alcohólica, ¿tenía miedo de seguir sus pasos? -, ¿Te da miedo ser como tú madre? Lilian, tu...
- ¿Qué? No, no, sé que yo no seré como Caroline y sé que Derek no será como mi padre. Él será un papá maravilloso. Ese no es el problema.
- ¿Entonces, cuál es? Mejor sé directa, Lili. Esto de hablar no es mi punto fuerte.
Ella lo sabía. Ni siquiera sabía porque él había decidido escucharla. Pudo haberla dejado en la enfermería sola, llorando, pero estaba ahí ¿Por qué? Pensó que se debía a que estaba tan patética y daba tanta lástima que incluso logró conmover al corazón de roca de Gabe. Suspiró, no iba a menospreciar su intento por escuchar cuando ella lo necesitaba tanto.
Así que hablo. Le dijo la verdad, era a la primera persona que le decía todo eso.
- No me da miedo ser igual a mi madre - confesó -, me da miedo que este bebé sea igual a mí.
- ¿Súper talentosa, creativa, y bonita? - preguntó él, haciendo que ella alzará la mirada sorprendida. Él sonrió -. ¿Qué? Llevo cinco años conociéndote, algo de atención tenía que prestar. En fin, no veo cuál es el problema de que sea así.
- Porque esa Lilian es la que tú conoces, esa que se curó y siguió adelante. Pero el mundo es cruel, Gabe. Es horrible y juega con los corazones y las mentes de las personas buenas. Cabe la posibilidad de que este bebé sea igual a mí - se abrazó con más fuerza -. Y si lo es, entonces el mundo lo dañará.
» La sociedad es cada vez más exigente, y yo sé que es caer en las tentaciones que te sirve en bandeja de plata. Soy débil, y mi hijo, o hija, puede heredar mi gen lleno de debilidad. No estoy lista para amar a alguien propenso a destruirse, me costó mucho amarme a mí misma y ahora sé que tendré que explicarle a una criaturita indefensa que hay cosas que duelen, y que no hay nada que yo pueda hacer. Me da miedo porque no puedo defender a este bebé, ni evitar que sea como yo.
Lilian se amaba a sí misma, pero amar a alguien igual a ella implicaría sufrir el doble de lo que sufrió en el pasado. Temía querer con tanta fuerza a ese fríjol dentro de ella que terminaría por partir su corazón cada vez que ella no pudiera defenderla del mundo cruel en el que vivían. Tenía miedo de no ser suficiente para defenderlo, o de ser demasiado débil como para sostenerlo cuando necesitara.
Una madre apoya, ayuda, consuela, pero a ella le llevó años hacer todo eso por sí misma ¿Cómo serviría de apoyo para alguien más? Lo veía imposible. Con solo pensarlo, sentía que comenzaría a temblar.
- Por eso he intentado ignorar que hay alguien dentro de mí todos estos meses - limpió sus lágrimas -. Me he descuidado a un punto en el que eché a perder mi salud, y la del niño que tiene ilusionado a la persona que más amo. No sé qué hacer, Gabe. Estoy...estoy más perdida que nunca.
Si ella estaba perdida, solo imagínate cómo estaba Gabe.
Rascó su nuca, como si así fuera activar una especie de interruptor y ¡Puf! Aparecería un consejo brillante que lo haría quedar como un héroe. Por supuesto, no pasó. Así que quedó cara a cara con los ojos hinchados y llorosos de Lilian sin saber que hacer.
- Te ves más asustado que yo en este momento - notó la chica, intentó sonreír.
- Es que...no sé qué decirte - admitió Gabe.
- ¿Podrías ser directo? - le pidió ella, cerrando sus ojos -, solo dí lo que piensas. Eso me ayudaría mucho.
- Está bien...
Eso debía ser sencillo para él.
- Primero que nada, tiene sentido que tengas miedo, ¿bien? Concuerdo contigo, esta sociedad es una mierda, pero esa criatura tiene los genes de una luchadora y los de un científico loco (porque sé que tú prometido lo niega, pero lo es) así que yo pondría mi fe en él, o ella. Seguro le da una patada en el culo al mundo cuando llegue.
» Segundo, debes decirle esto a Derek. Le harás daño si se entera de otra forma, y se nota que él te importa más que tú misma lo cual, por cierto, es patético.
- Es mi novio - acotó ella -, ¿por qué es patético que me importe tanto?
- No lo sé, solo me lo parece - él se encogió de hombros -. En fin, por último debo decirte que no voy a entrenarte más. Puede que ahora no estés muy entusiasmada por este bebé, pero supongo que no quieres perderlo, ¿o sí?
- ¡No! ¡Por Dios, no!
- Entonces descansa, deja de estresarte y habla con alguien que sea mejor consejero que yo. Siento no poder ayudar más, pero esto es todo lo que puedo decirte.
- Es...es mucho, de hecho - ella sonrió -. Gracias, Gabe.
Él sonrió como respuesta, pero notó como los ojos de Lilian se volvieron a cristalizar. Rodó los ojos al instante.
- ¿No pararás de llorar? - preguntó.
- Lo siento, no puedo parar - se disculpó, tratando de limpiar sus propias lágrimas. Gabe miró hacia el techo y se volvió a reclamar cuando hizo algo que iba en contra de su fuerte naturaleza.
- Está bien, ven acá - se sentó a su lado en la camilla y la abrazó con delicadeza. Lilian empezó a sollozar en su pecho, todo su cuerpo tembló ante las lágrimas, pero Gabe la sostuvo -. Tranquila, vas a superar esto.
- Gra... Gracias.
- No hay de que. Pero si le dices a Donovan que en realidad no soy alérgico a los abrazos me molestaré, Lilian.
Una pequeña carcajada escapó de la garganta de la chica. Gabe sonrió al pensar que había sido capaz de animarla aunque sea un poco. Luego, su subconsciente lo regañó por bajar la guardia en un momento tan íntimo como ese.
¿Qué estaba pasando? ¡Estaba más débil que nunca!
🌻
7:00 pm
A pesar de que Gabe consideró que su ayuda no fue suficiente, logró que Lilian se armara de valor para confesarle a Derek de una vez por todas la verdad sobre su embarazo. Le rompería el corazón, pero sabía que era lo correcto.
Ahora, que tomara el valor para hacerlo, no significaba que eso la ponía menos nerviosa.
Llenó de rayones sin sentido la página del blog de dibujo en sus manos. Derek aún no llegaba de su trabajo, y ella llevaba horas practicando mentalmente qué le diría. Gabe la trajo hasta su casa después de su conversación, la obligó a cambiarse de ropa, ponerse un pijama y prepararse algo caliente. Luego se fue, porque le resultaba imposible prestarle tanta atención a alguien que no fuera él mismo.
En fin, al menos hizo algo. Ella estaba infinitamente agradecida por eso.
Detuvo sus rayones cuando escuchó la puerta abrirse y luego cerrarse. Su corazón comenzó a latir tan fuerte que comenzó a creer que todo su cuerpo latía al compás de su órgano bombeador de sangre. Debía hacerlo, tenía que hacerlo...
No importaba que tantas lágrimas se le escaparan en el intento.
- ¿Derek? - lo llamó -, ¿Eres tú?
- ¡No! ¡Soy un secuestrador con un juego de llaves idéntico al de tu novio! - gritó, hasta llegar a la sala de estar. Le sonrió al encontrarla sentada en el sofá -. Tienes que dejar de hacer esa pregunta, bonita.
- Y tú tienes que dejar de ser tan sarcástico - ella bajó la hoja, pero no lo miró a la cara. Le dolía tanto...
- Así me amas, no puedes cambiarme - dijo con diversión. Dejó su maletín en el suelo y desabrochó los botones de su camisa para luego acostarse en el sillón, usando las piernas de Lilian cómo almohada. Tomó el blog con delicadeza y frunció el ceño al ver todos esos rayones -. Cariño, sé qué dices que la física es inentendible, pero creo que el arte es otro nivel. Es decir, mira esto.
Se suponía que debía reírse, o al menos contraatacar con algún comentario sagaz. Sin embargo, eso no ocurrió. Ella comenzó a estremecerse, y el llanto se volvió a apoderar de sus ojos pálidos. Derek se levantó al instante, con tanta preocupación como con confusión.
- ¿Lili? - preguntó, angustiado -. Mi vida, ¿qué ocurre?
- Lo siento, de verdad - ella odiaba llorar, pero ahí estaba, incapaz de parar -. Perdóname... perdón.
- ¿Perdón? ¿Por qué? - tomó su rostro, por el que no paraba de bajar lágrimas -. Lili, me estás asustando ¿Qué pasa, bonita?
Ella lo buscó con desesperación y se refugió en un abrazo necesitado, esperando desaparecer en ese momento y no tener que confesar algo que lo lastimaría tanto. Escondió su nariz en el cuello de Derek y se hizo una pequeña bola entre sus brazos. Se sentía culpable, mal, triste, aterrada...todo al mismo tiempo. Era un mar de sensaciones.
Incluso tan inentendible como la física cuántica, o el arte.
Derek estaba anonado y confundido. Llevaba conociendo a Lilian toda una vida, y solo la había visto así una vez. Tragó saliva, era como tener un terrible dejá vu, y ese era su peor miedo. La apretó con fuerza entre sus brazos y tomó valor para llegar al fondo de eso.
- Lili, por favor, dime qué te ocurre - le suplicó -. Así no puedo ayudarte. Yo...yo...me destroza verte llorar.
- Y a mí me destroza destrozarte - sorbió su nariz sin pudor alguno -, lo siento, pero no puedo parar de llorar. Me siento tan mal...
- ¿Por qué? - él la alejó un poco para poder tomar su rostro -. Lili, ¿qué te está pasando?
Y ahí, ella se quebró. Le contó todo, desde su miedo a que su hijo fuera igual a ella, hasta su descuido que la llevó a un embarazo en riesgo. Derek se fue tensando de a poco a medida de que la fue escuchando. La apretó aun más contra él, pues no tenía palabras para explicar que sentía en ese momento.
- No me odies, por favor - le pidió, entre sollozos.
- ¿Odiarte? - la voz se le entrecortó en ese momento -, ¿Cómo podría odiarte, bonita?
- Es tu hijo - ella levantó la mirada para verlo a la cara. Sus ojos café estaban tan tristes...le dolía tanto -, por mi culpa está en riesgo.
Él negó con la cabeza y volvió a abrazarla ¿En qué momento se despistó y no notó lo mal que la estaba pasando ella? Quizá lo nubló la ilusión, la alegría de todo lo que estaba ocurriendo, y no se fijó del todo en ella.
- No, cariño, no es tu culpa...- la abrazo más fuerte -. No lo es.
Ella siguió sollozando, temblando y lloriqueando en sus brazos. A veces no hay un culpable, a veces las cosas solo pasan y los corazones buenos son los que primeros sufren.
Son los que más duelen.
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