Capítulo 29
Mucho potencial
26 de abril
2:00 pm
Querido Jace:
He estado investigando mucho, tanto de la vigorexia, como del amor. No quiero aburrirte con todo este nuevo conocimiento, así que aquí hay un pequeño resumen de todo:
✓ La vigorexia tiene otro nombre: Distrofia muscular. En mi opinión, es un terrible nombre ¿Cómo esperan que la gente quiera informarse de este trastorno si le ponen un nombre tan aburrido?
✓ El amor tiene efectos similares a la cocaína...así que, en teoría, estoy tratando de drogar a Gabe.
✓ Como la vigorexia proviene de un cuadro obsesivo compulsivo, la persona que lo padece busca fuerza añadiendo carbohidratos y proteínas a sus dietas, o consumiendo esteroides que, en teoría, son drogas. Estoy consiente de que Gabe hace ambas cosas, y mi deber es evitarlo.
Así que se puede decir que estoy tratando de reemplazar una droga con otra.
Agradezco que solo yo pueda leer esto, porque si alguien más lo hiciera me creería traficante luego de tanto hablar de drogas...En fin, hay un último dato que quiero compartir contigo. Este, en particular, me llamó mucho la atención:
✓ El amor es ciego, literalmente. De acuerdo con un estudio, al enamorarnos la parte de nuestro cerebro que se relaciona con el juicio prácticamente se apaga, así que somos incapaces de ver los defectos en la persona que amamos.
Esto último me hizo sacar dos teorías: la primera es que Gabe se ama tanto que ahora es ciego y no puede ver sus debilidades; y la segunda es que si las ve, pero decide ignorarlas.
No sé porque, pero quiero creer la segunda. Es un hombre con mucho potencial para amar, no me gustaría que desperdiciara todo ese cariño en su reflejo...
🌻
Cloe había hecho un muy buen trabajo empapándose de información. No solo quería saber todo acerca de la vigorexia, sino que también buscaba convertirse en una experta en el amor. Esa era la única manera de encontrarle pareja al chico más complicado del planeta tierra, debía entender todo lo referente al cariño. Su investigación la llevó a darse cuenta de que el tema referente al corazón y sus latidos acelerados era mucho más interesante de lo que había pensado.
Cada dato le parecía más impresionante que el anterior. Cada vez, quería saber más sobre ese sentimiento tan necesario. Quería saberlo todo sobre esa especie de droga, desde los síntomas que causaba hasta la manera de conseguirlo.
Ya sé lo que estás pensando: "Es imposible saberlo todo sobre el amor". Pues, me habría gustado que estuvieras ahí para decírselo. Sé que a ella le hacen falta tus maravillosos consejos.
— A ver, intenta leer esto — mientras Cloe estaba en el anticuado comedor en la casa de playa que ahora era su hogar, Aviv y Linda se encontraban en la sala de estar. Él intentaba enseñarle a la chica a leer Braille.
Lástima que ella era mejor entendiendo ecuaciones que aprendiendo nuevos lenguajes.
Palpó los puntos en el papel que Aviv le ofreció. Intentó recordar todo lo que él le había enseñado en lo que llevaba de tarde, incluso cerró los ojos para poder leerlo mejor. Él esperó pacientemente hasta que la chica terminó de interpretar esas letras. Esta vez, ella estaba segura de que había entendido.
— Avestruz — soltó con seguridad —, dice avestruz.
Él hizo una mueca con los labios y dejó escapar una pequeña sonrisa.
— En realidad, dice agua — le dijo. Había intentado escribir una palabra sencilla para que a ella no se le hiciera muy complicado leerlo. Al parecer, no resultó.
— Oh...— ella suspiró, mirando esos puntos con confusión. No tenían ningún sentido, ¿cómo podía decir agua ahí?
— Al menos adivinaste la letra A del inicio — él aumentó el tamaño de su sonrisa —, es un avance.
— Y yo que creí que leer Braille era sencillo.
Es más, ella había sugerido que él le enseñara porque creyó que sería divertido. No obstante, él era el único que estaba entretenido ahí. Le parecía tierno que ella intentara una y otra vez leer las mismas palabras, mientras que a ella le frustraba no poder comprender algo tan sencillo como unos puntos.
No podía interpretar algo tan simple como la palabra "agua".
— Tranquila, se aprende de a poco — él tomó la hoja y la dejó a un lado. Con un movimiento de mano, le indicó a ella que se acercará hasta sus brazos. La rodeó con ellos y ambos quedaron así, juntos en el sillón, con Loto en el costado de Aviv.
Linda comenzaba a creer que quizá su historia si podría tener una trama después de todo. A lo mejor, solo a lo mejor, se estaba escribiendo sola...
En eso, Sanne apareció en la sala de estar. Le sonrió a la pareja acurrucada en el sillón con ternura. Linda creía en el amor porque lo había visto antes en personas cercanas a ella. Parejas como Derek y Lilian, o Don y Dalia, eran ejemplos de aquel sentimiento tan abstracto; sentimiento que hasta hacia poco ella anheló con tanta fuerza que dolió.
Era experta reconociendo ese anhelo en una simple mirada. Sabía escuchar el grito de dolor de una persona que veía amor sintiéndose incapaz de sentirlo, y pudo jurar haber notado eso en Sanne...
— No le digan esto a Lili, o a Derek, pero ustedes se han convertido en mi pareja favorita — soltó la chica, sin eliminar esa sonrisa de su rostro.
Sanne era muy buena fingiendo que estaba bien. Era algo que Linda admiraba: su capacidad de engañarse a sí misma. La morena no solo estaba tratando de esconder su tristeza al mundo exterior, sino que también intentaba convencerse de que el brillo necesitado en sus ojos no existía. El problema era que, a medida que el tiempo pasaba, más evidente se hacían todos sus sentimientos. Su juego del escondite se estaba arruinando poco a poco.
Y, en el fondo, ella sabía que en algún momento no podría esconderse de sí misma.
Loto movió la cola y corrió hacia Sanne en el instante en que la vió. Aviv solía bromear diciendo que su perro terminaría por abandonarlo gracias a la chica. Linda sonrió al ver como el labrador consiguió sacarle un gesto alegre a su amiga y solo en ese momento se le ocurrió ver la hora.
— ¡Ya son las dos! — exclamó, soltando a Aviv —. Tengo clases, ya debería estar camino a la universidad...
— Tranquila, ven conmigo — le dijo Sanne —. Tengo que ir al gimnasio, así que yo pago el taxi y te doy un aventón hasta la universidad.
— Gracias, gracias, Sanne — ella se levantó con prisa, no sin antes dirigirse a Aviv —. Lo siento, tengo que irme.
— Anda, nos vemos cuando salgas de clase — él tanteó hasta encontrar su mano y sonrió al lograr ese contacto —. Yo me quedaré un rato. Intentaré distraer a mi ex de sus estudios, me sorprende que lleve todo el día ahí.
— Está bien. Hasta luego, Avi — ella acercó sus labios a los de él y dejó un beso corto sobre ellos —. Te...te quiero.
— Y yo a tí.
— Sip, son muy tiernos — aseguró Sanne, poniendo sus manos en sus caderas —, comenzaré a hacer mercancía con sus nombres combinados. Me acabo de convertir en su fan número uno.
Los dos soltaron una leve carcajada ante el comentario de Sanne, creyeron que lo mejor fue ignorar la tristeza en su tono de voz. Linda tomó su abrigo, se cubrió su rostro, y salió de la casa junto a su amiga. El exterior aún la consideraba un bicho feo, un fenómeno. No podía darse el lujo de salir por ahí con la cara descubierta, o de ver clase en un escritorio regular en lugar de un armario. Aún necesitaba cubrir sus fealdades.
Quizá necesitaría hacerlo toda una vida.
En el instante en el que se marcharon, Loto volvió a buscar la atención de Aviv. Su dueño sonrió en el instante en el que sintió una cabeza peluda sobre su rodilla y acarició a ese compañero fiel al que tanto quería.
— ¿Te parece si sacamos a Cloe de su burbuja, amigo? — le preguntó al labrador, sin dejar de mimarlo. Loto ladró, a pesar de que era incapaz de comprender a su amo. Eso fue suficiente como para que Aviv sonriera y tomara la iniciativa de llamar a su ex —: ¡Cloe!
El gusto de música de Cloe era tan variado como los pensamientos en su mente. Le gustaba la música Indie, pero también el pop. Tenía una obsesión por las bandas de chicos que, por lo general, tendían a separarse con rapidez, pero también le gustaban las bandas sonoras que no utilizaban ningún tipo de lírica. En ese momento, estaba escuchando una canción country a todo volumen en sus auriculares.
Ni ella sabía cuándo había descargado esa canción, pero el escucharla le recordó que también le gustaba ese tipo de música.
— ¡Cloe! — Aviv volvió a llamarla. Por supuesto, la chica no escuchaba nada por estar sumida en su canción.
Loto era un perro entrenado especialmente para entender las necesidades de Aviv. Era sus ojos, su forma de guiarse. El labrador notó lo mucho que su amo gritaba, y eso solo podía significar una cosa: estaba buscando algo (o a alguien) y no podía conseguirlo. El primer instinto de Loto fue buscar a alguien más para que buscase lo que Avi tanto pedía. Se levantó y corrió hasta la cocina, dónde Cloe seguía sumida en su investigación.
— Oh, hola Loto — ella se quitó los auriculares en el instante en el que Loto se apoyó en su regazo. Acarició su pelaje y le sonrió —, ¿qué pasa, cachorrito?
Si bien él ya no era un cachorro, seguía llamándolo así. Loto haló su camisa con los dientes, indicándole que debía levantarse. Tras salir con Aviv, Cloe había logrado entender las acciones del labrador entrenado. Sabía que, cuando buscaba a alguien de esa forma, su amo necesitaba algo. Ella se levantó y fue junto a él hasta la sala de estar.
— ¿Está todo bien, ex? — le preguntó Cloe —, ¿necesitas algo?
— Sí, necesito que dejes de estudiar y que charles conmigo — comentó el chico, desde el sofá —. Me debes una charla.
Cloe sonrió. Desde que Avi había llegado a la ciudad, no habían tenido una oportunidad de charlar a solas. Rodeó el sillón y se sentó a su lado, algo que amaba de Avi era su habilidad para escuchar. Definitivamente, tenía al ex más comprensivo y atento del mundo.
— ¿Y bien? — preguntó ella, sentándose en indio en el sillón —, ¿Cómo va todo con Linda?
Cloe no era fotógrafa, a duras penas si podía tomar una selfie decente con su teléfono, pero sabía que de tener ese don, habría querido fotografiar la sonrisa que Aviv había esbozado en ese momento. Ese gesto era capaz de sumergir a cualquiera en la misma alegría que él sentía en ese instante. Te transformaba en protagonista de sentimientos que no viviste en carne propia. Se sentía bien ser testigo de la alegría de Avi, era como presenciar un acontecimiento importante en primera fila.
Él pasó su mano por su cabello caoba, recordándole a Cloe que ese gesto en particular la volvió loca durante los seis meses en los que salieron. Ella sonrió ante la forma en la que su memoria la hizo retroceder hasta aquel instante, fue la última vez que se enamoró. Aviv no fue su primer flechazo, pero sin duda fue el que más la marcó. Él le había enseñado a querer, y ahora que solo quedaba amistad, ella solo esperaba que le enseñara eso a alguien más.
— Ella es...es fantástica — respondió. Cloe notó como las mejillas de su amigo se encendieron en rojo con ligereza. Sin duda, estaba enamorado de Linda.
— Lo es — aseguró Cloe.
— Tiene el talento de dejarme sin aliento. Te juro que cada vez que habla dice algo que me impresiona, o que me parece tierno, o...simplemente me hace quererla más.
— Wow. Te gusta mucho.
— Muchísimo.
Una sonrisa débil se apoderó del rostro de Cloe. Supo que Linda era perfecta para Aviv porque era todo lo que ella misma no pudo ser para él. Linda tenía ese talento para perderse entre palabras que Avi adoraba. A ella le gustaba escuchar tanto como a él. Era interesante, sabía dejarlo sin palabras. Cloe no logró eso con Avi.
Parte de ella aún se culpaba porque esa relación se fuera a la basura. Recordaba el inicio de todo, ella estuvo loca de amor por Aviv y el sentimiento fue mutuo. Sin embargo, Cloe descubrió un temor que podría compararse a una fobia durante su relación con el menor de los hermanos Everton: a ella le aterraba la seriedad.
Creía que saltar de una relación de jóvenes enamorados, en la que la mayor preocupación podría ser quedarse sin oxígeno a la hora de besarse, a una relación más seria era como saltar a un precipicio sin paracaidas. El amor implica dolor, todo buen escritor sabe que esas palabras no riman por coincidencia, y toda persona con experiencia sabe que declarar esa clase de cariño es condenar a tu corazón a caminar por una cuerda floja.
Cloe se asustó cuando sus sentimientos por Avi comenzaron a ser serios. En el instante en el que relacionó el latir emocionado de su corazón con amor, empezó a tratarlo como amigo hasta que la llama de cariño se esfumó para ambos. Fue su culpa que la relación acabara.
Y ahora, no podía dejar de pensar en lo que habría pasado si hubiese aceptado esa pizca se seriedad emocional en su vida.
No malentiendas la situación, ya no quería a Aviv de la forma en la que lo quiso en algún momento. Solo que, mientras veía su perfil que aún estaba ligeramente sonrojado, pensó que él pudo haber sido el amor de su vida...pero lo dejó escapar. Consideró todas las cosas que había aprendido sobre ese sentimiento abstracto y se sintió pequeña al pensar que todo eso se sentía lejano para ella. Pudo haber experimentado cada una de las características que leyó sobre el amor con Aviv.
Pero no, a ella le dio miedo salirse de su papel carente de seriedad.
— Espero que Linda y tú sean muy, muy, muy, felices — le dijo con sinceridad —. Los dos se lo merecen.
Aviv sonrió y alargó un brazo dandole a entender que quería abrazarla. Ella se lanzó a sus brazos, ocultando que estaba un tanto celosa de que Linda hubiese conseguido darle lo que ella nunca pudo. En fin, al menos esperaba que ambos fuesen felices.
— ¿Y qué hay de mi ex favorita? — preguntó Aviv, sin soltarla —, ¿cómo va todo con tu narciso?
— Cada vez mejor — ella sonrió —. Es decir, no estoy cerca de eliminar su vigorexia, o de conseguirle novia, pero te puedo asegurar que hay avances.
— ¿Cómo cuales?
— Pues, ahora lo conozco más. Sé que tras esos músculos se esconde alguien increíble. Quizá es demasiado serio, demasiado egocéntrico, y demasiado narcisista, pero tiene un corazón gigante que, por alguna razón, está tratando de ocultar.
» Es como si le diera miedo mostrar todo lo que es capaz de sentir. Niega ser empático, comprensible, o amable, porque cree que esas son sus debilidades.
— Mhm, esas características son fortalezas, no lo contrario.
— ¡Es lo que pienso yo! Pero él se niega a creerlo. Tiene miedo de ser débil, así que intenta esconder todo lo que no lo hace ver rudo e intimidante. Y, si te soy sincera, eso me pone triste.
Ella suspiró. A pesar de que en un principio lo comparó consigo misma, Gabe y Cloe eran dos extremos opuestos cuando de sentimientos se trataba. Él era muy serio, y ella todo lo contrario. Para él, una relación debía basarse en la admiración. Para ella, en la diversión pues, si no te ríes con la persona que quieres, entonces no la quieres en verdad.
El amor cobraba dos significados distintos para ellos, cosa que complicaba el trabajo de Cloe.
— ¿Sabes? Es una pena que Gabe sea tan egoísta — continuó la chica —, seguro tiene sus razones, pero sigue siendo una pena.
— ¿Por qué lo dices? — preguntó Aviv.
— Porque gracias a su egoísmo solo siente cariño por sí mismo — ella se encogió de hombros —, y es una lástima porque Gabe tiene un potencial inmenso para amar.
Sus ojos...sus ojos lo delataban. Eran tan vulnerables, tan llenos de sentimientos, que opacaban al resto de su musculoso cuerpo. La mirada es la entrada del alma, y la suya estaba entreabierta a pesar de que él había intentado cerrarla. Ese verde era toda la evidencia que Cloe necesitó para confiar en el potencial de Gabe. Ahora creía ciegamente en él.
— Te seré sincero: me causa cierta gracia el que estés intentando conseguirle pareja a alguien — le dijo Aviv —, cuándo tú has estado evitando encontrarte una a ti misma por años.
— No lo he evitado — corrigió ella —, es solo que las oportunidades se me han resbalado de las manos.
— No me mientas, Clo. Yo te conozco, sé que tú escapas del amor. No te juzgo por eso, no tienes que ocultarlo — le aseguró —. Aunque es una pena que lo hagas, porque te aseguro que tú también tienes un potencial increíble para amar.
A pesar de que Aviv no podía verla, ella escapó de su mirada. Si le tocaba ser sincera, no se había dado cuenta de que en realidad escapaba del amor hasta ese momento. Quizá por eso le resultó tan interesante estudiar sobre él, es que era un tema completamente desconocido para ella.
Todo lo referente a ese sentimiento le resultaba lejano, y es que en su carrera por alejarse de sentimientos tan serios, ella le llevaba la delantera al amor por muchísimos metros.
— No he tenido suerte con el amor, Avi — optó por decir —. Solo se trata de eso.
— Algún día, la tendrás — le aseguró el ciego, sonriendo —. Eres una chica increíble, Clo, y créeme cuando te digo que lamento no haber sido tu suerte hace años.
— Y yo lamento no haber sido la tuya...Espero que Linda lo sea.
— Yo también.
¿Así funciona el amor? ¿A base de suertes? Vaya, que curioso, Cloe no había leído eso en su investigación. Esa droga resultaba tan extraña que para obtenerla debías ser un individuo suertudo. Y no, esa suerte no se basa en tréboles de cuatro hojas o en amuletos. Se basa en una suerte superior, una que no sé describir.
Solamente, sé que existe. Por ejemplo, mi suerte es tenerte a ti.
Cloe se quedó pensando en la fortuna del amor, esa que siempre se le escapaba de las manos ¿Cómo habían hecho otros para conseguirla? Al final, solo pudo decirle una cosa a su ex novio:
— ¿Sabes, Avi? En verdad espero poder traerle un poco de suerte a Gabe.
Porque quizá ella nunca conseguiría fortuna en el amor, implicaba demasiada seriedad...pero él tenía demasiado potencial para querer, y eso no se podía desperdiciar.
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