Capítulo 22
Tiene que ser una broma
13 de marzo
6:00 pm
Me encantan tus ojos.
No sé si para cuando leas esto, te lo habré dicho todas las veces que me gustaría...así que te lo diré aquí: me encantan tus ojos.
Me encantas tú.
A Cloe, por otro lado, le encantaba el chocolate. Aquel que había sido ese elixir prohibido en su adolescencia, era su postre favorito en la actualidad. Sanne soltó una carcajada al ver la cara de emoción en el rostro de su amiga en el instante en el que le mostró el postre de cacao que había llevado a la cena que habían organizado en casa de Don y Dalia. Los ojos de la chica brillaban en dirección al oscuro color del dulce.
— ¿Te he dicho que te amo últimamente? — le preguntó Cloe a Sanne —, porque te amo mucho, mucho, muchísimo, amiga.
— Vaya, parece que comprar tu amor no es una tarea muy difícil — soltó Gabe con diversión —, ¿O sí, Nicols?
Pero ella no le hizo caso, estaba ocupada observando el postre. Casi podía decir que estaba enamorada.
— Graben esto en sus memorias — anunció Cloe, como si muchas personas la estuviesen escuchando, cuando en realidad sólo estaban los dueños de la casa, Sanne, Gabe y Linda —: quiero que el amor de mi vida me proponga matrimonio con una barra de chocolate, ¿entendieron? Así que es su deber pasarle está importante información a mi novio...cuando lo tenga.
— Lo que ordenes, Cloe — soltó Don con diversión —, ¿Algo más que debamos decirle? ¿Tienes algún chocolate de preferencia? ¿Con leche, amargo, de dieta...?
— El amor no se mide en sabores, Ironman — dijo ella, casi ofendida —. Aceptaré cualquiera de esos.
— El amor no se mide en sabores, pero me ama porque traje chocolate — comentó Sanne con diversión —, ojalá todos tuvieran una idea tan clara del amor cómo tú, Clo.
— El mundo sería mucho más hermoso, de ser así.
Estuvo a punto de tomar un trozo de ese delicioso dulce que parecía estar tentándola desde la mesa, pero Dalia le dió un golpe en la mano impidiendo que ella y el amor de su vida se encontraran. La pelirroja le reclamó su impaciencia y le pidió que esperara a que el resto llegara. Cloe la fulminó con la mirada solo porque sabía que eso era una excusa para molestarla. Soltó un puchero que hizo reír al resto de los invitados y se sentó en uno de los sillones de la sala de estar cual niña castigada.
Una niña castigada sin chocolate.
Sus ojos se volvieron a iluminar en el instante en el que escuchó el timbre de la casa, señal de que Lilian y Derek habían llegado finalmente. Aprovechó ese instante en el que Dalia se alejó del lugar para ir a abrir la puerta y corrió hacia el dulce, cortó un trozo y lo escondió en su boca a la velocidad de la luz. Con las mejillas infladas, pidió discreción a sus testigos, quienes reían por la hazaña secreta de la castaña.
Todos carcajeaban, menos Gabe. La mayoría de las veces, Cloe le parecía demasiado inmadura para su edad. Él se consideraba a si mismo como alguien bastante maduro, por lo que no podía rebajarse al nivel de una chica con las mejillas llenas de postre. Se limitó a sonreír con diversión, pero no iba a soltar ni una sola risa por acciones que de hecho le parecían estúpidas.
Aún no comprendía para nada las locuras de Cloe.
— ¡Llegaron las que tanto habían esperado! — una rubia, que sin duda no era Lilian y mucho menos su prometido, apareció en la sala de estar con una sonrisa tan amplia como su obvia belleza. Colocó una pose de modelo exagerada y graciosa, al tiempo en el que alguien idéntica a ella pero con un piercing en su nariz entraba a la sala de estar.
— Y si no nos esperaban, las gemelas Stewart llegamos igual— soltó la otra rubia —, ahora deben aguantarnos.
Samara y Silvana Stewart eran las hermanas de Lilian; o bueno, sus medias hermanas. Si bien la historia entre ellas tres había empezado un poco tarde debido a muchos problemas familiares, en la actualidad resultaban ser muy unidas. Además, tanto Sam como Sil le habían tomado cariño a las amigas de su hermana y viceversa. Ambas rubias resultaban una visita que siempre era bien recibida entre las margaritas.
Gabe observó cómo el ambiente se transformó en uno más escándaloso todavía, pues Cloe y Sanne no perdieron el tiempo en ir a abrazar a las dos chicas y lo hicieron entre risas y gritos. El chico notó el tremendo parecido entre ambas gemelas. Tenían los mismos ojos claros, el mismo cabello lacio dorado, la misma piel blanca, la misma altura, el mismo cuerpo admirable...eran como fotocopias de la perfección; copos de nieve que de seguro debían tener alguna diferencia pero no se molestaría en buscarla solo porque le parecía más importante observar su belleza.
Y es que la apariencia física de las gemelas Stewart era capaz de quitarle el aliento a cualquiera.
— ¡Cloe, Sanne! — exclamó Silvana, la rubia sin piercing en su fosa nasal —, ¡Mis amores, las extrañé tanto!
— ¡Y nosotras a ustedes! — soltó Sanne entre carcajadas —, hace meses que no las veía, ¿dónde se habían metido?
— Milán — le contó Sam, la otra rubia —, Sil modeló para una diseñadora italiana famosa. Ahora, su rostro está en revistas en toda Europa.
— Y Sam se unió a una campaña feminista que usa modelos dispuestas a defender ese movimiento — informó Silvana con orgullo —, ahora hay pancartas de ella en cada esquina de Italia y pronto las habrá en todas las esquinas del mundo.
Así eran las hermanas Stewart: inseparables. Sus trabajos eran muy diferentes, pero ambas se apoyaban en todo sentido. Podían ir a la Antártida a trabajar si se lo proponían; eso sí, siempre juntas.
— Vaya, una vida ocupada. Ya entiendo la ausencia de el dúo más explosivo de Los Angeles — dijo Donovan, sonriendo. Se acercó a las chicas y las saludó con esa amabilidad que lo caracterizaba —. Me alegra mucho que estén de vuelta, chicas.
— Y a nosotras nos alegra regresar, Don — habló Sil con emoción —, más ahora que...
— Eh, Cloe...¿Tuviste una pelea con una tarta de chocolate o existe alguna razón lógica para que tengas todo el rostro lleno de dulce de cacao? — Samara interrumpió a su hermana, notando el desastre en la cara de la chica.
Cloe terminó de masticar lo que quedaba de postre en su boca, limpió con sus manos los rastros de chocolate en sus mejillas y, luego, sentenció un importante comentario:
— No le digan nada a Dalia.
Sam y Sil ni siquiera se molestaron en preguntar, conocían al personaje lo suficiente como para saber que era mejor seguirle la corriente y ya. Donovan se encargó de sacar a Gabe de la incomodidad en la que había entrado y le presentó a las gemelas, quienes se mostraron amables desde el inicio. El chico se impresionó al escuchar que eran hermanas de la chica a la que había entrenado por años ¿Por qué nunca había oído hablar de ellas?
Quizá lo había hecho, pero se le olvidó.
La última en ir a darles la bienvenida a las gemelas fue Linda. Como ya las conocía, les dedicó una sonrisa tímida y un saludo amistoso. Ellas dos la intimidaban, eran una belleza multiplicada al cuadrado, algo que un adefesio como ella aguantaba a duras penas. No era envidia, era un sentimiento de inferioridad lo que se apoderaba de todo su ser. Las rubias entendieron que solo eso recibirían por parte de la alumna de su futuro cuñado, y le devolvieron el gesto. Ellas conocián la importancia de los límites para cada persona.
Entre saludo y saludo, Lilian y Derek se adentraron en la sala de estar con Dalia siguiéndolos. Al instante, se notó que ninguno de los dos estaba de humor. Llegaron molestos, desanimados, y con unos ceños fruncidos que no parecían propios de la pareja.
— ¿Y a ustedes que les pasó? — preguntó Sanne al ver como los dos se sentaban en el sillón más amplio de la sala, sin dejar sus rostros enojados de lado.
— Necesito un trago — soltó Derek. Sin duda, estaba frustrado —, ¿a quién quiero engañar? Necesito la botella entera.
— ¡No! — le reclamó Cloe —, ¡Tomar es malo! ¡El alcohol es el enemigo! Mejor come chocolate, nerd.
Los dos estaban tensos, pero se notaba que el enojo que sentían no era entre ellos. Lo que sea que les molestara, comenzaba a intrigar a sus amigos. Ver a Lilian molesta no era tan difícil, pero Derek era otra historia. Algo muy grave debió haber ocurrido para que ambos huracanes se sacudiesen en sincronía.
— Esto es lo que ocurre cuando se aguanta una velada con mis padres — señaló Silvana.
— Oh...— soltaron las tres margaritas al unísono. Así las cosas cobraban sentido.
— ¿Qué ocurrió? — preguntó Linda con una voz delicada. No quería despertar ninguna fibra sensible en el tema.
— ¡Joder! La pregunta debería ser: ¿Qué no ocurrió? — soltó Lilian, encendida en rojo por la furia.
— Harry...nuestro padre...es un hombre muy protector con sus hijas — aclaró Samara —, lo cuál me parece demasiado hipócrita considerando que él es una mierda humana y lo ha pagado con las tres, pero las cosas son como son.
— Digamos que ni él, ni mi madre tomaron con emoción la noticia de nuestro sobrino, o sobrina — continuó Silvana —. Ellos querían matrimonio primero y luego bebé, pero es obvio que la ecuación aquí cambió.
— ¿Se molestaron? — preguntó Dalia, alzando una ceja —, ¿Cómo es posible? Lilian y Derek llevan cinco años juntos, no se trata de una relación infantil, o irresponsable.
— Y están comprometidos — acotó Sanne —, no es como si fueran dos extraños.
— Explícale eso a mí padre — soltó Lilian, cruzándose de hombros —. Dijo que no estaba de acuerdo, que esperaba un poco más de mí, pero como ya no podía hacer nada al respecto tenía que afrontar las consecuencias. Dijo que quería ayudarme, igual mi madrastra, pero su ayuda es...
— ¡Terrible! ¿Pueden creer que la madrastra de Lilian ya planeó hasta el mínimo detalle de la vida del bebé? — habló Derek, llevando el relevo de la conversación —, la escuela en la que estudiará, los deportes y clases que tomará, su nombre...
— ¡Controló todo! — exclamó Lilian —, incluso habló de hermanos ¡Hermanos! ¡No he sobrevivido a este bebé y mi familia ya está pensando en otros!
— Vaya, que fuerte — soltó Gabe, abriendo los ojos en sorpresa.
Tanto Derek como Lilian asintieron a ese comentario y suspiraron en sincronía. Existen personas que, al perder el control de una situación, intentan controlar lo que la rodea. Quizá eso estaba ocurriendo con los señores Stewart, pero claro que la pareja era incapaz de ver eso. No estaban acostumbrados a que tomaran decisiones por ellos, mucho menos sobre cosas que aún no habían considerado. Tan solo consiguieron enojar a Derek y aumentar los nervios de Lilian.
Si tan solo llevaba cuatro semanas de embarazo, no sabía cómo aguantaría otros ocho meses más.
— Pues, siento decirles esto chicas, pero me vale mierda lo que digan sus padres — bufó Derek —. Es nuestro hijo y nuestra vida, así que nosotros somos quiénes tomamos decisiones en este aspecto.
— Tienes razón. Después de todo, ninguno de los dos se apellida Stewart. No tenemos que seguir las exigencias de la familia — concordó Lilian, tomando la mano de Derek para calmarlo.
Cuando el huracán de Derek se desataba, se liberaba una verdadera tormenta; una muy difícil de controlar, así que era mejor no llevarle la contraria.
— Aún no entiendo cómo perdonaste a Harry, hermanita — soltó Samara —. Yo no he sido capaz de volver a llamarlo padre, pero tú pasaste la página más rápido de lo que creí que lo harías.
— No pasé la página, Sam. La arranqué — respondió Lili —, lo que pasó entre papá y yo tenía que borrarse, o yo no iba a poder avanzar en paz. Íbamos bien...hasta esta noche, claro.
— Tanto él como mi madre controlan todo cuando creen que algo saldrá mal — señaló Silvana —. Cuándo descubrieron que Sam era lesbiana, comenzaron a controlar sus salidas, sus vestuarios, los mensajes que enviaba, incluso las cosas que decía...
— Y aún me preguntan porqué huí de casa — dijo Sam, rodando los ojos.
— ¿Entonces, tus padres creen que ellos no aguantarán la tarea de cuidar de un niño? — preguntó Gabe, a lo que Samara y Silvana asintieron.
Derek soltó un bufido lleno de molestia. A él nunca le gustó que otras personas decidieran que acciones podía, o no podía hacer. Consideraba que cada quien tenía un potencial infinito que se podía explotar de manera finita. Él intentaba explotar el suyo de la forma más completa posible, pues su terquedad lo volvía alguien que rara vez se rendía.
Así que a él le gustaba lograr todas esas cosas que el resto creía que no lograría...pero no le gustaba que alguien más fuese quién lo manejara hasta llegar a su meta.
— Pues, quedarán muy sorprendidos cuando se den cuenta de que seremos mejores padres que ellos dos — aseguró Derek —, y lo haremos sin su "ayuda".
— Como tú digas, amor — Lilian lo miró a los ojos y le dedicó una sonrisa ladeada —, ¿Pero ahora podemos cambiar de tema? Hablar de mis padres me está incomodando.
— ¡Uh, si! ¡Yo tengo un anuncio que hacer! — comunicó Cloe, quien se levantó de su sitio a la velocidad de la luz para colocarse en el medio de la sala de estar.
Todos prestaron atención pues cuando Cloe se transformaba en el foco dentro de una conversación, sabían que no tenían más opción que escuchar. Lo que salía de su boca era un misterio hasta que alcanzaba los oídos de los demás. No había forma de predecir sus ideas, sus palabras, o sus acciones. Cloe era como un horáculo ilegible, escrito en un idioma tan antigüo que nadie en la faz de la tierra podría descifrarlo.
— Bueno, últimamente han estado dudando de mis habilidades como casamentera — anunció, con una sonrisa amplia en el rostro —, pero ya halle la forma de demostrar que soy muy buena en mi trabajo.
— ¿Desde cuándo Cloe es casamentera? — preguntó Silvana, confundida.
— Desde siempre, ¿o acaso olvidas que ella es la razón por la que me voy a cansar con tu hermana? — dijo Derek, abriendo mucho los ojos para que ambas entendieran que debían seguirle el juego. Al menos, Samara entendió.
— Esto tiene que ser una broma — dijo en voz baja, divertida. Se sentó al lado de su hermana menor y le susurró —: juro que amo que cada vez que venimos, la definición de "normal" se pierde por estas chicas.
— Es lo que se pierden por ir a Milán tan seguido — soltó Lilian con una sonrisa —, si se quedarán más tiempo, estarían acostumbradas.
Samara sonrió y asintió con la cabeza. La verdad, cuando se reencontraba con su hermana menor, con su cuñado y con sus amigas, las ganas de viajar por el mundo se le quitaban. Lo mismo le ocurría a Silvana, ambas se enamoraban de su hogar cada vez que regresaban pues resultaba mil veces más interesante que cualquier viaje al exterior.
— Y bien, Cloe ¿Cuál es tu grandioso plan para demostrarme que de verdad sirves para algo? — preguntó Gabe, cruzándose de brazos.
— Es sencillo — sonrió ella —, planifiqué una cita bastante romántica.
Más de uno frunció el ceño al instante, casi sin poder creer las palabras de Cloe. Ella tenía muchos talentos, empezando por su destreza indiscutible en videojuegos, su talento para ser directa y su infalible técnica para saltar los pasos peatonales, pero el romanticismo no era uno de sus dones. Sus amigos más cercanos creyeron que su jugada de casamentera no duraría mucho y que no lograría nada con esa mentira.
Pero al parecer, si había un avance en el engaño.
— Bueno, ya era hora — Gabe se levantó y caminó hacia ella —, ¿Y quién es la chica con la que saldré? ¿Es bonita?
— Oh, no, no, narciso. La cita no es para tí — sonrió Cloe —, es para Linda.
Al oír su nombre, la mencionada abrió sus ojos miel a un punto en el que parecía que estos se saldrían de sus órbitas ¿Había escuchado bien? Seguro no, no podía ser real. Su conciencia, por primera vez en mucho tiempo, se quedó callada y no la torturó con esos demonios internos que tanto la molestaban; incluso ellos estaban tan sorprendidos que se habían quedado sin palabras.
— ¿Qué? — preguntó Gabe, tan sorprendido con Linda —. Oh, vamos, Cloe. Esto tiene que ser una broma.
— No lo es — aseguró la castaña —. Quiero demostrarte que soy buena en lo que hago, pero aún no siento que estés listo para enamorarte. Te queda un largo camino por recorrer. En cambio, Linda lo necesita.
— ¿E...estás hablando en serio? — preguntó Linda.
— ¡Muy en serio! — exclamó Clo —, ¿Por qué nadie nunca me cree cuando digo cosas serías?
Nadie respondió, todos supusieron que ella sola encontraría la respuesta en el silencio. Cloe rodó los ojos al comprender lo que decían todas esas miradas evasivas: su extraña forma de actuar impedía que la tomaran en serio en situaciones como esa.
— Linda, créeme que te encantará esta cita — le dijo, con una sonrisa —. Conozco bien al chico con el que saldrás y es todo un caballero. Tiene un corazón inmenso, es divertido y además, muy guapo.
— Eh...no, no puedo hacer esto, Cloe — dijo Linda con nerviosismo.
— ¿Por qué no? — preguntó Silvana —, no todos los días alguien te arregla una cita con un chico de esa descripción. Tienes suerte.
— Porque...porque no puedo — Linda se levantó del sillón y caminó hacia Gabe y Cloe con nerviosismo —, ¿Por qué me haces esto a mi, Cloe? ¡Gabe es quien debería salir con alguien, no yo! ¿Acaso estás demente?
— Mucho. De hecho, me ofende que recién lo notaras — habló Cloe.
La razón por la que Cloe había cometido esa locura implicaba más lógica de lo que el resto pensaba. Tanto Linda, como Gabe, creían que era imposible que la chica de cicatrices en el rostro tuviese una cita exitosa. Bastaba con ver las expresiones de ambos para notar que creían que era una locura. Así que optó por buscar un chico que encajara con la personalidad de la chica porque sabía que si esa cita resultaba exitosa, se ganaría la confianza de su narciso por lograr algo que él consideraba un milagro.
¿Cómo alguien con un rostro tan horroroso podría tener una cita exitosa? ¿Cómo una chica tan callada y reservada conquistaría a un chico con las características que nombró Cloe? Eran misterios que comenzaban a seducir a la mente curiosa de Gabe, tal y como la "casamentera" había planeado. Sabía que si le conseguía una cita exitosa a ella, él terminaría por confiar ciegamente en sus habilidades. Todo se trataba de tentar los prejuicios de Gabe hacia Linda y luego romperlos.
¿Ves? Requiere más lógica de la esperada...y mucha más demencia de la que te puedes imaginar.
— Oh, vamos, Linda. Te aseguro que te divertirás — Cloe tomó sus manos y la miró con entusiasmo —, ¿Cuándo fue la última vez que saliste con alguien?
— Hace años, y no es una experiencia que me gustaría repetir — Linda se soltó de las manos de Cloe y luego suspiró —. Escucha, probablemente no lo has notado porque eres demasiado amable pero...fíjate en mi rostro ¿Cómo alguien así podría gustarle a un chico?
— Sí, yo tampoco lo sé — dijo Gabe, ganándose miradas de reproche por parte de todos, menos de Linda.
— El amor va más allá de lo físico, Linda — le aseguró Dalia.
— ¡Esa es la mentira más grande que existe en este mundo! — exclamó la chica —. Todo, absolutamente todo tiene que ver con el físico, especialmente el amor. Nadie se fija en alguien feo, nadie se molesta en conocer la parte linda de alguien que es horroroso, es así de sencillo. El amor no está hecho para personas como yo, al menos no el romántico, porque buena parte de él se basa en atracción...
» Y este rostro no atrae más que miradas de asco.
— No digas eso, Linda — Lilian sintió cierta lástima por su amiga. Era horrible escuchar que pensaba eso de si misma.
— Pero tiene razón — la defendió Gabe —, el amor es la fuerza más superficial que existe. El físico importa demasiado.
— Sonaste igual de idiota que el último chico con el que salí — le dijo Samara rodando los ojos —, él me hizo entender que soy lesbiana.
— No es idiota, solo es el único que ve el mundo como en verdad es y no un sueño color rosa, de la forma en la que lo ven ustedes — soltó Linda —. Puede que digan que, según sus experiencias, el amor se basa en lo de adentro y no en lo de afuera...pero según mis experiencias es todo lo contrario y mientras esta sociedad no cambie, el amor no será algo hermoso para mí; es tan solo una maldición.
Era feo escuchar que un sentimiento tan hermoso resultara algo tan horrible para una persona como Linda. Mientras sus amigos lo veían al amor como la palanca que movía al mundo, ella lo veía como las cadenas que lastimaban su débil espíritu. Lo relacionaba con burlas, errores, miradas llenas de asco...para ella, el romanticismo era algo que deseaba pero le asustaba tanto que terminaba por anhelar algo que en el fondo odiaba. Ella era un manojo de sentimientos sin control que se contradecían entre ellos día y noche.
Y nada le parecía más contradictorio a sus sentimientos que el amor.
— Linda — Cloe la tomó por los hombros y le volvió a sonreír. Intentó contagiarle ánimo a partir de una mirada, no funcionó del todo—, te puedo asegurar, por lo bien que conozco a tu cita, que él no se guía por lo que ve. Tiene una forma de ver al mundo que es simplemente preciosa, y no se fija en el físico, créeme que no.
» Dale una oportunidad, estoy segura de que la pasarán de maravilla en esa cita. Además, ¿no crees que sería lindo que alguien se enamorase de la Linda que nosotros conocemos? Esa que va más allá de las cicatrices, que es inteligente y amable...quizá pueda ser él.
— O quizá no — interrumpió Gabe —, lo cierto es que no tienes nada que perder, Linda. Yo digo que lo hagas.
— ¿Sí? — preguntó Linda.
— Sí. Es decir, se nota que llevas mucho tiempo sin salir con alguien. Quizá Cloe tenga razón y necesitas esto más que yo — él se encogió de hombros —. Además, no debes preocuparte. No es como si algo serio fuese a ocurrir con el chico, con una cita no te estás comprometiendo con él.
— ¿Y...y si no le gusto? — preguntó con desespero —, ¿Y si se burla de mí y de mi aspecto?
— Entonces tienes a cuatro margaritas bajo tu mando que pueden hacer buenas amenazas si le hacen daño a nuestra amiga — soltó Sanne.
— Eso tenlo por seguro — afirmó Derek —, dejarías de verlas como inocentes si te cuento todas las amenazas que he recibido luego de mis peleas con Lilian.
— El pobre debe tener pesadillas con nosotras — rió Cloe y luego se enfocó en Linda una vez más —. Cómo sea, Gabe tiene razón, no pierdes nada al intentar.
Las cicatrices en el rostro de Linda se marcaban aún más cuando expresaba nerviosismo. Sus líneas de expresión se fundían con sus horrorosas marcas y la volvían más desagradable a la vista. Comenzó a jugar con su trenza ante los nervios y decidió pedirle un consejo a sus demonios...pero estos seguían sin palabras. El shock los tenía dormidos, lo cual debía ser un alivio para esa mujer que había convivido años junto con sus voces. Sin embargo, en ese momento necesitaba que la guiarán hacia el camino correcto.
Pues creía que su sola conciencia era demasiado débil como para tomar esa decisión... así que siguió lo que decían las conciencias de los demás.
— Está bien, lo haré — soltó, casi sin aire.
— ¡Ah, que alegría! — Cloe se lanzó sobre ella en un abrazo y la estrujó con cariño —, verás que la pasarás de maravilla, amiga. Además, estoy segura de que él no se fijará en tu físico. Ya verás.
— ¿Cómo puedes estar tan segura?
— Solo confía en mí.
No sabía si confiar, solo sabía que le sentaba bien tener amistades. Se sentía más segura cuando recibía consejos de personas que la querían en lugar de demonios. Miró a Gabe, quién le sonrió por haber tomado la opción correcta. Si era la elección adecuada, ¿por qué tenía tanto miedo? Todo en ella temblaba, incluso su espíritu. Sus inseguridades se acentuaban lentamente y comenzó a imaginar mil y un escenarios para esa cita...
Y todos le resultaron aterradores.
— Bueno, creo que con esto solucionado, podemos empezar a comer — sonrió Dalia, quien decidió cortar la conversación al ver que Linda no emanaba ni una sola sonrisa.
— Por favor — dijo Lilian, poniéndose de pie —, tengo un hambre terrible.
— Es hambre por dos — mencionó su hermana, Silvana, sonriendo.
— En ese caso, traeré la comida y luego el postre que debe estar por...— al voltear, la pelirroja se dió cuenta de que al dulce de chocolate en la mesa le faltaba un trozo considerable. Dirigió su mirada hacia Cloe, quien ya imaginaba lo que le gritarían —, Cloe...
— ¿Sí, mi querida Dalia hermosa, la mejor amiga que existe en este mundo? — Cloe sonrió con inocencia, aunque comenzó a caminar hacia atrás para alejarse de la pelirroja.
— ¿Tienes idea de quién se comió el dulce que dejé en la mesa?
— Lilian tenía hambre, pero no la culpes. Es alimento para el niño.
— Ah, no. A mí no me metas en esto — soltó Lilian.
— ¡¿Qué acaso no te podías esperar, Cloe Gabrielle Nicols?! — exclamó Dalia —, ¡¿Por qué te lo comiste cuando te dije que te aguantaras?!
— ¡Porque el amor no se hace esperar! — sentenció la castaña —, ese es mi slogan de casamentera. Bastante convincente, ¿verdad?
— Definitivamente, amo estás locuras — dijo Samara entre risas.
Cloe era un alma bromista que rara vez hablaba en serio, pero cuando lo hacía su seriedad llegaba a los límites correctos. Confiaba en que su plan tendría éxito. No sabía si le favorecería para obtener la confianza de Gabe, ayudaría a ser feliz a Linda, o ambos al mismo tiempo, pero algo saldría de aquella cita que parecía estar destinada al desastre.
Te diré algo más, amor mío...me encantan mis ojos, porque sé que yo puedo ver con amor. Nunca subestimes a alguien que intenta enseñar el don de ver con cariño, pues esas personas tienen una voluntad extraordinaria. Cloe entra en esa categoría, pues su trabajo iba más allá de eliminar la Vigorexia de un hombre demasiado músculoso. Ella quería enseñarle a ver la belleza de un sentimiento que a Linda le parecía bello y aterrador al mismo tiempo.
Ella tenía unos ojos azules preciosos, ojos que tampoco sabían mucho de romance pero estaba dispuesta a entrenar su mirada para comprenderlo. En cuanto a Linda, a ella le tocaba un trabajo similar. Solo cuando sus ojos miel se encobtraran con los de su futura cita podría decir si creía, o no, ser digna de ver el amor de una forma tan hermosa como sus amigos...de la forma en la que lo veo yo.
1k de vistos!!! No lo puedo creer!!
Muchas gracias, estoy súper feliz por esto❤❤❤ Escribir Narciso me está gustando demasiado. Es como entrar en universo paralelo de locura, me desconecta un montón de los problemas al rededor así que me alegra que les esté gustando mi demencia también ❤❤
Quiero aclarar unas cositas que no sé si han notado, pero las aclararé igual. Primero, este libro es mucho más personal que Margaritas por el hecho de que juega más con la primera persona del narrador. Eso es porque Jay se la está dedicando al amor de su vida (no sé si saben quién es pero son libres de adivinar), así que me pareció que debía arriesgarse más a revelar su identidad en esta historia. La otra cosita que quería decirles es que empecé a corregir Margaritas, así que verán algunos cambios en la otra novela próximamente.
Además, haré algo especial por este 1k ¿Qué? No sé 😂 Den ideas y tomaré alguna, ¿les parece?
Bueno, eso es todo. Chaíto, nos vemos en la cita de Linda 😉💓
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