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Capítulo 18

Lección #3: Una razón lógica
10 de marzo

11:00pm

— Bien, aquí hay cervezas para todos — Sanne entregó las bebidas que tenía en sus manos y luego le sonrió a Lilian, al entregarle un vaso lleno de líquido insípido—, y dulce agua de grifo para la futura mamá.

— Gracias — Lilian rodó los ojos al tomar el vaso. No obstante, soltó una carcajada —, supongo que esto significa que yo conduciré hoy, ¿no es así?

— Supones bien, bonita — sonrió su prometido tras llevar su bebida hasta sus labios. Dió un sorbo y luego miró a Lilian —, ¿qué tal tu agua de grifo?

— Refrescante — ella entrecerró los ojos, sin quitar la sonrisa de su rostro —, gracias por preguntar, Osbone.

A veces, lo único que se necesita tras días llenos de estrés es una salida con personas que consideras importantes. Por esa razón, Cloe estaba tan animada esa noche. Se sentía feliz de ver a su nerd favorito salir de su pinta de profesor serio y relajarse junto con Don; al parecer se habían vuelto muy buenos amigos. Estaba contenta de ver a sus amigas lucir más bellas que nunca con vestidos cortos y maquillaje que, si bien no usaban en exceso, las adornaba de maravilla. No le agradaba mucho la música que solían poner en bares como ese, pero estaba pasando un rato tan agradable que se había olvidado de las líricas que tanto detestaba.

Por otro lado, Gabe no estaba tan cómodo. Se sentía fuera de lugar, como si no fuera parte de ese entorno. Él se creía superior al sentimiento de pertenecer a algún sitio, o con algunas personas. Por lo tanto, le resultaba imposible sentir lo mismo que Cloe sentía en ese momento. Su mejor compañía siempre fue su reflejo, pero ahora lo estaba intentando reemplazar con varios tragos de cerveza fría.

Y no estaba funcionando bien.

— Hey, ¿y dónde está Linda? — preguntó Gabe con repentino interés.

— Le dijimos que viniera pero prefirió quedarse en casa — respondió Lilian.

— Sí, dijo que no ha tenido muy buenas experiencias en lugares como éste y prefirió que ningún inconveniente se repitiera — completó Derek, encogiéndose de hombros.

De inmediato, Gabe comenzó a reír. Entonces, Cloe se dió cuenta de que su risa no era nada ruda, como su exterior. A pesar de que rió con cierta ironía, le pareció una carcajada agradable; digna de escuchar.

— ¿Qué clase de experiencias puede tener alguien como ella en un lugar como éste? — preguntó Gabe.

— No me sentí con derecho a preguntar — admitió Derek —, se veía muy afectada al respecto así que ni Lili, ni yo, insistimos.

— ¿Y por que ese repentino interés en Linda? — preguntó Cloe, alzando una ceja con cierta picardía.

Al instante, su narciso rodó los ojos y procuró detener a la margarita. No había que conocerla demasiado para adivinar las intenciones detrás de sus cejas elevadas. Incluso con la poca iluminación y con la música le resultó sencillo notarlo.

— Detén tus instintos de casamentera, Cloe — le pidió el chico —, porque lo que sea que estés considerando, está mal.

— Solo me sorprende que ella te interese tanto cuando a ti solo te importas tú mismo... — Cloe se encogió de hombros y sonrió con inocencia.

— Oh, por Dios — Dalia entendió la lógica detrás de lo que calculaba su amiga y miró a Gabe con sorpresa —, ¿Te gusta Linda?

— ¡No! ¡Por favor, ni loco podría gustarme...ella! — exclamó Gabe, casi indignado.

— ¿Por qué no? — preguntó Cloe —, uno no elige de quien enamorarse.

— Pero se puede elegir de quien no enamorarse — señaló el chico —. Admito que Linda despertó mi interés. Me sorprendió, no es lo que yo esperaba y no soy alguien que se deja sorprender con facilidad. No obstante, eso no quita el hecho de que es horrorosa y yo no me voy a enamorar de alguien tan...fea.

» Soy un veinte de diez, y ella no llega a cero. Lo siento, pero no somos compatibles ni en físico, ni en personalidad. A pesar de eso, debo admitir que me parece la persona más interesante de este grupo y me decepciona un poco no poder verla hoy. Su fealdad le agrega un toque curioso al ambiente, ustedes son bastante aburridos.

— ¿Aburridos? — Derek lo observó, alzando una ceja y sonriendo con diversión —, como se nota que no pasas mucho tiempo con nosotros. Puede que esto se vea como un grupo bastante tranquilo pero podemos ser todo lo contrario.

— De eso no tengas duda — soltó Cloe, tomando un trago largo de su bebida.

— Como sea — Gabe rodó los ojos y evitó entrar en esa conversación —, quiero una novia, pero nunca estaré tan desesperado para enamorarme de Linda.

Entonces, Sanne dejó su vaso ya vacío en la mesa y comenzó a interesarse en la conversación. Por instantes, se había perdido en la música, en el alcohol y en sus pensamientos. Llegó a estar tan perdida que incluso su sonrisa se veía fuera de lugar. No, no estaba ebria; solo estaba embriagada con sus propias ideas.

Los recuerdos emborrachan mucho más que varios tragos de cerveza.

— Explícame ese interés tuyo en conseguir novia — pidió la chica. Esa noche, se veía hermosa. Sus ojos grises estaban acompañados con maquillaje sutil y su impactante cuerpo con un vestido plateado corto que llevaba muchas miradas a su dirección, incluyendo la de un narciso.

— ¿Cómo así? — preguntó Gabe, notando la belleza de la chica más que nunca. No se dejó intimidar por ella, pero le resultó bonita sin duda alguna.

— ¿Por qué quieres novia? ¿Por qué te resulta tan...necesario?

— No lo sé. Supongo que solo quiero y ya.

—  ¿Dejas que una extraña te llame como flor solo porque quieres tener novia, así como así? No, no, no me engañas grandulón. Tiene que haber otra razón ¿Por qué quieres una novia?

— Mhm...pues, por lo que todos quieren pareja: para no estar solo.

Entonces, el rostro de Sanne se paralizó. Miraba a Gabe a la cara, con una cercanía que estaba al borde de exceder el espacio personal de ambos. Las expresiones de la chica se tornaron tan serias que terminaron por cortar el ambiente relajado que habían creado en esa velada.

Parecía ser que incluso la música se sintió presionada por la línea recta de sus labios, pues no pudo opacar la gravedad que irradiaba.

Entonces, como si nada de eso hubiese ocurrido, Sanne comenzó a reír. Una risa exagerada, de esas que parecen sacudir el estómago cual terremoto. Esa carcajada había nacido en lo más profundo de su alma y salió hasta tocar los oídos de cada uno de sus acompañantes.

Entonces ellos se dieron cuenta de que Sanne no se estaba riendo de Gabe o de su ilógica razón por querer una pareja; ella se estaba riendo de sí misma.

— Lo que me acabas de decir es ridículo, Gabe — soltó la morena —. Estas confundiendo el significado de "estar solo" con "estar soltero". Es decir, mírame: estoy soltera, pero te puedo asegurar que estoy muy lejos de estar sola.

A veces, las dudas se olvidan de traer signos de interrogación consigo. Desconozco la razón por la cual Sanne se vio tan insegura haciendo esa afirmación cuando llevaba defendiendo el mismo mantra desde hacía años. Supongo que habrá una razón lógica para ello.

O no, las razones ilógicas también abundan.

— Concuerdo con Sanne — dijo Cloe, a pesar de la inseguridad de su amiga al decir eso último —, una novia no va a quitarte la soledad cómo si fuera una bandita en el brazo. Las cosas no son así.

— Debes tener alguna otra razón — Sanne continuó con su interrogatorio.

— No sé si la tengo — Gabe comenzaba a sentirse incómodo.

Quizá Sanne era hermosa, pero le resultaba casi tan entrometida como Cloe. Eso arruinaba cada rastro de su despampanante belleza. En defensa de la chica, ella no siempre era así...

Pero hay noches que sirven para hacer excepciones.

— ¿Necesitas a alguien que te bese en los labios? Porque eso lo puede hacer cualquiera — continuó la morena —. Un beso te lo puede dar una extraña, no necesitas conseguir pareja para pegar tus labios con los de otra persona. 

— Bien, al parecer tu suerte en el amor es muy distinta a la mía. A mí no me besan extraños así como así, Sanne.

— Siempre hay una primera vez.

Y sin decir más, ella lo sostuvo por el cuello de su camisa y adhirió sus labios a los de él de una forma casi desesperada. No fue un beso tierno ni mucho menos. Fue un contacto casi violento, pero placentero; o al menos eso le pareció a Gabe, quien no había besado a alguien en mucho tiempo.

Se dejó llevar por la forma en la que Sanne jugaba con sus labios, y le devolvió la jugads adentrando su lengua en su boca para volver aún más duradero aquel beso. Parecía que ambos se estuvieran desquitando el uno con el otro. Era como si ella estuviese descargando cierta frustración con cada mordida que le proporcionaba a los labios de el chico, y él estaba callendo en todo eso; la frustración se le estaba contagiando y descubrió que besar era una buena forma de descargarlo.

Porque debía admitirlo: Sanne besaba muy bien.

No sentía nada por ella. Era prácticamente una extraña. Tampoco sabía porque ella había tomado esa iniciativa en un inicio, pero debía agradecérselo. Había olvidado la sensación de un contacto como ese...por otro lado, la violencia de Sanne solo delataba que con cada movimiento de ambas lenguas, ella buscaba dejarlo todo en ese beso, y olvidar la sensación luego.

Al separarse, él pudo notar como los ojos de Sanne relampagueaban por las lágrimas. Ella parpadeó un par de veces para eliminar el rastro de agua en su mirada y le sonrió con una amabilidad a la que él no estaba acostumbrado. Supo entonces que el beso significó lo mismo para ambos en términos de cariño: nada. No obstante, había cobrado significados diferentes para cada uno...

A él le sirvió de recordatorio, ahora sabía que no buscaba novia simplemente para besarla. Y a ella...no tengo ni idea de que significó para Sanne, pero al parecer no fue suficiente para drenar su frustración.

— Tienes labial en la cara — rió la morena, quién buscó una servilleta para limpiar el rostro del chico —. Siento decirte esto, pero el rojo cereza no le sienta bien a tu rostro, grandulón.

Ella le ofreció el trozo de papel y él lo aceptó con amabilidad. Le sonrió, casi por lástima, pues había notado que ella había buscado algo con ese contacto de bocas y no lo había conseguido. Sanne tendría que seguir buscando una razón lógica para sus propias acciones y, sinceramente, ella misma le tenía cierto miedo a esa búsqueda.

— Eh...¿Qué carajo acaba de pasar? — preguntó Dalia, observando a su amiga con sorpresa. Ella no era de las que le arrojaban la cara a chicos así como así, eso lo sabían todos en la mesa...menos Gabe, claro.

— Lo que pasó es que Gabe acaba de descubrir que no somos un grupo tan aburrido como él pensaba — Derek sonrió con diversión tras decir esas palabras.

— Un beso no tiene mucho valor — le dijo Sanne a Gabe, devolviendo la seriedad a la conversación —. Están sobrestimados, para mí es solo intercambiar saliva y ya... Sé que no tengo el derecho de meterme en el proyecto de Cloe ni nada por el estilo, pero la mejor lección que te puedo dar como cómplice de esto, es que busques una razón lógica a tus ganas de querer novia. De lo contrario, estarás buscando besos como el que te di toda tu vida y eso te lo puede dar cualquiera.

Luego de que esas palabras abandonaran sus labios, Sanne tomó otro trago de cerveza sin siquiera darse cuenta de que estaba agarrando la botella de Gabe...el suyo propio ya se había acabado. Él no le dijo nada, no quiso esconder que la chica lo había dejado sin palabras ¿Tenía una razón lógica para todo eso? ¿Era sensato pensar y pensar en querer una novia?

Él tenía una razón, no sabía si lógica o ilógica, pero prefirió mantenerla. Temió que, de no hacerlo, podría terminar como Sanne: buscando consuelo en besos sin sentido...

Así que esa fue una de las lecciones más valiosas que le dieron.

— ¿Vamos a bailar, chicas? — preguntó ella, sonriendo como nunca antes lo había hecho. Sus amigas se miraron entre ellas, ninguna era tan estúpida como para no notar que algo ocurría.

— Por supuesto — habló Dalia. Si bien sabía que algo ocurría, no iba a preguntar en ese momento; no era el indicado —, ¿vamos, Donny?

— Yo puedo ir sin problema, solo recuerda que con una pierna de metal no soy tan buen bailarín, amor — le dijo a Dalia, al tiempo en que se ponía de pie. Para los que conocían bien a esa pareja, sabían que eso era algo que él siempre decía. No obstante, no había instante en el que no terminara en la pista de baile junto a su novia —, ¿alguien más viene?

— Yo estoy cansada — dijo Lilian, apoyándose en el hombro de Derek, quien dijo que ambos irían en un rato.

— Yo acompañaré a la descorazonada y al nerd un rato— habló Cloe —, los alcanzó luego, chicos.

Y nadie se molestó en preguntarle a Gabe. No había que ser adivino para saber que la respuesta sería no, así que en la mesa solo quedaron Cloe, Lilian, Derek y un narciso.

En el instante en el que los otros tres desaparecieron entre la multitud, Gabe descubrió que sus acompañantes no se habían quedado en la mesa por mero cansancio. La forma en la que Lilian y Cloe cambiaron de tema en el instante en el que perdieron de vista a Sanne fue impresionante. Él miró a Derek, quien con una mirada le hizo entender que aquello era completamente normal.

Las margaritas sabían cuando una de ellas no estaba del todo bien.

— Sin duda, algo le pasa a Sanne — habló Cloe —, ella jamás le lanzaría los labios a un chico que recién conoce.

— Quizá se pasó de tragos — sugirió Derek, aunque sabía que su opinión no tenía demasiado valor ahí.

— Nadie se embriaga con una cerveza — dijo Lilian —, y menos Sanne. Ella fue quien le enseñó a Cloe a beber, y aunque no le salió demasiado bien, no le puedo quitar el mérito de que es muy buena profesora. Jamás la he visto ebria.

— ¿Cómo es eso de que no le salió bien? — preguntó Cloe, frunciendo el ceño —, ¿estás diciendo que me embriago rápido?

— Tu respiras alcohol y ya estás perdida — soltó Derek, con una sonrisa —, apuesto a que ya estás mareada. Eso, y que necesitabas hablar sobre Sanne, son las razones por las que te quedaste sentada, ¿no es así?

— Ugh, los odio por conocerme tan bien — ella rodó los ojos.

Gabe observaba a los tres con atención ¿Cómo podían ser tan detallistas? ¿Cómo podían notar que algo andaba mal en Sanne con un simple beso? Le parecía imposible, no sabía que alguien podía conocer tan bien a otra persona, al punto de adivinar cosas que ni ellos mismos sabían.

— ¿Y si algo pasó en Londres? — preguntó Cloe, continuando con la conversación anterior.

— Eso explicaría su prisa en venirse a Los Ángeles — razonó Lilian —. Ella amaba vivir allá, pero de repente comenzó a pedirle trabajo a Don, un lugar donde quedarse a nosotros y renunció a su antigüo empleo. Pasó todo muy rápido...

— Y Sanne es perfeccionista a no decir más. Ella no es fan de las cosas rápidas.

— ¿Notaron que está mucho tiempo en su teléfono, de nuevo? — preguntó Derek, y luego se respondió a si mismo —, ¿Por qué pregunto? Por supuesto que lo notaron.

— Fue lo primero que vi cuando nos reencontramos — soltó Lilian. Había preocupación en su mirada pálida, al parecer había llegado a una conclusión bastante mala —, algo le está pasando, no hay duda de ello.

Y, a pesar de que ninguna de las dos sabía la razón por la cual Sanne estaba así, sabían que no debía ser algo muy bueno. Su amiga les debía estar escondiendo algo...algo que, sin quererlo, le contó a Gabe con ese beso desesperado.

El detalle era que él no supo descifrar el mensaje, así que seguía siendo un misterio.

— ¿Cómo hicieron eso? — preguntó Gabe, sorprendido.

— ¿Hacer qué, narciso? — preguntó Cloe, dándole atención al chico.

— ¡Eso! Saber que Sanne está mal solo porque me besó ¿Cómo lo hacen? Ella ni siquiera les ha dicho algo al respecto.

— Gabe, cuando nosotras cuatro nos conocimos, ninguna era muy comunicativa que se diga — habló Lilian —, aprendimos a entendernos sin hablar. Conocemos las acciones de la otra, las reacciones de asco, miedo, amor, y muchas más. Las palabras son casi inútiles en nuestra amistad, los gestos son lo que siempre ha contado.

— A veces parece que las cuatro son una sola — opinó Derek, quién conocía a esas margaritas como nadie —, y a veces parece que vienen de planetas totalmente distintos. Uno de acostumbra a que estas cosas pasen.

— Sigue pareciendome increíble que puedan hacer eso — dijo el narciso

— Cuando te des el tiempo de conocer a otras personas y no solo a ti mismo, forjarás lazos como estos; te lo prometo — le sonrió Cloe —, pero mientras pienses solo en tu bienestar, esto que hacemos te seguirá pareciendo un raro truco de magia y no algo que pueda pasar en realidad.

No obstante, Gabe no le encontró ninguna razón lógica para querer lazos como los que esas cuatro chicas habían forjado. Le agradaba verlo, le parecía interesante; era como observar a un vidente hablar sobre algo que no le pertenecía, y aún así adivinaba. Lo podía considerar un espectáculo digno de apreciar, pero no lo quería imitar.

Al menos no hasta que encontrar una razón para querer algo como eso.

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