Capítulo 15
Un buen día
7 de marzo
2:00 pm
Querido Jace:
Han pasado dos días desde que descubrí que nuestro narciso puede ser aunque sea un poco empático y la emoción aún no se me quita. Noté que su actitud solo cambia con Linda, porque sigue siendo el mismo idiota de siempre con el resto de la gente. No sé qué le dijo ella en ese almuerzo, pero sin duda se ganó el respeto del ser más irrespetuoso del planeta.
¡Y estoy muy orgullosa de ella en este momento!
Siento que el proyecto podrá avanzar ahora que una de mis cómplices está ganando poco a poco la confianza del narciso. Es más, siento que hoy será un buen día y espero que no sea un simple presentimiento...
🌻
— Todavía no me creo el hecho de que llames a tu bitácora "Jace" — soltó Gabe, quien se había enterado de esa locura hacia unas pocas horas, camino al aeropuerto.
— ¿Cómo iba a llamarlo? ¿Bitácora? — preguntó ella —, suena aburrido.
— Solo digo que le pusiste nombre a un libro pero no te molestaste en nombrar a tu pez dorado — el hombre encogió sus músculos hombros —, eres demasiado extraña.
— Y no has visto nada aún, créeme — soltó Sanne, que estaba a su lado.
Todos estaban en el aeropuerto, esperando a Lilian, que llegaba de París luego de dos semanas ausente. Derek propuso ir a buscarla él solo y luego podrían encontrarse en Palms, pero ninguna de las margaritas estaba dispuesta a aceptar aquello. No olvidaban el hecho de que el nerd guardaba una joya de compromiso en algún lugar, y las tres querían estar presentes si eso llegaba a ocurrir. Así que no pensaban dejar a la pareja sola por un largo tiempo. Por eso, acompañaron al chico a recibir a su novia, y arrastraron a Gabe, Linda y Don con ellas.
— ¿Te sientes bien, Derek? — preguntó Dalia al verlo pálido —, ¿O es que estás nervioso?
— ¿Por qué estaría nervioso, pequeña Milestone? — preguntó él, alzando una ceja.
— Eh...por algo llamado anillo que significa algo llamado compromiso — soltó Cloe, guardando a Jace en su mochila.
— Que le darás a alguien llamada Lilian que será lo que se llama tu esposa — Sanne completó la historia de Cloe con una sonrisa burlona en el rostro.
Derek soltó una carcajada al escuchar eso y luego negó con la cabeza.
— Son tan tiernas por creer que de verdad voy a pedírselo aquí — les dijo a sus amigas —, soy mucho más original que un aeropuerto. Estoy pálido porque estuve mareado toda la mañana, pero ya me tomé algo y me siento mejor.
— ¿Entonces, cuándo se lo pedirás? — preguntó Linda, quién se había unido a las margaritas en ese movimiento por convencer a su profesor que hiciera la propuesta de una vez.
— En el momento indicado — soltó.
— Es decir, cuando ninguna de ustedes lo espere — dijo Don, quien conocía bastante bien a Derek.
— Exactamente, amigo mío.
Las margaritas y Linda rodaron los ojos al escuchar aquello. Si él seguía así, nunca terminaría por entregarle la joya a Lilian. Sin embargo, sabían que nada podrían hacer para cambiar su opinión. Derek era demasiado terco y nada le sacaría de la cabeza el hecho de que quería buscar el momento indicado para hacer su propuesta.
— ¿Lilian no debería estar aquí? — preguntó Cloe luego de unos minutos —, su avión debió llegar hace media hora.
— Yo tampoco comprendo — dijo Dalia, mirando su reloj de muñeca —, ¿Se habrá retrasado su vuelo?
— No sé, pero ya me quiero ir — soltó Gabe, estaba retrasando su sesión de pesas de nuevo.
— Tu siempre tan entusiasta, fenómeno — Linda rodó los ojos con diversión.
Él se encogió de hombros y decidió no prestarle atención a eso. Si le tocaba ser sincero, no sentía mucho entusiasmo por estar ahí. Apreciaba a Lilian pues llevaba siendo su entrenador por varios años, pero tampoco la consideraba alguien tan importante en su vida como para tener que aguantar su llegada junto con un montón de personas que no le caían bien.
Si bien Dalia y Don eran sus amigos, Derek y Cloe no le agradaban en lo absoluto. Es más, a duras penas los aguantaba. En cuanto a Sanne, lo único que podía decir de ella era que le parecía atractiva. Del resto, no la conocía. Y Linda...bueno, ella seguía siendo un fenómeno, pero al menos ahora se sentía un poco menos incómodo con su presencia. Cada vez que la veía con, o sin su capucha puesta, el cuento del que habían conversado por tres horas llegaba a su mente.
Y el recordar esa fea historia le provocaba una sensación agradable; una que ni siquiera conseguía al hacer pesas, o al verse en el espejo.
— Bien, ahora si que estoy preocupado — soltó Derek, luego de una hora de espera —, intentaré llamarla.
— ¿Le habrá pasado algo malo? — preguntó Dalia con nerviosismo.
— Amor, seguro no es así — le aseguró Don —, capaz su vuelo se retrasó y ya.
— O capaz, ustedes están buscando en la puerta equivocada — una voz conocida tras ellos los hizo voltear a todos —, los vuelos internacionales desembarcan del otro lado del aeropuerto, idiotas. Estuve esperándolos una hora y gracias al cielo se me ocurrió venir a revisar esta puerta. Es más, ¡los conozco tan bien a todos que no me sorprende que no se hayan molestado en leer los letreros!
Y ahí estaba ella, de brazos cruzados y tratando de reprimir una carcajada. Las margaritas, Linda, Gabe, Don y Derek tardaron poco tiempo en darse cuenta de que Lilian estuvo en lo correcto: estaban en el lado equivocado del aeropuerto, así que esperaron una hora en vano. Ella los encontró primero.
Más allá de sentirse mal por haberse confundido, las margaritas corrieron a abrazar a su integrante faltante. La envolvieron entre risas y felicitaciones, pues se había corrido la voz por los medios que su exposición había sido un éxito. Linda solo pudo sonreír ante esa imágen y recordó lo que le había dicho Gabe en su almuerzo, eso de que ella estaba desesperada por una amistad.
Quizá era cierto porque, si le tocaba ser sincera, sentía cierta envidia por lo que tenían esas chicas.
— ¿Y qué hacen todos aquí? — preguntó Lilian. Se veía contenta, estaba radiante...un poco pálida, pero quizá eso se debía al frío que había aguantado en Francia —, digo, me esperaba un poco esta bienvenida entre margaritas, pero admito que me sorprende ver a Linda y a mis dos entrenadores favoritos...
—Somos los únicos dos que tienes, Lili — acotó Gabe.
— Es bueno tenerte de vuelta — le sonrió Donovan al tiempo en el que la abrazaba —, me hacía falta verlas a las cuatro juntas.
— Pues, ahora te hartarás de vernos juntas, Ironman — soltó Cloe —. Se acabaron los viajes a Londres, a Francia, o a dónde sea ¡A partir de ahora, todas se me quedan en América!... A menos de que quieran pagarme el pasaje a mi también.
Lilian rió ante el comentario de Cloe y abrazó a Linda mientras tanto. La chica pensó que era bueno tenerla de vuelta, pues Lili era lo más cercano a una "mejor amiga" que tenía. Cuando se separaron, fue el turno de Derek para acercarse a su novia.
Ellos no se abrazaron, tampoco se besaron, simplemente se quedaron frente a frente, sonriendo.
— Y...— le dijo él —. ¿Conseguiste a un francés que me reemplace?
— De hecho, sí — en la sonrisa burlona de Lilian se notó que solo le seguía el juego a su novio —. Su nombre es Toulouse, pero sabes lo difícil que es tener una relación a distancia...el cambio de horario y esas cosas complicadas. Así que lo dejamos como algo pasajero.
— Lo que pasa en París, se queda en París, ¿no? — él le seguía el juego mientras se acercaba más y más a ella.
— Se puede decir que sí — y la sonrisa de ella se extendía a medida en que lo sentía más cerca.
— Gracias al Cielo se quedó en allá, porque con un nombre como Toulouse...
— Ustedes dos le quitan todo el romanticismo a un reencuentro — los interrumpió Sanne, rodando los ojos.
La pareja rió en sincronía, ambos divertidos ante su juego y felices porque estaban a menos de un paso de distancia. Él la rodeó por la cintura y ella atrapó los labios de su novio en lo que fue un beso que ambos habían esperado. No eran de separarse muy seguido, esas semanas habían sido demasiado largas para ellos.
Es que claro, ¿no te he contado que el tiempo se hace largo cuando hay secretos acumulados?
— Te extrañé mucho, bonita — le dijo él, adhiriendo su frente a la de ella.
— Y yo a tí, Osbone — le respondió Lili, con un ligero temblar en sus labios que procuró esconder bastante bien.
— Y yo estoy asqueada — soltó Cloe —. ¿Sabes, descorazonada? Si el souvenir que le trajiste a tu novio de París fue un beso francés, pudiste habérselo dado en privado y no con nosotros aquí, en frente.
— ¿No querían un reencuentro romántico? Pues, se los estoy dando — y así, comenzó a besar repetidamente a su novio logrando que Cloe fingiera arcadas.
— Sanne, te mataré por decir eso.
Claro que la castaña bromeaba. Estaba feliz por ver a esos dos juntos y siendo tan intensos y empalagosos como los recordaba. Ella había sido testigo de cómo ellos habían formado una vida juntos a pesar de todos los problemas que tuvieron en el pasado. Gran parte de la mejoría de Lilian se debía a Derek, pero ella también lo había ayudado a él a superar obstáculos que, en su momento, casi lograron tumbar por completo el espíritu del nerd. Eran una gran pareja que había empezado como una muy buena amistad, pero la evolución de su amor tuvo como resultado la forma correcta de terminar con esa ecuación.
Luego, Cloe miró a Dalia, quién tenía su brazo entrelazado al de Don. Se dió cuenta de que otra de sus mejores amigas también estaba viviendo esa clase de amor; algo que ella nunca había vivido, pero el solo ver a personas tan cercanas a ella sentir algo tan grande la llenaba de alegría. Conseguir algo así debía ser complicado, un rumbo lleno de altas y bajas...y ella debía buscarle ese sentimiento a Gabe, lo cuál sería un problema.
Pero ella había decidido que ese era un buen día y, por lo tanto, no iba a pensar en eso.
Una vez los novios terminaron su besuqueo y Cloe dejó de bromear con ellos, acordaron salir del aeropuerto e ir a Palms todos juntos. Por supuesto, Gabe no estuvo muy de acuerdo con la idea. Necesitaba hacer ejercicio. De hecho, estaba desesperado por hacerlo. Sentía que cada vez se ponía más débil, las sesiones de Cloe le quitaban mucho tiempo de su entrenamiento. Quizá por eso estaba más irritable de lo normal.
Pensó en la cantidad de tiempo que había perdido en esperar a Lilian en el aeropuerto, y cálculo que tantas pesas había podido haber hecho en ese tiempo, todo eso mientras caminaban por el estacionamiento del aeropuerto hacia los autos. Lilian contó algunas anécdotas del viaje, y otras como el hecho de que sus hermanas regresarían en días a L.A muy pronto. Dalia y Sanne también dijeron varias cosas, pero él no escuchó. Estaba muy ocupado sumando horas.
Finalmente, obtuvo su cálculo y enfureció. Soltó una maldición al aire; maldición que Cloe y Linda lograron escuchar.
— ¿Todo bien, narciso? — preguntó Cloe. Ellos tres iban unos pasos detrás del resto.
— No, nada bien, Cloe — soltó molesto — , y de verdad me gustaría que pararas con lo de la jodida florecita esa.
— Mientras más le digas que pare, más lo hará — acotó Linda —, es sentido común.
— Como sea — dijo enojado —, solo quiero largarme de aquí.
— ¿Y quién te lo está impidiendo? ¿Acaso te estoy deteniendo con correa? — preguntó Cloe —. Anda, vete si quieres. Quedarás como un amargado bastante grosero pero es tu problema, no mío.
— Bien, entonces me largo — espetó.
— Hasta luego — le dijo Linda.
¿Qué? ¿Creyeron que lo iban a detener?
Luego de dejar claro que se iba, Gabe se dispuso a alejarse de todos ellos, hasta que recordó algo importante: Donovan lo había traído. Rebuscó entre sus bolsillos por algo de dinero para un taxi pero había dejado su billetera y celular en casa porque él nunca utilizaba esas cosas. Pensó en ir caminando hasta el gimnasio, pero estaba demasiado lejos y hacía mucho calor como para pasar tanto tiempo en la calle. Soltó un suspiró y volteó para volver a encarar a las dos chicas.
— Tardaste en darte cuenta — soltó Cloe con gracia.
— Calma, fenómeno. Cuando lleguemos a Palms pídele algo de dinero prestado a Don y toma un taxi — le sugirió aquella chica horrorosa.
— Supongo que eso es lo que tendré que hacer.
Los tres siguieron caminando hasta dar con Dalia, Donovan y Sanne, subiéndose en el auto de Don. Lilian y Derek estaban justo a su lado, guardando el equipaje de la chica en el maletero del Ford que les pertenecía. A Cloe no le costó notar cierto nerviosismo en el rostro de su amiga recién llegada. Pensó en acercase a ella y preguntarle antes de que tuvieran que subirse al coche, pero en el instante en el que Derek cerró la puerta del maletero, ella perdió su oportunidad.
— ¿Nos vamos? — preguntó Lili, al notar que Derek no se movía.
— Espera — le pidió.
Entonces, Derek se quitó sus gafas y colocó su dedo pulgar e índice en el puente de su nariz, cosa que hacía cuando algo lo ponía nervioso. Luego, pasó su mano por su barba, como si intentara pensar. Había algo rondando por su cabeza, algo que lo tenía tan lleno de miedo como el día en el que besó a su novia por primera vez; algo que pesaba en su bolsillo...
— ¿Crees que se lo pida? — le preguntó Dalia a Sanne. Ambas observaban la escena desde las ventanillas del auto de Don.
— ¿Ahora? ¿En un estacionamiento? No lo creo — respondió.
Derek estaba recreando el temor que sintió al enamorarse de Lilian, cinco años atrás. Tenía un revuelto en su estómago que no sabía si se debía al malestar que llevaba sintiendo desde hacía días, o a los nervios de tener esos ojos azules pálidos sobre él; esos ojos que quería seguir viendo todos los días de su vida.
Las polillas en su estómago parecían estar dando una fiesta en su interior y aletearon con mucha más velocidad cuando su mente se hizo la idea de una vida junto a ella.
— Derek, cariño — Lilian se acercó a él con preocupación y acunó su rostro en sus manos —, ¿te sientes bien?
— Perfecto — le sonrió.
— ¿Seguro? Te ves...nervioso por algo.
— Tu también, bonita.
Ella se mordió el labio y bajó la mirada. Al ver que tardaban demasiado tiempo en subir al coche, Don, Dalia y Sanne bajaron del suyo y se colocaron junto al resto, al rededor de la nerviosa pareja. Con una mirada fugaz, las margaritas se dieron a entender que ese podía ser el momento, pero todas lo dudaban. Si él no se lo había preguntado en el aeropuerto, ¿por qué habría de hacerlo en el estacionamiento?
— Y...¿y si mejor nos vamos a casa? — le pidió ella —. Necesito decirte algo...
— Yo también tengo que decirte algo — le dijo él.
— Entonces, vámonos. Hablemos en el apartamento pero quita esa cara, por favor. Me estás preocupando.
Ella tomó su mano e intentó caminar junto a él hasta el auto, pero él la haló de vuelta hacia él y acortó la distancia. Entonces, llevó su mano hasta el bolsillo de su pantalón sin dejar de mirar esos ojos azules pálidos.
Ojos que quería ver hasta envejecer.
— ¿Qué pasa? — preguntó Lilian, con su respiración agitada. Su pecho estaba adherido al de Derek y podía sentir su corazón latir con rapidez.
Aunque no estaba segura si lo que estaba sintiendo era su propio corazón.
— Lo que pasa es que si no lo hago ahora, perderé la valentía — le dijo él, sin soltar su mano —, y no estoy dispuesto a perderla.
Y entonces, pasó.
En su mano, esa pequeña cajita de terciopelo parecía un diminuto tesoro que temblaba ligeramente por el nerviosismo de quién la sostenía. Aunque, a ese punto, él sentía más emoción que terror. No se arrodillo, pues sabia que el asfalto al calor de L.A era como una sartén con aceite hirviendo; pero le bastó con bajar su mirada unos centímetros y sonreírle de lado. Al abrir la cajita, reveló la existencia de un anillo sencillo, de aro color de oro y una joya azul...azul como unos ojos que lo miraron con impresión. Lilian se soltó del agarre de su novio y dio un paso hacia atrás ante la sorpresa. Llevó una mano a su boca y otra hasta su pecho, que parecía que se desgarraría en cualquier momento por el latir de su corazón.
Seré sincero: su cara fue bastante cómica. Es más, Cloe le habría tomado una foto solo para reírse de ella en algún momento de no ser por que su propia expresión de sorpresa resultó incluso más divertida que la de la primera.
— Derek...— Lili estaba en un estado de shock en el que no estaba clara de si estaba procesando bien la información frente a ella, o no.
— Lili, hace unos meses me puse a pensar en el día en el que nos conocimos — comenzó él y luego soltó una pequeña carcajada—, lo cómico es que no recuerdo ese día porque creo que te conocí mucho antes de tener memoria ¿O tú eres capaz de recordar algo?
Lilian negó con la cabeza con lentitud, sin poder apartar la mirada de los ojos café de Derek.
— N...no — balbuceó —, yo era prácticamente una bebé...
— ¿Ves? Es imposible que recuerde un momento de mi vida sin ti porque tú has estado ahí siempre. Primero como una amiga y luego como la mujer más importante en mi vida. Y...no sé, pero terminé pensando en que quería seguir viviendo así: compartiendo contigo, superando obstáculos juntos, sintiendo polillas en el estómago cada vez que te veo...
» Quiero envejecer sabiendo que te veré todos los días, que seguirás dejándome sin palabras. Llegué a la conclusión de que quería todo eso contigo y quiero hacerlo llamádote mi esposa.
Lilian tragó saliva con nerviosismo. Buscó a sus amigas con la mirada, sin poder creer que algo como eso estuviese pasando. Obtuvo cuatro sonrisas por parte de Linda, Cloe, Sanne y Dalia; además de lágrimas de alegría por parte de la última. Luego, volvió a los ojos de Derek...esos ojos café demasiado expresivos que solo expresaban amor.
— ¿Qué dices, bonita? — le preguntó él —, ¿Te quieres casar conmigo?
— ¡Joder, esto es demasiado! — soltó Dalia, desviando la atención de todos hasta ella y a su rostro lleno de lágrimas —, ¡Es tan bonito que no puedo parar de llorar!
— ¡Dalia cierra la boca! — le reclamó Cloe —, ella ni siquiera le ha dicho que sí ¡Arruinaste el momento!
— ¡Cállense! — les reclamó Sanne, halandolas a ambas por sus brazos —, las dos lo arruinaron, ahora cálmense y dejen que Lili diga algo.
Pero ella estaba callada, paralizada, con sus ojos fijos en el anillo que su novio tenía entre sus manos y el corazón latiendo justo en su garganta...
Garganta que había estado desgarrada por años, después de tanto vomitar en su adolescencia. Ahora estaba bien...bien gracias a él, que siempre la apoyo en todo. Él la quiso cuando su cuerpo era tan solo huesos, y la amó cuando su mente y pensamientos eran desastres naturales que arrastraban a todos los que amaba. La quiso cuando ella ni siquiera pudo quererse a sí misma, y ahora él le estaba planteando pasar una vida juntos.
— ¿Lili? — Derek la miró extrañado y con preocupación al ver que ella no contestaba —, ¿Qué tienes? ¿Estás bien?
La forma en la que ella comenzó a llorar resultó desgarradora. No parecía un llanto alegre, sino uno de miedo. Comenzó a temblar, los planes de Derek le parecían incluso más preciosos que la piedra en ese anillo, pero había algo que podía cambiar el rumbo de la vida que buscaba. Ellos dos juntos hasta la muerte...eso le sonaba perfecto a ella, pero había variables en el compromiso que ella no creía poder afrontar.
Y una en particular la tenía con los nervios de punta.
— Lili, cálmate, ¿si? — Derek se acercó a ella y acunó su rostro en sus manos. Estaba preocupado por esa reacción...incluso habría preferido que se negara a la propuesta antes de verla llorar con tanto terror —. Si no estás lista, olvida la propuesta. No importa, bonita, solo para de llorar...
— No, no — Lilian lo detuvo en ese instante. Oírlo tan destrozado y triste por creer que ella se estaba negando a su pregunta —. Cariño, si quiero decirte que si...
— Pero...— él la animó a continuar.
— ¡No me digas que lo del francés era real! — soltó Cloe, llevando una mano hasta su boca con impresión.
— ¡Joder! ¡Juro que hallaré la forma de coser tus labios, Cloe Nicols! — le reclamó Sanne.
Sería conveniente...al menos en ese momento.
— No hay ningún francés — aclaró Lilian, mirando a Derek a los ojos para que él viese la verdad en sus palabras —, es otra cosa...
— ¿Qué cosa? Bonita, me estás preocupando...
— Es que...es que yo...no es fácil de decir...
— Estamos hablando del profesor — le dijo Linda con delicadeza —. Este hombre sabe ocho idiomas, debes saber decirlo en al menos uno de esos.
Las lágrimas seguían bajando por las mejillas de Lilian, soltando todo el terror que sentía. No sabía que le dolía más: estar asustada por algo que debía hacerla feliz, o ver a Derek tan angustiado y todo porque no encontraba el valor para decir algo que llevaba ensayando por una semana y media.
Porque sí, lo había ensayado.
Su mente no había estado del todo presente en la exposición en París, pues estuvo dándole vueltas a la idea de cómo comunicar algo tan...tan...tan importante. Decidió procesar las palabras de Linda, quizá decirlo en otro idioma sería la única forma de soltarlo...
— Vamos, Lili — le rogó Derek —, solo dímelo.
Y todo en latín solía sonarle más bonito...
— Ego...— ella tragó saliva e intentó despegar sus ojos de Derek, pero no pudo. Era hora de decirlo —. Ego gravita...
Entonces, la mirada de Derek también cambió. Dió un paso hacia atrás, por instinto a ante la sorpresa. Lilian no pudo evitar morder su labio con nerviosismo. Se rodeó a si misma, esperando que la reacción de su novio cambiara...porque esperaba que él fuese mucho más valiente que ella.
— Eh...¿Qué mierda dijo? — preguntó Cloe que, al igual que todos los otros presentes, no entendía ni una pizca de latín.
Derek salió del shock, pero se mantuvo a la misma distancia. Bajó la mirada, ya no veía los ojos de Lilian...solo observaba como se rodeaba a si misma.
— Ella está...— soltó Derek, bastante descolocado.
— Embarazada — completó Lilian, tras limpiar una lágrima de su rostro en vano —, y antes de que lo preguntes, Cloe, no hubo ningún francés involucrado en el proceso.
Quizá Cloe había tenido razón: era un buen día...un muy buen día para las sorpresas, porque esa sí que resultó una. Las caras de impresión se hicieron presentes, una a una, y casi al mismo tiempo, las margaritas pasaron sus miradas de Derek, a Lilian...de Derek, al lugar en el que su novia se rodeaba a si misma.
Solo hubo una persona que no tomó todo eso con tanto dramatismo.
— Bien, olvídenlo. Ya no me arrepiento de haber venido — soltó Gabe tras dejar escapar una carcajada —, esto se puso mucho más interesante que hacer pesas.
Nadie presente en ese estacionamiento pudo contradecir al narciso...
JAJAJAJAJAJAJA NO SÉ PERO AMÉ ESTE CAP.
A las personas que adivinaron quiero dejar claro que esto estaba súper planeado desde el inicio de la trama. De hecho, es de las pocas cosas que tenía super claras que quería incluir en este libro. Alguien dijo que no se imaginaba a Lilian de madre, pues...yo tampoco me la imagino. Justo por eso quise hacer esto. Quiero poner a las margaritas en situaciones nuevas, que las desafíen y que les haga notar que sí, mejoraron en todo sentido. Sanne, Dalia y Cloe también tendrán sus propias sorpresitas (DIFERENTES A ESTA) pero sí, encontrarán más cosas que son difíciles de imaginar.
Teniendo eso claro: ¿Qué opinan de las reacciones en este capítulo? (En especial la de Gabe porque debo admitir que fue mi fav)
Se les quiere ~Rina❣
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