Capítulo 14
¡Los milagros existen!
5 de marzo
4:20 pm
Las distintas formas de belleza tienen distintos modos de expresarse. A veces, podemos tener algo hermoso y único frente a nosotros, pero no nos damos cuenta de que ese algo es belleza. Somos lentos para entender que hay hermosura en lo que nos rodea, y solemos darnos cuenta de ella cuando ya está muy lejos de nosotros.
Tampoco te quiero mentir, si existe fealdad. Este es un mundo desgraciado y horrible, con inflación, dictaduras, bullying, calentamiento global y pizzas con piña. Prácticamente, estamos rodeados de fealdades que atentan contra la belleza nata de un planeta que tenía el potencial para ser la cosa más hermosa nunca antes vista.
Es que creo que los humanos somos expertos en arruinar belleza por el hecho de que la vemos muy tarde...
No obstante, existen personas que están concientes del peligro que corre lo bello en este mundo. Ya sea por experiencias propias, o simple inteligencia; ellos si sienten empatía por la hermosura que sobrevive a duras penas entre tantas fealdades. Entonces, deciden querer ayudar. Tienen esa iniciativa de mover cielo y tierra por demostrar que una pizca de lindura existe en medio de un torrente de fealdad. Claro que a veces fallan.
Ser defensor de algo tan abstracto como la belleza es complicado y agotador. Si no me crees, pregúntaselo a Derek, quien miraba con cierto nerviosismo y enojo a su mejor amiga por el espejo retrovisor de su auto. Cloe había empujado a un alma demasiado blanda a una sesión demasiado riesgosa, con un hombre capaz de romperla en pedacitos.
Y si Linda se rompía, ella no querría unir los pedazos una vez más...
— Friki, te juro que si algo malo ocurrió...— soltó entre dientes, mientras conducía —. Mierda, Cloe. Lo que hiciste fue demasiado insensato ¿Acaso no has notado lo sensible que es Linda y lo cabeza dura que es Gabe?
— ¡Justo por eso los uní! — exclamó la chica, que estaba sentada en los asientos de atrás junto con Dalia y Sanne. Don, por su parte, servía de copiloto para Derek —, quiero que Gabe conozca a alguien capaz de ablandarlo aunque sea un poco, y Linda es un amor, sé que lo hará. Además, confío en que ella está bien.
— ¿Cómo puedes estar tan segura? — preguntó Dalia, también preocupada por la seguridad emocional de la chica pues conocía a Gabe.
Sabía que el temperamento de su amigo era capaz de causar heridas.
— ¿Recuerdas ese día en tu casa cuándo ella lo llamó fenómeno? — preguntó Cloe, la pelirroja asintió con la cabeza —, pues, ahí me di cuenta de que Linda es mucho más fuerte de lo que muestra con su exterior. Es como cuando me devolviste mis insultos, Dali ¿Recuerdas, cuando te llamaba gorda y de más?
» Pues, tú me regresaste cada insulto y eso siempre me descolocó. Quiero que a Gabe le pase lo mismo. Necesito que alguien lo ponga en su lugar, que le haga ver la realidad. Y la única que puede hacer algo así es Linda.
Porque Linda estaba rota.
Ella se guardo ese detalle, puesto que no quería alterar aún más a su amigo, pero la verdadera razón por la cual había escogido a Linda para ayudar a su narciso era porque ella estaba destrozada. Sabía que la sinceridad más fría venía de las grietas de alguien que se desmoronaba con lentitud. Linda estaba repleta de esas fisuras, y Cloe tenía la esperanza de que ella lograra hacerle unas cuantas a Gabe.
Necesitaba que su narciso descubriera que él también era débil.
Juntarlos era como unir dos ingredientes completamente opuestos de una receta escrita en un idioma inentendible. No sabía muy bien qué saldría de ahí, pero esperaba que el resultado fuera capaz de acercar a Gabe al proyecto. El detalle era que Cloe no era muy buena cocinera que se diga, así que sus amigos no terminaban por confiar en su forma de seguir los pasos de esa receta.
— Si ese imbécil le hizo algo...— volvió a soltar Derek —. Lo siento, Don. Sé que es tu amigo pero, joder, es el idiota más grande que ha visto este planeta...
— ¿Tan rápido te quitaron el puesto, nerd? — bromeó Cloe, tratando de aligerar el ambiente. No obstante, solo ganó una mirada asesina por parte de él —. Bien, entiendo, nada de bromas. Estás molesto...
— ¿Te das cuenta ahora? — preguntó Sanne, quién había pasado todo el viaje viendo su teléfono con nerviosismo. Recién llegaba de Londres y aterrizó justo en medio de un momento de tensión entre un nerd y una friki. No obstante, con su cara de preocupada, parecía estar en otro mundo.
Aunque sí le estaba prestando atención a la conversación.
— Vaya, tu alumna te importa mucho — le dijo Donovan a Derek —. Así, cualquiera desearía tenerte de profesor.
— Es cierto, nerd — habló Cloe —, no entiendo porque tienes tanto interés en una de tus alumnas. No me malentiendas, adoro a Linda. Pero eres su jodido profesor, no su papá para andar defendiéndola.
Derek suspiró y paró el auto justo frente al semáforo en rojo. Él no era un profesor común, pero ni siquiera los profesores más originales convertirían a una de sus alumnas en una amiga. Él se quitó sus gafas y paso su mano por su cara con cierta preocupación. Quizá fue su intento por defender la poca belleza que hay en este mundo lo que lo empujó a convertirse en amigo de su alumna estrella.
— Conocí a Linda durante mi primer mes dando clases en la universidad — contó —. Recuerdo que la clase terminó, yo recogí mis cosas y me marché del salón. Cómo cinco minutos después, me di cuenta de que había dejado algo y regresé. Entonces, la encontré saliendo del armario que supuestamente tiene libros, pero en verdad nunca me he molestado en llenarlo.
» Cuando me vió, se hecho a llorar. Comenzó a balbucear toda su historia: me dijo que era becada pero que tomaba el resto de sus clases en línea, que la única que tomaba en físico era la mía porque podía esconderse para verla. Yo no pude ver su rostro en ese momento porque tenía una capucha, así que no entendí porque quería esconderse hasta que le exigí que me dejará ver quién era. Entonces, lo entendí.
Derek recordó todo el terror en los ojos miel de su alumna durante su primer encuentro. Cuando la vio en ese momento, hizo lo que todos hacían al conocerla: mirar sus interminables cicatrices. No obstante, él sintió una especie de golpe en el estómago al ver sus ojos miel completamente desamparados, llenos de lágrimas y de miedo.
— Verla llorar fue horrible — les dijo —, fue como regresar en el tiempo y verlas a ustedes sufriendo otra vez. Entendí que esa chica estaba sufriendo porque alguien le había dicho alguna vez que era horrorosa y que se escondía porque creía que eso era cierto.
— ¿Nos viste en ella? — preguntó Sanne, conmovida por la forma en la que su amigo contaba esa historia. Él asintió desde el asiento del conductor.
— Ustedes tres son mis mejores amigas y lo saben. Las amo como no tienen y idea, y a Lilian...— sonrió de lado al recordar a su novia —. Joder, es que ni siquiera tengo una palabra que defina lo mucho que la amo a ella. Entonces, ver a Linda llorar por creer que era un espanto que no merecía salir a ver clase como el resto de las personas de rostro regular, me destrozó. Han pasado cinco años desde que ustedes se recuperaron, pero conocerla me hizo pensar que hay más personas que sufren y que nadie las está ayudando.
» Entonces, la quise ayudar. Al principio, lo hice por ustedes y por mí, porque sentía que valía la pena recuperar un poco de belleza en este mundo tan jodido. Pero la fui conociendo mejor y es una chica maravillosa, inteligente y muy buena para la sociedad en la que vive. Ahora la quiero ayudar por ella, porque siento que merece sentirse bien con su reflejo.
Derek apretó el volante con fuerza. Querer defender a la belleza en un mundo de fealdades era una tarea demasiado difícil. Sobretodo, si consideramos que la belleza que intentaba defender el profesor era interna. Muy pocos serían capaz de ver el valor de Linda, pero él seguía intentando convencerse de que lograría ayudar a esa chica que lo transportaba al pasado.
— Yo solo quiero hacer algo por ella — dijo él, poniendo en marcha el auto una vez más —. No sé, siento la necesidad de...
— Ayudar — completó Cloe, quien sonreía de lado. Se sentía orgullosa por su nerd favorito —, es lo que intento hacer con Gabe, ¿sabes? Supongo que yo también estoy harta de que los estándares de esta sociedad reinen en las cabezas de las personas. Ambos queremos cambiar la forma en la que se percibe la belleza en el mundo; solo que tú empezaste cambiando el mundo de Linda, y yo el de Gabe.
— Es jodido lo que hacemos, friki — soltó tras un suspiro —. Ella es frágil, como no tienes idea, y si ese troglodita la lástima...
— Entonces, yo te ayudaré a enseñarle cómo debe sanar sus heridas, ¿está bien? — le dijo Cloe —. Yo pasé por algo parecido y sé que sane porque tuve a mi lado personas como tú, que eran opuestas a mi en todo sentido, pero que lograron ponerme los pies en la tierra. Sé que Linda no confía en su fortaleza y que tú tienes dudas sobre ella, pero yo confio; y confío por los tres. Solo confía en mí, ¿si?
Sus miradas se volvieron a juntar por el espejo retrovisor. Los ojos azules de Cloe suplicaban una oportunidad, tan solo una. No estaba segura de cómo había resultado el juntar a Gabe con Linda. Quizá el almuerzo había un desastre, quizá se había equivocado...pero necesitaba que su mejor amigo confiara en ella.
— No me queda de otra más que confiar en ti, friki — le dijo, haciéndola sonreír —. Ya nos arrastraste hasta aquí, ahora toda mi confianza está en tus manos.
Ella sonrió y sintió un soplo de alivio en su pecho. Al menos aún tenía su confianza.
— Quiero que sepan que los admiro mucho, a los dos — Dalia irrumpió en la conversación, sonriendo —. Lo que están haciendo es...único. Los amo demasiado por ser tan buenas personas.
Ambos sonrieron.
— Si, lo sabemos — dijo Derek.
— Somos el alma y corazón de este grupo — soltó Cloe —, los buenos samaritanos que sostienen el mundo.
— Genial, ahora nadie le bajará el ego a estos dos — Sanne rodó los ojos, logrando que el resto soltará una carcajada.
Para ese instante, Derek ya había conducido hasta llegar al estacionamiento de Palms. Las tres horas habían concluido, era el momento de ver el resultado de la sesión de Cloe. Los nervios comenzaron a apoderarse de la castaña, pues en verdad no sabía si su loca idea había funcionado ¿Acaso Linda era tan fuerte como pensaba, o solo era idea suya? ¿Y si Gabe la había lastimado? ¿Y si se había ido? ¿Y si había fallado?
Todas las posibilidades llegaron a su mente como una ola asfixiante. No obstante, se calmó. Sabía que tenía el apoyo y la confianza no solo de su mejor amigo, sino de sus otras dos mejores amigas y del chico de una pierna metálica que se había ganado su amistad con rapidez. No estaba sola, porque incluso Jace, su bitácora, estaba en su mochila, listo para recibir más anotaciones.
Siendo sincera consigo misma, tendría que ocurrir un milagro para que su sesión funcionara. Había un mar de diferencias entre Linda y Gabe. A medida que se acercaba a la puerta del restaurante, más miedo tenía de que todo se desmoronara. Debía confiar en sí misma, así como el resto confiaba en ella. Pero sobretodo, debía confiar en Linda.
Debía confiar en que mostró la suficiente belleza como para mantener a Gabe ocupado por tres horas.
Todos entraron al restaurante, esperando lo peor. No obstante, cuando dirigieron sus miradas hacia la mesa en la que estaban ambos fenómenos, se llevaron una gran sorpresa. Estaban riendo, lo cual resultaba extraño considerando la forma en la que se trataron la última vez que se vieron. Entonces, decidieron acercarse a aquella extraña escena.
— Eh...hola — dijo Don una vez estuvieron cerca —, ¿Todo bien por aquí?
— Oh, Hola Don — saludó Gabe y luego vió al resto —, y hola a todos. Sí, todo está bien.
Don y Dalia intercambiaron miradas extrañadas. Era extraño ver a Gabe tan relajado junto con una casi desconocida, sobretodo considerando lo que él pensaba de Linda.
— ¿Y tú, Linda? — preguntó Derek —, ¿Todo bien?
— Sí — aseguró la chica —, ¿Ya pasaron tres horas?
— Tres horas y media — acotó Dalia.
— Guao, se pasó rápido — sonrió Gabe y luego miró a Linda —. Eres más interesante de lo que creí, Linda.
— Creo que no habías conocido antes a alguien con buen gusto en literatura, fenómeno — soltó la chica —, necesitabas un poco de cultura.
— Como digas — Gabe se encogió de hombros, pero continuó sonriendo.
Incluso Sanne, que era recién llegada en ese lugar, estaba sorprendida por ese comportamiento. Cloe, parpadeó varias veces, creyendo que de verdad estaba imaginando lo que estaba frente a ella ¿Acaso podía ser cierto?
— Entonces...— soltó la castaña con lentitud—. ¿La sesión funcionó?
— Pues, si — le dijo Linda —. O eso creo...no sé muy bien que buscabas, Clo, pero él sobrevivió a mi compañía por tres horas.
— Y media — añadió Dalia otra vez, casi en shock.
— Y media — corrigió Linda y luego le sonrió a Cloe —, en verdad, no estuvo nada mal. Gabe es jodidamente terco y egocéntrico, pero al igual que cualquier criatura en el mundo, se le puede calmar con una buena historia.
— Solo espero que esto no haya contado como una cita — soltó Gabe, recordando que su casamentera podía llegar a ser extraña.
— No, no fue una cita — dijo Cloe.
— Gracias al cielo, porque él no es mi tipo — soltó Linda.
— ¿Qué? ¿Tienes un tipo de chico? — preguntó Gabe con diversión.
— Sí, prefiero salir con hombres que tengan algo de cultura general. Tú ni siquiera sabes quién es Pablo Neruda.
— ¿Acaso no es un actor?
— ¡Es un escritor! Sin duda, lo que tienes de músculo, te falta de intelecto, fenómeno.
Lo sorprendente aquí fue que Gabe rió ante lo que le habían dicho. Linda lo siguió con una risa mucho más tímida, pero auténtica. Al ver que eso era cierto, que de hecho estaba ocurriendo, Cloe esbozó una sonrisa amplia que marcó sus dos hoyuelos en sus mejillas. Luego, saltó de la emoción.
Sí, saltó, porque había valido la pena confiar en la fortaleza de alguien que estaba rota. Valía la pena confiar en milagros.
— ¡Los milagros si existen! — gritó llena de felicidad —, ¡Aleluya!
Se sentó junto a Gabe con la misma sonrisa en su rostro y le dió un abrazo entusiasta. Luego, se levantó y envolvió a Linda en uno aún más fuerte. Estaba feliz, demasiado feliz.
— Debo admitirlo — habló Donovan —: estoy sorprendido.
— Somos dos — dijo Derek.
— Tres — añadió Dalia.
— Y yo estoy un tanto confundida — habló Sanne, quien se permitió sonreír en ese momento —, pero seré entusiasta y diré que creo en los milagros tanto como cree mi amiga ¡Aleluya, chicos!
Quizá no fue un milagro lo que logró que la sesión ideada por Cloe funcionara. Quizá se debió al hecho de que Linda era capaz de mostrar una belleza que iba más allá de su físico, y que Gabe había decidido quedarse a observarla. No creo que el narciso haya notado que lo que le agradaba de Linda estuviese relacionado con algún tipo de hermosura. Para él, ella seguía siendo horrorosa, solo que le parecía un adefesio interesante.
Buscar belleza es tan complicado como defenderla, pero Cloe notó que su narciso si era capaz de sentir empatía a pesar de todo su egocentrismo. Eso, para ella, era un milagro, y no tardó en llenar una hoja de Jace con grandes "¡Aleluya!", ocupando cada espacio en blanco.
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