Capítulo 12
Cicatrices
4 de marzo
1:00 pm
Si las personas tuvieran cicatrices por cada palabra hiriente que recibieran, entonces todos estaríamos cubiertos de ellas. No existe peor arma que una boca lista para hablar y, la mayoría de las veces, no nos damos cuenta de que una voz puede ser una bala hasta que nos atraviesa. Entonces, ya es demasiado tarde para alejarse, o para pedir silencio.
Entonces te das cuenta que unas simples palabras pueden destrozar tu mundo.
El mundo de Cloe era el de una sobreviviente. Por más difícil que resulte creer, ella tenía muros de contención que la protegían. Se había vuelto indestructible, o eso creyó hasta que las palabras de Gabe la golpearon. Solo en ese momento, sintió un temblor dentro de sus paredes protectoras. Por suerte, estas estaban hechas de un concreto podereso y tan solo terminaron con una pequeña grieta.
Su muralla seguía de pie, pero una cicatriz se había abierto nuevamente.
Durante toda la noche, pensó en por qué le había afectado tanto escuchar a Gabe hablar. Llegó a la conclusión de qué no fue su voz lo que la lastimó, fueron solo dos palabras: "no sirves". Solo eso le bastó para viajar en el pasado y recordar a la Cloe que creyó que no servía para nada. Una lágrima bajó por su mejilla, esa fue la época en la que se volvió un esqueleto, cuando vivió en la sombra de la sociedad.
Pero Cloe había cambiado desde entonces. Se había vuelto fuerte y ahora sabía que ella era más que suficiente. Se sentía a gusto consigo misma y con el mundo que la rodeaba. Supo decir "basta" a todos esos estereotipos que la engañaron, se convirtió en una margarita orgullosa...
Una que crecía hacia el sol.
Limpió la lágrima solitaria. Las cicatrices de su pasado jamás desaparecerían, y estaba bien. No obstante, jamás creyó que Gabe sería capaz de descubrir una de ellas. Había subestimado el odio que su narciso era capaz de expresar. Sin duda, él la detestaba y su voz no temblaba al demostrarlo.
Todo ese amor que sentía hacia sí mismo era proporcional al odio que sentía por los demás.
Mientras Cloe pensaba en sus cicatrices y en Gabe, un golpe se escuchó fuera de su habitación. Salió del cuarto de huéspedes del apartamento de Derek, lugar en el que llevaba viviendo casi una semana y media. Buscó la fuente de ese sonido y solo la encontró al asomarse por las escaleras.
— ¡¿Pero qué pasó aquí?!— preguntó confundida ante lo que veía.
Vió a su mejor amigo tirado en el suelo, apoyado a una pared. Estaba más pálido que nunca y parecía que en poco tiempo terminaría por desmayarse. Por otro lado, Linda intentaba proporcionarle aunque fuera un poco de aire con lo que parecía ser uno de sus libros de estudio. Al ver a la castaña, la chica suspiró de alivio y llevo su atención hasta ella.
— ¡Cloe, que bueno que estás aquí! — era raro que Linda se alegrará por ver a una persona, pero estaba desesperada —, el profesor se estaba sintiendo mal así que me pidió traerlo hasta acá. Ni siquiera pudo empezar la clase, estaba demasiado mareado. Ahora se cayó y no sé qué hacer...
Pobre de Linda. Parecía una niña desesperada...una niña de cara horrorosa.
— E...Estoy bien — dijo Derek con voz entrecortada —, solo es un mareo y...y ya.
— No jodas, nerd. Estás del color de la nieve y estamos en California, ¿entiendes lo mal que está esto? — ella bajó las escaleras con una prisa impresionante y se agachó frente a su amigo —. ¿Qué tienes, Derek?
— Me duele la cabeza — le dijo con dificultad —, estoy mareado y...veo todo borroso.
Derek se veía tan confundido en ese momento que Cloe optó por la única medida lógica que conocía. Dirigió su mirada a Linda y pronunció lo que sabía que los sacaría a todos de ese aprieto:
— Llama a Dalia.
Y eso hizo. La alumna rebuscó en su celular ese nuevo contacto y lo marcó. Por suerte, ella contestó y al escuchar lo que estaba ocurriendo, informó que iba en camino. Solo entonces, Linda y Cloe pudieron respirar con normalidad. Ninguna de las dos tenía idea de cómo tratar con un enfermo. Menos aún si se trataba de Derek.
Por más inmaduro que pareciera, el físico era muy independiente. Rara vez se le veía pidiendo ayuda, o en un estado en el que necesitara que intersedieran por él. De hecho, ni siquiera él podía recordar la última vez en la que ocurrió algo como eso. Él siempre cuido del resto, pero que lo cuidaran a él era algo completamente distinto.
En el momento en el que Dalia llegó y vio a Cloe y a Linda tratando de solucionar la situación ofreciéndole agua o dándole aire a Derek, decidió poner orden en todo eso. Rebuscó entre las cosas de Lilian y, al encontrar un removedor de esmalte de uñas, corrió hacia el enfermo y se lo ofreció con el fin de que lo oliera. Gracias al fuerte hedor del líquido químico, él logró recuperar un poco más la conciencia. Solo entonces, ella aprovechó la oportunidad para sujetarlo junto a Cloe y subirlo hasta su habitación.
Un trabajo complicado considerando que él era mucho más grande que las dos, pero luego de mucho esfuerzo, lo lograron.
Él cayó sin fuerzas en la cama King size. Entonces, Dalia le preguntó donde guardaban medicinas en el departamento. Cuando Derek logró contestar, mandó a Linda por una pastilla en específico que sabía que debían tener. Después de todo, Lilian las tomaba en ocasiones para evitar las náuseas que se habían vuelto comunes en ella. La alumna le hizo caso y, al encontrarla, se la dió a su profesor.
Entonces, las cosas se calmaron....aunque Derek seguía del color de la nieve.
— Bien, con eso te sentirás mejor — le aseguró Dalia y lo ayudó a cubrirse con una frazada.
— Gracias, Dali — le dijo el enfermo —, no sé qué habría pasado si no hubieras llegado.
— El nerd habría muerto y Lilian me habría asesinado — soltó Cloe y Linda rió —. Oh, no es un chiste, amiga. Somos pésimas enfermeras.
— Sin duda — habló Linda —. Lo siento, soy pésima cuidando enfermos. Lamento no haber sido de más ayuda, profesor.
— Linda, no te preocupes. Hiciste mucho con ayudarme a llegar hasta aquí — habló Derek, tras tragar saliva para aguantar las náuseas.
— Y yo espero que me agradezcas por llamar a esta mamá gallina pelirroja — dijo Cloe, rodeando a Dalia por los hombros —. Adelante, te quiero oír decir: gracias, friki.
— Bueno, bueno, creo que no es momento para bromear — Dalia puso una expresión seria y se sentó en la esquina de la cama —, llevas días sintiéndote así, Derek...
— Todo fue culpa de la comida de Cloe — aseguró Derek.
— ¿Y vas a seguir? ¡Es imposible que estés así por una jodida tostada! — le reclamó la chica.
— Estoy de acuerdo con Cloe — habló Linda —, tú tienes que tener algo más, profesor.
— Debes que ir a un doctor — le sugirió Dalia —, no puedes seguir así.
— Lo sé, lo sé, pero ahora solo quiero dormir, ¿si? — dijo con una voz débil —, ¿Les importa dejarme solo un momento?
— Claro — Dalia agarró la mano de su amigo y le dió un apretón antes de levantarse —, no dudes en gritar si me necesitas. Me quedaré un rato, ¿si?
— Y Linda y yo estaremos aquí, de apoyo moral — aseguró Cloe —. Descansa, nerd.
Luego de que él le respondiera, las tres salieron de la habitación sin hacer demasiado ruido. Linda había pasado por uno de los peores sustos de su vida al ver a su profesor y único amigo en ese estado.
Ver a las personas enfermas le hacían recordar la época en la que sus abuelos empeoraron en cuanto a su salud, esa época en la que ella lo perdió todo. Incluso la más mínima gripe le ponía la piel de gallina a la chica. Por suerte, Dalia Milestone sí que sabía controlar situaciones como esa. La pelirroja no solo sabía cuidarse por su cuenta, sino que sabía cuidar a los demás. Por ello, tras cerrar la puerta, se dirigió a Cloe con cierta preocupación.
— Creo que es momento de llamar a Lilian — habló —. Sé que él no quería molestarla durante su exposición pero...
— Pero su opinión no vale en este momento porque está en la mierda, entiendo — soltó Cloe y luego suspiró.
— Eh...Lili vuelve en tres días, ¿no es así? — preguntó Linda con cierta vergüenza. Era el efecto que se producía en ella al hablar con personas.
— Sí, y con más razón hay que decirle que su novio lleva días así — le dijo Dalia —, sería peor para ella si esto la toma por sorpresa. Sobretodo si consideramos el hecho de que Derek rara vez se enferma.
— Traeré mi laptop — anunció Cloe —, aprovechemos y llamemos a Sanne también. Regresa mañana a L.A y no he tenido tiempo de hablar con ella. Un narciso me tiene demasiado ocupada.
Las dos amigas bajaron las escaleras y Linda las siguió casi por inercia. La chica de horrible rostro se abrazó a si misma, sintiendo que ya era momento de irse. Parecía que tendrían una reunión entre margaritas, algo que no la incluía a ella. Aunque, siendo sinceros, ella rara vez estaba incluida en algo.
— Bueno...— habló con la voz muy baja —. Supongo que ya me voy. Saluden a Lili y a Sanne de mi parte y eh...avísenme si el profesor se pone mejor.
Estaba dispuesta a irse. Incluso colocó la capucha de su abrigo en su cabeza para cubrir su rostro de las calles que le esperaban. No obstante, cuando dió la vuelta para marcharse, sintió una mano en su brazo que la detuvo. Al voltear, encontró el rostro amable de Dalia regalándole una sonrisa.
¿Qué? ¿Acaso no la querían lejos?
— ¿Por qué te vas tan pronto? — le preguntó con amabilidad —, puedes quedarte, no hay problema.
— Sí, estoy segura de que a Lilian y a Sanne les agradará verte — aseguró Cloe —, aunque sea por videollamada.
— A nadie le agrada verme — soltó Linda, con la mirada baja.
— No digas tonterías — Dalia la rodeó por los hombros y la dirigió hacia la isla de la cocina, en donde Cloe comenzaba a abrir la laptop para hacer la videollamada —, ya verás que a ellas les agradará ver tu rostro.
Entonces, la chica le quitó la capucha, dejándola al descubierto. Normalmente, ella se habría sentido desprotegida. Habría querido correr a su casa, llorando por la forma en la que sus cicatrices habían quedado expuestas al sol. No obstante, Dalia y Cloe tenían unas miradas amables que la calmaron. Llevaba una semana y media viendo a esas chicas casi a diario y aún no la insultaban, o le decían que su rostro era horroroso. Solo había empatía en ellas.
Y fue eso lo que impulsó a Linda a considerarlas amigas.
Se quitó el abrigo y se colocó junto a ellas frente a la laptop. Linda confiaba con una facilidad impresionante, y amaba con una sencillez casi encantadora. Todo el odio que se reservaba a si misma permitía que su alcance de amar al resto aumentará. Si tan solo ella no fuese tan tímida para demostrar esa virtud...
— ¡Hola, hola! — soltó Cloe con entusiasmo en el instante en el que los rostros de Lilian y Sanne aparecieron en la pantalla —, ¿Cómo están las dos chicas que más amo en la vida?
Era una llamada que conectaba a tres lugares del mundo completamente distintos: L.A, Londres y París. No obstante, Linda notó que Cloe tenía el don de hablar por una pantalla como si fuese una conversación cara a cara. Lo mismo podía decir de Dalia, quien saludó después de su amiga.
Linda fue un poco más reservada, pero recibió un cálido saludo de las dos chicas en la pantalla de la laptop.
— ¿Cómo las trata el invierno de Europa? — preguntó Dalia con una sonrisa divertida. Conocía la crueldad de esas nevadas, estudió en Francia por años.
— Se me congelaron partes del cuerpo que desconocía — soltó Sanne —. No mentiré, estoy emocionada por verlas mañana. Necesito sol, playa y arena.
— Oigan, chicas — Lilian llamó la atención de las otras cuatro personas en la llamada gracias a su voz preocupada —, ¿todo está bien con Derek? Llevo llamándolo todo el día y no me contesta.
— ¿Derek no le contesta las llamadas a Lilian? — preguntó Sanne con sorpresa —, ¿qué? ¿Lo atropelló un camión, o algo por el estilo? Porque que tenga sus manos enyesadas y que no haya podido tomar el móvil es la única explicación lógica que le veo a esto.
— Ay, no digas eso, Sanne — pidió Lilian. Se veía más preocupada de lo normal —. Digo, no le pasó eso, ¿o sí? Por favor, díganme qué no.
— No, no, no es nada de ese estilo — se apresuró a decir Dalia, pues Lilian palideció al instante —. Él está bien, Lili.
— Bien jodido, querrás decir — soltó Cloe.
— No pudo haberlo dicho mejor — concordó Linda.
Quizá era el efecto de la cámara, pero Lilian estaba preocupantemente pálida. Linda lo notó al instante, al igual que ese nerviosismo que delataba que algo la tenía demasiado alterada. Quizá podía ser el hecho de que Derek estuviese ignorando sus llamadas, o el que la exposición de arte alborotaba sus nervios. Lo cierto era que Linda jamás había visto a la novia de su profesor así.
— ¿A qué se refieren? ¿Él está bien? — ahora mordía su uña con preocupación —, ¿qué le pasa?
— ¡Lilian Bennet, dejá de comerte las uñas! — le reprochó Cloe y su amiga dejó de mordisquear su dedo índice —, creí que habías dejado ese hábito.
— Lo había dejado, pero...— la chica suspiró y Linda casi pudo sentir su suspiro frente a ella —. Olvídenlo, solo díganme qué le pasa.
— Pues, lleva días con náuseas y mareos — habló Linda —. Creímos que se había intoxicado con la comida de Cloe pero...
— Pero una tostada no puede dejar vuelto mierda a un hombre de su tamaño así como así — completó Cloe.
— ¿Él también...? — cuestionó Lilian —, ¿Él también tiene náuseas?
— ¿Por qué dices: él también? — preguntó Dalia.
— ¿Tú te sientes bien, Lili? — preguntó Sanne, pues notó la forma en la que su amiga se mordía el interior de su labio con nerviosismo.
— Lo que pasa es que...mis hermanas me obligaron a comer un plato francés y llevo días con náuseas y jaquecas — soltó —, así que me sorprende que él esté igual.
— Guao, la gente no miente cuando dice que el amor es la peor enfermedad — habló Cloe —, aunque creo que eso lo digo sólo yo.
— Sí, lo dices solo tú — aseguró Sanne.
— Pero Lili, ¿Estás mejor? — preguntó Dalia, preocupada.
— Sí, si — ella bajó la mirada. Mentía, pero sus amigas no iban a delatarla en ese momento —, es solo malestar. A Derek también se le pasará, solo manténganme informada, ¿si?
— Está bien...
Las tres chicas del lado de Los Ángeles notaron con facilidad que Lilian escondía algo. La chica en Londres no se quedó atrás con esa suposición, pero ninguna de las cuatro decidió preguntar por miedo a causarle daño con una palabra. Después de todo, las cicatrices de Lilian eran tan susceptibles como las de Cloe, Dalia, o Sanne.
En cuanto a Linda, ella no tenía cicatrices...tenía heridas abiertas, lo cual hacia que su empatía fuese el triple de fuerte.
— Bueno, más les vale a las dos que les adelante como va mi proyecto...— Cloe era experta cambiando temas para aligerar el ambiente. Era su don preferido, y lo estaba demostrando.
— Déjame adivinar: tu narciso sigue sin querer colaborar — soltó Sanne, a quien ya no podía sorprenderle aquello.
— ¡Peor que eso! — exclamó Cloe —, ¡Él me detesta, chicas!
— No te detesta — le aseguró Dalia —, te odia...a ti y a tu proyecto. Lo siento, Clo.
— Eso sin duda me hace sentir mejor, Dalia — habló la castaña.
Entonces, una preocupación llegó a la mente de Cloe ¿Cómo haría para ayudar a alguien que la odiaba? ¿Cómo buscaría arreglar la vida de un narciso que no confiaba en su programa? Sería imposible seguir el rumbo que tenía planeado si Gabe no colaboraba. Necesitaba ganarse su confianza de alguna manera, ¿pero cómo?
Ella se soltó el pelo de ese desordenado moño y pasó sus manos por él con cierta frustración. Había escogido un sujeto difícil para su primer proyecto. Lo bueno era que a Cloe le gustaban los retos...
Y Gabe Bacher era un reto tan grande como sus músculos.
— Chicas, no sé qué hacer para que confíe en mí — confesó ante sus amigas —. No sé cómo haré para que siga mi proyecto si me odia con todo su ser...y he de admitir que es un ser demasiado grande.
— Bueno, Clo, tienes que darle tiempo al tiempo — le sugirió Lilian —. Las cosas no siempre salen como las planeamos, quizá termine por confiar en tí más adelante.
— Sí. Después de todo, no se puede odiar a Cloe Nicols por mucho tiempo — soltó Sanne, sonriéndole —, te lo decimos por experiencia propia.
— Y hablando de experiencia propia — fue el turno de Dalia para hablar —, nosotras tampoco confiamos en Margaret antes y ahora las cuatro pondríamos nuestras vidas en sus manos sin pensarlo. Lo mismo podría pasarle a Gabe.
— Sí, pero Margaret se ganó nuestra confianza. Yo no sé cómo ganarme la de Gabe — comentó Cloe.
Entonces, Linda, la persona con más heridas entre todas ellas, pensó en ese narciso; ese idiota que la había llamado fenómeno. Su imagen se hizo clara en su mente y se dió cuenta de que ese tanque de guerra hecho humano tenía algo singular en sus ojos: soledad.
La única explicación lógica para estar tan desesperado como para aceptar la ayuda de una supuesta casamentera, era que él se sintiera solo. Pensó y pensó, hasta que dedujo que el alma de Gabe era carente de compañía; o al menos eso quiso creer.
Después de todo, ella se sentía sola. Los humanos tendemos a confundir sentimientos propios con sentimientos ajenos...aunque esa vez no fue confusión del todo.
Ella se detuvo a observar a las chicas a su lado, y luego a las chicas en la pantalla. Conocía la historia de las margaritas, sabía que ese programa las había transformado en amigas de por vida. Quizá el mejor regalo que les pudo dar sus días de enfermas fue dejar de sentir soledad.
Y la chica cuyas cicatrices conocían el sabor de estar solas, entendió que le hacía falta a Cloe para ganarse la confianza de un hombre tan soberbio:
— La diferencia entre tú proyecto y el programa M.E.R, Cloe, es que ustedes se tuvieron entre ustedes para apoyarse — le dijo Linda con la mirada baja —. Lo que va a afrontar Gabe no es fácil y quizá necesita una persona que lo aliente...un amigo, o algo así.
— ¿Qué hay de Don? — preguntó Sanne.
— Me temo que la amistad entre ellos dos solo corre por una dirección — soltó Dalia con un suspiro —. Donny siempre está ahí para él, pero Gabe no está nunca.
— Además, y no estoy subestimado la empatía de tu novio, Dalia, pero él jamás logrará entenderlo; o eso creo yo— habló Linda —. Según lo que ha dicho Cloe, el trastorno de Gabe distorsiona su mente hasta que cree que su imagen es correcta, ¿no es así?
— Sí, es así — Cloe estaba interesada en la forma en la que Linda analizaba ese problema. Parecía que estuviese resolviendo alguna ecuación y lo hacía con una destreza impresionante.
— Bueno, entonces no puedes esperar que alguien como Don, que esta siempre sonriendo y viéndole el lado bueno a la vida, entienda el punto de vista de Gabe. Él necesita a alguien capaz de entender su forma de pensar, y que le haga comprender que está llendo por el camino incorrecto.
» Necesita una persona que lo apoye, que sea capaz de decirle: "estoy contigo en lo que sea porque sé cómo se siente querer ser más de lo que ya eres". Cloe, tú le harás ver que su forma de pensar está mal, pero él necesita a alguien que le asegure que es natural caer en esos errores. Quizá así ganaría un poco de confianza.
Y eso lo dijo una chica de diecinueve años que sin duda conocía la sensación de mirarse en un espejo y querer ser otra persona. No podía contar la cantidad de veces en las que deseó ver un reflejo hermoso en lugar de uno desfigurado. Quizá Gabe estaba enamorado de si mismo, pero él también quería ser distinto; quería mejorar.
Entre fenómenos, sus reflejos no terminaban por parecerles suficiente.
Y ahí fue cuando Cloe lo captó. Esa gran revelación que tuvo al observar la cara desfigurada de Linda cambiaría por completo el rumbo de su proyecto. Sonrió tanto que sus hoyuelos parecían querer escapar de su rostro. Ya sabía qué hacer para ganar la confianza de Gabe Bacher.
— Linda, necesito que me hagas un favor — le dijo sin dejar de sonreír.
Las palabras abren cicatrices. Son armas que, cuando están cargadas de odio, pueden causar daños irreparables. La idea que Cloe le contó a sus amigas y luego escribió sobre Jace, expondría a Linda a un bombardeo de palabras dolorosas. Después de todo, ese narciso era capaz de agrietar las murallas más resistentes. No obstante, la castaña tenía fe en que su plan sería capaz de atrapar la confianza de ese ser musculoso.
Después de todo, Cloe confiaba más en la fortaleza de Linda que en la de Gabe...
Les quería preguntar...¿Qué tal les parece la historia hasta ahora? Quisiera saber si les gustaría que mejorará algo ¿Los personajes les gustan, o necesitan cambios? Háganmelo saber❤
¡¡Gracias por leer!!❤❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro