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[THE CURSE OF THE SPEAR]

Tate no yuusha.


El héroe del escudo había sido convocado (sin posibilidad de traer a sus acompañantes) por el ex-rey debido a un asunto de suma urgencia.

¿Cuál era esa urgencia?

Fue muy vago al respecto, solo dijo que tenía que ver con la lanza de Motoyasu.

"Parece una broma de mal gusto". Se limitó a quejarse Naofumi en su mente mientras era escoltado a la sala Real, donde la perra y el Rey basura lo esperaban.

— Haber ¿Qué sucedió con el idiota está vez? – Preguntó harto el héroe.

El Rey solo carraspeó con la garganta.

— Créame, señor Iwatani, tampoco es un gusto para mí tenerlo aquí. Pero es la única opción que tenemos.

— ¿A qué se refiere? ¿Qué hay con Ren e Itsuki?

— Ellos no podrán ayudarnos con lo que le sucedió a Motoyasu. – Habló la pelirroja.

— Joven Iwatani, cómo sabrá, cada arma legendaria tiene su particularidad. Un ejemplo obviamente es ese detestable escudo que porta.

— Vaya al grano, viejo.

— ¡El arma del señor Motoyasu desbloqueó un poder igual de peligroso que tú escudo y no puede detenerlo! – Exclamó Perra.

Naofumi se sorprendió por lo desesperada que se escuchó la pelirroja, pero estaba más preocupado por desconocer que tipo de poder tenía Motoyasu.

— ¿Cómo sucedió?

— Luego de la última pelea que tuvo con el señor Motoyasu al regresar de la Isla Cal Mira, se empezó a sentir mal. Las chicas del equipo intentaron animarlo, pero no funcionó. Y sin darnos cuenta, ayer en la noche mientras nos reuníamos con él, lo vimos volverse loco y su lanza tomó una forma... Muy extraña. – Titubeó lo último la pelirroja.

Naofumi se vió tentado a preguntar a qué se refería la ex-princesa con "extraño", pero no tenía tiempo.

— ¿Dónde está ahora? Si dicen que está así desde ayer, debe estar al borde de la muerte por cansancio. Con suerte puedo controlar mi Escudo de la Irá por un par de horas sin volverme loco.

— Síganos. – Murmuró el Rey basura caminando junto con su hija.

Pasaron unos minutos de silencio tensos e incómodos mientras iban bajando del palacio al coliseo. Fue ahí, cuando Naofumi quedó con la mandíbula abajo.

Motoyasu tenía alrededor de su cuerpo varias cadenas para inmovilizarlo, aunque su lanza estaba siendo sostenida firmemente entre sus manos. Su cabello, acostumbrado a estar en una coleta, estaba suelto y hecho un desastre. Lo que podía verse de su piel estaba marcado por sus venas. Su armadura estaba hecha casi trizas, y sus ojos los tenía en blanco.

Estaba siendo contenido en la arena de Melromarc, el mismo lugar donde ambos tuvieron su pelea por la libertad de Raphtalia. Y un campo de fuerza, invocado por varios hechiceros, era lo único que los separaba.

"No es por ser modesto, pero yo con facilidad podría hacer un campo de fuerza más resistente".

Naofumi rió a lo bajo, mientras era visto por el Rey.

— Joven Iwatani. Cómo sabrá, no podemos dejar que ninguno de ustedes muera mientras las olas sigan atacando. Así que, por favor ayúdenos a neutralizar al héroe de la lanza para evitar una tragedia.

— Sigo sin estar del todo convencido, ¿Porqué no pidió ayuda a la reina primero?

— Ella... Todavía no sabe de la situación del señor Motoyasu. – Balbuceó la perra mientras evitaba la mirada indiferente del pelinegro.

— Eres una... – Se contuvo Naofumi al escuchar los alaridos de dolor del rubio tras el campo de fuerza. – Más vale sean capaces de darme una buena recompensa por esto. No pienso trabajar gratis si se trata de ustedes.

La aventurera chasqueó la lengua mientras sacaba de su cinturón un bolso cargado de monedas de oro.

— La recompensa del mes de Motoyasu. Logré salvarlo antes de que se pusiera así, ¿Será suficiente?

Naofumi revisó con rapidez el contenido arrebatando la bolsa de las garras de Perra. Por primera vez, la piruja no mentía.

— Lo consideraré un adelanto. Abran el campo antes de que los hechiceros se mueran. – Naofumi guardó el dinero en su escudo y se adentró a la arena.

Mientras más pasos daba, peor se volvían sus recuerdos en aquel sitio.

Finalmente, el héroe del escudo se inclinó para ver el estado de Motoyasu. Soltó una risa al darse cuenta que, aún con toda la agonía que sufría, tenía una erección. Y si no bastaba, la forma de su lanza parecía un juguete sexual.

— Sabía que eras masoquista, pero no tanto. – El pelinegro se burló. — Incluso al borde de la muerte, eres una broma.

El rubio dejó de moverse bruscamente al escuchar la voz de Naofumi.

El héroe del escudo se puso en guardia, poniendo distancia y esperando lo peor.

Sin esfuerzo, Motoyasu concentró su fuerza y rompió la mayoría de las cadenas que lo retenían. Solo quedaron los anillos de metal en sus muñecas y cuello.

— Nao... Fumi... – Siseo con rabia el rubio mientras miraba a su nuevo objetivo.

"Si me reconoces, puede que todavía tengas salvación"

— Creo que tener más músculos que cerebro te ayudó. No puedes dañar algo que no tienes. – Se rió Naofumi esquivando el ataque lateral de Motoyasu. Sentía como si estuviera esquivando un toro furioso.

El rubio se recuperó de inmediato, aún si derrumbó con su cuerpo una pared del coliseo, y regresó para atacar por la espalda al pelinegro.

Naofumi invocó un doble escudo de aire, pero se sorprendió por la rapidez en la que su defensa fue destruida y recibió el golpe directo.

Había subestimado la fuerza bruta de Motoyasu.

Con prisa, Naofumi invocó shield prison para encerrar al rubio. Le serviría para recuperarse del golpe y pensar en un plan.

Pero no pasaron más de diez segundos y la esfera se rompió por la punta filosa de la lanza.

Motoyasu saltó hacia el cuerpo de Naofumi y destrozó gran parte de su armadura con un solo ataque. Naofumi alcanzó a alzar su escudo nuevamente, y sin más remedio, invocó al Escudo de la Irá. Los restos de la armadura rota se iban arreglando mientras el escudo lo consumía.

Con ver el escudo, Motoyasu instintivamente retrocedió.

— ¡Vamos, acércate! – Rió con superioridad el pelinegro mientras un humo oscuro inundaba la arena gracias a su escudo.

El rubio apretó la lanza entre sus manos al sentir la altanería en la voz del otro héroe y volvió a correr con una velocidad impecable.

— ¡Naofumi! – Gritó Motoyasu arrojando la lanza directo al escudo.

— ¡Esperaba algo más de ti! – Naofumi bloqueó con facilidad el ataque, pero una luz empezó a salir del arma. — ¿Qué?

El pelinegro parpadeó un par de veces luego de aquel brillo fugaz. Se sorprendió al ver qué ya no estaban en la arena, sino en un bosque en medio de la nada. Pero eso no era lo malo.

Motoyasu se hallaba trás de él, sosteniéndolo del cuello.

"¿Cómo hizo eso? ¿Es parte del poder de su lanza?"

— Esperaba más de ti. – Se burló de regreso el rubio con una voz ronca en excitación.

Naofumi solo rió.

Aún si sus pies estaban a unos centímetros del suelo y estaba siendo asfixiado con la mano venosa de Motoyasu, se sentía bastante vivo con esa pelea.

Quizá era su escudo hablando, pero sentía que así debió haber sido su primera batalla con el héroe de la lanza.

Sin público.

Sin trampas.

Sin amenazas de por medio.

Solo ellos dos, sus habilidades y la disposición de seguir hasta caer exhaustos.

— Al fin puedo tomarte en serio. – Siguió Naofumi sin doblegarse, dándole un codazo a la cara de Motoyasu.

Fue poco, pero suficiente para que el rubio lo soltara.

Volviéndose a reincorporar, Motoyasu bloqueó con sus brazos los puños de Naofumi. Aún si era el más débil de los cuatro, que su Escudo de la Irá estuviese activado, lo hacía más fuerte.

Y más porque sus nudillos parecían arder.

Entre golpes, Motoyasu esquivó uno de los puños y uso su lanza para derribar al de escudo.

En un punto de la pelea ambos héroes se olvidaron de sus armas y terminaron continuando su batalla a puño limpio.

Las horas pasaban y ninguno de los dos parecía agotado.

En el fondo, disfrutaban el enfrentamiento mientras las armas legendarias drenaban sus energías, pero al mismo tiempo todas las frustraciones y tensiones que han tenido desde el primer día que fueron invocados.

El panorama del bosque se había vuelto oscuro, no solo por el humo que no paraba de salir de las armas de los héroes, sino también porque empezaba a anochecer.

Los héroes inhalaban el espeso olor de la Irá, por parte de Naofumi, que los incitaba a continuar. Pero por parte de la lanza del rubio, salía un olor distintivo y lascivo: Lujuria.

— Ah... Aún con la cara demacrada, sigues viéndote atractivo. – Habló sin pensar Naofumi jadeando. — Es desagradable.

Motoyasu no dijo nada, en cambio, tiró al suelo a Naofumi y sostuvo sus brazos cansados encima de su cabeza.

— ¿Te excitaste con sólo un halago? – Preguntó el pelinegro rozando su rodilla con la entrepierna del rubio.

Tragó en seco al sentir un gran bulto.

— He estado así por ti desde que escuché tu voz. Hazte responsable. – Motoyasu habló suspirando en el oído del de escudo.

El ambiente había cambiado con rapidez, pero todavía era una oportunidad para confrontarse. Naofumi en vez de asustarse, se dejó llevar. Desde hacía horas que olvidó su misión principal gracias a la influencia de su escudo.

Además, por culpa de la lanza se sentía igual o más excitado que Motoyasu.

— No sabía que el gran mujeriego de Melromarc le iba también a los hombres, ¿Siquiera sabes cómo hacerlo?

Un beso apresurado y hambriento silenció los labios de Naofumi.

— Hablas demasiado.

— Entonces, cállame.

Los dos héroes volvieron a fundirse en un beso, igual de desesperado que el anterior. Sus lenguas danzaban ignorando la sangre o las heridas que tenían, e incluso retaban sus fuerzas restantes mordiendo el labio del contrario.

¡Incluso daba igual si alguien pasaba por ese inexplorado bosque!, el humo que los incitaba a actuar así cubría gran parte de la zona.

Motoyasu, siendo el más impactante de los dos, utilizó la punta de su lanza para destruir la armadura del pelinegro. Aunque fue relativamente más sencillo, ya que Naofumi disminuyó la defensa de la armadura hecha por el escudo. Por fortuna, su capa y parte de su ropa seguía casi intacta.

— No es justo si tú también tienes ropa.

Naofumi deshizo el agarre en sus brazos y se colocó encima de Motoyasu para desvestirlo.

El rubio solo apreciaba como las manos lastimadas y quemadas del contrario seguían funcionando. Queriendo ayudar, se quitó los pantalones y ropa interior para dejar ver su erección.

"Mierda". Pensó Naofumi sintiendo como el aire se le cortaba al ver el pedazo de carne palpitante que tenía Motoyasu.

Aprovechando la posición, el rubio empujó al de escudo y alzó sus caderas con las manos. Dejó que su pene se frotara con la erección creciente de Naofumi para ponerlo más ansioso.

Naofumi, sosteniendo su cuerpo con sus rodillas, trató de contener los jadeos en su garganta por la jugada sucia de Motoyasu. Sin pensarlo, dirigió un brazo hacia los miembros y con su mano trató de rodear ambos falos para hacer más fricción.

Un gemido ronco salió de Motoyasu por la iniciativa del pelinegro. Sin soportar más, volvieron a acercarse para besarse y aumentar el ritmo. Con el aire asfixiante que compartían, más apretaba el rubio las carnosas caderas de su acompañante y las pasaba constantemente por su trasero.

Con los apretones estimulando su cuerpo, Naofumi terminó corriendose siendo seguido por Motoyasu. Sentía como el corazón quería salirse de su garganta, pero seguía insatisfecho.

— ¿Eso... Eso es todo? Esperaba algo más intenso. – Naofumi volvió su mirada al miembro de Motoyasu.

Tampoco se veía satisfecho. Es más, con los ojos pesados en placer y la cara roja, se veía a punto de explotar.
Motoyasu, ignorando las palabras del pelinegro, lo cargó dejándolo a centímetros de su falo.

Naofumi gimió avergonzado al sentir las manos del rubio abrir su trasero. Estaba jugando con su entrada que tanteaba la punta palpitante del pene.

Sin esperarse, Motoyasu metió una parte de su miembro en las paredes carnosas del de escudo. El pelinegro solo alcanzó sacar un gemido fuerte y abrazar la espalda ajena para soportar el dolor. Y no es que se quejara, estaba esperando desde buen rato ese ardor desgarrador, pero al mismo tiempo llenador.

— Ahh... ¿Esperas una invitación? Muévete y rompe lo que queda de mí. – Naofumi tentó el poco autocontrol que le quedaba al rubio y besó con falsa inocencia su mejilla golpeada y movió hacia abajo sus caderas para llegar a la base del miembro.

Motoyasu no se hizo de rogar y abrazó el cuerpo tembloroso de Naofumi para empezar a follarlo sin piedad.

Los jadeos desvergonzados que había intentado ocultar el de escudo ahora se escuchaban en gritos de placer retorcido combinados con sollozos.

Por otro lado, el contrario marcaba un ritmo rápido de estoques a la próstata, disfrutando de los constantes espasmos de Naofumi por la reciente corrida.

Quería más.

Motoyasu, aún presionando sus embestidas, ocultó su cabeza en el pecho del pelinegro para empezar a lamerlo.

— Oye... N-No saldrá nada de ahí. – Mientras trataba de separarlo, el de escudo se dió cuenta que Motoyasu empezó a chupar y morder con más fuerza su pezón derecho.

Sintió algo líquido salir de su pecho. Algo que era distinto de la saliva y el sudor que los cubría.

— Sabes bien. – Sonrió entre lamidas el de lanza, lamiendo más insistente las gotas de leche que brotaban del pecho ajeno.

— ¿A-Acaso esto es por tu lanza? ¡A-Ah! – Las dudas se iban de la cabeza del pelinegro gracias a ese estímulo extra. Su cuerpo estaba ardiendo y solo hacía que se apretara más al pene que se introducían y salía con rudeza de su recto.

— ¿Quieres que me detenga? Pensé que tendrías más resistencia por tu escudo. – Se burló Motoyasu besando con leves roces el cuello de Naofumi.

— Infeliz... – Gimió en un suspiro. — Pervertido... Calenturiento.

La coherencia finalmente se apagó. Naofumi solo podía balbucear mientras apretaba la cabeza de Motoyasu en su pecho para que lo succionara con más rudeza. De igual forma, también afirmó su soporte abrazando con las piernas la cintura del rubio.

El de escudo se sentía tan cerca del clímax que jaló los cabellos rubios con desespero.

Con los choques húmedos entre las pieles, se escuchó entre los gemidos y maldiciones de ambos como Motoyasu se corría a borbotones en el interior de Naofumi.

No obstante, en vez de quedarse quieto, el de lanza empezó a moverse con más brusquedad en las paredes húmedas y sobre estimuladas, esperando apretar más su miembro.

— E-Espera, espera... ¡Vas a partirme! – Los quejidos de Naofumi solo hacían excitar más al rubio.

"Mis caderas duelen y mi estómago comienza a arder...

Pero su semen recorriendo mi cuerpo se siente bien... Me está volviendo loco"

Rindiéndose, Naofumi jaló de la cabeza a Motoyasu y demandó un beso necesitado. Curiosamente, el simple contacto de labios lo hacía perderse más rápido que cuando sus pechos eran lamidos.

Con la cooperación de Naofumi, Motoyasu apretó los pechos lactantes dejando marcas de sus dedos alrededor de los pezones, sin contar las mordidas celosas y territoriales que hizo.

Sumando los sentones incesantes y desesperados de su compañero, Motoyasu terminó de llenar el recto de Naofumi hasta dejar un leve bulto palpable de semen en su vientre. Aún así, no salió de él.

Apenas terminaron, ambos héroes cayeron desfallecidos en el césped, con sus cuerpos acurrucados para mantener el calor.

Luego verían la forma de regresar a Melromarc.

Si es que se acordaban o les importaba.

One-shot h0t que hice para los comentarios que no paraban de chingar en el One-shot de "In the spear" sobre que Nao y Moto lo hicieron por Bluetooth, se mamaron jajajaja.

P.d. Tendrá segunda parte osiosi

Si ven mucho smut, es porque al fin tengo ideas para escribir xD

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