
[JUST THIS ONCE]
Yari no Yuusha.
Otra vez. Había ocurrido otra vez. No había podido proteger a Naofumi.
¿Qué había hecho mal esta vez?
¿Porqué el mundo lo castigaba así?
Se encontraba arrodillado, en medio campo de batalla, sostenía entre sus brazos a un Naofumi malherido por una flecha. Una flecha lanzada por Itsuki.
"Juro que golpearé al idiota en el siguiente reinicio". Pensó lleno de rabia Motoyasu sabiendo que había matado a Itsuki después de que le lanzara esa flecha a Naofumi.
No se sentiría satisfecho golpeando a un cadáver.
— Mo-Motoyasu...– Hablaba con pocas fuerzas el héroe del escudo, aferrándose al traje del rubio.
— ¡Perdón Padre, no fuí suficiente para protegerte! En serio lo intenté. – Lloraba Motoyasu sabiendo que faltaba poco para que el tiempo se reiniciara.
— Hiciste tu mejor esfuerzo... Siempre me cuidaste cuando nadie... Nadie más.
— ¡Resiste, ya no hables! – Abrazó con fuerzas el cuerpo debilitado del pelinegro.
— ¿Puedo pedirte algo antes de que te vayas? – Preguntó Naofumi sintiendo que pronto moriría.
— Basta, no morirás, ¡No me iré de tu lado! – Contestaba Motoyasu inútilmente queriendo ignorar que era su destino empezar de cero.
— Por favor... Cuando volvamos a conocernos, llámame Naofumi. Me gusta más que me llames por mi nombre.
Naofumi sonrió antes de que el mundo se volviera gris y muriera.
Y Motoyasu gritó el nombre de Naofumi aún si nadie podía escucharlo.
— ¡Oh, grandes héroes, necesitamos de su ayuda para controlar las olas!
Volvió a comenzar.
Volvió a esa maldita sala de invocación.
Volvió a perder a todos sus hermosos filolials.
Volvió a fallarle a Naofumi.
Pero se aseguraría está vez de no estropearlo. Se le había ocurrido una idea para cambiar el curso lineal que había estado siguiendo estrictamente desde el comienzo.
No obstante, tendría que esperar a que sucediera la falsa acusación de la cerda carmesí.
Se encargaría de que todos tuvieran su merecido al menos en esa línea temporal. Pero debía ser paciente.
— Oye, es tu turno de presentarte. No has dicho nada desde que llegamos. – Habló a su lado Naofumi mirándolo con preocupación.
Le sonrió amablemente antes de contestar.
— Motoyasu Kitamura. Tengo 21 años.
Se aseguraría de que Melromarc recordara su nombre después de que exhibiera toda la basura de sus gobernantes.
Sin embargo, necesitaba planear todo sin que nadie lo supiera, por lo cual no compartió palabra alguna con los otros héroes el resto de la noche.
— ¿Qué le pasa a ese tipo? Se cree un tipo duro o algo así. – Habló Ren con Itsuki y Naofumi ya que Motoyasu se había ido a dormir.
— Admito que da algo de miedo, siento que cada vez que me mira quiere matarme. – Concordó Itsuki.
— Tal vez sea alguien introvertido, solo necesitamos darle tiempo. – Intentó dar una nueva perspectiva Naofumi a sus compañeros.
— El tiempo es lo único que no tenemos. Ya oíste al rey y el problema de las olas que debemos enfrentar. Si quiere actuar como un idiota, que lo haga, mientras no interfiera. – Contestó Ren sin darse cuenta de que era escuchado por Motoyasu al otro lado de la puerta.
— Incluso en este mundo Pa... Naofumi me está dando una oportunidad para enmendar mis errores. – Murmuró Motoyasu para si mismo recostando su espalda en una pared cercana.
Los recuerdos del mundo anterior con Naofumi y sus filolials seguían frescos. Recordaba las noches donde acampaban y el héroe del escudo les hacia la comida, los entrenamientos con Eclair, los tratados con Silvelt (donde Naofumi era mil veces mejor tratado que en Melromarc), las pequeñas sonrisas y ocasionales abrazos que le dedicaba Naofumi exclusivamente a él. Podía sentirlos aún si todo había desaparecido.
Motoyasu se abrazo así mismo en forma de consuelo. Hace poco se daba cuenta que en esa línea temporal su relación con Naofumi era más fuerte y sentimental que otras veces. Incluso puede admitir que esos sentimientos superaban a los de Filo.
Aunque claro, tampoco se había rendido en buscar a la pequeña Filolial.
"Quién sabe, podría incluso besarlo en esta línea temporal si todo sale bien", pensó Motoyasu regresando a su cama esperando soñar con sus ángeles filolials y su querido héroe del escudo.
Al despertar, los días pasaron como en la línea original, nadie quiso ser compañero de Naofumi a excepción de Malty y el resto de los héroes tenían sus propios equipos. Aunque el equipo (harem) de Motoyasu se quejaba porque el nombrado prefería escaparse y estar solo. Haciendo sus acciones sospechosas.
Pero todo tenía un fin. Y Melromarc lo recordaría siempre.
— ¡Les dije que yo no hice nada!– Gritaba Naofumi siendo detenido por unos guardias del castillo.
Había llegado el día. El heroe del escudo estaba siendo acusado por un crimen que no cometió. Y todos se encontraban presentes.
— ¡Si no fueras un héroe te mandaría a sentencia de muerte! – Exclamó el rey iracundo de ira.
— ¡Pero yo solo fui a dormir después de cenar! ¡Diles la verdad Malty! – Suplicó apoyo el pelinegro.
— ¡Cállate demonio!, ¡Quedarás expuesto como un criminal el resto de tus días en este reino!
"Hora de comenzar el plan" pensó Motoyasu dando unos pasos al frente; quedando cerca de Naofumi.
— ¡Un segundo, majestad! Si vamos a condenar a Naofumi, hay que hacerlo en un juicio justo.
— Motoyasu ¿Qué rayos dices? Todo es muy claro ¿Porque extendernos a un juicio? – Se quejó Itsuki.
— Yo digo que todo es muy conveniente y puedo mostrar la inocencia de Naofumi.
— ¿Inocencia? ¿Estás insinuando que Malty miente? – Se quejó indignado el rey parándose de su trono.
— ¿Qué sucede majestad? ¿Quiere negar que Malty miente solo por ser su hija? – Atacó Motoyasu ganándose la mirada sorprendida del resto de los héroes.
— ¿Malty es hija del rey? – Murmuró sorprendido Naofumi viendo a sus demás compañeros preguntándose si lo sabían.
— Ahora que lo menciona Motoyasu, si es bastante sospechoso. – Concordó Ren dando una mirada juzgadora a la princesa.
— Eso es lo que menos importa. – Intentó defender Itsuki a Malty.
— ¿Y que tal el hecho de que éste reino tiene una religión exclusiva para los héroes de la lanza, arco y espada, dejando al escudo como un demonio? En otros reinos, el héroe del escudo es tratado como un mensajero de paz, pero justamente fuimos invocados en el único reino donde Naofumi es tratado como un criminal.
La tensión de la habitación crecía más y más, al igual que el desconcierto de los otros héroes.
¿Porqué jamás supieron de los otros reinos? ¿Hay una religión para los tres héroes? ¿Porqué el rey no les contó nada?
— A-Aún si todo eso fuera cierto ¿Qué tiene que ver? Eso no cubrirá que fui atacada brutalmente por Naofumi ¿Qué pruebas tienes de ello? – Habló finalmente la princesa llorando lágrimas de cocodrilo.
— No entiendo lo que la cerda está diciendo, pero supondré que dijiste "¿Qué pruebas tienes?". Resulta que cuando fuiste gritoneando a mi habitación notificando tú ataque por parte de Naofumi, esperé a que durmieras para meterme a su cuarto y grabarle una marca de esclavo temporal. – Reveló Motoyasu a la audiencia mientras que el pelinegro miraba a su pecho disgustado y molesto por esa acción.
— ¿Qué diablos Motoyasu? – Gritó avergonzado Naofumi cubriendo con sus manos su pecho.
"Perdoname Naofumi", se lamentaba mentalmente Motoyasu.
— Como verán, la marca del esclavo evita que el usuario mienta a su amo o se revele contra él. La marca está a mi nombre, por lo cual Naofumi no ha estado mintiendo en nada de lo que dijo.
Todos quedaron en silencio viendo a la princesa que comenzaba a sudar nerviosa. La tenían acorralada.
— ¡No pueden creerle! ¿Podemos confirmar que esa marca de esclavo es verdadera y no solo una farsa? Es más ¿Cómo se supone aprendiste a hacer una marca de esclavo? – Gritó exaltada la princesa.
— Por si preguntas como lo logré, tuve ayuda de cierto comerciante. No te molestaría entrar ¿Verdad? – Habló Motoyasu al otro lado de la puerta mostrando al vendedor de esclavos sonriendo como siempre.
— Buenos días su majestad. – Se presentó el vendedor quitándose su sombrero de copa. — Efectivamente, a mitad de la noche, este caballero vino a mi local preguntando cómo realizar una marca temporal de esclavo para demostrar si su amigo era culpable de cierto crimen. La marca es real, pero si quieren confirmarlo...
El vendedor se dirigió a Naofumi y pidió con un ademán a los guardias dejarlo. Al acercarse le pasó una navaja al héroe del escudo.
— Jovencito, intenta lastimar a Motoyasu.
— ¿Qué? Pero eso pondrá peor mi...
— Solo hazlo. – Empujó el vendedor a Naofumi para que apuñalara al rubio.
Apenas el pelinegro se acerco a Motoyasu con el arma, sintió como su pecho se apretaba y ardía como el infierno. Soltó la navaja y dio un grito de dolor en presencia de todos.
Inhalaba y exhalaba con dificultad intentando recuperarse. Naofumi juraría no olvidar esa humillación y dolor.
— Como dije, es verdadera. Al igual que las palabras de Naofumi. Y si no quieren creerlo de sus palabras, ¿Porqué no ponerle la misma marca a la princesa? Solo para estar seguros.
— ¡No te atreverías! – Se escandalizó Malty.
— ¿Y porque no? Si dices la verdad, la marca no te hará daño, ¿A qué le temes princesa? – Apoyo Ren caminando hacia Naofumi para ayudarlo a respirar.
— Si Naofumi estuviera mintiendo se hubiera mostrado desde un principio. Deja de mentir, Perra.
— ¡Malty diles algo! – Itsuki era el único que se negaba a ver la verdad. Las chicas no podían mentir en algo tan horrible ¿Cierto?
No obstante, la cara descompuesta de Malty delataba bastante su intento de inculpar al héroe del escudo.
— Es suficiente. Aún con todas la nueva evidencia, el héroe del escudo no merece un juicio. Soy el rey y puedo decidirlo. – Declaró el gobernante queriendo verse superior.
— Oh cierto, lo olvidaba, su majestad no es nada más que un calienta tronos. Después de todo, la que escuchará este escándalo y decidirá si decapitar a Malty por difamación será la reina. Y quién sabe, tal vez usted vaya también a la orca por intentar cubrir el caso y realizar una condena sin proceso.
— ¡Imposible! Ni siquiera sabes dónde está...
— ¡Pero claro que lo sé! Está poniendo la cara frente a los otros gobernantes por culpa suya, quiero decir, usted nos invocó a los cuatro cuando cada reino acordó que solo podía invocarse un héroe por reino. ¿Debo continuar?
— ¡Basta de insolencias! Te voy a encerrar a tí y al demonio del escudo hasta que lleguen las olas, ¡Mientras la reina no esté, yo doy las decisiones! ¿Quedó claro Motoyasu Kitamura? – El rey golpeó con furia el trono mostrando que no se iba a retractar.
— Fuerte y claro rey basura. Ahora ¿Querrías mandarle una posdata a la reina? – Sonrió Motoyasu mirando hacia uno de los balcones de la habitación.
El rey volteó con temor hacia el balcón y observó a una damisela con antifaz sosteniendo una bola de cristal.
— ¿Quién diablos eres? – Exclamó el rey.
— Una mensajera especial de la reina. El señor Motoyasu reportó todo lo que iba a suceder y pidió apoyo para capturar todo y tener evidencia con la cual procesar un juicio justo. En estos momentos, otras mensajeras de la reina están transmitiendo este intento de juicio a los ciudadanos de Melromarc. No quedará impune de esto, su majestad.
— No... Cómo es... Cómo es posible.
— Y como un extra, el señor Motoyasu también notificó que encerró a la señorita Eclair, uno de los caballeros más leales del reino. La reina decretó que se le liberará y se quitará cualquier cargo en contra de ella para que continúe con su deber.
El rey atónito miró con temor a Motoyasu, el cual no había dejado de verlo com odio desde que fue invocado. ¿Cómo sabía de Eclair?, ¿Cómo pudo exponerlo tan fácilmente?
— ¿Quién eres Kitamura? – Habló a lo bajo el rey sentándose (quizá por última vez) en su trono.
— Yo digo que soy un guerrero del amor y la justicia. Y protegeré a Naofumi y todos los bellos Filolials de este mundo sin importar cuántas veces deba empezar de cero. – Motoyasu apuntó con su lanza al rey con intenciones de matarlo, pero se contuvo. Pronto tendría su merecido cuando la reina regresase.
Motoyasu dió media vuelta y se acerco a Naofumi quien estaba levantado con apoyo de Ren. Ahora debía hablar con él de manera que no lo tomara como un loco.
— Realmente siento haberte puesto la marca, era la única forma de que te creyeran sin excusas. Además, no esperaba que el vendedor de esclavos te pidiera que me apuñalaras, también me tomó por sorpresa. – Se disculpó el rubio inclinandose frente al héroe del escudo.
— Sigo molesto contigo por haberme puesto esta cosa. Y todo lo que acabas de revelar es mucha información que todavía debo procesar, pero no negaré que gracias a ti pude mostrar mi inocencia. Gracias Motoyasu. – Extendió Naofumi su mano como forma de agradecimiento.
Motoyasu se encontraba a nada de llorar. Nada le había salido mal y realmente el plan había funcionado. Desvelarse, teletransportarse y gastar casi todo su dinero que iba a utilizar para comprar huevos de Filolial lo habían válido, Naofumi era un hombre libre. Toda la presión que había acumulado finalmente se iba, y aprovecho para abrazar a Naofumi frente a la audiencia.
— No lo agradezcas, yo soy el que debe agradecerte a ti.
El de escudo pensaba replicarle, no obstante, recordó la marca que se encontraba en su pecho. Además, después de todo lo que hizo Motoyasu por él, no se lo podía negar.
Motoyasu sintiéndose mejor, tomó de la mano a Naofumi con intenciones de salir del palacio. Ya no tenía nada que hacer ahí hasta que la reina volviese. Sin embargo, la voz molesta del rey lo detuvo.
—¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer, demonio de la lanza? Sin mí o mi hija, la anarquía se dará en este reino. No habrá nadie que gobierne si la reina no está ¡Tienes idea de...!
— No se preocupe, confirmé que la princesa Melty viene en camino para encargarse de todo. Si la veo, le mandaré saludos de su parte. – Se despidió Motoyasu sin voltear al rey basura y a Perra.
— Espera ¿A dónde llevas a Naofumi? – Preguntó Itsuki con intenciones de detener a Motoyasu. No obstante, recibió un puñetazo directo en la cara que le hizo sangrar en la nariz.
— Gracias, sabía que estaba olvidado algo importante. – Sonrió el rubio. — Llevaré a Naofumi al reino de Silvelt, lo haré personalmente para evitar cualquier treta de Melromarc.
— Pero... – El de arco quería seguir replicando.
Motoyasu exhausto; se separó de Naofumi para sujetar del cuello a Itsuki y verlo con ojos inexpresivos.
— Si fuera por mí, ya te habría matado. Yo digo que si quieres ayudar, apoya controlando las olas cuando vengan. De ahí en fuera, no quiero que intentes nada en contra de Naofumi sino quieres sufrir.
Itsuki temblaba por la impotente mirada de Motoyasu. No podía moverse y el sudor frío le recorría en la cara, ¿Qué le había hecho al héroe de la lanza para que lo quisiera muerto?
— ¿Porqué haces todo esto?, ¿Porqué tanto afán de proteger a Naofumi? ¡Apenas nos conocemos! – Logró articular las palabras Itsuki, viendo como Motoyasu ya estaba caminando a la salida con Naofumi a su lado.
— Yo digo que lo hago por amor.
Con esa respuesta dejando a todos atónitos (y a Naofumi muy rojo de vergüenza), ambos héroes dejaron el reino que los tachó de demonios.
Ahora Motoyasu se enfrentaría a un futuro en el cual no tenía respuesta alguna. Pero si tenía a Naofumi y a sus filolials, se las arreglaría. Después de todo, solo sería por esa vez que se dejaría llevar por su conocimiento del futuro que lo mató.
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