[HYPNOTHIZE]
Yari no Yuusha.
Motoyasu pensaba que estaba muerto. No sabía cómo lo logró, pero si Naofumi se enteraba, se encargaría de enterrarlo seis metros bajo tierra.
Ni siquiera lo había hecho a propósito, sólo estaba jugando con las configuraciones de su lanza y Naofumi entró a su habitación en el momento más inoportuno.
Ahora tenía a su querido Padre sentado en su cama, viéndolo con ojos dilatados, totalmente hipnotizado y listo para recibir sus órdenes.
— El efecto dura sólo una hora... – Leyó aliviado en su consola.
Todavía se sentía culpable. Apenas el efecto se fuera, se encargaría de reponer su enorme error a su salvador.
Pero ahí la duda lo carcomió, ¿Será que Naofumi esté consciente de lo que le hizo?, ¿Lo recordará?, ¿Dejará que se le acerque después de contarle todo?
Tantas preguntas y todavía faltaban cincuenta y ocho minutos.
Motoyasu resopló, dando una última mirada a Naofumi.
Recapacitando, Naofumi no era el tipo de persona que le gustaba las disculpas excesivas. Tampoco le gustaba que hicieran todo por él, aun cuando tenía todo Siltvetl para cumplir hasta el mínimo de sus caprichos.
Ni siquiera tenía caprichos. Tampoco deja que otra gente lo mime, aunque lo tenga bien merecido.
Algo crecía dentro de Motoyasu.
¿Estaría realmente mal usar su poder para eso?
Nuevamente, miró hacia su querido salvador, quien le sonreía de manera dulce, todavía esperando una orden.
Tragó en seco. No podía con esa sonrisa.
— ¡Espérame aquí! – Motoyasu azotó la puerta antes de irse.
Si Naofumi se acordaba de lo que hizo, con gusto aceptaría su castigo más tarde.
— Padre, abre la boca.
Naofumi asintió con un gemido gustoso, dejando que la cuchara con un trocito de pastel con crema fuera a sus labios.
Era el paraíso absoluto.
Motoyasu logró que Naofumi dejara su pesada armadura por un suéter más holgado. Incluso dejó que se quedara en ropa interior para máxima comodidad.
Ahora su querido Naofumi estaba sentado en su regazo, mientras le dejaba darle de comer su pastel favorito.
Adoraba ver su cara mimada. Sus mejillas regordetas pintadas en un rosa sutil. Sus ojos tan adorables que juraba ver corazones en las pupilas. Sus labios que se retorcían en una sonrisa por el dulce ingerido.
Como cereza del pastel, Naofumi decidió recostar su cabeza en el hombro de Motoyasu.
— Gracias por el postre. – Naofumi comentó, dejando a Motoyasu al borde de las lágrimas.
— ¡Todo por tí, Padre! ¡Eres tan lindo que quiero comerte! – Motoyasu abrazó por detrás a Naofumi, frotando sus rostros mientras escuchaba un jadeo de queja.
Motoyasu se detuvo un segundo, pensando que quizás fue muy rudo. Pero al separarse, vió cómo Naofumi abrazaba con un brazo su vientre, luciendo incómodo.
— ¿Quieres comerme?
— ¡No lo digo literalmente, Padre! ¡Jamás osaria a tocar un sólo de tus preciados cabellos de esa forma!
— Lo sé... – Naofumi agachó la mirada, preocupando más a Motoyasu.
— ¿Qué te preocupa, Padre? Quiero que seas sincero.
Naofumi apretó sus labios un segundo, pero al estar inducido por la hipnosis, se forzó a confesar.
— No me gusta que me digas 'Padre'. Quiero que me llames por mi nombre. Además... – Naofumi se detuvo por un segundo. — Me siento mal de que quieras comerme aún cuando no me parezco a tu Naofumi original.
— ¿A que te refieres? – Motoyasu preguntó riendo, tomando con gentileza la mano de Naofumi que todavía se abrazaba el vientre. — Naofumi, sigues siendo Naofumi sin importar en qué realidad esté. Eso es suficiente.
— Pero...
— Incluso si físicamente no se parecen, eso no importa. – Motoyasu entendió la raíz de la duda en su salvador. — Te amo tal cuál eres.
Naofumi cubrió su cara nuevamente en el pecho de Motoyasu, su pecho golpeaba cómo loco. Estaba avergonzado de lo feliz que se sentía.
— Si tanto me amas, demuéstralo y cómeme como tanto dices. – Naofumi balbuceó, pensando que Motoyasu no lo escucharía.
Pero Motoyasu lo escuchó a la perfección. ¿Acaso esos eran los deseos ocultos de Naofumi?
— Pa... Naofumi. – Motoyasu se corrigió. — ¿Qué quieres que haga cuando te coma?
— Quiero que me beses y toques hasta estar satisfecho. Y... – Naofumi se acomodó, sentándose y dándole la cara a Motoyasu para llevar una de sus manos a la entrepierna del Cazador. — Quiero que esto explote adentro mío.
El cerebro de Motoyasu se detuvo. La suave palma de Naofumi apretaba todavía su entrepierna teniendo efectos rápidos.
Debía estar loco si cumplía ese capricho de su Padre.
Naofumi jadeaba mientras dejaba que Motoyasu lo azotara con su polla.
Ya llevaban alrededor de veinte minutos así, con Naofumi rogando por más sexo apenas terminaban. Sus ropas habían desaparecido, había marcas de mordidas alrededor del cuerpo del Héroe del Escudo, y la cama estaba hecha un desastre rechinante por la fuerza que Motoyasu ejercía en cada ronda.
Motoyasu no podía tener suficiente. Adoraba el cuerpo blandito pero resistente de su salvador. Apretar sus muslos hasta dejarlos marcados con sus dedos era un logro que jamás pensó que conseguiría en vida. Era casi tan glorioso cómo besarlo hasta dejar sus labios hinchados y rojos.
Quizás había una tercera cosa que valía la pena.
— Mira cuanto espacio tienes todavía. – Motoyasu apretó el vientre regordete de Naofumi con ambas manos, recibiendo un chillido excitado. — Creo que creció un poco.
— ¡Moto...! – Naofumi jadeó, sintiendo la polla del Cazador expandirse, listo para correrse nuevamente. — ¡Aprietas muy duro...!
— ¿Te molesta? – Motoyasu se aferró con más fuerza para empujar hasta la base su miembro.
— ¡No...! ¡Sigue... Estoy a nada de...! – Naofumi fue callado por la lengua de Motoyasu que se metió entre sus labios, siendo posesivo.
Tanta rudeza hizo que se corriera primero, ensuciando nuevamente las sabanas, dejando su cavidad más apretada, lista para recibir el semen de Motoyasu.
— Naofumi... – Motoyasu se separó del beso. — Estoy al límite, ¿Lo quieres de nuevo adentro?
— Sí...
La voz débil y suplicante de Naofumi fue suficiente afirmación para que Motoyasu llenara a borbotones la humeda cavidad que succionaba toda su semilla.
— ¡Moto! ¡Mi cerebro se derrite...! – Naofumi balbuceaba, todavía sintiendo el semen juntarse con las otras corridas que recibió.
— No te preocupes, Nao... – Motoyasu aplastó más la próstata de Naofumi mientras se acababa de correr. — Tu disfruta mientras me encargo... Voy a mimarte hasta que ya no quieras soltarme.
— ¡Sí...! – Naofumi se sentía sobre estimulado, todo estaba humedo y caliente y no podía parar de recibir el esperma que ya no tenía cabida en su vientre. — ¡No quiero que pares...!
Las caderas de Naofumi se empujaban por su cuenta, haciendo que el Cazador adentrara más su miembro y esparciera su blanca semilla hasta al fondo.
Motoyasu entrecerró los ojos, perdido en el exquisito extasis, hasta que una pantalla de aviso llamó su atención.
Le quedaban cinco minutos para que el efecto de hipnosis se acabara.
Por un segundo se le olvidó que todo comenzó por eso.
— Parece que hablamos de más. – Motoyasu se quejó, separando lentamente su polla hasta estar totalmente fuera de Naofumi.
Parte del semen comenzó a chorrear fuera de la entrada de Naofumi, pero el Héroe del Escudo apretaba sus piernas para evitarlo.
Motoyasu se levantó para buscar entre sus cosas tiradas un pañuelo que tenía guardado y regresó con Naofumi quien estaba con la vista perdida, todavía sonriendo por el acto.
— Nos queda poco tiempo, así que tendré que mimarte al máximo mientras tomamos un baño.
Apenas se acercó, un abrazo casi tumbó a Motoyasu de regreso a la cama.
— ¿Tenemos que levantarnos?
El débil corazón de Motoyasu casi sucumbió por la actitud de su salvador.
— Demasiado lindo... – No pudo evitar decirlo.
Motoyasu miró culpablemente la lanza que yacía reposada en la esquina de la cama.
Con una hora no iba a tener suficiente tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro