[GOBLINS II]
Tate no yuusha/ ft. Goblin Slayer (abridged)
— Gracias por acompañarme. No era necesario.
— Es lo menos que podíamos hacer... – Raphtalia insistió en una voz baja.
El cazador y las compañeras de Naofumi se encontraban en una herrería. Luego de la misión exitosa para detener a los Goblins que secuestraron al Héroe del Escudo, la armadura de Goblin Slayer había quedado bastante dañada.
Cabe decir que, Raphtalia tenía sus dudas desde un principio sobre cómo se vería el hombre sin su casco, y vaya sorpresa se llevó al darse cuenta de que era muy apuesto.
Sin contar que, parecía de la misma edad que Naofumi.
¡Y las similitudes no terminaban ahí! La personalidad tranquila pero seria del cazador al momento de sacarse el casco era igual al del Héroe del Escudo.
"¿Será que ese casco está poseído?"
— ¿Sucede algo? – Preguntó el peliblanco.
—¡N-No es nada, Goblin Slayer! Es solo que...
El sonido de la campanilla en la entrada interrumpió a la demihumana.
— ¡Pero mira quién tenemos aquí! – Habló un hombre en armadura y de cabellos castaño claro atados en una coleta.
— Maldita sea, este tipo otra vez... – Murmuró Goblin Slayer.
— ¡Tiempo sin verte chico del gremio!, ¿Dónde has estado? Me quedé con la duda de si algún día volvería a ver ese rostro apuesto tuyo. – Yaritsuki abrazó del hombro con suma confianza al incómodo peliblanco.
— ¿Qué haces aquí? – Habló Goblin Slayer tratando de ser cortés.
— Vine a recoger mi lanza. No es por presumir, pero se rompió luego de que derrote con mi equipo a una horda de orcos que no paraban de molestar a un pueblo indefenso. Bastante genial, ¿No? – La cercanía entre los dos aventureros era nula. El brazo insistente del pelicastaño descendió hasta la cadera del cazador.
Goblin Slayer sintió un escalofrío en su espalda.
— Ya veo...
— Disculpe, señor Yaritsuki, su arma está reparada. – El herrero entró a la sala con el arma en ambas manos.
Yaritsuki, aún sin quitar su mano de la cintura del peliblanco, tomó un bolso café de su armadura y se lo entregó al herrero antes de agarrar su lanza.
— ¡Con una sola mano! Lo sé, debes estar impresionado. – Presumió Yaritsuki.
— Ni siquiera dije nada.
— Pero lo pensaste. – El pelicastaño se acercó al rostro de goblin Slayer. – Es una pena que no pueda pasar más tiempo contigo, pero el deber de un aventurero jamás termina. Aunque... También podrías venir conmigo y ser parte oficial de mi equipo.
— Estoy bien por mi cuenta. Gracias. – El peliblanco colocó una mano en el pecho del empalagoso aventurero para separarlo.
— Cómo quieras. Aún sí me rechazas como compañero, seguiré en busca de que me aceptes como algo más. – Yaritsuki dió un guiño coqueto a Goblin Slayer. — No pienso parar hasta que escuche tu nombre de esos lindos labios.
— ¿Terminaste?
— No. Pero continuaré en otra ocasión. – El de lanza separó su mano de la cintura del peliblanco, no sin antes rozar con sutileza la espalda baja del contrario. — Nos veremos de nuevo, chico del gremio.
El hombre pelicastaño salió del local dejando un Goblin Slayer totalmente rojo de la cara.
"Por alguna razón... Este escenario me es familiar"
Raphtalia se sintió un mal tercio junto a Filo al presenciar todo. Fue tan rápida la situación que no pudo reaccionar hasta que el misterioso hombre de lanza desapareció.
"Al menos el señor Motoyasu no llegaría tan lejos para molestar al amo Naofumi... ¿Cierto?"
Oh, pobre Raphtalia.
Mientras tanto, dentro del castillo Melromarc, en la habitación donde Naofumi se suponía debía reposar ante los traumas que recibió, se hallaban ambos en una situación inmoral y lujuriosa.
El héroe del Escudo estaba de rodillas en frente de Motoyasu. Su cara se encontraba cerca de la entrepierna contraria y no podía controlar su respiración pesada en éxtasis.
En cambio, el rubio solo acariciaba el cabello de Naofumi para darle ánimos de que le hiciera una felación.
— Como todavía sigues recuperándote, ve a tu ritmo. Pero no te detengas.
El pelinegro asintió mientras veía hipnotizado el miembro frente a él. Era grande, pero sentía que podía hacerlo.
En silencio, Naofumi posó sus labios en la base del pene y lo besó antes de empezar a dar lamidas en la glande y a lo largo del falo. Con su mano, se encargaba de alzar el miembro para cubrir con su lengua todo el territorio que pudiera.
Motoyasu no podía sentirse más complacido. Tenía experiencia en esas situaciones con excompañeras que buscaron entrar a su equipo a cambio de favores, pero nada se comparaba al celestial trato que le daba la boca de Naofumi.
No tardó mucho en ponerse erecto.
El pelinegro, más animado al ver qué su trato estaba funcionando, decidió dejar las lengüetadas de lado para meterse de lleno el viril miembro. Trataba de ser lento para verificar que sus dientes no lastimaran a su compañero, pero también para que su lengua pudiera sentir a detalle las venas que se marcaban en el pene.
Las caricias en el cabello de Naofumi pasaron a ser un fuerte agarre por la desesperación de Motoyasu. El de escudo jadeó adolorido, pero con un extraño placer.
Ahora el ritmo había aumentado y el sonido de las succiones húmedas se combinaban con los gemidos ahogados en la garganta de Naofumi. Las vibraciones por la tráquea del chico solo hacían que Motoyasu quisiera correrse en los lindos labios hinchados que le otorgaban placer. Pero se contuvo.
Forzando nuevamente los cabellos pelinegros, Motoyasu separó a Naofumi de su polla erecta. El de escudo tosió al sentir que se atragantaba por los restos de presemen que apenas comenzaban a salir.
Miró con cierto miedo al rubio.
— ¿L-Lo hice mal?
— No. – Respiró agitado Motoyasu. – Solo quiero correrme en cierto lugar.
Naofumi fue levantado del suelo para ser acorralado en la cama por los brazos de Motoyasu. Quedó de espaldas con las caderas alzadas. De inmediato sintió vergüenza ya que su miembro había despertado.
El rubio se quitó las prendas que le quedaban para quedar igual de desnudo que su compañero. Al terminar, se agachó para dar besos en la nuca de Naofumi como señal de que empezaría. Llevando una mano a su miembro eréctil, lo frotó entre los glúteos de su compañero para luego meterse de lleno.
Naofumi alcanzó a dar un grito quebrado mientras se aferraba con fuerzas a las sábanas. En la posición que se hallaba, podía sentir en su totalidad el grueso pene que invadía toda su cavidad. Aún sí su cuerpo aceptaba gustoso con leves contracciones ese pedazo de carne, la mente de Naofumi no paraba de recordarle que dolía.
— Ah... Ma-Más despacio... – Naofumi suplicó.
Motoyasu gruñó por la apretada sensación alrededor de su miembro. Escuchó a medias el suplicio de su acompañante, pero no prestó atención. Lo único que entendió era que la voz de Naofumi se volvía muy sexi y adorable en el sexo.
¿Cómo un dichoso demonio podía combinar ambas cosas con tal perfección?
Ignorando las quejas, Motoyasu retrocedió unos centímetros de la cavidad de Naofumi hasta asegurarse de que solo la punta de su miembro se encontrase adentro.
A Naofumi le temblaron las piernas al saber que pasaría.
— ¡Motoyasu, por favor, se gentil conmigo! ¡Motoyasu...!
Las quejas del pelinegro quedaron al aire al sentir una embestida en sus entrañas que lo hizo jadear en sorpresa. Lo había metido de lleno nuevamente.
— Naofumi... – Motoyasu gimió. – Recuerda que me lo debes por salvarte la vida.
Otra embestida profunda.
— ¡Lo sé, lo siento! ¡Pero está muy grande!
— ¿Me estás diciendo que la tengo más grande que esos Goblins? Es un halago muy peculiar.
Otra embestida.
Naofumi se quedó callado, pero con la boca abierta. Solo podía tratar de respirar por la boca por sus incesantes suspiros y jadeos ante la fuerza bruta de los embistes de Motoyasu.
Sin contar que el comentario lo hizo tener pequeños flashes en su cabeza de lo sucedido dentro de la cueva.
En serio intentó defenderse.
En serio intentó defender a los demás que se hallaban atrapados.
En serio intentó huir.
Pero lo único que consiguió fue volverse el muñeco sexual de aquellas bestias verdes.
"Todo el tiempo mi cuerpo estaba a merced de esos Goblins.
Todo el tiempo, los Goblins de más bajo nivel me follaban por mera diversión.
Todo el tiempo jugaban con mis pezones hasta que los arruinaron y volvieron sensibles ante el más simple tacto.
Todo el tiempo manoseaban mi miembro y me forzaban a correrme hasta dejarme desmayado.
Todo el tiempo metían sus asquerosos miembros en mi cuerpo y no me dejaban ir hasta que estuviese lleno de su semen.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez"
Naofumi reaccionó al sentir como sus brazos eran jalados hacia atrás. Motoyasu lo estaba sosteniendo de las muñecas para follarlo más a fondo, si es que podía.
— ¡Ya-Ya está adentro! ¡Lo siento en mi estómago!
— ¿Te refieres aquí? – Motoyasu dejó ir las muñecas de Naofumi para apoyarse en la espalda llena de marcas y tocar el vientre contrario con la punta de sus dedos índice y de en medio.
Los escalofríos no se hicieron esperar por Naofumi. Y más porque ahora Motoyasu apretaba aquella zona en su vientre mientras lo terminaba de embestir juntándose lo más que podía.
— Tienes razón, puedo sentirlo. – El rubio dejó nuevos besos y mordidas en los hombros de Naofumi. — ¿Me dejarás correrme adentro?
El cuerpo de Naofumi se tensó.
— N-No... – El de escudo quiso separarse de Motoyasu sin mucho éxito. — ¡T-Te dejaré si me dejas verte! ¡Por favor, Motoyasu!
El rubio decidió tener misericordia y cambió de posición a Naofumi. Al verlo, solo pudo sentir que la calentura se le bajaba al notar leves lágrimas y una cara asustada.
Luego bajó la vista hasta el abdomen vendado para llegar hasta los muslos. Los vendajes se habían desprendido por su rudeza. Los moretones morados y cicatrices marcados en la piel ajena lo hicieron sentir una persona horrible.
— Motoyasu, ¿P-Puedes dejar de mirarme así? – Naofumi habló apresurado y con las mejillas rojas, ignorando sus propias lágrimas. — ¡Dejaré que sigas haciendo lo que quieras conmigo, ya no me quejaré, lo prometo!
El de lanza se agachó y besó de inmediato a Naofumi. Mientras Motoyasu trataba de ser lo más dulce del mundo, separó lentamente su miembro de la dilatada entrada de Naofumi.
Un jadeo por parte del pelinegro vibró entre el beso, volvió a bajar la mirada con miedo y notó unos hilos de presemen y sangre.
Al terminar de separar sus labios, abrazo con delicadeza y firmeza el cuerpo lleno de sudor y golpes. Lo abrazó tratando de transmitir todo el cariño que una persona podía ofrecer. Transmitió todo lo que él podía ofrecer.
— Lo arruiné, ¿Verdad? Por eso te separaste, ¿Verdad? Me vas a desechar, ¿Verdad? – Naofumi no paraba de murmurar, dándole más golpes a la consciencia de Motoyasu.
"Bien hecho, Kitamura. La jodiste en grande está vez.
Naofumi está en un pésimo estado mental, ¿Y aún así decidiste continuar?
Si alguien se entera, van a matarme".
— Nadie te va a desechar. No arruinaste nada, Naofumi. – Motoyasu trató de tranquilizar a su acompañante dándole caricias suaves en la cabeza que ocultaba en su hombro. — Yo fuí el que se dejó llevar, ¿Puedes perdonarme?
— S-Sí... Te dije que haría lo que fuera por el que me salvó.
"Oh, mierda. Ahí va de nuevo".
— ¿Qué te parece si olvidamos todo y vamos a la bañera? – Motoyasu se separó del abrazo tratando de no ser rudo y dió un beso rápido a la mejilla del pelinegro.
No esperó a que Naofumi se negara.
— To-Todavía no hemos terminado.
— Podemos dejarlo si quieres.
— Pero duele... A-Aun necesito... – El de escudo se sostuvo de los hombros ajenos para mirar su entrepierna avergonzado.
Motoyasu se sintió culpable al pensar que Naofumi se veía adorable con su nerviosismo a tope.
— Bien, te ayudaré. – El rubio levantó el mentón de Naofumi. — Pero no dejes de mirarme.
El pelinegro asintió en silencio para luego sentir el miembro de Motoyasu frotarse con el suyo. El rubio había tomado ambos miembros con su mano y comenzó a masturbarlos.
Al ritmo de las fricciones, Motoyasu volvió a besar la jadeante boca de Naofumi. Sus lenguas se acariciaban con más confianza y cambiaban saliva entre sí. El de escudo ante la pena trataba de mantener los ojos abiertos, pero la mirada intensa de Motoyasu lo hacía temblar.
Pero aún con todo los sentimientos contradictorios que pasaban en su mente, estaba feliz. Si Motoyasu estaba frente a él, significaba que los Goblins no volverían a tocarlo nunca.
Si estaba frente a sus ojos, ya no volvería a ver esa horrorosa cueva en la que estuvo en cautiverio.
Un cosquilleo en la parte baja de su abdomen lo hizo reaccionar. Naofumi arqueó su espalda mientras se juntaba más en los labios de Motoyasu a la hora de correrse. De igual forma, sintió el semen de ambos derramarse entre sus miembros y en las sábanas blancas.
El de escudo fue el primero en separarse del beso para tratar de respirar, por dejarse llevar casi se sofoca, pero se sentía mejor.
Motoyasu, por otra parte, se sintió menos tenso, pero con el peso de la culpa todavía en sus hombros. Y más porque también lo disfrutó.
Al calmar sus respiraciones, el rubio acarició los muslos vendados de Naofumi como una señal de que no se durmiera.
— Naofumi, todavía tenemos que tomar un baño. – Motoyasu trató de separar las manos de Naofumi, pero se detuvo al recordar que probablemente Naofumi no podría caminar por su cuenta debido al desastroso sexo que tuvieron hace rato.
Suspirando, el de lanza se paró de la cama y sostuvo entre sus brazos a Naofumi, dejándolo sorprendido.
— No era necesario, creo que todavía puedo...
— ¡Aprovecha que lo estoy haciendo en buena voluntad! Además, si te cargo será más rápido.
Naofumi decidió mantener silencio, el grito nuevamente lo había asustado, pero se sentía más cálido y seguro entre los brazos del héroe.
Luego de aquel primer día descubriendo una nueva faceta en Naofumi, Motoyasu habló con las enfermeras reales ese mismo día para solicitar ser el ayudante personal del Héroe del Escudo.
Las enfermeras lo vieron como un acto de bondad pura, pero los otros héroes y compañeros de equipo al enterarse no pudieron hacer otra cosa más que sospechar.
Ya que, en el día, Motoyasu visitaba al pelinegro en reposo para ayudarlo a cambiarse las vendas o caminar por el castillo.
Y en las noches, se quedaba a dormir con él en caso de que tuviera un ataque postrauma de lo sucedido en la cueva.
"¿Motoyasu se volvió loco?"
"¿No será que está vez si le lavó el cerebro ese demonio?"
"Motoyasu no es tan benevolente con los chicos, mucho menos lo sería con el demonio del Escudo. Algo anda mal".
"Creí que se odiaban a muerte".
Cabe destacar, que la persona que sembraba más rumores y dudas sobre lo que pasaba alrededor de los dos héroes, era Perra.
Y más porque, había pasado alrededor de una semana y las compañeras de Naofumi todavía no aparecían.
— Escuché que se fugaron con un cazador de Goblins, ¿Te imaginas? ¿Ser tan mal amo como para que tus compañeros te reemplacen por un loco con armadura? – Volvía a murmurar Zorra con sus compañeras de equipo.
Motoyasu, que iba caminando con Naofumi en ese momento, no pudo evitar sentirse molesto.
— Basta, ¿Ustedes que hacen aquí para empezar?
— Es que nos tiene abandonadas, señor Motoyasu, ¿Cuando volveremos a hacer aventuras juntos? – Se apresuró a hablar una de las compañeras del rubio, agarrándolo de un brazo para frotarse con él.
— Cierto, ¿Por cuanto más va a jugar al enfermero y nos hará caso? – Otra chica trató de que su voz chillona sonara adorable, mientras acariciaba con el dedo el pecho del de lanza.
Naofumi, que estaba a lado de Motoyasu, se comenzó a sentir incomodo por las insinuaciones de las chicas (en especial por Perra), por lo que trató de poner distancia. Pero para sorpresa de todos, Motoyasu lo detuvo sosteniendo su mano.
— Chicas, si mal no recuerdo, cada misión que hacemos la termino completando yo, ya que ustedes deciden hacerse un lado o solo mirar como hago todo. ¿Qué parte de la aventura extrañan exactamente?
— ¡O-Obviamente extrañamos pasar tiempo con usted! ¡Puede que no hagamos nada, pero es porque sabemos que no nos necesita en el momento ya que es súper fuerte, señor Motoyasu!
— Oh, con que es así... Entonces, ¿No habrá problema si deshago el equipo? Ya que, como dijeron, soy tan fuerte que puedo hacer el trabajo solo.
— ¡No espere!
— ¡No nos referíamos a eso, señor Motoyasu! ¡Usted nos necesita y lo sabe!
— ¡Por favor, piénsalo con calma!
— ¿Cómo osas expulsar a una dama de tu equipo? ¿Qué no se supone eras un héroe?
Naofumi miraba en silencio como el caos se desataba entre las cinco integrantes de equipo mientras le reclamaban miles de cosas a Motoyasu. Y en todo momento, el de lanza jamás separó su mano.
— ¡De acuerdo, lo voy a pensar con calma! Con la condición de que se larguen y no vuelvan a insultar a Naofumi ni a su equipo, ¿Entendieron?
Las chicas tragaron en seco por la actitud de Motoyasu. En todo su tiempo con el héroe, jamás les había reprochado como en ese momento. Decidieron no tentar su suerte y dejar a los chicos a solas, lanzando maldiciones a lo bajo por tal trato.
Cuando los tacones de las chicas dejaron de resonar por los pasillos, Motoyasu soltó un suspiro cansado. Algo que se había quedado en su mente fue la duda de el paradero del equipo de Naofumi.
¿Realmente se habían fugado?
— Lamento eso, Naofumi. Mi ex-equipo puede llegar a ser muy intenso.
— ¿Acabas de decir ex-equipo?
El rubio asintió.
— Quizá fue lo mejor. Últimamente no paraban de ser exigentes y en estos días me he dado cuenta de que yo era el que hacía el trabajo. Ni siquiera en las olas me daban apoyo. – Motoyasu sonrió forzosamente mientras daba un apretón a la mano de Naofumi.
En el fondo, le había dolido la decisión.
— Si quieres, puedes unirte a mi equipo. Mientras no sepa el paradero de Raphtalia y Filo, necesitaré a alguien... – Naofumi volteó su cabeza avergonzado. – Aunque la decisión queda en tus manos.
El rubio deshizo el agarre de manos y regresó la mirada de Naofumi tomándolo suavemente de la mejilla.
— Sería un honor. – Motoyasu respondió a lo bajo, haciendo sonrojar a Naofumi.
Lentamente se fue acercando a los labios contrarios, pero antes de que pudieran besarse, un grito lo detuvo.
— ¡Amo, finalmente volvimos! – La voz infantil de Filo resonó en todo el pasillo junto con sus pisadas descalzas.
— ¡Espérame Filo! – Exclamó Raphtalia tratando de recuperar aire.
Al verse interrumpido, Motoyasu tomó distancia con Naofumi, sintiéndose frustrado.
El de escudo logró atrapar con suerte a la pequeña rubia que había saltado a sus brazos mientras decía lo mucho que lo había extrañado.
— ¡Prometo que Filo se volverá más fuerte! ¡Ya no voy a dejarlo de nuevo, amo! – La niña lloró mientras su cabeza era acariciada por Naofumi.
— Está bien, Filo. También me alegra que volvieras. – El pelinegro volteó a ver a Raphtalia. — ¿Donde estuvieron?
— ¡En serio lamentamos tardar tanto! ¡Fuimos con Goblin Slayer hasta su pueblo para regresar a las demás víctimas de los Goblins y el camino fue más largo de lo que pensamos!
— ¿Goblin Slayer?
— ¡Sí, el fue quien nos ayudó a salvarlo! Es cierto, usted estaba medio inconsciente...
"Mierda"
Motoyasu pensó de inmediato.
— Y-Yo creí que Motoyasu había sido el que...
— El señor Motoyasu apareció a último segundo. Ciertamente nos ayudó cuando Goblin Slayer estaba siendo atacado por un Goblin campeón.
— ¡Pero Filo, la hermana Raphtalia y el señor de casco aterrador hicimos la mayor parte del trabajo, amo! – Filo gritó orgullosa.
— Entiendo... – Naofumi lanzó una mirada de decepción a Motoyasu, quien no dijo nada. — Vámonos. Quiero que me cuenten como les fue.
— ¡E-Espera! – Motoyasu gritó desesperado. — ¡Aún no te recuperas!
— Dile a las enfermeras que puedo encargarme desde aquí. – Naofumi no se volteó a verlo. – Adiós.
El Héroe del Escudo y su equipo caminaron a lo largo de los pasillos para dirigirse a la salida.
Naofumi ni siquiera permitió que Filo fuera a ver a Melty, quería salir de ahí lo más rápido posible.
— Amo Naofumi, ¿Pasó algo entre el señor Motoyasu y usted? – Raphtalia preguntó al notar la tensión entre ambos héroes.
— Lo de siempre... – Naofumi apretó sus puños. – Motoyasu es un idiota por naturaleza.
¡Hey, adivinen quien tiene dos pulgares y depresión! ¡Esta escritora! :D
Perdón si tardé, pero si vieron en mi muro de la cuenta, estuve terminando mi práctica de campo, pero ya no importa porque soy libre por lo que queda de este mes B)
P.d. No hay fanart hoy porque no sé dibujar Goblins, chau--
Pero a cambio les dejo esto:
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