[DRUNK TALK]
Tate no Yuusha.
Una nueva celebración se daba en el castillo de Melromarc; esta vez, siendo ofrecida por la Reina y la princesa Melty. El ataque de las olas en la Isla Cal Mira fue reducido gracias a la ayuda de los héroes (aunque obviamente el mayor crédito lo tenía el héroe del escudo).
Después de dejar las islas, la monarca decidió dar una humilde celebración en la gran sala del castillo. No obstante, evitó permitir la entrada a su esposo y Perra por el incidente pasado.
Todos en el salón bailaban y bebían con alegría por el acto heroico de los invocados. O bueno, al menos la mayoría.
— ¿Siempre tiene que tener una cara amargada? – Se quejó Motoyasu bebiendo su décimo vaso de alcohol.
Oh sí, Kitamura Motoyasu era un mal borracho que no sabía cuándo parar.
— Tengo entendido que está así por el enemigo de la hoz. Al parecer engañó a Naofumi para hacerse su amigo. – Contestó Ren volteando sin mucho disimuló al héroe del escudo que veía a la ventana sin mucho interés.
— ¿Te refieres a ese pelos de menstruación? Ja, sabía que no era de confianza. – Se burló el rubio terminando la bebida en su vaso. — Era muy obvio que solo quería jugar con él, ese idiota siempre le sonreía mucho y se le pegaba mucho, ¡Era desagradable!
— Motoyasu, eso suena más como si estuvieras celoso. – Se unió a la conversación Itsuki, también algo ebrio. — Si mal no recuerdo, tú eras el que se le acercaba mucho a Naofumi en la Isla, pero siempre terminabas rechazado por él.
— ¿Celoso del idiota de la hoz? Qué idiotez... – Se ofendió Motoyasu haciendo un ademán con la mano para que le trajeran otro vaso de alcohol.
— Tu eres el idiota por no ver qué estás celoso. – Murmuró Itsuki jugando con la bebida en su vaso.
— ¡Escuché eso! – Golpeó la mesa donde estaban, llamando la atención de Naofumi.
— Que discreto eres Motoyasu. – Se burló Ren sin cambiar su expresión. — Mira, ya se está largando.
Motoyasu volteó y observó que, efectivamente, Naofumi tenía intenciones de dejar la fiesta. Al ver qué ni siquiera iba a llamar a sus compañeras, fue tras él.
— A veces me pregunto que pasa por la mente de Motoyasu cuando piensa mucho en Naofumi. – Soltó Itsuki viendo a su compañero alejarse.
— Me da igual, al final es cosa de ambos. Por cierto, ya deja eso, se ve que no soportaras otro vaso más. – Cambió de tema Ren fijando su mirada en el chico del arco.
— Oh, ¿Te preocupas por mi Ren? Eso es muy lindo de tu parte. – Itsuki intentó abrazar por el cuello al pelinegro, pero este lo evitó.
— No, solo no quiero tener que lidiar con otro borracho el resto de la coche. Además, te hará daño seguir bebiendo.
— Entonces ¿Qué propones que haga para que deje de beber? – Bromeó el de arco acercándose de manera insinuante a Ren.
— Haré que te centres en otra cosa, en vez del alcohol. – El pelinegro tomó del mentón al más bajo para murmurar en su oído.
Itsuki tembló ante la voz grave de su compañero y flaqueo. No conocía esa parte de Ren.
— Sólo jugaba... ¿Itsuki?
El héroe del arco se desmayó por excederse de copas.
Volviendo con el acosador/ héroe Motoyasu. El de lanza se encontraba en el patio del palacio viendo a Naofumi como si fuera un ángel maldito.
¿Desde cuándo un demonio podía verse tan hermoso? Era uno de varios pensamientos a los cuales culpo sin reparos al alcohol.
Ambos heroes estaban parados frente la inmensa luna que daba luz a los innumerables arbustos del patio. Iwatani se había dado cuenta de la presencia del rubio desde hace buen rato. El problema es que no sabía porqué lo seguía está vez ¿Ahora con que burla lo quería molestar?
No lo sabría si no le preguntaba primero.
— ¿Porqué me sigues? – Fue sin rodeos a la pregunta Naofumi, esperando un comentario molesto.
— Por nada realmente, solo noté como te estabas largando sin ni siquiera despedirte o decirle a tus compañeras que te ibas.
— Les dije de antemano a las chicas que solo estaría aquí un rato y que podían alcanzarme después en la posada. No les arruinaré la diversión solo porque no me gusten estás cosas. – Explicó tajante Naofumi con intensiones de irse.
— Pensaba que al menos te ibas a despedir de nosotros. – Bromeó Motoyasu algo molesto.
— Deja de joder, Motoyasu. Se muy bien que yo no les agrado, ¿Porqué debemos fingir una amistad que no puede existir? Es una perdida de tiempo. – Naofumi caminó pasando a lado de Motoyasu.
— Ah claro, muéstrate como el solitario. Bien que jugabas a los amigos con ese tipo de la hoz antes de que nos atacara. – Soltó el rubio.
Iwatani paró sus pasos en seco y enfrento a Motoyasu.
— Sí, tal vez fue mi culpa intentar hacer amigos sabiendo que todos me van a traicionar. Pero al menos, él me trató con respeto y amabilidad hasta el final. Dudo que tú o los demás puedan comprender eso.
Motoyasu se quedó callado unos segundos viendo de reojo como los nudillos de Naofumi se ponían blancos de tanto mantenerlos en forma de puño.
— ¿Tanto nos odias? – El rubio preguntó después de unos segundos en silencio.
— Sí. No por nada tengo el escudo de la ira. Creo que eso es lo único que puedo agradecerles de todo su desprecio hacia mí. Sin él, no podría estar al nivel para pelear.
Naofumi acarició con pesadez el escudo que portaba su brazo. Dió media vuelta y con calma comenzó a caminar hacia la salida del patio.
Motoyasu no sabía que más contestar. Sí, solo quería molestar a Naofumi por un rato. Pero no esperó tener que tragar sus amargos pensamientos hacia el y los otros héroes. Se sentía molesto y un poco culpable. Incluso sintió como algo de su borrachera se iba por la corta plática y el reciente frío nocturno que hacía en el patio.
¿Había algo que podía decirle para que se detuviera o era mejor dejarlo ir?
¿En serio quería que se fuera? No.
Por alguna razón, se sentía intranquilo con la idea de que Naofumi se fuera enfadado (más de lo que ya está cotidianamente) y peor, por aquella inesperada discusión que él mismo provocó.
Decidió seguirle el paso.
— ¿Ahora que vas a querer?
— Lo siento si la salida del patio se encuentra justo donde estás tú. – Se excusó el rubio.
El de escudo solo rodó los ojos y dejó de hablar.
— ¿En serio me seguiste solo para reclamarme que no me despedí de ustedes?
— No. – Motoyasu dió una pequeña pausa. — Bueno, admito que parte de mí sí quería hacerlo pero... ¡Carajo! ¿Porqué es tan difícil buscar palabras para disculparme?
El pelinegro quedó sorprendido. Pero intentó simularlo.
— ¿Cómo que...?
— ¡Mira, solo lo diré una vez y ya! ¡Lo siento por haberte tratado de manera tan horrible! ¡Lamento no agradecerte las cosas buenas que has demostrado colo héroe, aún si haces trampa!
— ¿En serio sigues creyendo que hago trampa? – Naofumi negó con la cabeza.
— ¡Y lamento que ese imbecil de la hoz no haya sabido apreciar lo bueno que puedes ser! En serio, ¿Que le veías a ese tipo? Incluso me hiciste sentir...
— ¿Sentir qué? – Naofumi se extrañó de que parara en seco el rubio.
— Na-Nada.
— Motoyasu. – Naofumi dejó soltar una pequeña risa. — ¿Acaso estás diciendo que sentiste celos de L'arc?
El de lanza, sintiéndose acorralado, suspiró.
— ¡De acuerdo, lo admito! ¡Estaba celoso hasta morir! ¿Estás feliz? – Motoyasu gritó con la cara roja en vergüenza (y alcohol).
— Oírlo de alguien tan orgulloso como tú... Sí, estoy algo satisfecho. – Naofumi sonrío por unos momentos, dejando a Motoyasu fuera de guardia.
— Tienes una linda sonrisa. – Soltó Motoyasu sin pensar.
Ahora era el turno de Naofumi para quedarse sin palabras. ¿Había escuchado bien?
Antes de que se volviera más incomoda la situación, Raphtalia apareció en el patio.
— Amo Naofumi, lo estuvimos buscando para irnos... ¿Lo está molestando el señor de la lanza? – Raphtalia, con la cara sería y roja, miró fulminante a Motoyasu.
— N-No... Todo está bien. Busca a Filo para irnos. – Naofumi salió de su trance y volvió a ver a Motoyasu.
— Supongo que es mi señal para irme también, se hizo bastante tarde. – El rubio tomó del hombro a Naofumi. — Lo que dije de tu sonrisa fue en serio.
Sin esperarlo, Naofumi recibió un beso en la mejilla por parte de Motoyasu.
— Vigila a tu padre, Raphtalia. Quizá en un futuro me lo quiera robar. – Motoyasu iba a irse, pero la mano de la mapache lo hizo detenerse.
— ¿Con que derecho se atreve a besar a mi amo? – Raphtalia estaba a nada de descuartizarlo con su espada, pero el pelinegro lo detuvo.
— Déjalo así, Raphtalia. Recuerda que está borracho. – El de escudo intentó excusar a Motoyasu.
La espadachín obedeció a regañadientes.
— Tienes suerte que mi amo sea muy bondadoso. – La mapache soltó con brusquedad am rubio, haciendo que casi se cayera.
— Lo sé... Si yo fuera tú, protegería esa bondad. – Motoyasu se retiró, apoyándose en las paredes que veía.
Apenas sentía las ganas de vomitar por la adrenalina de haberse arriesgado tanto con Naofumi.
Algo corto, pero es una señal de que no estoy muerta :'D
¡Perdón si desaparecí más de un mes! En serio, me había quedado sin ideas y que esté en clases no me ayuda en nada.
Aún así ¡Muchas gracias por leer y comentar! Me motivan con sus comentarios y votos (a veces me hacen sacar más de una risa).
Gracias a ustedes rebasamos el 1k de leídos. AHHHH-
(La verdad no esperaba que este libro tuviera tantas leídas lol)
Los veo pronto, y espero que no deba pasar otro mes sin actualizar xd
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro