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[COQUETRY]

Tate no yuusha.


Para el mundo había un hecho innegable: el Héroe del Escudo y el Héroe de la Lanza se odiaban.

Se podía notar cada vez que se hallaban en las calles o coincidían en una misión. Lanzaban insultos, se dedicaban miradas de muerte o, en los casos más comunes, acababan peleando causando estragos a terceros por no medir sus fuerzas.

La gente más habituada a ese espectáculo podía confirmar que Motoyasu era el que daba inicio a las peleas físicas.

Los civiles creyeron que al desmentir todo lo sucedido con Naofumi y su "intento" de asaltar a la ex-princesa, los héroes cambiarían su actitud para bien y tendrían una reconciliación.

Que ingenuo pensamiento.

Pues, sorprendentemente, los héroes comenzaron a llevarse peor. Siendo el orgullo la piedra central de que no pudieran dejar de confrontarse incluso en las situaciones más insignificantes.

No fue hasta que la reina suplicó, más bien regañó a puerta cerrada, que los héroes debían encontrar una mejor manera de arreglar sus diferencias.

Los pocos que presenciaron la reprimenda podían confirmar que los héroes parecían niños haciendo un berrinche interno cuando la reina pidió que Naofumi y Motoyasu se dieran la mano en forma de amistad.

Y más cuando ambos empezaron a lastimarse forzando su agarre en el apretón de manos.

- ¿Qué pasa? ¿Es mucho para tu delicada mano? - Motoyasu murmuró forzando una sonrisa.

- Me lo dice el que tiene la mano sudada, ¿Es tu primera vez teniendo contacto con otra persona que no sea alguien de tu harem? - Naofumi siseo sin dejar de ver al rubio.

- Créeme, si lo intentara, te haría suplicar para que estuvieras en ese "harem".

- ¿Esa es una apuesta, señor apuesto?

- No lo sé, tu dime, señor tsundere.

Aquellos que veían la escena estaban entre incómodos e intrigados. No era malo, pero era extraño esa nueva forma de comunicarse entre los héroes.

Poco sabrían que ese sería el inicio de una nueva rutina.

La gente en Melromarc pensó que la relativa paz entre los héroes se volvió oficial desde que Naofumi se convirtió en dueño de su propia comunidad de demi-humanos y dejó el reino.

Lo que no pudieron predecir fue que el Héroe de la Lanza encontraría excusas para entrar en los dominios del héroe del Escudo con el único propósito de molestarlo.

Y estas visitas siempre las hacía a escondidas del público.

- Pero mira quién tenemos aquí. - Habló Naofumi encontrándose nuevamente con Motoyasu en el marco de la puerta de sus aposentos privados. - ¿No sabes que es de mala educación entrar a la habitación de alguien sin tocar?, ¿Qué hubiera pasado si me encontraba desnudo?

Motoyasu rió maliciosamente mientras se acercaba a paso lento hacia su rival, rodeándolo con sus pasos como si fuese un predador.

- Hubiera sido un buen espectáculo. Aún si odio admitirlo, tienes una cintura tan envidiable que quisiera apretarla entre mis dedos.

- ¿Y que te detiene? ¿Desde cuándo eres tan cohibido? - Naofumi confrontó al rubio jalando el cuello de su uniforme.

- Prefiero ser llamado, caballeroso. ¿O acaso prefieres a los vulgares? - Ahora Motoyasu elevó un escalón a su juego tomando del mentón al chico de escudo.

Naofumi tarareo con sus cuerdas vocales y sin abrir la boca, como si estuviese pensando su respuesta para desesperar al de lanza.

- ¿Dirías vulgaridades si te lo pidiera, Motoyasu?

- Depende, ¿Moverías la cola como un cachorro satisfecho si las dijera, Nao?

Mientras más monologaban, más cerca se encontraban sus caras.

- Este cachorro puede morderte. - Naofumi viajó al oído de su rival tratando de sonar lo más suave y sensual que su ronca voz le permitía.

Lástima que no le duró mucho la voz ya que sintió como una de las manos de Motoyasu le acariciaba la espalda baja, haciendo que saliera un leve gemido por la sorpresa.

Motoyasu decidió posar ambas manos sin pudor alguno en las caderas del pelinegro para que no escapara.

- Quién diría que podías hacer un sonido tan lindo...

- No soy el único. - Naofumi tomó venganza lamiendo con sutileza el lóbulo del rubio para deleitarse con un jadeo ahogado del contrario.

- Eres un demonio. - Motoyasu habló a lo bajo haciendo que Naofumi soltara una pequeña risa triunfal.

- Y tú un idiota muy apuesto.

- Tu no te quedas atrás, dulzura. - Antes de que Motoyasu pudiera rozar su entrepierna con la de su rival, Rishia apareció entre los pasillos.

- ¡Naofumi, vi al señor Motoyasu en el pueblo!, ¿Quiere que lo escolte...?

La joven peliverde quedó teñida en vergüenza al ver a la pareja de héroes en una situación tan íntima.

De inmediato los dos héroes se separaron con caras de asco para simular.

- No es necesario, Rishia. Yo me encargaré de escoltar a Motoyasu tan pronto me diga porqué está aquí.

- ¡E-Entiendo, se-señor! ¡Digo Naofumi! ¡Digo, con permiso! - La chica de trenzas salió corriendo a tropezones apenas su amo terminó de hablar.

Naofumi suspiró frotándose la fuente de la nariz con sus dedos.

- Ser padre soltero no es fácil, por lo que veo. - Motoyasu se burló.

- Cállate. No evites el tema y dime qué haces aquí. - Naofumi exigió respuestas con un tono tajante.

- Si quieres que te diga, al menos mírame, cariño.

Naofumi no movió un músculo y se cruzó de brazos.

Rodando los ojos, Motoyasu intentó insistir.

- Vamos, Naofumi. - Motoyasu empezó a hablar queriendo volver a tomar de las caderas al pelinegro.

Pero un escudo se manifestó, dándole un golpe en la cara.

Motoyasu chilló exagerando y tocando su nariz roja, mientras miraba como Naofumi sonreía levemente.

El de lanza detestaba pensar en lo lindo que se veía Naofumi sonriendo.

- Si vas a explicarte, cierra la puerta. No quiero más interrupciones. - Naofumi habló como si nada, deshaciendo el escudo.

Motoyasu solo bufó mientras obedecía y caminaba arrastrando los pies en el suelo de madera.

- Vine por una misión. - Contestó directo el rubio a la vez que cerraba la puerta. - Hay un slime que está a unos kilómetros del bosque de tu pueblo. Me pidieron aniquilarlo ya que es un peligro andante.

- ¿Y quién te dio esa misión?

- El gremio de Melromarc. - Motoyasu se sentó en la cama de Naofumi mientras explicaba. - Como no tienes un puesto para aventureros en esta zona, la reina permitió que tomáramos las misiones cerca de tu propiedad.

- Es curioso. - Naofumi cuestionó. - ¿Porqué eres el único al que veo tomar las misiones que son justamente cerca de mis dominios?, ¿A los otros aventureros les asusta verme?

- ¡Claro que no! Es solo que...

- Déjame adivinar. Buscas ser el único que pueda tomar las misiones cercanas al pueblo y tener una excusa para verme, ¿Verdad?

Naofumi bromeó esperando una negativa rápida y un insulto por parte de su compañero héroe. Pero a cambio, recibió un silencio incómodo junto una imagen de Motoyasu cubriendo su cara con una de sus manos enguantadas.

- Oye... ¿En serio?

- ¿Fuí muy obvio? - Motoyasu se limitó a murmurar no queriendo levantar la mirada.

Naofumi sintió algo extraño en su pecho al oír el tono de voz ahogado en esa pregunta.

Con pasos cautelosos, el Héroe del Escudo se puso a lado de Motoyasu y se sentó a unos centímetros cerca de el. Sus piernas rozaban levemente, pero parecía importar poco.

- Extraño cuando solíamos pelear. - Motoyasu habló de la nada.

- ¿Porqué?, ¿Para causar daño a la propiedad pública?

El rubio negó sacudiendo despacio a los lados con la cabeza.

- Cuando peleábamos teníamos una razón para vernos todo el tiempo. Pero ahora que tienes tu propio pueblo y las Olas están en calma por ahora... Es extraño no tenerte cerca. Dios, ¿Estoy sonando muy raro?

Naofumi abrió un poco los labios con sorpresa por la declaración.

- N-No, para nada. - Naofumi observó el techo de la habitación, pensando en que decir a continuación.

El silencio duro unos sólidos diez segundos hasta que los dos retomaron la palabra al mismo tiempo.

Dijeron el nombre del contrario al unísono, dejando un sentimiento de vergüenza inmediata.

Volvieron a callarse unos cinco segundos, hasta que Motoyasu decidió hablar.

- ¿Qué querías decir?

- Algo tonto y quizás cursi. - Naofumi dudó de sus propias palabras. - Pero prefiero escucharte a ti primero.

Motoyasu suspiró alzando su vista y tomando tímidamente la mano del pelinegro.

- Naofumi... ¿Habrá alguna forma de que puedas volver a Melromarc?

El Héroe del Escudo se sentía confundido.

- ¿Ocurrió algo mientras no estaba?

- ¡No, todo está bien! Pero... - Motoyasu trató de buscar las palabras adecuadas, pero se rindió al ver la cara impaciente de Naofumi. - Olvídalo, fue una pregunta estúpida.

- Motoyasu, ahora quiero saber, ¿Qué sucedió?, ¿Porqué quieres que vuelva?

Motoyasu no soportó el peso de las preguntas y se levantó de la cama, separando manos con Naofumi.

- Tengo que irme. Casi olvidó que debo cumplir mi misión.

- ¡Motoyasu, espera! - Naofumi también se levantó de la cama y tomó del brazo al rubio que quería escapar.

El Héroe de la Lanza se quedó quieto, mirando con curiosidad (y algo de miedo) cualquier palabra que fuera a soltar el pelinegro.

- Voy a ser honesto. No pienso volver a pisar Melromarc, a menos de que sea por diplomacia o deba hacer negocios. Tengo responsabilidades ahora con este pueblo y no pienso dejarlas de lado.

Motoyasu dió una expresión dolida a la crudeza del otro héroe.

- Pero. - Prosiguió. - Si estás dispuesto a querer hablar conmigo sin usar misiones o nuestra "rivalidad" de excusa. Siempre tendré un cuarto disponible para ti.

Motoyasu suavizó una sonrisa al oír aquella propuesta. De alguna forma, el alma le había regresado al cuerpo.

- ¿Y sí pidiera está habitación para quedarme? - Motoyasu, más calmado, se le ocurrió bromear.

- Lo siento, pero tendrías que compartir con el dueño. - Naofumi soltó el brazo del rubio y palmeó el hombro contrario.

- No veo el problema en eso. - Motoyasu atrajo hacia él a su compañero tomándolo de la cintura con una mano. - La pregunta es si me dejaría quedarme permanentemente.

- Mientras prometas no incendiar nada en el cuarto o robar, no creo que haya problemas. - El pelinegro tomó del cuello al de lanza, colgando sus dos brazos alrededor. - Y, siempre y cuando vuelvas con vida de tu misión.

- Me verás aquí en menos de dos horas... Quizás tres, si me permites ir por mis cosas. - Motoyasu tomó una jugada arriesgada a sus coqueteos desvergonzados y tomó con la guardia baja a Naofumi para besarlo en la mejilla.

Naofumi de inmediato se soltó de su agarre, pero sin mostrar signos de molestia.

- ¡Te veré antes de la cena, Nao! - Motoyasu salió prácticamente huyendo de la habitación, chocando de paso con Rishia quien se hallaba del otro lado de la puerta, todavía con la mejillas sonrojadas.

La peliverde vió como el Héroe de la Lanza corría como si hubiese cometido el peor de los crimenes. Con curiosidad, volteó a ver el interior de la habitación donde su amo, y amigo, Naofumi seguía parado viendo a la nada.

- Uhh, ¿Te encuentras bien? - Habló Rishia ocultando la mitad de su cuerpo en la puerta semiabierta.

- Sí, sí... Todo está bien. - Naofumi habló suavemente mientras tocaba su mejilla y sentía todo su cuerpo erizarse por lo sucedido. - Rishia, ¿Todavía nos queda carne de dragón?

- ¿E-Eh? S-Sí. - La peliverde hablaba extrañada. Si mal no recordaba, esa carne era para ocasiones especiales.

- Perfecto... Llama a Raphtalia y a Filo, quiero que tú y ellas me ayuden en algo.

Aún si no lo quería admitir, esa noche tenía que ser perfecta.


El bloqueo mental no perdona todavía, pero al menos les pude dejar esto para decirles que sigo vida :D

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