
[A (DESIRED) FAILURE AS OCURRED]
— Motoyasu...
— No lo digas... – El nombrado escupió sangre.
Ambos heroes estaban recostados en el pasto ensuciado de tierra y sangre, viendo como las caóticas olas en el cielo desaparecían como niebla densa y dejaban paso al sol y las nubles blancas.
Lo habían conseguido. Finalmente habían terminado con su misión en la vida.
La pelea fue brutal. Soldados de distintos reinos veían las ruinas rodeadas en neblina, los monarcas al mando de las tropas se quitaban el sudor de la cabeza. Pero nadie celebraba la victoria, ya que fue a costa de la vida de los héroes cardinales.
Itsuki fue el primero en caer, el necio quiso dar el golpe final a la bestia que afrontaron, pero murió en el intento.
Ren, cegado por la furia que pocas veces dejaba mostrar, fue corriendo hacia la bestia y la decapitó con ayuda de Motoyasu. No contaron con que la bestia explotaría y el Héroe de la Espada cayó a lado de Itsuki, muriendo en el impacto.
Naofumi utilizó toda su fuerza para invocar un escudo gigante y minimizar los daños.
El resto de la batalla fue borroso para Motoyasu. Solo recuerda el sonido de su arma crujir, como si se estuviese quebrando.
La lanza se había roto.
"Al menos hicieron algo útil esos idiotas..."
Pensó con amargura Motoyasu, volteando su cabeza para apreciar el campo de batalla.
Sus bellos Filolials. Sus preciosos hijos que amó desde el día que rompieron su cascarón. Todos estaban a salvo. Con heridas físicas, pero no mortales.
Pero Fitoria tuvo que dar su vida para protegerlos.
La reina filolial yacía tendida en el mugriento suelo, con los ojos cerrados, sonriendo como su estuviera durmiendo.
Motoyasu sintió el escozor en sus ojos. Tenía unas malditas ganas de llorar. Se lamentaba que incluso con su insano nivel 300, se confío y no pudo salvar a todos.
Menos a Naofumi.
— Moto... – Volvió a llamar en un murmuro Naofumi, tomando la mano ensangrentada del rubio. — ¿Ganamos?
El viajero del tiempo afirmó el agarre de su amado héroe mientras asentía.
— Sí... Todo acabó.
Naofumi dió una sonrisa cansada. Con sus pocas fuerzas recostó su cabeza en el hombro de Motoyasu y cerró los ojos.
— Motoyasu... En otra vida... Jura que me buscarás...
El rubio trató de tragarse el nudo que se formaba en su garganta. Sus ojos comenzaron a lagrimear sin su permiso. Sus labios rotos y con sangre seca se apretaron al igual que su agarre con la mano de Naofumi.
Su corazón se estaba deteniendo poco a poco.
— Naofumi. – Motoyasu besó los nudillos heridos del de escudo. — Me casare contigo... Cuando volvamos...
El Héroe del Escudo y el Héroe de la Lanza dejaron de respirar. Sus corazones se detuvieron al igual que la amenaza del mundo.
Motoyasu como último pensamiento, pidió un deseo.
"Ya cumplí mi parte Filo. Traje la paz mundial"
"Te dejaré ir mi Ángel, pero por favor..."
"Déjame quedarme con Naofumi"
El Héroe de la Lanza se sorprendió al abrir los ojos.
El panorama estaba en blanco.
Todo era vacío, su cuerpo estaba flotando y las heridas habían desaparecido. En su mano tenía la lanza legendaria, todavía rota, y emitía un brillo rojo desde su gema.
Volteando a todos lados para ver qué sucedía, se encontró con una pantalla transparente y gigante.
¡Felicidades!
¡Han liberado al mundo de las olas del caos!
Un nuevo modo de juego se ha desbloqueado.
> CONTINUAR
> SALIR
Motoyasu estaba confundido. Nunca había sucedió algo así en sus otras veces reiniciando el tiempo.
Sudando frío, decidió pulsar la opción de continuar.
- MODO PACÍFICO -
¡Ahora que las Olas han desaparecido, puedes observar el mundo si nunca hubiese aparecido el caos y la muerte en el mundo!
> CREAR NUEVA PARTIDA.
> SALIR.
— ¿Qué rayos es...? – Motoyasu se guardó sus quejas.
¿Que debía hacer?
¿Regresaría a su antigua vida?
¿Volvería a empezar de cero?
¿Y si esa era su única oportunidad de salir de ese mundo?
— Lo estás pensando mucho, felicidades por eso.
— ¿Eh? – Cerrando y frotando sus ojos, Motoyasu miró detrás de él.
Naofumi. Tres versiones de Naofumi se mostraban ante sus ojos. Pero parecía que estaban atrapados en una vitrina muy fina de cristal.
— ¿Qué mierda está pasando?
— Somos la representación de aquellas líneas que creaste. Yo formo parte de todas las líneas del tiempo en donde trataste de salvarme. – Un Naofumi con armadura completa, pero de mirada dulce empezó a explicar.
— Yo soy parte de todas las líneas temporales que creaste, pero donde solo duraste un día. – Habló otro Naofumi, pero usando un suéter verde y pantalones azules.
— Creo que no debo explicar de que línea temporal vengo. – Habló el Naofumi del centro, dando una mirada severa y juzgadora.
— Lamento haberles causado tanto dolor con mis acciones. – Motoyasu agachó la cabeza. — Pero todavía no me explican que hacen aquí.
— Nuestro propósito es hacer que tomes una desición, ¿Con quién quieres redimirte?
— Dependiendo de quien escojas, será la línea temporal que restaures, junto con las personas que murieron dentro de esa realidad.
— Eso quiere decir que... El resto.
— El resto desaparecerá.
Motoyasu sintió su estómago retorcerse bajo esas palabras.
¿Ese era su castigo?
Vivir con la culpa de ser poderoso, pero ser igualmente debil.
Tan débil que no puede proteger lo que ama.
"Lo que amo"
Pensó unos segundos Motoyasu.
"Cierto. Todo lo que hecho hasta ahora, fue porque el amor que sentí hacía Filo"
Motoyasu miró al Naofumi de su primera línea temporal.
"Luego ese amor se transformó cuando empecé a convivir con Naofumi"
Ahora el de lanza observó al Naofumi con prendas de su vida en Japón.
"Cierto. Gracias a él, pude tener a Kuro, a Kou, a Yukki, Sakura..."
Finalmente miró con el corazón abatido al Naofumi de su última línea temporal.
— ¿Y bien? ¿Cuál será tu elección?
Motoyasu inhaló y exhaló tratando de mantener la compostura.
— ¿Pueden sacar el brazo en esa vitrina?
Los tres pelinegros se miraron confundidos entre sí.
El primero en intentarlo fue el Naofumi de la última línea temporal. Su brazo atravesó con un brillo la vitrina, siendo alcanzable para Motoyasu.
El Naofumi con prendas comunes lo intentó también, teniendo igualmente éxito.
El único que no extendió la mano fue el Naofumi de la primera línea del tiempo.
— ¿Que planeas hacer?
— Planeo hacer una elección arriesgada. – Motoyasu extendió su mano hacia aquel Naofumi que lo miraba con resentimiento. — ¿No quieres intentarlo por Raphtalia?
— No atrevas a mencionarla con tu sucia boca. – Naofumi extendió su brazo, dispuesto a dar un golpe.
Lo que no esperó, fue que Motoyasu retuviera parte de su brazo con sus dientes. De mientras, simultáneamente, el héroe de la lanza jaló con sus dos brazos a los otros dos Naofumis.
La vitrina. El espacio en blanco. Todo comenzó a quebrarse.
Su desición había sido tomada.
No solo abrazaría la razón de su lujuria. Sino que también, la razón de su avaricia.
Lurolona era un lugar pacífico para vivir. Con ubicación en Seaetto, el pueblo era conocido por ser hogar de múltiples demi-humanos. No obstante, su población había tenido un incremento en personas mitad filolial. Sobre todo en infantes.
En las calles, una pequeña Raphtalia jugaba animadamente con su amiga filolial, una niña rubia con alas blancas que te hacía creer que era un angelito. Solo que siendo mimosa, caprichosa y muy glotona. Pero de buen corazón al final del día.
— ¡Papá, ya me voy a jugar con Raphtalia! – Filo abrazó por la pierna a un hombre rubio, que llevaba una capa llena de plumas Filolial.
— Diviértete Filo, no olvides decirle a Sakura y los demás que no lleguen tarde a la cena.
— Si, sí, no lo olvidaré ¡Vamos, Raphtalia! – La niña se despidió con su mano al aire. — ¡Dile a papá Naofumi y a sus hermanos que también los quiero!
— ¡Lo haré! – Motoyasu rió divertido, cerrando la puerta de la enorme mansión que adquirió gracias a sus aventuras.
Aún si no tenía la lanza legendaria, se había vuelto fuerte.
Bastante fuerte.
Antes de volver a su habitación, donde ciertas personas lo esperaban, Motoyasu echó un vistazo a la habitación donde tenía acunado un montón de huevos filolial en espera de eclosionar. Solo pudo sonreír emocionado. Aún si era agotador cuidar de varios Filolials demi-humanos, amaba ser padre.
Sobre todo la parte donde podía convivir con sus esposos.
Volviendo sus pasos hacia su habitación compartida, abrió la puerta con lentitud. Al mirar, se encontró a dos pelinegros durmiendo, todavía desnudos y con restos de su noche apasionada a la vista.
— Nao... – Motoyasu canturreo a lo bajo, tratando de no despertar a los dos chicos en la cama. — Se que estás aquí.
Mirando una puerta al otro lado de la habitación, Motoyasu entró y se metió en ella. Era el baño, ahí podía ver al Naofumi de la línea original, desnudo, abrazándose a si mismo, aferrando sus uñas en el antebrazo donde solía estar su escudo.
Motoyasu entrecerró los ojos con cariño.
— Ah... Pareces un gato mimado. Debo tratarte de forma especial para que pueda acercarme.
— ¿Tienes idea de lo que hiciste? – Naofumi afrontó al rubio. — Quién sabe que consecuencias pueda traer está decisión, y aún así, sonríes como si no hubieras hecho nada.
— Podré preocuparme de ese escenario imaginario cuando llegue. Además, traje a nuestras hijas de vuelta, ¿No?, ¿No merezco una recompensa?
Las iris de Motoyasu estaban ahogados en un púrpura lujurioso, consecuencia de su avaricia. Naofumi sabía que el poder remanente de su ira hacía que no cayera fácilmente en los encantos del antiguo héroe de lanza. Pero también sabía que no era suficiente para mantenerlo lejos.
El rubio se acercó con cautela a Naofumi, quién había quedado paralizado.
— ¿Hasta cuándo estarás satisfecho? – El pelinegro empezó a respirar pesado. Comenzaba a sucumbir mientras Motoyasu lo acercaba a sus brazos.
— Cuando me ames por completo.
— Eres el bastardo más egoísta que jamás he conocido...
— Y tú el hombre más hermoso que jamás he conocido. Quizás por eso soy egoísta.
Quiero todo de ti.
Oh por dios, después de darle mil y un vueltas, lo logré... Terminé el semestre con éxito.
Ah sí, y también logré escribir algo, luego de un bloqueo mental de dos meses.
Para compensar mi desaparición, y mostrarles que en serio estuve tratando de escribir algo, haré algo que no suelo hacer y les mostraré el borrador original que tenía de esta idea, porque si, me tardé con este One-shot porque no sabía cómo debía ejecutarlo.
Además, jamás lo olvidé.
En fin, aquí tienen el otro borrador (incompleto) de mi otra idea.
Así que, yey, les tocó doble One-shot xd
Tate no yuusha/ Yari no yuusha.
Naofumi recuperó la consciencia pero se negó a abrir sus ojos. Todo el cuerpo lo tenía entumecido y sentía que alguien estaba acostado en su abdomen.
Cuando el sonido del césped moviéndose por el aire y los aves graznando se volvieron imposibles de ignorar, abrió los ojos.
El sol en su máximo resplandor le quemaron las córneas, por lo que inmediatamente entrecerró los ojos y uso su poca fuerza para alzar el brazo donde tenía su escudo.
No sabía dónde estaba.
Volteó para ambos lados, todavía acostado en el pasto y se encontró con Filo acostada encima de él. La niña, como si estuviese sincronizada con su amo, también abrió los ojos luego de dar un bostezo.
Naofumi no lo pensó y acarició la cabeza de la rubia. Poco a poco el sol se volvía menos molesto.
— Amo... ¿Dónde está Raphtalia? – Filo preguntó frotando sus ojos.
Fue ahí cuando el Héroe del Escudo cayó en cuenta de algo.
Se suponía que estaban peleando con la última ola del caos.
Se suponía que Raphtalia estaba peleando junto a ellos.
Se suponía que al final ella se había sacrificado y...
— ¡Raphtalia! – Naofumi gritó asustando a Filo. Se levantó del suelo y comenzó a mirar su alrededor.
No estaban en el campo de batalla y no parecían estar cerca de algún reino que el conociera.
No había soldados, enemigos y otros héroes en el panorama, ¿Dónde estaban todos?
— ¿Qué está pasando? – Naofumi preguntó al aire.
— ¡Amo, puedo escuchar algo! – Filo jaló la capa del pelinegro mientras señalaba un área frondosa de árboles.
Naofumi miró en la dirección que su Filolial le indicaba. Cierto. Cómo era demihumana, tenía una mejor audición que un humano promedio.
Tomando de la mano a Filo, el de escudo se encaminó al bosque esperando que no fuera una bestia.
Con cada paso que daban, Naofumi quería retroceder. Tenía un presentimiento extraño en su pecho, pero decidió guardarlo para si mismo.
El sonido del cual Filo hablaba se hacía más claro. Se oían risas de niños y a unos hombres hablar. ¿Eran civiles?
Tratando de no hacer ruido, Naofumi agachó su cuerpo entre los arbustos junto a Filo y observó a los extraños.
Tuvo que tapar su boca para no gritar. Tenía que estar soñando.
Se veía a él y a Motoyasu platicando, parecía que estaban en un día de campo por la sábana donde se hallaban sentados y la comida que había alrededor. Los niños que jugaban cerca eran demi-humanos, en su mayoría Filolials.
— ¡Nao, pruébalo por favor!, ¡Lo hicimos Kou y yo! – Exclamaba Motoyasu mientras sostenía un palito con algo de comida.
— No parece carbonizado. Eso es un progreso. – Comentó en broma el Naofumi alterno, abriendo su boca y dejando que Motoyasu lo alimentara.
Motoyasu quedó a la espectativa mientras veía como un tonto enamorado a su compañero.
— ¡Quedó excelente!
— ¿Lo dices en serio, cariño? – Habló emocionado el rubio mientras Naofumi asentía. — ¡Gracias, Nao! ¡Ahora que soy digno de tu aprobación, voy a mimarte con mis platillos!
Los dos chicos se empezaron a abrazar melosamente (más bien, Motoyasu abrazaba mientras el Naofumi alterno solo cubría su cara roja con sus manos). El Naofumi que veía todo de lejos se sentía en una pesadilla.
"¿Que mierda de limbo es este?"
"¿Acaso esto es un infierno personal por todas las cosas moralmente malas que hice en vida?"
"¿Y dónde están las Raphtalia y Filo de este lugar?"
— ¡Yukki, ven aquí, todavía no me atrapas! – Gritó uno de los niños Filolial.
— E-Es que creí oler algo extraño. Huele como a nosotros. – Mencionó la Filolial tímidamente mientras señalaba el escondite de Naofumi y Filo.
— Filo, quédate atrás de... ¿Filo? – Naofumi miró detrás de él. La niña había salido de su escondite y ahora estaba frente de la niña llamada Yukki.
— ¡Genial, te pareces a mi! – Gritó emocionada la rubia mientras agitaba sus alas con emoción.
El grito no fue ignorado por los otros héroes. Menos por Motoyasu que se tensó al oír esa voz.
— ¿Fi... Filo? – Motoyasu miró a la Filolial por un largo rato. Como si estuviese tratando de averiguar si era un producto de su imaginación.
— Al carajo todo. – Habló en voz baja Naofumi mientras salía de los arbustos y se paraba frente a su Filolial. — ¡Ni se te ocurra acercarte, idiota!
— ¡Naofumi!
— ¿Qué está pasando? – Exclamó asustado el Naofumi alterno mirando al chico que se parecía a él. — ¿Es otro viajero del tiempo?
Motoyasu quería decir algo, pero sus palabras no salían. Era mucho que procesar. Pero un manotazo directo a su cara lo hizo reaccionar. El Naofumi que venía con Filo lo había abofeteado.
— Deja de babear y dime, ¿Dónde rayos estamos?
El Naofumi alterno iba a recriminarle, pero su Motoyasu no parecía afectado por el golpe, es más, parecía que lo había disfrutado.
— Li-Linea alterna... Había muerto... Filo... Tu...
— Quizá fui muy suave con ese golpe. – Naofumi tronó sus nudillos listo para dar otro golpe.
— ¡Espera, espera, espera, está bien! Es solo que... Sigo sin creer que seas real. – Motoyasu se levantó y tomó de la mejilla suavemente a Naofumi que lo había abofeteado.
— Soy tan real que si sigues tocandome, el siguiente golpe irá a tu entrepierna.
— Cualquier toque tuyo es una bendición. – Motoyasu se acercó más al rostro de Naofumi, como si lo estuviese incitando.
El Naofumi alterno entrecerró los ojos. No sé consideraba alguien celoso, pero le comenzaba a molestar la presencia de su otro yo.
— A ver si entendí. Moriste.
— Sí.
— Y en algunas de tus líneas alternas mataste a otros héroes para verificar que estabas en un bucle.
— Así es.
— De acuerdo. Hubiera hecho lo mismo. – Naofumi tomó una pausa para respirar. — Entonces, en esta línea alterna ya terminaron con las olas del caos.
— Fue muy recientemente, pero lo conseguimos. – Motoyasu tomó la mano del pelinegro alterno.
— Y te casaste conmigo... De otra línea alterna para superar tu fracaso de no encontrar a Filo.
— Sí, ¡Pero en serio lo amo, no me hubiera casado si no hubiese sido de otra forma!
— Como si me importara... – Murmuró Naofumi frotando su sien. — Lo que me importa de tu relato es esto. En tu obsesión por recuperar a Filo, te olvidaste de Raphtalia. Mi primera esclava. Mi compañera de aventura. Mi hija. Dime, ¿Cuál fue tu excusa para olvidarla?
Motoyasu tragó en seco. No tenía malas intenciones al haber olvidado a una de las compañeras más preciadas del de Escudo. Genuinamente estaba cegado por encontrar a Filo y darle felicidad a su esposo.
— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que llegaste aquí? – Naofumi siguió interrogando.
— Yo digo que casi un año. – Habló apenado el de lanza.
Naofumi suspiró. Siendo realista, sabía que Raphtalia había pasado a mejor vida considerando el estado en qué la encontró cuando se conocieron.
El solo pensamiento de que su querida Raphtalia haya pasado sus últimos minutos de vida encerrada en una celda, enferma y con miedo, le estrujaba el corazón. Pero sobre todo, aumentó su odio por Motoyasu.
— Vámonos, Filo.
— ¡Espera, Naofumi! ¡En verdad lo siento!
— Jamás voy a perdonarte. – Naofumi no detuvo su paso.
Las palabras llenas de resentimiento golpearon el corazón de Motoyasu.
— ¡Al menos dime que tienes planeado donde quedarte! ¡Este ya no es el mundo que conoces!
El pelinegro detuvo sus pasos en seco.
Había olvidado ese detalle.
(Nota de la autora: Aquí fue donde me detuve. No sabía cómo hacer la transición de escena, pero ustedes hagan el timeskip como si nada, porfa)
Naofumi rebuscaba en los cajones de la pareja casada.
— Ugh... – El de escudo se quejó. — Sigo sin creerlo.
Había encontrado una jodida cuerda en uno de los cajones. No debía ser tan ingenuo para saber su propósito.
— ¿Nao? – Una voz habló detrás de él.
"¡Mierda, no lo escuché venir para acá!"
El Naofumi original tragó saliva.
— O-Oh, cariño. No te oí llegar. – Naofumi suavizó su voz, queriendo matarse con la cuerda.
— Creí que estarías en el bosque con Sakura recolectando más plantas, ¿Pasó algo?
— Solo olvidé algo. Ya me iba. – El pelinegro habló rápido, queriendo huir. Pero apenas se volteo, Motoyasu ya estaba a unos pasos cerca de él.
— Se que no eres el Naofumi que es mi esposo.
— ¿Porqué lo dices? – Naofumi se abrazó al cuello del rubio. — ¿Aquél Naofumi sería capaz de ésto?
Jugando con un movimiento arriesgado, Naofumi plantó un beso directo a Motoyasu.
El de lanza, en vez de alejarlo, solo lo acercó más, sujetando sus caderas para que se pegara a él.
— Ahora lo entiendo... Eres un pequeño diablo, amor. – Motoyasu se separó levemente. — Solo estabas dando una excusa para que pudiéramos tener un tiempo a solas.
— Sí... Pero como me incriminaste, tendré que dejar nuestro juego a medias. – Naofumi separó sus brazos de Motoyasu tratando de irse, pero el contrario lo empujó hacia la cama.
— Me encanta como haces que ruegue. – Motoyasu sonrió lujuriosamente. — Por eso te amo.
Un nuevo beso dejó sin escape a Naofumi. La habitación se empezaba poner acalorada.
(Y hasta aquí llegué por el culiado bloqueo) *pain*
Gracias por esperar.
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