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XXXVIII

Ya habían pasado a unas cuantas tiendas, compraron cobijas, juguetes, muebles, que les llevarían en dos días, más ropa y había aprovechado de comprar algunas cosas que le faltaban. 

También debía comprar regalo para Sota, dentro de un mes seria su cumpleaños, Sesshomaru estaba cansado, nunca había salido de compras con una mujer, a pesar que entraron a tiendas específicas, ella parecía no decidirse jamás.

–Mujer, muero de dolor en los pies– se quejo cuando estuvieron a punto de entrar en una tienda electrónica– ¿se puede saber que falta?

–El regalo de cumpleaños de Sota– se acercó a mirar una consola de juegos, era la que su hermano quería, pero él dinero no le alcanzaba– solo eso y ya

Sesshomaru la vio caminar a la salida, miró la consola, pidió que le envolvieron una y pagó, después salió y fue hasta Kagome, quien no se había percatado de su ausencia.

Esta vez fueron a una librería, a Sota le gustaba tallar en madera, le había visto algunos trabajos en su escuela, pero no tenia los materiales para hacerlo en casa, así que le compraría lo necesario para que hiciera lo que le gustaba.

–Bien, ya tenemos todo, vamonos– le ayudó a llevar algunas bolsas y fueron al ascensor– llegando podemos comer algo

Había más gente en el ascensor, se fueron hasta el fondo, por tener las manos ocupadas, Kagome no lograba tener equilibrio, así que Sesshomaru dejó la caja grande en el suelo y la rodeó por la citura.

–No querras caerte ¿o si?– recordó cuando estaban en el hotel, Kagome se sonrojó por la burla– ¿o te gustaría un masaje como el de aquel día?

Kagome negó, estaba muy cerca de su oído así que logró ponerle los pelos de punta, el sonido de las puertas abriéndose llamó su atención, debían bajar.

Sesshomaru sonrió satisfecho, era divertido hacerla sonrojar por cosas tan pequeñas, se adelantó a abrir el maletero, dejó lo que llevaba y fue hasta ella para tomar las bolsas que llevaba y dejarlas todas en orden.

Durante el camino, escucharon música en silencio, pero uno cómodo, Kagome cantaba despacio, pero aun así él la escuchaba y se mostró encantado por lo mucho que le gustaba su voz.
•••

Kagome reía mientras veía a Sesshomaru con la cara manchada de pintura verde, se afirmaba de la escalera mientras trataba de no caer, había subido para pintar en los bordes cerca del techo, y un poco de pintura cayó en el momento que Sesshomaru se posaba abajo para afirmar la escalera y que ella no cayera.

Lo vio limpiar sus ojos, tomar una brocha y tirarle pintura en las piernas, ella se bajó, mojo la brocha y comenzaron una pelea con pintura, Sota que estaba al lado, escuchó la risa de su hermana, dejó el lápiz en su escritorio y fue a la habitación, pero ambos adultos le tiraron pintura.

–Bien– dijo limpiando sus labios, donde la pintura casi entraba– esto es guerra

Fue hasta el tarro con pintura, se arremango la camiseta y comenzó a tirarles pintura, Kagome en esos momentos solo agradecía haber comprado tres tarros y tener puesto plástico en el suelo.

Una hora después, los tres estaban recostados en el piso, recuperando aire y riendo, la pintura se había terminado y se estaba secando en su rostro, manos y ropa.

–Bueno, Sota ve a bañarte, me dejas la ropa separada del resto– habló Kagome levantándose con ayuda de Sesshomaru al igual que su hermano– después iré yo y por último Sesshomaru

–¿Por qué yo último?– se quejo cruzándose de brazos– fui tu primera víctima

–Yo soy quien lavará, así que antes que entres en la ducha me das tu ropa y me voy a lavar– respondió soltando su cabello

Ninguno dijo nada más, Sota fue por su toalla, dejó la ropa fuera del baño y dio el agua caliente, se tuvo que bañar dos veces, una para quitar la pintura y otra para echar shampoo y jabón.

Así fueron hasta que fue turno de Sesshomaru, quien esperaba fuera del baño solo con toalla en su cintura, Sota lo miraba arrugando el entrecejo.

–¿Tomas esteroides?– preguntó mirando su formado cuerpo, Sesshomaru negó divertido– ¿entrenas?

–Cada fin de semana– aseguró volteando ya que Kagome había salido– ¿te gustaría ir conmigo un día?

Sota asintió entusiasmado, fue a su cuarto a secar su cabello, ya era tarde y no quería pescar un resfriado.
•••

Kagome había bajado a preparar la cena, mientras calentaba el agua fue a encender la estufa para calentar el primer piso, para Sota hizo su favorito, leche con malvaviscos y pan tostado con Nutella, para ella y Sesshomaru preparó café con leche, pan y mermelada, también puso unos pastelitos que habían sobrado en la mañana.

Fue a sacar la ropa, agradecía tener un pequeño espacio techado, las nubes se juntaban dando a entender que aquella noche lloveria. Guardo el resto de ropa que al menos, había alcanzado a secarse, más tarde se encargaría de doblarla.

Entro con el canasto y lo dejó en el sillón, preparó la mesa, cerró las cortinas y fue al principio de las escaleras a llamar a los dos hombres, Sota fue el primero en bajar mientras se ponía un poleron, Sesshomaru tardó un poco ya que aún secaba su cabello, pero tal parecía que no pudo ya que bajo con el cabello medio húmedo y se lo amarro en una coleta, la imagen se grabó en la mente de Kagome, quien lo encontró muy sexy, con ceño fruncido y atando su cabello, trago saliva y decidió mirar a otro lado.

–¿Has peleado alguna vez?– preguntó Sota al mayor, Sesshomaru asintió mientras mordía su pan– ¿me enseñas a pelear?

–¿Para que querrías tu saber?– cuestionó Kagome mirandolo con los ojos entrecerrados– ¿te molestan?

–No es necesario que te molesten para aprender a defenderte– respondió Sesshomaru mirando al menor– dos horas al día, todos los sábados ¿te parece?

–¡Si!– Kagome pensaba en lo bien que se estaban llevando, pensó la suerte que tuvo Sesshomaru, ya que Sota no siempre aceptaba a todos a la primera–¿y eso es antes o después del ejercicio?

–¿Cuando se hicieron tan buenos amigos?– inquirió dudosa, ambos levantaron los hombros totalmente desinteresados, iba a protestar, pero le entró una llamada de Sango, se levantó disculpándose y atendió la llamada– ¿Sango?

¡Kag, cariño, que bueno que respondes!– la alegre voz de Sango la hizo sonreír– ¿podrías venir a mi hogar? Kohaku necesita ayuda con un pastel

¿Podría ser mañana?– preguntó mordiendo su labio, Sango dijo que no había problema– bien, dile a Kohaku que iré sin falta en la mañana, que me espere listo

¡Eres la mejor!– se despidieron y colgó la llamada.

–¿Así que te veras con Kohaku?– preguntó Sesshomaru alzando una ceja– ¿dejaras a tu invitado solo?

–¿Celoso?– preguntó divertida mientras reía– primero, solo será media hora– dijo sentándose y calentando sus manos con la taza– y segundo, Kohaku tiene la edad de Sota.

Sesshomaru se quedó callado, asintió sin decir nada más.

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