XVII
No quería sonar descortés, menos quería que él se enojara, no otra vez, pero Kagome buscaba la manera correcta de preguntar cuanto tiempo se quedaría, supuso que después de comer él se iría, pero ahora ella estaba es su habitación esperando que saliera de la ducha, ya que se la había pedido para quitar el aroma del alcohol de su cuerpo.
Suspiró, eran casi las once de la noche, mañana era su último día libre, después vendría su graduación y luego de eso trabajaría en la pastelería día tras día hasta que su madre estuviera mejor.
La perilla de la puerta sonó, levantó la mirada y se encontró a Sesshomaru mirándola, con una toalla envuelta en su cintura y con otra se secaba el cabello, evitó bajar la mirada, debía tener pudor y no mirar, él sonrió con malicia y se acercó quedando a dos pasos de ella, recorrió cada lugar desde su ombligo hasta sus ojos, los cuales tenían un brillo diferente. Sesshomaru tiró la toalla, que usaba para secar su cabello, a la silla que estaba en el otro rincón.
Tiró de Kagome y la pegó a su cuerpo, ella era pequeña, así que levantó la mirada sonrojada, apoyó sus manos en el pecho y esperó a ver que haría, se miraban sin hacer nada, cuando pensó en alejarse sintió algo en su estomago, no quiso bajar la mirada, Sesshomaru respiraba agitado, trató de aguantar, de hecho, su plan inicial era molestarla, pero sentir su piel, su cercanía, era difícil, caminó lo que restaba para llegar a la cama y la dejó recostada, miró su cuerpo, su rostro, todo en ella le provocaba.
Se acercó y besó su cuello, sintió los latidos acelerados, subió sus besos hasta la mejilla mientras su mano acariciaba su estomago, hacia círculos y después acariciaba su cintura, sus besos llegaron hasta los labios, comenzó un beso lento, jugando con su lengua, pronto Kagome comenzó a jadear y Sesshomaru quería más, deseaba hacerla enloquecer, que pensara solo en él y las sensaciones que provocaría dentro de poco.
Le quitó la ropa y se aventuró a tocar cada rincón del cuerpo femenino sin detenerse, hace mucho tiempo no se sentía así, con tanta lujuria, con tanto deseo de poseer una mujer, sus labios llegaron hasta un pezon, donde comenzó a lamer y morder, una de sus manos bajó y tocó su intimidad, gruñó satisfecho al sentirla ya húmeda, metió dos dedos en ella y la escuchó gemir.
Kagome estaba en el cielo, aquel hombre sabía como y donde tocar, agradeció el estar a solas, así al menos, podría gemir y gritar sin miedo a ser escuchada, bajó su mirada, viendo como Sesshomaru la miraba, con lujuria, deseo y ganas de más, un cosquilleo en su estomago le hizo saber que estaba pronto a tener un orgasmo, él también lo notó, así que sacó los dedos y vio la mirada de reproche.
-¿Eres virgen?- cuestionó mientras quitaba la toalla y se frotaba en ella, Kagome solo pudo negar, lo sintió entrar rápido, llegando de inmediato a lo más profundo de ella- que...estrecha
-Eres...muy grande- afirmó poniendo sus manos sobre los hombros de Sesshomaru- se gentil
-Lo seré- se movió deleitándose por como respondía tan bien a él- solo disfruta- susurró cerca de su oído antes de morderlo y comenzar con las embestidas un poco más rápidas.
Estaban inmersos en el placer, Kagome sentía como llegaba a su punto G, así que pidió no parar el ritmo, además, también quería tener aquel orgasmo que fue interrumpido, enredó sus piernas en la cintura masculina, dándole más acceso a ella, Sesshomaru gimió complacido, pero deseaba más, así que mientras la embestia, comenzó a jugar con los pezones, besó sus labios y no bajó el ritmo en ningún momento.
Sesshomaru sintió como era apretado, se levantó y quitó las piernas de Kagome de su cintura para después salir de ella, lo miró enojada por interrumpir su orgasmo dos veces, antes de hablar, Sesshomaru tiró de ella e hizo que se pusiera en cuatro, Kagome se sintió expuesta pero no dijo nada, levantó su trasero totalmente sonrojada, necesitaba correrse.
Sin esperar, penetro nuevamente a Kagome, pero ahora, las embestidas eran más rápidas, llegando justo a su punto dulce, donde ambos tenían la mente en blanco, Sesshomaru la nalgeo, dejando roja el área y haciéndola gemir alto, se deleitaron con lo bien que sus cuerpos coincidían, Kagome supo que tener sexo podía ser muy maravilloso, ya que, su primera vez fue con alguien que no amaba y Sesshomaru, disfrutó aquel cuerpo que pedía a gritos sus caricias.
Unos momentos después, cuando Kagome pudo tener su tan anhelado orgasmo, dejó caer un poco su cuerpo, apoyando sus senos en la cama y dejando su trasero levantado, Sesshomaru la tomó de las cadera y aumentó el ritmo, estaba por acabar, pero para evitar algún inconveniente, salió de ella y se corrió en su espalda.
Su respiración agitada, su cuerpo sudoroso y mente en blanco, sin duda había sido el mejor sexo para ambos, Sesshomaru buscó con la mirada algo que pudiera usar para limpiarla, encontró una playera y la pasó por su espalda, la vio estremecerse ante tan delicado toque y sonrió.
-¿Estas bien?- preguntó mientras se recostaba y los tapaba a ambos
-Si, necesito dormir- Kagome se acurrucó contra Sesshomaru, quien se tenso ante el contacto de su piel, si bien tuvo pareja, no era de su costumbre dormir así, pero con ella, podría hacer una excepción, ambos se durmieron a los minutos, Sesshomaru quedó con un brazo sobre la cintura de Kagome.
•••
Naomi estaba concentrada en sus cuentas, el cuaderno y libreta que Toga le había llevado le eran de mucha ayuda, estaba sacando cuentas de cuanto dinero tendría que gastar en el hospital, también debían hacer el pedido para la pastelería y pagar los insumos del hogar.
-¿Esta bien?- la voz del mayor de los Taisho la hizo salir de su burbuja, este le ofrecía un vaso con agua- ¿no debería estar descansando?
-¿Y usted no debería estar con su familia?- aceptó el vaso y le sonrió sincera- pasa mucho tiempo aquí, ¿no se molestaran con usted?
-Pues mis hijos están ocupados- dijo Toga sentándose a los pies de la camilla- Inuyasha debe estar con Kikyo y Rin, mientras que Sesshomaru está...- vio como Naomi esperaba que terminara de hablar, la sensación de calidez creció en su pecho y solo pudo mentir- está en su hogar, solo
-¿Y que hay de...su esposa?- preguntó un poco apenada por entrometerse- ¿ella no le espera?
-Mi esposa- la nostalgia fue evidente en su rostro, ya que Naomi se arrepintió de inmediato por preguntar- ella está muerta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro