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XLVII

Solo habían pasado dos días desde que arribó en Tokio, y ya deseaba volver, antes abría buscado la oportunidad de ir a beber y pasar una buena noche, pero ahora, que había conocido a Kagome, todo lo que quería era ver y escuchar su sonrisa.

Vio un cartel con su nombre, un mayordomo que recordaba como Jaken, lo esperaba en las puestas de cristal.

–Buenas noches señor, lo llevaré a su hotel– le tomó el equipaje y lo guió al vehículo que esperaba fuera.

Las calles eran iluminadas por faroles, había trafico y el inigualable aroma de la comida callejera, pronto todo quedo atrás cuando llegó al Tokyo Grand Hotel, bajaron y fueron a recepción, donde les dieron la llave del penthouse.

El lugar era sin dudas hermoso, las paredes en tonos de gris, la ventana mostrando la ciudad y la tenue luz no lastimaba la vista.

Pidió de comer, mientras el iba a darse un baño, no recordaba cuando fue la última vez que estuvo allí, así que trato de recordar era todo por allá.

La comida llegó en el momento que terminaba de vestirse, con una toalla en el cuello recibió la charola y la dejó en la mesa central, abrió su computadora y de inmediato le llegó un mensaje de su empresa, donde su padre le decía que dentro de tres días comenzaría la obra.

Después recibió la pauta a seguir en su estancia allí, bebía te verde mientras tecleaba un correo para los inversionistas.

Después de comer, se levantó estirándose y yendo a la cama, era enorme, se sentía vacía y helada, cerró los ojos pero no pudo dormir, se daba vueltas y vueltas, al final, decidió hacer una llamada, vio la hora, allí eran las 4:00 am, seguramente estaría en la pastelería o con Shippo.

¿Sesshomaru?– la voz tras el celular lo hizo relajarse, había extrañado su voz

–Hola– dijo sonriendo– ¿estas ocupada?

Estoy con Shippo en el parque– la imaginó allí, jugando con el menor mientras reía– ¿Tu que haces?

Estaba por dormir, pero no puedo.

Siguieron hablando unos minutos más, Sesshomaru no deseaba colgar, pero la voz de Kagome lo tranquilizaba y el sueño comenzaba a ganarle, se quedó dormido, pero antes le había avisado a Kagome para que no pensara que la ignoraba.
•••

Cuando la alarma sonó, quiso tirar el reloj a cualquier parte y seguir durmiendo, pero denegó lo idea al escuchar como Jaken le hablaba.

Se fue a lavar la cara y los dientes, hizo sus necesidades y se vistió, el desayuno fue servido, pero no le gustó para nada, extrañaba la comida casera de Kagome o de Kaede, suspiró resignado, seria el peor año para él.

Juntó los papeles que necesitaba, salio del penthouse y se dirigió al lado este de Tokio, donde se podía ver la estructura de lo que sería uno de los más lujosos hoteles. En la entrada, lo esperaban dos hombres, uno de ellos debía ser el ingeniero civil.

Sate, purei ga owaru made koko ni iru node, dekirudakehayaku yaritaidesu.
(bueno, estaré aqui hasta que la obra termine y me gustaria que fuera lo mas pronto posible)

Jaken había pensado que debía traducir, pero se dio un golpe en la frente al darse cuenta que este era el país natal de sus padres, era obvio que habría aprendido el idioma.

Lo siguiente que Sesshomaru hizo, fue procurar que nada les faltara a los trabajadores, incluso proporciono un lugar para que pudieran comer y que pasarán tiempo con sus respectivas familias.
•••

Los días pasaban eternamente lentos, su rutina era igual de Lunes a Lunes, los únicos días que salía eran los Miércoles, que los dejaba salir más temprano y él aprovechaba de recorrer el lugar.

Ahora estaba en un centro comercial, buscando que comer, Kagome paso por su mente, se la imaginó con cara soñadora viendo todo, queriendo ir de aquí para allá, a Shippo queriendo comer todos los dulces del lugar.

–¿Sesshomaru?– volteó sorprendido por verla allí, desde que se habían juntado en el restaurante no la había vuelto a ver– jamás creí que vendrías aquí

–No pensaba encontrarte aquí– se cruzó de brazos y la miró de pies a cabeza, toda ella gritaba elegancia– diría que es un gusto, pero mentiría Irazue

–Ahora llamas a tu madre por su nombre– sus largas uñas pasaron por su cabello plateado– Tienes mi carácter cachorro

–No eres mi madre– podría jurar que sus ojos se volvían rojos cuando la vio tan frívola– y no soy cachorro, no soy perro

–Pequeño apodo– se encogió de hombros y le sonrió– bien, adiós mi tiempo es oro

–Espero no volver a verte– su sarcasmo hizo reír a Irazue, quien se fue sin decir nada más– así que tengo su carácter– susurró mirando el cielo– madre... mi madre es Izayoi, ella cuidó de mi.

Se fue al primer local que encontró, le sirvieron todo en menos de quince minutos, agradeció y comió sin apuros, honestamente no quería volver al penthouse, se sentía tan vacío, si solo Kagome hubiera ido, llevando al pequeño, para darle vida a Tokio.

Pagó y fue a recorrer todo, habían adornos muy bellos, entró en una tienda y compró un adorno de cristal, tenía la forma de una cocinera, picaba verduras en una tabla y llevaba un mensaje.

El encargado envolvió muy bien el adorno, luego lo guardo en una caja y lo entregó envuelto, salio y fue a una tienda de juguetes, a Shippo le compró un maletín con autitos metálicos en diferentes colores.

Trató de hacer todo el tiempo posible para no volver aún, paso a comprar, fue a supermercados para llenar su despensa pero todo cerraba a las 21:00 pm, así que contra su voluntad, se fue.

Caminaba lento, al menos estaría una hora más afuera, si tenia suerte llegaría a bañarse, comer y dormir.

Se quedó parado en una esquina, dos tipos lo seguían, a lo lejos notó una luz así que cuando dio el verde avanzó rápido, dejó todo en el suelo y alcanzó alcanzó a bloquear el golpe que iba a su rostro.

–Y yo creyendo que no tendría acción.

Le dobló la muñeca para que soltara la manopla, el otro tipo quiso pegarle en las costillas pero dio una patada certera en sus partes íntimas, sacó su celular y marcó a Jaken pidiéndole ir por él, mientras seguía afirmando al primero que trato de pegarle.

Unos minutos más tarde, ambos estabas amarrados de manos y puestos boca abajo en el pasto, Jaken tenía la cinta adhesiva en mano y le sonreía a Sesshomaru.

–Que bueno que tomó clases de defensa personal– lo alago pasando por encima de uno de los atacantes para abrirle la puerta– Tokio se ha vuelto peligroso

–Ya me di cuenta.

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