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XLIV

Tal como había pensado, Inuyasha se burlaba de él, así como también lo amenazaba de no dañar a su amiga.

–Cállate ¿quieres?– dijo golpeando la mesa– suficiente tuve con el idiota ese de la mañana

–¿Quién?– consultó limpiando unas lágrimas escapadas por reír– ¿como era?

–Idiota, de cabello negro, prepotente y con un tatuaje en la frente– dijo lo poco y nada que recordaba, pues no era importante para él.

–¿Bankotsu?

–Ese mismo idiota.

Inuyasha se acomodó en el asiento mientras jugaba con su anillo, suspiró mientras dejaba su cabeza descansar en el respaldo de la silla.

–¿Puedo saber, que sientes realmente por ella?– cuestionó enderesandose y mirándolo fijo– no dejaré que la lastimes, ella merece ser feliz, no algo de un momento y ya

–¿Debo dar explicaciones a todos?– se levantó soltando un poco la corbata– ¿Que tienen todos que necesitan saber mis sentimientos?

–Sesshomaru, eres el mayor narcisista que he conocido, jamás has mostrado sentimientos por alguien, ¿y de pronto te interesa alguien?– siquiera se volteó, solo seguía jugando con su anillo– y además, escoges a alguien que gusta de llevar la contraria en todo, jamás se rinde y por sobre todo, es testaruda hasta la médula

–Eso es lo que me gusta– susurró deteniéndose cerca de un cuadro– no hace lo que le digo, me dice las cosas a la cara, no me tiene miedo

Inuyasha parpadeó, confundido, extrañado y muy sorprendido, se levantó y fue hasta su hermano, lo tomó de los hombros y se quedó segundos mirándolos sin decir nada.

–¿Estas enamorado?– su ceño se frunció un poco– no mientas o lo sabré

–La quiero– respondió sin despegar la mirada– y no sólo para pasar el momento, ¿feliz?
•••

Kagome atendía a los clientes alegre, su ánimo había mejorado desde que había aceptado los sentimientos que comenzaban a florecer en ella.

Shippo se mantenía sentado cerca de la caja registradora, comía las galletas que Kagome le daba de vez en cuando y movía sus pies en forma de juego, algunos preguntaban quien era y ella alegre decía que era su hijo.

–Mami quiero agua, ¿puedo ir adentro?– Kagome asintió mientras recibía un pago.

Siguió atendiendo y limpiando el lugar, hace tantos que no había ido que el polvo se notaba a simple vista, escuchó algo romperse dentro, asustada entró y encontró a Shippo arrinconado y miraba asustado el suelo, donde había un vaso quebrado, el pequeño lloraba.

–Fue...fue sin querer– lloró cerrando los ojos.

–¿Shippo estas bien?– lo tomó en brazos y lo sentó en el gran mesón– ¿te cortaste?

Shippo miraba sorprendido a Kagome, era la primera vez que alguien se preocupaba por él, asintió lentamente y sintió el abrazo.

Lo dejó allí, tomando agua mientras ella limpiaba el piso, sonrió alegre, seria feliz, sentía, que por una vez en su vida, sería muy feliz junto a la familia Higurashi.

–Vamos, a la próxima vendré yo ¿si?– le dijo acariciando su mejilla– lo siento, debí venir yo, no deseo que te lastimes

–Muchas gracias– dijo Shippo dándole un besito en la mejilla.

Llevó al pequeño de vuelta afuera, esta vez le paso su celular con un juego descargado para que así pasara el rato.

Kagome salió de detrás del mostrador y se puso a limpiar las mesas, la campanilla de la puerta sonó, se volteó a saludar, pero quien entraba era Sango, junto a Hojo.

–Kagome, hola– saludo con mirada triste.

–Buenas tardes, ¿desea algo de comer?– preguntó forzando una sonrisa– ¿lo quieren para pedir o desean un asiento?

–Por favor, necesitamos hablar

–Ya dejamos en claro todo, por favor, si no desean nada, pueden salir– les pidió yendo a la caja registradora.

–Kagome escucha, no queríamos hacerte daño

–¿No? ¿Y no decirme nada que fue, protegerme?– subió un poco la voz mientras apretaba el lápiz que tenía en mano– no, se estaban protegiendo a ustedes y su relación, jamás se les pasó por la mente decirme algo ¿verdad?

–Si queríamos decirte– esta vez habló Hojo– no sabíamos cuando

–¿Que tal antes de que saliéramos?– sugirió sarcástica y mirando a Sango, quien agachó la mirada– ¿o quizá cuando estuvieran casados y con un hijo? ¡cuando!

Todos los clientes la miraron extrañados, algunos se levantaron a ver si estaba bien.

–¡Salgan de aquí, no quiero verlos!– les exigió derramando lágrimas– por ahora, fuera de aquí por favor

–Ya la escucharon– habló un cliente alejando a Hojo del mostrador– por favor, salgan o los sacaré yo

–¿Mami?– todos voltearon hacia el pequeño que estaba asustado– ¿Estas bien?

–Claro que si– limpió sus mejillas, y sonrió maternal– vamos, no te asustes

Le hizo cariño en su cabello y miró a sus amigos, quienes pedían explicación, pero los clientes comenzaron a pedirles que salieran, al final, tuvieron que hacerlo ya que uno dijo haber llamado a la policía acusándo disturbio publico.

Ya entrada la noche, Kagome cerró el local y pidió un taxi, al llegar a casa, Sota, quien había ido y pasado una agradable tarde con Moe, fue con Shippo a lavar sus manos y jugar un poco, ella por otro lado, se tiró en el sofá maldiciendo su mala suerte.

Sesshomaru llegó quince minutos más tarde, vio a Kagome en el sillón sin hacer o decir nada, subió a la habitación a dejar su maletín y de paso a saludar a Shippo, cuando entro, los menores jugaban y reían muy a gusto.

–Hola– Shippo se levantó y estiró sus manitas para ser tomado y así fue, le dio un cálido abrazo– ¿sabes que le pasó a tu madre?

–Dos personas fueron al local, no se que pasó– dijo recibiendo dos paletas de dulce, lo bajó y fue hasta Sota para darle una– estaba jugando, después la escuche gritar y llorar

–Creo que fue su amiga– respondió Sota comiendo el dulce– mi hermana aun esta mal

Sesshomaru los dejó, fue al primer piso y tomó la cabeza de Kagome para después dejarla en sus piernas, Kagome se acurrucó, agradeció que él no preguntara nada, por ahora, solo necesitaba apoyo emocional.

Unos minutos más tarde, Sesshomaru la hizo levantarse un poco para después abrazarla, Kagome se sintió feliz, sonrió inconscientemente mientras lo apretaba.

–¿Por qué no me llamaste?

–Estabas ocupado– se separaron y suave pasó las manos por su rostro– no quería molestarte

–Mujer, no eres molestia– le besó la nariz, bajó a sus labios y le dio un beso lleno de...amor.

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