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XIX

Sota en su corta vida, había visto a muchos hombres coquetear con su madre, pero ninguno había llegado más allá de un saludo, él siempre trataba de alejarlos, deseaba que ella no olvidara a su padre, deseaba que lo recordará por él, ya que no conocía nada de su progenitor más que lo escuchado y hablado por su hermana y madre, pero, con la llegada de Toga, sentía que estaba perdiendo, que pronto el recuerdo e imagen de su padre, quedaría en el pasado. En la soledad de su cuarto, lloró en silencio, sentado en el suelo y abrazando sus piernas, siempre lloraba allí, sin que nadie lo viera.

Pero esta vez, seria distinta, ya que pudo escuchar la puerta de su cuarto abrirse y la voz de su hermana llamándolo, Kagome se acercó preocupada, se agachó y abrazó a su hermano, quien se aferró rápidamente y comenzó a susurrar palabras inentendibles.

-¿Que pasó?- preguntó acariciando el cabello azabache de su hermano- ¿por qué lloras?
-Fui a ver a mamá- habló lo más calmado que podía- dijo que se besó con el señor Toga
-¿Que mamá que?- Kagome estaba sorprendida, una sonrisa apareció en su rostro, pero no fue vista por Sota- ¿y eso que tiene de malo?
-Tengo miedo...que ella olvide a papá- se separó y limpió sus mejillas- en ella vive mi recuerdo de él,  yo no se nada de nuestro padre, no quiero que ella lo olvide
-Ella jamás haría eso- tomó el rostro de él con ternura y acarició con mucho cariño, sus ojos se toparon y Sota por primera vez, notó que su madre tenía razón, Kenta y Kagome se parecían mucho, lo había visto en fotografías, y el parecido era imposible de negar- ella lo ama tanto como a nosotros, si lo olvida a él, es como si nos olvidara a nosotros.

Sota se tranquilizó por la canción que su hermana tarareaba, cerró sus ojos, se apoyó en el hombro de Kagome, y se quedó dormido.
•••
Sesshomaru llegó luego de quince minutos a su hogar, donde se encontró con su padre, quien estaba bebiendo mientras miraba una fotografía de Izayoi y Shiori, se acercó y dejó su chaqueta en el respaldo de una silla, se sentó frente a él y notó sus ojos rojos, de seguro estaba bebiendo desde hace horas.

-¿Se puede saber que te ocurrió?- se cruzó de brazos y le quitó el vaso que estaba por terminar- tu no eres de beber tanto
-Soy un idiota- se le trababa la lengua y por su voz pareciera que quería llorar o gritar- le falte el respeto a la memoria de tu madre
-¿Como?- apretó el sillón y lo miró fijamente- ¿que hiciste?
-Besé a otra mujer- sonrió tontamente y observó a su hijo- dejé de pensar en Izayoi, y solo pude pensar en Naomi
-¿Naomi?- el nombre le sonaba, sabía que la conocía- ¿quién es ella?
-La madre de Kagome y Sota- una lágrima rodó por su mejilla- olvidé completamente a tu madre, y sólo pensé en ella
-Han pasado años, no te culpes- Sesshomaru se levantó y ayudó a su padre a levantarse- vamos, hueles horrible.

No dijo nada más, tampoco dejó que él dijera algo, simplemente lo llevó al baño y lo hizo ducharse con agua bien fría, él por su parte, fue a su habitación y cambió su vestimenta, se puso unos vaqueros y una camiseta, salió rumbo al dormitorio de su progenitor, abrió la puerta encontrandolo dormido en su cama, tenía una toalla envuelta en la cintura y una en su cuello, se veía devastado, así que lo dejó descansar.

Bajó y limpió el desastre, tres botellas de Tequila vacías yacían junto al sillón donde antes estuvo su padre, junto a una medio llena en la mesa, un álbum familiar y las fotos de su madre y hermana, tomó la fotografía de Shiori, su sonrisa era exactamente como la de su madre, sus ojos, tan llenos de vida e inocentes, la rabia y el dolor comenzaron a fluir, pensar que el desgraciado que les arrebató a su querida hermana, estaba vivo, le hacia desear ir a matarlo, hacerle sentir el mismo dolor que ella debió sentir.

-¿Que pasó aquí?- Inuyasha entró en la sala, de la mano con Rin y Kikyo junto a él- huele horrible
-Callate- lo miró enojado ya que a él le estaba tocando limpiar- ¿a que has venido?
-Padre debía quedarse hoy con Rin- miraba en busca de Toga- ¿donde está?
-Dormido- quitó el vaso de la mesa de café y fue hasta la cocina- se siente mal
-¿Podrías quedarte con ella?- pidió siguiéndolo, Sesshomaru se volteó mirándolo como si hubiera dicho la estupidez más grande- solo serán cuatro horas.

Se negó, pero un Inuyasha tras él, insistiendo y pidiendo que le hiciera ese pequeño favor, durante exactamente 30 minutos era irritante, terminó aceptando, solo para que su cabeza no comenzará a doler.

Por su parte, un satisfecho Inuyasha, tomaba de la mano a Kikyo y daban un beso en la frente a Rin, para después irse a quien sabe donde, suspiró, lo único bueno, es que a pesar de su corta edad, era una niña bien portada, jamás daba problemas y acataba cada orden.

-¿Tío Sesshomaru?- habló despacio y jugando con sus deditos- quiero dulce
-Iremos a comprar- bien podía negarse a cuidarla, pero cuando ella pedía algo, era el primero en moverse para conseguir lo que ella quería- ¿que quieres comer?
-¡Las galletas de la Señorita Kagome!- una sonrisa apareció en el tierno rostro de la niña al nombrarla, dio pequeños saltitos y eso hizo sonreír a Sesshomaru- ¡por favor!
-Su negocio está cerrado- Rin hizo un puchero y se quedó mirándolo con cara de querer llorar- vamos a otra pastelería
-Podemos ir a su casa- dijo lo más normal del mundo, la idea no le desagradaba para nada- ella me dijo que podía ir cuando quisiera
-¿Ya has ido?- tomó la chaqueta de Rin y la dejó en su antebrazo- si es así, vamos
-¡Claro que he ido!- se encaminaron hasta el auto de él y así ir por sus amadas galletas- papá siempre me lleva, aunque antes de la llegada de la Señorita Kikyo, íbamos más seguido.

Sesshomaru recordó, que Kagome no era virgen, y comenzó a pensar que quizá, en esos días donde Inuyasha la visitaba, pudieron tener un encuentro amoroso, respiró hondo, eso no debería importarle ¿o si? Después de todo, no eran nada, solo se habían acostado una vez y nada más. Siguió su camino, sentó a Rin en su silla y después fue hasta el asiento del conductor, no pensaría más en eso, ahora solo iría por las galletas, y nada más.

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