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VII

Recuerdos

Naomi era una jovencita que amaba la repostería, le encantaba el hecho de hacer pasteles y darles sus toques personales, de crear nuevos sabores y también que nadie le dijera cómo hacer las cosas.

Desde que tenía memoria ayudaba a su madre y abuela con los pasteles para cumpleaños, fiestas y hasta para un día domingo, donde compartían un almuerzo familiar, siempre hacían pasteles y otros postres, su abuela le había regalado incluso un libro repleto de recetas.

A sus diecisiete años había conocido a un muchacho que llamó su atención, haciendo que muchas veces cometiera errores en las preparaciones de postres.

Había comentado con su madre el hecho de que gustaba de un niño, le contó que era un estudiante nuevo Japonés, hablaban de vez en cuando por los trabajos que debían hacer e incluso estudiaban juntos en la biblioteca los viernes.

-Solo pido que te cuides- esas fueron las palabras de su madre, ella no entendió el por qué.

Con el tiempo se hizo cada vez más cercana a Kenta, incluso se habían besado en una ocasión, ese había sido su primer beso y esperaba que no fuera el último.

En su cumpleaños número dieciocho le había pedido ser su novia, ella muy feliz aceptó, pero su madre no estaba muy contenta con la noticia, alegando que no confiaba en un hombre de otro país que podría irse y hacer sufrir a su hija.
***
Kenta era un joven muy risueño, desde que conoció a Naomi amaba hacerla reír y siempre la molestaba diciéndole cuanto la quería, ya que ella siempre terminaba sonrojada e incluso le tapaba la boca para que no siguiera.

Era Japonés pero fue criado en Estados Unidos, vivió en Los Ángeles y cuando cumplió diecisiete se mudaron a Nueva Jersey, donde conoció a Naomi.

Cuando cumplió su mayoría de edad su padre le mandó al servicio militar, Naomi estaba muy asustada ya que sabía que ese país era muy duro con sus soldados en cuanto al entrenamiento, no le permitían salir en los primero seis meses, para la adaptación.

En esos seis meses Naomi no hizo otra cosa que esperar, aún cuando su madre le decía que lo mejor era terminar, seguía sin entender por qué su madre no estaba de acuerdo con su relación, pues Kenta era muy respetuoso, atento y cariñoso con ella. Recordaba que su madre siempre le decía que el respeto era lo más importante ¿entonces por qué seguía insistiendo en acabar esa relación?

El día en que por fin podría ver a su novio llegó una tarde de verano, el día era hermoso y caluroso, optó por vestir un vestido rojo y unas sandalias negras, caminaba hasta la estación del tren para esperarlo.

Estaba nerviosa y a cada segundo ponía un mechón de su cabello atrás de su oreja, miraba a cada lado en espera de verlo, decidió tomar asiento y esperar.

Se distrajo con una pequeña niña y su madre que compartían un helado, su mente le mostró la imagen de ella junto a Kenta y un bebé, se imaginaba que saldría igual a él, su cabello negro y sus ojos color zafiro.

Se sonrojo tanto que cerró los ojos y sacudió la cabeza para alejar aquel pensamiento tan indecoroso, prefirió pensar en otras cosas, pensó en un pastel, en flores y hasta un campo de tulipanes, pero la imagen de Kenta con un bebé en brazos no se iba.

-¿Se puede saber que piensas?- la voz varonil de su novio la sacó de todo aquel sueño- hola cariño
-¡Kenta!- emocionada abrazó al chico y lo besó sin importarle que los demás los vieran- ¿como has estado?
-Esperando por verte- dijo juntando su frente con la de ella- ¿y tu?
-Bien, con muchas ganas de verte- respondió sonrojada- esperaba ansiosa que este día llegara

Fueron a pasear al Parque, la invitó a comer dangos y a tomar un helado, Naomi le comentó todo acerca de su madre, de cómo le decía que terminara aquella relación y que buscara un muchacho que estuviera con ella.

Kenta no estaba muy feliz por eso, pero no dijo nada en contra de su suegra ya que no quería pelear o herir a su novia, le propuso ir a vivir los dos juntos, ya que ahora podría salir cada semana y no podría viajar siempre, ella pareció gustosa con la idea y a aceptó, hablarían con su madre y su abuela.
***
No había salido como esperaban, su madre se había vuelto loca y les había gritado, sobre todo a Naomi quien no pudo aguantar sus ganas de llorar, su abuela por otro lado había enviado a su hija a la habitación para que se calmara, habló con Kenta y le pidió que cuidara muy bien de su nieta, que la hiciera feliz y que jamás la dejara sola.

Empacó sus cosas y antes de ir abrazó cariñosamente a su abuela, dando las gracias por lo enseñado y los cuidados, le pidió que le diera un beso y abrazo a su madre y que le dijera esperaba algún día poder hablar con ella.

Así los días y meses comenzaron a pasar, vivían en un pequeño apartamento que pagaban con el dinero ganado de hacer pasteles y Naomi trabajaba medio tiempo como camarera, Kenta no estaba muy feliz por eso, pero nada podía hacer ya que el aún no recibía el sueldo de la milicia, faltaban unos meses para eso y después haría que Naomi se quedara en casa preparando pasteles nada más.

Cuando cumplieron dos años de novios Naomi recibió la horrible noticia de que su abuela había muerto, y también supo que sería madre, Kenta pidió permiso una semana para ir al funeral y entierro de la abuela.

En la ceremonia se habían topado con la madre de Naomi y esta muy enojada comenzó a culpar a su hija por haberse marchado y abandonado a su abuela, los presentes comenzaron a hablar entre ellos dándole la razón a su madre.

Kenta por su parte no aguantó más y le gritó que callara y no se atreviera a volverle hablar así, tomó la mano de Naomi y la sacó de ahí, caminaron cerca de quince minutos y llegaron a un pequeño local donde vendían flores.

-Ven, le compraremos un ramo a tu abuela- le regaló su mejor sonrisa y entraron por un ramo de hortensias, las favoritas de ambas- perdón por aquello
-Esta bien- dijo tomando el ramo y olfateando las flores- me hubiera gustado decirle del embarazo
-Todo saldrá bien
-¿Como estas tan seguro?
-Por qué mi madre siempre lo decía- recordar a su madre le hizo sonreír tristemente- ella siempre decía nankurunaisa
-¿Que significa?
-Es una bella palabra Japonesa- salieron del local y caminaron hasta detenerse a contemplar el atardecer- significa "con el tiempo se arregla todo"
-Nankurunaisa- repitió en un susurro- es muy linda, espero estés en lo cierto
-Jamás me equivoco- soltó con burla

Besó a Naomi y fueron al cementerio, esperaron a que todos se fueran y ellos dejaron el ramo en un pequeño florero, Naomi rezó un poco y luego con ayuda de Kenta se levantó.

Cuando tenía cinco meses de embarazo se casaron y tomó el apellido Higurashi,  solo dieron aviso al padre de Kenta, quien los felicitó y les regaló una casa, al principio se negaron rotundamente pero el alegó que su nieto o nieta merecía un hogar y su propio espacio.

Se mudaron a una hermosa casa en los suburbios, era de dos pisos y tenía un patio delantero muy amplio, Naomi aprendió jardinería y plantó Hortensias en honor a su abuela.

Con el tiempo plantó Tulipanes, un regalo de Kenta y también decoraron una habitación para la bebé, sería una niña y Kenta no podía más con la felicidad, siempre diciendo que sería igual de hermosa que su madre.

Tuvieron problemas un tiempo, pero Kenta siempre repetía "nankurunaisa" dándole esperanza a su ahora esposa, en ningún momento se molestó de pensar algo malo, tenía lo que quería, una linda bebé en camino, al chico del que se enamoró y una casa de ellos.

Al nacer su hija decidieron nombrarla Kagome, Kenta disfrutó los días con su hija, pero debía volver a la milicia, aún le quedaban unos años, aunque esperaba poder convivir con su hija, enseñarle a caminar y hablar.
***
Su vida se había vuelto color de rosa, Kagome tenía dos años, la primera palabra que dijo fue "papá" a sus ocho meses y fue cuando fueron a buscar a Kenta a la estación, la emoción fue tanta que la tomó y dio un beso en su frente mientras lloraba.

Desde ese día procuraba no perder ningún detalle de su vida, le enseñó a caminar y jugaban al caballito.

Con cuatro años Kagome quería ayudar a su madre con los pasteles y ella gustosa le enseñó y Kenta también les ayudaba, le enseñaban cosas básicas de la cocina.

Cuando cumplió seis años le dieron la noticia de que sería hermana mayor, Naomi y Kenta estaban muy felices, pues su familia crecía.

Naomi le dio la razón a Kenta y este al no entender le consultó a que se refería
-Pues con el tiempo si se arregla todo- fue la respuesta de su esposa.

Kenta llevó a su esposa e hija a pasear, llegaron a una calle muy transitada y habían locales por doquier, el se detuvo en uno vacío y le entregó una llave a Naomi.

-Es nuestro, cuando termine la milicia nos dedicaremos a la pastelería- las dos mujeres abrazaron a Kenta, claro que tuvieron cuidado ya que la barriga de Naomi había crecido- aquí será donde tu nos ayudaras Kagome- le habló a su hija
-Papá tengo una duda- dijo jugando con sus dedos, Kenta le miró esperando la pregunta- ¿cuándo nazca mi hermanito, me seguirás queriendo mucho?- bajó la mirada triste
-Los amaré siempre- besó la frente de su hija y ella envolvió sus bracitos en su cuello y dándole un beso en la mejilla- los tres son lo más importante para mi

Se tomaron una foto en la entrada y la enmarcaron, Naomi y Kagome limpiaron el local y lo adornaron, la foto quedó en un estante a la vista de todos.

Luego de dar a luz a un varón, a quien llamaron Sota, Kenta le enseñaba a Kagome como manejar la caja registradora, aprendía muy rápido y eso siempre sacaba una sonrisa en su padre.

Pero todo cambió dos años después, un frío día de invierno donde a su hogar llegó un hombre vestido de traje militar, un teniente que llevaba ropa y una cadena en manos, dándole la peor noticia de sus vidas.

Kenta Higurashi había muerto en Afganistán, lo habían enviado como un soldado de élite, su equipo había sido el mejor y necesitaban rescatar a otro grupo, lloró con pena, enojo y dolor.

Los días pasaban y no salía de su hogar, estaba cayendo en depresión y arrastraba sin notarlo a sus hijos, un día Kagome le pidió llorando que luchara, que lo hiciera por ellos.

Recordó la sonrisa de su amado, pidiendo vivir juntos, la sonrisa y lágrimas al saber que sería padre y también su sonrisa cuando le decía nankurunaisa, con eso en mente fue al cementerio, se arrodilló ante la lápida y lloró, lloró pidiendo que volviera y que todo fuera una pesadilla.

Cuando al fin se calmó limpió las lágrimas de sus mejillas y pensó en sus hijos, se sintió la peor madre y prometió que daría lo mejor de ella, les daría lo mejor, se encargaría de haberlos feliz y salir todos adelante.

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