La alegría en la cara de Kagome no se hizo esperar, su mente omitió la parte de que el sería su nuevo cacero, pues ella lo que realmente quería era la pastelería y nada más.

-¿Está hablando enserio?- preguntó acercándose más de la cuenta, pues quedó a tan solo centímetros de el- ¿conservaremos la pastelería?- esta vez tocó su brazo, fue un toque suave, esperanzador.

Sesshomaru contuvo la respiración, miró hacia abajo, debido a la obvia diferencia de estatura, y la vista que tenía de ella era espléndida, llevaba un simple vestido amarillo con petalos de flores cayendo, era ajustado en su busto y suelto hasta arriba de sus rodillas.

Sus ojos viajaron al escote que tenía, pues le regalaba una espléndida vista de aquellos montículos de carne, "¿serán tan suaves como se ven?", con ese pensamiento se alejó lo más pronto de ella.

-Si, la conservarán- dijo controlando su respiración y pensamientos- ¿eso es todo?
-Si, muchas gracias, señor Taisho- hizo una pequeña reverencia y salió de su oficina con una sonrisa en su rostro.

Atravesó la recepción rápidamente y cuando la luz del día la cegó, pensó en todo lo hablado con Sesshomaru, ¡por dios, conservaría la pastelería!, no podía estar más feliz, ¿le había agradecido? Si, lo había hecho y también...se había acercado más de la cuenta...¡oh por dios, se había acercado y también lo había tocado!

Su rostro se tornó rojo, su respiración se aceleró y su cerebro solo de mostraba la imagen de ella tomando el brazo de su, ahora nuevo casero, esperaba que Sesshomaru no pensara se le estaba insinuando.
***
Llevaba cerca de media hora mirando la pantalla de su computadora, haciendo nada exactamente, pues su mente le mostraba la imagen de Kagome tomada de su brazo, mostrando sin querer provocarlo aquel busto que suponía debía ser suave.

Realmente esa mujer no sabía lo que causaba en un hombre, su mente le jugaba muy sucio en este momento, no era la primera mujer que veía así, pero si era una de las pocas que no querían coquetear con el.

-Kyo, venga por favor- llamó a su secretaria mientras masajeaba el puente de su nariz
-Digame señor- en cuestión de segundos la chica ya estaba frente a él, con una libreta y lápiz en caso de cualquier cosa
-¿Hay algún asunto importante ahora?
-Pues tiene una reunión en media hora con sus arquitectos- dijo revisando la pequeña agenda que se encontraba en la parte trasera de la libreta
-Quiero que cancele todo por hoy, cambielo para mañana o pasado mañana- dijo levantándose y tomando su chaqueta- y dígale a Inuyasha que lo espero en mi casa para el almuerzo
-Esta...esta bien señor- Kyo estaba aturdida, en el tiempo que llevaba trabajando para Sesshomaru, jamás lo había visto cancelar sus reuniones más que para algo sumamente importante, como lo fue la muerte de su hermana, hace ya tres años- ¿necesita algo más?
-Nada, adiós

Sesshomaru se encaminó al estacionamiento del edificio, subió a su auto y condujo hasta llegar a su hogar.

Cuando llegó lo primero que hizo fue a darse un baño, cuando terminó se vistió casual, unos jeans negros y una camisa negra con los primeros botones desabrochados, las mangas estaban hasta los codos y su cabello aún mojado se pegaba a la frente y caía por los hombros, no se molestó en secarlo, pues estaría en su hogar.
***
Kagome entró muy emocionada a casa, buscó a su madre en la cocina, comedor e incluso en el jardín, pero no estaba, fue escaleras arriba y revisó cada habitación, nada.

Llamó a la pastelería y esperó pacientemente, pero no respondió, asustada pensando que algo malo le pasó, salió corriendo a tomar un taxi, iría a la pastelería para asegurarse que estaba bien.

Cuando llegó al local la vio en la caja registradora hablando con un hombre que aparentaba tener su edad, con un traje de seda color azul marino.

Recuperó el aire perdido por el miedo y la preocupación, dejó que su madre terminara de hablar con el cliente, supuso, y luego le daría la buena noticia.

Luego de varios minutos el hombre volteó para irse, cuando lo vio de frente miró detalladamente su rostro, era exactamente igual a Sesshomaru, solo que el hombre frente a ella tenía una sonrisa encantadora en su rostro.

-Con su permiso, señorita- dijo el hombre con una voz varonil y amable a su vez
-Claro- le dejó pasar y fue hasta su madre- ¿quién era?
-Un hombre que pidió un pastel para la tarde- Naomi había quedado mirando un poco más de lo normal a su nuevo cliente, fijó su mirada en su hija y luego añadió- ¿y tu no deberías estar en la universidad jovencita?
-Si, pero fui a Empresas Taisho- dijo jugando con sus dedos- hablé con Sesshomaru...
-¿Y de que?
-Nos dejará conservar la pastelería- Kagome miró atenta a su madre en espera de su reacción- dijo que sus socios no quisieron hacer el centro comercial al final
-¿Estas...estas hablando enserio?- Naomi la miró con los ojos llorosos- ¿no...no estas...jugando conmigo?
-¡Claro que no!- dijo elevando la voz, pero era por la emoción- ¡aún es nuestra! Los recuerdos de papá no se perderán- mientras hablaba miró un cuadro que se encontraba en un estante atrás de su madre, en la foto se veía a una mujer embarazada de seis meses, un hombre a su lado y una pequeña niña delante de ellos, estaban en la pastelería, el día que la inauguraron.

Naomi fue hasta su hija y la envolvió en un cálido abrazo, las lágrimas no tardaron en salir, es verdad que estuvo enojada con Kagome al principio, pero ella era su hija, la amaba, y aún que no le gustara que le mintiera, agradecía el hecho de que pensara en su salud.

-¡Me alegro tanto!- dijo acariciando el cabello de Kagome
-Yo también, y lamento mucho el haberte mentido- Kagome apretó un poco más a su madre- realmente iba a hablar contigo cuando todo se solucionara
-Está bien, ya pasó todo- alejó un poco a su hija y le regaló una radiante sonrisa- es como decía, nankurunaisa
-Madre...- ¿era prudente preguntar ahora? Pues podría ser que se sintiera mal, pero debía saberlo- ¿qué significa esa palabra?.