V
Naomi estaba concentrada en el hombre frente a ella mientras esperaba la respuesta de su hija, pero Kagome parecía no querer responder.
-¿Kagome?- escuchaba la respiración de su hija pero aún no respondía- ¿hija?
-Te prometo que en casa hablaremos ¿si?
-No, yo quiero saber en este instante
-¿Que fue lo que te dijo?- la voz de su hija se oía triste
-Pues dijo que tu debías contarme algo muy importante, algo que no me gustaría
-¿Me esperar unos minutos?, estoy esperando transporte
-Bien, cuando llegues me contarás todo
Colgó su celular y se volteó hacia Sesshomaru, este la miraba atentamente con una mirada arrogante, ella por otro lado le dedicó una débil sonrisa, ¿que era lo que su hija le ocultaba?.
Lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas, llevó sus manos a su cara y trató de limpiarlas, pero no podía, estas seguían saliendo.
-¿Señora Higurashi?- la voz de Bankotsu la distrajo de los pensamientos, lo vio mirar en dirección del peli-plateado- ¿está bien?, ¿qué le sucede?
-Yo...yo estoy bien- dijo sentándose y tapando su rostro- solo...solo estoy esperando a Kagome- los sollozos se volvieron más frecuentes, Bankotsu se acercó y la abrazó
-¡Tu, que le hiciste!- gritó en dirección a Sesshomaru
-Yo no le hice nada, solo dije la verdad
-¿De que hablas?
-Que su hija le miente
-¡Como te atreves a hablar mal de Kagome!
-¡Mamá!- Kagome había llegado- mamá yo...
-Kagome...- Naomi se levantó y caminó hacia su hija- ¿qué es lo que me estás ocultando?
-Yo...yo no se como decírtelo- admitió sin mirarla a los ojos- solo quería...yo intenté... intenté buscar una solución y luego quería decírtelo, lo siento
-Debías confiar en mí- respondió un poco más calmada- siempre te he dicho que me cuentes todo
-Totosai vendió la pastelería- admitió frente a todos y Naomi no supo que decir- y quien la compró es Sesshomaru Taisho- dijo fulminandolo con la mirada- no quería decírtelo por que esperaba encontrar otra tienda primero, se que te has estado sintiendo mal otra vez y que no me lo quieres decir, quería...yo quería...ayudarte un poco...- se mordió los labios y apretó los puños, no podía mirarla a los ojos
-Vendio la tienda...el lugar que tu padre encontró para nosotras- Sesshomaru se encontraba escuchando todo, y cuando la escuchó decir aquello sintió una molestia en su pecho, ¿pero que era lo que estaba haciendo?, solo pensaba en una manera de hacerla pagar su osadía de no haberse ido, y ahora que lo había conseguido, se sentía muy mal.
***
Habían pasado tres días desde que Kagome le contó todo a su madre, el tema no se había vuelto a tocar, y lo agradecía pues sabía que no aguantaría hablar sin llorar.
Salió de su casa muy temprano, iría a las Empresas Taisho a pedir explicaciones a Sesshomaru, ¿como podía no tener corazón, y contarle todo a su madre sin pensar en las consecuencias?.
Tomó un taxi, estaba un poco nerviosa ya que no quería toparse otra vez con el, pero debía enfrentarlo, cuando llegó a su destino le pagó al taxista y se bajó.
Miró el edificio frente a ella y quedó maravillada, era totalmente de cristal, cuando entró le quedó gustando aún más, la recepción estaba decorada con una alfombra roja, un mesón de roble barnizado, candelabros colgados y unos sillones de cuero color blanco.
-Buenos días, ¿dónde está la oficina del señor Taisho?- se acercó a la recepcionista quien al verla levantó una ceja con arrogancia
-Debe tener cita con el para verle- dijo volviendo su mirada a la pantalla del computador
-Solo dígame en qué piso está- estaba perdiendo la paciencia
-Ya le dije que...
-¿Kagome?- la voz de Inuyasha hizo que la recepcionista lo mirara al instante- ¿vienes a ver a Sesshomaru?
-Si, pero la señorita- dijo arrastrando la palabra mientras la miraba mal- no me quiere decir donde está
-Yo...señor Inuyasha...- estaba en un problema- lo siento
-Acompañame Kag- dijo para luego mirar a la otra chica- cuando venga, tu simplemente le respondes, nada más
-Si señor
Subieron ambos al ascensor y vio a su amigo marcar el piso 8.
-¿Su oficina está en ese piso?- dijo sin despegar la mirada del tablero
-Oh, no- dijo un poco apenado- solo debo llevar unos papeles a recursos humanos, tu debes ir al piso 42- dijo cuando las puertas se abrieron- busca la oficina con puerta de roble y una placa que dice presidente
-Muchas gracias Inu- dijo dándole un pequeño beso en la mejilla
Las puertas volvieron a cerrarse y marcó el número 42, estaba nerviosa, no sabía por dónde empezar la charla, quería decirle y gritarle un millón de cosas, incluidos improperios.
Cuando llegó al último piso buscó la placa que dijo Inuyasha, no seria difícil, puesto que solo habían tres puertas, supuso que la puerta del final sería su oficina, y no se equivocó, se sorprendió al no ver alguna secretaria o a otra persona por ahí, así que solo tocó la puerta.
-Adelante- su voz era varonil, no era como las otras veces, arrogante e irritante, las ganas de decirle las cosas como eran se esfumaron al abrir la puerta y verlo sentado elegantemente en su silla de escritorio de cuero negro, se veía tan calmado aún cuando estaba con el ceño fruncido- ¿qué haces aquí?- lo vio levantarse y avanzar a ella
-Yo...yo he venido a hablar con usted- dijo apretando el bolso que tenía a un costado
-¿Y se puede saber como encontraste mi oficina?- dijo alejándose de ella y se posicionó en el borde del escritorio- di órdenes de no dejar entrar a nadie sin una cita
-Si lo sé, la recepcionista no quería dejarme entrar- dijo recordando a la chica de hace unos momentos- pero Inu me ayudó a venir
-Hmp, ese idiota- se cruzó de brazos y la miró fijamente a los ojos- ¿qué quiere?
-Saber por qué ha ido a contarle todo a mi madre- dijo sin dejarse inmutarse por aquella mirada- aún cuando ella sabe todo, no le entregaré la pastelería hasta tener el dinero de este mes o hasta que termine el mes
-Tenia pensado hablar esto en la pastelería, pero he pasado estos tres días y no te he visto
-Mi madre no me ha permitido ir- dijo bajando la mirada con tristeza- dijo que debo concentrarme en los exámenes finales así que...no creo ir estas semanas, y gracias a usted, dudo volver a pisar una pastelería de mi madre
-Nankurunaisa- lo escuchó susurrar, ¿el también conocía aquella palabra?, quiso preguntar, saber por fin que significaba, pero se aguantó la curiosidad, y justo a tiempo por que el siguió hablando- ya no es necesario que desalojen la tienda, los inversionistas ya no quieren hacer el centro comercial, he perdido el proyecto gracias a ti- decía y se notaba enojado- así que eso quiere decir, que deberás pagarme a mí la mensualidad de la pastelería Shikon.
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