Capítulo 20: Keyframe
A veces te odio por amarme tanto, otras… me aterra la idea de perderte, incluso creó que en cualquier momento caeré en la locura… porque mi amor por ti es irracional, primitivo y lleno de torpeza, pero también es sincero y devoto, porque cada suspiro de amor nace de mi alma sincera –H.E
—
Después de tanto tiempo, finalmente sentía algo de paz. Su alfa sonreía como idiota al saber que pudo lograr un acercamiento con aquel precioso omega que, de un momento a otro, necesitaba como el mismo aíre para seguir vivo, y su lado humano estaba incluso peor, sin embargo, en medio de toda esa alegría, existía una latente preocupación y un miedo irracional por lo que estaba sintiendo Itachi, cuyas emociones parecían una tormenta que arrasaba con todo y amenazaba con hundirlos si no hacía algo.
Maldijo en voz baja y piso el acelerador mientras una sensación extraña se extendía por su pecho. Porque conocer lo que pasaba no lograba tranquilizarlo, mucho menos al saber dónde estaba Itachi, comenzando a tener una idea de lo que planeaba, soltando un suspiro lleno de preocupación porque solo había solucionado el menor de sus problemas. Aún quedaba pendiente el posible embarazo de Minato, lo cual debería ser una maravillosa noticia, sin embargo, era todo lo contrario porque su salud peligraría, pero lo peor era Itachi y su rechazo a ese omega.
—Uno a la vez ttebayo... uno a la vez —susurró en cuanto llegó a su departamento, abriendo la puerta principal con cautela mientras todos sus sentidos se ponían alerta.
—Pareces ladrón en tu propia casa.
—Tú eres el verdadero ladrón —contestó impaciente, caminando hasta el bar en donde diviso a Itachi—. ¿Desde qué horas estas aquí?
—Desde que salí de trabajar, ¿te molesta?
—Sabes que no —levantó unas botellas del piso y se sentó junto a él, quien no dudo en recargarse sobre Naruto—. Solo me intriga… y me preocupa que no quieras pagarme más adelante todas las botellas que te tomaste.
—¿Te preocupan las botellas que me bebí, la cocaína que encontré en tu mueble de noche o yo?
—Sabes la respuesta —gruñó de mala forma, suspirando rendido cuando Itachi dejo el vaso en el suelo y se sentó a horcajadas sobre sus piernas—. Ita… ¿ya te había dicho que drogado eres un incestuoso?
El nombrado no respondió, simplemente se limitó a abrazar a Naruto por el cuello, hundiendo sus dedos en la espesa mata de cabello rubio mientras se concentraba en el relajante aroma que desprendía su mellizo, entonces levantó la vista, perdiéndose en los fascinantes ojos azules, cuyo brillo le llamó la atención y le impulsó a inclinarse aún más contra él, rosando sutilmente sus labios con los de Naruto, quien lo sujetó de la cintura y lo atrajo aún más hacía su cuerpo, correspondiendo el beso de forma hábil. Un beso extraño, carente de pasión, pero lleno de una extraña necesidad.
Sabía que no podía explicarlo. Estaba drogado y ebrio, aun así, era consciente de sus actos, de sus manos que se aferraron al cabello de Naruto con desespero y de los fuertes brazos que sujetaban su cintura mientras sus bocas se movían en armonía, iniciando una danza extraña, carente de lujuria, deseo o morbo por estarse besando con su propio hermano. No era más que instinto primitivo y solo hasta que el aplastante dolor de su pecho cedió, fue que terminó el beso, negándose a levantarse, consciente de que no tenía que dar explicaciones porque él sabía sus motivos.
—Naru…
—¿Te sientes mejor ttebayo?
—No lo entiendo —susurró desganado, dejando caer su peso sobre Naruto.
—¿Cuándo ha tenido lógica lo que pasa entre nosotros?
—Somos alfas de la clase más alta —gruñó con la frente recargada en el hombro de Naruto—, deberíamos repelernos por cuestión de instintos… somos criaturas demasiado territoriales, incluso papá se mantiene firme y a la defensiva frente a nosotros porque es parte de su naturaleza defender a mamá así sea de sus propios hijos —levantó el rostro y lo miró a los ojos con cierta molestia que no tenía nada que ver con su hermano—. Tampoco debería existir un lazo entre ambos como si fuéramos pareja, y mucho menos deberían afectarnos las emociones del contrario. No somos cachorros, no somos destinados y ninguno es un maldito omega huérfano que necesita un lazo familiar. Entonces ¿por qué?
—Conoces el destino de aquellos que vivieron lo mismo que nosotros… —suspiró reviviendo recuerdos que preferiría enterrar para siempre—, los cachorros necesitan a su madre al menos hasta los quince años, es una dependencia necesaria, ese vínculo tenía que ser sustituido con alguien más, pero siempre estuvimos ahí para él otro, por eso seguimos vivos, y no necesito entender el porqué, me basta con que estés bien… con que pueda ayudarte así sea besándonos —con cuidado lo atrajo hacía su cuerpo para abrazarlo, sabiendo que sus emociones eran un huracán que estaba destruyendo todo—. Sabes que fue necesario… que de no haber sido así no estuviésemos aquí, porque nuestro lazo nos mantuvo vivos…
—Han pasado dieciocho años…
—Y fueron cuatro años… oscuros —murmuró con pesar—. Ita… ¿Te molesta el vínculo conmigo?
—No lo sé… no es que me moleste, solo es inusual —se encogió de hombros—. También es difícil creer que al besarte parte de la ansiedad disminuyo —fingió un escalofrió—. Mamá se escandalizaría.
—Es porque nadie puede entendernos, por eso nadie sabe que tanto sentimos al otro —sonrió—. Estamos a un paso de comunicarnos sin necesidad de hablar.
—Eso ya lo hacemos.
—¡Es verdad! —Abrió los ojos con sorpresa—. Y tus emociones también se calmaron ttebayo —se recargó por completo en la pared, posando su vista en el techo—. ¿Y bien?
—Mi alfa necesita verlo —se puso de pie tambaleante, yendo hasta la sala en donde se dejó caer en el sofá—. Pero me entere que ya no regreso a la empresa… pensé que era lo mejor, pero me estoy volviendo loco. Y mamá me dijo que está casado… conocieron a su esposo cuando fueron a disculparse hace un mes.
—Lo sé, habías dicho que así era mejor.
Itachi lo miró con molestia y Naruto rio con descaró mientras se sentaba a un lado de él con un vaso de whisky en una mano y un cigarrillo en la otra. Su madre le había comentado detalladamente aquella visita y de lo raro que parecía todo, ya que jamás vieron al omega porque según su esposo —cuyo nombre no recuerda—, el chico se encontraba bastante enfermo y lo mejor era que reposara. Sus padres entendieron, dando por hecho que su estado se debía a que no pudo estar con su destinado, pero él tenía una teoría mucho más sombría que ni siquiera le había comentado a Itachi.
Simplemente había hecho unas averiguaciones, soltado un par de billetes a las personas correctas y tenía demasiada información que no sabía si sería prudente darle a su mellizo por el estado en el que se encontraba, aunque también podía mejorar todo. Pero como todo buen apostador, sabía que era un 50/50 y que la situación podía salir de maravilla o irse a la mierda en cuestión de segundos, sin mencionar que la sutileza no era su fuerte y lo más probable es que acabara echando todo por la borda, arruinando el momento y la posible paz.
—Ya dilo —farfulló Itachi, mientras le quitaba el vaso de whisky de las manos y se lo bebía de un solo trago.
—¿Qué cosa?
—Lo que sea que te esté molestando, porque empieza a darme dolor de cabeza.
—No más del que tú me has provocado ttebayo —se encogió de hombros, dándole una profunda calada al cigarro—. ¿Qué sabes de ese omega?
—Mucho menos que tú, eso es un hecho.
—¿Por qué?
—Deja de evadir el tema.
—No evadas tú el tema.
—Sé lo que viene en su hoja de vida —masajeó el puente de su nariz—. Sabaku No Gaara, de origen ruso, diecinueve años, casado y sin hijos. Aunque investigue un poco sobre la empresa Sabaku, se dedican a la venta de licores, nada grande hasta donde puedo recordar.
—¿Recuerdas a Temari?
—No, ¿y que tiene que ver esa?
Naruto rodo los ojos y se levantó del sillón para ir hasta el bar y tomar la botella de whisky, otro vaso y la cubetita de hielos, dejándolo en la pequeña mesa de centro que estaba frente al sofá, sirviéndose un trago con calma, mientras meditaba por donde comenzar su historia. Aunque al final soltó un bufido frustrado y se dejó caer junto a Itachi, dándole un trago al vaso mientras cerraba los ojos y comenzaba a fumar con calma.
—Mucho —soltó el aire que había estado reteniendo mientras su vista se concentraba en un punto frente a él—. Sé demasiado y no quiero que hagas una estupidez.
—Ya he hecho demasiadas, ¿cuál es la diferencia?
—Que puedes poner a tu destinado en riesgo —lo miró de soslayo antes de empezar—. Gaara tiene dos hermanos, Temari y Kankuro, ambos alfas… trabajan en la empresa y hace unos tres meses hablaron con la de recursos humanos y recomendaron a alguien para la vacante de ayudante general.
—Déjame adivinar —le quitó el cigarro a Naruto, dándole una larga calada—. Ese alguien era Gaara.
—Sí, pero volviendo al tema de la familia Sabaku, ambos hermanos se negaron a trabajar para la empresa del padre. No sé aun los motivos y es por eso que llegaron a nosotros… yo… hable con Temari.
—¿Qué? —la incredulidad se reflejó en sus ojos antes de tomar a Naruto de las solapas.
—No me contó mucho —se apartó de Itachi y suspiró—. Me dijo que cuando Gaara tenía quince ellos estaban en un campamento en Rusia, a su regreso se enteraron que su hermanito estaba casado y portaba la marca de un alfa en su cuello, un alfa que tenía varios viñedos aquí en Italia. Y ya no pudieron hacer nada, pero por la forma en que se expresaba, sé que odia profundamente a ese tipo y varias veces hizo hincapié en la mala vida que Gaara lleva a su lado.
—¿Cuál es tu conclusión?
—¿La misma que tienes tú? —lo miró—. Ese omega vivía atemorizado y es claramente de su esposo, lo demás es fácil de adivinar, Itachi —se puso de pie—. Es cierto que nosotros somos unos bastardos que jugamos con los sentimientos de los demás, pero lo hacemos de frente, y quien se mete con nosotros sabe a lo que se arriesga, pero tampoco lastimamos a alguien de forma física ni nos comportamos como unos carceleros —caminó hasta su habitación—. Y por lo que entendí de Temari, prefiere ver a su hermano contigo que, con ese alfa, así que su situación no es color de rosa…
—Por eso mi alfa se está volviendo loco —siguió a Naruto, entrando a su habitación—. Cuando los destinados se encuentras, se crea un reconocimiento, una unión que espera una confirmación.
—No quiero una explicación de cosas tan complicadas ttebayo. Suficiente tengo con escuchar a la abuela, ¿te ha hablado de los destinados compatibles y de los unilaterales? ¡Me quede dormido diez segundos después de que empezó! —hizo un puchero—. Lo peor es que cuando desperté habían pasado como dos horas y ella seguía hablando de eso.
—¿Qué?
—¡Eso sí que no! —lo apuntó con un dedo y fingió escandalizarse mientras se metía bajo las cobijas—. Si te interesa todo ese drama ve con ella, y ni pienses que yo te acompañare.
—¡¿Por qué no me habías hablado de eso?! —le jaló las cobijas para poder verlo.
—Porque no me interesa —rodo los ojos—. Ahora déjame dormir.
—¡Pero a mí sí!
—¿Y por qué habría de interesarte?
—Porque si mis deducciones son correctas, todo tiene sentido. Algo compatible es por los dos, y unilateral de uno solo —Naruto quiso ignorarlo, pero lo siguiente que dijo le obligó a prestar toda su atención—. Cuando conocí a TenTen, mis instintos se activaron y la marque, pero ni mi alfa ni yo estábamos de acuerdo, fue como si nos obligaran y termine por rechazar el vínculo, pero cuando percibí a Gaara todo fue diferente, mi alfa lo necesitaba y mi parte humana no se opuso, porque de cierta forma lo deseaba, aunque mi conciencia sigue siendo un obstáculo.
Hizo una mueca y entrecerró sus ojos azules. Durante años, su abuela había sostenido la teoría de que existían dos clases de destinados. Había denominado compatibles a aquella pareja que se cegaba y deseaba estar al lado del otro sin importar la forma en cómo se conocieron y terminaron juntos, creando una especie de unión complementaria e irrompible que solo se fortalecía con el paso del tiempo, mientras que un destinado unilateral era aquella pareja en donde solo uno estaba de acuerdo en ser pareja, mientras que el otro rechazaba dicha unión que acababa sucediendo en medio de un celo violento, el por qué sucedía todo eso era un rollo que involucraba genética, aroma, y cientos de cosas que no le interesaba.
—Entonces…
—Mañana hare una visita.
—Si claro —se recostó en la cama usando sus brazos de almohada—. Iras a la casa de Gaara, tocaras el timbre y dirás: Hola, soy Itachi, el destinado de Gaara y vengo para hablar con usted que es su esposo.
—Idiota —sonrió.
—Idiota tu idea.
🍅🍥🍅
—Soy un idiota —balbuceó abatido mientras regresaba al set, comenzando a morder su labio inferior con insistencia, ideando cientos de planes para librarse de sus arrebatos emocionales y sobre todo de aquel alfa bastardo que ponía su mundo de cabeza.
Lo peor de todo era que aún tenía bastante trabajo y no podía escaparse a la comodidad de su casa mientras fingía que todo estaba bien y que no había arruinado su vida. Simplemente se había escapado una hora para poder verlo y era casi un hecho que Kushina lo empezaría a fastidiar, preguntándole con una sonrisilla absurda a donde se fue con tanta prisa. Dios, lo peor es que no tenía escapatoria porque lo había vistos correr a la salida mientras vestía como para una pasarela, así que quedaba descartada su mentira de salir para tomar un poco de aire. Tristemente no podía evitarla por lo que le quedara de vida y fingir demencia, puesto que era su molesta fotógrafa y lo quisiera o no, debía soportarla.
—Pequeño Sasuke~
—Te he dicho que no me llames así.
—Huy, pero si tienes carácter —sonrió con malicia, cubriéndose la boca con las largas mangas de su suéter—. ¿Y cómo te fue en tu cita?
—¿De qué rayos hablas?
—Luces radiante desde que llegaste y no has dejado de suspirar como adolescente enamorada —lo miró con suspicacia y Sasuke se estremeció, sintiéndose pillado—. ¿Y bien, cual es el nombre de tu brillante caballero de armadura negra?
—No luzco radiante y no fui a ninguna cita, simplemente salí a tomar un poco de aire.
—Si claro ttebane, y yo soy rubia —lo miró de soslayo—. ¡Pero he de saber la verdad!
Insoportable. Ella era insoportable, cuando algo se le metía en la cabeza no había poder humano que se lo sacara así fuera a golpes, y lo peor que le pudo pasar a Sasuke es que Deidara tuvo la osadía de escaparse unos minutos de la grabación y se le unió a la molestia pelirroja, comenzando a hacer teorías sobre con quién se pudo haber ido a divertir y en dónde. Incluso comenzaron a averiguar los nombres de los hoteles más cercanos al set, burlándose de lo rápido que había terminado su encuentro clandestino.
Si uno de ellos le provocaba instintos homicidas, en conjunto no quería ni pensarlo, o de lo contrario su fama seria por algo que nada tenía que ver con la estética de posar para una cámara fingiendo algo que no era. Y su mente sádica solo emergió de las sombras y voló alta al imaginarse el crimen perfecto, cuyo protagonista seria ese par, mientras él se convertía en un artista clandestino. Y si… se estaba volviendo loco.
Gracias al cielo, la sesión acabo rápido y el idiota de Deidara se tuvo que marchar para seguir con el rodaje de la película. Según le había contado —si es que le podía llamar así a sus gritos eufóricos— al final iba a tener más protagonismo del esperado y estaba feliz y radiante por ello, revoloteando como una de esas estúpidas mariposas gay, de aquí para allá, botando polvos mágicos y serpentinas, por lo que Sasuke estaba seguro que poco le falto para dar volteretas y brincos dignos de cualquier bailarina de ballet, pero tratándose de Deidara, lo mejor era no subestimarlo.
Aunque para su desgracia, un día después de que se lo dijo, empezó a llegar más tarde a casa por lo demandante que se había vuelto el rodaje y por las mañanas no se lo topaba como era costumbre, ya que aún tenía que asistir a la escuela porque no iba a desperdiciar la oportunidad de terminar su carrera por un poco de fama que le iba a durar un simple parpadeo. Desafortunadamente —como todo lo que le pasaba últimamente— el tiempo paso más rápido de lo que esperaba sin su molesta compañía, ya que sus días se habían convertido un caos entre ir a la U, las múltiples tareas, el set y mantener la casa en orden.
De un momento a otro y antes de que su cerebro pudiera procesarlo, ya era el tan odiado martes, un día que anteriormente esperaba con ilusión, aunque ahora en todo lo que podía pensar era en hablarle a Naruto, fingir amabilidad y decirle que no iba a poder salir con él porque tenía mucho trabajo rezagado, incluso inventarse un proyecto de último momento y súper importante sonaba genial, aunque mentirle —más de lo que ya lo había hecho— y fingir que estaba moribundo también era buena opción, él no querría saber nada de su vida y asuntó resuelto.
Varias veces cogió el teléfono y marcó su número, colgando después de un tono porque no se atrevía a escucharlo o de lo contrario su mentira no sería creíble y aquel tonto alfa terminaría por convencerlo. Sabía que no tenía caso que se vieran, porque muy dentro de él algo le decía que eso era otra de sus estúpidas tretas para llevarlo a la cama y follar, pero la parte sentimental y casi extinta que aún conservaba, apoyada por su traidor omega, lo obligó a arreglarse más de la cuenta, y una vez listo, se sentó como idiota en el sofá de la sala desde la una de la tarde, retorciéndose los dedos como si estuviera nervioso. ¡Vaya mierda! Y maldito Naruto.
Ni siquiera sabía con exactitud lo que sentía por él. Su omega lo necesitaba, pero su lado humano sentía un profundo desagrado, lo odiaba, quería matarlo, besarlo y volverlo a matar mientras deseaba que le cayeran todas las desgracias del mundo, porque no podía soportarlo por ser un bastardo arrogante y egocéntrico. Un imbécil que lo atraía únicamente de forma sexual y del cual no podía enamorarse pese a ser su maldito destinado. Si, genial se dijo con asco. «Fue la mejor idea aceptar salir con él» pensó con sarcasmo yendo a su cuarto para cambiarse y cancelar toda esa mierda sin sentido.
Tomó su móvil y escribió un escueto mensaje que ponía: «Me siento mal, no saldré contigo» enviándolo sin siquiera meditarlo o estaba seguro que se arrepentiría, por lo que cuando se envió suspiro aliviado, creyendo que se había librado de todo. Justo estaba por deshacerse de toda su ropa para ponerse algo más cómodo cuando el timbre suena. Rodo los ojos y chasqueó la lengua mirando la hora en el celular, faltaban cuarenta minutos para la supuesta cita que acababa de cancelar, por lo que soltó un bufido yendo a abrir sin siquiera fijarse por la mirilla quién diablos era. Deseando no toparse con la vecina de enfrente que solo sabía molestar.
—¿Qué? —gruñó abriendo la puerta de golpe.
—Luces precioso —escuchó un ronroneo sensual con aquella voz de terciopelo que le eriza hasta el último vellito de la piel—. Y yo te veo… muy… muy bien…
—¿Qué diablos haces aquí? —espetó dando un paso atrás con la intención de cerrarle la puerta en la cara, frunciendo el ceño cuando la mano de Naruto se lo impidió y su intensa mirada azul le hizo observarlo más de lo que era correcto.
—Quise venir y asegurarme de que tan mal te encontrabas —sonrió burlón, entregándole un precioso ramo de rosas blancas—. Incluso estaba dispuesto a llevarte al hospital de ser necesario ttebayo —suelta un suspiro y evade la mirada de Sasuke por un segundo—. En verdad me preocupe… —susurró para sí mismo.
—Maldito —farfulló por lo bajo mientras le recibía el ramo, dejándolo sobre la mesa de centro en la sala, intentando no darle importancia a sus detalles y palabras dulces que le aceleran el corazón, aunque por dentro moría por contemplar las rosas con detenimiento y olerlas con calma mientras cerraba los ojos y abrazaba fuertemente al alfa frente a él, diciéndole lo que significan esas pequeñas acciones para su alma rota, sin embargo, no lo hizo por orgullo y porque de ceder, estaría entregándole su cabeza en bandeja de plata—. ¿No sabías que es de mala educación llegar antes de la hora acordada a una cita? —soltó mordaz en un vano intento de ocultar sus emociones.
—También lo es cancelarla en el último momento —le mostró su celular con el mensaje, haciendo un puchero lleno de tristeza que Sasuke no puede definir si es actuado como todo lo relacionado a él.
—Yo no…
Uno de sus largos dedos se posó sobre sus labios de forma suave y sugerente, acariciándolo despacio, pero sin dar muestras de querer algo más íntimo, algo pasional o perverso… incluso catalogaría su contacto como inocente, llenó de una devoción absurda y asfixiante que no tiene razón de ser. Logrando que maldiga internamente cuando se da cuenta que contuvo el aliento al verlo acercarse decadente, invadiendo su espacio personal a tal punto, que Sasuke es capaz de sentir su cálido aliento mentolado, junto a su exquisita colonia y el rico aroma de su alfa, un aroma que lo envuelve en cientos de fantasías y recuerdos subidos de todo, en los cuales se sumerge gustoso.
Ronronea por él, y su omega lo anima a acercarse… solo un poco más, le susurra con desesperación y un anhelo plasmado en su mirada, un anhelo puro y tierno que intenta opacar con crudas verdades de un alfa plagado de mentiras y engaños, porque en esos momentos, estaba casi seguro que Naruto, aprovecharía cada oportunidad que su debilidad le otorgara, por ello esperó el beso posesivo de sus labios hambrientos, espero la oportunidad para convencerse de que no podría confiar jamás en él, y no supo si sentirse aliviado cuando él desvió el rostro a su cuello, recargando su barbilla en su hombro mientras intentaba inhalar el dulce aroma que creía tener Sasuke, provocándole un escalofrió placentero.
—Hay que irnos… Sasu~ —su voz fue dulce, sutil y engañosa.
Incapaz de negarse, afirmó automáticamente con la cabeza un par de veces, logrando una risilla suya, cálida y liquida que repto por su piel hasta estremecerlo al momento en que sus ojos se toparon con los del omega, fue un choque abrumador que lo paralizó unos segundos. Y por alguna razón deseó huir, cerrarle la puerta en la cara y encerrarse en su habitación por lo que quedaba del día, enrollado entre las sábanas, siendo consciente de su expresión peligrosa y casi letal que lo puso a sus pies sin esfuerzo.
Aquella mirada era inolvidable… era una mirada destructiva y corrosiva, llena de podredumbre disfrazada de ambrosia. Entonces recordó la malicia cubierta de dulzura que tanto lo cautivo, las palabras cariñosas y toxicas que lo envenenaron hasta corroer cada parte de él con agónico deleite. Ahora lo sabía, él anhela corromper y destruir todo a su paso como si no valiera nada… y es que… ¿qué valor puede tener un omega dañado? Un omega inservible… un omega incapaz de aceptarse. Porque su propósito era claro, deseaba acabarlo y no lo podía evitar… estaba atrapado, tembloroso frente al cazador, retrocediendo tambaleante antes de volver a una realidad que lo azotó con la promesa de revivir los recuerdos podridos y llenos de inmundicia en el cual fue sumergido hasta ahogarse.
—Yo…
—¿Te sientes bien?
Su tono juguetón y despreocupado desaparece, observándolo con miedo y angustia de que pueda ser algo realmente grave al notar su semblante pálido, su cuerpo tembloroso y su mirada vidriosa, como si en cualquier momento fuera a romperse por algo que no es capaz de comprender. Sin embargo, para Sasuke es diferente, él cree que Naruto solo lo mira con curiosidad, fingiendo preocupación por su nuevo juguete mientras se pregunta ¿cuánto va a durarle? O si será conveniente meterse en problemas con alguien defectuoso, alguien inservible.
Y es que Sasuke no puede ser más idiota, se recrimina buscando serenarse y colocar todas las barreras que de un momento a otro se derribaron sin razón alguna. Frustrado, cierra los ojos, inhalando con fuerza mientras asiente con la cabeza de forma automática, dándose la vuelta lentamente, como si temiera caer de una forma no tan literal, comenzando a caminar hasta el sofá donde dejó su pequeña mochila, recordándose una y otra vez que quien está en su puerta esperándolo es solo Naruto. «Solo es él» se dijo con un nudo en la garganta… solo era él… ¿verdad?
~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará
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