Capítulo 2: Una mirada
Siempre que miro el cielo, me doy cuenta de lo pequeño que soy y de lo grande que es el mundo, pero por extraño que sea, resulta comprensible…
—
Definitivamente, Sasuke estaba más que convencido de que aquel no fue el clásico primer encuentro que narran en los de cuentos de hadas o en las historias de amor barato que tanto leía Deidara, y no es porque pensara que el alfa frente a él era un príncipe, pero aun así reconocía que el tipo que lo miraba de forma sádica era guapísimo.
—¿Se encuentra bien?
—Me acabas de tirar el café caliente encima tteba. Has arruinado un traje que vale más de tres meses de tu sueldo, ¿cómo crees que estoy?
Su voz era suave y aterciopelada, tan envolvente y seductora como una caricia íntima de seda y terciopelo sobre su piel sensible. Su omega traidor se rindió ante él y bajo la mirada con sumisión cuando sin siquiera tocarlo, se estremeció de pies a cabeza empezando a sentir calor, retrocediendo un paso por puro instinto. Aquel alfa era peligroso y malditamente intimidante con su casi metro noventa, cuerpo fuerte y aura letal que parecía envolverlo.
Nervioso, tragó saliva un par de veces intentando mantenerle la mirada a aquel alfa, sin sucumbir a su torpe y sumiso omega interno que tanto odiaba, porque pese a que su expresión resultaría afable para cualquiera, a Sasuke le era fácil reconocer la molestia de aquel idiota que se creía superior a todos por ser un alfa que intuía y era clase S, sin embargo, su instinto no se equivocaba y le decía a gritos que él no era alguien cualquiera, pese a todo, apretó los puños con fuerza y lo encaró fingiendo valentía.
—He dicho que fue un accidente.
La amplia sonrisa se desdibujó de su sensual rostro, dando paso a una mueca disconforme mientras avanzaba acortando la —ya de por sí— inexistente distancia que los separaba, sintiendo el abrasador calor de su cuerpo sofocarlo con lentitud, dando paso a una siniestra amenaza que lo paralizo por segundos, tiempo suficiente para que aquel alfa se diera el gusto de acorralarlo contra la pared, ayudándose de su gran cuerpo, mirándolo con detenimiento, como si evaluara cada gesto del omega, tomando su barbilla entre sus largos y fuertes dedos.
—¿Cómo piensas compensarme?
—No tengo porque hacerlo, ya me he disculpado… dobe —su arrogancia nata superó la suya por una placentera fracción de segundo, consciente de que era casi un hecho que aquel alfa se cabrearía aún más, sin embargo, le regaló una sonrisa de dientes blanquísimos, irguiéndose con prepotencia.
—Debes hacerlo, Gatito~
—Mi nombre es Sasuke —espetó con molestia—, no “Gatito”.
—¡Vaya! —sonrió cerrando los ojos intentando percibir un aroma, pero al no encontrarlo, su sonrisa se ensancho llena de complacencia—. Qué bonito beta tan más enojón —repentinamente, su rostro estaba a escasos centímetros de Sasuke, y cuando daba por hecho que aquel idiota iba a besarlo cerró los ojos, sintiendo su respiración mezclarse con la propia—, ten por seguro que me compensaras después… Sasuke.
Estaba casi seguro que su pobre estómago se encogió estando a la expectativa de aquel Alfa, incluso su cuerpo se negaba a reaccionar como era debido, y no fue hasta que escuchó sus firmes pasos alejarse, que logró soltar el aire que en algún momento retuvo, abriendo lentamente los ojos, casi con miedo a descubrir que aquel rubio seguía frente a él esbozando aquella sonrisa malévola y seductora, pero afortunadamente se encontraba completamente solo en aquel inmenso pasillo, con la novedad de que el idiota que lo había empujado y provocado toda esa mierda salió huyendo en cuanto noto a quien le había tirado el café.
—¡R-Realmente lo siento! ¿Te encuentras bien? ¿Te despidió? ¡De verdad lo lamento mucho… yo tropecé sin querer y fui por papel al baño…! —Sasuke rodó la mirada, no fue un él, sino “la” idiota. Frente a él estaba una mujer de grandes y desde su gusto, exageradas curvas, algo bajita torpe y demasiado patosa, de cabello negro la cual sostenía una enorme bola de papel mal enrollado entre sus manos, mirándolo con pena mientras sus ojos se cristalizaban—. Yo… en verdad lo siento, yo…
—Basta —espetó irritado—. No me despidió, pero… ¿quién era él? —cortó su absurdo discurso de mala gana, arrebatándole el papel y comenzando a limpiar el desastre.
—¿Eh? —lo miró por unos segundos antes de comenzar a ayudarlo—. Es Namikaze Naruto, el hijo mayor del dueño, solo viene por aquí algunos fines de semana —sus manos temblaban al igual que su voz, logrando que Sasuke la mirara extrañado—. Muchos dicen que es un demonio… y tal vez tengan razón…
—¿Demonio? —preguntó escéptico, terminando de limpiar.
—Si, y nadie duda de que él es muy bueno en su trabajo y tratando a los clientes, ha conseguido contratos multimillonarios. Él y su hermano parecen los alfas perfectos… ya sabes, amables, atentos y protectores, pero en realidad son muy crueles y unos casanova de primera a los que no les importa usar y desechar a sus conquistas —se acercó a Sasuke, comenzando a susurrarle en el oído, volteando discretamente hacía todos lados—. Naruto ha tenido muchos amantes que trabajaron aquí, pero cuando se aburre los amenaza y despide de forma humillante. A su última conquista la acusó de robo, actualmente Fûka es una monja…
—¿Se hizo monja por él? —cuestionó incrédulo.
—No sé si por él, pero si es monja —afirmó viendo fijamente a Sasuke quien volvió a rodar la mirada ante sus estupideces—. Oh, casi lo olvido —sonrió jugando con sus dedos—. Mi nombre es Hinata.
🍅🍥🍅
Negro. En todo lo que podía pensar desde que lo vio es en ese extraordinario negro azulado que tenían sus inusuales ojos, y pese al desastroso primer encuentro que lo obligó a cambiarse de ropa y maldecir un par de veces por el ardor en su piel gracias a al café caliente, ese chiquillo de apariencia virginal no dejaba de generarle una extraña curiosidad, o puede que solo haya sido el morbo por querer follarlo y corromperlo al enseñarle los tentadores placeres del sexo.
Lo cual era anormal tratándose de él, porque no le gustaba involucrarse con chiquillos vírgenes, sin importar su segundo género o clase, al menos ya no. Era un hecho que tendían a idealizar demasiado la primera vez, probablemente esperaban que todo fuera color de rosa, romántico y asquerosamente cursi, mientras él les prometía amarlos siempre, pero la realidad era otra, y a Naruto le gustaba ser demasiado directo, afirmándoles que solo sería un revolcón. Dar placer, recibirlo y adiós, sin embargo pensaban que por compartir su primera vez lo cambiarían y él se haría responsable casándose ese mismo día, y formando una gran familia.
Eran estupideces, pero lo cierto es que no exageraba, puesto que ya le había pasado una vez. Repentinamente se encogió de hombros sintiendo escalofríos al pensar en Fûka. A sus treinta años era considerada la mujer más sensual del área de contabilidad, lo cual era cierto, pese a ser dos años mayor que el propio Naruto, no dudó en hacerle algunas insinuaciones.
Y exactamente tres días después, terminaron en un hotel tras una improvisada cita, pero su sorpresa llegó cuando se dio cuenta que era la primera vez de Fûka, a quien consideraba con tanta experiencia como él. En aquel momento no le dio importancia y cuando todo terminó quiso desafanarse de ella pero se volvió su acosadora personal, exigiendo que se hiciera responsable, comenzando a bombardearlo con mensajes y llamadas, las cuales prefirió ignorar, total, pensó que nada malo pasaría ya que en aquel entonces estaría fuera del país por al menos un mes, tiempo suficiente para que ella se aburriera.
Al final, y sin saber cómo diablos lo logró, Fûka terminó robando las llaves de su departamento y una de sus tarjetas de crédito. Para cuando se dio cuenta de lo que pasaba, ella ya había metido todas sus cosas a su departamento, sin mencionar que gasto una fortuna haciendo compras ridículas con su tarjeta para poder decorar el lugar como a ella le gustaba, cambiando casi todo.
Ante el recuerdo, se frotó las sienes. Y es que sacarla fue más difícil de lo que pensó, y ahora no tenía claro si fue vergonzoso o cómico ver a los policías con cara de poker cuando les dijo que una omega loca se metió a su casa, la misma que aseguró ser su esposa desde hace varios años, mostrándoles un bonito anillo de oro que adornaba su dedo anular, lo peor fue que aseguró estar esperando un hijo de Naruto.
Había hecho un completo drama con llanto incluido, mientras le rogaba entre sollozos que no le hiciera eso y que se portaría mejor, porque ella lo amaba y cientos de cosas sin sentido. Por su culpa ambos habían sido detenidos e Itachi tuvo que ir a pagar su fianza para que pudiera irse, como si fuera un chiquillo que comete una estupidez cualquiera. También se ganó varias burlas por parte de su hermano.
Sin pensarlo se llevó una mano a la cara sujetando el puente de su nariz con gesto cansino mientras se adentraba a la empresa. Toda la semana estuvo en Rusia viendo los últimos detalles de un contrato, lo bueno es que termino antes de tiempo. Ahora solo le apetecía ir a casa, darse una ducha, salir a cualquier bar y buscar compañía de una noche pero contrario a sus deseos, tenía que ir a saludar a sus padres como si fuera un chiquillo porque no les bastaba con una llamada, aunque también aprovecharía para darles los informes del contrato.
Pero justo cuando elevador se abrió en el piso veintiséis —el último— sus ganas de seguir se esfumaron completamente mientras Moegi, la recepcionista y secretaria de su padre, lo recibía con una gran sonrisa, hablándole de varias cosas al mismo tiempo, por ello, lo único que logro entender fue gran sorpresa pero no le dio importancia, entrando a la oficina sin siquiera tocar.
Como siempre, Madara estaba sentado tras su enorme escritorio estilo clásico, atendiendo una llamada, la cual terminó en cuanto lo vio, y Minato, su madre estaba en el sofá ubicado en un extremo de la oficina hablando animadamente con su hermano y… oh no, adiós a mi gran noche de sexo cuyo final es una loca orgía, pensó abatido.
—¡Naruto! —sus delgados brazos rodearon su cuello apretándolo contra ella, por instinto estrechó su pequeña cintura, acercándola a su cuerpo mientras percibía su intenso perfume—. Moría de ganas por verte, te he extrañado tanto.
—Sakura, ¿cuándo llegaste?
—Hace unas horas —se separó de él regalándole una sonrisilla pícara—. Naru, hace dos años que no nos veíamos, creí que serias más apasionado en nuestro reencuentro —se cruzó de brazos, levantando una ceja, mientras lo observaba de forma fija.
Una amplia sonrisa ladina —tan similar a la de Madara— se dibujó en sus labios. Era cierto, dentro de una semana se cumplirían dos años desde que no la veía, por lo que colocó una de sus manos tras su nuca y con la otra sujetó su cintura robándole un beso, uno tan demandante y territorial que la sintió estremecerse entre sus brazos, soltando un pequeño gemido que logró acallar entre sus labios, permaneciendo unidos un poco más de tiempo.
—Te he echado mucho de menos, Sakura —besó su frente provocando un ligero sonrojo que combinaba tan bien con ella.
—Y yo a ti —entonces fue el turno de Naruto para estremecerse, sintiendo la pequeña mano acariciar su trasero con descaro.
—Veo que aún no se te quita la costumbre ttebayo.
—Tenía que comprobar que todo siguiera tal cual lo deje —sonrió con inocencia.
Soltó una pequeña risa volviéndola a abrazar con fuerza, realmente la había extrañado mucho en esos dos años. Sakura era una preciosa alfa clase B y una excelente cirujana pediatra que estuvo bajo la tutela de su abuela, ganando presencia en varios países por mérito propio pese a su corta edad, con un carácter jovial y despreocupado, aunque también era una mujer muy dulce y cuya meta era ayudar a los menos afortunados.
En todo ese tiempo de ausencia estuvo en el corazón de África, dirigiendo una campaña creada por ella misma y planeada desde hace tres años. Algunos fondos, pero sobre todo el material empleado, salían directamente del hospital de su familia y el demás dinero de la empresa que dirigían los padres de Naruto, así como de socios o políticos que pretendían ganar simpatía donando algo de dinero. Pero sin importar los motivos egoístas que ellos tuvieran, al final ayudaron no solo en el propósito de Sakura.
—Podrías comprobarlo más a fondo esta misma noche —Naruto ronroneó cerca de su oído.
—Espero que no hayan olvidado que seguimos aquí —farfulló Minato cruzándose de brazos con aparente molestia.
—Minato, no seas celoso —Madara se sentó al lado de su esposo, susurrando algo en su oído que lo dejo levemente sonrojado.
—No estoy celoso, señor Madara Uchiha.
—Como usted diga, señor Minato Namikaze de Uchiha.
Naruto rodo lo ojos pretendiendo ignorar su pequeña discusión. Muchas veces había llegado a pensar que la actitud de sus padres es un poco infantil —claro que solo cuando estaban solos o en compañía de la familia— pese a que su padre omega tenía cincuenta años y su padre alfa cincuenta y cinco, aunque también agradecía que fueran así.
Por lo que soltó el aire que inconscientemente retuvo, y se acercó a Minato que ya se había puesto de pie, lo tomó por los hombros, lo giró quedando de frente a él y depositó un pequeño beso en su nariz, abrazándolo de forma posesiva mientras veía a Madara bufar mosqueado, entonces como por arte de magia, toda pelea terminó, y las siguientes dos horas estuvieron platicando de un sin fin de cosas absurdas hasta que Minato sacó el tema de la boda.
Sakura y Naruto se habían conocido ocho años atrás, pero se hicieron una pareja formal hace seis, justo en el cumpleaños veinticuatro de ella, y se comprometieron hace dos. No había sido la clásica propuesta cliché llena de romanticismo o palabras empalagosas, mucho menos fue algo lindo o planeado. Él le pidió matrimonio en el aeropuerto, justo antes de que se marchara a África, acordando que a su regreso se casarían.
En aquel entonces ninguno tenía idea de cuánto tiempo estaría en África, por lo que jamás pusieron una fecha, de hecho, conforme fueron pasando los meses Naruto dejó de tomarle importancia, y no era porque no le importara Sakura, sino que poco a poco tenía más trabajo, debía de salir del país constantemente y su prioridad no era pensar en una boda que pasaría dentro de mucho tiempo.
—Sakura, cariño —canturreó Minato con una sonrisilla en los labios que le dio escalofríos a todos—. En tu ausencia Madara y yo hemos pensado en todo lo necesario, solo tienes que confirmar una fecha y listo.
—Mamá, no crees que te estás precipitando —protestó Naruto.
—Deberían pensarlo con más calma, ¿no creen? —Itachi, el hermano menor de Naruto por un par de minutos, dejó de prestarle atención a su celular, mirando a su tonto mellizo con cierta pena y burla.
—¡Para nada! Naruto, eres el único en quien puedo tener esperanzas para que me dé un nieto —Minato miró de soslayo a Itachi que fingió ignorarlo—. Y hay que tener en cuenta que una boda tan grande como la suya no se planea de la noche a la mañana, hay muchas cosas que hacer todavía.
—Señor Namikaze....
—Minato, llámame Minato —sonrió—, después de todo ya eres como mi hija.
—Se… Minato —carraspeó antes de mirar a Naruto de soslayo, puede ellos llevaran juntos una eternidad, sin embargo, Sakura seguía teniendo un gran respeto al hablar con sus padres—. Casarme con Naruto es un sueño que he tenido desde hace muchos años y de ser por mí ya seríamos marido y mujer.
—¿Cuál es el pero entonces? —preguntó Madara tranquilamente, sujetando la mano de Sakura como apoyo.
—Un semana —susurró bajando la mirada—, es lo que quería decirles hace rato cuando llegue —miró a Madara y a Minato antes de concentrarse en Naruto con cierta nostalgia—. Me llegaron noticias de que había problemas en el hospital, dejaron de llegarme los recursos necesarios, tanto en suministros como monetarios. Durante tres meses intente comunicarme con mi hermana pero no obtenía respuesta, al final decidí regresar por el tiempo justo para arreglar todo.
—Te volverás a marchar tteba —afirmó rompiendo el tenso silencio mirándola a los ojos con cariño.
—Sí —suspiró con pesar, tomando su mano—. Ya hable con Karin, hubo una fuerte demanda al hospital por un malentendido entre dos pacientes, debido a eso los recursos dejaron de llegarme, afortunadamente el problema ya se resolvió favorablemente y puede que en cinco días regrese… ellos… haya me necesitan mucho y aún hay varias cosas por hacer.
—No tienes que explicar nada —susurró atrayéndola en un cálido abrazo para besar su cabeza, escuchando un pequeño sollozo.
—Lamento no haberlo dicho antes…
—¿Por cuánto tiempo te irás esta vez? —cuestionó Minato con tristeza.
—No lo sé —se separó de Naruto limpiándose las lágrimas—, las condiciones son peor de las que espere en un principio. Al iniciar esta campaña se estimaba que todo estuviera mejor en año y medio pero van dos y hemos hecho poco más de la mitad. Yo… no puedo dejarlos.
—Lo sé —sonrió acunando su mejilla—. Por ello estoy muy orgulloso de ti.
🍅🍥🍅
Naruto se había tomado toda la semana para estar con Sakura, aunque el viernes ella se volvió a marchar, prometiendo que haría hasta lo imposible por regresar dentro de un año. La realidad es que él si amaba a Sakura, pero las malas costumbres no se iban de un día para otro, mucho menos si su prometida se ausentaba por largos periodos de tiempo. Por lo que al salir de la oficina, planeaba ir a un bar-restaurante, conseguir un ligue de una noche y así regresar a la misma rutina que mantuvo esos dos años de su ausencia.
—No pensé encontrarte aquí.
Sonrió sin levantar la vista de los papeles que estaba firmando a toda velocidad, aquella voz suave y serena la reconocería en cualquier lado. Naruto siempre había sido el hermano sociable, fiestero y un poquito ebrio, también era impaciente y un dolor de cabeza según Madara —realmente lo sigue siendo y en exceso— pero Itachi no se quedaba atrás, aunque solía ser más discreto, por ello es que su relación era muy estrecha y no solo se consideraban hermanos, sino mejores amigos y unos cómplices de temer.
—Estaba a nada de irme, ¿vienes?
—Me encantaría pero tengo planes, solo vine pensando que habías vuelta a olvidar apagar la luz y la laptop como la última vez
—Tú te lo pierdes —se encogió de hombros y sonrió ladinamente, negando con la cabeza—, ¿Y qué es tan importante que te impide divertirte con unas lindas chicas y el mejor hermano del mundo?
—Estoy seguro de que hay mejores —lo molestó y pese a su edad, Naruto hizo un puchero tan parecido a los de Minato que estuvo tentado a reír—. Pero no deberías ser tan curioso.
—Sabes que no puedo prometer nada.
Charlaron solo unos minutos, y al parecer, aquel asunto super importante de Itachi era una omega de nombre Kin Tsuchi a quien conoció esa semana, y pese a que su hermanito parecía ser un santo que no rompe un plato y “un pan de Dios”, lo cierto es que era un Casanova de primera, a eso habría que sumar su manía de meterse en problemas con otros alfas y en una que otra peleas clandestina, en donde él era el encargado de ir a pagar su fianza para que sus padres no se enteraran, claro que nada era gratis e Itachi lo había sacado de apuros incontables veces en el pasado.
Pero cambiando de tema, hasta donde Naruto recordaba, la relación más larga de su hermano —sin contar aquella— fue de dos semanas, por su parte podía decir orgulloso que llevaba ya seis años con Sakura y que sus encuentros casuales solo eran eso, casuales e irrepetibles, los cuales duraban el tiempo que le tomaba convencer a su posible compañía en ir a un hotel. Y desde su punto de vista, jamás le fue infiel puesto a que la seguía amando, pero vamos, él era un alfa con necesidades, sin embargo, los malos hábitos no se iban de la noche a la mañana.
Para su mala suerte, después de que Itachi se marchara, tuvo que permanecer en la oficina otra hora. Al final, ya no sabía si lo mejor sería ir a casa, darle de comer a su pobre, abandonado y gruñón zorro, ver un película y dormir hasta el día siguiente o conseguir una chica fácil, pero la respuesta llegó a él en cuanto se topó con aquellos preciosos ojos negros, pertenecientes al chico más arisco y orgulloso que había conocido en su vida, tal vez por eso le generaba cierta curiosidad.
Sin embargo, para Sasuke todo fue diferente, pensó que Hinata tenía razón, porque no se volvió a encontrar con Naruto en toda la semana, lo cual agradeció antes de tiempo, porque justo cuando se dirigía al elevador para irse a casa, lo vio recargado en la pared mientras esperaba a que se abrieran las puertas, mirándolo atentamente con una sonrisilla que cualquiera catalogaría de seductora, ya que prometía una noche de sexo inolvidable y bastante tentadora.
~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~
Continuará
Notita piola:
Fûka es la loca que se besa a Naru en el primer arco de relleno y Tsuchi es la genin del sonido que ataca al equipo 7 en el examen chunin 😎
🌟⭐🌟
Hola! Espero que el capítulo les haya gustado y bueno, Naru si es medio bastardo (? No lo niego pero todo depende de Sasu jajaja okno
Me encantaria saber su opinión hacerca de la historia y si les gusta no se olviden de dejar su estrellita 🌟🌟🌟 por el momento me despido y os deseo un lindo día.
Haruka Eastwood
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro