Capítulo 18: Elocuencia
Hay veces que no podre protegerte sin dañarte… y no sé si podré lograr tu felicidad sin herirte, porque pese a ser mi sueño, solo destruyo lo que amo… H.E
—
Deidara sonrió radiante y abrazó aún más fuerte a Sasuke, consciente de que las situaciones que han sobrepasado tu límite te hacían cometer actos impensables. Pero ahora todo era diferente, ambos estaban viviendo un nuevo comienzo que debían aprovechar al máximo, no solo él, sino que su cachorro había conseguido una oportunidad única en aquel mundo superficial que les abriría las puertas a algo mejor. Satisfecho porque con ello, logró alejar a su testarudo omega de aquella empresa, pero más que él lugar, lo alejo de un alfa que solo lo veía como el entretenimiento del momento, consciente de que Namikaze Naruto era el culpable de aquel estado deprimido en Sasuke.
—Pensé que huirías —murmuró de pronto.
—¿Me harás daño?
—¿Más de lo que ya te he hecho? —Sonrió burlón.
—Sabes a lo que me refiero —lo miró de soslayo—. Eres un idiota impulsivo y pirómano, que tal si un día despierto y te veo empuñando un chuchillo dispuesto a matarme.
—Has visto demasiadas películas de terror conmigo, hn —se puso de pie y besó a Sasuke en la comisura de los labios—. Matar a alguien no siempre es un acto brutal e intencionado… muchas veces es con el hecho de existir… ¿no crees?
La mirada de Sasuke se volvió letal y Deidara supo que era el momento de desaparecer, por lo que se dirigió a la puerta y se despidió de su omega con la mano sin siquiera voltear a verlo, mientras sacaba su celular, mordiéndose el labio al notar que tenía el tiempo justo para llegar con Sasori. Se verían frente a la Basílica de San Giovanni Miggiore a las siete de la tarde, era un trayecto corto, por lo que con calma se subió a su auto, un llamativo Volkswagen Golf de color amarillo, sin embargo, a una calle de llegar, se desvió del camino y aumento la velocidad hasta que estuvo en carretera.
Tal vez solo estaba huyendo o simplemente era su lógica actuando por él, ya que después de dejar plantado a Sasori, lo más seguro era que el omega lo mandara a la mierda. Se enojaría, lloraría un poco, pero al final del día… seguiría adelante, sabiendo que Deidara era un bastardo hijo de puta que no lo merecía, entonces se alegraría por haber sido olvidado, mientras se formulaba mil ideas erróneas sobre él que no pensaba desmentir. Empezando por el hecho de que aquel alfa jamás lo amo… y no le importaba tanto como decía.
O Dios, cuan equivocado estaba. Deidara lo amaba con todo su corazón, lo amaba tanto que prefería alejarlo con tal de no arrastrarlo a su mundo plagado de mierda, en el cual era atormentado por sus recuerdos del pasado. Lo amaba tanto que estaba dispuesto a verlo con alguien más antes de hacerlo llorar por no poder controlarse, por sucumbir ante sus miedos y mostrarle aquello que solo Sasuke conocía. Y no es que su cachorro le fuera indiferente, sino que eran tan similares que parecían uno mismo, pero Sasori era diferente… era especial desde que le regalo una dulce sonrisa cuando apenas y eran unos infantes.
Sasori se merecía algo mejor, no un alfa como él, un alfa corrompido por su pasado...
Se supone que eran una especie fuerte, capaz de anteponerse a muchas situaciones, pero eso cambiaba cuando solo eres un cachorro indefenso que es maltratado por un padre bastardo que te culpa por la muerte de tu propia madre omega. Entonces Deidara rio irónico y cerró los ojos mientras aceleraba, como si buscara su propia muerte en medio de la nada, recordando aquel día que quedaría grabado a fuego en su conciencia, trayendo la imagen de su madre… una hermosa mujer de largo cabello rubio y hermosos ojos verdes, una mujer que murió por él.
Se había jurado no llorar por ella, pero era imposible… su padre alfa era un bastardo, un drogadicto alcohólico que disfrutaba golpeándolos mientras decía que los odiaba. Y aquel día no fue diferente, su madre salió por comida y minutos después llegó su padre, lo amenazó y lo golpeó hasta cansarse mientras decía que si no estaba su madre entonces él ocuparía su lugar. Deidara solo recordaba haber sido levantado con brusquedad del cabello y ser arrojado al sillón, mientras era incapaz de protestar.
Solo era un chiquillo de quince años, un chiquillo que, para la sociedad, solo dejaría de ser un cachorro al cumplir los diecisiete años, pero para su padre, estaba a punto de ser su nuevo juguete, un juguete indefenso, roto e incapaz de defenderse, un juguete que apenas y podía parpadear mientras aquellos ojos azules, lascivos y nauseabundos lo veían con lujuria perversa y depravada. ¿Qué importaba? Pensó mientras sentía aquellas manos recorrer su cuerpo en un toque que le generaba repulsión, un toque que se detuvo de un momento a otro generándole un alivio.
Entonces sus sentidos fueron asaltados por una esencia dulce, un aroma que asocio a las fresas y a la canela, un aroma que amaba más que a nada en el mundo, forzándose a abrir sus ojos para ver a su madre protegiéndolo con una mirada letal y aura siniestra mientras encaraba a su padre, perdiendo todo rastro de sumisión, mostrándose como una loba que no dudaría en matar con tal de proteger a su cachorro. Entonces todo paso demasiado rápido… sus padres forcejearon… mientras escuchaba la voz de su madre ordenarle que se fuera.
Sus piernas no respondieron y entonces lo vio. El rostro de su padre bañado por la demencia mientras asesinaba a su madre, manchándose las manos con su tibia sangre, viéndolo fijamente en una muda declaración de muerte mientras arrojaba el cuerpo a sus pies, acercándose lento, exclamando que aquella omega murió por su culpa, por intentar protegerlo… después de aquello… todo era confuso. Fueron más palabras, tal vez más golpes, entonces escucho la voz de su alfa… clara, potente y tan atemorizante como muy pocos, pidiéndole algo que no comprendió, pero a lo que accedió sin dudarlo.
Vio su cuerpo rodearse de luz, su fuerza volver y su instinto clamando venganza latió con fuerza dentro de su pecho. Sonriendo siniestro al ver el terror dibujarse en las ahora grotescas facciones de su padre, mientras retrocedía asustado, pidiendo que se alejara, disfrutando su tormento de la misma manera que él disfruto acabar con la vida de su madre… entonces olvido lo que seguía… porque eso ultimo tal vez solo fue un delirio de su subconsciente atormentado.
Solo tenía clara una cosa, y es que cuando despertó, estaba completamente desnudo al lado de su madre, acurrucado contra su cuerpo inerte y frio que pese a todo parecía querer protegerlo, por lo que quiso cerrar los ojos, acomodándose aún más contra ella, viendo de soslayo, él cuerpo ensangrentado y deforme de lo que creía era su padre. Él lo había matado, no sabía exactamente como, pero era culpable y no le importaba. Después de todo, las autoridades jamás pudieron explicar lo que paso, y nadie cuestionaría a un cachorro dañado.
Ya no era aquel cachorro indefenso, pero algo seguía estando mal con él, por lo que golpeó el volante y frenó bruscamente, notando que eran las nueve, consciente de que Sasori ya se habría marchado cansado de esperar. Sacudió la cabeza y manejo lento de regreso, viendo su reloj cuando varias horas después, distinguió la basílica aun en medio de la noche. Pronto sería la una de la madrugada y en un par de horas debía regresar al trabajo. Sin embargo, sus planes se vinieron abajo cuando se estacionó frente a la capilla y bajo corriendo del auto.
Parpadeó incrédulo con el corazón golpeteando frenético dentro de su pecho, creyendo ver una ilusión y es que Sasori lucia hermoso con aquella ropa ajustada mientras se recargaba aburrido en la reja de la basílica, fumando lentamente un cigarro con la vista clavada en el cielo. Pensativo y precioso como jamás creyó verlo.
—Sabía que llegarías tarde —murmuró sin apartar la vista del firmamento—. ¿Pero seis horas?
—¿Por qué? —murmuró obteniendo la total atención del omega.
—No lo sé —se encogió de hombros, tirando la colilla al piso para aplastarla con la bota. Mirando a Deidara mientras sacaba una cajetilla de cigarros de su cazadora, tomando uno de forma experta y encendiéndolo con un ágil movimiento antes de ofrecerle uno al alfa que negó—. Solo sabía que vendrías en espera de que ya no estuviera aquí.
De un momento a otro, Deidara frunció el ceño, apretó los puños y se acercó a Sasori, tomándolo bruscamente del brazo para que lo mirara a los ojos. Aquellos ojos plagados de miedo y furia que no intimidaron al omega, sino que sus labios dibujaron una pequeña sonrisa que terminó por cabrear al alfa que no entendía aquella extraña actitud que no iba acorde al carácter dulce y tranquilo de aquel chico, porque algo le decía que aquel no era el Sasori al cual ama como loco.
—¿Tienes una maldita idea de lo peligroso que fue quedarte aquí? ¡Te pudo pasar algo!
—¡Y tu pudiste llegar a tiempo!
—¡Ese no es el maldito punto! ¡¡Lo sabes!!
—El punto aquí es que me canse de jugar a perseguirte —se soltó de su agarre—. Te amo, pero si vas a estar huyendo a cada oportunidad, entonces dilo y me alejare. Tampoco soy estúpido, Deidara.
—¡No quiero que te alejes!
—¿¡Entonces por qué me rechazas como si fuera una maldita plaga!?
—Jamás te rechazaría.
—Lo estás haciendo, así que explícame.
—No lo entenderías —dio un paso atrás, apartando el cabello de su rostro en un claro gesto de frustración—. Te amo, pero no soy bueno para ti ni para nadie… mereces algo mejor.
—Solo te quiero a ti.
—Te llevare a casa —dio media vuelta, dispuesto a regresar a su coche, pero se detuvo al saber que Sasori no lo seguía y tal vez no pensaba hacerlo hasta que aclararan todo.
—Deidara —lo llamó sereno, regresando su vista al cielo—. Yo también te amo, pero si lo que quieres es que sigamos siendo solo amigos, lo seremos. Olvidare aquel amor que por más de una década te tuve, conseguiré lo que tu denominas un buen alfa, saldré con él, le presentare a mis amigos… y eso te incluye, me veras con alguien más… asistirás a mi boda y entonces veras una marca en mi cuello que no sea tuya, y llevare en mi vientre los cachorros que pudieron ser nuestros —apartó la vista, para centrarse en la mirada de Deidara—. Si es lo que quieres, es lo que tendrás, solo dime ¿por qué? ¿por qué no eres bueno para mí?
—No me conoces —sintió que su corazón se detenía con un dolor que jamás creyó sentir—. Porque cuando quiera protegerte terminare por dañarte, en vez de alegrar tus días solo te heriré y pese a que eres mi sueño, sé que acabare destruyéndote… no soy bueno… tengo un pasado, he hecho cosas impensables… ni siquiera me reconozco. Solo tienes que saber que alejarte de mí es la mejor decisión que podrás tomar en tu vida.
—Te conozco.
—Conoces lo que yo te he mostrado —sonrió perverso—. No pretendas conocerme.
—Te conozco, por eso quise que confiaras en mí, para que algún día pudieras apoyarte en mi hombro y no solo me vieras como alguien frágil —tiró la colilla de su cigarro junto a la anterior—. Sé más de ti de lo crees, se lo que paso aquel día.
—¿De qué hablas? —sintió su cuerpo tensarse.
—Deseaba tanto verte —sacó su encendedor y empezó a jugar con él—. Camine hasta tu casa después de escaparme, sabiendo que a nadie le importaría y así fue. Me asomé cauteloso por una ventana porque le tenía miedo a tu padre, entonces lo vi sobre el sillón, te tocaba…
—Basta… no es cierto…
—No podía ayudarte y tuve miedo —tocó su pecho—. Cerré los ojos y minutos después apareció tu madre, lo aparto de ti y te protegió… entonces él la mato y tu…
—Es mentira, ni siquiera yo lo recuerdo… —calló de golpe—. Nada de eso paso.
—Enfureciste —continuó con la mirada perdida en la pequeña llama del encendedor—. Y de un momento a otro tu cuerpo fue cubierto por una especie de luz, cuando desapareció había un enorme lobo blanco… furioso e imponente, Caminaste hasta tu padre y lo mataste…
—¡Es mentira! —lo tomó del cuello—. Sabes que no es cierto, soy un maldito clase B, solo los A y S tienen ese maldito don… pueden proteger más fácilmente a quienes aman… yo… yo la vi morir.
—Y yo sé lo que vi —lo apartó—. Mataste a tu padre… tenía miedo aun así me adentre a tu casa, pero cuando creí que me matarías te sentaste frente a mí y me permitiste acariciarte, te mostraste sumiso por un tiempo que me pareció eterno y efímero, entonces regresaste con tu madre y te echaste junto a ella. No supe cuánto tiempo te observe, y cuando reaccione corrí… no porque te temiera, sino porque me aterraba perderte, pero nadie me nadie me creyó.
—¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Esperaba que tú lo hicieras —caminó hasta el auto—. ¿Sabes quién te cuido en silencio antes de que Sasuke apareciera?
—Nunca pensé que sabrías… yo… —se tomó la cabeza sintiéndose mareado.
—Claro que lo sabía, me sorprende que tú no te acuerdes de nada.
—¿Me tienes miedo? —cuestionó forzándose a recordar, a ver aquella mirada preocupada de un ángel que creyó una ilusión durante tantos años en los que se sintió perdido.
—En ese caso no estaría aquí.
—Sabes que no será fácil… yo…
—Han pasado muchos años, Deidara —se subió del lado del copiloto, en espera del alfa, quien tardo más de lo normal en acomodarse y colocarse el cinturón, entonces agrego—: ninguno fue fácil, así que no espero un futuro lleno de rosas.
🍅🍥🍅
Naruto se sintió ansioso, pero pese a saber el motivo, decidió ignorarlo como lo había hecho los últimos días, forzándose a creer que Sasuke no era nada en su vida y de cierta forma tenía razón. Era un omega al que conoció por casualidad, no sabía nada de él más que su nombre de pila, su fingida aversión por las bebidas alcohólicas y su dirección. No habían platicado de nada relevante, simplemente pasaron al sexo sin sentido y extrañamente placentero. Porque a pesar de no saber nada de él, creía conocerlo de toda la vida y su alfa no paraba de llamarlo.
Lo necesitaba de una forma aberrante que le dio escalofríos, y le hizo pensar en una posibilidad ilógica, por lo que prefirió creer que solo era un malentendido… una confusión de su alfa, y que, volviéndolo a ver, aquella sensación insana por permanecer a su lado disminuiría porque se daría cuenta que todas sus sospechas fueron erróneas, así que dos días después de salir del hospital, se subió a su auto y comenzó a manejar hasta su departamento. No tenía idea de que le iba a decir, solo necesitaba verlo y tal vez todo sería más claro.
Impaciente, vio que su reloj de pulsera marcaba las siete de la noche y a pesar de que estuvo tocando la puerta por más de quince minutos, nadie abrió, repitiéndose como un mantra que simplemente Sasuke no estaba en casa, porque no sería capaz de mudarse, ¿o sí? Sin embargo, se llenaba de una pequeña angustia que había podido dominar al pensar que aquel alfa —bastardo Deidara— idiota, bien pudo tomar todo lo que les pertenecía e irse de ahí, alejando a su omega de lo que consideraba dañino sin importar que las medidas tomadas fueran drásticas. Y es que él haría eso y mucho más…
Dios, él haría más que mudarse, pero aún tenía un poco de esperanza. Los siguientes días fue a diferentes horas… en la mañana, en la tarde, incluso en la noche, pero siempre obtenía el mismo resultado. Quería verlo, mejor dicho… necesitaba verlo y con cada día que pasaba, la ansiedad aumentaba y su estado se deterioraba de forma lenta, casi imperceptible, volviendo a sumir a su alfa en una depresión que se negaba a asociar con aquel bonito omega, consciente de que, si fuera cualquier otro, se hubiese rendido al primer intento.
Tras veinte días con la misma rutina, entendió que Sasuke era diferente. Aquel omega de mirada cautivante era más que un capricho o un simple juguete del cual podía deshacerse, aquella necesidad al desnudo, descontrolada y asfixiante por verlo y tenerlo siempre a su lado lo estaba volviendo loco. Ya no podía ni quería entenderla, mucho menos encontraba una explicación lógica. Sasuke no era su destinado o de lo contrario ya lo sabría y jamás lo dejaría ir, pero estaba seguro de que podría ser su alma gemela, alguien que terminara complementándolo aun si no eran compatibles genéticamente.
Para este punto tenía los nervios a flor de piel. Había pasado casi un mes desde la última vez que lo vio y no dejaba de pensar en él a cada maldito momento. Frustrado, intentó convencerse de que no importaba, pero al final del día estaría tocando la puerta de su departamento, fingiendo que le daba igual si habría o no, molestándose porque era consciente de que no iba a obtener resultado alguno. Y no es que deseara preocuparse por él, pero lo estaba, aunque la parte racional que aún le quedaba, decía una y otra vez que Sasuke se había mudado y que él era un estúpido por seguir yendo.
Incluso llegó al grado de preguntarle a unos vecinos por él, pero nadie le decía algo útil, y Kin —la omega que se revolcó con su hermano— se había mudado días después de que Itachi terminara con ella. En ese punto, no tenía caso insistir con algo absurdo, y estaba decidido a no volver más porque sería la última vez que iba a su casa a tocar durante casi una hora, pareciendo un maldito acosador mientras esperaba que Sasuke le abriera y lo volviera a mandar a la mierda como debió hacer desde un principio.
Suspiró y salió de su oficina mientras murmuraba maldiciones, consciente de que era estúpido esperar algo de aquel día, porque no era diferente a los otros en donde lo fue a buscar. Sin embargo, su maldito alfa seguía con un extraño anhelo que le oprimía el pecho y le hacía sentirse decaído en espera de un omega que sentía como su destinado.
—Somos idiotas —dijo por lo bajo, intentando convencer a su alfa de ir a casa y olvidarse de él.
—Habla por ti —Itachi lo vio de frente antes de suspirar—. No pienso esperar un más para que me digas que diablos te pasa. Tus emociones me están volviendo loco.
—Y a mí me molestan las tuyas ttebayo —se cruzó de brazos—. ¿Creías que no me había dado cuenta? —levantó una ceja—. Ya paso una vez, tus emociones nos están afectando porque tu alfa necesita estar con su destinado.
—Pasa lo mismo contigo —se acomodó el cabello—. ¿Por qué?
—No lo sé —suspiró—. Ve a buscar a tu omega, pero primero no te olvides de los bloqueadores de olor —tomó su celular para ver la hora—. Karin dice que puedes hablar con él, conocerlo y formar una relación de amistad, ya que así tu alfa no querrá suicidarse con dramatismo.
—Sabes que está casado.
—Nuestros padres no son destinados, pero si llegara a aparecer, créeme que ellos elegirían permanecer juntos —sonrió—. Todo tiene solución mientras no lo marques.
—¿A quién marcara? —ambos se tensaron ante la dulce voz de Minato que los vio con suspicacia—. Será mejor que hablan de una vez y nada de mentiras.
—Al número de una omega… —Itachi quiso aparentar indiferencia, pero era imposible hacerlo con su madre viéndolo de aquella forma, por lo que desvió la mirada haciéndolo suspirar.
—Niños, no sé qué están tramando, pero espero que no sea nada malo —se acercó hasta Naruto viéndolo fijamente—. ¿Te sientes bien?
—C-Claro que si ttebayo.
Negó un par de veces mientras en su mirada se reflejaba una clara angustia, terminando por abrazar a ambos alfas, que desconcertados correspondieron el contacto, rodeando la pequeña cintura de Minato, y como cuando eran unos cachorros, ambos escondieron el rostro en el cuello de su madre aspirando su dulce aroma, sintiendo como al tenerlos de aquella forma se relajaba y su olor se volvía tan dulce que ambos alfas se tensaron.
—Han bajado de peso… —se separó de ambos—. Solo prométanme que se cuidarán y que si se sienten mal irán al hospital —Naruto estuvo a punto de negar, por lo que se mordió el labio buscando su mirada—. Por favor…
—Sabes que si —besó su frente al igual que Itachi, viéndolo marchar, y una vez solos, ambos negaron con la cabeza.
—Su aroma era…
—Ita —murmuró con voz siniestra—. Cállate… él no necesita falsas esperanzas…
Ninguno sabía que hacer o si era prudente decirle a su padre. Tampoco podían mantener el secreto por mucho tiempo porque era peligroso, pero por ese día, lo mejor era callar. Ambos se vieron en un mutuo acuerdo antes de que Naruto se metiera al elevador directo al estacionamiento, en cuanto subió al auto, condujo hasta el edificio que empezaba a conocer de memoria, anticipando que sería como los otros días. Y en cuanto llegó, se limitó a quedarse de pie, recargado en la pared de enfrente, sin saber que hacer exactamente en caso de que lo viera. ¿Pedir perdón o fingir que estaba de paso? ¡Vaya mierda!
🍅🍥🍅
Sasuke agradeció que Deidara, Hashirama y la loca de Kushina no volvieran a preguntarle sobre ella. Lo único malo era que terminó por aceptar el trabajo como modelo para una línea de ropa de la que ni siquiera recordaba el nombre. Y debía reconocer que la paga era más que buena, lo mejor de todo es que no tenía que hacer nada del otro mundo, solo pararse frente a una cámara, lucir relajado y moverse como se lo pedían. Y tras casi un mes, comenzaba a sentirse cómodo.
—¡Sasuke! —Deidara lo abrazo como de costumbre, fingiendo llorar unos segundos—. Lo siento, pero hoy no podré irme a casa contigo. Tendrás que marcharte sin mi magna presencia.
—Tsk, da igual —se soltó de su agarre, yendo directo a la salida.
—Sé lo difícil que puede ser irte a casa sin mí…
—Sí, Si… idiota…
Lo dejo hablando solo. Actualmente solo tenía ganas de llegar a casa, darse una ducha rápida y meterse bajo las cobijas. Era miércoles, pero se sentía más cansado que nunca y todo era culpa de su patosa y autodeclarada “amiga” Hinata. Porque a pesar de que ya no trabajaba con ella, seguía visitándolo, actuando como una especie de confidentes, por lo que el día anterior, a Sasuke se le ocurrió ir a su casa, comprobando que fue pésima idea porque Hinata no lo dejó dormir, obligándolo a ver un maratón de películas.
Iba tan entretenido en su celular, que no notó al alfa que lo observó con los ojos abiertos mientras un claro anhelo se dibujaba en ellos, y es que, tras una hora, estuvo a punto de marcharse cuando lo vio llegar. Sasuke lucia precioso, incluso más de lo que recordaba, teniendo que suspirar de alivio en cuando aquel lindo omega lo vio de frente. Había pensado en tantas cosas que podría decirle, empezando por una disculpa sincera, y pese a estar preparado para su rechazo, lo último que dijo lo dejo sin habla. Ahora no podía negar que en un principio fue solo su juguete… un pasatiempo, incluso un reto interesante de su retorcida mente, pero…
—Finalmente te encuentro —susurró aliviado y con cierta esperanza pintada en su rostro.
Sasuke se perdió en sus pensamientos, de pie y frente a la puerta de su departamento, intentó abrir en esperada que sus nervios no lo traicionaran, pero las llaves no cooperaban como de costumbre. Sin embargo, al escuchar su voz ronca y anhelante, se paralizo volteando a verlo con una mueca que iba del asco a la incredulidad, la cual ni siquiera se molestó en disimular. Naruto estaba tras él, a un metro de distancia que se le hizo abrumador y demasiado cerca, viéndolo detenidamente, aunque aquella estúpida sonrisilla de prepotencia había desaparecido. En su lugar había una mueca de alivio mal disimulada que no ocultaba su deplorable estado: lucia cansado, pálido y extrañamente ojeroso.
—¿Qué rayos haces aquí?
En esos momentos comprendió qué era diferente. Sasuke era único y especial, aunque su sentir no lo podía definir como algo romántico, era una atracción atrapante y casi hechizante que lo había obligado a ir y buscarlo día tras día durante semanas solo para poder verlo, para saber que estaba bien. Y lo consiguió pese a que deseo rendirse, pero ahora que lo tenía de frente, sabía que no era suficiente, quería más, necesitaba más.
—Vine a disculparme —comentó tras un suspiro, deslizando sus dedos temblorosos por su cabello.
—Ya lo has hecho, ahora lárgate —escupió con veneno.
Su omega se removió inquieto, luchando por tomar el control de su cuerpo y refugiarse entre los brazos de su alfa sin importar el daño que Naruto podría hacerlo. Sin embargo, a su parte racional no le interesaban sus disculpas vagas y superficiales, ni nada que tuviera que decirle porque seguramente todo sería una maldita mentira, por lo que dio media vuelta dispuesto a entrar y refugiarse en su departamento. Afortunadamente las llaves quisieron cooperar, aunque no jamás imaginó que ese terco alfa se atrevería a detenerlo, tomándolo del brazo.
—Sasuke… —pidió bajito, casi como una súplica.
—Suéltame.
—¿Podemos hablar?
—No tengo nada que hablar contigo, así que lárgate.
—Sé que me equivoque —murmuró en cuanto lo soltó, dando un paso más hacia el omega—. Y en verdad lo lamento… he venido casi todos los días desde hace unas semanas y comenzaba a creer que ya ni siquiera vivías aquí… sé que me odias y lo merezco, pero al menos déjame invitarte a cenar a modo de compensación, entonces me iré…
—Vete a la mierda tú y tus compensaciones, porque seguramente intentaras algo para que acabemos en tu departamento follando, y sé que es lo único para lo que te sirvo —espetó intentando contener las lágrimas, sin embargo, el tono roto de su voz delataba su sentir y aquella impotencia por saberse el juguete de su alfa—. ¿Qué más esperas de mí, Naruto? Ya salimos a cenar, me drogaste, follamos, nos peleamos e incluso estuvimos a nada de volver a follar en los pasillos de la empresa y en un puto elevador. Me tuviste a tus pies —le dio la espalda y se adentró a casa mirándolo de soslayo—. Conseguiste lo que tanto querías, me rompiste… pero ¿sabes algo? No soy tu puto juguete, tampoco un pasatiempo que cederá ante ti para que me destroces más de lo que ya lo has hecho.
Esta vez sí le cerró la puerta en la cara mientras se deslizaba por la pared hasta quedar sentado en el suelo, sintiéndose culpable por todo lo que dijo, intentando convencer a su maldito omega de que esos sentimientos solo eran producto de ser destinados… porque, aunque lo negaran, ambos sabían que Naruto se merecía eso y mucho más… ¿verdad? Entonces ¿por qué su corazón latía así por él? ¿Por qué creía necesitarlo tanto? ¿Por qué simplemente no lo odiaba y lo mandaba a la mierda en vez de esperar ser correspondido?
Y como si sus pensamientos fueran escuchados, Naruto tomó una tarjeta de su saco y en el reverso escribió la dirección y el nombre de un restaurante, junto a la hora en que lo estaría esperando. Era una comida para el día siguiente a las cuatro de la tarde en Sea Front Pasta Bar, consciente de que lo más probable era que Sasuke no fuera y la verdad no le sorprendería, aun así, deslizo la tarjeta por debajo de su puerta, marchándose un poco más tranquilo a su casa. Lo extraño es que, desde hace semanas, fue la primera vez que durmió bien.
~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro