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Capítulo 13: Espejismo

Aquella noche me prometió los cielos, mil estrellas y un paraíso, entonces me besó con violencia, con pasión y con egoísmo. Me besó como si realmente me amara y cedí. Cedí porque no sabía qué hacer con él, pero tampoco sabía que hacer sin él… H.E.

Era imposible que no lo hiciera porque aquel alfa era especial de una forma que no podía comprender ni explicar coherentemente. Por unos instantes quiso olvidarse de todo y cedió aún más ante él, su cuerpo se permitió disfrutar de sus besos hambrientos y venenosos que lo llevaron a la locura misma, locura que al final lo dejó vulnerable frente a esos fieros ojos azules. Unos ojos llenos de depravación y que solo mostraban las ansias descaradas que sentía Naruto por poseerlo, por romperlo, importándole muy poco lo que él pudiera estar sintiendo.

No sabía porque, pero permitió que lo cubriera con su saco cuando se compadeció de él, envolviéndolo con su seductor aroma que irónicamente le hacía sentir seguro entre sus fuertes brazos que serían su completa ruina. Comportándose como los omegas sumisos que tanto odiaba mientras se dejaba llevar hasta el elevador, sintiendo sus suaves caricias a lo largo de su espalda y brazo, como si Sasuke fuera un indefenso animalillo tembloroso al cual había herido. Y tal vez Naruto tenía razón al comportarse así, pero ya era demasiado tarde para arreglar algo.

Sasuke jamás quiso que algo así pasara, y si se quedó tan tarde no fue por Naruto, nunca sería por él. Su motivo era Temari, quien molesta lo había obligado a armar carpetas con unos archivos que guardó en la bodega, dándole más encargos de los que recibía en la semana. Todo como parte de su ridícula venganza al ser regañada por Naruto y haber tenido que entregar un informe que era para la próxima semana antes de tiempo.

Para ella era la perfecta forma de castigo que incluía su preocupación por Sasori, como si aquel omega de mal carácter fuera un niño indefenso que necesitaba ser cuidado las veinticuatro horas del día. Pero justo estaba terminando con el trabajo extra y de carácter vengativo, cuando recibió una llamada de Deidara preguntándole si estaba en casa, al mismo tiempo que le exigía arreglarse porque lo invitaría a cenar.

El alfa se escuchaba tan feliz que por un momento lo hizo sonreír de verdad, sintiendo la alegría invadir su sistema con una explosión multicolor que asocio a los fuegos artificiales. Aquella risa cantarina en Deidara logró mejorar su día entero, haciéndole recordar los momentos que pasaba junto a su padre cuando aún era un cachorro. Por lo que en un tono divertido y entre pucheros infantiles, le dije que no, pero que llegaba en veinte, prometiendo ponerse aún más bonito.

Para su sorpresa, el alfa le pidió esperarlo en la empresa, prometiéndole que pasaría por él mientras balbuceaba frases inentendibles para Sasuke, dando por terminada su llamada con palabras empalagosas y bastante melosas que lo hicieron colgar con una fingida mueca de asco. El único problema era que se moría de hambre y la estúpida máquina de dulces no quería darle su barra de granola.

Lo cierto es que su día había sido una mierda y hubiese empeorado a cada segundo si no fuera por su tonto y adorado alfa. Entonces, cuando creyó que ya todo estaba bien, apareció su nuevo tormento para acabar de joderlo todo. Por lo que, en cuanto termino de humillarlo y se adentraron al elevador, Naruto presionó el botón del estacionamiento, suspirando aliviado, como si nada de lo que hizo hubiera pasado, Sasuke incluso pensó que le restó importancia, después de todo para él no debería ser nada grave humillar y forzar a alguien a intimar en un lugar público

Sin embargo, aun en medio de su bruma mental y su frustración por no haber podido evitar que lo tocara —teniendo que soportar hasta que Naruto quiso dejarlo—, pareció reaccionar y en un rápido movimiento, pulsó el botón de emergencia, deteniendo el elevador entre el piso dos y tres.

—Vamos, hazlo… aquí nadie nos vera, tampoco hay cámaras, después de todo, es lo que quieres, ¿no? —apoyó las manos en el torso del alfa, haciendo que el saco que momentos antes le puso se deslizara sugerente por sus hombros—. Fóllame hasta que te canses para que me dejes tranquilo de una vez por todas.

Reprimiendo el asco que sus acciones le generaban, sintió un inmenso nudo formándose en lo profundo de su garganta. No sabía si odiaba a Naruto o a si mismo por lo que estaba haciendo, e intentó no pensar en ello cuando con decadencia, deslizó sus manos por todo el torso del alfa, llegando hasta su entrepierna que comenzaba a despertar. Y como si en verdad lo deseara después de todo lo que le hizo, logró acariciarlo con descaro, poniendo una expresión lasciva y tentadora, mientras soltaba uno que otro jadeo que llenó su mirada azul de morbo, revolviendo el estómago de Sasuke.

Tragó saliva y cerró los ojos obligándose a continuar mientras bajo su suave tacto, Naruto se excitaba cada vez más. Estaba temblando, quería llorar y salir de ahí cuanto antes, crispándose ante el toque del alfa sobre su hombro. Y justo cuando pensó que lo voltearía, bajaría sus pantalones y lo follaría con salvajismo como la maldita bestia que era, Naruto tan solo detuvo su mano con delicadeza, impidiéndole que bajara el zipper de su pantalón, al mismo tiempo que soltaba un pesado suspiro.

—Basta —susurró con voz pastosa, rodeando el tembloroso cuerpo del omega con los brazos.

—¿Ahora tienes decencia, Naruto? —soltó ácido y se separó de él con un movimiento brusco, volviendo a presionar el botón de emergencia—. Antes no te importo forzarme en el pasillo. ¿Qué te detiene de follarme en el elevador? ¿Acaso te excita que te vean, dobe? O tan solo este lugar no está dentro de tus podridas fantasías.

Naruto frunció el ceño y con brusquedad tomó a Sasuke empotrándolo de frente contra la pared del elevador, mientras aprisionaba ambas manos sobre su cabeza, dándose el gustó de lamer aquel delicado cuello, y deslizar sus manos sobre el esponjoso trasero, proporcionándole caricias toscas y frustradas.

—En estos momentos podría besarte hasta dejarte sin aliento, Sasuke —le respondió de forma tosca, volviendo a introducir la mano dentro de sus pantalones, palpando su sexo, mientras la otra presionaba las muñecas de un tembloroso omega—. Podría saborearte a mi antojo tteba, romper tu ropa, abrirte de piernas y meter mi polla tan profunda como tu rico culo me lo permita. Y te aseguro que no pararas de gritar mi nombre mientras pides por más, pero no aquí, no así.

—¿Y qué esperas… —soltó mordaz pese al claro rastro de lágrimas que empapaban sus mejillas— una cena romántica y velas? —Sonrió sin ganas en un intento por dejar de llorar mientras las puertas del elevador se abrían justo en el estacionamiento—. Oh, es verdad. Olvidaba que eso ya lo hiciste, así que no seas idiota.

Deseó escapar de ahí tan rápido como fuera humanamente posible, e irse lo más lejos que pudiera de ese maldito alfa para no volver a verlo nunca más. Ni siquiera le importó, simplemente corrió hacía la salida, guiándose por sus instintos, escuchando como lo llamaba con molestia mientras sus pasos se acercaban cada vez más a él. Estaba siendo cazado como un animal indefenso, lo sabía, el alfa lo perseguía porque su estúpida acción de huida lo provocó, consciente de que en el momento en que Naruto lograra sujetarlo acabaría rompiéndolo.

—¡No huyas! —bramó tomándolo del brazo con fuerza bruta, jalándolo hacía él hasta que tuvo el rostro contra su pecho—. ¡Maldición, eres imposible ttebayo!

—¡Suéltame! —lo empujó y en cuanto sus miradas se cruzaron, el odio en los ojos de Sasuke incrementó, y terminó abofeteándolo tan fuerte que sus dedos ardieron por el golpe, pero se marcaron en la mejilla del alfa de forma perfecta—. ¡No me toques! ¡No vuelvas a tocarme nunca más! ¡Ya no más! No más… ya no.

Finalmente, gruesas lágrimas escaparon de sus ojos sin tregua, siendo acompañadas por los fuertes sollozos de Sasuke que paralizaron a Naruto y alarmaron a su alfa interno, consciente de que su omega estaba sufriendo por su maldita culpa, e incapaz de hacer algo para calmarlo. Para Sasuke, aquello terminó por fragmentar aún más su alma rota. La impotencia por no poder alejarse de Naruto terminó por consumirlo en una llamarada incandescente y letal, arrasando con todo a su paso en cuanto él lo aprisionó nuevamente entre sus brazos, ignorando por completo sus desesperados intentos por irse y huir tan lejos de ese alfa toxico.

De alguna forma, Naruto sabía meterse bajo su piel, mientras su abrumador calor se filtraba por cada poro de su cuerpo, tan salvaje y tan vivido que terminó aterrándolo, porque fue consciente de que en esos momentos, aquel alfa podría destruirlo definitivamente, y esta vez… en esta ocasión no sería capaz de reponerse, jamás podría superarlo. Era estúpido, pero tan cierto que lo odio aún más, lo odio porque no se conocían, aun así, Naruto tenía un completo poder sobre él incluso si no era consciente. Y al igual que hace unos momentos, sus gritos de rabia y temor fueron silenciados por sus labios. Cálidos y tóxicos.

Entonces se rindió, dejó que lo envenenara, que deslizara la mano desde su hombro hasta su cadera arrastrándolo a su trampa de la cual no podría salir nunca, y todo con un simple beso que fue un choque para su organismo, dejándolo a su merced, convirtiéndolo en aquello que tanto odiaba, porque en esos momentos Naruto era una fuerza demasiado poderosa, irradiaba una energía sexual tan abrumadora, que se paralizó en cuanto un gemido escapo de sus labios, aun si no lo deseaba.

—Suéltame… —murmuró en cuanto liberó su boca.

—Eres tú el que me sujeta, Gatito

Sorprendido e incrédulo, vio sus manos aferrándose con fuerza la camisa de aquel alfa que tanto decía odiar. Y sin pensarlo, lo soltó como si su solo tacto le quemara la piel, dando un par de pasos atrás, asustado de sí mismo y con la respiración agitada a causa del pánico, teniendo que separar los labios en un burdo intento de oxigenar sus pulmones sin conseguirlo. Como si en cualquier momento fuera a perder la consciencia.

Entonces ocurrió un milagro. Una mano cubrió sus ojos mientras un firme brazo rodeó su cintura de manera posesiva y protectora, como si quisiera aislarlo del mundo entero mientras era envuelto por una calidez familiar junto al inconfundible aroma de las galletas de nuez y la mandarina. Aquella inesperada acción actuó como un bálsamo para su necesitada mente. Fue algo tan simple y que lo relajo en segundos, porque ahora era consciente de que se encontraba a salvo, pudiendo derrumbándose completamente.

—Vuelves a tocarlo y te mato —gruñó mostrándole los colmillos al bastardo que hizo llorar a su cachorro.

Lo había sentido desde hace como diez minutos, la extrema desesperación de Sasuke, su angustia y su miedo eran constantes punzadas en su pecho que le hicieron conducir como un loco porque solo tenía claro una cosa, y es que su cachorro estaba en peligro. No entendía cómo es que lo sabía, pero lo agradecía y guiándose por su instinto dio con él, viéndolo sumiso y acorralada por un alfa intimidante que parecía burlarse de su miedo. Un alfa al que odiaba y al que deseaba golpear desde el día de ayer.

—¿Y quién mierda eres tú para impedírmelo tteba? —Naruto cuestionó con rabia burbujeando en su interior al ver que aquel bastardo alfa estaba abrazando a Sasuke, al mismo tiempo que Deidara soltaba al omega, poniéndolo tras su espalda.

—Lo que soy de Sasuke te viene importando una mierda, hn —sin dudarlo siquiera y desprendiendo un aura letal, avanzó de manera intimidante y le soltó un puñetazo a Naruto que lo hizo trastabillar. Era obvio que jamás se esperó el golpe, ya que no pudo evitarlo—. Será mejor que entiendas de una puta vez que no te quiero cerca de él, porque a la próxima que te atrevas a mirarlo siquiera, no me contendré…

Sasuke jamás había visto a Deidara tan furioso, sin embargo, Naruto no estaba en mejores condiciones, sus ojos se habían tornado de un ligero tono rojizo, señal de que su alfa acababa de tomar el completo control. Escupió un poco de sangre al suelo y se limpió la boca con el antebrazo, peinando todo su cabello hacía atrás con una mano, mientras la otra desacomodaba su corbata y desabrochaba los primeros botones de su camisa.

—No eres tu quien decide eso —tajó en medio de un gruñido y en un rápido movimiento, digno de un alfa de la más alta clase, ya estaba frente a Deidara.

Sin contemplaciones, Naruto golpeó su estómago con tanta fuerza, que acabó derribándolo y mandándolo un par de metros lejos de él, ignorando momentáneamente el intenso dolor que le generaban sus propias heridas.

—Bastardo… —jadeó doblándose de dolor, intentando recuperar el equilibrio para no volver a caer.

Tenía que reconocer la fuerza y el poder de Naruto aun si no quería, ya que aquel golpe hubiese noqueado a cualquier idiota que se atreviera a desafiar a un alfa de clase S, sin embargo, él sabía pelear y defenderse, pero por segundos, dudó si la habilidad sería suficiente para salir caminando de allí en lugar de hecho papilla y sobre una camilla. Suspiró y cerró los ojos un segundo, volteando ligeramente el rostro hacía Sasuke, consciente de que basto una mirada de aquel bonito omega al que tanto adoraba para tener una respuesta clara, no podía perder.

—Deidara —susurró asustado, más por el aroma hostil que ambos alfas desprendían, en lugar de por la escena que se estaban montando afuera del estacionamiento. Y desesperado por detenerlos, tomó del brazo a su casero con alma kamikaze—. Basta… por favor basta…

—Hey… shhh... no llores, amor —lo abrazó con ternura, ignorando la mirada fiera que le dedicó Naruto, atreviéndose a besar los dulces labios de Sasuke, frotando mimoso su espalda baja—. Te prometo que todo estará bien, ¿acaso ya no confías en mí, hn? —sus labios rosaron la oreja de su cachorro, viendo como parecía calmarse—. Después me lo compensaras con muchas cervezas y una cena en Sea Front Pasta Bar.

Cuando se separó de él, Sasuke prefirió alejarse unos cuantos pasos por seguridad, volteando a todos lados. Hacia bastante frio y la poca iluminación le daba un aspecto tétrico a la zona, por lo que se rodeó la cintura con ambos brazos, notando que estaban en la calle, afortunadamente a esa hora casi nadie pasaba por ahí ya que solo había oficinas, sobre todo al ser como las nueve de la noche, o de lo contrario la pelea de ese par sería todo un espectáculo que nadie querría perderse.

Lo cierto es que se sentía culpable por involucrar a Deidara en sus absurdos problemas, al mismo tiempo que temía que saliera dañado. Él se lo había advertido, debió alejarse de aquel alfa idiota que solo le traía problemas y en quien clavó su mirada molesta, observando a Naruto sonreírle de forma cínica, incluso diría que sádica. Gracias al cielo, estaba lo bastante alejado de ellos para no escuchar lo que susurró.

🍅🍥🍅

Tu omega es una puta ofrecida…

—Y tu un bastardo malnacido —volvió a arrojarse contra aquel alfa, cuya respiración comenzaba a dificultarse después de haberle regresado el golpe en el abdomen.

Sorprendentemente, Naruto no había podido golpearlo en el rostro, aunque lo intento un par de veces, pero con las constantes punzadas de intenso dolor en su abdomen —gracias al golpe de ese alfa con rostro de nena—, le era imposible moverse con total libertad sin sentir que estaba a nada de desmayarse. Y es que a pesar de ser delgado y de apariencia un tanto delicada, Deidara sabía defenderse más que bien, y Naruto lo comprobó cuando lo derribó de un puñetazo, dándole una patada en las costillas antes de que pudiera levantarse.

El aroma ferroso e intenso de la sangre comenzaba a percibirse con mayor intensidad conforme Deidara seguía golpeando a un indefenso Naruto, quien apenas y podía defenderse de los golpes llenos de rabia, que aquel loco le estaba propinando por haberse metido con su omega.

—¡Deidara! Vas s matarlo —de un momento a otro, Sasuke lo abrazo por la espalda, sintiendo como temblaba de rabia.

—Justo eso es lo que quiero —lo tomó del cuello de la camisa, obligándolo a que lo viera a los ojos—. Discúlpate con Sasuke por haberlo hecho llorar —bramó comenzando a sacudirlo—. ¡Que te disculpes!

—Púdrete —balbuceó.

—¡Infeliz!

—¡Deidara! —volvió a detenerlo—. Ya déjalo.

—¿No me digas que te importa esta basura, bebé? —miró al omega con molestia—. Porque si es así…

—¡Me importas tú, idiota! —enterró su nariz en la espalda del alfa, notando como su aroma volvía a ser dulce—. No existe fianza si matas a un clase S.

—Hn, tu siempre sabes cómo convencerme —sonrió descarado— vámonos a casa, cielo… —soltó a su víctima, abrazando protectoramente a Sasuke—. Te lo advierto, imbécil —gruñó antes de darle otra patada a Naruto—, será mejor que te alejes de mi niño.

No es que hubiese esperado a que Deidara perdiera, pero se le hacía casi increíble —por no decir que un milagro— ver a un alfa de la más alta clase hecho papilla. Un alfa que pudo detener a otro de su tipo estando en medio de un celo violento a base de fuerza bruta. Sobre todo porque aparentemente era más fuerte que Deidara, aun así estaba en el suelo a punto de perder la conciencia, sobre todo, después de haber mostrado una actitud prepotente y un aura hostil que hubiesen hecho retroceder a cualquiera.

Pero tampoco le importaba, porque dentro de él había una vocecilla llena de malicia que no paraba de repetir que se lo merecía por bastardo, bailando y festejando por verlo tan destruido como él mismo, dándose el gusto de regocijarse con su sufrimiento sin culpa alguna. Opacando un eco de su subconsciente, un eco diminuto que estaba a punto de desaparecer y que intentaba gritar que ayudara a Naruto.

Por una fracción de segundo, vaciló al verlo retorcerse de dolor, percibiendo el aroma de la sangre tan claramente que su mente lo transporto a un pasado sombrío del cual no dudo en escapar en cuanto tuvo la más mínima oportunidad, pero la clara orden de Deidara lo trajo a la realidad como siempre hacía, al igual que su firme tacto sobre su lastimada muñeca, arrastrándolo sin mucho esfuerzo hasta donde había dejado estacionada su moto, lo cual no era muy lejos. Solo un poco más, se dijo sin animo…

—Lamento haberte metido en todo esto —susurró recibiendo un casco que se puso con manos torpes—. Yo…

—No importa —se puso el suyo y se montó, haciendo ronronear la moto para ocultar su quejido junto a su respiración agitada y el malestar general de todo su cuerpo, porque era un hecho que cada pequeño movimiento le ocasionaba un intenso dolor—. El bastardo pega duro.

—Perdón… —repitió y se subió en silencio, rodeando delicadamente su cintura para no lastimarlo más—. Perdóname…

—¿Qué fue lo que ese cabrón te hizo, Sasuke? —arrancó la moto y el omega prefirió apretar su rostro contra la firme espalda de Deidara, incapaz de contestarle—. Lo pregunto porque jamás eres así… este no eres tú. Mi cachorro es alguien salvaje, indomable y orgulloso, es como si te…

—Me rompió… —susurró y él no volvió a decir nada en todo el trayecto a casa.

Quería creer que lo escuchó porque no podría repetirlo, aunque tampoco lo quiso comprobar. No quería saber nada más, no quería volver a llorar y sentir que solo era un juguete desechable. Ya había tenido suficiente, ya no… pensó intentando calmarse. Solo deseaba darse una ducha, ahogarse en la tina, y si eso no funcionaba, envolverse entre las mantas y no salir nunca de su cuarto, aun si su comportamiento resultaba infantil o egoísta. Así que cuando llegaron, se bajó corriendo de la moto, y subió hasta el departamento, deseando que Deidara dejara el tema por el momento.

Se metió al baño con la respiración agitada y prácticamente se arrancó la ropa dejando que el agua helada limpiara su cuerpo mientras empezaba a tallarse con excesiva fuerza, dejando su piel roja y con marcas de arañazos que empezaban a escocerle, aun así no se detuvo, se sentía sucio, se sentía mal… se sentía peor que un cascarón vacío que en cualquier momento terminaría hecho polvo.

Ya no tenía fuerzas para seguir adelante, mucho menos para soportar su propio peso y acabo sentado en las baldosas heladas, llorando como hace muchos años no lo hacía, arañándose los brazos y las piernas con tanta fuerza, rabia y desesperación, que poco a poco el agua se fue mezclando con su sangre, diluyéndose en pequeños charcos rojos que poco a poco se volvían rosáceos, encerrándolo en sus recuerdos.

Sangre… odiaba la sangre sobre su cuerpo maltrecho, cubriéndolo poco a poco hasta sentirse ahogado. No sabía en qué momento su llanto se transformó en gritos de terror, pero aún era consiente de Deidara golpeando la puerta del baño y llamándolo con una desesperación que aumento la suya. No se podía mover, se sentía atrapado, tan perdido como aquel día en donde su vida terminó. Tan asustado… tan indefenso y vulnerable.

—¡Sasuke! —logro derribar la puerta y en cuanto entro, buscó a su niño, corriendo hasta él, sujetando con firmeza sus muñecas, haciendo que Sasuke se sintiera atrapado, casi prisionero—. ¡Mírame, joder! Bebé, mírame, amor… soy Dei, tu Dei…

Azul… sus ojos azules llenos de preocupación y un amor infinito, le recordaron a los de él, logrando calmar sus gritos, pero no el llanto constante. De un momento a otro, el agarre del alfa se suavizo sobre su cuerpo, dejando pequeñas y delicadas caricias, entonces con una delicadeza abrumadora, lo atrajo hacia él con tanta facilidad que de un momento a otro ya estaba de pie aferrándose a la cintura del alfa, sintiendo como el agua helada empapaba su ropa, aun así seguía tan tibio.

—D-Deidara…

—Shh, tranquilo… tranquilo… todo estará bien, hn. Te lo prometo.

El agua ceso de un momento a otro, mientras Sasuke sentía las suaves manos de Deidara acariciar su espalda desnuda con mimo y ternura, sin ningún otro propósito más que el de calmarlo, porque su tacto le gustaba, su voz lo tranquilizo y su aroma pudo traerlo de regreso. Porque su sola presencia mantuvo a raya sus demonios del pasado, alejando sus pesadillas constantes, otorgándole una paz momentánea y de alguna manera, tormentosa.

Simplemente se dejó hacer porque era incapaz de razonar algo más allá de su extraño dolor. Tampoco se opuso cuando el alfa lo envolvió con una enorme toalla blanca, ni siquiera cuando lo cargo llevándolo hasta su cuarto, sentándolo en la orilla de la amplia cama, permitiéndose verlo detenidamente, contemplando los ojos vacíos del pequeño omega, quien parecía perdido, sintiendo que todo ocurría en cámara lenta. Captando cada detalle del momento justo en que Deidara se arrodillaba frente a él, viéndolo de una forma diferente… protectora, pero tan preocupada que dolía.

Tan solo estiró una mano fría y acunó su mejilla mientras se inclinaba hacía él, juntando sus frentes en un gesto íntimo y necesitado, ignorando el hecho de que su toalla se deslizó completamente, dejándolo expuesto y vulnerable ante los ojos del único alfa en quien confiaba.

—Hazme olvidar… —murmuró en un hilo de voz y sus labios buscaron los de Deidara, correspondiendo el beso que tanto creía necesitar.

~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará



Gracias por leer 💙😍

Haruka Eastwood 😎

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