Capítulo 11: Confrontación
“No necesitaba aprender magia, porque la magia siempre fue él” –H.E
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El camino de regreso al departamento fue silencioso e incómodo, más que nada por la mirada curiosa y un poco preocupada de papi Dei, quien estaba dispuesto a escuchar —así sea por la fuerza— lo que acababa de pasar con aquel idiota, sobre todo quién diablos era aquel alfa que rondaba a su cachorro. Y si el relato incluía detalles sucios era mucho mejor.
Claro que, si fuera por Sasuke, fingiría que nada paso —como muchas otras veces—, daría vuelta a la página y listo. Naruto, Kin y quien sea, podrían irse a la mismísima mierda mientras él continuaba con su casi monótona vida, fingiendo que jamás se dio el mejor polvo de su corta vida con un alfa bastardo. Desgraciadamente las cosas jamás eran fáciles, así que cuando se abrieron las puertas del elevador en el piso correcto, estuvo tentado a correr y encerrarse en su cuarto bajo llave.
Porque lo cierto es que en esos momentos de falsa paz podía esperar a que pasara cualquier cosa, no lo sabía con certeza, pero últimamente sentía que su vida era similar un enredo de lucecitas de navidad, aunque una mejor comparativa era decir que se parecía a esos clichés baratos y absurdos que salen en las telenovelas que tanto adora Deidara. Era simple la trama, el chico listo y súper guapo que juega con la pobre víctima, al final acaban enamorados, felices y viene la boda de ensueño junto a la tonta frase de “Vivieron felices para siempre. Fin”
Desgraciada o afortunadamente esto era la vida real, y como tal nada era tan perfecto, ni acababa bien la mayoría de las veces. Sasuke sabía de primera mano que la vida era una hija de puta, que los vivieron felices para siempre solo significaba “hasta que me canse de cogerte” y que el amor eterno representaba una mierda, porque lo cierto es que era más largo un infomercial que su supuesto amor. Y justo iba deseando que al menos su día siguiera normal cuando vio a Sasori salir del departamento.
Se había puesto su abrigo negro —el cual abrochó mal— y traía su pequeña mochila en la mano, apretando con excesiva fuerza la correa. En cuanto los vio intentó sonreír sin lograrlo… no es que el sonriera mucho, pero jamás ponía esa mueca que Sasuke no podía interpretar con exactitud, y que de cierta forma lo preocupo.
—Debo irme, acabo de recordar que la abuela me pidió ir con ella a comprar algo —bajó la mirada en cuanto quedó frente a ellos—. Adiós.
—Adiós, Sasori —murmuró Deidara pasando de él, yendo al departamento, ignorando por completo su comportamiento anormal.
Era obvio que, por ese día, Deidara no intentaría retenerlo ni acaparar toda su atención como era su costumbre, sin embargo, había pasado un año. Un maldito año desde que Sasuke conocía a Sasori y era tiempo suficiente para llegar a entenderlo, aunque sea un poco. Podía decir que era raro, muy callado si no estaba cerca de su rubio casero y mil cosas más, pero desde siempre —al menos para él— pudo interpretar sus emociones.
Probablemente porque sus caracteres eran similares o porque Sasuke era demasiado observador. Por lo que era evidente que estuvo llorando y sus ojos seguían ligeramente rojos, por ello quiso evitar a toda costa verlos de frente. Para este punto, Sasuke estaba seguro que Sasori deseaba salir huyendo, como si estar ahí fuera una tortura.
—Espera —murmuró sujetándolo del brazo, y pese a su grueso abrigo, aun era capaz de sentir su estremecimiento—. ¿Qué paso? ¿Por qué te vas así, tan de repente?
—Llevo algo de prisa —tajó con molestia e intentó apartarse, instintivamente Sasuke reforzó el agarre—. La abuela me espera.
—Tu abuela tuvo una cita hoy con el médico, iba a ir acompañada de tu primo Kankuro —lo soltó despacio, esperando a que lo viera—. Estuviste hablando de ello toda la semana con Deidara porque estabas preocupado a pesar de que solo era rutina. Pero odias los hospitales, por eso viniste, porque no querías estar solo en casa…
—No es verdad.
—Sasori… —susurró de forma suave, entonces levantó el rostro y Sasuke fue capaz de ver sus ojos inundados en lágrimas.
—Tú lo sabias —hielo en su voz, una voz amenazante y tan afiliada como un escalpelo. Entonces todo el dolor desapareció de su bonito rostro, dándole paso a una ira visceral que lo desconcertó y confundió, porque lo cierto es que jamás espero ver a Sasori así—. Te lo dije. Confié en ti.
—No te entiendo.
—¡De Deidara! —Frustrado, aprieta los labios e intenta reprimir un sollozo de rabia sin mucho éxito—. Sabias lo que siento por él. Somos amigos… creí que lo éramos, pero veo que me equivoque.
Mierda pensó con culpa. Ahora todo tenía sentido, si mal no recordaba, Deidara y Sasori se conocían desde siempre, eran vecinos hasta que su tonto casero se mudó cuando cumplió dieciocho, no tenía los detalles, pero fue para escapar de su bastardo padre. En ese entonces Sasori tenía doce, aun así, ya vivía enamorado de él, se lo había dicho hace varios meses, siete, tal vez ocho. Al principio estaba celoso de que viviera con otro omega, después de todo él solía visitarlo y era quien le traía de comer o hacía el aseo del departamento como un “favor de amigos”.
En ese entonces, Sasuke le dejo más que claro que para él, Deidara jamás sería algo más que su casero, con suerte lo llegarías a tomar como un posible candidato a amigo, pero no más. Incluso recordaba haberle dado cientos de motivos que lo terminaron de convencer porque dejó de verle como una amenaza constante, pasando a ser amigos. Pero en el fondo, Sasuke seguía sintiendo pena por él.
Sasori seguía amado a un tonto alfa, un alfa al que le ha sido fiel aun si Deidara ignora lo que él siente. Y tal vez cuando cree que está logrando un avance, ve a Sasuke —su supuesto mejor amigo— besándose con el amor de su vida, y todo por una estupidez que no tenía nada que ver con atracción o romanticismo. Deidara era y seguiría siendo alguien muy especial para él, pero no en el sentido romántico, lo quería y mucho, sí, pese a que era tan molesto como un grano en el culo… pero no como Sasori creía.
—No es lo que piensas —dijo con verdadera culpa—. Déjame explicarte.
—No hay nada que explicar, Sasuke. Se lo que vi.
Sasuke jamás creyó ver a alguien tan tranquilo y comprensivo como él tan enfadado. Furioso era la palabra correcta. La tristeza se fue de sus bonitos ojos, y solo pudo ver decepción e ira, pero tampoco era estúpido, no lo volvió a detener cuando se dio la vuelta dispuesto a irse. Sasori podía parecer el perfecto omega: delicado y tan frágil como el cristal, pero era excesivamente fuerte pese a su baja estatura, cuerpo delgado y lleno de curvas.
Solía practicar esgrima y por lo que escucho la semana pasada, también es muy bueno en las artes marciales. Lo había comprobado dos meses atrás, cuando lo vio derribar y dejar inconsciente a un alfa que le doblaba en tamaño, y todo porque el idiota no dejaba de seguirlos. Así que pese a saber defenderse, no quería arriesgarse más, ya era considerado el blanco de su furia, por lo que no deseaba darle más motivos a Sasori para dejarlo en el suelo hecho papilla.
Por lo que en cuanto se marchó, dio media vuelta y meditó lo que era mejor, si ser sometido a un interrogatorio por Deidara o convertirse a ser un amasijo sin forma por Sasori. Al final la respuesta fue obvia, entro al departamento, paso a la cocina y se sirvió un poco de jugo, yendo a la sala.
Deidara permanecía sentado en medio del sofá de tres plazas, con el cuerpo laxo y los brazos extendidos sobre el respaldo, echando la cabeza hacía atrás, sujetando descuidadamente un cigarrillo en una mano mientras la otra meneaba distraídamente un vaso corto con lo que deducía era coñac, o tal vez whisky, no lo sabía ni le importaba.
—No es que me molesten tus ricos besos —susurró tras una larga calada al cigarro, tomándose su tiempo para expulsar el humo y enderezarse con pereza—. Es más, puedes hacer más que solo besarme en los labios, no sé… tal vez más al sur, suena bien, ¿no?
Su mirada coqueta y su risa aligeran el ambiente por completo y Sasuke no puede evitar fulminarlo con la vista porque en verdad se había preocupada demasiado, mientras que el idiota ese se lo toma todo a juego. Molesto, tomó uno de los cojines del sillón, arrojándoselo al estómago, mientras ignora todo su drama y falso dolor, riendo a los pocos segundos antes de detenerse y terminar el contenido de su vaso y apagar el cigarrillo en el cenicero.
—Lo lamento…
—Hn ¿Por lo del cojín?
—No —dice lentamente, sentándose en el sofá de enfrente mientras deja su vaso en la mesa de centro y se cubre el rostro con las manos, soltando un suspiro cansado—. Por el beso —aclara y aprieta los labios poniéndose de pie, dándole la espalda—. No volverá a pasar. Lo prometo.
—Sasuke —su voz grave como pocas veces la ha oído, es un reclamo tosco y tan propio de un alfa cabreado, que su omega le obliga a darse la vuelta y volverse a sentar, tomando una actitud sumisa—. Si no quieres decirme que está pasando no te obligare, pero tampoco me metas en esto. No me uses como escapatoria o para darle celos a alguien que, según tú, no vale nada y es un error.
—¡No sé lo que es! Yo… no lo sé —brama frustrado, mirándolo a los ojos. Deidara simplemente le mantiene la mirada un par de minutos antes de volver a suspirar y levantarse para quedar sentado al lado de su niño, abrazándolo—. ¿Qué se supone que haces…?
—Te abrazo —respondió con simpleza, encogiéndose de hombros—. Cariño, mi trabajo consiste en ser alguien que no soy, y durante mucho tiempo he adquirido fachadas que se han arraigado a gran parte de mi vida cotidiana y sobre todo, me han servido para seguir adelante, para cubrir algo que creo, no debe existir en mí.
—Ya… pero no necesito clases de filosofía ahorita.
—No me estas entendiendo —con cuidado, se separó de él, tomando el rostro de Sasuke entre sus manos, besando su nariz antes de juntar su frente con la suya—. Tal vez no lo parece, pero soy muy observador, y aquel alfa… él tal vez si fue un error. No sé lo que paso entre ustedes, pero lo quieras aceptar o no, está más presente en ti de lo que te gustaría.
—No eres nada observador —arguyó molesto, queriendo irse por la tangente esperando a que Deidara no quiera retomar el tema—. Jamás le prestas atención a lo que es verdaderamente importante, mucho menos a quien.
—¿Lo dices por Sasori?
Casual, como si fuera todo tan evidente para él. Entonces se puso de pie y con la elegancia característica de un lobo, se perdió en la cocina, regresando a los pocos minutos con una botella de whisky de malta nueva, y una cajetilla de cigarros. Sasuke abrió la boca sin dar crédito a lo que veía y sin saber que decir.
—¡Sabías lo que él siente por ti!
—Claro que lo sabía, Sasu —afirma como si nada, demasiado tranquilo mientras se concentra en destapar botella, sirviéndose un poco—, siempre lo he sabido, porque siempre lo he amado —sonríe con tristeza mientras toma un nuevo cigarrillo, colocándolo en sus labios sin prenderlo—. Por ello evitó lastimarlo y jamás hago mención de mis acostones o amoríos, él es demasiado dulce… demasiado bueno para alguien como yo…
—No lo entiendo... mejor dicho, no te entiendo.
—Tenía once y él cinco. Comprendí que me enamoré de un hermoso omega, tranquilo, frágil y dulce, un omega que representaba la inocencia misma y que mejoraba mi mundo. Me enamore perdidamente de un lindo niño cuya sonrisa me hacía olvidar la porquería que me rodeaba, haciendo soportable todo. Sasori lograba lo imposible, me hacía sonreír aun en los peores días, me hacía saber que este mundo no era tan malo —finalmente prendió el cigarrillo, comenzando a fumar con aire ausente—. Al principio creí que, para él, yo era su primer amor infantil, y no me importaba porque era su centro de atención. En ese entonces deseaba mostrarle lo mejor del mundo y preservar su inocencia hasta que fuera mayor… hasta que pudiera abrazarlo y besarlo como quisiera.
—¿Y por qué no están juntos?
—Bebé… soy un drogadicto, alcohólico y pirómano que debe ir al psiquiatra por basuras del pasado porque aún no puedo superarlos, solo agrando la lista de los motivos por los que él debe alejarse de mí. Tú lo has dicho y tienes razón… no soy bueno para nadie, Sasuke. Sasori se merece lo mejor, merece un alfa que lo ame sin reservas y con el que no tenga que lidiar por problemas que acabaran tirando todo a la mierda —soltó el humo que había mantenido y apagó el cigarrillo—. Así que si, prefiero verlo con la marca de otro que llorando por mi culpa. Pero también soy egoísta y no quiero que se aleje de mi…
—No sé si eres demasiado idiota o muy bueno.
—Y tú no sigas desviando el tema.
—No evadía nada —protestó tras una pequeña pausa—. Su nombre es Naruto, es hijo del dueño de la empresa donde trabajo. Cuando entre me lo topé por error en medio de un pequeño accidente —movió la mano para restarle importancia, saltándose los detalles—. Días después coincidimos en el elevador cuando regresaba a casa, me invitó a cenar y acabe en su departamento.
—Fue el día en que no llegaste y te marque…
—Sí, da igual —lo interrumpió, Deidara frunció el ceño, pero se mantuvo callado—. Me ofreció repetirlo, me negué y ya —apreté los puños—. No hay historia de fondo, drama o cliché, me ofreció una noche sexo, acepte y listo. Sabes que repetir da pie a que te consideren el nuevo juguete, yo no estaba dispuesto a que me clasificaran de aquella manera, y como dije que no, al parecer ya encontró a mi reemplazo. La zorra… digo, la vecina de enfrente.
—Es una zorra —se encogió de hombros con expresión seria—. ¿Si solo fue una noche, porque te afecta tanto?
—No lo sé —farfulló arrebatándole el vaso de whisky, bebiéndoselo todo y sirviéndose más—. Es un idiota arrogante que quiere envolverme en bonitas mentiras para después mandarme a la mierda cuando se aburra de mí —volvió a llenar el vaso, preguntándose en qué momento se bebió todo el contenido—. Una parte de mi quiere creerle…
—Sasuke… basta —susurró con suavidad tras varios minutos, quitándole la botella de la mano, la cual ya solo contenía tres cuartas partes—. Jamás te había visto beber.
—Y jamás me había interesado por un idiota… —balbuceó—. No entiendo porque mi omega lo necesita —su voz se quebró y los recuerdos volvieron a él. Entonces estaba llorando en los brazos de Deidara, pero ya no era por Naruto, nunca fue por él…
🍅🍥🍅
Fue un desastroso día, al final se quedó dormido en los brazos de Deidara y despertó en su cama, con el alfa abrazándolo. Le gustaba ser mimado, pero aquel idiota lo asfixiaba, así que lo pateó quitándoselo de encima, pero en vez de quejarse por el golpe, lo miró divertido, instintivamente se revisó, pero solo tenía un ligero dolor de cabeza y seguía vestido, claro, con excepción del suéter y los zapatos.
—Y entonces… ¿Sasukito finalmente dejo de ser virgen y ya es todo un omega? —Fingió lamentarse, antes de volver a verlo con burla—. Es una lástima que no fuera yo.
Sentía su cara arder, ni siquiera le contestó porque no valía la pena. Deidara solo buscaba molestarlo o que le diera detalles morbosos, por lo que se fue de la habitación a la suya para bañarse y salir de allí cuanto antes, o de lo contrario se regresaría y le diría que no, que él ya no era virgen desde hace mucho, aprovechando para lanzarle una almohada o un zapato. No lo sabía, lo primero que estuviera a su alcance, pero entonces recordó que Deidara es un maldito curioso y no lo dejaría ir hasta que le contara con lujo de detalle su primera vez, por lo que prefirió irse.
Las clases en la universidad pasaron más lentas de lo normal, al final fue a buscar a Sasori para explicarle lo que realmente paso y volver a ser amigos, pero unos compañeros le dijeron que ese día no se presentó. Tampoco se sorprendió que no contestara sus mensajes o que ignorara sus llamadas. Una parte de él sabía que se lo merecía y si fuera mejor persona, tal vez le ayudaría con el enredo que tienen Deidara y él, pero desgraciadamente no lo era e iba a dejar que sigan como hasta ahora.
Porque bien o mal Deidara tenía razón, él no era bueno para Sasori ni para nadie, así como Naruto no era bueno para él. Con eso en mente, llegó a la oficina, era miércoles y los departamentos eran un caos, extrañamente todos querían copias, favores o checar su correspondencia y como Gaara, el otro ayudante, tenía toda la semana libre debido al accidente con Itachi, su día fue un ir y venir, al menos hasta las cinco de la tarde.
—Sasuke —rodó los ojos ante esa voz, pensando en si seguir con su trabajo o detenerse. Para su mala suerte, ya había terminado de entregar la correspondencia y sacar copias, solo le quedaba esperar a que terminara su turno para irse a casa.
—Temari —murmuró sin ánimo.
No es que adiara a los primos de Sasori… simplemente jamás tuvieron una buena relación y no precisamente por él. Tampoco podía decir que no le agradaban, en ese punto estaba seguro que le eran indiferentes, no se metía en sus vidas y ellos lo ignoraban, era reciproco. Tampoco era como si quisieran tiempo para charlar y dudaba que existieran las ganas o la intención de conocerse. Era cortesía por ambas partes, no más.
—Necesito hablar contigo —tajó seriamente, por lo que levantó una ceja, más sorprendido que molesto por su tono hosco—. Es sobre Sasori.
—¿Le paso algo? —preguntó intentando no preocuparse.
—Ayer llamó a casa para decir que se quedaría contigo y el vago ese —torció la boca en un gesto disconforme antes de continuar—. Lo escuche triste. Solo quería saber cómo esta.
Sintió su estómago retorcerse. Sasori y ellos eran vecinos y tal vez por ser primos eran demasiado unidos, sobre todo después de la muerte de los padres de Sasori, que ocurrió cuando él tenía diez. Se podría decir que su relación se volvió incluso más estrecha desde que su abuela Chiyo enfermo. Jamás pregunto exactamente de qué por no ponerlo triste o incomodarlo. Lo que si sabía es que Sasori era muy protectora con ella y jamás pasaba una noche fuera de casa para no preocuparla.
Por lo que mentirle a Temari no era una opción. Mucho menos si no podía afirmar que él estaba bien, aunque realmente lo deseaba, así que reprimiendo el constante malestar que comenzaba a formarse en la boca de su estómago, miró la preocupación en los ojos verdes de Temari.
—Sasori se fue de casa ayer… —comentó y su rostro palideció— como a las cuatro, tal vez las cinco. Tuvimos un… inconveniente —suavizó su voz, pero lo siguiente terminaría por preocuparla más—. Y hoy pase a buscarlo a la universidad, pero sus compañeros me dijeron que no se presentó.
—¿Qué fue lo que le hiciste, omega?
Se inclinó para susurrarle en el oído, tomándolo de los hombros con algo de fuerza, justo cuando unas secretarias que comenzaba a odiar pasaron a su lado, mirándolos con demasiada atención. Las escuchó cotillear cosas sin sentido y es era consciente de que tal vez desde su posición parecía que se estaban besando.
—Una tontería —dijo sin apartarse.
—Mi primo no haría algo como eso por una tontería —tajó y Sasuke pudo sentir la ira de aquella alfa reptando por su piel, estremeciéndose.
—Sabaku —la profunda voz de Naruto fue tan similar a un gruñido siniestro que falto poco para asustar a Sasuke—. Necesito el informe. Ahora.
En segundos estaba de pie frente a ellos, con la mandíbula apretada y un aura letal, fulminando con la mirada a Temari. Lucía tan intimidante que no le quedo de otra que obedecer de mala gana, aunque antes de irse, miró al omega de soslayo a modo de advertencia, sabía que en cuanto saliera del trabajo iría a buscar a Deidara, y todo sería un caos que no le interesaba.
—Sígueme, Sasuke —ordenó mordaz en cuanto Temari dio vuelta en el pasillo derecho, saliendo de su campo de visión.
Ni siquiera lo volteó a ver, Naruto simplemente empezó a caminar hecho una fiera, igual que el día anterior cuando salió del edificio en donde vivía, la diferencia es que en esta ocasión esperaba que lo siguiera sumiso como si fuera un maldito perro.
—No soy tu estúpido juguete para que me des órdenes.
—No, pero eres mi empleado.
Apretó los dientes y lo siguió en silencio durante los siguientes diez minutos hasta que llegaron a la oficina del alfa, un lugar demasiado amplio y cuyo aroma sensual hizo ronronear a su omega traidor. Sabía que podía mandarlo a la mierda y renunciar, pero necesitaba el empleo y su único inconveniente es Naruto y su atrayente aroma que estaba a nada de volverlo loco.
—En que puedo servirle, jefe —sintió que estaba saboreando su propia bilis, y se obligó a relajarse, aunque no tuvo mucho éxito.
—No lo sé —comento con desdén, tomando una pelotita anti estrés de su escritorio antes de mirarlo y esbozar una sonrisa torcida que le produjo arcadas—. Tal vez podrías abrirte de piernas para mi… veo que se te da muy bien… y por lo visto solo te gustan rubios, en ese caso no deberías tener ningún problema, ¿o sí?
~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará
Gracias por leer ~ 💙💛
Haruka Eastwood
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