Capítulo 10: Demandas
Quise renunciar a ti, a tus miradas que me erizan la piel, a tu cariño silencioso y a tu amor que promete los cielos cuando solo he conocido mil infiernos… -H.E
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Sasuke no pudo evitar estremecerse ante la imponente presencia de Naruto, quien estaba furioso, incluso su estado de ánimo parecía alterar el reducido espacio en el elevador, logrando que el lugar se volviera sofocante y deseara escapar cuanto antes. Aunque su omega traidor, sentía la imperiosa necesidad de acercarse sumiso y obediente, como si se estuviera ofreciendo a aquel alfa para intentar calmarlo a base de dulces palabras y roces inocentes, llenos de una devoción absurda y atrapante que lo volverían esclavo de aquel idiota.
Sin embargo, antes de que Sasuke pudiera cometer una estúpida locura de la cual se iba a arrepentir toda su vida, estuvo rodeado por los brazos cálidos y fuertes del único alfa al que adoraba —obviamente en secreto—, sintiendo como besaba todo su cuello con calma, llenándolo de mimos y sutiles caricias, al mismo tiempo que lo rodeaba con su aroma, uno que le hacía pensar en galletas de nuez con un toque cítrico, tan difícil de explicar, pero al que asociaba con el aroma de la naranja.
Instintivamente cerró los ojos e inhaló con fuerza. Amaba el aroma de Deidara porque no era empalagoso, era dulce pero fresco, y al mismo tiempo tan cálido que su mente olvido a Naruto y ronroneó gustoso, permitiéndose dar media vuelta para poder enterrar su nariz en el pecho de aquel alfa que por algún motivo lo hacía sentirse seguro y protegido, como si volviera a ser un cachorro entre los brazos de su padre, unos brazos capaces de aislarlo del mundo y hacerle olvidar todo lo malo.
Y mientras Sasuke se perdía entre los mimos de Deidara, Naruto fue incapaz de apartar su vista de aquel omega que lograba infinidad de emociones en él, la mayoría negativas y otras un tanto aberrantes. Sin pretenderlo, se estaba volviendo una presa de aquel omega que podía sacarlo de quicio en segundos, pero también podía mejorar su día con una sola mirada de aquellos cautivantes ojos ébano que tanto le fascinaban. Aunque esta vez estaba furioso; su alfa no paraba de arañar en su interior para tomar el control y reclamar algo que creía suyo.
Para este punto, no sabía si estaba molesto con Sasuke o con aquel idiota que lo tocaba con tanta confianza. Solo sabía que ese alfa con cara de nena no debería estar disfrutando de lo suyo, mucho menos besándolo e intentando propasarse con Sasuke. Entonces su mente se llenó de un único pensamiento, uno egoísta y tan territorial como su alfa interno, porque comenzaba a considerar a ese omega como parte de su propiedad. Era sencillo, todo estaba mal y su intenso aroma lo delataba, aun así, aquel maldito alfa ni siquiera se inmuto o intentó apartarse.
Deidara parecía ajeno a él y al peligro latente, incluso letal, que su sola presencia representaba, haciéndolo sentir como si no existiera, e incluso inferior, por lo que de un momento a otro encaró a aquel bastardo que no dejaba de tocar lo que por derecho le pertenecía y sin miramientos, presionó el botón rojo del panel del elevador haciendo que se detuviera, logrando captar la atención de aquel par. Recibiendo una mirada molesta y otra confundida que solo empeoró su humor.
—¿Qué diablos te pasa, hn?
Deidara gruñó a la defensiva, colocando a Sasuke tras él para protegerlo con su cuerpo importándole muy poco que ese hombre fuera un alfa de la más alta clase, un alfa que lo superaba físicamente en todo sentido, y alguien capaz de reducirlo en segundos, incluso matarlo si se lo proponía. Sin embargo, aquel instinto homicida que percibía en Naruto no era suficiente para acobardarlo, mucho menos para dejar a Sasuke desprotegido.
Su seguridad dejo de importar, porque lo único en lo que podía concentrarse era en su niño. Sin pensarlo, todos sus sentidos se pusieron alerta y actuó por instinto. No le había costado catalogar a Naruto como un peligro latente para su cachorro, a quien no dudaría en proteger, así fuera de alguien tan peligroso como un alfa clase S, un alfa que deseaba torturarlo de forma lenta y sádica, haciéndolo sufrir sin motivo alguno.
Y es que Deidara era ignorante de la trastornada perspectiva de Naruto, la cual aseguraba que con cada rose de sus inmundos labios sobre la piel de Sasuke, era igual a un punto para ir perdiendo el control de su alfa interno. Para ese momento, Naruto se consideraba incapaz de detener todas sus acciones aun si estas eran violentas, casi sanguinarias, cuyo objetivo se limitaban a apartar a aquel que consideraba un obstáculo entre Sasuke y él, aumentando la tensión al grado de volver aquel lugar insoportable.
—Apártate —bramó su alfa de manera tosca y demandante, utilizando la voz.
Deidara se paralizó y sorprendió por una fracción de segundo. Había oído que uno de cada diez alfas clase S desarrollaban la temida voz, un signo de su poder “absoluto”, también conocido como el falso dominio, con el cual podían mantener una especie de obediencia sobre las clases inferiores, incluso cierto grado de control. Y pese a sus deseos, estuvo a punto de ceder porque por más que lo odiara, su propio alfa reconocía el poder de quien tenía enfrente.
La jerarquía entre clases lo hacía doblegarse aun si no quería, pero bastó que Sasuke se aferrara a su camisa con manos temblorosas para volver a la realidad, sintiendo nítidamente y casi tangible el miedo que sentía aquel pequeño omega que consideraba su cachorro. Sasuke estaba aterrado, pero había algo más, algo que no podía definir, un sentimiento que se mezclaba a la sorpresa de aquel inesperado lazo que había entre ellos y recién notaba.
Por lo que levantó la vista desafiante, encarando a Naruto con una valentía que no sentía desde hace diez años, importándole muy poco el ser tomado por el cuello de la camisa, quedando cara a cara con él, preparado para defenderse a la par que sentía su respiración dificultarse a causa del agarre.
—No —bramó soltándose con un ágil movimiento, empujando a Naruto de repente, haciéndolo retroceder y chocar contra la pared del elevador—. ¿Qué mierda te pasa, idiota?
Sus ojos se volvieron de un tono rojizo, señal de que su alfa interno estaba a nada de tomar el control total de su cuerpo, sin embargo, el agudo dolor que sintió al ser empujado por Deidara lo regresó a la realidad, soltando un gruñido casi animal que paralizo a ese par. Intentando hacer entrar en razón a su necio alfa; no podía ponerse a pelear por algo insignificante, mucho menos cuando su estado era deplorable y un claro impedimento para siquiera defenderse, y que no podía seguir ignorando.
—No vales la pena tteba —escupió con veneno tras evaluarlo con molestia, aunque por un segundo no supo diferenciar si se lo decía a Deidara o al propio Sasuke, por lo que maldijo en voz baja, volviendo a presionar el botón para poner en marcha el elevador.
—¡¿Qué mierda significa eso, hn?! —Iba a lanzarse contra ese maldito y lo haría explotar, cabreándose más al darse cuenta que era olímpicamente ignorado—. ¡Te estoy hablando, imbécil! ¿Acaso crees que no puedo darte una paliza porque eres un estúpido clase alta? ¿O es que me tienes miedo?
—Jamás le temería a alguien de… tu tipo —su voz fue tan afilada, que Deidara tragó saliva sintiéndose verdaderamente intimidado por su fuerte presencia, aun así, no bajo la cabeza, ni le dejo saber que comenzaba a arrepentirse por haber hablado de más.
—¿Alguien de mi tipo? ¡¿Qué mierda significa eso, hn?!
—Solo eres hablador tteba —bisbiseó deseando salir de ahí o no podría controlarse por más tiempo, sin embargo, aquel molesto rubio se lo estaba poniendo difícil, por lo que se inclinó sobre él, dejando sus labios a la altura del oído de Deidara—. No querrás verme enojado, ¿o sí?
Utilizó la voz para intimidarlo, complacido al ver el leve temblor que surcó su cuerpo y al mismo tiempo sorprendiéndose al darse cuenta que pese a temerle, Deidara no se apartaría, al contrario, tenía la intención de hacerle frente pese a la clara desventaja. Tal vez porque lo consideraba una amenaza para Sasuke, cuando lo cierto es que sería incapaz de dañar a ese omega.
—Dei… basta…
Sasuke lo jaló hacía él antes de que siguiera cavando su propia tumba, y no le quedo de otra que ceder a los deseos de su niño, abrazándolo de forma posesiva ante la intensa mirada que por momentos se volvía rojiza, liberando sus feromonas para intentar neutralizar las de Naruto, como si quisiera impregnar a Sasuke de su aroma para que dejara de temblar, llenando sus mejillas de pequeños besos sonoros que solo avivaban la furia de aquel estúpido Namikaze.
—¿Sabías que jamás dejaría que te pasara algo? —susurró en un tono tan bajo que solo el omega fue capaz de escucharlo.
—Lo sé…
—No debes tener miedo, hn. No mientras yo este contigo.
Paz, Deidara representaba la paz y protección que tanto estuvo buscando incluso sin saberlo, aunque al parecer era un maldito kamikaze al besarlo y tocarlo sin pena, porque Naruto seguía viéndolos con rabia. Para fortuna de ambos, segundos después llegaron a la planta baja y Naruto caminó hecho una fiera hasta un precioso Bugatti negro, siendo recibido por un beta que supusieron era su chofer, quien de forma rápida y algo torpe le abrió la puerta para permitir que se acomodara en los asientos traseros, arrancando en cuestión de segundos tras subirse entre trompicones en el lado del conductor.
En otras circunstancias, tal vez hubiera silbado al igual que Deidara por ver semejante auto, y es que pese al sentimiento de asfixia que le generó permanecer menos de cinco minutos en el elevador con ambos rubios, era un hecho que su torpe casero disipó cualquier miedo e incomodidad que tuviera, al grado de sentirse relajado y sereno, limitándose a suspirar aliviado.
—Deidara…
—Le dije a Sasori que regresábamos en diez minutos —suspiró claramente cansado—, pero eso no significa que te has librado de mí, Sasuke. ¿Quién era él?
—Un error…
Y por primera vez desde que lo conocía, observo el momento justo en que la mirada de Deidara se volvía letal, pero también protectora, conteniendo cierta preocupación por su pequeño Sasuke, quien estaba casi seguro que la próxima vez que se topara con Naruto, no se quedaría tan tranquilo e intentaría golpear a Naruto. No lo sabía a ciencia cierta, pero era una posibilidad. Ahora solo se alegraba al saber que alguien lo cuidaba… y que a alguien le importaba…
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Daba gracias al cielo el haber enviado un mensaje a su chofer para que lo recogiera, necesitaba llegar a su departamento cuanto antes y dormir al menos unas diez horas o su estado empeoraría. No podía seguir así y su cuerpo comenzaba a protestar, por lo que al subir al auto se sintió mareado y el dolor de sus heridas se intensificó, teniendo que recostarse a lo largo del asiento mientras cerraba los ojos intentando calmarse.
Pero apenas comenzaba a relajarse cuando su celular comenzó a sonar con insistencia, consciente de que si lo ignoraba sería peor, así que chasqueó la lengua y desbloqueó la pantalla sin siquiera verificar quien llamaba, no lo necesitaba, porque lo sabía perfectamente.
—¿Qué paso, donde estás? ¿Te encuentras bien?
—¿Desde cuándo te preocupas tanto por mí tteba? —rodo la mirada imaginando la expresión que seguramente tendría Itachi en esos momentos.
—Desde que tus malditas emociones me impiden follar.
—En ese caso me alegro ttebayo.
—Naru… —murmuró tras una larga pausa—. ¿Qué paso?
—Solo me topé con gente idiota y despreciable por tu culpa.
—No puedes mentirme.
—¿Te estoy mintiendo? —arqueó una ceja comenzando a sentirse mareado.
—No lo sé —protestó—. Siento tus emociones, pero no leo tu mente.
—¡Gracias al cielo! —sonrió—. No te preocupes, de verdad no pasó nada ttebayo… pero si aún lo dudas, ve a mi departamento a atenderme porque sigues siendo mi enfermera personal. Necesito ciertos cuidados y tu tiempo de servicio aumento con tus malditos favores.
—Ya te dije que fueras al hospital —colgó sacándole una risita traviesa a Naruto, quien se permitió cerrar los ojos porque seguramente Itachi llegaría a su departamento dentro de poco.
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Suspiró impaciente y acalorado mientras llegaba a casa deseando ver a Minato, llenarlo de besos y hacerle el amor hasta cansarse. Comenzaba a sentirse agitado y en todo lo que podía pensar era en su omega jadeando y gimiendo su nombre de forma obscena y deliciosa mientras pronunciaba su nombre entre suspiros necesitados que solo aumentaban su libido a mil.
—M-Madara…
Escuchó la suave voz de su Minato segundos después de entrar a casa, por lo que caminó con prisa hacía la habitación que compartían, encontrándolo desnudo y delicioso sobre la cama, tocándose con una expresión tan lasciva que le hizo perder el control de su alfa, yendo hasta él como el depredador que era, posicionándose sobre su pequeño y menudo cuerpo, impidiendo que huyera, presionándolo contra el colchón, dejando que sintiera la dura longitud de su falo.
—¿Por qué no me llamaste? —cuestionó con voz ronca, dejando ver la creciente necesidad que nacía por poseerlo.
—Mmm… sabía que no tardarías —gimió, arqueando la espalda cuando Madara tomó con la mano su necesitado miembro, comenzando a estimularlo en un suave vaivén—. Tú también lo sientes, ¿no?
—Como no tienes una maldita idea —gruñó—. Todo el día estuve pensando en ti y en lo adorable que te verías con mi polla dentro.
El rostro de Minato se volvió del tono de la grana. Porque sin importar los años que pasaran, Madara lograba que se sonrojara como una colegiala mientras gemía su nombre con impaciencia, comenzando a frotarse contra su alfa en busca de mimos que aplacaran el sofocante calor de su celo. No lo soportaría más, necesitaba tenerlo dentro.
—Por favor…
—¿Qué es lo que quieres?
—A ti —sonrió con lasciva—. Mejor dicho, a tu rico pene.
Con Minato en ese estado, era imposible no perder el control, por lo que sujetó sus traviesas manos sobre su cabeza con una de las suyas, cazando sus labios en un beso hambriento y necesitado al mismo tiempo que se desabrochaba su pantalón, liberando su palpitante miembro que frotó gustoso entre las húmedas nalgas de su esposo, sonriendo al ver como se retorcía impaciente.
—Me vuelves loco —gimió sobre sus labios mientras su otra mano acariciaba la pierna izquierda de Minato, levantándola para poder tener un mejor acceso a su dulce interior, y sin contemplaciones, lo penetró de una sola y potente estocada, llegando hasta el fondo—. ¿Sabes que te amo más que a mi vida? —susurró sobre los hinchados labios de su omega, quien solo pudo asentir mientras sus manos eran liberadas.
—Y tú eres mi mundo —ronroneó rodeando el cuello de Madara con sus brazos, jugueteando con su largo cabello y arqueando la espalda en un sinuoso estiramiento.
—Minato… —una advertencia ronca.
Impaciente, gruñó comenzando a embestirlo con ímpetu sin siquiera esperar a que se acostumbrara a la repentina intromisión, sintiendo como su dulce omega se retorcía de placer bajo su cuerpo, balbuceando su nombre y pidiendo por más. Finalmente, todos los pensamientos de Minato se hicieron trizas cuando Madara le pellizcó los pezones y le provocó una punzada de dolor en el vientre, deseando algo que solo su alfa podía darle.
—Más —exigió descarado.
Y cuando inclinó la cabeza, Madara buscó sus labios y aplacó el dolor que él mismo había provocado, deslizando sus hábiles manos por todo su pecho en movimientos lentos que generó la más leve de las risas en su omega.
Cálida y dulce como todo él, permitiéndole recorrer su cuerpo a placer como otras tantas veces, por lo que cuando su mano descendió aún más, Minato no se resistió. Permitió que tomara su miembro sin rechistar, que jugueteara con él de forma hábil mientras seguía hundiéndose en su interior, dando en ese punto dulce que estaba a nada de volverlo loco.
Temblando, Minato movió su cuerpo pecaminoso contra su alfa, tan solo lo suficiente para tentarlo, para excitarlo y provocarlo aún más, rosando sus límites, necesitando que dejara las caricias inocentes por el momento y lo dominara, que lo sometiera y lo hiciera suyo de forma tan salvaje como el propio Madara. Su omega lo necesitaba, él lo necesitaba, por lo que, guiándose por el placer latente, apartó a su esposo, ganándose una mirada desconcertada.
—¿Te lastime? —preguntó confuso y extrañado.
Minato solo negó y lo miró lascivamente, deslizando su lengua por su labio inferior mientras le daba la espalda a Madara viéndolo de soslayo, gimiendo descarado al momento de inclinarse y posar sus manos sobre sus propias nalgas para separarlas en un ofrecimiento vulgar y tentador que aceleró el pulso de su esposo.
—Alfa~ —gimió quedito—. Dame más duro.
De un momento a otro sus manos fueron sustituidas por unas más grandes que amasaron su trasero a placer y con gozo, azotándolo con la fuerza suficiente para resultar placentero, dejándolo de un llamativo tono rojizo. Hasta que segundos después, sintió algo húmedo deslizándose por su entrada, degustando sus fluidos en medio de sonidos obscenos y líquidos que terminaron con la poca cordura que aún le quedaba. Pero ni siquiera fue capaz de protestar, solo de pedir por más entre gemidos inentendibles.
Repentinamente, sintió como era llenado por su alfa, otorgándole un placer latente y rico, logrando que cada musculo de su cuerpo se contrajera de una manera deliciosa y depravada, viendo de soslayo aquel brillo siniestro en los ojos de su Madara, quien se relamía los labios tentador, inclinándose sobre él hasta besarlo sucio y lujurioso, marcando el ritmo de sus embestidas salvajes, matándolo despacio al saber que le dolía pero al mismo tiempo lo disfrutaba como nunca, porque en ese momento eran puro instinto, guiándose por las múltiples sensaciones crudas y deliciosas.
Si seguía así no iba a soportar mucho tiempo. Y tener los labios de su esposo sobre su nuca, repartiendo besos y traviesas mordidas solo lograban que el cosquilleó sobre su vientre aumentara. Finalmente, la sensación de precipitación salvaje lo invadió junto al placer interminable, teniendo que cerrar los ojos cuando sintió los afilados colmillos de Madara clavándose sobre la suave piel de su nuca, al mismo tiempo que llegaba al más exquisito orgasmo, dejando su mente completamente en blanco.
De un momento a otro su cuerpo se desplomó sobre el colchón, sintiéndose aturdido y extrañamente satisfecho pese a estar en pleno celo, gozando del placer que representaba tener el nudo de su alfa dentro, llenándolo por completo mientras Madara ronroneaba gustoso, deslizando su lengua sobre la piel sensible de su nuca, eliminando el sutil rastro de sangre.
Extrañamente se sintió cansado, por ello no protestó cuando su alfa lo acomodo en el centro de la cama, posicionándose tras él, envolviéndolo con sus brazos mientras inconscientemente acariciaba su vientre…
Lo sabía, sabía del enorme deseo que sentía Madara por tener más hijos, pero era imposible. Les había costado casi diez años poder concebir a Naruto e Itachi, pero después de ellos no importaban las veces que lo intentaran, tan solo no quedaba en cinta o sus embarazos no se lograban.
Habían pasado veintiocho años y sinceramente ya había perdido todas las esperanzas, y no era por la edad, de hecho se consideraban jóvenes, más bien era porque una pareja de alfa y omega clase A eran casi estériles. No quería pensar en ello, pero tampoco podía evitar sentirse triste.
—¿Qué pasa, amor? —la suave voz de Madara lo trajo a la realidad, teniendo que negar un par de veces.
—Nada.
—Nunca has sido bueno mintiendo, bebé —murmuró abrazándolo con más fuerza, sintiendo la tristeza de Minato como propia gracias al lazo—. Pero si no quieres decirme tampoco voy a obligarte.
—Yo quería darte más hijos —gimoteó tras un largo silencio, incapaz de callar por más tiempo—. Si era niño se llamaría Izuna, y si era niña Izumi.
—Mina —susurró incapaz de decir más, porque lo cierto es que no había palabras de consuelo.
Lo que más le pesaba era saber que sus hijos pasarían por algo similar si querían tener cachorros. La pareja destinada de Itachi era un curioso omega clase B con quien esperaba y no fuera tan difícil formar una familia, mientras que Naruto al estar con Sakura tenía pocas probabilidades de tener bebés, al menos no estaba con un omega clase A, porque en ese caso sus posibilidades serian casi nulas.
~ * o0O0o H.E o0O0o * ~
Continuará
Primera actualización del año ¡¡Wiiii!!
¿Cómo se lo pasaron? ¿Bien, mal? ¿listos para iniciar la dieta de principios de año? XD okno
Aclaraciones Omegaverse:
—La esperanza de vida varía dependiendo de la clase, pero en general es muy alta:
Betas: 80 a 90 años
Alfas y omegas:
Clase C: 90 a 100 años
Clase B: 100 a 115 años
Clase A: 115 a 130 años
Clase S: 120 a 135 años
Con base a lo anterior xD Minato y Madara son adultos jóvenes, mientras que Itachi y Naruto son como adolescentes rebeldes, y Sasuke es básicamente un cachorro.
—En cuanto al tema de fertilidad, esta es muy baja, aunque dependiendo de la pareja es la probabilidad de tener hijos. (espero no enredarlos)
Beta + Beta = 90 a 100% fértil
Beta + Alfa/Omega C = 40% fértil
Beta + Alfa/Omega B = 35% fertil
Alfa/Omega C + Alfa/Omega C = 50% fértil
Alfa/Omega B + Alfa/Omega C = 45% fértil
Alfa/Omega B + Alfa/Omega B = 35% fértil
Alfa B + Alfa B = 15% fértil
Alfa B + Omega A = 12% fértil
Alfa B + Omega S = 10% fértil
Alfa A + Alfa A = Infértil
Alfa A + Omega A = 5% fértil
Alfa A + Omega B = 10% fértil
Alfa A + Alfa/Omega C = 15% fértil
Alfa S + Alfa S = Infértil
Alfa S + Omega S = Infértil
Alfa S + Omega A = menos del 3% fertil
Alfa S + Alfa A = Infertil
Alfa S + Omega B = 8% fertil
Alfa S + Alfa B = 5% fertil
Alfa S + Alfa/Omega C = 10% fertil
Omega + Omega sin importar la clase, no pueden concebir entre sí.
Saben, me acaban de hacer una pregunta muy interesante que quiero compartir con ustedes.
¿Por qué es más dificil concebir para un clase S?
Bueno, primero he de aclarar que en esta historia los alfa y omega nacieron debido a una alteración y modificasión del ADN en betas, dicha alteración se dio gracias a la experimentación con humanos. Enfocandonos en la pregunta, se podría decir que entre más baja es la clase —B y sobre todo C—, su ADN es más parecido al de un beta cualquiera, esto influye directamente en su fertilidad y habilidades fisicas, sin embargo entre más alta es la clase —A y en especial la S—, su ADN es "casi" completamente diferente al de un beta, ya que pueden adoptar una forma animal, su fuerza fisica, resistencia, velocidad e incluso longevidad es superior (y por mucho) a la de un clase B o C, por ello cuando quieren concebir es como si su información genetica se anulara, no es que se rechacen, tan solo se anula, básicamente no pueden o les es casi imposible tener hijos. Pero la naturaleza se compadecio, y aquí es donde entran los destinados, que es una pareja con un alto indice de compatibilidad, desgraciadamente el 99.9 % de los alfa/omega jamás conocen a su destinado.
Por poner un ejemplo. Itachi y Gaara al ser destinados ya no tendran solo el 8% de probabilidades de concebir, tal vez ese numero aumente a 15 o incluso un poco más.
¿Los confundi más? D= espero que no xD
—Como dato curioso, les diré que la población Alfa/Omega, sin importar la clase representa el 40% de la población mundial total.
—Actualmente solo hay 5 Alfas clase S en todo el mundo, entre ellos están Naruto e Itachi, y desde hace ocho décadas, no ha nacido ningún Omega clase S.
Eso sería todo, saben que cualquier duda o comentario pueden dejarme un lindo rw que con gusto responderé
Por el momento me despido y les deseo un lindo día
Haruka Eastwood
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